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ESTUDIOS LACANIANOS:
«AUN CON EL ATOLONDRADICHO»
MATERIAL DE TRABAJO PRINCIPAL
PARA LA
SESION DE TRABAJO DEL
1 DE SEPTIEMBRE 2008
L’ETOURDIT
PARTES 1‐3
L'etourdit_spa_1_3 p. 1
Palabreanteser
Traducción L'etourdit
Version Palabreanteser integral
en curso
14 de Julio de 1972
1
1.1 Contribuyendo al 50avo aniversario del Hospital Henry‐Rousselle, por la ayuda que
allí recibimos los míos y yo, en un trabajo del cual indicaré lo que él sabía hacer, es decir,
admitir la presentación, rindo homenaje al doctor Daumézon, que me lo permitió.
1.2 Lo que sigue no prejuzga, según mi costumbre, nada del interés que tomará allí su
dirección: mi decir en Sainte‐Anne fue vacuola, así como en Henry‐Rousselle y, ¿se imaginan?,
desde hace casi el mismo tiempo, guardando allí no importa como, el valor de esta carta que
digo llega siempre donde debe.
1.3 Parto de migajas, ciertamente no filosóficas, puesto que es de mi seminario de este
año (en París I) de las que ellas son sobras.
1.4 Allí, en dos ocasiones, escribí en la pizarra — (de una tercera en Milán donde,
itinerante, hice con ellas lema para un flash sobre el «discurso psicoanalítico») — estas dos
frases:
2.1 Que se diga permanece olvidado tras lo que se dice en lo que se oye.
2.2 Este enunciado que parece una aserción por manifestarse en una forma universal, es
de hecho modal, existencial como tal: el subjuntivo con que se modula su sujeto, testimonia de
ello.
3
3.1 Si la complacencia con que mi auditorio me responde — lo bastante como para que
el término Seminario no sea demasiado indigno de lo que aporto allí de palabra — no me
hubiese desviado de estas frases, hubiera querido a partir de su relación de significación
demostrar el sentido que ellas toman del discurso psicoanalítico. La oposición que evoco aquí
habrá de ser acentuada mas adelante.
3.2 Recuerdo que es por la lógica que este discurso toca a lo real, al encontrarlo como
imposible, por lo cual es ese discurso lo que la eleva a su última potencia: ciencia, he dicho, de
lo real. Que aquí me perdonen aquellos que, por estar allí interesados, no lo saben. ¿Les
preservaría aún, el que muy pronto ellos lo sabrían por los acontecimientos?.
PALABREANTESER ESCANSION 1 P&S
1 1 1
1.1 Contribuyendo al 50avo 1.1 Al contribuir al 50 1.1 Con mi contribución al 50º
aniversario del Hospital Henry‐ aniversario del Hospital Henry‐ aniversario del hospital Henri‐
Rousselle, por la ayuda que allí Rousselle, por el favor que los Rousselle, por los favores que
recibimos los míos y yo, en un míos y yo allí recibimos en un los míos y yo recibimos de un
trabajo del cual indicaré lo que trabajo del cual indicaré lo que trabajo, rindo homenaje al
él sabía hacer, es decir, admitir sabía hacer, es decir, pasar la doctor Daumézon que me lo ha
la presentación, rindo presentación, rindo homenaje permitido y de quien indicaré la
homenaje al doctor Daumézon, al doctor Daumézon, que me lo habilidad que tuvo al
que me lo permitió. permitió. presentarlo.
