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Literatura Norteamericana

Teórico N° 5

Literatura Norteamericana
Docente: Rolando Costa Picazo
Teórico: N° 5 – 25 de abril de 2007
Benito Cereno de Herman Melville
5/504 21copias Teorico
Hola, buenas tardes.
Hoy vamos a ver Benito Cereno, que se publicó en la revista Putnam, en dos
entregas, en 1855. Resultaba adecuado publicar este relato en Putnam, porque era una
revista que se mostraba beligerante con respecto a la esclavitud. Este era un problema
candente en ese momento; no había muchos autores que desearan hablar sobre este tema.
Como sabemos, Melville siempre parte de una fuente (aunque en el caso de Moby-
Dick partió de cientos) y luego elabora sobre esa base. En este caso la fuente son las
memorias de un capitán de un barco mercante de Massachussetts, llamado Amasa Delano.
El texto se titulaba Narración de viajes en los hemisferios norte y sur, y se publicó en
Boston, en 1816. Es una obra más o menos extensa, pero el episodio que nos interesa
ocurre en el capítulo XVIII.
El barco de Delano se llama Perseverance, pero Melville le cambia el nombre a
Deleite de Soltero. En la edición de Cátedra que hemos dejado en CEFyL hay una nota al
pie, en la página 137, que dice: “Resulta interesante destacar que, mientras en esta historia
Melville tomó todos los nombres de sus personajes de la narración de Amasa Delano, sin
embargo, cambió los nombres de los barcos. El Perseverancia se convirtió en el Deleite del
Soltero, y el Tryal (Juicio, Proceso, en español) en el Santo Domingo. Las connotaciones
sexuales que para Melville, es decir, como estado puro y de inocencia, se ponen de
manifiesto en el dueño del barco, el soltero Capitán Delano. Por otra parte, el Soltero y el
Deleite fueron los dos últimos barcos a los que saludó el Pequod en Moby-Dick, cuando se
encaminaba a su encuentro final con la ballena”.
Lo que le atrae de la soltería, en una pequeña viñeta titulada “El deleite del soltero”,
es la falta de complicaciones de esa vida. Es un momento, por otra parte, en que él estaba
teniendo problemas con su matrimonio. Los últimos años de su casamiento fueron bastante
complicados. La mujer tenía problemas nerviosos y él vivía tensionado. De hecho, han
sacado a luz algunas actitudes del Melville con respecto a su mujer, como por ejemplo, un

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día que la empujó por la escalera. Entonces ahora se dice que era un golpeador; yo creo que
eso no era tan así, sino que un día, exacerbado, le dio un empujón y justo había una escalera
y ella se cayó.
El Perseverancia estaba anclado frente a la isla de Santa María, que está cerca de la
costa de Chile, y se encontró con un barco esclavista español llamado Tryal en medio de la
bruma. Como este barco estaba en dificultades, Delano se apuró para socorrerlo. El le
dedica un capítulo a este incidente (el capítulo XVIII) y Melville cambió el nombre de
Tryal por el de Santo Domingo, aludiendo a la isla de Santo Domingo, que es La Española
y donde está Haití. Está dividido entre la República Dominicana y Haití. Este cambio es
interesante porque la Isla de Santo Domingo fue el primer lugar de América en recibir
esclavos africanos y el primero en el que se registró una sublevación de esclavos.
Esta sublevación estuvo organizada por Francoise Toissant Louverture. La isla
estaba bajo el dominio de Francia (estamos en el año 1791), que estaba bajo el mando de
Napoleón. La isla tenía como gobernador a un general nombrado por Napoleón. Esta
sublevación de esclavos fue la única, en la historia de la humanidad, que tuvo éxito. Todas
las demás revueltas de esclavos fracasaron. De hecho, en 1794, Francoise Toissant logró
que se aboliera la esclavitud en Haití. Luego se consiguió la liberación y Francia se retiró
de la isla. Acaba aparecer una biografía en Estados Unidos, que se llama […] escrita por
una señora llamada Madison Bell.
Ya habían llegado repercusiones de la Revolución Francesa, que habían provocado
amargos debates por los derechos civiles en la isla. Los más adelantados, los que sabía leer
y escribir, estaban al tanto de estos nuevos sucesos. Se produjeron entonces graves
conflictos entre la población negra que trabajaba en las plantaciones. Luego, en el ’99, hubo
una rebelión de esclavos muy sangrienta contra los franceses.
Melville ubica los acontecimientos de su nouvelle en 1799. El ubica los
acontecimientos en 1799, pero los sucesos que narra Delano tuvieron lugar en 1805.
Melville, a propósito, cambia la fecha para adecuarla a esta rebelión. Siguiendo con el
documento de origen, Delano bajó al barco español y vio que la tripulación y los esclavos
estaban muriéndose de sed y de hambre. Entonces buscó provisiones de su barco y,
mientras esperaba que llegaran, observó un extraño comportamiento que no pudo
explicarse. Delano ya se volvía a su barco, cuando el capitán del barco español, Cereno,

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saltó y le narró su historia. Le contó que el barco estaba en el poder de insurrectos que
exigían que se los llevara al Senegal. El resto de la narración de Amasa Delano describe el
ataque al barco español, luego la captura y la ejecución de los esclavos amotinados.
También tenemos lo que Delano considera la ingratitud de este Cereno, que se negó a
recompensarlo. Aquí tenemos la mentalidad totalmente materialista de Delano, que
esperaba una recompensa que nunca llegará.
El relato de Melville sigue bastante estos lineamientos, pero todo lo demás es de su
propia invención. El lo publica en un momento en que la discusión por la esclavitud ha
alcanzado un punto álgido, porque se teme que una reacción de esclavos sea inminente en
Estados Unidos. La polémica entres los defensores de la esclavitud y sus opositores era
feroz. Recuerden que todos los Estados que se fueran agregando a la Unión, de acuerdo al
paralelo en que se encontraran, sería libres o esclavistas. Por eso había muchos intereses
creados, que eran sobre todo de los Estados del Sur. Ellos querían la mano de obra gratis,
porque eran Estados que vivían, sobre todo, de las plantaciones de algodón. En cambio, los
Estados del norte eran industriales y les pagaban a sus obreros.
Los Estados del Sur consideraban que la esclavitud era una suerte de paternalismo
benigno hacia una raza infantil de analfabetos. Los esclavos eran como bestias feroces que
debían ser dominados debido a su extrema peligrosidad. Se cuidaban muy bien de
enseñarles a leer y escribir. Es cierto que muchos los trataban con benignidad.
Este era un tema candente que, en Estados Unidos, apareció en la literatura en 1852,
con la publicación de La Cabaña del Tío Tom. En 1845 había aparecido también la
autobiografía de un esclavo que había logrado escapar hacia el norte, llamado Frederic
Douglas. En esta narración que fue traducida al español, el autor relataba horrores de lo que
había sucedido allí. Además, estaba lo que se llamaba ferrocarril subterráneo, que era una
cadena de ayuda que se daba a los esclavos que escapaban. Se trataba de ciertas granjas,
que estaban marcadas, a donde les daban de comer y beber para que puedan continuar su
huida hacia el norte.

