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Enfermedades de músculos, bolsas y tendones

Los músculos, las bolsas, los tendones y los huesos deben estar sanos y funcionar
adecuadamente para que el cuerpo se mueva normalmente. Los músculos, que se contraen para
producir el movimiento, están conectados a los huesos mediante los tendones.
Las bolsas son almohadillas llenas de líquido que reducen la fricción en las zonas donde la piel,
los músculos, los tendones y los ligamentos se frotan contra los huesos. Las lesiones, la
sobrecarga excesiva, las infecciones y, en ocasiones, otras enfermedades, pueden lesionar los
músculos, las bolsas, los tendones y los huesos de forma temporal o permanente. Este daño
puede causar dolor, limitar el control sobre los movimientos y reducir la
amplitud normal del movimiento. Tortícolis

Tortícolis espasmódico

El tortícolis espasmódico es un espasmo doloroso continuo o intermitente de


los músculos del cuello, que fuerza la cabeza a rotar e inclinarse hacia
adelante, hacia atrás o hacia los lados.
El tortícolis afecta a una de cada 10 000 personas y es, aproximadamente,
10 veces más frecuente en las mujeres que en los varones. El trastorno
puede presentarse a cualquier edad, pero su incidencia es mayor entre los
30 y los 60 años. Por lo general, se desconoce su causa pero a veces el
tortícolis se debe a enfermedades como el hipertiroidismo, las infecciones del sistema nervioso,
las discinesias tardías (movimientos faciales anormales producidos por la ingestión de fármacos
antipsicóticos) y los tumores del cuello.
En raras ocasiones, los recién nacidos sufren tortícolis (tortícolis congénita) como consecuencia
de lesiones en los músculos del cuello durante un parto difícil. El desequilibrio de los músculos
oculares y las deformidades musculares u óseas de la parte superior de la columna vertebral
puede causar tortícolis en los niños.

Síntomas

Pueden aparecer espasmos dolorosos y agudos de los músculos del cuello, que comienzan de
repente y se presentan de modo intermitente o continuo. Por lo general, sólo resulta afectado un
lado del cuello. La dirección en la cual la cabeza se inclina y gira depende de cuál es el músculo
del cuello afectado. Un tercio de las personas que presentan este trastorno tiene también
espasmos en otras zonas, habitualmente en los párpados, la cara, la mandíbula, o las manos. Los
espasmos aparecen sin advertencia previa y, muy raras veces, durante el sueño.
El tortícolis varía de leve a grave y permanente. Alrededor del 10 al 20 por ciento de las personas
que lo padecen (habitualmente jóvenes con casos leves) se recupera sin tratamiento en un plazo
de cinco años. En la mayoría, sin embargo, el trastorno empeora gradualmente en un período de
uno a cinco años, estabilizándose después. El tortícolis puede persistir toda la vida, provocando
dolores continuos, movilidad restringida del cuello y deformidades posturales.

Diagnóstico y tratamiento

Durante la exploración física de un niño, el médico puede detectar lesiones de los músculos del
cuello que pueden causar el tortícolis. Para diagnosticar el trastorno en niños y en adultos, el
médico hace preguntas detalladas sobre lesiones anteriores y otros problemas del cuello. Se
realizan en ocasiones varias pruebas como radiografías, tomografía computarizada (TC) y
resonancia magnética (RM), para buscar las causas específicas de los espasmos musculares del
cuello, aunque con poca frecuencia ponen de manifiesto tales causas.
Cuando se identifica una causa (como el crecimiento anormal de un hueso), el tortícolis puede
tratarse de manera eficaz. Sin embargo, es menos probable que el tratamiento controle el
espasmo, cuando la causa es un trastorno del sistema nervioso o si ésta se desconoce.
En ocasiones, el espasmo se alivia de manera temporal mediante fisioterapia y masajes. Existe
un tipo de masaje mediante el que se aplica una leve presión sobre la mandíbula en el mismo
lado de la rotación de la cabeza.
Los fármacos ayudan a reducir los espasmos musculares y los movimientos involuntarios en
alrededor de un tercio de los casos y, habitualmente, ayudan a controlar el dolor causado por los
espasmos. Los fármacos anticolinérgicos, que impiden los impulsos específicos del nervio, y las
benzodiacepinas (sedantes suaves) se administran a menudo. Con menor frecuencia se
prescriben relajantes musculares y antidepresivos. Varias inyecciones de una dosis baja de la
sustancia que causa el botulismo reducen el dolor y los espasmos, permitiendo que la cabeza se
sostenga en una posición más natural (menos inclinada); esta mejoría puede durar algunos
meses. La extirpación quirúrgica de los nervios que causan la disfunción de los músculos del
cuello es, en ocasiones, un procedimiento eficaz a tener en cuenta si los demás tratamientos no
son efectivos. Si hay problemas emocionales que contribuyen a los espasmos, el tratamiento
psiquiátrico puede ser útil.
En caso de tortícolis congénito la fisioterapia intensiva para estirar el músculo dañado se inicia
en los primeros meses de vida. Si no resulta efectiva, o si se inicia demasiado tarde, puede ser
necesario reparar el músculo quirúrgicamente.

