Sunteți pe pagina 1din 254

Autobiografía de Jesucristo

“El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no


pasarán”
Con estas palabras del Hijo de Dios, que son permanentes más allá del tiempo, se
vuelve a actualizar el Evangelio, concordado y escrito en forma autobiográfica, es
decir, relatado por el mismo Cristo. En la palabra y la vida de Jesucristo se contiene
todo lo que Dios ha querido decir a cada mujer y a cada hombre. El mismo Jesús dirá
de su palabra que es Espíritu y Vida, dirá que su palabra es la del Padre que le ha
enviado. El Verbo ha bajado del cielo para dejar en este mundo la Palabra de su
Padre Dios, como se deja una semilla que lleva vida en sí misma, en terreno propicio
que genera un nuevo nacimiento, para vivir una nueva existencia, única y verdadera
que ha de entenderse en clave de espíritu y eternidad, porque este es el último
destino del hombre: la vida eterna. La Fe hay que suplicarla a quien la puede dar.
Dios siempre la ha dado y la dará, con plenitud, a la mujer y al hombre que con
inteligencia de adulto y corazón de niño, hambriento de Verdad, con buena voluntad,
la requiere con toda su alma. El Hijo de Dios sale a nuestro encuentro cuando, a
solas, en los íntimos aposentos de nuestro espíritu, nos hace conocer quien es El y
por qué ha venido a este mundo. A continuación, en esta Autobiografía, se descubre

Página 1
Autobiografía de Jesucristo
una infinita deuda de gratitud que compromete al bien nacido. Amor con
amor se paga. Cuanto más se conoce más se ama, por esto precisamente,
se justifica este libro, porque pretendo conseguir que el Amor sea conocido
y muy amado.

Querida lectora o lector:


Ya han pasado más de treinta años desde que inicié la
concordancia evangélica que a continuación puede
contemplar. Cronológicamente se ordenaron los hechos que
describen San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan
para dar lugar a un solo relato que se presentó en estilo
autobiográfico.
En el año 1.980 se publica la 1ª edición en un formato,
digamos, que rústico y sencillo con muy pocos ejemplares y
sin ningún comentario por parte del autor. Este libro dispone
del “nihil obstat” certificado por el que fue Cardenal de
Sevilla Exc. Sr. Bueno Monreal. Ahora, a treinta años vista, el
Ingeniero que suscribe, vuelve a presentar este trabajo
como libro electrónico al alcance, gratuitamente, de quien
lo quiera leer, pero añadiendo los comentarios, según mi
leal saber y entender, producto de las reflexiones que a un
hombre normal, ya metido en años, le sugieren los hechos y
palabras que se relatan. Son comentarios de un católico con
profundo respeto al Magisterio de la Iglesia Católica. Son
comentarios consecuentes con la práctica del ejercicio de la
razón y el sentido común en el normal desarrollo de mi
actividad como persona y profesional, la de Ingeniero
Técnico, dejando constancia de que he empleado el mismo
sentido deductivo para interpretar los hechos de mi vivir
entre los hombres y los hechos que a continuación se
describen.

Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento


de la Verdad.
¿Qué es la Verdad? ¿Quién es la Verdad? La Verdad, el Camino y la Vida
es Cristo.
Toda la Verdad está palmariamente manifiesta en las páginas de este
libro. Leerlo supone conocer lo que Dios quiere que se conozca. Asumir
esta Verdad es poseer un "salvoconducto" para entrar en la vida eterna.
Que este libro llegue a tus manos, amigo lector, no es consecuencia de
una casualidad producto de un arbitrario azar. Es, sin duda, un acto de
predilección, un privilegio consumado en el tiempo, en tu tiempo, un
acto pensado para ti desde de antes de la creación del mundo.
Página 2
Autobiografía de Jesucristo