Alumna: ¿Qué era el Ferrocarril Subterráneo?

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Profesor: Era una organización clandestina de amigos de los esclavos y partidarios del
abolicionismo. Y todas estas granjas estaban en territorio sureño. Cuando se cruzaba el Río
Ohio (que era el límite entre los Estados esclavistas y abolicionistas) se podía estar
tranquilo, pero hasta cierto punto, porque el gobierno pasó una ley, diciendo que no se
podía ayudar a los esclavos porque eran propiedad de la gente del Sur. La primera cuidad
que se hallaba después del Ohio era la ciudad de Aspens, donde los recibían y los liberaban.
Los lectores de la revista Putnam, donde se publicó el texto de Melville, en su
mayoría, simpatizaban con los esclavos; pero temían lo que podía pasar si se producía una
sublevación o si el norte y el sur llegaban a una guerra civil. El capitán Amasa Delano
encarna este temor; y es un tipo representativo con el que podían equipararse algunos
lectores que, si bien estaban de parte de la abolición, tenían miedo de lo que pudiera pasar.
El capitán Delano es un hombre decente que no sabe si defender la libertad de los
esclavos o la propiedad de los dueños. Recuerden que los esclavos pertenecían a un patrón
del mismo modo que una mesa o una silla. Y Melville lo presenta así, desde una visión
indirecta e irónica. La visión de Melville parece que nunca va a tomar partido, pero siempre
deja entrever lo que está pensando. Melville lo presenta como un hombre tibio que, en el
fondo, defiende el status quo. De hecho, Melville hace una crítica a los peligros que
acechan a la democracia y la unidad nacional de Estados Unidos. Recuerden que a Estados
Unidos le había costado mucho independizarse de Inglaterra y obtener esa unión de los
distintos Estados.
Recuerden que los Estados siguen siendo, aún hoy, muy independientes. Las leyes
de un Estado no necesariamente se respetan en otros. Hay muchos Estados en los que
estaba prohibido vender alcohol los domingos y había que cruzar a otros Estados para poder
comprarlo. Recuerden también en el cine las parejas que se escapan para casarse en otro
Estado, porque son menores de edad o porque no necesitan análisis de sangre. Esto era
exacerbadamente así en el siglo XIX.
En el último párrafo de la página 121, dice: “Al aproximarse aun más, este aspecto
se modificó y se puso de manifiesto el verdadero carácter del barco: un mercante español
de primera clase, que llevaba esclavos negros, entre otro valioso cargamento, de un puerto
colonial a otro”. Está muy claro que es lo mismo transportar vacas, lingotes de oro o
esclavos. Son todos distintos tipos de mercancía.

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En el espacio de lo que va de principios del XIX a mediados de siglo, cuando


Melville escribe este relato, ha habido importantes rebeliones de esclavos. Esto es algo que
hace temer a la población blanca. Hubo revueltas en Haití, en 1791, 1793 y 1799; luego
hubo en Jamaica, que era propiedad británica, en 1831. En Estados Unidos, en Virginia, un
esclavo de nombre Gabriel se reveló contra su amo, que se llamaba Thomas Posser, en
1800. Gabriel se inspiró en el ejemplo de Santo Domingo y de Toissant Louverture. En
encabezó una rebelión de 1100 esclavos que duró hasta que fue traicionada y el gobierno
envió a la caballería. En una plantación, a unos cuarenta kilómetros de New Orleans, hubo
otra rebelión, en 1811. Cuando una fuerza de esclavos insurrectos marchaba hacia la ciudad
fue interceptada por fuerzas de los blancos. Cientos de negros fueron ejecutados y
decapitados en esa oportunidad y sus cabezas fueron exhibidas en picas.
En 1822, en Carolina del Sur, se produjo la Rebelión de Bessey, que también se
inspiró en la insurrección de Haití. Bessey había preparado muy bien su rebelión formando
unidades secretas en diversas plantaciones, para matar a los dueños y apoderarse de la
ciudad de Charlestown. El complot fue descubierto y ciento treinta negros y cuatro blancos
fueron llevados a juicio. Besey y los negros fueron ejecutados. En 1831 ocurrió la rebelión
más sangrienta de todas, la de Nat Turner, en Virginia. Allí los insurgentes mataron a
cincuenta y cinco blancos. Turner y dieciséis de sus compañeros fueron llevados juicio y
sentenciados a la horca; el resto de los esclavos fueron torturados, fusilados o quemados
vivos.
Hay un libro de William Styron, muy conocido, llamado Las confesiones de Nat
Turner, que se publicó en 1967 y recibió el premio Pullitzer. Pero el libro fue muy mal
recibido por la comunidad intelectual negra, que acusó a Styron de falsear la historia y
endilgarle a Turner todas las fobias de los blancos. Este libro ha sido traducido al español y
publicado en la editorial Lumen.
Además de todas estas rebeliones en tierra hubo rebeliones en mar. Las más
conocidas fueron las del Amistad y del Creole (que significa crillo). El motín a bordo del
Amistad tuvo lugar en 1839. El amistad era una goleta española que navegaba entre La
Haba y otro puerto de Cuba, con cincuenta esclavos, a pesar de que España había firmado
un tratado en 1817, que prohibía el tráfico nacional de esclavos. Es decir que estos
esclavos, que habían sido comprados en forma ilegal en África, estaban siendo