1.2 Lo que sigue no prejuzga, 1.2 Lo que sigue nada prejuzga, 1.2 Lo que sigue, según mi
según mi costumbre, nada del según mi costumbre, del interés costumbre, nada prejuzga del
interés que tomará allí su que le prestará su destino: mi interés que suscitará en su
dirección: mi decir en Sainte‐ decir en Sainte‐Anne fue destinatario: mi decir en Sainte
Anne fue vacuola, así como en vacuola, igual que en Henry‐ Anne fue vacuola, igual que en
Henry‐Rousselle y, ¿se Rousselle y, ¿se imaginan?, Henri‐Rouselle. Y se imaginan,
imaginan?, desde hace casi el desde hace casi el mismo ya hace casi el mismo tiempo,
mismo tiempo, guardando allí tiempo guardando en cualquier de todos modos conservan
no importa cómo, el valor de caso el valor de esa carta que siempre el valor de esa carta
esta carta que digo llega digo llega siempre donde debe. que, como digo, siempre llega a
siempre donde debe. donde debe llegar.
1.3 Parto de migajas, 1.3 Parto de migajas, 1.3 Parto de migajas, por cierto
ciertamente no filosóficas, ciertamente no filosóficas, no filosóficas, ya que toman
puesto que es de mi seminario puesto que son el relieve de mi relieve a partir de mi seminario
de este año (en París I) de las seminario de este año (en París de este año (en Paris‐I).
que ellas son sobras. I). 1.4 Inscribí allí en la pizarra, en
1.4 Allí, en dos ocasiones, 1.4 Allí, en dos oportunidades, dos ocasiones (y en una tercera
escribí en la pizarra — (de una escribí en la pizarra (de una en Milán donde, itinerante, las
tercera en Milán donde, tercera en Milán donde, tomé como pancarta para un
itinerante, hice con ellas lema itinerante, las había convertido flash sobre el «discurso
para un flash sobre el «discurso en pancarta para un flash sobre psicoanalítico») estas dos
psicoanalítico») — estas dos el «discurso psicoanalítico») frases:
frases: estas dos frases:
PALABREANTESER ESCANSION 1 P&S
2 2 2
2.1 Que se diga permanece 2.1 Que se diga queda olvidado 2.1 Que se diga queda olvidado
olvidado tras lo que se dice en tras lo que se dice en lo que se detrás de lo que se dice en lo
lo que se oye. escucha. que se oye.
2.2 Este enunciado que parece 2.2 Este enunciado que parece 2.2 Este enunciado, que parece
una aserción por manifestarse de aserción por producirse en asertivo por presentarse en una
en una forma universal, es de una forma universal, es de forma universal, es de hecho
hecho modal, existencial como hecho modal, existencial como modal, existencial en si mismo:
tal: el subjuntivo con que se tal: el subjuntivo con que se lo testimonia el subjuntivo que
modula su sujeto, testimonia de modula su sujeto lo testimonia. modula al sujeto de la frase.
ello.
PALABREANTESER ESCANSION 1 P&S
3 3 3
3.1 Si la complacencia con que 3.1 Si el bienvenido que de mi 3.1 Si la respuesta de mi
mi auditorio me responde — lo auditorio me responde lo bienvenido auditorio, suficiente
bastante como para que el bastante como para que el como para que el término
término Seminario no sea término seminario no sea seminario no sea demasiado
demasiado indigno de lo que demasiado indigno de lo que indigno de lo que allí traigo
aporto allí de palabra — no me traigo de palabra, no me como palabra, no me hubiese
hubiese desviado de estas hubiese desviado de estas apartado de esas frases,
frases, hubiera querido a partir frases, hubiera querido hubiera querido demostrar –a
de su relación de significación demostrar, por su relación de partir de su relación de
demostrar el sentido que ellas significación, el sentido que significación– el sentido que
toman del discurso toman con el discurso adquieren a partir del discurso
psicoanalítico. La oposición que psicoanalítico. La oposición que psicoanalítico. Esta oposición
evoco aquí habrá de ser evoco aquí habrá de ser que evoco aquí tendrá que
acentuada más adelante. acentuada más adelante. acentuarse más adelante.