Rafael García Ramos


Ingeniero Técnico
17-oct-yy
MURCIA
ESPAÑA
INTRODUCCIÓN
www.hijodedios.org

¿Cuándo?
“…cuando vino la plenitud de los tiempos, Dios envió a su
Hijo, hecho hijo de mujer…”(Gál 4,4)
Esta “plenitud de los tiempos” coincide, aproximadamente, con los
finales del año 749 de la fundación de Roma.
¿Dónde?
En el extremo occidental de Asia. En una tierra, limitada al Norte
por la Fenicia y la Siria, al Este por la Arabia desierta, al Sur por la
Idumea y al Oeste por el Mediterráneo. Una tierra que se llama
Palestina, cuya extensión, 25.124 Km2, es algo menor que la
región de Murcia-España.
¿Por qué?
“Porque así amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo
Unigénito, a fin de que todo el que crea en el no perezca, sino
que alcance la vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por el.” (Jn 3,16-17)
La palabra “Evangelio” define la historia de la vida, doctrina y
milagros de Jesucristo, contenida en los cuatro relatos que llevan el
nombre de los cuatro evangelistas y que componen los cuatro
primeros libros del Nuevo Testamento. Los cuatro evangelistas son:
San Mateo “Versión crítica sobre los textos
San Marcos Sinópticos hebreo y griego” de la Sagrada Biblia,
San Lucas traducida por :
D. Jose María Bover S.I. y D. Francisco
San Juan Cantera Burgos
Editada por LA EDITORIAL CATOLICA
S.A. año 1.953
Página 3
Autobiografía de Jesucristo
Ordenando cronológicamente los relatos anteriores se da lugar a la
“Concordancia
Evangélica”, que viene a ser un único relato de unos hechos consumados en tiempo y
lugar determinados. Relatar esta Concordancia en primera Persona, la convierte en
Autobiografía, palabra con la que se define la vida de un hombre o una mujer contada
por sí mismo. Si además el Protagonista de esta Autobiografía singulariza al lector,
entonces nos encontramos con una interpelación personal de quien escribe al quien le
lee, un requerimiento íntimo de Alguien que parece conocerte profundamente. Este
trabajo, realizado por un Ingeniero Técnico, pretende dar a conocer a Jesucristo según
las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica, por tanto, como se puede apreciar
en el fichero “ANTECEDENTES”, dispone del “nihil obstat” certificado el 16 de Junio de
1.981 por el Excmo. Sr. D. José Bueno Monreal, Cardenal de Sevilla.
El texto canónico se ha mantenido rigurosamente, solo se han añadido unas
pocas palabras que lo convierten en estilo autobiográfico. Los personales comentarios
son consecuentes con mi leal saber y entender, fundamentados con la misma lógica y
sentido común con el que un técnico razona en el ejercicio de su profesión. El Ingeniero
que suscribe expone, al lector, con la máxima objetividad posible, lo que gradualmente,
va interpretando según se avanza en la narración. Al principio, uno se siente mero
espectador de los hechos que describe el Protagonista, Jesucristo, pero a las pocas
páginas leídas, te metes dentro del relato porque te sientes comprometido y acabas
“tocado”.
Finalmente recomiendo la alternancia de esta lectura con la lectura de la versión
original de los Evangelios que se encuentra en el Programa Concordante.

PROLOGO (Jn 1, 1-18)


En el principio Yo ya era, era la Palabra de mi Padre Dios, en el
estaba, en el era Dios y en el existía en el principio.

Todas las cosas fueron hechas por mí, y sin mí nada se hizo de
cuanto ha sido hecho.

En mí había vida, y la vida era la luz de los hombres, y la luz, en las


tinieblas brilla, y las tinieblas no me acogieron.

Apareció un hombre, enviado de parte de mi Padre: su nombre era


Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que
todos creyesen por él. No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio
de mí que soy la Luz.

Existía Yo, Luz verdadera, la que ilumina a todo hombre viniendo a


este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por mí, y el mundo

Página 4
Autobiografía de Jesucristo
no me conoció.

Vine a lo que era mío y los míos no me recibieron. Mas a cuantos me


recibieron, a los que creen en mi nombre, les di potestad de ser hijos de
Dios; los cuales no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la
voluntad del hombre, sino de Dios nacieron.

Y Yo, Palabra de mi Padre, me hice carne en el seno purísimo de una


Virgen, María, la Madre mía y tuya, y habité entre los hombres; y éstos
contemplaron mi gloria, gloria cual del Unigénito procedente del Padre:
1
lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de mí y clama diciendo: Este era el que dije: “El


que viene detrás de mí ha sido puesto delante de mí, porque era primero
que yo”.

Pues de mi plenitud vosotros todos recibís gracia sobre gracia.