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transportados de forma ilegal en una goleta española. Los esclavos se rebelaron, mataron a
dos miembros de la tripulación y exigieron que se los llevara de vuelta a África. La goleta,
que se había apartado del rumbo, fue capturada por un barco de la Armada estadounidense,
que llevó a tripulantes y esclavos a Estados Unidos.
En la Corte de Estados Unidos se produjo una verdadera batalla legal, porque la
situación era ilegal. La Corte Suprema tomó cartas en el asunto. Allí estaba John Quincey
Adams, que fue el sexto presidente de los Estados Unidos. Él pertenecía a una familia, de
inteligencia y sentimientos nobles, que dio tres presidentes. Adams defendió a los esclavos
y logró que los liberaran. A finales del siglo pasado Steven Spielberg hizo una película
sobre estos sucesos titulada Amistad. Los actores son Morgan Freeman y Anthony Hopkins;
les recomiendo que vean esta película.
En 1841 se produjo otro incidente en el mar, que condujo a un fallo similar en la
Corte. El barco estadounidense Creole transportaba esclavos, comprados legalmente en
Virginia, con rumbo a Nueva Orleans. Allí diecinueve esclavos se apoderaron del control
del barco y, después de matar a un marinero blanco, obligaron a la tripulación a dirigirse a
las Bahamas británicas. En esta oportunidad el que se opuso fue el Secretario de Estado,
Daniel Webster, que fue uno de los oradores más brillantes que ha tenido la historia de la
humanidad. El usó toda su labia para exigir la devolución de los esclavos. Los esclavos
estaban bajo la jurisdicción británica, que había emancipado a todos los esclavos en 1833
en todo el imperio británico.
Una década después el esclavo liberto Frederick Douglas (el que había escrito la
autobiográfia) escribió una novela llamada El esclavo heroico, que publicó en un diario
llamado Estrella del Norte, del que era propietario. El héroe de esa novela es el líder de la
rebelión del Creole, que se llamaba Madison Washington. Con todo esto quiero decir que
soplaban nuevos vientos, tanto en Estados Unidos como en la zona del Caribe. Para 1851
ya había libertad en las colonias inglesas y en las colonias francesas.
Este es el trasfondo histórico que condiciona a Melville para escribir este libro.
Años antes de escribir Benito Cereno, en un libro llamado Casaca blanca, hay una oración
que creo que proporciona una pista para su posición en Benito Cereno. Esta oración, que
ocurre en el capítulo XXXIV, me parece fundamental. Dice: “La depravación en el
oprimido no es una apología para el opresor sino, más bien, un estigma adicional para

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éste, pues en gran parte es el efecto y no la causa la justificación de la opresión”. Aquí está
diciendo que, si los negros atacan y matan, no debe ser considerado un estigma de parte del
opresor, porque ellos lo que ellos hacen es, en realidad, el efecto de lo que les está pasando.
Es como preguntarse por qué los esclavos de Benito Cereno se sublevan y matan a su
dueño, que se llamaba Aranda.
Yo creo que uno de los temas de esta nouvelle es la relación especular que hay entre
opresor y oprimido. Aquí las culpas son repartidas y por eso digo que la relación es
especular. Aquí vemos el tema de siempre de Melville: el bien y mal, que no sabemos bien
cómo ubicarlos.
Por otro lado, en el capítulo XXIV de Moby-Dick, que se llama “El abogado”,
leemos: “Hasta que la industria ballenera dobló el Cabo de Hornos no se llevaba a cabo
otro comercio que no fuera el colonial. También era escaso el intercambio entre Europa y
la larga franja de opulentas provincias españolas sobre el Pacífico. Fue el ballenero el que
primero se abrió paso y atravesó la celosa política de la corona española con respecto a
esas colonias. Si nos lo permitiera el espacio podríamos demostrar claramente cómo
gracias a estos balleneros por fin se logró la liberación del Perú, Chile y Bolivia del yugo
de la vieja España y el establecimiento de la democracia en esas partes”.
El relato Benito Cereno está estructurado en tres partes. La narración principal es la
que ocupa la mayor parte. En nuestra edición de Cátedra, la narración principal abarca
desde el comienzo, en la página 119, hasta la página 192. Luego viene la declaración de
Benito Cereno ante la justicia de Lima, que van desde la página 192 a la 205. Y,
finalmente, la entrevista entre Cereno y Delano, que se da como un “episodio
retrospectivo” y va de la página 205 a la 208. Entonces tenemos tres partes: la narración
principal, la declaración en el juicio de Cereno ante la justicia de Lima, y la entrevista entre
el capitán estadounidense Delano y el español Cereno.
Melville vuelve a dar una pista de su técnica narrativa. Ya hemos visto muchos
capítulos metaficcionales. También vuelve a dar una pista del concepto de realidad en su
técnica narrativa, en un pasaje de Pierre, la novela de 1852. Allí dice: “Las incontables
tribus de novelas comunes tejen con laboriosidad velos de misterio sólo para, con
complacencia, aclararlos por último. Y mientras las incontables tribus de dramas comunes
no hacen más que repetir lo mismo, sin embargo, las más profundas emanaciones de la

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mente humana, destinadas a ilustrar todo lo que humanamente puede conocerse de la vida
humana, estas nunca develan sus propias intrincaciones. Y no tienen final propiamente
dicho, sino en secuelas imperfectas, no anticipadas y decepcionantes como tocones
mutilados se apresuran a abruptas interfusiones con las mareas eternas del tiempo y el
destino”.
Lo que nos está diciendo es que no sucede en la literatura lo sucede en la vida. El
objeta a ese sentido de realidad que aparecía en esas novelas. Y, sin embargo, tanto las
novelas como los dramas teatrales, no hacían más que presentar misterios para luego
explicarlos, haciendo que todo terminara felizmente. La narración principal de Benito
Cereno parece funcionar como estas novelas comunes que fustiga aquí Melville, que están
envueltas en velos de misterio.
Aquí las intrincaciones, sin embargo, siguen sin develarse porque cuesta trasponer
las ironías y ambigüedades que presenta Melville en toda la extensión de su narración.
Estas no se explican nunca y es difícil llegar a una clara decisión respecto al bien y el mal.
Esa decisión quedará liberada a cada uno. Claro que ahora, que han pasado más de ciento
cincuenta años, todo el mundo está en contra de la esclavitud. Entonces no era tan fácil y
por eso él se vale de la ironía y de la ambigüedad para presentar un tema álgido. El lector
verá hasta qué punto puede dejarse llevar por lo que dice Delano, desde cuya perspectiva se
ve todo lo que sucede y de cuya percepción intelectual uno duda la mayor parte del tiempo.
Las máscaras caen al final pero no las implicaciones de la mascarada. Yo estoy
dando por sentado que ustedes han leído la nouvelle. Recuerden que ha habido un motín y,
en este barco español, han matado al dueño, que se llamaba Aranda y a gran parte de la
tripulación. Los esclavos se han apoderado del barco y conservan al capitán Cereno porque
necesitan sus conocimientos marítimos. Pero el capitán es un juguete de los esclavos y el
verdadero dueño de la situación es un negro que se llama Babo. Entonces, cuando sube el
capitán Delano para auxiliarlos sigue la mascarada. Ahí está el capitán Cereno con su
uniforme y está Babo como su sirviente pero, en realidad, la situación es la opuesta.
Cuando llegamos a los documentos finales, tenemos la expectativa de acceder a una
mayor iluminación. En la página 192, el texto dice: “La siguientes citas, traducidas de uno
de los documentos oficiales españoles, es de esperar que arrojarán luz sobre el relato
precedente, y asimismo, ante todo, revelarán el verdadero punto de partida y la historia

