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El vínculo en prematuros

El amor de sus padres les ayuda a salir adelante.

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El vínculo en prematuros
Hace años se pensaba que no convenía encariñarse con los niños nacidos antes de
tiempo, por si no sobrevivían. Hoy se sabe que el amor de sus padres les ayuda a salir
adelante. Iniciarse como padres con un hijo nacido antes de tiempo suele ser, casi
siempre, una experiencia inesperada y difícil. La mayoría de las embarazadas sueñan
con ese momento mágico en que abrazarán a su hijo con gran emoción y sentirán ese
«flechazo» que sirve para iniciar el vínculo madre-hijo, probablemente el lazo afectivo
más fuerte que se establece entre los humanos. Aunque, en realidad, ese vínculo ya
existe antes de nacer; madre e hijo están conectados de manera íntima y continua: ¡el
bebé en el útero nunca está sólo! Por eso, más que establecer el vínculo, hay que
cuidarlo y respetarlo, procurando que la separación entre el bebé y sus padres sea
mínima. Sin embargo, cuando un niño nace de forma prematura, su delicada salud suele
hacer preciso el ingreso en una unidad de cuidados neonatales. A pesar de ello, el vínculo
se puede establecer con la misma intensidad. La clave reside en el cariño: el bebe
necesita sentirse querido. De hecho, antes se pensaba que en los casos más graves era
mejor ahorrarles a los padres el dolor de encariñarse con un niño que no podría
sobrevivir. Afortunadamente, ahora se sabe con certeza que el cariño que reciben de sus
padres es lo que permite a muchos chiquitines seguir viviendo cuando más frágiles
parecen y sorprender a los propios médicos con su evolución favorable. Es más, cuando
las cosas no van bien, pero el bebé vive rodeado de amor, es precisamente ese vínculo
creado lo que más consuela a los padres. Los cuidados psicológicos al prematuro son,
por lo tanto, tan importantes como los físicos, y potenciar el vínculo materno-filial es una
de las claves para que todo vaya mejor. Los bebés, por pequeños que sean, necesitan
saber que sus padres están ahí y sentirse queridos.

La tristeza de los padres es normal


Tener un hijo prematuro e ingresado en la UCI neonatal es una de las experiencias más
traumáticas que puede haber para unos padres. Es normal que experimenten una serie
de sentimientos muy intensos, que van desde la incredulidad y el shock, hasta la tristeza,
la rabia o la depresión. Entre las dudas que les asaltan suele estar la de si el chiquitín
sabrá quiénes son sus padres o cómo le afectara estar ingresado. Algunas veces, incluso
piensan que no quieren a su hijo y se asustan de tener dicha sensación. Esta reacción es
normal. Forma parte de lo que se conoce como «duelo anticipado», el miedo a perder al
hijo es tan grande que, como mecanismo de defensa, se produce un distanciamiento del
bebé y los padres pueden «sentir» que no le quieren. En realidad, en cuanto el niño
mejora un poquito desaparece esa sensación y los padres se dan cuenta de cuanto le
quieren, y de que, precisamente, ese amor era lo que les producía el miedo a perderle.
Por todo ello, es necesario que los profesionales ayuden a los padres esos primeros días
y les faciliten el acercamiento a su pequeño.

