fatigados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. 30 Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." (Mt. 11:28-30)
Introducción
Estas son unas palabras también muy conocidas de Jesús
y muy apreciadas por muchos cristianos; realmente han traído mucha paz a muchas personas.
Jesús hablaba a hombres que trataban desesperadamente
de encontrar a Dios, y que se empeñaban con todas sus fuerzas en ser buenos. Pero encontraban que era tarea era poco menos que imposible y caían en la desesperación y el cansancio. Esta magnífica expresión de la buena disposición de Dios hacia los que reconocen su necesidad pone en relieve la responsabilidad del hombre de responder a la iniciativa de Dios. Más que una invitación, es un mandato triple con promesas y una explicación del porqué le conviene al creyente obedecer. Los verbos en griego son del tiempo aoristo, indicando una demanda de una decisión definitiva, sin demora. I. Primer mandato: venid a mí
Su invitación va dirigida a todos aquellos que están
cansados por la búsqueda de la verdad. Los griegos decían: “Es muy difícil encontrar a Dios, y cuando se lo encuentra, resulta imposible hablar a otro de él”. Sin embargo, Jesús afirma que la extenuante búsqueda de Dios termina en él mismo. Está diciendo que no se trata de llegar a Dios a través de un gran esfuerzo, sino siendo como es él mismo: manso y humilde. Aquí nos está recordando otra vez la imagen de la oveja.
Jesús abre la puerta a todos los que estáis fatigados y
cargados (v. 28). La única condición es que ellos reconozcan su necesidad y confíen que él puede resolverla. Fatigados habla de agotamiento físico, y cargados tiene el sentido de uno que lleva un peso grande encima. Jesús está refiriéndose a la carga pesada de la ley, y todos sus reglamentos, impuestos por los escribas. Jesús dice: “venid a mí todos los que estáis abrumados por vuestras cargas”. Para el judío ortodoxo la religión era algo que se basaba en cargas. Jesús dijo acerca de los escribas y fariseos:
Atan cargas pesadas y difíciles de
llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aun con el dedo. (Mt. 23:4)
Para el judío la religión era algo compuesto por reglas y
normas interminables que debía observar. El hombre vivía en un bosque de reglas que dictaban cada movimiento de su vida. Debía escuchar eternamente la voz que decía: “no harás...” Una parábola judía lo expresa muy bien:
Había una viuda cerca de mi casa que tenía dos hijas y
un campo. Cuando empezó a arar, Moisés (es decir, la Ley de Moisés) le dijo: “No ararás con buey y asno juntamente”(Dt. 22:10). Cuando empezó a arar le dijo: “No sembrarás... con semillas diversas” (Dt. 22:9). Cuando empezó a cosechar y a hacer gavillas con el trigo, le dijo: “cuando olvides alguna gavilla en el campo no volverás para recogerla” (Dt. 24:19), “ni segarás hasta el último rincón” (Lv. 19:9). Empezó a desgranar y le dijo: “dame una ofrenda elevada y el primer y el segundo diezmo”. Aceptó la orden y se los dio. ¿Qué hizo la pobre mujer? Vendió el campo y compró dos ovejas para vestirse con su lana y obtener dinero con la cría. Cuando tuvieron la cría, Aarón (es decir, las exigencias de los sacerdotes) vino y le dijo: “Dame los primogénitos”. Aceptó la orden y se los dio. Cuando llegó el momento de la esquila, vino Aarón y le dijo: “dame la primicia de la lana de tus ovejas” (Dt. 18:4). Entonces la mujer pensó que no podía rebelarse contra este mandato, pero podía matar las ovejas para comérselas. Entonces vino Aarón y le dijo: “dame la espaldilla, las quijadas y el cuajo” (Dt. 18:3). Entonces la mujer dijo: “Ni aun después de muertas me libro de ti, así que las consagraré”. Y Aarón dijo: “En ese caso me pertenece por completo” (Nm. 18:14). Y Aarón tomó a los dos animales y dejó a la mujer llorando con sus dos hijas.
En contraste con esas cargas religiosas, Jesús promete
descanso de tales cargas para los súbditos en su reino. El descanso prometido no es un escape del trabajo intelectual y manual, no es la inactividad del perezoso. Lo que promete es un escape, o alivio, del temor, ansiedad, incertidumbre y falta de sentido de las exigencias de los escribas.