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verdadera del viaje del Santo Domingo, hasta el momento de tocar en la isla de Santa
María. Pero antes de que lleguen las citas, conviene prologarlas con una observación. El
documento elegido, de entre otros muchos, para su traducción parcial, contiene la
declaración de Benito Cereno, la primera tomada en el caso. Algunas de sus revelaciones
de entonces se consideraron dudosas, tanto por razones naturales como por razones
eruditas. El tribunal se inclinó por la opinión de que el declarante, un poco perturbado por
los acontecimientos recientes, deliraba en algunas cosas que nunca pudieron haber
ocurrido”.
En este momento esperamos conocer toda la verdad. Y nos enteramos de la
situación de un negro gigantesco, llamado Atufal, que estaba encadenado y cada dos horas
debía ir a pedirle perdón al capitán Cereno. En realidad, esto era parte de la mascarada,
porque el Atufal, si bien tenía cadenas, no estaba encadenado. En realidad, la situación es
doble, porque Babo le tiene envidia a Atufal. Este Atufal había sido rey en África y tenía
aros de oro, porque había sido un hombre importante. Esta es otra historia que tampoco se
explica bien del todo.
Lo que sí se explica son los cuchicheos que hay en un momento entre Cereno y
Babo. Al capitán le parece de muy mal gusto que estos hombres estuvieran cuchicheando
allí. En la página 200 nos enteramos qué es lo que cuchicheaban. “En una ocasión mientras
el declarante estaba en cubierta conversando con Amasa Delano, con una señal secreta, el
negro Babo le hizo apartarse, pareciendo que la acción era iniciativa del declarante; que,
entonces, una vez que éste estuvo aparte, el negro Babo le propuso que obtuviera de Amasa
Delano detalles completos sobre su barco, tripulación y armas; que el declarante le
preguntó para qué, y el negro Babo le contestó que se lo podía imaginar”. Babo quería
saber cuántos marineros y qué armas había porque tenía el propósito de apoderarse del
barco.

[Participación inaudible de un alumno]

Profesor: Es posible, porque eso pasa en todas las revoluciones. Recuerden que en la
Revolución Francesa se terminaron peleando entre ellos, los que querían el reino del terror
y los que querían una solución más pacífica. Siempre entre los revolucionarios hay

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problemas, pero esto es sólo un detalle más sobre la condición humana, sobre la cual
Melville era muy escéptico. Hay enemistad entre blancos y negros pero también la hay
entre negros y negros y entre blancos y blancos.
Estos juicios finales nos dan algunas explicaciones, pero no todas. Tenemos algunos
pormenores de la rebelión con lujo de detalles; tanto es así que parece una transcripción
taquigráfica de un juicio, que se explaya con lentitud acerca de la crueldad de los negros.
Pero todo se mantiene a un nivel de superficie, como si fuera una película documental.
Todo lo hemos visto a través de la visión de Delano y después vemos los hechos desnudos,
pero no tenemos una explicación cabal, porque el propósito de Melville es que cada uno
saque sus propias conclusiones. Además se ve su convicción de que nunca podremos saber,
de manera cabal, la verdad. Lo que quiero decir es que el lenguaje del juicio es un lenguaje
jurídico y, por ende, carente de emoción y desapasionado. En ese lenguaje se registran los
hechos de una manera superficial y verídica.
Luego tenemos la conversación final entre Delano y Cereno, donde Cereno le da
algunas explicaciones acerca de su proceder que a nosotros pueden resultarnos obvias. En
un momento le pregunta por qué no le dio alguna pista de la situación; pero Cereno no
podía decir nada, porque hacerlo significaba su muerte. Por eso, en la página 206 dice:
“Piense sólo cómo anduvo por esta cubierta, cómo se sentó en esa cabina, cada pulgada
del suelo minada como si fueran panales de abejas bajo sus pies. Si le hubiera hecho la
menor insinuación, si hubiera hecho el menor avance hacia un entendimiento entre
nosotros, la muerte, la muerte explosiva, tanto suya como mía, habría finalizado la
escena”.
Recuerden que, cuando vimos los prolegómenos de Moby-Dick, les hablé sobre el
libro de Carl Smith y cómo él habló de Benito Cereno. Este hombre, que estuvo bajo el
régimen nazi, dijo que la situación en el barco era la misma que vivían ellos en la Alemania
nazi. No podían hacer nada ni decir hacia el exterior cuál era la situación. Había toda una
historia de fingimiento.
Lo que es interesante de la última entrevista es que Delano ve que el capitán español
Cereno está totalmente abatido y ha perdido por completo el deseo de vivir. Cereno es una
suerte de planta y esto nos dice bastante de la incomprensión de Delano, quien le dice que
se olvide, lo cual es algo ridículo. En la página 207 dice: “Generaliza usted, don Benito, y

