Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Causas
La impotencia puede estar provocada por un problema vascular, trastornos neurológicos, ciertos
fármacos, anomalías en el pene o problemas psicológicos que interfieren la excitación sexual. Las
causas físicas son más frecuentes en los hombres de mayor edad y los problemas psicológicos
en los varones jóvenes. La impotencia es un problema que se vuelve más frecuente con la edad,
a pesar de que no se considera una etapa normal del proceso de envejecimiento. Por el contrario,
aparece como resultado de problemas subyacentes que se presentan frecuentemente en las
personas de mayor edad. Alrededor del 50 por ciento de los hombres de 65 años y el 75 por
ciento de los varones de 80 son impotentes.
Como el pene necesita un flujo adecuado de sangre para alcanzar la posición erecta, los
trastornos en los vasos sanguíneos, como la aterosclerosis, pueden causar impotencia. La
impotencia también puede estar producida por un coágulo de sangre o bien por una cirugía
vascular que impida el flujo de sangre arterial hacia el pene. En el 75 por ciento de los hombres
impotentes que presentan un funcionamiento neurológico y hormonal normal, la sangre llega al
pene de manera correcta, pero sale con demasiada rapidez.
Las afecciones de los nervios que entran y salen del pene también pueden provocar impotencia.
Dichas afecciones pueden tener causas muy diversas, como lesiones, diabetes mellitus,
esclerosis múltiple, ataques cerebrales agudos y fármacos. La diabetes causa neuropatía
periférica, un patrón particular de daño nervioso y que es una causa muy frecuente de
impotencia, en especial en las personas de edad. El alcoholismo causa una neuropatía periférica
similar. Una enfermedad de la parte inferior de la médula espinal y la cirugía del recto o de la
próstata también pueden causar daño a los nervios del pene.
Los medicamentos son responsables de aproximadamente el 25 por ciento de los casos de
impotencia, en especial en los hombres de mayor edad, que tienden a consumir más fármacos.
Los fármacos que más frecuentemente causan impotencia incluyen todos los antihipertensivos,
los antipsicóticos, los antidepresivos, algunos sedantes, la cimetidina y el litio. El alcohol también
puede causar impotencia.
En ciertos casos, la impotencia tiene su origen en trastornos hormonales. Las bajas
concentraciones de testosterona, por ejemplo, pueden provocar impotencia. Sin embargo, los
valores bajos de hormona masculina, que tienden a aparecer con el envejecimiento, están más
estrechamente relacionados con una disminución del impulso sexual (libido).
Ciertos factores psicológicos, como la depresión y la ansiedad, pueden derivar en impotencia, al
igual que la culpa sexual, el miedo a la intimidad y la ambivalencia respecto a la orientación
sexual.
Diagnóstico
Generalmente, la persona habla con el médico de sus problemas de erección. El médico entonces
indaga acerca de los síntomas para estar seguro de que el problema es la impotencia, y no otra
disfunción sexual (como una dificultad en la eyaculación). El médico pregunta si el deseo sexual
se acompaña de una erección completa y suficiente como para mantener relaciones sexuales y si
el sujeto tiene erecciones durante el sueño o por la mañana al despertarse. Las respuestas a
estas preguntas pueden ayudar al médico a determinar si la impotencia surge a raíz de problemas
físicos o psicológicos.
El médico también repasa cualquier antecedente de cirugía vascular, pélvica, rectal o de próstata.
Cualquier cambio en las características sexuales masculinas (como el tamaño de las mamas, los
testículos y el pene) y los posibles cambios en el pelo, la voz, o la piel también deben tomarse en
consideración. El médico puede explorar la posibilidad de que existan problemas psicológicos,
como la depresión o la ansiedad. Cualquier situación estresante nueva, como un cambio de
pareja o problemas de relación o de trabajo, pueden ser un factor importante. El médico también
pregunta si la persona toma medicamentos (ya sea con o sin receta), drogas o alcohol.
Se toman muestras de sangre para medir los valores totales de testosterona y la cantidad de
testosterona biológicamente activa (utilizable).
Las deficiencias de esta hormona pueden provocar impotencia, pero también generar crecimiento
de mamas (ginecomastia), pérdida del vello púbico y testículos blandos y más pequeños. La
medición de la presión arterial en las piernas puede revelar un problema de las arterias de la
pelvis y de la ingle que llevan la sangre al pene. El médico también puede determinar si la
cantidad de nervios que llegan al pene es aparentemente normal.
Otros análisis de sangre pueden ayudar a identificar enfermedades comunes que pueden
provocar impotencia. Por ejemplo, un recuento completo de células sanguíneas puede indicar la
presencia de anemia y de infección, la determinación de azúcar en la sangre (glucosa) o de
hemoglobina glicosilada puede ayudar a descubrir una diabetes y la determinación de la hormona
estimulante del tiroides puede indicar una glándula tiroides demasiado activa o bien deficiente.
Los vasos sanguíneos del pene pueden ser evaluados mediante una ecografía (un examen con
ultrasonidos). Otras pruebas consisten en la inyección de fármacos en el pene para dilatar las
arterias. Si la inyección no provoca una erección o si la persona no puede mantenerla, puede
significar que las venas del pene tienen pérdidas o bien son incapaces de retener la sangre en el
pene.
Tratamiento