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LA HOMOSEXUALIDAD—¿ES ACEPTABLE

PARA DIOS?
Por Mario A Olcese

Introducción

Tal vez uno de los pecados más antiguos es la homosexualidad, una práctica
que siempre ha sido común en un porcentaje no muy alto de los seres humanos.
Aunque esta práctica es considerada minoritaria, es también cierto que va en
aumento entre los hombres y mujeres de todas las edades y condiciones
sociales. La pornografía y la literatura que promueven las prácticas
homosexuales son abundantes. Hoy en día muchos homosexuales están
saliendo del “ropero” para exhibir abiertamente son tendencias y prácticas
homosexuales y cada día aparecen más defensores de esta práctica que la Biblia
abiertamente condena. Los matrimonios entre homosexuales se están
legalizando en los países más “progresistas” y “desarrollados” y algunas
iglesias ya están casando a parejas “gay”, tanto de hombres como de mujeres
por igual.

¿Opción Sexual?

¿Se puede considerar la homosexualidad como una opción sexual?¿Es


realmente ésta una relación sana y fructífera?¿Y qué diremos de la necrofilia y
la zoofilia?¿Son éstas también otras opciones sexuales legítimas? ¿Aceptaremos
realmente a aquellos individuos que se casan con su perro o vaca porque se
sienten atraídos por ellos y por la satisfacción que sienten al acostarse con sus
bestias?¿Se podrá casar mañana un hombre con un animal en una iglesia por el
solo hecho de que así lo ha decidido él o ella?¿Y qué diremos del hombre que
siente satisfacción sexual sólo con los cuerpos muertos? ¿Lo vamos a respetar
sencillamente porque es su opción sexual personal? ¿Acaso no pensaríamos que
estos tipos de individuos requieren urgentemente de un tratamiento
psiquiátrico meticuloso?

Lo cierto es que Dios aborrece la inmoralidad sexual en todas sus


manifestaciones. El aborrece las relaciones sexuales fuera del vínculo
matrimonial heterosexual. La homosexualidad está claramente condenada en
las Escrituras. Sodoma y Gomorra era una sociedad corrupta repleta de desvíos
sexuales, entre los cuales estaba la homosexualidad. La paciencia de Dios tuvo
su límite y al no haber visos de rectificación por parte de sus habitantes, Él se
vio precisado a destruirlas por su obstinada impenitencia y rebeldía.

El Plan de Dios

1
¿Creó Dios en el principio una pareja gay para que vivieran en familia y se
relacionaran sexualmente? Pues no. Dios creó a una sola pareja compuesta de
un hombre y una mujer para que engendraran hijos y se acompañaran
permanentemente (Génesis 1:26,27). La función del matrimonio es, entre otras
cosas, la de reproducirse y tener hijos (v. 28). Sin embargo, este mandato se hace
imposible cuando las parejas son del mismo sexo.

El problema reside en la mente

La Biblia nos dice que la alteración de este plan divino es una corrupción de la
mente, y es en la mente donde está el problema. Cuando la mente se corrompe,
se corrompe la conducta normal del ser humano, hecho a la imagen de Dios. La
Biblia nos manda a tener una mente limpia y sana, ya que si la enfermamos con
ideas realmente tenebrosas y desviadas podemos caer en una serie de
depravaciones inconcebible. Muchos de los violadores y pedófilos son personas
que han sucumbido a la pornografía y han envenenado sus mentes con prácticas
pervertidas que han aprendido de otros individuos sin escrúpulos. Dice Pablo a
Tito sobre el problema de los corrompidos, así: “Todas las cosas son puras para
los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta
su mente y su conciencia están corrompidas” (Tito 1:15). Y a los Efesios Pablo
les dice: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los
otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por
la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se
entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza”
(Efesios 4:17-19).