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de modo bastante lúgubre. Pero lo pasado, pasado está. ¿Por qué moralizar sobre ello?
Olvidémoslo. Mire, ese sol brillante lo ha olvidado todo, y el mar azul y el cielo azul han
pasado páginas nuevas”. Entonces el capitán español le contesta: “Porque no tienen
memoria, porque no son humanos”. Y el capitán estadounidense le dice: “Pero esos suaves
alisos que ahora acarician sus mejillas, don Benito, ¿no le llegan con una curación casi
humana? Amigos entrañables, amigos constantes son esos alisos”. El diálogo continúa
diciendo:
“- Con su constancia no hacen llevarme sino a la tumba, señor –fue la fatídica
respuesta.
- Está usted salvado, don Beniro –exclamó el capitán Delano cada vez más
sorprendido y dolorido- , está usted salvado; ¿qué es lo que ha proyectado tal sombra
sobre usted?.
- El negro”.
Esto también queda en una ambigüedad total. Esa experiencia que ha tenido el
capitán Cereno es una experiencia catastrófica que le ha quitado las ganas de vivir. Y tanto
es así que nos enteramos que muere al poco tiempo. El llega a apartarse de la vida y
recluirse en un monasterio, a los treinta y nueve años. Eso es la sombra del negro.
Esto también nos dice mucho acerca de Delano, de su candidez, de su falso
optimismo, de su poca penetración psicológica. Porque él no puede avalar la situación que
ha vivido el otro. Esto es algo de lo que Melville pensaba acerca del optimismo
desenfrenado, que estaba ubicado detrás de la perspectiva del sueño americano. Siempre
hay otros horizontes, perspectivas nuevas y cambios, siempre para mejor. La situación es
buena para seguir viviendo, pero hay catástrofes de las que no se puede salir jamás.
Por otro lado, desde el punto de vista estructural del relato, es interesante ver cómo
se observan las unidades de tiempo lugar y acción, que ponderaba Aristóteles. La acción
tiene una unidad impresionante que avanza paso a paso hasta el climax, que será la
resolución del conflicto. No hay acciones secundarias sino un solo argumento. El tiempo es
un tiempo de doce horas y el lugar es el barco. Es decir que las tres unidades están
observadas meticulosamente.
Luego, en las otras partes, se hará una transgresión en la declaración de Cereno que
representa un desplazamiento del lugar de la acción a Lima. Y también se da en un tiempo

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posterior con respecto a la acción del barco. Estos juicios tienen lugar en Lima tiempo
después. Por último, la entrevista de Cereno y Delano es anterior al juicio, pero posterior en
el libro. Estructuralmente, hay unos desplazamientos y retrospecciones que son más
características de una novela posterior al momento en que escribe Melville.
Hemos hablado más o menos de las rebeliones y de los esclavos. Vamos a hablar
ahora de algo que está íntimamente relacionado con la esclavitud, que es el problema racial.
Delano posee lo que un historiador denomina racialismo romántico. Este historiador,
llamado George (…), ha escrito un libro muy interesante llamado La imagen del negro en
la mente del blanco. Si ustedes miran un momento el uso de las palabras blanco y negro,
veremos que todo lo malo es negro y todo lo bueno es blanco. Esa es una de las razones por
las cuales Melville escribe un capítulo central de Moby Dick, que es “La blancura de la
ballena”. Allí todo el mal parece estar encarnado en la blancura, que es el vacío total, la
falta de significación.
En El racialismo Romántico vemos que los blancos, en el momento en que escribe
Melville, veían a los negros no muy por encima del nivel de las bestias. A lo sumo los
veían como seres dóciles, infantiles y pacientes. Veamos algunas citas del libro, siempre a
través de Delano. En la página 126, está describiendo al capitán Cereno y dice: “ A su lado
había un negro de baja estatura en cuya ruda cara, cuando de vez en cuando la volvía
silenciosamente hacia la del español, como el perro de un pastor, se mezclaban a partes
iguales tristeza y afecto”.
En la página 157 dice: “¿Fue por prever alguna interferencia de este tipo por lo que
don Benito de antemano había ofrecido un retrato tan malo de sus marineros, mientras
que, por otra parte, elogiaba a los negros, aunque, realmente, los primeros parecían tan
dóciles como los últimos lo contrario? Además los blancos, por naturaleza, eran la raza
más astuta. U hombre con algún proyecto perverso ¿no hablaría probablemente bien de la
estupidez que fuera ciega a su depravación, y mal de la inteligencia de la que no pudiera
esconderse? Era posible, quizá. Pero si los blancos guardaban oscuros sobre don Benito,
¿podría entonces don Benito de alguna manera ser cómplice de los negros?”.
Primeros los ha comparado a perros y luego los llama estúpidos. Hay muchísimas
de estas citas. En la página 168 leemos: “Hay algo en el negro que, curiosamente, le hace
apto para ocupaciones en la persona de uno. La mayoría de los negros son lacayos y

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peluqueros de nacimiento, aficionándose al peine y al cepillo con la misma naturalidad


que a las castañuelas”. Y sigue en ese tono. Pero dice que, por decreto divino, nacieron
para servir.
En la página 168: “En casa, a menudo sentía una rara satisfacción sentado en la
puerta, viendo trabajar o jugar a algún negro libre. Si de viaje tenía, por casualidad, un
marinero negro invariablemente tenía un trato parlanchín y medio bromista con él. De
hecho, como tantos otros hombres alegres y de buen corazón, al capitán Delano le
gustaban los negros, no por filantropía, sino por simpatía, como a otros hombres los
perros de Terranova”.
En la página 175, refiriéndose a Francesco, que es un mestizo, dice:
“- Francesco es un buen hombre –respondió don Benito, un tanto de forma
perezosa, como evaluador flemático que no desea ni encontrar defecto ni adular.
- Ah, ya me lo suponía. Pues sería extraño, en verdad, y poco alagador para
nosotros los blancos, si un poco de nuestra sangre, mezclada con la africana, en vez de
mejorar la calidad de esta última, tuviese el triste efecto de verter ácido vitriólico en caldo
negro, mejorando el tono, quizá, pero no la condición saludable”.
Todas estas referencias sembradas en el texto nos dicen mucho del problema racial
que estaba claro en Estados Unidos. Y con la libertad de alguno negros, el tema se hacía
cada vez más patente. Porque mientras se los mantenía como esclavos nadie pensaba en
ellos sino de esa manera, pero cuando de repente fueron a la universidad y empezaron a
razonar de otra manera y a hablar de otra manera esto confundió profundamente a los
blancos que estaban acostumbrados a ese racialismo romántico.
En algún momento Delano tiene una actitud condescendiente con una negra que
tiene hijos y les está dando de mamar. Entonces reconoce la buena actitud maternal de las
negras; pero yo me pregunto si se diferenciaría eso de la maternidad de las perras. Esto está
en la página 154: “Le había llamado la atención una negra que dormitaba, en parte
descubierta por el entramado de unas jarcias, tumbada, con las piernas jóvenes extendidas
al azar, al abrigo de las amuradas, como una gacela a la sombra de una roca en el bosque.
Arrellanado en su regazo, estaba su despierto cervatillo, desnudo, con su cuerpecillo negro
medio levantado de la cubierta y cruzado con el de su madre; sus manos aferradas como
dos garras a ella; la boca y la nariz hociqueando para llegar a su objetivo; y a la vez

