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Capítulo 1
Conocí y hablé por primera vez con Jorge Gurdjiéff en 1924, la tarde
de un sábado de junio, en el Chateau du Prieuré en Fointainebleau Avon
en Francia.
Aunque las razones de mi estancia no estaban muy claras para mí (tenía
once años de edad), mi recuerdo del encuentro permanece brillantemente
claro.
Era un día brillante y soleado. Gurdjiéff estaba sentado al lado de
una mesa con cubierta de mármol, sombreada con un parasol y daba espalda
al chateau, de cara a una gran extensión de prados y lechos de flores.
Tuve que sentarme un rato en la terraza del chateau, detrás de él, antes
de ser llamado a su presencia para una entrevista. De hecho, lo había
visto una vez antes, en el invierno anterior, en Nueva York, pero no
sentía que lo había 'conocido'. El único recuerdo de esa primera vez es
que le había tenido miedo; en parte por la forma en que vió hacia (o a
través) de mí y en parte por su reputación. Me habían dicho que era por
lo menos un 'profeta' y lo más, algo muy cercano a la 'segunda venida de
Cristo'.
Conocer cualquier versión de un 'Cristo' es un acontecimiento y ese
tipo de evento no era algo que yo estuviera esperando. Confrontar su
presencia no solo no me llamaba la atención, sino que me aterrorizaba.
El encuentro en sí, no llegó a la medida de mis temores. 'Mesías' o
nó, a mi me pareció un hombre franco y sencillo. No estaba rodeado por
ningún halo y, si bién su inglés tenía un fuerte acento, hablaba de una
manera mucho más simple que lo que la Biblia me habría hecho sospechar.
Hizo un vago gesto en mi dirección, me dijo que me sentara, pidió café y
luego me preguntó porque estaba ahí. Sentí alivio al encontrar que
parecía ser un ser humano normal, pero me inquieté por la pregunta. Me
sentí seguro de que tenía que darle una respuesta importante; que debía
tener una excelente razón. Como no la tenía, le dije la verdad: que
estaba ahí porque me habían llevado.
Luego me preguntó porque quería estar ahí, para estudiar en su
escuela. Otra vez lo único que pude responder es que ello estaba fuera
de mi control; no me habían consultado; había sido transportado a ese
lugar, por así decirlo. Recuerdo el fuerte impulso que tuve de mentirle y el
sentimiento, igual de fuerte, de que no podía hacerlo con el. Me sentía seguro de que
él sabía la verdad de antemano. La única pregunta que respondí menos
honestamente, fué cuando me preguntó si quería permanecer ahí y estudiar con el.
Respondí que si, lo que no era esencialmente cierto. Lo dije porque sabía que se
esperaba de mi. Me parece ahora que cualquier niño habría respondido igual. Lo que
fuera que el prieuré pudiera representar para los adultos, (y el nombre literal de la
escuela era 'El Instituto Gurdjiéff para el Desarrollo Armónico del Hombre'), yo sentía
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A los once años la auto compasión no me era ajena, pero lo que había
pasado era demasiado para mí. De hecho, la auto compasión ocupaba poco
lugar en mis sentimientos. También sentía ira y resentimiento. No solo
no había recibido reconocimiento, no se me dieron las gracias; había
sido castigado, prácticamente. ? Que tipo de lugar era esta escuela y,
después de todo, que clase de hombre era él ? Amargamente, pero lleno de
orgullo, recordé que regresaría a América en el otoño. Yo le enseñaría.
! Todo lo que tenía que hacer era no arreglármelas para podar el pasto
en un día !
Curiosamente, cuando mis emociones cedieron y empece a aceptar lo que
parecía ser inevitable, encontré que mi ira y mi resentimiento, aunque
seguían ahí, no se dirigían personalmente contra el Sr. Gurdjiéff. Había
notado una mirada de tristeza en sus ojos cuando camine con él y me
había sentido preocupado por el, por su salud; una vez más, aunque no se
me había advertido que era absolutamente necesario que hiciera ese
trabajo, sentí que había tomado cierta responsabilidad y que tendría que
hacerlo por el.
Al día siguiente tuve otra sorpresa. Me mando llamar a su habitación
en la mañana y me dijo severamente que si era capaz de guardar un
secreto ante todos. Al hacerme la pregunta, había una firmeza y una
fiereza en su mirada que contradecían la debilidad del día anterior. Le
asegure, valientemente, que podía hacerlo. Otra vez sentí un gran reto.
! Guardaría el secreto pasara lo que pasara !
Me dijo entonces que no quería preocupar a los otros estudiantes y,
particularmente a su secretaria, Madame de Hartmann, pero que estaba
casi ciego y que yo era el único que lo sabia. Me describió un plan
intrigante: había decidido reorganizar todo el trabajo que se hacia en
el prieuré. Yo tendría que acompañarlo a todas partes, cargando un
sillón; el pretexto para eso sería que aún estaba débil y tendría que
descansar a ratos. Sin embargo, la verdadera razón era parte del secreto; yo debería
seguirlo porque en realidad no podía ver por donde iba.
Abreviando, yo sería su guía y guarda; me haría cargo de su persona.
Sentí que mi recompensa había llegado finalmente; que mi convicción
no había sido falsa y que el mantener mi promesa había sido tan importante como lo
había esperado. El triunfo era solitario puesto que no
podía compartirlo, pero era genuino.
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como recibían su atención total. No creo que haya algo más halagador en
las relaciones humanas.
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las gallinas (tenía una relación personal con cada una y hasta les había
puesto nombre) me vengue de la Sra. Madison destruyendo una de sus
plantas favoritas. Ademas, por pura satisfacción personal, sali de la
propiedad y me fuí a Fointenbleu.
La Sra. Madison me hablo seriamente la siguiente mañana. Dijo que si
no podíamos llegar a un entendimiento juntos tendría que llevar el
asunto hasta el Sr. Gurdjiéff; que sabía que él no toleraría ninguna
burla contra su autoridad. También me dijo que, para entonces, yo
encabezaba la lista de infractores en su librito negro. Mi defensa
consistió en decirle que las gallinas eran utiles y el jardín no; que no
tenía derecho a matar a mi gallina. Ella respodió que yo no estaba en
posición de juzgar a que tenía o no derecho y también que el Sr. Gurd-
jieff había hecho claro que deberíamos obedecerla.
Como no llegamos a un acuerdo o tregua, el incidente fué llevado a la
atención del Sr. Gurdjiéff a su regreso de Paris, al finalizar la
semana. En cuanto llegó fué asaltado, por decirlo asi, por la Sra.
Madison y encerrado en su habitación, por largo rato. Si llegué a
ponerme ansioso durante ese tiempo. Despues de todo, cualquiera que
fueran mis razones, la había desobedecido y no tenía seguridad de que el
Sr. Gurdjiéff viera las cosas a mi manera.
Pidió café ya al atardecer, despues de la cena y cuando se lo lleve
me dijo que me sentara. Luego me preguntó como me estaba llevando con la
Sra. Madison y si me caia bién. Como no sabía que le había dicho ella,
respondi cautelosamente que me llevaba bién con ella y que suponía que
ella tenía razón, pero que el prieuré era muy diferente estando ella a
cargo.
Me miro seriamente: '? Diferente como ?', preguntó.
respondí que la Sra. Madison imponía demasiadas reglas, que había
demasiada disciplina.
No hizo comentarios a esto, sino que me dijo que la Sra. Madison le
había platicado acerca del pleito en los jardines y de que había matado
una gallina y quería conocer mi versión de la historia. Le dije como me
había sentido al respecto y que, en especial, sentía que la Sra. Madison
no tenía derecho a matar a la gallina.
'? Que hiciste con la gallina muerta ?' me preguntó.
Le dije que la había limpiado y la había llevado a la cocina para que
la guisaran.
Considero esto, afirmo con la cabeza y dijo que yo debería entender
que la gallina no fué desperdiciada despues de todo y que aunque la
gallina estaba muerta había sido util, pero la flor muerta que yo había
arrancado por coraje, no servia a ningún propósito; por ejemplo, no
podía servir de comida. Luego preguntó si había arreglado la cerca. Le
dije que la repare una segunda vez despues del segundo escape de galli-
nas y dijo que eso estaba bién; luego me mando por la Sra, Madison.
fuí por ella, sintiendome alicaido. No podía negar la lógica de lo
que me había dicho, pero aún sentía, con resentimiento, que la Sra.
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la Sra. Madison que cubría los eventos generales ocurridos en su ausencia. Despues
de ese reporte, la Sra. Madison presentaba un resumen de los problemas que se
habían presentado y que ella consideraba requerían de la atención de Gurdjiéff. En
esa ocasión se sento a su lado, con el librito negro abierto con firmeza sobre su
regazo y le hablo seriamente, por un rato, con voz inaudible para nosotros. Cuando
terminó, él le hizo seña de que se fuera a una silla y pidió que se acercara aquel que
había destruido las estatuas en el jardín japones.
Avergonzado por la presencia de todos los estudiantes, asi como de un
buen número de visitantes distinguidos, camine hacia el, con el corazón
hundido, furioso conmigo mismo por mi acto de abandono. En ese momento no podía
pensar en una justificación para lo que había hecho.
Gurdjiéff me preguntó, desde luego, porque había cometido ese crimen
y que si me daba cuenta de que la destrucción de propiedad es, de hecho,
criminal. Dije que me daba cuenta de que no debía haberlo hecho, pero que lo hice
porque las estatuas pertenecían al periodo y civilización incorrectos, historicamente y
que, para empezar, nunca debieron estar ahí.No involucre al americano en mi
explicación.
Gurdjiéff me informo, con considerable sarcasmo, que, aunque mi
conocimiento de la historia podría ser impresionante, yo había destruido
'estatuas' que le pertenecían; que el, personalmente había sido respon-
sable de que se colocaran ahi; que, de hecho, le gustaban las estatuas griegas en los
jardines japoneses; en cualquier caso, le gustaban en ese jardín japones en particular.
Dijo que, en vista de lo que había hecho, tendría que ser castigado y que el castigo
sería no recibir mi 'dinero de chocolate' (asi llamaba al dinero que recibían los niños
para sus gastos), hasta que se reemplazaran las estatuas. Dió instrucciónes a la Sra.
Madison de que investigara el precio de reemplazos equivalentes y de que tomara de
mi dinero, por el tiempo que fuera necesario.
Basicamente debido a mi situación familiar, Jane y Margaret no
disponían de mucho dinero entonces (y menos para nosotros), yo no tenía del
llamado 'dinero de chocolate'; al menos no regularmente. El único dinero que tuve
para gastos fué algun envio ocasional que hizo mi madre desde America, para
navidad o mi cumpleaños o sin razón aparente. En ese momento en particular yo no
tenía dinero. Ademas, estaba seguro de que las estatuas serían espantosamente
caras. Pude preveer un eternidad en la que estaría dando el dinero que pudiera
recibir, para bién de pagar mi irreflexivo acto. Era un prospecto horrible,
especialmente porque mi cumpleaños había sido solo unos meses atrás y la navidad
estaba a muchos meses a futuro.
Mi deprimente futuro sin dinero llegó abruptamente a su fin cuando
recibí, inesperadamente, un cheque de mi madre por veinticinco dolares. Antes de
llevar el cheque a la Sra. Madison, ella me había comentado que las 'estatuas' eran
comunes, vaciados de yeso y que solo costarían unos diez dolares. Me resultaba difícil
deshacerme aún de esa cantidad. Los veinticinco dolares me hubieran durado por lo
menos hasta navidad.