3.2 Recuerdo que es por la 3.2 Recuerdo que con la lógica 3.2 Recuerdo que es por la
lógica que este discurso toca a este discurso toca a lo real, al lógica que este discurso toca a
lo real, al encontrarlo como encontrarlo como imposible, lo real al encontrarlo como
imposible, por lo cual es ese por lo cual es el discurso que la imposible, este discurso la eleva
discurso lo que la eleva a su lleva a su última potencia: así a su máxima potencia:
última potencia: ciencia, he ciencia, he dicho, de lo real. ciencia, he dicho de lo real. Que
dicho, de lo real. Que aquí me Que aquí me perdonen los que, me perdonen aquí quienes, por
perdonen aquellos que, por por ser los interesados, no lo ser los interesados por este
estar allí interesados, no lo saben. Aún me anduviese yo discurso, no lo sabían. Aunque
saben. ¿Les preservaría aún, el con miramientos, los intentara preservarles, pronto
que muy pronto ellos lo sabrían acontecimientos se lo se lo enseñarían los
por los acontecimientos? enseñarían muy pronto. acontecimientos.
PRIMERA VUELTA
(20)
EL SIGNIFICANTE Y LA AUSENCIA DE RELACIÓN SEXUAL
(21)
Como lo vimos, el sentido de L'Etourdit ‐ el trabajo del análisis ‐ nos es dado por
una forma verbal sin sujeto "vas"; el texto toma su vuelo a partir del equívoco de un verbo
(o de una función) que va a determinar un sujeto más bien que ser animada por él.
El jubileo del hospital Henri‐Rousselle, lugar de sus presentaciones de caso, le da a
Lacan la ocasión para explicar los principios de su trabajo de análisis. Lejos de ser una
simple presentación de enfermos, que contornearía simplemente el caso, el trabajo de
análisis supone siempre una doble presentación y entonces una re‐presentación. El
individuo no entra en análisis, no se vuelve analizante sino hasta que logre sobrepasar su
simple presentación y se deje presentar una segunda vez por sus lapsus, actos fallidos,
síntomas y sueños: por su inconsciente; el "sujeto" en análisis, el analizante es cernido por
un doble discurso, él es presentado y de nuevo presentado: él es re‐presentado. «El sujeto
es lo que representa el significante para otro significante ». Por cierto, el paciente se
presenta con sus palabras, las de él; no se vuelve analizante que si lo que él dice no es lo
que quiere decir, que si sus palabras dicen otra cosa que lo que querían decir, que si sus
palabras se vuelven «significantes» (un significante para otro significante, S1→S2). El
«sujeto» no existe sino por esta doble vuelta del significante.
El trabajo del análisis implica aparentemente dos personas: lo el analizante y el
analista. No es evidente que jueguen hablando con propiedad un "papel", incluso aunque
pueda ser tentador considerar al «paciente» como objeto de un tratamiento del que el
analista sería su sujeto actuante.
Del lado del «paciente», jamás se trata de «caso» objetivo o de ilustración clínica
de una problemática específica («presentación de casos»). El analizante no es nada más
sino la puesta en acto del inconsciente en la sola práctica del significante (22) al cual él está
convidado; él es entonces «sujeto», representado por un significante para otro
significante. Es decir, el análisis sobrepasa de entrada la presentación de caso para ir a la
representación del sujeto por el significante. «El objeto» de estudio del psicoanálisis se
revela así ser este extraño «sujeto» por dos veces presentado.
Del lado del practicante, la presencia «subjectiva» del analista es muy
problemática. Qué hable o qué guarde silencio, el trabajo que cumple no prejuzga para
nada del interés y de la importancia que él enlazará al analizante; el analista, por otra
parte, ganaría en no dejarse guiar por tales consideraciones. La atención que el analizante
le adscribe como persona permanece periférica en relación con su propia función. Esta
función del analista es esclarecida por el decir de Lacan en Saint‐Anne (El saber del
psicoanalista) así como en Henri‐Rousselle (L'Etourdit). Si estas dos exposiciones son
«vacuolas» (5b; AE 449; Palabreanteser 1.2) incrustadas en la enseñanza del Seminario,
apuntan todas dos a situar el lugar del analista en el dispositivo de la cura: el lugar del
analista es allí vacuola, pequeño saco alrededor del cual gira la vida de la célula analítica.
