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CON ROGER MALINA,


astrofísico del laboratorio de Astronomía Espacial de Marsella.

Eduard Punset:
Hace algunos años el argumento sería algo así: la naturaleza de
las ciencias es inhumana, tenemos el ejemplo de ordenador que
es una interficie humana muy primitiva. Si comparas esto a un
trompetista, por ejemplo, utiliza sus ojos, sus manos, su
respiración, el tacto, los movimientos del cuerpos; es decir lo
contrario de un ordenador. ¿Es esta contraposición humano,
inhumano todavía válida?

Roger Malina:
Creo que está cambiando de una manera muy rápida, y éste es un
proceso de aculturación, es decir de asimilación de cultura. Creo
que es normal decir que cada vez hay más ordenadores en la
cocina de los que había en un laboratorio de ciencias hace 25
años, y eso quiere decir que los ordenadores cada vez más están
entrando en la vida cotidiana, y desde luego uno de los papeles
importantes que los artistas han jugado en este proceso es abrir la
parte trasera del ordenador y redimensionar lo que sería el
propósito de los ordenadores. Creo que esto está cambiando muy
rápidamente y vamos a ver el cambio en el término de una
generación.

Eduard Punset:
Pero digamos que los artistas, los hombres y las mujeres del
mundo de la cultura, todavía se interesan en mayor número por el
mundo de la ciencia que al revés, y no al contrario ¿no?

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Roger Malina:
En algunos casos la ciencia se encuentra tan lejos de la
experiencia humana que resulta muy difícil para nosotros
implicarnos en ese tipo de cuestiones. Pero si nos fijamos en los
últimos siglos, ha habido periodos o momentos mágicos en que
artistas y científicos han podido construir juntos esta imaginación
cultural; y yo diría que el Renacimiento fue uno de estos periodos.
Pero creo que la actualidad también lo es. Una razón es muy
trivial: si fuéramos a un laboratorio científico en 1910 y luego al
estudio de Pablo Picasso, serían entornos de trabajo muy
diferentes, con herramientas e instrumentos muy diversos. Si hoy
vamos a un estudio de arte contemporáneo, tendrán un
equipamiento informático muy sofisticado, software de creación de
imágenes; y si luego vamos a mi laboratorio científico, resulta que
hay el mismo equipamiento. De manera que sin duda, se produce
este extraño fenómeno en el que los artistas y los científicos,
utilizan el mismo tipo de vocabulario, y la misma forma de
plantear los problemas. Y como resultado, hoy vemos que empieza
a producirse mucho intercambio mutuo. Es un momento mágico.

Eduard Punset:
Fijémonos un poco en la experiencia, en la historia, en el
paleolítico para ver si existe algún precedente de esta conjunción
entre la ciencia y la industria. Muy al principio, y corrígeme si me
equivoco, en el paleolítico – en la Edad de Piedra – probablemente
los artistas y los científicos eran los mismos: quiero decir que eran
los que conocían los nuevos materiales y sabían cómo conservar
las cosas; probablemente esos eran los científicos. Pero ¿qué
sucedió después cuando se diferenciaron?

Roger Malina:
Sucedieron dos cosas: una fue la revolución científica y la otra fue
la revolución industrial. Estas revoluciones cambiaron las formas
de la organización de la sociedad. No sólo eran las ideas, sino
también el impacto de estas ideas sobre las formas de
organización de la sociedad. Y efectivamente estos dos cambios,
la revolución científica y la revolución industrial llevaron a la

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separación de las instituciones: la forma de conocimiento artística


por un lado, y la científica por el otro. Y en efecto, incluso hoy en
la universidad son cosas tan separadas que es muy difícil llegar a
situaciones en que los artistas y los científicos puedan colaborar.

Eduard Punset:
Hay ejemplos concretos de esta interrelación entre la ciencia y el
arte que todo el mundo conoce. Probablemente, una es la que dice
que esta nueva física, la física cuántica, todo esto de descubrir
que realmente estamos hechos de átomos como ya dijo Demócrito
hace 2.000 años, es verdad. Y que esto ha tenido alguna influencia
en algunas corrientes de las artes plásticas. ¿Es así? Por ejemplo,
en el impresionismo.