En la siguiente asamblea, la Sra. Madison informo al Sr. Gurdjiéff de
que yo había dado el dinero para las nuevas 'estatuas' (el se negaba incluso a
entender la palabra 'busto') y le preguntó si debería reemplazarlas.
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para mí (y para todos los demas) trabajar con ella. La Sra. Madison ya no me
preocupaba ni asustaba, me estaba acostumbrando a ella, por lo que le asegure que
haría lo mejor posible. Luego me dijo que era importante aprender a llevarse bién con
la gente. Importante solo en un sentido; aprender a vivir con todo tipo de personas y
en todo tipo de situaciones; vivir con ellos, en el sentido de no reaccionar a ellos
constantemente.
Antes de su partida, convoco una reunion con algunos estudiantes y la
Sra. Madison. Solo aquellos, americanos la mayoría, que se quedarían en el
Prieure en su ausencia (ademas de su familia y discípulos viejos que lo habían
seguido por muchos años y que, aparentemente, no estaban sujetos a la autoridad de
la Sra. Madison. Tenía la impresión de que los familiares cercanos de Gurdjiéff, su
hermano, su cuñada y sus sobrinos, no eran tanto 'seguidores' o 'estudiantes' como,
simplemente, la 'familia' que sostenía.
En esta reunion o asamblea, la Sra. Madison nos sirvio te a todos. Me
parece ahora que lo hizo por su iniciativa y, también, que estaba haciendo un intento
por 'empezar con el pié derecho', con aquellos estudiantes que estarían bajo su
cargo, el proximo invierno. Todos escuchabamos mientras ella y el Sr. Gurdjiéff
discutían varios aspectos del funcionamiento del Instituto, basicamente problemas
prácticos, asignación de trabajos y cosas asi; pero el recuerdo sobresaliente de esa
reunion, fué el acto de la Sra. Madison de servir el te. En lugar de sentarse en un sitio
para vaciarlo y pasarnoslo, vaciaba cada taza, de pié,y se la llevaba a cada quien.
Para su desgracia, tenía un hábito físico (era suficientemente delicado, en realidad,
como para parecer un cierto tipo de refinamiento), cada vez que se inclinaba
ventoseaba suavemente y tenía que hacerlo cada vez que daba la taza de te a una
persona. Inevitablemente se oiría un muy leve y corto estampido por el que,
inmediatamente diría 'Disculpeme' y se erguiría.
Todos estabamos divertidos y apenados por esto, pero nadie se diver-
tia más que Gurdjiéff. La observaba atentamente, con el leve inicio de una
sonrisa en su rostro. Resultaba imposible no verlo mientras que 'escuchabamos' a la
Sra. Madison. Empezo a hablar, como si ya no pudiera controlarse más. Dijo que la
Sra. Madison era una persona muy especial, con muchas cualidades que podrían no
ser aparentes de inmediato al observador casual (podía hablar un inglés muy verboso
y fluido cuando quería). Como un ejemplo de una de sus cualidades, citó el hecho de
que ella tenía una forma particularmente excepcional de servir el te. Que solo la Sra.
Madison servia el te con el acompañamiento de un agudo y breve estampido, como el
de una pistola de juguete. 'Pero tan delicado y refinado', dijo, 'que es necesario estar
alerta y altamente perceptivo para poder percibirlo'. Continuo para hacer la
observación de que deberíamos notar su extrema cortesia: el hecho de que, sin fallar,
se disculpaba despues de cada
estampido. Luego comparo esta 'gracia' suya con otras gracias sociales,
declarando que esta era no solo inusual sino, para él, aún con su amplia
experiencia, completamente nueva.
Es imposible dejar de admirar la compostura de la Sra. Madison durante ese
comentario prolongado y despiadado sobre su infortunado hábito. Aunque
evidentemente se 'pedorreaba', ninguno de nosotros pudimos usar esa
palabra tan gruesa, ni en pensamiento. Conforme Gurdjiéff hablaba de eso, el hábito
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Ademas del grupo de niños, los parientes del Sr. Gurdjiéff y algunos
adultos americanos, las unicas personas que no fueron a America con él eran las
personas de mas edad, la mayoría rusos, que parecían no encajar en la categoría de
estudiantes. Yo no sabía porque estaban ahí,solo podía pensar que eran 'parásitos' o
'seguidores de campamento'. Era difícil,si no imposible, imaginar que estuvieran
interesados en algun sentido por la filosofía de Gurdjiéff. Constituian, junto con la
familia de Gurdjiéff, el grupo que llamabamos, simplemente, 'los rusos'. parecían
representar a la Rusia que dejo de existir. Tengo entendido que la mayoría de ellos
escaparon de Rusia con Gurdjiéff (eran 'Blancos') y eran como un remanente aislado
de una civilización anterior. Trabajaban, sin propósito aparente, en cualquier tarea
que se les asignara, justificando asi su existencia y recibiéndo a cambio comida y
casa.
aún durante la actividad de los veranos, llevaban su propia existen-
cia privada. Leían periodicos rusos, discutían de politica de ese pais, se
reunian a tomar te en las tardes y noches, viviendo como personas desplazadas, en
el pasado, como si estuvieran inconcientes del presente y el futuro. El único contacto
que teníamos con ellos era en las comidas y en el baño turco y participaban, muy
ocasionalmente, en alguno de los proyectos de trabajo en grupo.
Entre estos 'refugiados' había un hombre notorio, llamado Rach-
milevitch, que tenía unos sesenta años de edad. Se distinguía entre 'los rusos' porque
tenía una curiosidad inagotable por todo lo que ocurría. Era un tipo terco y lúúgubre,
lleno de profecías de desastres, insatisfecho por todo. Se quejaba constantemente,
por la comida, las condiciones en que vivíamos; nunca estaba el agua
suficientemente caliente, no había suficiente combustible, el clima era demasiado frio
o demasiado caliente, las personas no eran amistosas, el mundo estaba llegando a su
fin; de hecho, todo, cualquier evento o condición, era algo que en cualquier momento
se convertiría en una calamidad o un desastre inminente.
Los niños, llenos de energía, al no tener mucho que hacer durante los
largos dias invernales, eligieron a Rachmilevitch como blanco de su vitalidad
sobrante. Todos nos burlabamos de él, imitabamos sus modales y haciamos lo mejor
que podíamos por hacer de su vida un largo, continuo y vivo infierno. Cuando entraba
al comedor, empezabamos a quejarnos por la comida; cuando trataba de leer su
periodico ruso, inventabamos una crisis politica imaginaria. Reteníamos su correspon-
dencia cuando estabamos a cargo de la portería, escondiamos sus periodicos,
robabamos sus cigarros. Sus interminables quejas irritaban también a los otros 'rusos'
y, subversivamente, no solo no hacian algo para contenernos, sino que, sutilmente y
sin mencionar directamente su nombre, nos aprobaban y hasta nos urgian a actuar.
No satisfechos con acosarlo durante el dia, nos dió por permanecer
levantados de noche, por lo menos hasta que apagaba la luz de su cuarto;
nos reuniamos entonces en el corredor y nos poníamos a platicar acerca de
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La tarde del sábado despues del regreso de Gurdjiéff, que había sido
entre semana, se hizo la primera 'asamblea' general en la casa estudio del
Prieure. La casa estudio era un edificio independiente que había sido, originalmente,
un hangar. En un extremo había una plataforma elevada, cubierta con linoleo.
Directamente enfrente de la plataforma había una pequeña fuente hexagonal,
equipada con luces que coloreaban el agua. Esa fuente se usaba solo cuando tocaban
musica en el piano que estaba ubicado en la parte izquierda de la plataforma o
escenario.
La parte principal del edificio estaba cubierta por alfombras orien-
tales de diferentes tamaños, rodeadas por una pequeña valla que formaba un gran
espacio rectangular. Había cojines forrados de piel, cubriendo la parte interna de la
valla y es ahí donde se sentaban los estudiantes, generalmente. Detrás de la valla, a
un nivel más alto, había bancas fijas, cubiertas también con alfombras orientales, que
usaban los espectadores. Cerca de la entrada del edificio había un pequeño cubículo,
elevado unos cuantos centimetros del suelo, que es donde se sentaba Gurdjiéff
habitualmente y encima de este había un palco que casi no se usaba; era solo para
visitantes 'importantes'. En las vigas transversales del techo se clavaron materiales
pintados que colgaban formando ondas y creaban el efecto de nubes. Era un interior
impresionante, en el que se sentía como si se estuviera en una iglesia. Uno tenía la
impresión, aunque estuviera vacio, de que era incorrecto hablar en voz alta ahi.
Ese sábado en la tarde, en particular, Gurdjiéff se sento en su
acostumbrado cubículo. La Sra. Madison se sento en el piso, cerca de él, con el librito
negro en su regazo y la mayoría de los estudiantes se sentaron en la parte interna de
la valla, en los cojines de piel. Los recien llegados y los 'espectadores' o invitados
estaban en las bancas altas, detrás de la valla. El Sr. Gurdjiéff anuncio que la Sra.
Madison repasaría todas las 'ofensas' de los estudiantes y que se aplicarían los
castigos apropiados a cada ofensor. Todos los niños (y yo en especial) esperabamos
sin aliento mientras que la Sra. Madison leía su libro,
ordenado por número de faltas cometidas, como se me había dicho. Yo
encabezaba la lista y la lectura de mis crimenes y ofensas fué muy larga.
Gurdjiéff escucho impasible, viendo ocasionalmente a uno u otro de
los culpables, sonriendo a veces al describirse alguna travésura en parti-
cular e interrumpiendo a la Sra. Madison solo para verificar, personalmente, el
número de marcas negras de alguien. Cuando terminó la lectura, se hizo un silencio
solemne y sin aliento en el recinto. Con un hondo suspiro Gurdjiéff dijo que todos
habíamos creado una gran carga para él. Dijo que ahora daría nuestros castigos, de
acuerdo con el número de ofensas cometidas. Naturalmente yo fuí el primero al que
llamo. Me hizo seña de que me sentara en el piso frente a él y pidió a la Sra. Madison
que leyera otra vez mis ofensas, a detalle. Al terminar, me dijo que si aceptaba todas.
Me sentí tentado a refutar algunas, por lo menos en parte, y a argumentar
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Sra. Madison se quede dormida. Este dinero debería proceder, en realidad, de la Sra.
Madison, no de mi. Tu mantienes viva a la Sra. Madison.'
Comprendí el serio y real sentido de lo que me quería decir, pero le
dije que sentía compasión por la Sra. Madison, que debía haber sido una terrible
experiencia cuando vió como recibíamos el premio.
Inclino la cabeza hacia mi, riendo aun. 'Tu no viste o comprendiste
la cosa importante que le ocurrió a la Sra. Madison cuando di el dinero. ? como te
sentiste entonces ? Sentiste piedad por ella, ? no ? Todos los demas sintieron piedad
también'
Estuve de acuerdo en que eso había pasado.
'La gente no entiende lo que es aprender', continuo. 'Creen que es
necesario hablar todo el tiempo, que hay que aprender con la mente, con palabras.
