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LA CONSOLACIÓN DE

ISRAEL Y EL REINO DE
DIOS
Por Mario A Olcese Sanguineti

LA ESPERANZA DE LOS JUDÍOS

En el Nuevo Testamento hay un personaje llamado Simeón el justo y piadoso. Dice


Lucas de Simeón, lo siguiente: “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado
Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu
Santo estaba sobre él” (Lucas 2:25). Tome nota que este justo esperaba la
“consolación de Israel”. Pues bien, esta consolación de Israel tenía mucho que ver
con el Ungido de Dios, pues el verso 26 sigue diciendo: “Y le había sido revelado por
el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.” Además,
la consolación de Israel estaba ligada con la redención de Jerusalén, pues dice Lucas
2:38 lo siguiente: “Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba
del niño (Jesús) a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (V.de J).

También es interesante descubrir que hay otro personaje singular en el NT que era
justo y que esperaba igualmente algo. Su nombre era José de Arimatea, un
discípulo discreto de Jesucristo. De él el evangelista Marcos dice: “José de Arimatea,
miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró
osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús” (Marcos 15:43). Y más adelante los
discípulos de Jesucristo exclamarían: “Pero nosotros esperábamos que él era el que había
de redimir a Israel...” (Lucas 21:24).

Entonces estamos viendo que había cosas que los paisanos


contemporáneos de Jesús esperaban:

1.- La consolación de Israel


2.- La redención de Jerusalén o de Israel.
3.- El Reino de Dios (= reino Davídico, Marcos
11:9,10).

Es un hecho que los paisanos de Jesús esperaban la consolación de Israel a través


de la irrupción del Mesías y su reino en Israel. Las profecías mesiánicas hablaban

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precisamente de una era dorada para Israel y los gentiles, una época en donde
Israel y las naciones gozarían de una paz y justicia duraderas, un tiempo de
refrigerio y de prosperidad nunca antes vistas. Es decir, un Edad en donde Israel
sería una nación segura, fértil, gloriosa, próspera y de mucha bendición para todos
los pueblos de la tierra.

PROFECÍAS MESIÁNICAS SOBRE LA CONSOLACIÓN DE


ISRAEL

Entre los profetas que hablaban de la consolación de Jerusalén en todo su libro


está Isaías. Por ejemplo, en los capítulos 51 y 52 se da énfasis a la consolación de
Israel. En el capítulo 51 y verso 3,11 leemos: “Ciertamente consolará Jehová a Sión;
consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en
huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto...ciertamente
volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sión cantando, y gozo perpetuo habrá sobre
sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán” (Esta parte del
pasaje nos recuerda lo dicho por Juan en el libro de Apocalipsis 21:4). Nótese que el
profeta dice que los redimidos de Jehová volverán a Sión con gozo perpetuo, cosa
que nunca lo han tenido de manera permanente. Sin duda esta profecía sobre la
restauración de Israel es dual, pues si bien se cumplió de alguna manera en la
antigüedad, estas palabras también se cumplirán de manera definitiva, y
completamente, cuando el Mesías regrese en gloria para restaurar el reino davídico
en Israel, y traiga la consolación total al pueblo judío. Hoy, el pueblo de Israel está
todavía desparramado por todo el mundo por más de dos milenios. Pero la
consolación definitiva de Israel consistirá en el retorno de esos desperdigados
hebreos a su tierra, cuando Cristo venga a destruir a todos sus enemigos que
vinieron a luchar contra su país, y por fin él restaure el reino de David en
Jerusalén. Los versos 4 y 5 nos hablan del Mesías reinando desde Jerusalén sobre
los gentiles durante todo el milenio. En el verso 6 se nos dice que los cielos y la
tierra serán destruidos, y los impíos morirán, y el pueblo de Dios vivirá seguro
(esto nos recuerda lo dicho por Pedro en 2 Pedro 3:13,14). Esta profecía---como
muchas otras en la Biblia--- es de doble cumplimiento sin duda. Tiene que ver con la
liberación del pueblo de Dios de manos del rey Nabucodonosor pero también de
cualquier otro invasor que viniera contra Israel en el futuro. En el capítulo 52,
versos 1,2, se promete que Israel nunca más será invadido por los paganos. Esto
por cierto se refiere al futuro cuando se inaugure el Reino. Entonces es clarísimo
que la consolación definitiva de Israel se producirá cuando Jesús regrese en gloria
para iniciar su reinado de la justicia. Para ello él habrá ya sometido a sus enemigos
que vinieron contra Israel. Los siguientes versos nos hablan del regreso de los
judíos de su dispersión mundial (ver versos 7-9). Por tanto, se hace evidente que la
consolación de Israel tiene que ver con el regreso del pueblo desparramado
mundialmente a su tierra, y la restauración del reino de Dios bajo el mando del
Mesías esperado.

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¿QUÉ PARTE DE LA PROFECÍA DE ISAÍAS 61 CUMPLIÓ JESÚS
EN SU PRIMERA VENIDA?