Esta vacuola ‐ fundamentalmente equívoca ‐ es a la vez cavidad, vacía (en el sentido
geológico de «vacuola») y organulo celular pleno (en el sentido biológico del término).
Vacía, ella es el lugar del semblante, plena, ella es el objeto del deseo. Como vacuola, es
decir como objeto del deseo en el lugar del semblante, el analista ‐ ausente y presente ‐
servirá de eje descentrante alrededor del cual gravitarán los discursos sucesivos del
analizante. Pivote de la cura, el analista condensa en él los dos sentidos de la palabra
«vacuola» tanto como los dos puntos centrales (vacío y lleno) de donde se propaga la
revolución del análisis. Esta vacuola es el objeto a.
El trabajo del análisis está así determinado por estos dos términos el sujeto
tachado (el analizante) y el objeto a (el analista). Su articulación en el fantasma ( )
necesariamente sigue un camino propio no solamente en la imaginería de tal fantasma,
sino a su lógica después de un doble bucle «re‐presentativo» (expuesto en el doble bucle,
en las dos vueltas de L'Etourdit), vuelve a su punto de partida. La letra en tanto que ella
concierne al objeto a «llega siempre a su destino » (E 35). Porque este destino no es el
destinatario que puede leer el mensaje, sino más bien lo real que la letra cierne, la
«vacuola» que hace agujero para el destinatario particularmente. Y cuando Lacan forma el
voto «de ser leído finalmente convenientemente» (Liturattere), entendamos «según el
buen destino» o de nuevo según la doble vuelta del recorrido del significante, articulada
en la experiencia psicoanalítica. Es decir, al leer a Lacan convenientemente,
compartiremos su experiencia en los rodeos de los dichos a los que apunta L'Etourdit,
recorreremos los dos las mitades del texto al mismo tiempo que el corte del fantasma del
que dependen el «sujeto tachado» y «el objeto a ».
Un doble bucle entonces... ¿Pero de cuál será nuestro punto de partida? Sigamos
el hilo de la letra que articula el fantasma y termina siempre por volver a su punto de
partida. Tomamos el camino del significante a trocitos, por pedazos, por migajas de
significante. Estas migajas no son no obstante los restos de cualquier banquete. Sacadas
del seminario «... o peor », se recolectan del discurso psicoanalítico 1. Llegarán a su
destino incluso aunque ellas no aparezcan sino como «sobras», desperdicios, desechos del
Seminario.
(25)
CAPÍTULO 1: RELACIÓN DE SIGNIFICACIÓN Y
SENTIDO
He aquí dos migajas del discurso psicoanalítico («... o peor »):
1) «Que se diga permanece olvidado tras lo que se dice en lo que se oye.»
2) «Este enunciado que parece una aserción por manifestarse en una forma
universal, es de hecho modal, existencial como tal: el subjuntivo con que se modula su
sujeto, testimonia de ello» (5d; AE 449; Palabreanteser 2.1‐2.2).
Estas dos frases o estas dos «migajas» nos sumergen en la doble presentación, en
la representación de la una (1) para y en la otra (2) y esta re‐presentación nos conducirá al
sujeto tachado y al objeto a.
La primera migaja habla de un decir como proceso impersonal. Ese decir donde las
personas no están aún determinadas no está directamente disponible: está «olvidado»
tras lo que se dice. ¿Bastaría desde entonces con obliterar el dicho para que sobrevenga el
decir? ¿Bastaría con borrar el enunciado para que aparezca el misterio de la enunciación?