Porque la Ley por mano de Moisés fue transmitida, la gracia y la verdad
por mano mía fueron hechas.

A Dios nadie le ha visto jamás: Yo, el Unigénito Hijo, el que está en el


regazo del Padre mirándole cara a cara, es quien os lo da a conocer.

2
Genealogía. (Mt 1, 1-17;Lc 3, 23-38)

3
Soy hijo de David, hijo de Abraham.
Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a
sus hermanos, Judá engendró a Farés y a Zará de Tamar, Farés engendró a

1
Este versículo está acomodado y complementado con referencias a la Virgen María.
2
La explicación de esta doble genealogía se puede encontrar, ampliamente razonada, en “Vida
de Jesucristo” de D. José María Bover, S.I. En la Pg 118 se lee: “En la hipótesis de que el
motivo determinante de la doble genealogía fue la adopción o la fusión de familias, que no es
inverosímil, podría muy bien ser que la genealogía de San Lucas, sin dejar de ser la de José,
fuese en realidad también la de María. Para ello es necesario suponer que Helí es una
abreviatura de Eliacim, que Eliacim puede considerarse como equivalente a Joaquín (cf. Judit,
4,5; 4,7; 4,11; 15,9 según la Vulgata), que es fundada la tradición de que el padre de María se
llamaba Joaquín. Admitido todo esto como probable, resultaría que San Lucas, al reproducir la
genealogía legal de José, nos daría en realidad, quizá sin pretenderlo, la genealogía natural de
María. Lo cual estaría en consonancia con el carácter profundamente Mariano de los dos
primeros capítulos del tercer Evangelio. Si María fue, directa o indirectamente, la fuente
histórica de estos capítulos, nada extraño sería que María diese la genealogía de José, que era
su propia genealogía”.
3
Genealogía de San Mateo, que es descendente y comienza por Abrahán.

Página 5
Autobiografía de Jesucristo
Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab
engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz de
Rahab, Booz engendró a Jobed de Rut, Jobed engendró a Jesé, Jesé engendró a
David el rey.
David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías. Salomón engendró
a Roboam, Roboam engendró a Abías, Abías engendró a Asá, Asá engendró a
Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a
Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró
a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías
engendró a Joaquím, Joaquím engendró a Jeconías y sus hermanos al tiempo de
la deportación a Babilonia.
Después de la deportación de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel
engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliacim,
Eliacim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquim,
Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán,
Matán engendró a Jacob, Jacob engendró a José el marido de mi Madre de la
cual nací.
Todas las generaciones, pues, desde Abraham hasta David son catorce,
desde David hasta la deportación también son catorce y desde la deportación
hasta mí igualmente catorce.
4
Según se creía, soy hijo de José, que lo era de Helí, el de Matat, el de Leví,
el de Melquí, el de Jannái, el de José, el de Matatías, el de Amós, el de Nahum, el
de Eslí, el de Naggái, el de Maat, el de Matatías, el de Semeín, el de Josec, el de
Jodá, el de Joanán, el de Resá, el de Zorobabel, el de Salatiel, el de Nerí, el de
Melquí, el de Addí, el de Cosam, el de Elmadam, el de Er, el de Jesús, el de
Eliezar, el de Jorim, el de Matat, el de Leví, el de Simeón, el de Judá, el de José,
el de Jonam, el de Eliacim, el de Meleá, el de Mená, el de Matatá, el de Natán, el
de David, el de Jesé, el de Jobed, el de Booz, el de Sala, el de Naasón, el de
Aminadab, el de Admín, el de Arní, el de Esrón, el de Fares, el de Judá, el de
Jacob, el de Isaac, el de Abraham, el de Tara, el de Nacor, el de Seruc, el de
Ragán, el de Fálec, el de Eber, el de Sala, el de Cainam, el de Arfaxad, el de Sem,
el de Noé, el de Lámec, el de Matusalá, el de Enoc, el de Járet, el de Maleleel, el
de Cainán, el de Enós, el de Set, el de Adán, el de Dios.