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lanzando un semigruñido ofendido, que se fundía con el ronquido acompasado de la


negra”.
Acá pueden ver todas las imágenes animales. Por otra parte, la enemistad entre el
blanco y el negro está claramente expresada por una declaración de Benito Cereno, en el
juicio, que nosotros tenemos en la página 196 y 197. Allí relata todos los horrores que
hicieron los negros con los blancos. Cuenta que algunos oficiales eran tirados al agua y
obligados a ahogarse, también que mataron a este dueño llamado Aranda, que era de
Mendoza, Argentina. Había otros provenientes de argentina que viajaban con estos negros
de su propiedad para llevarlos a vender al Perú. Hay allí muchos detalles que enfatizan la
crueldad de los negros.
El libro es interesante porque se abre con la dimensión de una atmósfera, de un mar,
en el que prevalecen la bruma y el gris, que anticipan la ceguera del capitán Delano. Pero
también con el gris se enfatiza la ambigüedad del relato, el sesgo irónico que domina la
inversión general de significados y de valores. En consonancia con la inversión de todo es
interesante que el relato comience al amanecer con un cielo envuelto en la bruma y termine
a la noche, en plena oscuridad, con la revelación de la verdad. Empieza en el día, donde no
se puede ver bien, y termina en la noche cerrada, donde está la iluminación final. Esa es una
inversión muy interesante para un relato que se enfoca en el problema del bien y el mal y
del blanco y el negro.
Lo que hay, sobre todo en el caso del bien y el mal, son constantes desplazamientos,
porque no son polos perfectamente definidos. Se pone entonces en duda cuál es uno y cuál
es el otro. Pregunta retórica: ¿el bien está representado por Delano y los Estados Unidos,
por la raza blanca, por Benito Cereno y el Imperio Español? O ¿El bien está representado
por la esclavitud, la raza negra, Babo, Atufal, los negros, el motín, la crueldad? Es difícil
muchas veces tomar una decisión. Pero si pensamos en los negros ¿está mal luchar por la
libertad? Es decir que estamos en un juego de claro-oscuro, que es característico de
Melville.
A Babo, el jefe de la rebelión, es posible verlo como un cruel y astuto Maquiavelo
africano. Aunque Melville lo presenta con objetividad, en consonancia con sus ideas
respecto a la justicia. Dentro de esa óptica la insurrección de Babo es justa, dado que él
quiere volver al África, donde era libre. Babo quiere volver a su patria y recuperar su

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libertad. Es verdad que él transgrede el orden de Cereno, el orden de los blancos y el orden
de un barco. Pero es un barco esclavista que lo lleva a trabajar a las plantaciones. También
es verdad que el orden representado por Cereno es un orden decadente, un orden que pronto
desaparecería en el mundo. Ese orden estaba condenado porque no se puede esclavizar a
otro ser humano. Porque a pesar de la poca confianza que uno pueda tener en la condición
humana, esta va avanzando hacia cierta iluminación.
Por otra parte, retrotraigámonos a la acción de este 1850 para justificar cómo
resultan el caos y el terror para esta gente. Es el período de muerte, la violencia, la sangre.
Delano y Cereno, que representan el mando y el orden, no pueden si no estar en contra del
terror. Sabemos, por otra parte, que Melville rechazó el surgimiento del terror
revolucionario que se suscitó en Europa en 1848, como el último coletazo de la Revolución
Francesa. Melville se expreso en contra de este surgimiento del terror revolucionario. Una
facción agrede a la otra y es, a su vez, agredida por esta. Todo esto produce una gran
complejidad y una reversión de valores y ahí tenemos el tono gris con que se abre el libro.
En la página 119 dice: “La mañana era típica de aquella costa. Todo estaba
silencioso y tranquilo; todo estaba gris. El mar, aunque ondulado en largas filas de olas,
parecía quieto, y brillaba en la superficie como plomo gris ondulado que se ha enfriado y
solidificado en el molde del fundidor. El cielo parecía un manto gris. Bandadas de aves
grises agitadas, semejantes a las partidas de vapores grises y agitados con las que se
confundían, pasaban casi rozando las aguas en vuelo bajo y racheado, como las
golondrinas sobre los prados antes de una tormenta”.
La descripción del tercer párrafo con que se abre la historia es característica de
Melville, en el sentido en que nos adelanta un poco de lo que sucederá. Es como una
música que se adecua a la atmósfera de una película. Vean cómo el toma la paleta de los
grises para describir ese día hermoso en que el capitán Amasa Delano se va acercando al
barco. Siempre la posibilidad de interpretaciones conflictivas son permanentes. Por
ejemplo, hay un mascarón de proa, detrás del cual se encuentra el esclavista Aranda al que
han matado. Los negros matan al dueño de los esclavos, Aranda, y lo esconden detrás del
mascarón de proa. La leyenda es: “Seguid a vuestro jefe”. Esa misma frase en ambigua,
porque quién es el jefe. ¿El jefe es Babo o es Aranda? Se refiere a una obediencia que la
tripulación del barco le debía a Aranda y ahora le debe a los insurrectos.