II. Segundo mandato: Llevad mi yugo
¿Cómo vamos a descansar? ¡Llevando un yugo sobre
nosotros! Es otra de las paradojas del Evangelio, pero es importante notar que es el yugo de Jesús el que hemos de tomar. Jesús nos invita a cargar su yugo sobre nuestros hombros. Los judíos usaban la frase el yugo para significar entrar en sumisión. Hablaban del yugo de la Ley, del yugo de los mandamientos, del yugo del reino, del yugo de Dios... “Llevar el yugo” es una expresión que era común entre los rabíes judíos y significaba someterse a la autoridad y enseñanzas de un maestro. Pero puede suceder que Jesús haya dado a su invitación un significado más cotidiano.
“Mi yugo es fácil”. En griego parece significar
“adecuado”. En Palestina los yugos de los bueyes se hacían de madera. Se llevaba el buey y se tomaban medidas. Luego se trabajaba el yugo y se llevaba el buey para probarlo. Entonces se ajustaba bien el yugo para que ajustara perfectamente al cuello de la bestia y no la lastimara. Era un “yugo a medida”.
Una leyenda cuenta que Jesús hacía los mejores yugos
de Galilea, y que gente de toda Galilea iba a su taller de carpintero para comprar los mejores yugos que se podían obtener de un artesano. En aquellos días las tiendas, como en la actualidad, tenían carteles encima de las puertas. Se ha sugerido que el cartel que estaba encima de la puerta de taller de carpintero podría haber sido “mis yugos se adaptan bien”. Puede que en este pasaje Jesús use una imagen de la carpintería de Nazaret en la que había trabajado durante muchos años.
De esta forma, lo que Jesús está afirmando es: “mi yugo
se adapta bien”. Con otras palabras, lo que quiere decir es que la vida que nos ofrece está hecha a nuestra medida, que no está hecha para hacernos sufrir sino para ayudarnos, para llevarnos por el buen camino. Nos envíe lo que nos envíe Dios, está hecho con precisión para adaptarse a nuestras necesidades y a nuestra capacidad. Dios tiene una tarea para cada uno de nosotros que está hecha “a medida”.
Un rabí dijo: “mi carga es mi canción”. Algo así nos
propone Jesús. Esta carga es más fácil de llevar porque es una carga de amor; se nos entrega con amor y la llevamos con amor, y eso hace que la carga sea más ligera. Cuando recordamos el amor de Dios, cuando sabemos que nuestra carga consiste en amar a Dios y a los hombres, la carga se convierte en una canción.
III. Tercer mandato: Aprended de mí
El tercer mandato concuerda con la interpretación dada
del segundo. El discípulo es un aprendiz, uno que aprende del ejemplo y las enseñanzas de su maestro. ¡Cuántas fuerzas perdemos intentando encontrar ele elixir de la eterna juventud!¡Cuánto tiempo perdemos intentando encontrar el método que lleve a la felicidad, o a la victoria! ¡Cuánto tiempo perdemos, incluso los cristianos, en la búsqueda del gurú de turno que nos muestre como vivir la auténtica vida cristiana!
El énfasis está sobre Jesús como la única persona
autorizada para enseñar a los súbditos del reino, en contraste con las manera y falta de autoridad con que los escribas enseñaban (7:29). Hay tres razones por las cuales nos conviene aprender de él.
• En primer lugar, el aliciente de su carácter. El es
manso y humilde de corazón (v. 29) en contraste con los sabios y entendidos (v. 25). Las cualidades de carácter que demanda de sus seguidores (5:3–5), Jesús mismo las demostró en su vida. • El segundo aliciente para aprender de Jesús es que hallaremos descanso para nuestras almas (v. 29). El promete paz y tranquilidad en el corazón de sus seguidores, lo cual da como resultado descanso espiritual (Juan 14:27). • La tercera razón es que su yugo es fácil, y su carga ligera. Las demandas de Jesús no son livianas (16:24), pero son justas y soportables. El provee la fortaleza espiritual por el Espíritu Santo para cumplir todas las demandas. Por esta razón sus mandamientos no son gravosos (1 Jn. 5:3).
El yugo literal de bueyes, tiene lugar para dos. La figura
permite la idea de que al lado del discípulo, Jesús está en el yugo llevando la mayor parte de la carga. Preludio Bienvenida Oración invocación Himno 1: “Santo, Santo, Santo” Lectura: Isa. 55:1-3 Alabanza Musical Ofrenda Sermón: Mt. 11:25-30: El yugo de Jesús Tiempo oración comunitaria Himno 215? 198? 401p? Oración despedida Bendición apostólica: 2Co. 13:11
Por lo demás, hermanos, tened gozo,
perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.