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La Iglesia Católica Romana le adjudica a la joven Miriam (María) prerrogativas y

atributos que las Sagradas Escrituras ni mencionan ni respaldan. Estas


prerrogativas, lejos de ser necesarias como parte de la Obra Redentora de Yeshua,
adjudican a Miriam (María) un “aire místico” que predispone al fiel a que le rinda y
tribute honores y culto de veneración a una criatura, induciéndolo a que cambie,
consciente o inconscientemente, la Verdad de Di*s por la mentira (según palabras
del Rabí Shaul)

"... habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Di*s, dando culto y


sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador, solamente el cual es digno
de ser bendito por todos los siglos. Amén." (Romanos 1:25 [1])

Porque si la Iglesia Católica no pretende “inducir a nada” a sus fieles, yo pregunto:


Si los tales atributos no son parte necesaria del Evangelio de la gracia de Di*s en el
Sacrificio expiatorio de Yeshua... ¿Por qué motivo la Iglesia Católica les da tanta
importancia y las enseña y las defiende con tanto ahínco? ¿Con qué fin?

La Inmaculada Concepción (CIC Nº490/493 [2]) y la Asunción corporal al cielo (CIC


Nº966 [3]) son dogmas de fe promulgados por los Romanos Pontífices (con bases
sorprendentes... Pero ese es otro tema), y junto con la Virginidad Perpetua
(Aeiparthenos –CIC Nº499-[4]) son enseñados por la Iglesia Católica Romana como
obligatorios para ser creídos por quienes deseen pertenecer a su feligresía (CIC Nº
88 [5]). Si dichos atributos ni afectan ni son necesarios EN ABSOLUTO para
garantizar la eficacia de la Obra Redentora de Yeshua, entonces no existe otro
motivo al proponerlos que el de querer elevar a la figura de Miriam (María) a una
posición de culto, de reverencia, de honor, de veneración, que como criatura de
Di*s, y según la misma Escritura (Romanos 1:25) nunca debió recibir.

Si se le pregunta a cualquier fiel católico si “adora a la Virgen”, la respuesta más


segura será: “por supuesto que NO”. Y está bien que él, según su entender,
responda negativamente. Es probable que este fiel entienda que “adorar a la
Virgen” es como aceptar entonces que Di*s no tiene el primer lugar en su corazón,
cosa que estaría mal según su Iglesia le debe haber enseñado. Por eso, más allá de
toda expresión espiritual de culto que le realice a la Virgen (por exagerada que
sea), de ninguna manera entenderá que ESO significa adorarla (aunque lo haga no
precisamente por entender la diferencia)

Simultáneamente (o no), otros responderán negativamente porque entenderán que


“adorar otros Di*ses” en nada aplica al inofensivo amor reverente por la Santísima
Virgen, imaginándose que quienes “adoren otros Di*ses”, pues, se postran sobre
sus rodillas y con los brazos estirados y las palmas hacia el piso hacen rítmicos
movimientos ascendentes y descendentes, al mejor estilo Di*s brujo africano... Y,
por supuesto, no es el caso de quienes veneran y dan culto a la Virgen, con sus
rezos, sus velas, sus caminatas de rodillas hasta los pies de la propia estatua (lo he
visto con mis propios ojos), sus procesiones cargando una estatua en sus hombros
mientras otros le arrojan flores, etc.

Sin embargo, no tienen que darse estas (a veces extremas) expresiones EXTERNAS
para definir al culto a la “Santísima Virgen” como contrario a la Voluntad de Di*s.
Porque existe idolatría desde el mismo momento en que se deposita la fe y
esperanza de anhelos espirituales sobrenaturales en algo o alguien diferente a Di*s
mismo.

Aclaro especialmente lo de “anhelos espirituales sobrenaturales” porque no sería


raro que algunas personas consideraran adecuado decir que tal definición es “falsa”,
sustentando su opinión en que NO ES IDOLATRIA tener la esperanza de que el
autobús venga rápido para no llegar tarde al trabajo o tener la esperanza de que la
torta que cociné me haya salido rica. Y por supuesto que esto no es idolatría.
Ahora, pedírselo a Santa Gumersinda, “Patrona de las cocineras” es diferente...
Depositar la esperanza sobre algo “natural”, como la buena organización de la línea
de ómnibus y el cumplimiento de sus horarios, o la buena reputación de cocinera de
quien me diera los ingredientes para hacer la torta es diferente a depositar la
esperanza en algo “sobrenatural”, como es invocar el auxilio de un espíritu (o como
deseen denominar a quien ya no está vivo en cuerpo en la tierra).