No es asi. Muchas cosas solo se aprenden con los sentimientos, o aún con las
sensaciones. Pero, como la gente habla todo el tiempo, usa solo el aparato
formatorio, la gente no comprende esto. Lo que no viste la otra noche en la casa
estudio es que la Sra. Madison tuvo una experiencia nueva para ella. Es una pobre
mujer, a nadie le gusta, piensan que es chistosa, se rien de ella. Pero la otra noche la
gente no se rió de ella. Es cierto, la Sra. Madison se sintió incomoda y se apeno
cuando le di dinero, tal vez sintió verguenza. Pero cuando muchas personas sienten
por ella simpatia, piedad, compasión y hasta amor, ella comprende eso, aunque no lo
haga con la mente luego luego. Siente, por primera vez en la vida la simpatia de
muchas personas. Incluso ella no sabe que sintió eso, pero su vida cambio; te usare
como ejemplo, el verano pasado odiabas a la Sra. Madison. Ahora no la odias, no
piensas que es chistosa, sientes compasión. Hasta te cae bién. Esto es bueno para
ella aunque no lo sepa de inmediato; tu se lo mostrarás. No puedes esconder lo que
sientes por ella aún si quieres hacerlo. Asi que ahora tiene un amigo que solia ser
enemigo. Eso
es algo bueno que hice para la Sra. Madison. No me preocupa si lo comprende ahora,
algun día lo hara y sentira calor en su corazón. Es una rara experiencia, ese
sentimiento calido, para una personalidad como la Sra. Madison que no tiene
encantos, que no es amistosa por naturaleza. Algun dia, tal vez pronto, tendra
buenos sentimientos porque mucha gente sintió piedad, compasión, por ella. Algun
día incluso comprendera lo que hice y hasta le caere bién por eso. Pero ese tipo de
aprendizaje lleva mucho tiempo.'
Lo comprendí completamente y me sentí muy conmovido por sus palabras.
Pero no había terminado. 'También hay algo bueno para tí en esto', dijo, Tu eres
joven, aún solo un niño, a ti no te importan las personas, solo tu mismo. Yo hago esto
a la Sra. Madison y piensas que yo hago algo malo. Sientes compasión, no olvidas,
piensas que hice algo malo. Pero ahora comprendes que no es asi. También es bueno
para tí porque sientes algo por otra persona; te identificaste con la Sra. Madison, te
pusiste en su lugar, también te arrepentiste de lo que hiciste. Es necesario ponerse
en el lugar de otra persona si quieres comprenderla y ayudarla. Eso es bueno para tu
conciencia, de esa manera tienes la posibilidad de aprender a no odiar a la Sra.
Madison. Todas las personas son iguales, humanos estupidos y
ciegos. Si hago algo malo, esto te hace aprender a amar a otros, no solo
a ti mismo.
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No fué sino hasta una hora despues, cuando estabamos a punto de hacer
una pausa para el te de la tarde, cuando el Sr. Gurdjiéff me llamo. Me
explicó por un rato que era esencial encontrar y traer al Sr. Ratchmilevitch. Dijo que
para que pudiera salvar las apariencias, era necesario mandar por el, que él jamas
regresaría por su cuenta y me instruyo para que enganchara el caballo y fuera a
buscarlo. Cuando proteste que no tenía ni idea de donde empezar a buscarlo, me dijo
que estaba seguro de que, si seguía mis propios instintos lo localizaría sin dificultad y
que, a lo mejor, el caballo ayudaría. En un intento por ponerme en el lugar de
Rachmilevitch, una vez que enganche el carro al caballo, me encamine hacia los
bosques que estaban más alla de los jardines formales. Me parecía que solo podía
haber ido a las hortalizas lejanas, una caminata de por lo menos una milla y me diriji
a la más remota, ubicada al final mismo de la propiedad. En el camino iba pensando
que haría si y cuando lo encontrara; particularmente porque yo había sido el principal
culpable en la conspiración que hicimos en su contra, en el invierno. Nada se me dijo
por ello, por lo menos no Gurdjiéff, y sentía que me había seleccionado porque yo
estaba a cargo del caballo, pero que había escogido al candidato menos
adecuado para su recado.
No me sorprendi mucho cuando comprobe que mi corazonada era correcta.
Estaba en la hortaliza, como yo lo esperaba. Pero, como para dar una calidad
ensoñadora al asunto, no estaba en lo que yo llamaría un lugar normal o usual.
Estaba, de todos los lugares posibles, sentado sobre un manzano. Ocultando mi
asombro, de verdad creí que estaba loco, guie al caballo para colocar el carro di-
rectamente debajo del árbol y le dije el recado. Me vió con mirada distante y se nego
a regresar. No se me ocurría ningún argumento o una razón de peso, para persuadirlo
de que regresara, asi que le dije que me quedaría ahí mientras él lo hiciera; que no
podía regresar sin el. Despues de un largo silencio durante el que, ocasionalmente, se
me quedaba mirando, bajo quietamente al carro y se sento a mi lado sin decir pa-
labra. Yo me diirigí a la casa principal. Nos habían guardado te y nos sentamos de
frente en una mesa a tomarlo mientras Gurdjiéff nos observaba desde una mesa
lejana. Todos los demas habían
regresado al trabajo.
Cuando terminamos, Gurdjiéff me dijo que desenganchara el carro, me
agradeció el haber encontrado a Rachmilevitch y me dijo que me vería mas tarde.
Gurdjiéff vino al establo antes de que terminara con el caballo y me
pidió le dijera en donde había encontrado a Rachmilevitch. Cuando le dije que lo
encontre sentado en un árbol en la 'hortaliza remota', se me quedo
viendo con incredulidad, me hizo le repitiera mis palabras y preguntó si estaba
absolutamente seguro. Yo le asegure que estaba en un árbol y que me
había tenido que esperar un largo rato, bajo el árbol, hasta que consintió en bajar
conmigo. Me preguntó que argumentos use y le confese que no se me había ocurrido
nada, excepto que él tenía que regresar y que lo esperaría hasta que lo hiciera.
Gurdjiéff parecía estarse divirtiendo mucho con la historia y me agradeció
profusamente que se la hubiera contado.
Pobre Sr. Rachmilevitch. Esa noche, cuando todos estabamos reunidos
en el salon, seguía siendo aún un objeto de interés para todos nosotros. Era la
primera vez que veíamos a un individuo desafiando a Gurdjiéff en presencia de todos.
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Pero el incidente no había terminado. Despues de que el Sr. Hartmann toco el piano,
como se acostumbraba, el Sr. Gurdjiéff nos dijo que tenía una historia muy divertida
que platicarnos y procedio a reconstruir detalladamente y con una gran cantidad de
embellecimientos inventados por el, la historia del desafio de Rachmilevitch, su
desaparición y mi 'captura'. No solo se había embellecido mucho la historia, sino que
ademas actuaba todos los papeles; el suyo, el de Rachmilevitch, el de los interesados
espectadores, el mio y hasta el del caballo. Tan divertido resulto para nosotros, que
Rachmilevitch no pudo soportarlo más. Por segunda vez en ese dia, se alejo con gran-
des zancadas, despues de furioso arrebato de colera, jurando que dejaría el prieuré
para siempre; finalmente había tenido suficiente.
No creo que alguien lo haya tomado en serio en ese momento, pero,
para nuestra sorpresa y consternación, realmente partio al, día siguiente,
hacia Paris. Había sido tanto una parte del lugar, tan conspicuo por sus
interminables quejas, que era como el final de una era; como si se hubiera
desvanecido una propiedad esencial de la escuela.
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prieuré y respondí que estaba muy sorprendido y admiti que sentía curiosidad por
saber como había sucedido eso; su resolución de irse para siempre había sido muy
definitiva.
Entonces Gurdjiéff me conto la historia de Rachmilevitch. De acuerdo
con esta, Rachmilevitch había sido un refugiado ruso que se había es-
tablecido en paris despues de la revolución y se había convertido en un prospero
comerciante negociando con mercancias como te, caviar y otros productos diversos
para los que había gran demanda, especialmente entre personas rusas.
Aparentemente Gurdjiéff lo había conocido por mucho tiempo, puede que haya sido
uno de los que salieron de Rusia con él algunos años antes, y había decidido que su
personalidad era un elemento esencial en la escuela.
'? Tu recuerdas', dijo, 'como dije que tu puedes crear problemas ?
Esto es cierto, pero eres solo un niño. Rachmilievitch es un hombre maduro y
malvado, como tu, pero tiene tal personalidad que crea fricciones constantes sin
importar que este haciendo o viviendo. No provoca problemas serios, pero provoca
fricción en la vida superficial, todo el tiempo. No puede evitarlo; ahora es demasiado
viejo para cambiar.'
'Cuando te digo que aunque Rachmilevitch es rico yo le pago porque
permanezca aqui tu te sorprendes, pero asi es. Es viejo amigo y es muy importante
para mis propósitos. No puedo pagarle lo que obtiene ahora en su negocio de te en
Paris; asi que cuando lo vi me humille, tuve que rogarle que hiciera un sacrificio por
mi. Acepto hacerlo y ahora estoy obligado de por vida con el. Sin Rachmilevitch el
prieuré no es el mismo. No conozco otra persona como el, una persona que por solo
existir, sin hacer esfuerzos concientes, produce fricción en todos los que que lo
rodean'.
Para ese tiempo había adquirido el hábito de asumir siempre, que en
todo lo que hacia Gurdjiéff había 'algo más que lo que ven los ojos'; también estaba
familiarizado con la teoría de que la fricción produce conflictos que agitan a las
personas y, por asi decirlo, los sacan de su conducta habitual rutinaria; pero, no pude
sino preguntarme que recompensa obtendría Rachmilevitch, aparte del dinero.
Gurdjiéff solo respodió a esto diciendo que era un privilegio para Rachmilevitch el
estar en el prieuré. 'En ninguna otra parte puede su personalidad hacer un trabajo
tan util'. Esa respuesta no me impresiono particularmente, pero si tuve una imagen
en la mente de como crecía la importancia de Rachmilevitch. parecía, pensando lo
mejor, que tenía un destino curioso; asumi que debía vivir en un estado constante de
catastrofe, haciendo estragos incesantemente.
No había duda de que su presencia no solo creaba problemas, sino que
parecía atraerlos. Poco despues de su regreso, fuimos otra vez el punto focal en otro
'incidente'.
Era mi día de trabajo en la cocina. Me levante a las cuatro y media
de la mañana, lo que era costumbre para un 'ayudante de cocina'. Debido a mi edad
y porque soy flojo por naturaleza, la unica forma de estar seguro de levantarme a
buena hora para mi trabajo en la cocina, era tomarme todos los vasos de agua que
pudiera, antes de irme a dormir cerca de las once de la noche anterior. No se usaban
relojes despertadores en el prieuré y esa receta para levantarse temprano (que
alguien me sugirió), nunca fallaba. Como el excusado mas cercano estaba muy
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para él. Dijo que como había un cocinero nuevo ese dia, sentía que era su respon-
sabilidad probar su sazon. Alguien fué a traerle un plato, le servi lo que quedaba en la
olla y él se puso a comer, en silencio. Cuando terminó, vino hacia mi, me felicito en
alta voz y dijo que era su sopa predilecta y que era la mejor que había probado.
Luego volteo hacia los estudiantes y dijo que tenía mucha experiencia
y había recibido mucho entrenamiento en varias cosas y que en el transcurso de su
vida había aprendido mucho sobre comidas, quimica y la mejor forma de cocinar, lo
que incluia al sazon, desde luego. Dijo que aunque él había inventado esa sopa en
particular y que le gustaba mucho, se había dado cuenta ahora de que siempre le
hizo falta un elemento para hacerla perfecta; el carbon era lo que esta sopa
necesitaba. Terminó su discurso diciendo que instruiría a su secretaria para que
cambiara la receta, incluyendo un pedazo de carbon, que no se comería, pero que
mejoraría el sabor. Luego invito a Rachmilevitch a tomar su café con él y salieron
juntos del area del comedor.
55
Capítulo 17
preparación de la comida de su esposa; era una dieta que incluia grandes cantidades
de sangre que se obtenía de carne molida, usando una pequeña prensa de mano. Al
empezar su enfermedad, salia ocasionalmente a la terraza a tomar el sol, pero al
terminar el verano se retiró permanentemente en su cuarto.