Roger Malina:
Se ha discutido mucho sobre la manera como estos
descubrimientos de la antropología, de las matemáticas, de la
física cuántica, han impregnado la cultura de su época. En efecto,
el cubismo, el impresionismo, absorbieron muchas de estas ideas.
Pero es lo que yo casi llamaría una fricción creativa. En la que una
idea se desplaza entre el arte y la ciencia, pero quizá en ese
proceso queda modificada o alterada de algún modo. Y después de
todo las ciencias del pasado son realmente una forma de relato, de
manera que efectivamente las historias pueden aplicarse a otros
contextos y ser interpretadas de maneras diferentes.

Eduard Punset:
Dices algo que fascinante ¿no? Dices que cada vez más vivimos en
un mundo que es el reino de cosas de las que nunca antes se
sabía nada, inéditas para la existencia humana tal como era. Tu
eres un gran astrónomo y estás continuamente observando la
materia oscura, o los neutrinos; los químicos producen hoy
materiales absolutamente nuevos ¿cómo diablos vamos a poder
tener una intuición de la nueva cultura?

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Roger Malina:
Es una situación increíble, porque a medida que los astrónomos
desarrollan nuevos tipos de telescopios – radiotelescopios,
telescopios de infrarrojos, detectores de neutrinos – se van
descubriendo partes del mundo que no sabíamos que existían. Es
muy extraño, es como si de repente nos diéramos cuenta de que
nuestros sentidos humanos lo que hacen es cerrar el paso a la
mayor parte de la realidad. Los sentidos nos ayudan solamente a
ver las cosas que necesitamos para vivir, para hablar, para amar.
Pero son ciegos al resto de la información que hay en el universo.
Y a menudo me gusta decir que somos como unos aliens en el
universo. El universo está lleno de cosas de las que no tenemos
ningún conocimiento.

Eduard Punset:
Conozco a un paleontólogo que se que tu también conoces. Se
llama Yves Copanes; y solía decirme que cuando en una cueva
encuentran fósiles, normalmente, lo primero que se detecta es un
cambio biológico: los dedos podían agarrar mejor, o la capacidad
cerebral ha aumentado. Y él decía que dentro de poco veremos el
cambio tecnológico que está implícito en este cambio biológico.
Pero a veces había que esperar miles de años para poder ver el
cambio cultural.

Roger Malina:
Pero ahora es interesante porque lo que se da es una coevolución:
el cuerpo humano evoluciona muy lentamente, pero la tecnología
lo hace muy deprisa. Por lo tanto, algunas de estas tecnologías al
final acabarán influyendo en la evolución humana. Ahora vemos
que se produce una transferencia de la funcionalidad humana, de
los seres humanos a las máquinas; porque la capacidad de
memoria de los ordenadores crece mucho más deprisa que la
capacidad de memoria del cerebro. Por lo tanto es mucho más
lógico transferir a la memoria de la máquina todo tipo de cosas en
lugar de intentar que evolucione el cerebro humano.

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Eduard Punset:
¿Crees que el cerebro, el cerebro evolutivo, que ha evolucionado
mirando cómo podía sobrevivir y generando estos instintos básicos
de supervivencia, agresión,... estará a la altura de este reto de
tener la suficiente intuición de imaginar la nueva cultura? Me
refiero a si seguirá así o irá delegando cada vez más en las
máquinas para que se ocupen de todo esto?

Roger Malina:
Creo que ahora tocas uno de los puntos más importantes por los
que hay una gran urgencia en reintegrar las formas de
conocimiento artísticas con las científicas. Porque estamos
intentando ocuparnos de cuestiones que se encuentran fuera de
nuestra experiencia cotidiana. Quizá en los últimos 100 años el
movimiento se ha producido sobre todo de las ciencias y la
tecnología hacia el arte: la computerización, la fotografía, el cine.
Todo esto han sido transferencias desde la tecnología hacia las
humanidades y las artes. Pero creo que la cuestión más
interesante que se va a plantear en los próximos 50 años va a ser
si las humanidades y las artes son capaces de introducir algunas
de sus ideas y sus métodos en las ciencias y la tecnología para
cambiar la orientación de la ciencia y la tecnología en el futuro.

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