Síndromes de fibromialgia

La fibromialgia (síndromes de dolor miofascial, fibromiositis) es un grupo de trastornos


caracterizados por dolores muy molestos y rigidez de los tejidos blandos como los músculos, los
tendones (que mantienen los músculos sujetos a los huesos) y los ligamentos (que mantienen los
huesos unidos entre sí).
El dolor y la rigidez (fibromialgia) pueden manifestarse por todas partes del cuerpo o pueden
estar restringidos a ciertos puntos, como en los síndromes de dolor miofascial. La fibromialgia en
todo el cuerpo es más frecuente en mujeres que en varones. Los varones son más propensos a
manifestar dolor miofascial o fibromialgia en una zona específica (como el hombro), provocado
por un esfuerzo muscular recreacional u ocupacional. La fibromialgia no es un proceso grave,
pero la persistencia de los síntomas puede interferir en la vida diaria de modo muy importante.

Causas

Aunque se desconoce su causa, la fibromialgia puede ser desencadenada por el estrés físico o
mental, una posición inadecuada al dormir, una herida, la exposición a la humedad o el frío,
ciertas infecciones y, en ocasiones, por artritis reumatoide o un trastorno relacionado.
Una variedad corriente, el síndrome de fibromialgia primario, suele aparecer en las mujeres
jóvenes sanas que sufren depresión, ansiedad o tensión nerviosa, a menudo junto a un sueño
irregular y no reparador (el sueño no reparador no repone las fuerzas, dejando a una persona tan
cansada, o más, que antes de dormir). Este síndrome puede presentarse a cualquier edad,
incluso en la adolescencia, afectando por lo general a las más jóvenes. En las personas de más
edad, el trastorno se presenta a menudo junto con una artritis no asociada a la columna vertebral.

Síntomas

Consisten en rigidez y dolor, que suelen desarrollarse de forma gradual. En el síndrome de


fibromialgia primaria, el síntoma es habitualmente el dolor y en la fibromialgia confinada a una
zona específica, éste puede ser más repentino y agudo. En ambas, el dolor suele empeorar con el
cansancio, el esfuerzo o la sobrecarga muscular. Unas zonas específicas pueden doler al
presionarlas. Puede aparecer rigidez y espasmo muscular. Aunque ningún tejido fibroso o
muscular resulte afectado, son especialmente propensos al dolor los músculos del cuello, los
hombros, el tórax, la zona lumbar y los muslos. En el síndrome de fibromialgia primaria, el dolor
puede presentarse por todo el cuerpo, incluso con síntomas generales como sueño no reparador,
ansiedad, depresión, cansancio y síndrome de colon irritable.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico del síndrome de fibromialgia se basa en el tipo y la localización del dolor. Se


determina si la presión produce dolor en un punto (puntos sensibles), o si el dolor parece
moverse (irradiarse) a otras zonas (puntos gatillo).
Habitualmente la terapia sin fármacos es la más eficaz y, reduciendo la tensión nerviosa, se logra
el alivio de los síntomas en algunos casos leves. Generalmente se obtienen buenos resultados,
tanto con los ejercicios de estiramiento y acondicionamiento, como con una mejoría en el sueño y
también con la aplicación de calor local y de masajes suaves, al igual que evitando el frío.
Sin embargo, no son de gran utilidad la aspirina u otros antiinflamatorios no esteroideos. En
ocasiones, se inyectan anestésicos locales (solos o junto con corticosteroides), directamente en
una zona particularmente sensible. El médico puede prescribir dosis bajas de antidepresivos que,
tomados antes de acostarse, inducen un sueño profundo y alivian los síntomas.

Bursitis
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