Gurdjiéff nos informo una noche que no tenía curación su enfermedad, que era un
tipo de cancer y que unos dos meses antes los doctores le habían dado solo dos
semanas de vida. Dijo que aunque le costara toda su energía, estaba determinado a
mantenerla viva por el mayor tiempo posible. Dijo que ella 'vivía gracias a el' y que a
él le costaba casi toda su energía del dia, pero que esperaba poder mantenerla viva
por un año o por lo menos seis meses.
Como yo seguía a cargo de sus habitaciones, necesariamente tenía
cierto contacto con el. Con frecuencia me pedia café por las noches, ya que era la
unica hora en que escribía entonces; con frecuencia trabajaba hasta las cuatro o
cinco de la mañana, habiendo empezado a las diez de la noche.
Ademas de las gallinas, el burro, el caballo, algunas ovejas y una
vaca, había varios gatos y perros en el prieuré. Uno de los perros
seguía a veces a Gurdjiéff, era negro con manchas blancas y muy feo. En ese
periodo, el perro se convirtió en su compañia constante ya que Gurdjiéff estaba más
tiempo en el prieuré y casi no iba a Paris. No solo lo seguía a todas partes sino que
dormia en el cuarto, a menos que Gurdjiéff lo sacara. Eso ocurría diariamente y me
explicaba que no le gustaba que nadie ni nada durmiera en su recamara. Cuando lo
sacaba del cuarto, Philos se acurrucaba recargado a la puerta y se dormia ahí.Era un
guardian bastante feroz que se dedico a cuidar a Gurdjiéff; era tolerante conmigo
porque me veía entrar y salir de la habitación. Cuando llevaba café tarde en la noche,
volteaba a verme, bostezaba y me dejaba que lo brincara para entrar a la habitación.
Una noche, era muy tarde y todo el prieuré estaba oscuro y silencioso, Gurdjiéff dejo
a un lado su trabajo cuando entre y me dijo me sentara en la cama junto a el. Hablo
un rato sobre su trabajo, lo duro que era escribir, lo agotador de su trabajo diario con
Madame Ostrovsky y luego me preguntó como estaba yo. Hice un resumen de las
cosas que estaba haciendo entonces y me comento que ya que tenía mucho que ver
con animales (atendía a las gallinas, el caballo, el burro y últimamente a Philos)
quería le dijera que pensaba de ellos. Le dije que pensaba en ellos como amigos y
que hasta tenían nombre las gallinas, lo que le pareció divertido.
Dijo que las gallinas no importaban, que eran criaturas muy es-
tupidas, pero que esperaba que cuidara bién a los otros animales. El burro no
importaba mucho; pero el caballo y los perros si. 'El caballo y los perros y a veces una
vaca verdadera', dijo, 'son animales especiales. Puedes hacer mucho con ellos. En
America, en el mundo occidental, las gentes hacen tontos a los perros, les enseñan
trucos y otras cosas estupidas. Pero esos animales son realmente especiales; ya no
son solo animales.' Luego me preguntó si había oido sobre la reencarnación y
respondí que si. Dijo que había personas, algunos budistas, por ejemplo, que tenían
muchas teorías sobre la reencarnación, algunos 'incluso creen que un animal puede
ser hombre o, a veces, que un hombre puede hacerse animal en su siguiente
reencarnación'. Rió cuando dijo eso y luego
agrego: 'El hombre hace cosas extrañas con la religion cuando aprende
poco; fabrica cosas nuevas para su religion, a veces cosas que tienen algo de verdad,
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pero lo que tienen viene de la cosa original que era verdad. En el caso de los perros,
no estan totalmente equivocados', dijo. 'Los animales tienen solo dos centros; el
hombre es un ser tricentrado, con cuerpo, corazón y mente; completamente
diferente. Los animales no pueden adquirir un tercer cerebro y convertirse en
hombres; pero precisamente por esto, por esa imposibilidad de adquirir un tercer
cerebro, es necesario tratar a los animales con cariño. ? Conoces esa palabra ?
(kindness).
Dije que si la conocía y me dijo: 'Nunca olvides esa palabra. Es una
palabra muy buena y no existe en muchos idiomas. Por ejemplo, en el francés no
existe. Los franceses dicen 'gentil' pero el significado no es el mismo. No es del
mismo tipo (kind), kind viene de kin, pariente, es como familia, como ser lo mismo.
Cariño (kindness) significa tratar como a uno mismo'.
'La razón por la que hay que tratar a los perros y los caballos con
cariño', continuo, 'es porque son diferentes a todos los demas animales y aunque
saben que no pueden convertirse en hombres, que no pueden adquirir un tercer
cerebro como el hombre, en el corazón de todo perro o caballo que se asocia con el
hombre, aparece el deseo de convertirse en hombre. Ves a un perro o a un caballo y
siempre ves en sus ojos esa tristeza, porque sabe que eso no es posible y aún asi lo
desea. Es muy triste desear algo imposible. Ellos desean eso por causa del hombre. El
hombre corrompe a esos animales, casi trata de hacer humano al perro y al caballo.
Has oido decir a personas 'mi perro es casi humano'; no saben que dicen una verdad
parcial cuando lo hacen, porque es casi verdad, pero es imposible. Los perros y los
caballos parecen humanos porque tienen ese deseo. Asi que, Fritz, recuerda esta cosa
importante. Cuida mucho a los animales; se cariñoso siempre.'
Luego hablo de Madame Ostrovsky. Dijo que el trabajo que hacia para
ella era extremadamente fatigoso y muy difícil 'porque trato de hacer algo con ella
que casi no es posible. Si estuviera sola, hace mucho que hubiera muerto. La
mantengo viva, la hago que siga viva con mi fuerza; algo muy difícil.Pero también
muy importante; es el momento más importante de su vida para ella. Ha vivido
muchas vidas, es un alma muy vieja; ahora tiene posibilidades de ascender a otro
mundo. Pero llegó la enfermedad y lo hace más difícil,imposible para ella hacer eso
sola. Si puedo mantenerla viva unos cuantos meses más, no tendra que regresar y
vivir esta vida otra vez. Ahora eres parte de la familia del prieuré, mi familia, tu
puedes ayudar teniendo un fuerte deseo por ella, no porque viva mucho, solo por una
muerte adecuada en el momento correcto. El deseo puede ayudar, es como una
oración, cuando es para otro. Cuando es para uno, la oración y el deseo no sirven;
solo el trabajo sirve para uno. Pero cuando deseas con el otro el bién de otro, eso
puede ayudar.'
Cuando terminó de hablar, se me quedo viendo por mucho rato, me acaricio la
cabeza en su forma afectuosa animal y me mando a la cama.
58
Capítulo 18
el que tenía más baja calificación era Gurdjiéff. Tan baja, como decía el, que en
realidad pertenecía a otro a club. Como siempre uso sombrero, en verano y en
invierno, y pese a lo oscuro de su rostro, su calva era de una blancura
resplandeciente. Su club, del que era presidente y único miembro, se llamaba algo asi
como el club de 'La corona Blanca' y comparaba la blancura de nuestro trasero con la
de su calva cabeza, haciendo elaboradas comparaciones de grado.
Una de sus historias favoritas era un largo cuento acerca de un peon
que tenía relaciones con la esposa del granjero. Este, sospechando de su
mujer salio a buscarla llevando su rifle y los descubrió cuando percibió, a la luz de la
luna, el blanco culo del peon botando ritmicamente en la oscuridad, brillante al
reflejar la luz. Aunque con frecuencia repetia estas historias y muchas de ellas no
eran particularmente comicas, el inmenso deleite con que las contaba nos hacia reír a
todos. Era un soberbio contador de chistes que embrollaba aún el chiste más simple,
convirtiéndolo en algo tan largo y embellecido, con tanta ornamentación y detalles,
acompañado por gestos y expresiones tan significativos, que era imposible no
escucharlo con atención total.
El lado más sutil de su humor, que siempre era complicado y enredado,
se expresaba de manera diferente. Poco antes ese verano, un grupo de
nosotros descubrimos un túnel al andar explorando las bodegas del edificio
principal. Aunque lo seguimos por casi un kilometro, no pudimos llegar al final, debido
a la oscuridad, las ratas, las telarañas, el moho y la humedad. Existía el rumor de
que, ya que el prieuré había sido construido por orden de Luis XIV para Madame de
Maintenon, había un pasaje subterraneo que llegaba hasta el palacio de Fontainbleau.
Sea como sea,, Gurdjiéff se interesó mucho en nuestro descubrimiento y fué a
examinar personalmente el túnel.
Mas o menos una semana despues del descubrimiento, me dijo que tenía
un trabajo importante para mí. Hablo por un rato acerca del túnel y luego
me pidió que trajera una botella del vino rojo comun, del que tomabamos con las
comidas y que en ese tiempo costaba unos ocho centavos por litro, que abriera la
botella, tirara la mitad y la llenara otra vez con agua de soda Perrier. Luego debía
poner el corcho, sellarlo con cera, cubrirlo con arena y telarañas ('Hay telarañas
maravillosas para este propósito en el túnel') y se lo llevara cuando él me lo pidiera.
Debo haberme visto perplejo, por lo que continuo explicando que
tendría dos visitantes distinguidos la siguiente semana. Estaba preparando ese vino
especialmente para ellos. Me llamaría y me pediría 'una de las botellas del vino añejo
especial' y debía yo llevar esa botella con un sacacorchos y dos vasos. Estuvo
sonriendo constantemente mientras me daba esas instrucciones; yo no hice ningún
comentario, aunque sabía que él 'andaba trás de algo', frase que usaba seguido
cuando andaba planeando alguna cosa.
Llegaron los visitantes. Yo los conocía bién, de hecho todos los
conocían ahí por su reputación y producian la reacción automática de admiración y
respeto que se supone debe sentirse por las personas 'famosas', lo merezcan o no.
Guie a las visitantes, mujeres ambas, al cuarto de Gurdjiéff y me retire a mi lugar de
espera cerca de la chicharra (había dos para mi, una en la cocina y otra en mi
cuarto). Cuando escuche el esperado timbrazo corri a su cuarto y él me dijo que
llevara 'el raro vino añejo especial que habíamos encontrado durante un proyecto
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prendi las chimeneas y espere el tiempo que me pareció adecuado para regresar a la
habitación. Me dijo que las condujera a sus habitaciones y a ellas les dijo que
deberían descansar despues de la experiencia de haber probado ese vino maravilloso
y deberían prepararse para la cena de esa noche, una gran festin que estaban
preparando especialmente en su honor.
Cuando lo vi más tarde a solas, su unica mención al episodio del vino
fué felicitarme por la apariencia de la botella. Yo le lance una mirada
significativa, como para decirle que comprendía lo que estaba haciendo.
El me dijo muy seriamente, aunque con una leve sonrisa sarcastica: 'Por como me ves
yo se que ya hiciste un juicio de esas damas; pero recuerda lo que dije antes, hay que
ver todos los lados y las direcciones antes de hacer un juicio. No olvides eso.'
62
Capítulo 19
cenaramos.