Si damos culto o veneramos a una criatura, sea en el momento que sea y por las
circunstancias que sean (por un favor recibido gracias a la supuesta intercesión
sobrenatural de esa criatura, o porque nos han enseñado que es nuestra “madre
espiritual”, o por lo que sea..), en lugar de al Di*s Creador, no estamos en la
Verdad, sino que la hemos cambiado por la mentira. (Romanos 1:25)

La Iglesia Católica enseña y defiende la Virginidad Perpetua de María (Miriam) (CIC


Nº499 y 510 [6]). La Biblia ni la menciona, e inclusive la contradice (Mt 1:25,
12:46; Mr 3:31; Lc 8:19; etc.). No con poca dificultad y con manifiestos
malabarismos bíblicos suponen que justifican dicho dogma. ¿Con que fin? ¿Es
importante para la Obra Redentora de Cristo? Por supuesto que no. Entonces, es
evidente que los intereses de la Jerarquía católica son otros.

La Iglesia Católica enseña y defiende la Inmaculada Concepción de María (Miriam)


(CIC Nº490, definida por SS. Pío IX en 1854). La Biblia ni la menciona e inclusive la
contradice (Lc 1:46-47; Ro 3:23; 3:9-10; 5:12). Como en muchas otras ocasiones
el Magisterio católico ha buscado la referencia bíblica que pueda autenticar
canónicamente su dogma de fe, y en esta oportunidad, de manera sorprendente y
descarada, y de una manifiesta falta de respeto por las almas que dice pastorear, el
Catecismo Nº 492 utiliza Efesios 1:3-4 para sustentar la “Inmaculada Concepción
de María”, cuando el Rabí Shaul, se refiere en ese texto a TODOS los hijos de Di*s,
al dirigirse a “...los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso”. Veamos:

Dice el Catecismo Nº492:

“Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella (María) fue
"enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda
entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los
méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra
persona creada. El la ha elegido en él antes de la creación del mundo para ser
santa e inmaculada en su presencia, en el amor (Ef 1, 4).”

Ahora leamos Efesios capítulo 1:

“1. Shaul (Pablo), apóstol de Yeshua por la voluntad de Di*s, a los santos y fieles
en Mashiaj que están en Efeso: 2. Gracia y paz a vosotros, de Di*s nuestro Padre y
del Señor Yeshua. 3. Bendito sea el Di*s y Padre de nuestro Señor Yeshua, que nos
bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Mashiaj, 4. según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él, 5. en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados
hijos suyos por medio de Yeshua, según el puro afecto de su voluntad, 6. para
alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7. en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas
de su gracia..” (Efesios 1:1-7)

Tal vez alguien argumente que esto también incluye a Miriam (María). Y por
supuesto que la incluye. Pero el texto no expresa que es una prerrogativa exclusiva
de ella , como interpretaría quien solo leyera el pícaro texto del Catecismo 492. Y
digo “pícaro” porque en dicho párrafo la Iglesia católica deja deslizar, en medio de
las referencias bíblicas, un casi imperceptible “...más que a ninguna otra persona
creada..”, concepto totalmente ajeno a las palabras del Rabí Shaul.

¿Cuántos honestos lectores del Catecismo católico cotejarán el referido versículo


(Ef. 1:3-4) en sus Biblias? ¿y cuántos de los que lo leen buscarán el verdadero
sentido de las palabras del apóstol en lugar de conformarse con una rápida
“justificación” a lo que el Magisterio pretende referir?

La Iglesia Católica enseña y defiende la Inmaculada Concepción de María (CIC Nº


490, definida por SS. Pío IX en 1854) ¿Con que fin? ¿Es importante para la Obra
Redentora de Cristo? Por supuesto que no. Entonces, es evidente que los intereses
de la Jerarquía católica son otros.

La Iglesia Católica enseña y defiende la Asunción de María en cuerpo a los cielos


(CIC Nº 966, donde se la entrona nada menos que como “Reina del universo” [8]).
Es sorprendente que si esto sucedió mientras María vivía con el apóstol Juan, éste
ignorara por completo dicha asunción y todo lo que rodeara tan especial
acontecimiento. Lo más sorprendente aún, en contraste con las especiales
circunstancias con la que la Iglesia católica adorna a la muerte de Miriam (María),
es que el apóstol Juan ni siquiera menciona la simple crónica de esa muerte. De
haber sido cierto ¿cómo podría el apóstol haber ignorado tan místico
acontecimiento? Al no encontrar sustento ni en la Escritura ni en los escritos
patrísticos, SS Pío XII no tuvo mejor idea que sustentarse en una ENCUESTA
POPULAR para decretarla infaliblemente. ¿Con que fin? ¿Es la asunción de Miriam
(María) relevante para la consumación de la Obra Redentora de Cristo? Por
supuesto que no. Entonces, es evidente que los intereses de la Jerarquía católica
son otros.

