que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; 13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.(Col. 1:12-14)
Introducción
La gratitud es una actitud que se manifiesta en una
persona cuando ha recibido un bien de otra. Nos mostramos agradecidos cuando recibimos un regalo, palabras amistosas, consuelo en la aflicción... Pero también somos dados a ser desagradecidos cuando las cosas no salen como nosotros desearíamos.
Pablo afirma que el cristiano debe manifestar una
permanente actitud de agradecimiento a Dios: “dando gracias al Padre” está en presente continuo: mientras vas por la vida... vas dando gracias a Dios.
El cristiano que no sabe vivir agradecido a Dios es
porque está ignorando los múltiples beneficios que ha recibido de Dios y porque es egoísta. Pero cuando abrimos los ojos de nuestro espíritu y de nuestro corazón, podemos exclamar como el salmista:
Cuan innumerables son tus obras
En los siguientes versículos Pablo menciona algunos de
los motivos por los que el cristiano debe estar agradecido a Dios:
I. Agradecidos porque nos hizo aptos
12 con gozo dando gracias al Padre
que nos hizo aptos
La aptitud es la cualidad que hace que un objeto o una
persona sea apropiada para un fin. Es la idoneidad para el desempeño de alguna cosa. En algunos centros de enseñanza las calificaciones se reducen a “apto” o “no apto” en relación a los conocimientos y el aprovechamiento que el alumno haya alcanzado durante el curso.
Pablo se dirige a los colosenses afirmándoles que Dios
“el Padre nos hizo aptos”. Esta afirmación implica dos cosas:
• Que antes éramos “no aptos”, es decir, que no
estábamos en condiciones de poder vivir según los planes de Dios. • Que ahora sí somos “aptos” porque fue Dios mismo quién lo hizo a través del sacrificio de Cristo y no nosotros por nuestros propios esfuerzos.
Podemos decir que el hombre suspendió el examen al
que le sometió Dios para probar su fidelidad y obediencia, pero que éste, en su infinita misericordia, ha dado al hombre otra oportunidad mediante Jesucristo con la intención de hacernos idóneos para poder cumplir su voluntad. ¿En cuántas ocasiones quisiéramos tener una segunda oportunidad para hacer las cosas de diferente manera?
Hermanos, ¡en cuántas ocasiones estamos viviendo
como si hubiésemos suspendido el examen de Dios! ¡En cuántas ocasiones nos quejamos de que no podemos vivir la vida que Dios quiere que vivamos! ¡En cuántas ocasiones nos excusamos y así suspendemos este examen! ¡Cuánta gente hay que se está esforzando en aprobar el examen de la vida y nosotros que lo tenemos aprobado no le damos importancia, o lo que es peor, vivimos “suspendidos”! Es alentador saber que lo tenemos aprobado y que no es por nuestros esfuerzos sino por el esfuerzo de Dios.
II. Agradecidos por participar de su herencia
...para participar de la herencia de los
santos en luz; Todos nosotros hemos deseado alguna vez ser agraciados con una suculenta herencia que nos haga la vida más fácil. Pues bien, el apóstol Pablo afirma que los cristianos hemos sido agraciados con la mayor herencia que se puede obtener: la herencia de Dios.
¿Cuál es la herencia de la que Dios nos ha hecho
partícipes?
• La salvación por medio de Cristo (Heb. 1:14)
¿No son todos espíritus ministradores,
enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?
• La vida eterna (Tit. 3:7)
para que justificados por su gracia,
viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
• La justicia (Heb 11:7)
Por la fe Noé, cuando fue advertido por
Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
• El reino de Dios (Stg. 2:5)
Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?
• Todas las cosas que pertenecen a Dios (Ap. 21:7)
El que venciere heredará todas las
cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Pero esta herencia es muy especial. Es :
• Compartida. Con Jesucristo. Y también con todos
los santos que están disfrutando de la presencia gloriosa de Dios en sus vidas.
• Incorruptible. (Imperecedera, que no puede ser
asolada por ningún ejército). En el mundo antiguo la invasión y la destrucción eran muy comunes, pero el cristiano puede tener la seguridad que no va a ser destruida por nada ni por nadie.