Ya en la mesa, la mujer daba toda la impresión de estar muy nerviosa,
fumando un cigarro trás otro y tosiendo constantemente, tanto que todos teníamos
que prestarle atención. Haciendo a un lado cualquier conversación sobre esto,
Gurdjiéff dijo que parecía que tenía mucha tos. Ella respodió de inmediato, feliz de
tener su atención y dijo que era parte del problema que quería consultarle. El la vió
frunciendo el seño, pero antes de que pudiera decir nada ella se lanzo a hablar. Dijo
que tenía problemas con su esposo y que el fumar excesivamente y su tos eran
simplemente 'manifestaciones exteriores' de su problema. Para entonces todos la
escuchabamos (yo estaba de mesero). Gurdjiéff la vió con reprobación otra vez, pero
ella continuo incesante. Dijo que, como todo mundo sabe, el cigarro es un simbolo
falico y que ella había descubierto que su excesivo fumar y la tos resultante eran
'manifestaciones' que ocurrían siempre que tenía la mencionada dificultad con su
marido, agregando que, desde luego, sus problemas eran sexuales.
Gurdjiéff la había escuchado como siempre, con atención total y,
despues de meditar un rato le preguntó que tipo de cigarros fumaba. Ella mencionó
una marca americana que dijo había fumado por años. El asintió, muy pensativo ante
esa revelación y, despues de unos instantes de suspenso, dijo que él pensaba que la
cura o la solución era muy sencilla. Sugirió que cambiara de marca de cigarrillos, que
tal vez una buena marca para probar serían los 'Gauloises Bleues'. Eso dió por
terminada la platica.
Fué despues, en el salon, cuando tomabamos café muy ceremoniosamente,
que se oyo que la mujer lo alababa extravagantemente y decía que Gurdjiéff le había
dado la solución; que su forma de resolver los problemas nunca era
obvia, pero que ella lo había comprendido muy bién.
Se quedo uno o dos dias más en el prieuré, compro una reserva enorme
de 'Gauloises Bleues', tanta como la ley le permitia sacar del pais, no
solicito entrevistas y, habiendo informado a Gurdjiéff que había comprendido, se
regreso a America. Ya que se había ido Gurdjiéff se refirió a ella como 'uno de esos
accidentes dados por Dios, que tienen buenas intenciones para conmigo'. Le había
cobrado mucho y ella había pagado con gusto.
Aunque no hablé de esto entonces, si hice referencia a ese y otros
incidentes un tiempo despues. En esa ocasión me dijo que mucha gente, personas
con 'moralidad de clase media del mundo occidental' tenían dudas y objeciones por la
forma en que obtenía dinero, el que necesitaba siempre para sostener al prieuré y a
muchos estudiantes que no podían pagarle. Dijo, casi enojado, que nuestro tipo de
moralidad se basaba en el dinero; que lo único que nos preocupaba de esas
situaciones era que él había obtenido el dinero, aparentemente sin dar nada a
cambio.
'Toda mi vida', dijo con firmeza, 'he dicho que este trabajo no es
para todos. Es bueno si puede resolver problemas asociados con religion o con su
siquiatria americana. Pero la gente no escucha lo que digo; siempre
encuentran otro significado, interpretan lo que digo a su manera, con eso se sienten
bién. Entonces tienen que pagar por ese buen sentimiento. Muchas veces he dicho
que mi trabajo no puede ayudar para problemas de la vida ordinaria: sexo,
enfermedad, desdicha, ese tipo de cosas. Si no pueden resolver solos esos
64
problemas, entonces mi trabajo, que nada tiene que ver con esos problemas, no es
bueno para ellos. Pero esa gente viene aqui, no importa lo que yo diga, para sentirse
bién; la mujer que fuma mucho puede ahora decirle a todos, a sí misma en particular,
que me consulto sobre un problema y que le di la solución, a pesar de que yo no di
solución. Asi que, precisamente ese tipo de gente, pueden justificar su existencia ayu-
dandome con mis multiples problemas de dinero. aún con su estupidez ayudan a algo
bueno: mi trabajo. Esa es suficiente recompensa
para tal tipo de gente.'
'Es una infortunada debilidad de la gente de ahora; piden consejo
pero no quieren ayuda, solo quieren encontrar lo que ya desean. No oyen las
palabras que digo, yo siempre digo lo que quiero decir, mis palabras son siempre
claras, pero no creen en ellas, siempre buscan otro significado, un significado que
solo existe en su imaginación. Sin una mujer asi, sin gente asi, tu y otras personas
que estan en el prieuré no comerían. El dinero que esa mujer pago es dinero para
comida.' Esa fué una de las pocas ocasiones en la que lo oi 'explicar' o 'justificar' esa
actividad suya.
65
Capítulo 20
sonrisa enorme, como si compartieramos una broma colosal y me dijo que recogiera
las tasas del cafe.
Ya tarde ese dia, estando en su habitación, se refirió a la mecano-
grafa otra vez. Hablo primero de la 'hielera electrica': 'solo tienes que
enchufarla e instantaneamente empieza a hacer un ruido de ronroneo y empieza a
producir hielo.' Me sonrió otra vez, como conspirando. 'Es lo mismo con la dama
alemana. Yo, como si la enchufara, le digo que escriba y ella también empieza a
hacer ruido y a producir, no hielo, sino libro. Maravilloso invento americano. En ese
momento casi me cayó bién y me sentiría feliz de hacerle sus mandados de ahí en
adelante. No pude evitar decirlo y Gurdjiéff asintió en mi dirección, se veía
complacido. 'Cuando tu ayudas a la dama mecanografa, me ayudas a mi, igual que si
aceitas la maquina para que siga trabajando; esa cosa maravillosa.'
68
Capítulo 21
Sonrió indulgente y dijo que era imposible darle las gracias por lo que había hecho.
'No puedes dar las gracias por la vida, no es posible dar suficientes gracias; también,
a lo mejor habra ocasiones en que desearás que no te hubiera salvado yo la vida
Ahora eres joven, te alegras de no morir; lo que paso es serio porque enfermedades
como la que tuviste son muy peligrosas, hasta pueden matar. Pero cuando crezcas
no gustarás siempre de la vida y tal vez no me agradezcas sino que me maldigas
porque no te deje morir. Asi que no des gracias ahora.'
Continuo despues, diciendo que la vida 'es una espada de dos filos.
En tu pais piensan que la vida es solo para el placer. Hay un dicho en tu
pais: 'la busqueda de la felicidad' y ese dicho muestra que la gente no
comprende la vida. La felicidad es nada, solo es la otra cara de la infelicidad. Pero en
tu pais y ahora en casi todo el mundo, la gente solo quiere la felicidad. Otras cosas
son importantes también: el sufrimiento es importante porque también es parte de la
vida, una parte necesaria. Sin sufrimiento el hombre no puede crecer; pero cuando tu
sufres, solo piensas en ti mismo, sientes compasión por ti mismo, no quieres sufrir
porque eso te hace sentir incomodo, te hace desear escapar de aquello que te hace
sentir mal. Cuando el hombre sufre, solo siente compasión por él mismo. No es asi en
el hombre real. El hombre real siente felicidad también, en ocasiones, felicidad real;
pero cuando siente sufrimiento real, también, él no trata de detener eso en sí mismo.
Lo acepta porque sabe que es propio para un hombre. Debe sufrir para conocer la
verdad de sí mismo; debe aprender a sufrir con su voluntad. Cuando le llega
sufrimiento a un
hombre debe hacerlo un sufrimiento intencional, debe sentir con todo el ser; debe
desear que con ese sufrimiento pueda ayudarse a ser conciente, que ayude a
comprender.
'Tu tuviste solo sufrimiento físico, sufrimiento del cuerpo por el
dolor en la pierna. Este sufrimiento también ayuda si sabes como usarlo para el ser.
Pero este es un sufrimiento como el de un animal, no es un sufrimiento importante.
Con otro sufrimiento, sufriendo en todo uno mismo, es posible comprender que toda
la gente sufre de esa manera, también es posible comprender cuanto se depende de
la Naturaleza, de otros seres humanos, de todo, para que nos ayuden en la vida. No
se puede vivir solo. La soledad, no el estar solitario, lo que es malo, sino la soledad
puede ser algo bueno para el hombre, muy necesario para la vida; pero también es
necesario aprender a no vivir en soledad, porque la vida real depende de otros seres
humanos y no solo en uno. Ahora eres aún un niño, no puedes comprender lo que
digo, pero recuerdas esto; lo recuerdas para el tiempo en que no me agradezcas que
te salve la vida.'
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Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
problema había ocurrido antes, ya que el mensajero regreso con gran cantidad de
pantaloncillos de muselina que desenterro de alguna parte. Se nos dijo que los usa-
ramos y nos desvistieramos con el mayor pudor posible. Cuando pasamos por fin al
cuarto de vapor, incomodos con nuestro
desacostumbrado atuendo, Gurdjiéff, como si tuviera al Arzobispo a su
merced, se quito gradualmente su pantaloncillo y uno por uno lo fuimos haciendo los
demas. El Arzobispo no hizo mas comentarios, pero conservo tercamente su
pantaloncillo alrededor de la cintura.
Cuando dejamos el cuarto de vapor y pasamos al cuarto de enmedio para
bañarnos, el Sr. Gurdjiéff inicio otra vez una larga arenga para el
Arzobispo. Dijo que esa vestimenta parcial era no solo una forma de falso pudor, sino
que era dañina sicológica y físicamente; que las civilizaciones antiguas se habían
dado cuenta de que los rituales más importantes de limpieza tenían que ver con las
llamadas 'partes privadas' del cuerpo, que no podían limpiarse adecuadamente si se
llevaba cualquier tipo de ropa sobre ellas y que, de hecho, muchas ceremonias
religiosas de civilizaciones anteriores habían insistido en esa limpieza como parte de
sus ritos sagrados o religiosos. El resultado fué un acuerdo: el Arzobispo no objeto
esos argumentos y quedo de acuerdo en que podíamos hacer lo que quisieramos,
pero él no se quitaría, y no lo hizo, su cubierta.
Despues del baño, la discusión continuo en el primer cuarto, el
vestidor, durante el periodo de 'enfriamiento' que duraba también alrededor de
media hora; Gurdjiéff insistía mucho en que no debiamos aventurarnos en el aire
nocturno despues del baño. Era esencial una ducha fria, pero el aire frio estaba
prohibido. Durante la discusión en el vestidor, el Sr. Gurdjiéff abordo la cuestion de
los funerales y dijo que una medida importante de respeto, aún con los muertos, era
asistir a sus exequias perfectamente limpio, de mente y cuerpo. El tono de su voz,
que había sido chusco al principio y serio en el cuarto de lavado, se había hecho
conciliatorio y persuasivo. Gurdjiéff reitero que en ninguna forma había pretendido
mostrarse irrespetuoso con el Arzobispo.
Cualquiera que fueran las diferencias entre ellos, aparentemente se
respetaban entre si; en la cena, que fué casi un banquete, resulto que
el Arzobispo era un hombre de modales agradables y con gusto por convivir,
ademas de ser un fuerte bebedor, lo que agrado a Gurdjiéff; parecía que ambos
disfrutaban mucho de su compañia.
Despues de la cena, aunque ya era muy tarde, el Sr. Gurdjiéff hizo
que todos se reunieran en el salon principal y nos narro una larga historia acerca de
las costumbres funerales de varias civilizaciones. Dijo que ya que Madame Ostrovsky
lo había deseado, tendría un funeral adecuado de acuerdo a su iglesia, pero agrego
que otras costumbres que habían existido en grandes civilizaciones del pasado
remoto, en civilizaciones que eran literalmente desconocidas para el hombre
moderno, eran también importantes y pertinentes. Describió uno de esos ritos
funerales en el que los familiares y amigos del difunto se reunian durante tres dias
despues de su muerte. Durante ese periodo recordarían y dirían en voz alta todos
aquellos actos que consideraban malos o dañinos, los pecados cometidos por el di-
funto durante su vida; el propósito de eso era crear una oposición que forzara al alma
a luchar por salir del cuerpo del difunto y llegar asi a otro mundo.