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El mascarón de proa que fue reemplazado por el cadáver de Aranda era la efigie de
Cristóbal Colón. En la página 197 dice: “El negro Babo le mostró un esqueleto que había
sustituido al mascarón de proa del barco- la imagen de Cristobal Colón, el descubridor del
nuevo mundo-; que el negro Babo le preguntó de quién era, y si, por su blancura, no lo
había de considerar de un blanco; que, descubriendo su cara, el negro Babo, acercándose,
pronunció las siguientes palabras o algo parecido: <<Cumplid vuestra palabra con los
negros desde aquí hasta Senegal o, tanto en espíritu como en cuerpo, seguiréis a vuestro
jefe>>” dice el negro, arengándolos.
Le han puesto al barco Santo Domingo y, Santo Domingo, era la ciudad principal de
la isla de ese nombre, luego La española que fue fundada por las expediciones de Colón,
quién le dio el nombre se Santo Domingo porque su padre se llamaba Dominique, es decir,
domingo. La imagen de Colón como el mascarón de proa es apta para este barco porque se
lo consideraba el antecedente culpable de la esclavitud del nuevo mundo, por eso hay tanto
jaleo alrededor del 12 de octubre (no solo por el tratamiento a los indígenas, sino también
por los negros). El uso de la ironía y la ambigüedad se refuerza con la caracterización del
propio Delano, que se nombra en el primer renglón del texto (“En el año 1799, el capitán
Amasa Delano, de Duxbury, Massachussetts…”) y en la página siguiente (120) empezamos
con la caracterización de este personaje. Allí dice: “el capitán Delano podría haberse
acentuado hasta convertirse en cierta inquietud, si no hubiese sido persona de naturaleza
bondadosa y singularmente confiada, nada proclive, salvo ante estímulos extraordinarios y
repetidos, e incluso entonces, difícilmente, a permitirse alarmismos que de alguna manera
pudiesen implicar la imputación de una maldad perversa al hombre”.
Sin embargo, inmediatamente una voz, que no es la de Amasa Delano, sino de
alguien que está escribiendo o narrando por encima del hombro de Delano, dice: “Que los
sabios determinen si, a la vista de lo que es capaz la humanidad, tal rasgo implica, junto
con un corazón benevolente, una rapidez y exactitud de percepción intelectual fuera de lo
corriente”. Nos está diciendo que es corto de miras, que no es demasiado inteligente y que
la humanidad es capaz de cualquier cosa, que él es bondadoso, pero no la persona que
relata.
De cualquier manera, en el caso de Delano, nada hay más distante a su persona que
la desconfianza y las sospechas, él cree todo, él es incapaz de ironías. En la página 142

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dice: “Aunque la observación del capitán Delano, hombre de una simplicidad natural tal,
como para ser incapaz de sátira o ironía, la había dejado caer en alusión jocosa al
dominio que el español ostentaba de un modo tan singular sobre el negro…”.
En la página número 153 encontramos otro ejemplo del modo en que Delano es
caracterizado, allí dice: “No es que entonces se le volviera a ocurrir esta reflexión al
capitán Delano, como hombre caritativo que era. Más bien se le ocurrió otra idea. Porque,
al observar un aire huraño tan singular combinado con una mirada sombría, desviada,
como si estuviera atribulada y con vergüenza…”. Es decir que bondad raya la estupidez
porque no entiende nada.

[Participación inaudible de un alumno]

Profesor: Absolutamente, pero Billy Budd es la encarnación de la inocencia, Billy Budd es


Adán antes de la caída, es también corto de inteligencia, pero es distinto.
Este es un hombre grande que no entiende nada. Está muy bien creo yo, y supongo
que Melville cree ser bondadoso. En la página 160 dice: “¿quién iba a asesinar a Amasa
Delano? Su conciencia está limpia. Hay alguien arriba. ¡Ea, ea, Jack- de- la- Playa!, eres
un niño realmente, un niño de la segunda niñez, viejo amigo, me temo que empiezas a
chochear”. Él mismo se conoce tal cual es.
Veamos lo que ocurre en la página 184, allí dice: al captar los fantasmas “una vez
más sonrió a los fantasmas que se habían reído de él…”, los fantasmas eran las sospechas
que tenía, y ahora se ríe. Sigue: “y sintió algo así como un resquemor, porque, al haberlos
ocultado siquiera por un momento, había revelado por implicación una duda atea en la
Providencia que todo lo ve desde arriba”. También hay un comentario sobre las ideas que
tenía Melville sobre religión.
Bueno, entonces, es un hombre de buen natural, incapaz de sospechar de nada,
incapaz de la ironía pero, como decíamos en la clase anterior cuando clasificábamos de
acuerdo con Emerson a los hombres en trascendentalistas o idealistas y materialistas,
Delano encajaría muy bien entre los materialistas: utilitario, poco perspicaz, ve pero no
entiende, es de una religiosidad obtusa y, en el fondo, un racista. Esto es una

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caracterización indirecta, a través del mismo personaje, de sus pensamientos y de sus


opiniones.
Luego de lo visto, Melville sigue con el uso de imágenes visuales de color, por
ejemplo, el velero se le presenta a Delano como un monasterio encalado. Creo que ya he
traído a colación ese dicho en inglés de “un sepulcro blanqueado”, refiere a que el sepulcro
por fuera está todo blanco y limpito, pero no lo abramos. Usa el término encalado para
decir que allí hay algo oculto, posiblemente algo podrido debajo. En la página 121 dice:
“Al situarse en una perspectiva menos alejada del barco, al hacerse visible por las señales
y en la cresta de las olas plomizas, con los jirones de niebla desgarrados que lo envolvían
aquí y allá, apareció como un monasterio encalado después de una tormenta, encaramado
sobre algún precipicio en los Pirineos”. En el texto figura como “Pirineros” así que deben
corregirlo.
Luego dice que le parecía que era: “todo un barco lleno de monjes”, le parecía que
eran “frailes negros paseando por el claustro”. La referencia es muy interesante puesto
que los que usan blanco y negro son los de la orden dominicana, y esta orden estuvo
implicada en la inquisición. Fue un dominico, Bartolomé de las Casas, quién obtuvo el
permiso de Carlos V para introducir esclavos negros en el continente Americano, dijo que
la raza de indígenas que había acá eran muy débiles por lo que había que importar negros
fuertes del África, así se abrió paso a la importación de negros africanos y a la esclavitud.
Por otra parte, hay una oposición clara entre Estados Unidos y España. Estados
Unidos, representada por Delano, es protestante, España es católica. Aunque no
especialmente en lo que atañe al tema de la esclavitud, en eso no, Estados unidos marchaba
hacia el progreso y la modernización (la parte de los negros era decadente y retrógrada)
mientras que España es pintada acá como un imperio en decadencia.
Fíjense en la página 122 cuando dice: parecían “fragatas jubiladas de la Marina del
Rey de España, que, como anticuados palacios italianos, todavía bajo la decadencia de sus
dueños, conservaban signos de su condición anterior”. Luego describe un podo el barco
que estaba hecho un desastre y más adelante dice: “En la ocupación actual a la que se
dedicaba, el modelo general del barco y los aparejos parecían no haber sufrido cambio
materia alguno a partir de su estructura original guerrera y a lo Froissart”. Quién anota
nos dice que Froissart era un historiador francés del siglo XIV, cuyas crónicas leía Melville