No: dichos, de vueltas dichas, «d'étourdit» {de vuelta dicha/ de aturdido»}, no hay allí de
más: el doble es bienvenido para que el dicho sea oído. La diferencia entre lo dicho y lo
oído, entre la presentación y la representación, revelará el decir: incluso hasta si es
olvidado detrás del dicho, no pasa sino porque hay lo oído. [De un punto de vista técnico,
la abreviación del dicho, las «sesiones breves» no se justificarán sino porque no obstante
ellas producen un oído].
La segunda migaja, la segunda frase es una re‐presentación de la primera, no
como comentario de su contenido material, sino como análisis formal, gramatical y lógico,
de la primera. Este análisis formal opone la apariencia de una aserción de la primera a su
naturaleza efectivamente modal. La segunda frase dice: el carácter asertivo de la primera
frase [la aserción pretende decir cómo las cosas son efectivamente] no es sino una
apariencia, es en efecto modal. Su apariencia de aserción se produce porque la
proposición es universal: la primera frase concierne todo decir, cualquiera que él sea, sería
siempre verdad que el decir permanece olvidado trás lo que se dice en lo que se oye.
Expresándome así, ya oí un decir en el lugar del «que se diga». Entonces el subjuntivo
«que se diga» testimonia una modalidad de la que dependen lo que se dice y lo que se
oye. Si el indicativo «permanece» muestra que la aserción se consideraría universal ‐ lo
que refuerza la objetividad de las voces pasivas «se dice» y «se oye»‐, la presencia del
subjuntivo activo «diga» reemplaza la frase en la contingencia; se hace necesario que sea
constatado «que se diga», y es precisamente lo que es olvidado. El subjuntivo indica una
aportación exterior, un tomar en cuenta del pensar en el pensamiento. Ninguna aserción
tiene entonces valor universal, sólo aspira a eso; y, a pesar de las apariencias y el artilugio
de certeza que induce el indicativo, toda aserción es siempre el resultado de un decir:
«Para que un dicho sea verdadero, de nuevo hace falta que se lo diga, que haya decir».
Aseverar es disimular el carácter modal de toda proposición. Si la aserción depende de un
punto de vista exterior, ella participa entonces de lo ex‐sistencial. Es evidente que este
«ex‐sistencial como tal » no tiene nada que ver con la existencia escolástica: la ex‐sistencia
no es la realidad efectiva de un hecho aseverado, sino el punto de vista exterior del pensar
con relación a lo que es pensado. Así la segunda frase indica el camino lógico de la
interpretación de las dos frases: lo modal se opone a la aserción para hacer aparecer el
concepto de ex‐sistencia. Es solamente a partir de esta ex‐sistencia, de este punto de vista
exterior, que la aserción y lo universal son posibles.
Lacan partirá de la gramática de estas dos frases y de «su relación de significación»
(5; Palabreanteser 3.1) (el dicho de cada una de los dos frases reenvíando al otro) para
deducir de eso lógicamente un sentido (no solamente un oído, sino tambien un decir). Una
significación es en primer lugar enlazada a un dicho. La relación de significación inscribe el
dicho en una organización mucho más amplia: ella la inscribe en un discurso. Esta
deducción ocupará dos páginas (S6‐7; AE 450‐451; Palabreanteser 4‐5). La distinción entre
la significación y el sentido será «más adelante acentuada » como «antinomia» (36‐37
Palabreanteser 30.5 y 35.6).
Estas dos páginas lógicas, aunque parecen no tocar sino al ser, al universal o a lo
asertivo, nos conducen desde ya hacia lo «real como imposible»: ellas anuncian desde ya
la aporía contra la cual se tropieza todo discurso. ¿Cómo es esto?