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Capítulo 25
Capítulo 26
Poco despues del episodio de los aretes, Gurdjiéff abordo otra vez el
tema de los hombres y las mujeres, sus papeles en la vida y, como un elemento
adicional, los roles especificos de los sexos en su trabajo o, en su caso, en cualquier
trabajo religioso o sicológico que tuviera como meta el desarrollo de uno mismo y un
crecimiento adecuado. Me sorprendía y me quedaba perplejo entonces y muchas
veces despues, por su reiteración de que no solo su trabajo 'no era para todos' sino
que 'las mujeres no lo necesitan'. Decía que la naturaleza de la mujer es tal, que el
'desarrollo de uno mismo' en el sentido que él daba a la frase, era algo que la mujer
no puede lograr. Entre otras cosas decía: 'La naturaleza de la mujer es muy diferente
de la del hombre. La mujer es de la tierra y su unica esperanza de subir a otro estado
de desarrollo, de ir al paraiso como dicen ustedes, es CON el hombre. La mujer ya lo
sabe todo, pero ese conocimiento no le sirve, de hecho, puede ser como un veneno
para ella, a menos que tenga a
un hombre con ella. El hombre tiene algo que nunca existe en la mujer:
lo que ustedes llaman 'aspiración'. En la vida el hombre usa esta cosa, esta
aspiración, para muchas cosas, todas malas para su vida; pero TIENE que usarla
porque tiene esa necesidad. El hombre, no la mujer, escala montañas, baja a los
oceanos, vuela por el aire, porque tiene que hacer eso. Le es imposible no hacerlo; no
puede resistirlo. Mira la vida a tu alrededor: el hombre escribe musica, el hombre
pinta cuadros, escribe libros, hace todas esas cosas. El cree que es la forma de
encontrar el Paraiso para su ser'.
Cuando alguien objeto que las ciencias y las artes no eran, despues
de todo, exclusivas del mundo masculino, Gurdjiéff se rió: 'Preguntas sobre
mujeres artistas y mujeres cientificas. Yo digo que tu mundo esta todo enredado y te
digo esta cosa verdadera. El hombre verdadero y la mujer verdadera no tienen solo
un sexo, no son nada más macho o hembra. El humano real es una combinación de
estas cosas: lo activo y lo pasivo, lo masculino y lo femenino. aún ustedes,' hizo un
movimiento circular señalandonos a todos, 'a veces comprenden esto, porque a veces
se ven sorprendidos cuando ven a un hombre que siente algo como mujer o a una
mujer que actua como hombre; o, incluso, cuando sienten en sí mismos emociones
propias del sexo opuesto.
'Todos nosotros vivimos en lo que llamamos el universo, pero este es
un sistema solar muy pequeño, el más pequeño entre muchos, muchos sistemas
solares, estamos en un lugar poco importante. Por ejemplo, en este sistema solar, la
gente es bisexual: es necesario tener dos sexos para la reproducción de la especie,
un método primitivo que usa parte de la aspiración del hombre para la creación de
más gente. El hombre que puede aprender como lograr un ser superior, como ir
apropiadamente al Paraiso, puede usar esa aspiración para el desarrollo del ser, para
lo que ustedes llaman inmortalidad. En el mundo como existe ahora, ningún hombre
puede hacer eso: la unica posibilidad de inmortalidad es la reproducción. Cuando un
hombre tiene hijos, no todo lo suyo muere cuando muere su cuerpo.
'No es necesario que la mujer haga el trabajo del hombre en el mundo.
Si la mujer encuentra a un hombre real, entonces ella se convierte en una
mujer real sin necesidad de trabajar. Pero, como yo digo, el mundo esta enredado.
Ahora en el mundo no existen hombres reales, asi que la mujer hasta trata de
convertirse en hombre, hace el trabajo del hombre, lo que esta mal para su
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naturaleza.'
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Capítulo 27
presencia. ? Pero no era significativo que Orage haya dejado el prieuré y que no haya
regresado ? Me habían dicho que estaba enseñando el 'trabajo' de Gurdjiéff en Nueva
York, desde entonces, y es posible que lo que Gurdjiéff hizo a Orage haya sido
necesario; pero, finalmente, ? quien podría determinar eso ?
El mismo Gurdjiéff no era de gran ayuda. Una de las cosas inol-
vidables que había dicho y había repetido muchas veces, era que lo que llamamos
'bién' y 'mal' crece igual en el hombre; que la potencialidad de convertirse en un
'angel' o un 'demonio' era siempre igual. Aunque con frecuencia había hablado de la
necesidad de crear o adquirir una 'fuerza reconciliante' en uno mismo, con el objeto
de lidiar con los lados 'positivo' y 'negativo' o 'bueno' y 'malo' de la propia naturaleza,
había declarado también que la 'guerra' no tenía fin; que mientras mas aprendía uno,
la vida se hacia, inevitablemente, más difícil.
El prospecto parecía ser: 'mientras más aprendes más duras se pondran
las cosas'. Cuando se encontraba, ocasionalmente, con protestas contra esa
visión terrible del futuro, respondía invariablemente con la declaración, mas o menos
irrefutable, de que nosotros, individualmente o como grupo, eramos incapaces de
pensar con claridad, no eramos suficientemente adultos o maduros para juzgar si ese
era o no un futuro apropiado y realista para el hombre; mientras que el sabía de lo
que estaba hablando. Yo no tenía argumentos con que defenderme del cargo de in-
competencia que se me hacia; pero tampoco tenía una prueba absolutamente
aceptable de su competencia. Su fuerza, su magnetismo, su poder, su habilidad y
hasta sabiduria, eran innegables, posiblemente. Pero la combinación de esos
atributos o cualidades ? creaban automaticamente la cualidad de hacer un juicio
competente ?
Es una perdida de tiempo discutir o pelear con gente que esta conven-
cida. Las personas que se interesaron en Gurdjiéff siempre terminaban por encajar en
una de dos categorias: los que estaban a su favor y los que estaban en contra; se
quedaban en el prieuré o seguían reuniéndose en sus 'grupos' en Paris, Londres,
Nueva York y otros sitios, porque estaban convencidos razónablemente de que tenía
algun tipo de respuesta, o bién lo dejaban a él y a su 'trabajo' porque estaban
convencidos de que era un charlatan, un demonio o, por lo menos, que estaba
equivocado.
Existiendo la buena voluntad del auditorio, Gurdjiéff era increible-
mente convincente. Su presencia y su magnetismo físico eran indiscutibles y a veces
abrumadores. Era imposible refutar su lógica, en cuestiones prácticas, y esta nunca
estaba coloreada o distorsionada por la emoción; en ese sentido, en los problemas
puramente ordinarios de la vida, no había duda de que jugaba limpio. Era un juez
considerado y atento cuando trataba con las situaciones o disputas que aparecen en
el proceso de mantener una institución como el prieuré; hubiera sido ridículo e ilógico
discutir con él o decir que era injusto.
Sin embargo, recordando lo que pasaba por mi mente en esa edad, en
cosas como las experiencias que tuve con la Sra. Madison, ? que le había hecho él ? ?
que efecto tuvo en ella que nos haya premiado por haberla desafiado ? ? porque la
había puesto en esa posición de autoridad ? Desde luego, la Sra Madison estaba
físicamente presente como una respuesta a esas preguntas. parecía haberse
convertido en un seguidor más convencido, un discípulo más devoto y,
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sacramento.
No me sentí muy confundido cuando me entere de que el nombre del
primer libro de Gurdjiéff era 'Relatos de Belcebu a su nieto' o 'Una Critica Objetiva e
Imparcial del Hombre'. La idea de que el diablo, o Belcebu, era el que hacia la critica
no me sorprendió. Cuando Gurdjiéff declaro que Cristo, Buda, Mahoma y otros
profetas como ellos, eran 'mensajeros de los dioses' que finalmente habían FALLADO,
pude aceptar la teoría implicita de que ya había llegado el momento de darle su
oportunidad al diablo. Como adolescente, no tenía tan buena opinión del mundo
como para rechazar el veredicto de Gurdjiéff de que estaba 'todo enredado' o 'parado
de cabeza' o, en mi propia versión de sus palabras, hecho un desastre. Pero, si los
profetas mencionados habían 'fallado' por alguna razón, ?
había alguna seguridad de que Gurdjiéff (o Belcebu) tuviera éxito ?
? Éxito o fracaso de que ? Podía aceptar la teoría de que había algo
'mal' con la humanidad, pero resistía la declaración, hecha por un individuo, de que él
sabía exactamente lo que estaba 'mal'. Ademas, aceptación no es convicción y para
bién de discutir seriamente una cura, me parecía lógico que uno fuera convencido
primero de que existía la enfermedad. ? Se me iba a forzar entonces a formarme una
opinión acerca de la 'condición del hombre', para hacer un diagnostico ? No estaba
equipado para hacer eso, pero no estaba en contra de intentar en esa dirección. La
unica respuesta que pude encontrar, desde luego, fué que no había respuesta.
Todas esas especulaciones me llevaban, inevitablemente, de regreso a
Gurdjiéff, el hombre. Cuando prescribía un ejercicio como la 'auto
observación', con la meta reconocida de 'conocerse uno mismo', no tenía argumentos
de que hablar y él tenía el peso de toda la religion organizada detrás de él, como él
mismo lo había señalado. Tal vez la diferencia reside en el método particular y yo no
estaba en posición de juzgar los meritos de su método. Sin embargo, la meta no era
nueva.
Si tenía que aceptar la premisa de que el hombre es inferior a la
naturaleza (y no estaba en posición de negar eso), entonces estaba obligado de
inmediato a considerar la posibilidad de que Gurdjiéff, siendo un hombre, no tuviera
necesariamente todas las respuestas, asumiendo que existan. Su filosofía, como la
entendía a esa edad, era indudablemente atractiva. ? Era algo más que eso ? Todas
las ideas 'místicas' son atractivas para el que busca, por la sencillisima razón de que
son místicas o misteriosas, en cierta forma.
Esas cuestiones son preocupantes; pueden amenazar la confianza en si
mismo, la 'raison-de-etre' completa de un ser humano. Mis dudas y preguntas
eran como un nido de circulos concentricos. La razón misma de la vida, de la
existencia del hombre, pareció reducirse a si podía o no aceptar a Gurdjiéff como el
hombre que tenía la clave. El simple hecho de vivir en su presencia me hacia
imposible retirarme (tal vez no es la palabra adecuada) a otra 'creencia' o 'fe' en otra
religion o teoría de la vida. Me atraia su repudio a la actividad organizada, fuera
religiosa, filosófica o hasta práctica, y me atraia más por el apoyo aparente que daba
a la verdad o la acción individual. Pero lo aterrador era el concepto inevitable de la
inutilidad de la vida humana, individual y colectiva. La historia de las bellotas en el
roble me había impresionado como niño. El concepto de que la vida humana es solo
otra forma de organismo, que podría o no crecer, era algo nuevo para mí. Pero ? era
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Capítulo 28
Mis preguntas y dudas acerca del prieuré y del Sr. Gurdjiéff, ob-
sesivas como habían sido por un corto tiempo, desaparecieron rapidamente. No me
preocupaba eso; me sentí aliviado al regresar a la rutina de trabajo cotidiana. Como
si se me hubiera quitado un gran peso de los hombros.