CAPITULO I EL EVANGELIO DE MI INFANCIA


1.01 Anuncio del nacimiento de Juan Bautista. (Lc 1, 5-25)

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre


Zacarías, del turno de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón,
llamada Isabel. Eran ambos justos a los ojos de mi Padre Dios, caminando sin
falta en todos sus mandamientos y preceptos. No tenían hijos porque Isabel era
estéril y ambos avanzados en edad.
Ejerciendo Zacarías su ministerio sacerdotal, cúpole en suerte entrar en el
Santuario del Templo para ofrecer el incienso. La muchedumbre del pueblo

4
Genealogía de San Lucas, ascendente, llega hasta Adán y hasta el mismo Dios Creador.

Página 6
Autobiografía de Jesucristo
estaba fuera orando. Apareciósele un ángel puesto de pie a la derecha del altar
del incienso. Se turbó Zacarías al verle y le sobrecogió el temor. Mas el ángel le
dijo:
“No temas, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración; y tu mujer Isabel
te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan. El será para ti gozo y
alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento; porque será grande a los ojos
del Señor; no beberá vino ni licor que embriague; será lleno del Espíritu Santo
ya desde el seno de su madre y convertirá a muchos de los hijos de Israel al
Señor, su Dios. El mismo le precederá con el espíritu y poder de Elías, para
retornar los corazones de los padres hacia los hijos y los rebeldes a la
prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.”
Dijo Zacarías al ángel:
“¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en
5
edad.”
El ángel respondió diciendo:
“Yo soy Gabriel que asisto en la presencia de Dios y he sido enviado para
hablarte y darte esta buena nueva. Y he aquí que estarás mudo y sin poder
hablar hasta el día en que esto se cumpla, por cuanto no diste fe a mis
palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.”
Estaba el pueblo esperando a Zacarías y se maravillaban de que tardase
tanto tiempo. Y cuando salió no podía hablarles y entendieron que había tenido
una visión en el Templo. Les hablaba por señas, pues como el ángel le dijo,
quedó mudo.
Cumplidos los días de su ministerio, Zacarías marchó a su casa.
Días después concibió Isabel, su mujer, y ella lo ocultó cinco meses,
diciendo para sí:
“Así lo ha hecho el Señor conmigo el día en que se ha dignado quitar mi
6
vergüenza entre los hombres.”

1.02 Anuncio de Gabriel a mi Madre. (Lc 1, 26-38)

Pasados seis meses, envió de nuevo mi Padre al ángel Gabriel a una ciudad
de Galilea llamada Nazaret, a una doncella desposada con un varón llamado
José, de la casa de David, cuyo nombre era María. Entró donde ella estaba y le
dijo:
“Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las
mujeres.”
María, mi Madre, al oír estas palabras, se turbó, y discurría en sí que podría
ser este saludo. Y le dijo Gabriel:

5
No da crédito a las palabras del ángel. La mezquindad del hombre hace imprevisible la
respuesta de un corazón humano a una visión celeste.
6
Para una mujer israelita, no tener hijos era una vergüenza entre los suyos.

Página 7
Autobiografía de Jesucristo

“No temas María, pues hallaste gracia a los ojos de Dios. He aquí que
concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, a quien darás por nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el
trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob eternamente y su
reinado no tendrá fin.”
Dijo mi Madre al ángel:
“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”
Y Gabriel le dijo:
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará
con su sombra; por lo cual también lo que nacerá será llamado Santo, Hijo de
Dios. Y he aquí que Isabel, tu parienta, también ella ha concebido en su vejez, y
este es el sexto mes para ella la que llamaban estéril; porque nada es

Página 8
Autobiografía de Jesucristo
7
imposible para Dios.”
Y dijo mi Madre:
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”
Y retiróse Gabriel de delante de mi Madre.

1.03 Visitación de mi Madre a su prima Isabel. (Lc 1, 39-80)

Por aquellos días, mi Madre se puso en camino, se dirigió presurosa a la


montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al
7
Todo es posible para Dios. Los hombres pedimos como quien somos como somos, pero Dios
da como quien es como es. La Omnipotencia de Dios está al servicio de la Fe. Una sola alma
puede demandar de Dios, en virtud de un supremo acto de Fe, la consumación de un hecho,
imposible para el hombre por sí mismo, que puede influir en la historia de toda la humanidad, en
su destino final.