En Isaías 61:1-11 el profeta predice la salvación de Sión, pero como dice William
Mac Donald en su Old Testament Digest, (Extracto del Antiguo Testamento):
“Sabemos que el Señor Jesús es el orador acá porque el citó los versos 1 y 2ª en la sinagoga
en Nazaret y añadió: ‘hoy esta Escritura se ha cumplido ante vuestros oídos’ (Lucas 4:16-
21). El fue ungido con el Espíritu Santo en su bautismo y su ministerio terrenal se
relacionaba con el anuncio de las buenas noticias de salvación a los pobres, a vendar a los
quebrantados de corazón, proclamar libertad a los cautivos y la apertura de la cárcel (u
ojos) de aquellos que estaban presos. El finalizó la cita con las palabras ‘a proclamar el año
de la buena voluntad de Jehová’ porque lo que seguía, ‘el día de la venganza de nuestro
Dios’ no se cumpliría sino hasta su segunda venida” (1). Este importante detalle debe
ser tomado en cuenta seriamente por el “hiper-preterismo”, pues esta escuela de
interpretación bíblica sostiene que Cristo básicamente cumplió todo lo prometido
en las profecías del AT en el año 70 DC con la destrucción del templo y la ciudad
de Jerusalén. Sin embargo, aquí vemos que Jesús enseña otra cosa muy diferente.
En el año 70 DC no se cumplió nada de lo dicho en los versos 2b-11 de Isaías 61.
Veamos de que tratan estos versos:

LO QUE CRISTO CUMPLIRÁ EN SU SEGUNDA VENIDA

En su aparición gloriosa, Jesús proclamará el día del juicio de Dios, entonces él


confortará a aquellos que se lamentan en Sión. Sus escogidos serán luego llamados
árboles de justicia, plantío de Jehová (vs. 2b,3). Reconstruirán las ciudades de la
tierra prometida que están en ruinas (v.4), y extranjeros apacentarán sus ovejas, y
extraños serán sus labradores y viñadores (v.5), y serán sacerdotes de Jehová,
ministros de Dios serán llamados, y comerán las riquezas de las naciones (v.6). En
el verso 7 dice que en lugar de que los israelitas tengan doble deshonra, tendrán
doble honra, y perpetuo gozo. Esta semejante honra doble con gozo perpetuo no la
obtuvo el pueblo de Dios en el siglo I (año 70 d.C), ni en los siglos subsiguientes.
En el verso 8 Dios hará pacto perpetuo con su pueblo. Esta parte de la profecía
tampoco se cumplió en la primera venida de Cristo, pues las características del
pacto son aclaradas por Jeremías, quien escribió por mandato de Dios: “Y haré con
ellos PACTO ETERNO, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el
corazón de ellos, para que no se aparten de mi. Y me alegraré con ellos haciéndoles el bien,
y los plantaré en su tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma” (Jer 32:40-42).
Si esta parte de la profecía se cumplió ya con el regreso del pueblo de Dios de su
cautividad en Babilonia, entonces Dios incumplió su palabra cuando dijo: “que no
me volveré atrás de hacerles bien”, pues ya vemos lo que pasó con la invasión del
general Tito en el 70 DC contra el pueblo judío y su templo en Jerusalén.(1) En el

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verso 9 se profetiza que las naciones reconocerán que los israelitas son un linaje
bendito de Jehová. Esta parte de la profecía difícilmente se ha cumplido ya. Sólo
basta con preguntarles a los árabes si ellos reconocen que los israelíes son un linaje
bendito de Jehová, y con toda seguridad la respuesta serán un rotundo no al
unísono.

MÁS INFORMACIÓN PROFÉTICA EN EL CAPÍTULO 62

Yahweh nuestro Elohim no descansará satisfecho hasta que las bendiciones


prometidas a Jerusalén sean cumplidas (v.1). Luego los gentiles verán que Sión
será vindicado, y Yahweh dará un nuevo nombre a la ciudad y será como una
corona de gloria en su mano y diadema en su poder. Nunca más las gentes
llamarán a Jerusalén Desamparada ni Desolada sino que será llamada: “Mi delicia
está en ella”, y la tierra llamada Desolada será llamada: “Desposada”. Estos
nombres nos dicen del tierno afecto y de la delicia marital in Su ciudad y tierra
(versos 2-5). Hay que destacar los versos 8,9 en donde el trigo producido por los
israelitas servirá de comida para los extranjeros, ni será su vino bebida para los
extraños. En los siguientes versos tratan del regreso de los exiliados judíos de
Babilonia y de la plena restauración del pueblo--- ahora disperso--- en su tierra
cuando el Mesías regrese a recompensarlos. Entonces la tierra prometida será
llamada Ciudad Deseada, no desamparada” (10-12).

Toda esta información dada por el profeta Isaías ya estaba disponible cientos de
años antes que Jesús naciera como hombre mortal, y sin embargo nuestro Señor no
la leyó en la sinagoga en Nazaret. Es evidente, por tanto, que estas profecías
mesiánicas no se cumplieron cabalmente en el pasado. Pero como Dios no miente,
él las va a cumplir plenamente cuando llegue el tiempo para los restauración de
todas las cosas. Mientras tanto, el pueblo Hebreo seguirá viviendo en tribulación y
peligros hasta que su Salvador, el Mesías, regrese para completar su salvación y
darles su parte dentro de su reino milenario. Esta participación involucra también
para todos salvos de entre los gentiles. Por fin veremos a una Jerusalén
completamente segura, feliz y pacífica. Será una era maravillosa en donde el
mismísimo Hijo de Dios gobernará el mundo desde esta antiquísima ciudad amada
por árabes, cristianos y judíos. Recién entonces se cumplirán las palabras de Isaías
32:1: “He aquí para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio”.

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