Los únicos cambios obvios despues de la muerte de Madame Ostrovsky en
la vida general del prieuré, fué que Gurdjiéff empezo a hacer viajes
frecuentes por periodos de varios dias o de hasta dos semanas cada vez y que
cuando estaba en casa había muchos más huespedes en los fines de semana. Cuando
se iba a un viaje, se llevaba hasta a cinco o seis personas con él y casi todos
anticipaban la posibilidad de ser seleccionados para acompañarlo. Se había
convertido en una especie de 'importancia' el haber participado en un viaje a Vichy o
a Evian o a cualquier playa popular de las que a él le gustaba visitar. Las razones que
daba Gurdjiéff para esos viajes, eran que necesitaba viajar y ver a más gente, lo que
necesitaba para sus escritos que en ese tiempo hacia, basicamente, en restaurantes
y cafes, con frecuencia sentado enmedio de un grupo de gente, tomando café y
escribiéndo interminablemente. Muchos de los que iban con él participaban
activamente en la traducción de sus escritos a varios lenguajes; ademas, le gustaba
viajar con su sequito.
En ese tiempo lo vi menos, principalmente por sus frecuentes salidas,
pero aún cuando estaba en el prieuré no tenía tanto contacto privado como el que
había tenido antes. En general, esta situación me agradaba ya que,
aunque habían cedido mis dudas, en el sentido de que no ocupaban toda mi atención,
el miedo que le tenía y la oculta sospecha sobre sus motivos había reemplazado en
parte mi devoción personal por el, que hasta entonces había sido total. Sin embargo,
seguí teniendo una serie de experiencias con el, accidentales o tal vez intencionales.
Un dia, cuando se esperaba que llegara de uno de sus viajes, yo
estaba trabajando en la cocina, ayudando en la preparación de una de las cenas
usuales muy elaboradas que se servian siempre que él regresaba. Cuando movia una
gran olla llena de agua hirviendo, de alguna manera vacie parte del contenido en mi
cuerpo, principalmente en el brazo derecho. Solte la olla, aullando de dolor y Madame
Schernval, cocinera de ese dia, grito pidiendo ayuda y mando a alguien por el doctor.
En lugar de este llegó Gurdjiéff, muy inesperadamente. Había llegado más temprano
de lo que esperabamos. Sin decir palabra y al parecer sin escuchar la explicación casi
histérica de Madame Schernval, se acerco rapidamente a mi, me jalo hacia la estufa,
quito las hornillas de hierro, exponiendo las rojas brasas. Luego me tomo el brazo y lo
mantuvo, con toda su fuerza, sobre el fuego de la estufa, probablemente por solo
unos segundos pero que me parecieron una eternidad. Cuando me solto, dijo muy
serio y tranquilo
que lo mejor para combatir al fuego era el fuego. 'De esta manera',
dijo, 'no tendras cicatriz en el brazo. La quemadura ya se ha ido'.
91
Capítulo 29
repuesto, el problema ya no se reducia a solo a cambiarla; había que quitarla del rin y
repararla, proceso que llevaba horas en las que el grupo entero, las mujeres con sus
largos vestidos, nos parabamos alrededor del carro, dando consejos e instrucciones.
La apariencia del grupo daba a los choferes la impresión de que nos había ocurrido
algo grave y con frecuencia se detenían a ofrecernos ayuda, asi que a veces se nos
unia otro
grupo que contribuiría a dar consejos, consuelo y, a veces, ayuda física.
Ademas del riezgo de tener que cambiar una llanta y de que casi constantemente
ibamos por el camino incorrecto, no había forma de hacer que
Gurdjiéff se detuviera a poner gasolina. Sin importar lo que marcara el medidor, él
insistía en que no era posible quedarse aún sin gasolina, hasta que llegaba el
momento inevitable en que el motor empezaba a toser y jalonearse y, aunque
Gurdjiéff lo maldijera en alta voz, el carro se detenía. Como rara vez quedaba en
posición adecuada en el camino, era necesario que todos nos bajaramos y
empujaramos el carro a la cuneta y se seleccionaba a uno de nosotros para que
caminara o pidiera aventon a la estación de gasolina más cercana y trajera a un
mecanico. Gurdjiéff insistía en el mecanico porque estaba seguro de que algo andaba
mal con el carro; no podía ser algo tan simple como que se hubiera acabado la
gasolina. Esas paradas eran un fastidio para todos, menos para Gurdjiéff quien, ya
que alguien había partido por ayuda, se instalaba comodamente a un lado del camino
o permanecía en el carro, segun se sintiera, y se ponía a escribir furiosamente en su
cuaderno, murmurando para si y chupando uno de los muchos lapices que llevaba.
parecía que Gurdjiéff atraia también obstáculos. Si no nos quedabamos
sin gasolina o tomabamos el camino equivocado, alcanzaríamos, de alguna
forma, a un rebaño de cabras o de ovejas. Gurdjiéff seguía a esos animales, a veces
golpeándolos ligeramente con la defensa del carro y siempre sacando la cabeza por
la ventana aullandoles groserías. Nos encontramos un rebaño de vacas durante un
recorrido en el que yo iba de guía y esa vez, para mi placer y sorpresa, cuando
Gurdjiéff empujaba y maldecía a una vaca, esta se detuvo enfrente del carro, se le
quedo viendo siniestramente, levanto la cola y baño el cofre del carro con un chorro
de abono líquido. Parece que también a Gurdjiéff le pareció que esto era
particularmente hilarante y rapidamente detuvo el carro para descansar, a un lado
del camino, poniéndose a escribir, mientras que nosotros nos las arreglabamos para
limpiar el carro.
Otro hábito de Gurdjiéff que complicaba estos viajes era que, despues
de detenerse varias veces durante el día a comer, descansar, escribir,
etc., nunca se detenía por la noche hasta que era tan tarde que la mayoría de las
posadas u hoteles ya habían cerrado, para cuando él decidía que era hora de cenar y
dormir. Esto implicaba siempre que alguno de nosotros (todos aborreciamos eso),
tendría que bajar del carro y tocar en la puerta de algun hotel o posada del campo
hasta que pudiera despertar al propieta-
rio y, frecuentemente, al pueblo entero. Tal vez solo para hacer mayor la
confusión, ya que había despertado el propietario del local, Gurdjiéff se inclinaba
sobre el automóvil, gritando instrucciones, usualmente en ruso, acerca del número de
cuartos y las comidas que serían necesarios y todas las demas instrucciones que se le
venían a la mente. Luego, mientras sus acompañantes descargaban montañas de
95
Capítulo 30
rapidamente, pero se requirió mas de una hora para lograr que la muchacha
recobrara la conciencia, despues de lo cual estuvo alrededor de dos horas mas en un
estado altamente emocional, casi histérico; en ese rato Gurdjiéff designo a alguien
para que caminara con ella de un lado a otro, en la terraza. aún despues de eso, fué
necesario que Gurdjiéff pasara gran parte de la noche con ella y sus padres, con
objeto de persuadirlos de que se quedaran en el prieuré por varios dias más y para
convencerlos de que no le había hecho ningún daño irreparable a la muchacha.
Aparentemente tuvo éxito completo, ya que aceptaron quedarse y la
muchacha hasta lo obligo a que la sometiera al mismo experimento dos o tres veces
más. El resultado era siempre el mismo, aunque el periodo de histeria, al recobrar la
conciencia, no duraba tanto tiempo.
Desde luego, se hablo mucho sobre los resultados de esos experimen-
tos. Muchos pensaban que la muchacha estaba de acuerdo y decían que no había
prueba de que no trabajara con el. aún asi, y hasta sin conocimientos medicos, era
indudablemente cierto que ella había sido hipnotizada, con o sin su cooperación. Su
trance era completo siempre y nadie podría haber fingido las manifestaciones de
histeria absolutamente incontrolada que resultaban cada vez.
Otra vez, no era muy claro el propósito del experimento. Pudo hacerse
para dramatizar la existencia de una forma de 'ciencia' desconocida para
nosotros, pero también nos parecía a algunos de nosotros que era solo una
demostración de la forma en que Gurdjiéff 'jugaba' con la gente; ciertamente
desperto una serie de preguntas respecto al trabajo de Gurdjiéff, sus metas y sus
propósitos. El hecho de que los experimentos parecían demostrar una cierta dosis de
poder y conocimiento inusuales, no era necesario, finalmente, para la mayoría de
nosotros. Aquellos que estabamos en el prieuré por decisión propia no necesitabamos
tales demostraciones, para saber que Gurdjiéff era, por lo menos, un hombre inusual.
Los experimentos redespertaron en mi algunas de las dudas acerca de
el, pero crearon una resistencia en mi, más que nada. Lo que empece a encontrar
difícil e irritante acerca de esas cosas, fué que me llevaban a una situación en la que
me sentía perdido. Por mucho que a esa edad me hayan gustado los 'milagros', o
quisiera encontrar razones y respuestas respecto a la existencia del hombre, yo
quería tener una prueba tangible. El magnetismo personal de Gurdjiéff era, con
frecuencia, prueba suficiente de su conocimiento superior. Podía creer en él porque
era suficientemente 'diferente' a otros (a quienes he conocido), como para ser un
'super' hombre convincente. Por otra parte, estaba en duda porque siempre me
encontraba de cara con un hecho obvio: cualquiera que se ponga en la posición de
ser maestro, en cualquier sentido místico o sobrenatural, tiene que ser algun tipo de
fanático, totalmente convencido, totalmente entregado a cierto curso de vida y, por
ello, opuesto en forma automática a las religiones o filosofías socialmente aceptadas
y reconocidas. No solo era difícil discutir con el, de hecho no había nada que discutir.
Desde
luego, uno podría discutir acerca de cuestiones de método o técnica,
pero antes de eso era necesario estar de acuerdo en alguna meta o propósito. Yo no
tenía objeciones contra su meta de un 'desarrollo armonioso' para la humanidad.
Nada había en esas palabras que alguien pudiera rechazar.
Me parecía que la unica respuesta posible tendría que consistir en
99
Capítulo 31
hecho, en todos los cajones y luego regrese a decirle que no la había encontrado.
Gurdjiéff se enfureció otra vez, diciendo que el Nujol era muy
importante, que Madame de Hartmann tenía que tomarlo cuando estaba en Paris. Le
dije que podría comprar más en una farmacia. El respondíó, furioso, que como aún
quedaba algo en su cuarto no pensaba comprar más y que, ademas, las farmacias
cerraban los domingos. Yo dije que aún si había algo en su cuarto no podíamos
sacarlo sin su llave o la mia y que ambas se habían perdido y que si en Fontainbleu
había una 'farmacia de guardia' los domingos, seguramente habría una en Paris.
Todos los espectadores parecían muy divertidos, especialmente el
grupo de americanos que habían tomado conmigo, cuando Gurdjiéff y Mme. de
Hartmann partieron, furiosos, sin el Nujol.
No recuerdo más de esa tarde, excepto que me fuí tambaleando a mi
cuarto y me acoste a dormir. En la noche me desperte sintiendome mal y la mañana
siguiente tuve mi primera experiencia real de lo que es una cruda.
Cuando apareci al día siguiente, los americanos ya se habían ido y yo era el centro de
atención de todos. Se me dijo que sería castigado severamente y que lo más
probable es que perdiera mi 'status' como 'guarda' de Gurdjiéff. Sobrio, pero con
dolor de cabeza, estuve de acuerdo con eso y empece a esperar con horror la llegada
de Gurdjiéff, esa tarde.
Cuando llegó, me diirigí al carro como una oveja al matadero. Gurd-
jieff no dijo nada inmediatamente y hasta que lleve sus maletas al cuarto y abri la
puerta con mi llave, me mostro la suya y dijo: 'Asi que encontraste la llave'.
