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Problemas ginecológicos habituales

Los problemas ginecológicos son los relacionados con el aparato


reproductor femenino. Algunas causas habituales de los mismos son
infecciones, lesiones o cambios hormonales. Estos trastornos
incluyen dolor pélvico, inflamación del útero, de las trompas de
Falopio, de la vagina o de la vulva y tumoraciones no cancerosas del
útero, como los fibromas. Otros problemas frecuentes se relacionan
con la menstruación (por ejemplo, el síndrome premenstrual y el dolor
durante la menstruación, también llamado dismenorrea). A pesar de
que algunos de estos problemas son poco importantes y se corrigen
por sí solos, otros, como las infecciones, pueden revestir mayor
gravedad y requerir, por tanto, atención médica.

Dolor pélvico

La pelvis, que contiene el útero, las trompas de Falopio, los ovarios,


la vagina, la vejiga urinaria y el recto, es la parte inferior del tronco
localizada debajo del abdomen y entre ambas caderas. Las mujeres a
menudo sienten dolor en esa zona, cuyas características e intensidad
son variables y, en ocasiones, es difícil conocer su causa.
Con frecuencia, pero no siempre, el dolor pélvico se asocia a
problemas relacionados con el aparato reproductor. Otras causas de
dolor pélvico tienen que ver con los intestinos o las vías urinarias.
Los factores psicológicos pueden empeorar el dolor o incluso
provocar una sensación dolorosa sin que exista ningún problema orgánico subyacente.

Diagnóstico

Cuando una mujer repentinamente sufre un dolor muy intenso en la parte inferior del abdomen o
en la región pélvica, el médico debe decidir con rapidez si se trata de una situación urgente que
requiere cirugía inmediata. Ejemplos de ellos son la apendicitis, la perforación del intestino, una
torsión de un quiste de ovario, un embarazo ectópico y la rotura de una trompa de Falopio.
A menudo el médico puede determinar la causa del dolor a partir de la descripción del mismo que
le proporciona la paciente, es decir, si es punzante o sordo, en qué circunstancias se da (si
comenzó de improviso), cuánto dura y dónde se localiza. Los síntomas que lo acompañan, como
fiebre, náuseas o vómitos, pueden ayudar a establecer el diagnóstico. A este efecto, la
información acerca de la aparición del dolor en relación con las comidas, el sueño, las relaciones
sexuales, el movimiento, la micción y la defecación también puede ser de utilidad.
A continuación, el médico realiza una exploración física. El examen pélvico (por dentro), que
siempre debe formar parte de la evaluación de un dolor pélvico, ayuda a determinar qué órganos
están afectados y si existe infección. Las pruebas de laboratorio, como un recuento completo de
células sanguíneas, un análisis de orina o una prueba de embarazo, pueden indicar la existencia
de una hemorragia interna, una infección o un embarazo ectópico.
En algunos casos, puede practicarse una ecografía, una tomografía computadorizada (TC) o una
resonancia magnética (RM) de los órganos internos. Así mismo, se puede recurrir o a la cirugía o
la laparoscopia (un procedimiento con un tubo de fibra óptica que permite el examen de las
cavidades abdominal y pélvica) para determinar la causa del dolor.

Vaginitis y vulvitis

La vaginitis es una inflamación de la mucosa de la vagina. La vulvitis es una inflamación de la


vulva (los órganos genitales femeninos externos). La vulvovaginitis es una inflamación de la vulva
y de la vagina.
En estas condiciones, los tejidos se inflaman y se produce una secreción vaginal. Las causas
incluyen infecciones, sustancias u objetos irritantes, tumores u otro tejido anormal, radioterapia,
fármacos y cambios hormonales. La higiene personal insuficiente puede favorecer el crecimiento
de bacterias y hongos así como causar irritación. Además, las heces pueden pasar desde el
intestino hasta la vagina por un trayecto anormal (fístula) y provocar una vaginitis.
Durante el tiempo en que la mujer es fértil, los cambios hormonales causan una secreción normal
acuosa, mucosa o blanca lechosa, que varía en cantidad y características según las diferentes
fases del ciclo menstrual. Después de la menopausia, el revestimiento interno de la vagina y los
tejidos de la vulva pierden espesor, y el flujo normal disminuye debido a la falta de estrógenos.
En consecuencia, la vagina y la vulva se infectan y lesionan con más facilidad.
Las recién nacidas pueden tener una secreción vaginal debido a los estrógenos que proceden de
la madre antes de nacer. En general, desaparece en el transcurso de dos semanas.

Síntomas

El síntoma más frecuente de la vaginitis es la secreción vaginal anormal. Una secreción anormal
es la que se produce en grandes cantidades, desprende un olor fuerte o está acompañada de
picores, molestias o dolor vaginal. A menudo la secreción anormal es más espesa que la normal y
el color es variable; por ejemplo, puede tener la consistencia del requesón o puede ser
amarillenta, verdosa o manchada de sangre.
Una infección bacteriana de la vagina tiende a producir una secreción turbia blanca, gris o
amarillenta con olor hediondo o similar al pescado. El olor se vuelve más intenso después del
acto sexual o del lavado con jabón, ya que ambos disminuyen la acidez vaginal y, en
consecuencia, se favorece el crecimiento bacteriano. La vulva puede notarse irritada o con un
picor ligero.
Una infección producida por Candida (un hongo) produce un picor entre moderado e intenso y
quemazón de la vulva y la vagina. La piel se torna rojiza y es áspera al tacto. De la vagina sale
una secreción espesa, similar al queso, que tiende a adherirse a sus paredes. Los síntomas
empeoran durante la semana anterior al ciclo menstrual. Esta infección tiende a recidivar en las
mujeres que sufren de diabetes mal controlada y en las que están tomando antibióticos.
Una infección por Trichomonas vaginalis, un protozoo, produce una secreción blanca, verde
grisácea o amarillenta que puede ser espumosa. La secreción aparece poco después de la
menstruación y puede tener un olor desagradable; se acompaña de
un picor muy intenso.
Una secreción acuosa, sobre todo si contiene sangre, puede ser
causada por un cáncer de vagina, del cuello uterino o del
revestimiento interno del útero (endometrio). Los pólipos cervicales
(cuello uterino) pueden producir hemorragia vaginal tras el coito. Si el
picor o las molestias vulvares se vienen arrastrando durante algún
tiempo, las posibilidades pueden ser una infección por papilomavirus
humano o un carcinoma in situ (un cáncer muy localizado que no ha
invadido otras áreas y que, en general, el cirujano puede extirpar
fácilmente).
Una llaga dolorosa en la vulva puede ser causada por una infección
herpética o un absceso, mientras que una llaga que no provoca dolor
puede ser debida a un cáncer o la sífilis. Los piojos del pubis causan
picor en la zona de la vulva (pediculosis del pubis).

Diagnóstico

Las características de la secreción pueden sugerir la causa, pero se


necesita información adicional de la paciente para hacer el
diagnóstico (como, por ejemplo, en qué momento del ciclo menstrual
tiene lugar la secreción, si es esporádica o continua, cómo respondió
a tratamientos previos y si sufre picor, quemazón, dolor en la vulva o
si tiene una llaga vaginal). El médico también pregunta acerca de las
medidas anticonceptivas, si hay dolor tras el acto sexual, si presentó
infecciones vaginales previamente o enfermedades de transmisión
sexual y si usa detergentes para la ropa que puedan causar irritación.
Otras preguntas pueden referirse a si el compañero sexual presenta
síntomas o a si algún miembro de la familia sufre picores.
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