Aura Místico

Ahora bien, el fiel católico entiende que él no adora a Miriam (María), porque eso le
han enseñado. Sin embargo la Iglesia se ufana en rodear a la figura de la
bienaventurada joven hebrea, madre del Mesías, con un aura místico propicio para
que pueda ser no sólo hasta “natural” sino un deber el rendirle tributo y culto de
veneración.

- « Santísima » (CIC 975)


- « Inmaculada – sin pecado » (CIC 490/494)
- « Asunta en cuerpo » (CIC 966, 974)
- « Virgen Perpetua » (CIC 499)
- « Modelo de la fe y la caridad » (CIC 967)
- « Miembro muy eminente de la Iglesia » (CIC 967)
- « constituye "la figura" de la Iglesia » (CIC 967)
- « Reina del Universo » (CIC 966)
- « Honrada con culto especial » (CIC 971)
- « Madre de Di*s » (CIC 971)
- « Abogada » (CIC 969)
- « Auxiliadora » (CIC 969)
- « Socorro » (CIC 969)
- « Mediadora » (CIC 969)
- « Trono de la Sabiduría » (CIC 721 [9])
- « Nuestra Madre » (CIC 2677)
- « Nueva Eva » (CIC 975)
- « Madre de la Iglesia » (CIC 975, 963), etc.
Ninguno de estos títulos o atributos figura en las Sagradas Escrituras.

Consideremos, como ejemplo, el siguiente texto del Catecismo (para el cual no han
encontrado referencias bíblicas)

"La Iglesia en la Santísima Virgen llegó ya a la perfección, sin mancha ni arruga. En


cambio, los creyentes se esfuerzan todavía en vencer el pecado para crecer en la
santidad. Por eso dirigen sus ojos a María" (LG 65): en ella, la Iglesia es ya
enteramente santa...” (Catecismo Nº 829)

Huelgan los comentarios..

En esta misma línea, la Iglesia pregona la conveniencia de acudir a “la Virgen”, ya


que su “corazón de madre amorosa (dicen) "..no podrá resistirse a satisfacer
nuestros ruegos...”, ni Yeshua se “resistirá” a conceder "lo que Su propia madre le
pida en intercesión..." No por nada Satanás ha sido definido por el Señor como
“padre de mentiras” (Juan 8:44).

Dice TEXTUALMENTE el propio Catecismo católico:

”... Hay idolatría desde que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de
Di*s...” Catecismo N°2113

Miriam (María) es una criatura de Di*s, honrada y reverenciada por el pueblo


católico. El carácter transitivo = Hombre a Miriam (María) y Miriam (María) a Di*s
por ende Hombre a Di*s, con el cual se argumenta la no transgresión de la
Voluntad de Di*s de Romanos 1:25, no aplica en este caso, porque la Biblia NUNCA
EN NINGÚN LADO justifica POR NINGUNA CAUSA ni por NINGÚN MOTIVO dar honra
y reverencia ESPIRITUAL a NINGUNA CRIATURA; honra y culto espiritual del cual
sólo Di*s es digno.

Escrito está:

“Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo
convocado a sus parientes y amigos más íntimos. Cuando Pedro entró, salió
Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó,
diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre..” (Hechos 10:24-26)

Conclusión

Esto que aquí ha sido expuesto jamás ha tenido la intención de menospreciar la fe


del honesto fiel católico, ni mucho menos el pretender ofender o menospreciar a
nuestra amada y bienaventurada Miriam (María), madre de nuestro Mesías. Las
bases de nuestra fe son algo sumamente trascendente e importante como para
dejarlas libradas a suposiciones, pareceres, filosofías místicas o tradiciones
incomprobables. Sin siquiera sospecharlo podríamos estar siguiendo caminos
desagradables a Di*s, aún incluso a través de actitudes y prácticas aparentemente
rebosantes de "religiosidad".

Alguien que será juzgado tiene todo el derecho de considerarse "inocente"; no


obstante la única opinión válida será la de Aquél que posee el poder, cuando llegue
el momento, de condenar o absolver. El justo Juez YA NOS HA HABLADO en Su
Palabra. Cada cual es libre de creerle y obedecerle, o de presumir de inocencia
hasta el Día del Señor, en donde el mundo será juzgado con perfecta Justicia.

Es mi anhelo profundo que lo expuesto sirva de reflexión para edificación espiritual


en Mashiaj, permitiéndonos comprender que las prácticas idolátricas están más
cerca del corazón de lo que muchos suponen.

"... habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Di*s, dando culto y


sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador, solamente el cual es digno
de ser bendito por todos los siglos. Amén."
(Romanos 1:25)

"¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

(Los dos cimientos - Lucas 6:46-49)

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