Al principio solo dije 'si'. Pero despues de un momento de silencio
no pude controlarme y le dije que nunca la había perdido. Me preguntó que en donde
estaba cuando él la necesito el día anterior y le respondí que siempre había estado en
mi bolsillo. Sacudio la cabeza, me vió con incredulidad y luego se rió. Dijo que
pensaría que hacer conmigo y que me la haría saber más tarde.
No tuve que esperar mucho tiempo. Poco despues del crepúsculo me
mando llamar a la terraza. Lo encontre ahí y, sin decir palabra, me extendió una
mano. La vi y luego voltee interrogante hacia el. 'Dame la llave', dijo sin expresión.
Tenía la llave en la mano, dentro del bolsillo, igual que el dia
anterior y, aunque no dije nada, no se la di. Simplemente me quede viéndolo,
silencioso e implorante. Hizo un gesto firme con su mano, también sin hablar y
entonces saque la mano, vi la llave y se la entregué. La puso en su bolsillo, se dió la
vuelta y se encamino rumbo al baño turco. Me quede parado frente a la terraza, con
la mirada fija en su espalda por mucho tiempo, como si no pudiera moverme. Estuve
asi hasta que casi desapareció de mi vista y entonces corri a buscar mi bicicleta y sali
a toda velocidad siguiendo el camino que había tomado. Cuando estaba a pocos
metros de él, volteo a verme, me pare, solte la bicicleta y me acerque.
Nos quedamos viendo en silencio por lo que me pareció mucho tiempo, y
luego dijo muy seria y quietamente: ' ? Que quieres ?' Los ojos se me
llenaron de lagrimas y extendi la mano. 'Por favor,
deme la llave'.
Movio la cabeza muy lentamente, pero con firmeza. 'No'.
'Nunca más hare algo asi,' rogue, 'Por favor'
Puso su mano en mi cabeza, con una leve sonrisa en la boca. 'No es
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importante', dijo, 'te dare otro trabajo. Pero ahora ya has terminado
con la llave'. Luego tomo las dos llaves y me las mostro. 'Ahora tengo dos
llaves', 'tu ves, yo tampoco perdi la mia'. Luego se dió vuelta y continuo su paseo.
Capítulo 32
preguntó a Tom y a mi si habíamos escuchado todo lo que había dicho Jane. Ambos
respondímos que si.
Luego preguntó, incluso en ese momento pense que muy habilmente, si
nos dabamos cuenta de que tan importante era 'para Jane' que permanecieramos en
el prieuré. Una vez más respondímos que si y Tom agrego que el también pensaba
que cualquier ausencia 'interrumpiría' su trabajo.
Gurdjiéff me miro interrogante, pero no dijo nada. Yo dije que,
excepto por el hecho de que no estaría disponible para trabajar en la cocina o alguna
otra tarea, no creía que se extrañara mi presencia y que, ademas, no me daba cuenta
de la importancia de cualquiera que fuera la cosa que se suponía que estaba yo
haciendo en el prieuré. Como él no dijo nada en respuesta a esto, seguí diciendo que
él me había dicho varias veces que uno debe de honrar a sus padres y me parecía
que no 'honraría' a mi madre si me rehusaba a verla y que, en todo caso debía yo de
deberle muchísimo aunque solo fuera por el hecho de que, sin ella, no estaría vivo
para estar en ningún lugar, incluyendo el prieuré. Habiéndo
escuchado todo esto, Gurdjiéff dijo que solo había un problema por
resolver: sería difícil para mi madre si solo iba uno de nosotros a verla. Dijo que
quería que tomaramos nuestra decisión en forma honesta e individualmente, pero
que era mejor para todos si llegabamos a la misma decisión, sea que no la vieramos
o que ambos fueramos a visitarla en Navidad.
Despues de mucho discutir en su presencia, llegamos a un arreglo que
el acepto. Ambos iríamos a Paris a pasar la Navidad con Lois, pero yo
permanecería las dos semanas que ella iba a pasar ahí y Tom solo iría por una
semana que incluiría la Navidad, pero no el Año Nuevo. Dijo que le gustaba esa fiesta
en el prieuré y no quería perdersela. Yo dije de inmediato que a mi no me interesaban
las fiestas, que lo importante para mi era ver a Lois. Para mi gran alegria, Gurdjiéff
dió los permisos necesarios, dos semanas para mí, una semana para Tom.
Aunque estaba muy contento de ver a mi madre otra vez, no considere
esa Navidad como un éxito arrollador para nadie. Estaba muy conciente de lo opuesto
de las posiciones de Tom y mia e inevitablemente me acordaba de las diferentes
decisiones que tomamos, unos años antes, cuando se trataba de visitar a mi padre y,
por el tiempo en que permaneció Tom en Paris, el hecho de que estaba determinado a
irse al pasar la semana, era como una nube que nos ensombrecía a los tres. Y, cuan-
do él se regreso al prieuré, esa nube fué reemplazada por la de la inminente partida
de Lois. Hablamos mucho sobre Gurdjiéff y Jane, sobre la adopción y tal vez por
primera vez desde que fuimos adoptados, la cuestion cobro importancia otra vez. Por
muchas razones, la mayoría de las cuales no recuerdo, era evidententemente
imposible que regresaramos a America en esa epoca, pero al discutir sobre la
cuestion me di cuenta de que, si me fuera posible salir de Francia y regresar, estaba
seguro de que lo haría. Mi relación (o mejor dicho mi falta de relación) con Jane, con
la que no había hablado por casi dos años, excepto por las discusiones relacionadas
con la Navidad, era la razón principal de que quisiera irme. En todo lo demas, a pesar
de que Gurdjiéff
me desconcertaba con frecuencia, estaba suficientemente agusto en el prieuré. Pero
en ese tiempo, al salir otra vez la razón por la que vivíamos ahí,puesto el énfasis en
el hecho de que Jane era nuestro guardian legal y ante la imposibilidad de poder salir
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de ahí,enfocando eso todo al mismo tiempo, empece a resentir todo y a todos, tal vez
aún más, mi propia impotencia. Lois estaba fuera de ese resentimiento por la simple
razón de que, en ese entonces, estaba igualmente impotente y nada podía hacer por
cambiar la situación.
Aunque estaba triste cuando se fué Lois y regrese al prieuré, en otro
sentido me sentía aliviado de la presión de todas las preguntas que
habían aparecido. Nada había cambiado y tenía que aceptar la situación, la que
resulto ser mucho menos agonica que el estarme preocupando sobre inutiles intentos
de encontrar una salida. aún asi, las resistencias que se habían manifestado
activamente por primera vez esa Navidad, no se desvanecieron. Estaba decidido a
intentar todo lo que pudiera por cambiar la situación, aunque tuviera que esperar a
que 'creciera', lo que, muy inesperadamente en ese tiempo, dejo de parecerme algo
que estaba en un futuro distante e impredecible.
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Capítulo 33
Capítulo 34
no pude evitar sugerirle que su vestimenta no era del todo adecuada, pero aún asi no
sonreí. No hizo mayor caso de mi sugerencia. Se puso a trabajar, recortando el borde
de uno de los prados, ardientemente, explicandome que era necesario hacer el
trabajo con la totalidad del ser y, desde luego, observándose a sí mismo en el
proceso. Estaba usando un tipo raro de herramienta o implemento que no funcionaba
muy bién: era un tipo de cortador de mango largo, con una rueda para cortar de un
lado y una pequeña rueda comun del otro. La rueda para cortar, desde luego, se
suponía que debía recortar el borde del prado en linea recta, mientras que la otra
rueda ayudaba a sostener el equilibrio del aparato y a darle potencia. El uso de ese
implemento requería de mucha fuerza para cortar cualquier cosa, ya que la hoja no
estaba muy afilada; también, aún cuando la usaba un hombre muy fuerte, era
necesario repasar el borde que había sido 'recortado' con ese aparato usando un par
de cortadoras de mango largo y
enderezar el borde.
Estaba tan interesado en su forma de abordar el trabajo y también en
su forma de llevarlo a cabo, que yo mismo no trabaje mucho, sino que me
dedique a verla mientras trabajaba. Caminaba con mucha gracia, inhalando el aire
del campo, admirando las flores y, como lo expreso ella, 'inmersa en la naturaleza';
también me dijo que estaba 'observando' cada movimiento que hacia mientras
trabajaba y que se había dado cuenta de que uno de los beneficios de ese ejercicio
era que se podía, mediante la práctica continua, hacer que cada movimiento del
cuerpo fuera armonioso, funcional y, por ello, hermoso.
Trabajamos juntos en esto por varios dias y, aunque al final yo tuve
que recortar hincado todos los bordes que había trabajado, usando la cor-
tadora de mango largo, disfrute mucho de todo. Había pasado mucho tiempo, para
entonces, que había rechazado la idea de que el trabajo en el prieuré tuviera la
intención de producir algun resultado exterior, excepto, claro, en la cocina y entendía
que se hacia para el beneficio del yo o del ser interno. Con frecuencia me había
parecido difícil concentrarme en esos beneficios invisibles y me resultaba mucho más
fácil, falto de imaginación y simple, tratar de realizar la tarea física obvia y visible.
Era un placer lograr hacer un borde hermoso y derecho al lado del prado o del lecho
de flores. No era asi para la dama, quien al darse cuenta, inevitablemente, de que la
iba siguiendo y que hacia bién lo que ella había dejado mal, me aclaro que en tanto
se estuviera beneficiando nuestro 'yo' o nuestro 'ser interno', debido a lo que hacia-
mos, no importaba si nos llevaba años terminar el trabajo; que, de hecho, no
importaba si nunca lo terminabamos.
Me cayó muy bién esa dama; ciertamente disfrute de ser su 'patron'
temporal y tengo que admitir que lucia muy hermosa en los prados, que, aunque
parecía que no lograba nada visible, era muy persistente y se reportaba
regularmente a trabajar. También, hasta donde yo sabia, podría estar haciendo un
muy buen trabajo en su 'ser interior'. Tuve que admitir que obviamente había logrado
un punto cuando dijo que el resultado final, en el terreno o donde fuera, no era muy
importante. Los terrenos eran una evidencia viva de esto; llenos de basura, por
decirlo asi, con los proyectos a medio hacer. Todo el trabajo de sacar árboles y
troncos, la construcción de nuevas hortalizas y hasta la contrucción de un edificio que
quedo incompleto, atestiguaban el hecho de que los resultados físicos parecían no
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importar.
Sentí mucho que terminara nuestro trabajo en los prados y, aunque
tenía dudas sobre los beneficios que hubiera o no recibido en esos pocos dias, había
disfrutado mucho de mi asociación con ella. Eso me dió un punto de vista mas o
menos diferente, acerca de la escuela y su propósito. Mientras que me había dado
cuenta de que ningún trabajo se consideraba importante desde el simple punto de
vista de que era necesario hacerlo; que, abreviando, existía otra meta (la producción
de fricción entre personas que trabajan juntas, ademas de otros resultados posibles,
menos tangibles y visibles), había asumido también que la realización misma de la
tarea tenía, por lo menos, algo de valor. En ese tiempo, la mayoría de mis trabajos
apoyaban esa idea: seguramente importaba, por ejemplo, que las gallinas y demas
animales fueran alimentados y cuidados; que se lavaran las ollas, sartenes y
cubiertos en la cocina; que la habitación de Gurdjiéff tenía que ser limpiada
realmente todos los dias, con o sin beneficio para mi 'ser interno'.
Cualquier cosa que pueda haber pensado acerca de todo esto y de ella,
la dama se fué, despues de dos semanas y parecía sentirse 'inmensurablemente
enriquecida'. ? Era posible, despues de todo, que ella tuviera razón ? Si no había
pasado otra cosa, su visita había servido para acrecentar mi necesidad de reexaminar
el prieuré y las razones de su existencia.