Página 9
Autobiografía de Jesucristo
oír Isabel el saludo de mi Madre dio saltos de gozo el niño que en su seno llevaba
y en ese instante quedó llena del Espíritu Santo y con fuerte voz exclamó:
“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Y de dónde
a mí esta gracia, que venga la Madre de mi Señor a visitarme? Porque así que
sonó tu voz en mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que
has creído tendrán cumplimiento las cosas que te han sido dichas de parte del
Señor.”
Y dijo mi Madre:
“¡Engrandece mi alma al Señor, y se regocija mi espíritu en
Dios mi Salvador; porque puso sus ojos en la bajeza de su esclava.
Pues he aquí que desde ahora me llamarán dichosa todas las
generaciones; porque hizo en mi favor grandes cosas el Poderoso, y
cuyo Nombre es Santo; y su misericordia por generaciones y
generaciones, para con aquellos que le temen. Hizo ostentación de
poder con su brazo: desbarató a los soberbios en los proyectos de su
corazón; derrocó de su trono a los potentados, y enalteció a los
humildes; llenó de bienes a los hambrientos y despidió vacíos a los
ricos. Tomó bajo su amparo a Israel, su siervo, para acordarse de
su misericordia, como lo había anunciado a nuestros padres, a
favor de Abraham y a su linaje para siempre!”
Mi Madre permaneció con Isabel como tres meses y volvió a su casa.
A Isabel se le cumplió el tiempo de su parto y dio a luz un hijo. Y al
enterarse sus vecinos y parientes de que el Señor había usado con ella de gran
misericordia, le daban el parabién. Al octavo día vinieron a circuncidar al niño y
querían llamarle con el nombre de su padre, Zacarías. Intervino Isabel su madre,
diciendo:
“No, sino que se llamará Juan.”
Dijéronle:
“Nadie hay en tu familia que se llame con ese nombre.”
Entonces preguntaron por señas a su padre cómo quería que se llamase. El
pidiendo una tablilla, escribió en éstos términos:
“Juan es su nombre.”
Todos quedaron maravillados. Y se abrió de improviso su boca, y se desató
su lengua, y habló bendiciendo a Dios. Y se espantaron todos los que vivían en su
vecindad, y en toda la montaña de Judea se divulgaban todas estas cosas, y todos
los que la oían las guardaron en su corazón diciendo:
“¿Qué será, pues, este niño?”
Y es que la mano de mi Padre estaba sobre este niño.
Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
“¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque visitó y rescató a su pueblo.
Ha suscitado un poderoso Salvador para nosotros en la casa de David, su
siervo, según le había anunciado desde antiguo por boca de sus santos
profetas; salud que nos liberase de nuestros enemigos y de manos de todos los
que nos odian; para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su
alianza santa; para cumplir su juramento, que juró a Abraham nuestro padre;

Página 10
Autobiografía de Jesucristo
de darnos que, libres de temor, liberados de manos de nuestros enemigos, le
sirviéramos en santidad y justicia en su presencia, todos nuestros días. Y tú,
¡Oh niño!, profeta del Altísimo serás llamado, por cuanto irás delante del Señor
para aparejar sus caminos, para dar a su pueblo el conocimiento de la
salvación en la remisión de sus pecados, por las entrañas de misericordia de
nuestro Dios, por las cuales nos visitará un Sol Levante desde lo alto, para
iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte, para
enderezar nuestros pies por el camino de la paz!”
Juan crecía y se robustecía en el espíritu y vivió en los desiertos hasta el día
de su manifestación a Israel.

1.04 Zozobras en el corazón de mi padre, José.8 (Mt 1, 18-25)

En mi Madre, esposa de José, se evidenciaba su embarazo, por obra del


Espíritu Santo, y el corazón de mi padre, que siempre permaneció virgen, sufría
las zozobras del no saber que hacer ante este acontecimiento inesperado. En el
seno de su bendita mujer el Hijo de Dios tomaba la carne de su Madre para
hacerse hombre, un Hijo de su esposa en el que nada tuvo que ver. Mi padre,
bien conocía a su María. Mi padre, oyó a Isabel que reconoció a su prima como la
Madre de su Señor, ¿qué hacer? Decide iniciar en secreto el acta de repudio y en
su caso apartarse de la mujer de la que no se consideraba digno.
Estando él con éstos pensamientos, un ángel de mi Padre se le apareció en
sueños y le dijo:
“José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, pues lo
que se engendró en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un Hijo, y le pondrás
por nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de sus pecados.”
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que por boca del profeta dijo mi
Padre:
“He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo y llamarán su
nombre Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros.”
Despertado José mi padre, del sueño, hizo como lo ordenó el ángel y tomó
consigo a María, mi Madre, su mujer, la cual sin que él la conociese me dio a luz
y púsome por nombre Jesús.