Un discurso es una práctica de palabra constitutiva de un lazo social entre dos
partenaires: así el discurso histérico vincula la histérica a quien ella interroga, así el
discurso magistral vincula al Amo a su esclavo o a su discípulo, así el discurso universitario
vincula al profesor a su estudiante, así el discurso psicoanalítico vincula al analista a su
analizante. No obstante los dos partenaires de cada discurso son fundamentalmente
dispares; el lazo social entre ellos está marcado por la imposibilidad radical de hacerlos
«dialogar»: no hay verdadera relación entre ellos. Incumbe a cada uno de los dos
partenaires sostenerse de su propio lado: el primero de los dos partenaires, el semblante,
se sostendrá de una verdad que lo determina necesariamente, para dirigirse al segundo, el
Otro; y este Otro podrá responder al primero sólo emitiendo un producto contingente; ese
producto es entonces un fruto posible dependiente de la verdad que determinó al primer
partenaire; este producto no obstante es impotente para regresar a la verdad del discurso.
Cada discurso engendra productos sin salida al interior de ese discurso. Tal es la aporía o
la impotencia de un discurso en general. La matriz de todo discurso comprende cuatro
lugares reunidos de a dos por cuatro modalidades
O aun
(28)
El discurso psicoanalítico jamás funciona sólo; tiene la particularidad de implicar al
analista y al analizante en otros discursos. Más precisamente empuja cada discurso a
desarrollarse a partir de su imposibilidad y a demostrar su impotencia. Delante de este
aporía, todo discurso es conducido a invertirse en provecho de un nuevo discurso y en
provecho de una nueva tentativa de lazo social. El discurso psicoanalítico empuja a cada
discurso hasta su «potencia última», es decir hasta su impotencia. Lo real es el
agotamiento de cada discurso. En este sentido, el discurso analítico es «ciencia de lo real»:
él es la ciencia de los discursos, en tanto que cada uno de ellos va hacia su propia
impotencia. Esto será retomado en la continuación del texto. La «ciencia de lo real», la
ciencia de las oscilaciones del discurso, interesa a todos los analistas incluso hasta si lo
ignoran. ¿Por qué «preservarlos» de ellas? Lo sabrían de todas maneras por los
«acontecimientos» 2, es decir en lo real de los pasajes al acto del analizante que les
recordarán in acto exercito la potencia última de esta lógica hecha de aporías y de
imposibilidades.
Contrariamente a las lógicas clásicas que evitan o resuelven las aporías lógicas, la
lógica propia del discurso psicoanalítico se acomoda con eso; esta lógica pone en marcha
entonces lo imposible de cada discurso para demostrar con ello la impotencia o la aporía.
Dispensado por otra parte de demostrar la propia aporía del discurso psicoanalítico y de
pasar con ello a otro discurso.
(29)
1. El significante y los discursos.
La regla, el paso de entrada al análisis, es la asociación «libre», es decir el
significante; un significante se diferencia siempre de él mismo: es definido por la
posibilidad de «servirse de eso para significar otra cosa » que lo que él dice (E 485).
También, un significante (S1) se vuelve necesariamente otro, se transforma siempre en
«otro» significante (S2).
La regla liminar así planteada, podemos tomar cualquier par (S1→S2) de migajas, de
significantes para abordar la relación de significación. Así l'étourdi {atolondrado} (S1) se
vuelve «étourdit» (S2) para introducir el enigma del decir. Así el hombre a las ratas se
defiende de sus ideas obsesivas por un aber «pero» (S1) que se transforma en abér (S2)
donde Freud oye las defensas militares (Abwehr) caras para el paciente y para su padre.
Así cualquier letra, cualquier palabra, cualquier frase, cualquier discurso se ofrece a la
palabra que con ello renueva y transforma la significación: cualquier palabra origina el
significante (por la transformación de un significante en otro significante).
Las migajas escogidas por Lacan esclarecen esta transformación propia del
significante (S1→S2) por las frases
S1 «Que se diga permanece olvidado tras lo que se dice en lo que se oye.»
S2 «Este enunciado que parece una aserción por manifestarse en una forma
universal, es de hecho modal, existencial como tal: el subjuntivo con que se modula su
sujeto, testimonia de ello»
Vemos allí tambien como S2 es derivación o deformación de S1. S2 es lo oído del
dicho S1. ¿Pero dónde está el decir?