• Incontaminada. Es decir, sin impurezas. En el
mundo todo está expuesto a la contaminación, pero esta herencia no porque o es de este mundo: pertenece a Dios.
• Inmarcesible. (Que no se puede marchitar). Todo en
este mundo pierde su valor y su belleza, pero la nuestra es eterna y no pierde su valor. Es una buena inversión.
• Reservada en los cielos. Los cristianos anhelamos
alcanzar la plenitud de nuestra herencia, pero todavía estamos supeditados a nuestro cuerpo mortal. Pero esa esperanza que tenemos, dejará de ser una esperanza para convertirse en una realidad. Dios no se cansa de esperarnos.
III. Agradecidos por nuestra liberación
13 el cual nos ha librado de la potestad
de las tinieblas,
Antes de conocer a Cristo, toda persona está esclavizada
por Satanás. En muchas ocasiones actuamos de una forma que no deseamos, pero ciertos vicios se han convertido en hábitos que nos cuesta mucho dejar (fumar, beber, comer en demasía, etc.).
Jesús les respondió: De cierto, de cierto
os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. (Jn. 8:34)
Muchos pretenden proclamar a los cuatro vientos su
libertad e independencia, pero ni son libres ni son independientes. Pero en Cristo las cosas son muy diferentes: 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (Jn. 35-36)
Desgraciadamente, en ocasiones los cristianos no nos
creemos que el Hijo se queda para siempre; más bien pensamos que somos esclavos siempre. Al menos, así vivimos.
IV. Agradecidos por el traslado
y trasladado al reino de su amado Hijo,
Cuando una conquistaba a otra, existía la costumbre de
que los vencedores trasladaban a los vencidos a otro lugar para desarraigarlos completamente de sus costumbres y tradiciones y poderlos controlar perfectamente. Sólo hemos de recordar los casos recientes de genocidio en Yugoslavia para ver la realidad de esta práctica. Así los vencidos eran obligados a adoptar una nueva forma y costumbres si querían sobrevivir.
Así intenta explicar Pablo lo que Dios ha hecho con
nosotros por medio de Jesucristo: nos ha desarraigado de nuestra anterior manera de vivir y nos da una nueva vida que vivir olvidando las viejas tradiciones, las viejas luchas, las viejas ilusiones. Pero Cristo no nos obliga; nos transforma de manera que esta nueva vida es nuestra vida “normal” en este nuevo reino puesto que ahora somos “nuevas criaturas. He aquí las cosas viejas pasaron”. V. Agradecidos por la redención
14 en quien tenemos redención por su
sangre, el perdón de pecados.
“Redimir” era, en tiempos de Pablo, pagar el precio
necesario para que un esclavo fuese declarado libre. Con esto Pablo nos recuerda dos grandes verdades:
• Que éramos esclavos de un amo perverso, Satanás
• Que ahora somos esclavos de un amo misericordioso que ha pagado con su propia vida nuestra libertad para servirle. Es interesante notar que somos “esclavos de Cristo” una expresión muy paulina, que es mucho mejor que ser esclavos de nosotros mismos.
En los días de Pablo había muchos esclavos pero pocos
pasaban a la condición de libres. Pero la mayoría de los que eran liberados así dedicaban sus vidas a servir a aquél que había llevado a ellos la dignidad de ser libres. Este es un ejemplo también para nosotros: Jesús no debe ser sólo nuestro Salvador, sino también nuestro Señor. No hacerlo así es, como mínimo, ser desagradecidos. Siempre tenemos la tentación de ser desagradecidos al Señor. No caigamos en esta tentación. Conclusión fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;
¿Cómo somos fortalecidos en todo poder? Cuando
recordamos que el Señor nos ha hecho aptos, que hemos sido aprobados para llevar a cabo nuestra misión de una forma idónea (no tenemos que estar luchando constantemente). ¡Podemos vivir una vida cristiana victoriosa porque Cristo ya ha pagado el precio y empezamos a degustar aquí lo que es nuestra herencia que nos ayuda a vivir mejor ahora y por siempre!