1.05 Nacimiento en Belén. Portal de Belén. (Lc 2, 1-7)

Aconteció que por aquellos días salió un edicto de César Augusto para que
se hiciese el censo de todo el Imperio. Este empadronamiento, el primero, se
efectuó siendo Quirino gobernador de la Siria. Y se pusieron todos en viaje para
inscribirse cada cual en su ciudad. Subió también mi padre José desde Galilea,
de la ciudad de Nazaret, a la Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por
ser él del linaje y familia de David, para inscribirse en el censo juntamente con
María, su esposa y Madre mía, que estaba encinta. Y sucedió que estando ellos
allí, se le cumplieron a mi Madre los días del parto y me dio a luz y
envolviéndome en pañales, me recostó en un pesebre, pues no había para
nosotros lugar en el mesón.

8
Todo este apartado está acomodado a la redacción autobiográfica complementando las
palabras de San Mateo.

Página 11
Autobiografía de Jesucristo

Página 12
Autobiografía de Jesucristo

Página 13
Autobiografía de Jesucristo

Página 14
Autobiografía de Jesucristo

1.06 Anuncio de los ángeles a los pastores. (Lc 2, 8-20)

En aquella misma comarca de los alrededores de Belén se hallaban unos


pastores que pernoctaban al raso de la noche y velaban por turno para guardar
su ganado, y he aquí que un ángel de mi Padre se presentó ante ellos y su gloria
los envolvió en sus fulgores quedando sobrecogidos de temor. Pero el ángel les
dijo:
“No temáis, pues he aquí que os traigo una buena nueva, que será de
grande alegría para todo el pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David
un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis al
Niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre.”

Página 15
Autobiografía de Jesucristo
Y al instante se juntó con el ángel una gran muchedumbre del ejército
celestial que alabando a su Creador decían:
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena
voluntad!”
Así como los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros:
“¡Ea!, vayamos a Belén, y veamos esto que el Señor nos ha manifestado.”
Fueron a toda prisa, y me hallaron recostado en un pesebre junto a mis
padres, María y José. Y al verme dieron a conocer la declaración que se les había
hecho acerca de mí. Y todos los que los oyeron se maravillaban de las cosas que
les habían dicho los pastores. Mi Madre guardaba todas estas palabras,
meditándolas en su Corazón. Y se volvieron los pastores glorificando y alabando
a mi Padre Dios por todas las cosas que oyeron y vieron, conforme les habían
sido anunciadas.

Página 16
Autobiografía de Jesucristo

1.07 Circuncisión y purificación. (Lc 2, 21-38)

Al cumplirse los ocho días me circuncidaron poniéndome el nombre de


Jesús como ya había sido llamado por el ángel antes de que fuese concebido en el
seno de mi Madre. Y subimos a Jerusalén para cumplir con la Ley de Moisés por
la cual mi Madre se sometió a la purificación y Yo era presentado a mi Padre.
Dicha Ley dice:
“Todo primogénito varón será consagrado al Señor.”
Mis padres ofrecieron como sacrificio un par de tórtolas.
Y he aquí que había un hombre en Jerusalén por nombre Simeón, justo y
temeroso de mi Padre Dios, que aguardaba la consolación de Israel y el Espíritu
Santo estaba sobre él, habiéndole sido revelado que no vería la muerte antes de
verme. Vino al Templo impulsado por el Espíritu Santo y cuando mis padres me
introducían en el Templo, se acercó a nosotros y recibiéndome en sus brazos
bendijo a mi Padre Dios diciendo:
“Ahora dejas ir a tu siervo, Señor, según tu palabra, en paz; pues ya
vieron mis ojos tu Salud, que preparaste a la faz de todos los pueblos: luz para
iluminación de los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.”
Mis padres estaban maravillados de las cosas que se decían de mí. Simeón
nos bendijo y dijo a mi Madre:
“He aquí que este está puesto para caída y resurgimiento de muchos en
Israel, y como una señal a quien se hace contradicción- y a ti misma te
traspasará el alma una espada-, para que salgan a la luz los pensamientos del
fondo de muchos corazones.”
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de
edad muy avanzada, habiendo vivido con su marido siete años desde que se casó,
y quedando viuda, había llegado hasta los ochenta y cuatro años. No salía del
Templo, sirviendo a mi Padre Dios en ayunos y oraciones noche y día.
Acercándose en aquel momento, alababa también a mi Padre Dios, y hablaba de
mí a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