Así como el primer ejemplo escogido por Lacan (étourdi→étourdit) (aturdido→
atolondradicho), nuestras dos migajas tienen un contenido relativo al decir que concierne
al significante mismo. La «materia» de nuestras dos migajas no es otra sino la «forma»
significante en general. A consecuencia de lo cual, cualquier significante arrastrará con él
en su forma de significante todo el contenido de este S1‐S2 de esas dos frases escogidas
por Lacan. El ejemplo del hombre de las ratas (aber → abér) también articula un dicho y
un oído para hacer ex‐sistir un decir.
Si S2 es deformación de S1, S1 y S2 necesariamente están en relación y esa relación
de significación implica un orden temporal S2 viene después de S1. Esta sucesión temporal,
S1 luego S2, se inscribirá en diferentes lugares en tal o tal discurso en la medida que la
matriz de los discursos implica una orden temporal de los lugares: 1) la verdad, 2)
semblante, 3) Otro, 4) producto.
Hagamos deslizar el vector (S1 → S2) sobre el vector matricial de los lugares
(verdad → semblante → Otro → producto).
Nuestros dos términos se inscriben en esta estructura general del discurso de tal
modo que S1 precede S2. Podemos inscribir S1 → S2 de tres modos diferentes en la matriz
de los discursos
1 ° S1 es la supuesta la verdad retomada por S2: esta relación es propia del discurso
universitario; un saber está en posición de semblante a condición de que retome un S1
tomado por la verdad;
2 ° S1 es el semblante poniendo a trabajar el Otro, S2: esa relación pertenece al
discurso magistral, la orden del Amo pone en marcha el trabajo del esclavo o del discípulo
S2;
3 ° S1 es el Otro el que produce S2: esta relación es particular al discurso histérico;
un significante es puesto a trabajar y produce el saber histérico.
Representemos estos tres discursos
Nuestras dos frases deben entonces inscribirse en una de estas tres posibilidades,
la cuarta posibilidad donde S1 está en posición de (31) producto y S2 en posición de la
verdad está excluida en virtud de la impotencia propia de todo discurso. Habremos
observado que el discurso psicoanalítico está aquí ausente: precisamente se caracteriza
por la ausencia de relación de significación S1 → S2.
Cada uno de los tres discursos no analíticos está «establecido» gracias a su propia
relación de significación: el discurso universitario encuentra su estabilidad en lo necesario,
el discurso magistral en lo imposible, el discurso histérico en la contingencia. ¿Pero
entonces cómo explicar el paso de un discurso a otro?
El producto de un discurso jamás se pone en relación directa con la verdad de ese
mismo discurso: tal es la impotencia específica de todo discurso.
Cuando el Otro de un discurso se tropieza con la impotencia de su discurso,
cuando el producto de su trabajo se revela impotente para reunir la verdad de ese mismo
discurso, entonces el Otro trastoca el discurso donde él estaba encerrado y pone en
marcha otro discurso: así el Otro de histérico (S1) se hace el semblante de un discurso
magistral; así el Otro del discurso magistral (S2) pasa al semblante de un discurso
universitario. El nuevo discurso es no obstante cada vez «imposible», porque el semblante
y el Otro allí son siempre dispares. También una nueva inversión del discurso siempre es
posible.
Este mecanismo de inversión de un discurso en otro abre una sucesión de
discursos, a condición desde luego que el Otro «acepte» cada vez constatar precisamente
su mayor impotencia y poner en marcha el nuevo discurso.
El discurso psicoanalítico está caracterizado por una impotencia particular, una
impotencia del paso de S1 hacia S2:
(32)
¿Pero si S2 es transformación de S1, cómo puede con ello radicalmente ser
desunido? ¿Cómo explicar esta impotencia entre S1 y S2? La relación de significación tiene
una avería; esto ya implica que el discurso psicoanalítico deberá sobrepasar la cuestión de
la relación de significación y volverse del sentido hacia " el ab‐sentido " (lo que haremos
en el paso del capítulo 1 al capítulo 2). Pero no nos anticipemos.