Conocer al bebé
Las investigaciones más recientes en el campo de la psicología pre y perinatal están
aportando una serie de datos fascinantes, que confirman lo que muchas madres sabían
desde siempre: los bebés escuchan y entienden, aprenden y recuerdan, se alegran y se
emocionan; en definitiva, son personas como las
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demás. No importa lo pequeños que sean, siempre necesitan sentirse queridos y que les
expresemos nuestro cariño. Ahora sabemos que incluso los grandes prematuros (desde
la semana 25) diferencian perfectamente la voz de su madre de las demás. No sólo la
reconocen, oir a su mamá beneficia a su salud: así, por ejemplo, la saturación de oxígeno
en la sangre de los prematuros mejora cuando tienen a su familia cerca. Algunos padres
temen parecer pesados por hacer demasiadas preguntas a las enfermeras y a los
médicos. Es normal no comprender el significado de ciertos tecnicismos médicos y no
pasa nada por insistir si algo no ha quedado claro; al fin y al cabo, ¡los médicos tuvieron
que pasar años y años estudiando para aprender a hablar así! Además, es muy
importante que los padres aprendan a conocer al niño, a interpretar sus señales. Cuando
un prematuro está estresado, presenta una serie de síntomas: cambia de color con
facilidad, tiene hipo, tiembla, suele tener las piernas y brazos rígidos, los dedos estirados
y la espalda arqueada y suele llorar. También puede ser que no se despierte o que se
duerma de golpe, que se muestre irritable o que no centre la mirada. Por el contrario, si
está tranquilo, su color no cambia, suele succionar, sus movimientos son suaves,
mantiene una postura relajada, presiona el dedo cuando se lo ofrecemos, se despierta
lentamente y su atención está más centrada. Por desgracia, a menudo su delicada
situación física hace necesario someterle al niño a procedimientos o técnicas dolorosas.
Afortunadamente, esto le permite darse cuenta enseguida que sus padres son los que
nunca le hacen daño, los que le traen el consuelo y la calma... y desea estar con ellos.
Así se construye el vínculo, en realidad, mediante el cariño y el consuelo que la madre o
el padre ofrecen a su pequeño bebé, a pesar de los momentos difíciles que ambos
atraviesan. En el cuidado de los prematuros la mayor revolución ha sido la aplicación del
método canguro, inventado por los médicos colombianos Edgar Rey y Héctor Martínez a
finales de los años setenta. Como ellos mismos explican, se basa en tres conceptos:
«calor, amor y lactancia materna». Los excelentes resultados de los bebés prematuros
que han sido tratados de esta manera han demostrado que el método canguro es la
mejor manera de fortalecer el vínculo madre-hijo desde muy pronto, así como de mejorar
el pronóstico, incluso cuando existe una evidente gravedad física.

Masaje para prematuros


Algunos estudios han demostrado que los prematuros que reciben tres masajes al día
ganan más peso, dejan el hospital antes, tienen menos complicaciones y se desarrollan
mejor en conjunto. Es probable que al principio lo rechacen, pero si vamos despacio y les
preguntamos antes si lo quieren o no, pronto descubrirán que le gusta. En las mejores
UCIS de neonatos, suele haber enfermeras que enseñan la técnica.

El vínculo lleva tiempo, pero hay pequeños detalles que ayudan a fortalecerlo:
Conviene que los padres aprendan a interpretar las conductas de su hijo: que cosas le
agradan, que rato del día está mejor... Cada niño es distinto. Por pequeño que sea, tiene
su personalidad y sus gustos. Es importante comunicar al personal de enfermería las
impresiones sobre el bebé, especialmente cuando se le nota estresado. Los padres no
deben dudar en pedir la aplicación del método canguro y procurar tenerle en brazos
siempre que sea posible. La lactancia materna fomenta el vínculo. Es esencial cuidar el
entorno en el que se encuentra el niño: asegurar que no hay demasiada luz, procurar
disminuir el ruido, dejarle en una postura flexionada, impedir que le molesten mientras
duerme, hablarle y acariciarle cuando está despierto.... No hay nada malo en sentirse
decepcionado o incompetente si no se consigue saber que le pasa al bebé. ¡Tal vez, él
tampoco lo sepa! Lo importante es el esfuerzo realizado por conocer y comprender al hijo.
Hay que confiar en la intuición de padres. Ellos conocen a su hijo desde hace más tiempo
que el resto de la gente.

Ibone Olza Médico Psiquiatra Publicado en la revista Ser Padres, julio 2003

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