1.08 Epifanía y huida a Egipto. (Mt 2, 1-15)

Por aquellos días llegaron a Jerusalén unos Magos venidos de las regiones
orientales y decían:
“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en
el Oriente y venimos a adorarle.”
Al oír esto, el rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él. Y convocados
todos los jefes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, se informó de ellos
sobre dónde había de nacer el Mesías. Y ellos le dijeron:
“En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta: Y tú Belén, tierra de
Judá, de ningún modo eres la menor entre las principales ciudades de Judá;
porque de ti saldrá un Jefe que pastoreará a mi pueblo Israel.”
Entonces Herodes, habiendo llamado secretamente a los Magos, se informó
exactamente de ellos acerca del tiempo en que había aparecido la estrella; y
enviándolos a Belén dijo:

Página 17
Autobiografía de Jesucristo
“Id y tomad exacta información acerca del Niño; y cuando le hubiereis
hallado, dadme aviso, para que yo también vaya y le adore.”
Después de oír al rey, se pusieron en camino y de repente la estrella que
vieron en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando hasta donde Yo me
encontraba se paró encima. Al ver la estrella, sintieron grandísimo gozo. Y
entrando en la casa, me vieron con María, mi Madre; y postrándose en tierra me
adoraron; y abriendo sus tesoros me ofrecieron presentes, oro, incienso y mirra.
Avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se tornaron a su tierra por
otro camino.
Así que los Magos hubieron partido, he aquí que un ángel se apareció en
sueños a mi padre, José, diciéndole:
“Levántate, José, toma contigo al Niño y a su Madre y huye a Egipto, y
estate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al Niño para
matarlo.”

Página 18
Autobiografía de Jesucristo

Página 19
Autobiografía de Jesucristo

Él, levantándose de noche, nos tomó a mi Madre y a mí y se refugió en


Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que
había dicho mi Padre por boca del profeta:
“De Egipto llamé a mi Hijo.”

1.09 Matanza de inocentes. (Mt 2, 16-18)

Entonces Herodes, viéndose burlado por los Magos, se enfureció en


extremo, y mandó matar a todos los niños que habían en Belén y en todos sus
contornos de dos años para abajo, según el tiempo exacto que había averiguado
de los Magos.
Entonces se cumplió lo dicho por boca del profeta Jeremías:
“Una voz se oyó en Ramá, llanto y gran lamentación; era Raquel que
lloraba sus hijos, y no quería ser consolada, pues ya no existen.”

Página 20
Autobiografía de Jesucristo
1.10 Vuelta a Nazaret. Pérdida en Jerusalén. Vida en Nazaret (Mt 2,
19-23; Lc 2, 40-52)
Muerto Herodes, he aquí que un ángel se apareció en sueños a mi padre,
José, en Egipto y le dijo:
“Levántate y toma al Niño y a su Madre, y marcha a tierra de Israel; pues
han muerto los que buscaban la vida del Niño.”

Mi padre, José, levantándose, nos tomó a mi Madre y a mí y partimos hacia


la tierra de Israel.
Mas habiendo oído que reinaba Arquelao en Judea en lugar de su padre
Herodes, temió ir allá y avisado en sueños, nos retiramos a la región de Galilea y
allí nos establecimos en una ciudad llamada Nazaret para que se cumpliese lo
dicho por los profetas, que Yo sería llamado Nazareno.
Mi padre, José, ejercía de carpintero y con el esfuerzo de su trabajo
mantuvo a su familia con la ayuda de mi Madre que se ocupaba de las labores de

Página 21
Autobiografía de Jesucristo
9
la casa, una familia como muchas de Nazaret.