Planteando la cuestión de la ausencia de relación entre S1 y S2, el discurso
psicoanalítico pone en tela de juicio la impotencia inherente a esa relación que
estabilizaba cada uno de los otros tres discursos. El discurso psicoanalítico los
desestabiliza en efecto empujándolos hasta su propia impotencia, teniendo por
consecuencia la inversión de cada uno de estos discursos en otro. Lo «real» del discurso
psicoanalítico es así el recorrido de los diferentes discursos a partir de la aporía de cada
discurso. El inconsciente no es nada más sino la dinámica que provoca esta ronda de
discursos.
La lógica de la cual parte el psicoanálisis es en efecto una sucesión de impasses
lógicos que hacen oscilar la impotencia de un discurso para poner de manifiesto la
imposibilidad del discurso siguiente. Tal es lo real tocado por el discurso psicoanalítico.
Solo saber posible de lo real, ese discurso es la "«ciencia de lo real» (6a; AE 449;
Palabreanteser 3.2). El psicoanálisis va a empujar la lógica hasta su última potencia, no
eliminando con ello las paradojas lógicas que él encuentra, sino encontrando, en la
impotencia de cada discurso, la fuerza para oscilar hacia otro discurso. El discurso
psicoanalítico es la ciencia de los cambios de discursos.
A partir del significante y los discursos, distinguimos tres tipos de interpretación
1 ° dos significaciones heteróclitas, saliendo de dos cadenas significantes
diferentes (por ejemplo una duda obsesiva y (33) una pulsión anal), pueden ser acercados y
puestos en relación a través de un tercero exterior (el intérprete); esta especie de
interpretación no sigue el surco trazado por el significante (S1 → S2), es en este sentido
«de‐lirio {de‐leer} de interpretación ».
2° dos significantes encadenados en la cadena significante (S1→S2) establecen por
ellos mismos una relación de significación ineluctable y objetiva, que depende de uno de
los tres discursos. Así cuando el «aber» (pero...) por el cual el hombre a las ratas cazaba
sus obsesiones delirantes se transforma en «abér» próximo de Abwehr » (de la «defensa»
militar u otro), la relación de significación entre «aber» (S1) y «abér» (S2) está ya
establecida, la interpretación es objetiva y puede ser leída como semblante de saber
(discurso universitario), como Otro en el trabajo (discurso magistral) o como producto de
la teoría (discurso histérico).
3 ° Queda aún la última posibilidad: en el discurso psicoanalítico, la diferencia
entre S1 y S2 está marcada por una impotencia tal como la interpretación parece no
producirse. Veremos que es a partir de esta aporia que la interpretación psicoanalítica
debe situarse.
Antes de abordar la interpretación propiamente dicha donde se tratará de relación
de significantes (2° y 3°), examinemos «la interpretación» que sale de este surco, aquella
que hace relación entre significaciones (1o).
NOTAS:
1 Por oposición a las Migajas filosóficas de Kierkegaard, Lacan toma sus migajas de su discurso
analítico, "… o peor " (21 de junio de 1972). El psicoanalista responde así al filósofo al mismo tiempo que el
«… o peor » de Lacan responde a « O bien… o bien» del mismo Kierkegaard, trastocando con ello una
filosofía del "bien" (centrada sobre el discurso del Amo y del catedrático de la universidad) en un
psicoanálisis de lo peor (descentrado por los discursos del histérico y del analista).
2 El término «acontecimiento» ‐ «el acontecimiento escogió» (E 246) ‐ ya indicaba en 1953 un
proceso que, independientemente de un actor previo, determina y presenta el sujeto secundariamente: el
sujeto no será ahí sino «re‐presentado».