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con frecuencia, yo pongo un gran signo de admiración porque nunca escuché mencionar a
un Froissart entre las lecturas de Melville, excepto en alguna nota como esta. Conocía quién
era Froissart pero no sabía que lo hubiera leído. De cualquier manera, la oposición está
dada entre Estados Unidos y España, fíjense que en la descripción del barco Saint
Dominique se enfatiza la vetustez que se corresponde con el sistema anticuado y ruinoso de
la sociedad española, la iglesia con un sistema jerárquico tan cerrado y, en general, la
situación anacrónica de los gobiernos europeos basados en un sistema de privilegios.
Delano, además, continuamente critica la falta de autoridad que hay en ese barco,
eso en un barco estadounidense no habría sucedido. Delano dista mucho de ser una
maravilla, pero, Benito Cereno representa el resabio de la cruel conquista de América y el
poder inquisitorial y despótico español. Delano lo ve como un caballero vestido a la usanza
antigua, carente de energía, débil ya sea por su constitución o las penurias que ha
soportado.
Les recomiendo citas en las páginas 125, 126, 127 y 128 que no voy a leer porque
no puedo debido al poco tiempo. Le molesta la incongruencia que muestra en su vestimenta
y el desastre que es el barco, esto está en la página 134, dónde dice: “el contraste en el
vestir que denotaba sus posiciones relativas. El español llevaba una holgada chaqueta
chilena de terciopelo oscuro, camisa y medias blancas, con hebilla de plata en las rodilla y
el empeine, un sombrero de alta copa, de fino fieltro, una fina espada, con empuñadura de
plata, colgando de un nudo de su fajín…”.
Dice que todo esto contrastaba con “el desorden a su alrededor, especialmente en el
ghetto lleno de basura, delante del palo mayor, ocupado en su totalidad por los negros”.
Vuelve a destacar este contraste en la página 137, donde hay un par de citas y Delano
piensa que todos los capitanes españoles son capitanes de papel y no reales.
Quiero llamar la atención de ustedes y que se ocupen en ver que toda la actitud de
Delano en el canto de lo hipotético de lo conjetural, todo lo que él ve es indicado con un
“parecía…” o “era como si…”. Tomamos ejemplos de las páginas 127, 128, 129, 132, 139,
142, 143, 147, 151, 152 y 153. Es decir, ese modo conjetural es permanente, también la
vacilación de parte Delano, quién en algún momento vislumbra la verdad pero luego no. En
un momento, por ejemplo, cree que puede ser un barco pirata (en la página 148), pero en la
página 150 descarta la sospecha.

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Todo lo que pasa en el barco es puesto en duda y el mundo del barco mismo es un
mundo invertido, un mundo invertido en que realidad y apariencia han cambiado de lugar,
lo que se está viendo no es la realidad. El orden que se ve, no es “el orden” sino un motín,
una insurrección, también realidad y ficción están invertidos o se entremezclan.
Destaco el interés de la escena de la navaja, que es un agregado total de Melville
que no está en la fuente él utilizó, y es muy cinematográfico porque en un momento el
negro Babo lo afeita a Benito Cereno y le pasa la navaja, el otro ha desnudado el cuello,
entonces uno está esperando que lo corte y, realmente en un momento dado saca sangre.
Eso tiene lugar en el pañol (que ha sido mal traducido como tilla). El pañol es un
compartimiento en el barco dónde se guardan víveres, municiones y trastos viejos. Es muy
interesante la descripción de todos los objetos en ese lugar, lo que hay allí es una especie de
metonimia de la decadencia española, en ese lugar hay objetos religiosos, muebles que
recuerdan instrumentos de tortura, armas oxidadas, banderas en desuso, etc.
Algo muy interesante que ocurre aquí es que Babo toma la bandera imperial de
León y Castilla y se la pone como toalla a Cereno para afeitarlo y esto ocurre mientras
Delano está ahí como observador y hace preguntas, es como una parodia con varios
significados y varias oposiciones.
El silencio cunde al final, como no podía ser de otra manera con Melville. Por
ejemplo, el negro Babo sella sus labios, no habla más, no dice una sola palabra ni para
explicar, ni para defenderse. Se sume en un mutismo total, esto está en la página 208: “Al
ver que todo había terminado, no pronunció palabra, ni se le pudo obligar a ello”. En el
último párrafo se puede leer: “Unos meses después, arrastrado al cadalso, atado a la cola
de una mula, el negro halló su final silencioso. El cuerpo fue incinerado; pero, durante
muchos días, la cabeza, aquella colmena de astucia, clavada en una estaca en la Plaza…”.
Quiero llamar la atención sobre el uso de la palabra silencioso porque la traducción
no me parece feliz, ya que en inglés dice voiceless, que significa sin voz y no silencioso. Me
parece que es una pobre equivalencia porque indica que no habló pero que no podría haber
dicho nada en su defensa porque, de cualquier manera, no hubiera servido de nada dado que
ya estaba condenado a ser degollado antes de que esto pasara, no tenía ni voz ni voto. Don
Benito vuelve la espalda a la vida, igual que Babo, igual que Billy (al final del otro texto) e
igual que Melville al final de su vida. Todos eligen el silencio.

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En 1996 (…) escribió un libro que se publicó en Alfaguara ese año, llamado La
Fragata de las Máscaras, que es una novela epistolar que toma a Benito Cereno como
punto de partida y agrega personajes históricos, literarios y ficticios para reinterpretar y
reconfigurar la novela de Melville. Muchas de estas novelas estadounidenses están siendo
tomadas y continuadas por diversos escritores en el mundo. Por ejemplo hay una sobre La
letra escarlata, de Hawthorne.
Por hoy vamos a terminar acá, hasta la próxima.

Versión CEFyL

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