Así es que está bien claro que las depravaciones o excesos sexuales se producen
cuando alguien tiene la mente o el entendimiento entenebrecido u obscurecido
por el príncipe de las tinieblas (Juan 8:44), cuyos ángeles caídos especializados
en las distintas desviaciones o depravaciones inducen a sus presas a practicarlas
de manera consuetudinaria. Así, la Biblia habla del espíritu de contradicción, de
adivinación, y podríamos hablar del espíritu de corrupción y de las
abominaciones (inmundicias). Cuando el espíritu satánico se aloja en nuestro
espíritu, nos enajena o aliena para no aceptar a Dios y sus normas morales. Se
dice que la ramera María Magdalena estaba alienada por 7 demonios que la
tenían esclavizada al sexo ilícito hasta que Cristo la liberó completamente. Dice
así Lucas: “y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de
enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete
demonios” (Lucas 8:2). Pero la gran mayoría de prostitutas, homosexuales,
adúlteros, violadores, etc, no saben que están sutilmente dirigidos por espíritus
impuros que los tienen esclavizados. Todos estos necesitan una urgente
liberación por medio del mensaje del Evangelio (Col. 1:13).

El Apóstol Pablo no esquiva el problema de la homosexualidad sino que lo


enfrenta y procede a condenarla. A los Romanos les escribe lo siguiente: “Pues
habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias,

2
sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria
del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves,
de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la
inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron
entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la
mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es
bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas;
pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra
naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la
mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos
vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución
debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios
los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando
atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos
de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores,
detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de
males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural,
implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios,
que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino
que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:21-32).

Hay que estar ciego para no darse cuenta que Pablo está hablando de los
desvíos sexuales en los versos anteriores. El está diciendo que aquellos
depravados sexuales tenían la mente reprobada y se envanecieron en sus
razonamientos. Esta actitud es típica de los homosexuales, pedófilos, etc,
quienes sin duda tienen una mente reprobada, y sus razonamientos
envanecidos por lo que ellos consideran su “opción sexual legítima y personal”.
Pero no nos engañemos, ningún matrimonio civil y religioso legitimará éste o
cualquier otro vínculo depravado. Al contrario, Pablo es tajante al decir que los
que practican tales cosas SON DIGNOS DE MUERTE.

Entonces está claro que ningún creyente puede practicar estos pecados sexuales,
pues sería una contradicción a su supuesto “nuevo nacimiento en Cristo”. El
Apóstol Pablo afirmó que algunos de los creyentes habían sido homosexuales,
pero que por la gracia y la sangre de Cristo ellos habían sido ya lavados y
blanqueados (purificados). Dice él en 1 Corintios 6:9-11: “¿No sabéis que los
injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis
sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el
nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”. De modo que
ningún homosexual piense que puede agradar a Dios teniendo como marido a
otro hombre en lugar que a una mujer. Esto está más claro que el agua
cristalina.

3
La Solución al Problema Homosexual

Como hemos señalado arriba, el problema está en la mente, y en ella misma su


solución. Tenemos que entender que debemos cambiar nuestra forma de pensar
y ver las cosas. Debemos de renovar nuestras mentes y dejar que Dios ponga en
ellas sus leyes y mandamientos (Hebreos 10:16,17). A los Efesios Pablo les dice:
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios, en la justicia y santidad
de la verdad” (Efesios 4:22-24). Como estamos viendo, todo está en la mente. Si
cambiamos nuestras mentes y abandonamos los deseos engañosos, y las
renovamos en la justicia y santidad de la verdad, entonces seremos realmente
nuevos hombres, creados según Dios.

La Palabra de Dios renueva la mente de la Persona

En 1 Pedro 1:23 el apóstol Pedro es contundente al decir: “siendo renacidos, no


de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre”. Entonces si tenemos la Palabra de Dios en nuestros
corazones, podemos estar seguros que gracias a ella seremos perfeccionados y
renovados todos los días. En Colosenses 3:16 Pablo escribe: “Asidos de la
palabra de vida…” En 1 Juan 2:5 Juan dice: “pero el que guarda su palabra, en
éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que
estamos en él”. El creyente debe tener en su corazón y en su mente la Palabra
de Dios, que son sus mandamientos y leyes que rigen la vida en abundancia y
felicidad permanentes. En ella encontraremos la vida, y la razón por la que
estamos en este mundo. Ella nos da el sentido de nuestra existencia, y la
fórmula de la verdadera felicidad y paz para el alma. Entonces los deseos de la
carne serán sustituidos por los valores espirituales que son eternos.
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