Mis padres cada año iban a Jerusalén por la fiesta de la Pascua y cuando
cumplí doce años subimos a la fiesta según costumbre. Y acabados los días mis
padres se volvieron con la comitiva sin advertir que Yo me había quedado en
Jerusalén, pues creyeron que iría con la caravana y mis parientes. Y así
caminaron una jornada. Me buscaron entre los familiares y conocidos y al no
encontrarme se volvieron a Jerusalén para buscarme. Y sucedió que después de
tres días me hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores,
escuchándolos y haciéndoles preguntas, doctores que quedaron pasmados de los
conocimientos que descubrieron en un Niño de doce años. Mis padres al verme
quedaron atónitos y mi Madre me dijo:
“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo,
9
Este párrafo está acomodado para resaltar el estilo autobiográfico

Página 22
Autobiografía de Jesucristo

angustiados, andábamos buscándote.”


Yo les contesté:
“¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había Yo de
estar en la casa de mi Padre?”
No comprendieron mis palabras y por fin en su compañía nos fuimos a
Nazaret viviendo sometido a mis padres. Mi Madre guardaba todas estas cosas
10
en su bendito Corazón.
Fui creciendo en sabiduría, en estatura y gracia delante de mi Padre Dios y
de los hombres.

10
También se acomoda al relato autobiográfico

Página 23
Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO II PERIODO DE PREPARACION


2.01 Juan Bautista en el Jordán. Bautismo.(Lc 3, 1-22; Mt 3, 1-17; Mc
1, 1-11)

En el año decimoquinto del Imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilatos


procurador de la Judea, y Herodes tetrarca de la Galilea, y Filipo, su hermano,
tetrarca de Iturea y de la Traconítide, y Lisanias tetrarca de la Abilina, al tiempo
del sumo sacerdote Anás y Caifás, vino la palabra de mi Padre Dios sobre Juan,
el hijo de Zacarías, en el desierto de Judea. Y recorrió toda la comarca del Jordán
predicando un bautismo de penitencia para remisión de los pecados, diciendo:
“Arrepentíos, pues está cerca el Reino de los Cielos.”
Como está escrito en el profeta Isaías:
”Voz de uno que clama en el desierto: aparejad el camino del Señor,
enderezad sus sendas; todo barranco se rellenará y todo monte y collado se
rebajará; y lo tortuoso se hará recto, y lo áspero caminos llanos; y verá toda
carne la Salud de Dios.”
Y como profetizó Malaquías:
“Mira, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual aparejará tu camino.”
Y salía a él toda la región de la Judea y los jerosolimitanos todos, y eran
bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Y andaba Juan
vestido de pelos de camello con una faja de cuero en torno de sus hombros; y su
mantenimiento era langosta y miel silvestre. Y viendo a muchos de los fariseos y
saduceos que venían a su bautismo, les decía:
“Engendros de víboras, ¿quién os mostró el modo de huir de la ira
inminente? Haced, pues, fruto digno de la penitencia. Y no se os ocurra decir
dentro de vosotros: “Tenemos por padre a Abraham”. Porque os digo que
poderoso es Dios para hacer surgir de éstas piedras hijos a Abraham. Y ya,
además, el hacha está puesta a la raíz de los árboles. Todo árbol, pues, que no
lleve fruto bueno será cortado y echado al fuego.”
Preguntaban a Juan las turbas:
“¿Qué haremos pues?”
Y él les decía:
“El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga
provisiones, haga lo mismo.”
Vinieron también unos publicanos a ser bautizados y le dijeron:
“Maestro, ¿qué hemos de hacer?”
Y él les decía:
“No exijáis nada sobre la tasa que os ha sido fijada.”
Le preguntaron también algunos agentes armados:
“¿Qué hemos de hacer también nosotros?”
Y él les dijo:

Página 24
Autobiografía de Jesucristo
“A nadie hagáis extorsión, ni denunciéis injustamente, y contentaos con
vuestro sueldo.”
El pueblo en expectación discurría en su corazón acerca de Juan, si por
ventura no sería el Mesías, pero Juan respondió a todos:
“Yo os bautizo en agua para penitencia: mas el que viene tras de mí es
más fuerte que yo, ante quien no soy digno de desatar agachado la correa de
su calzado. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene su
bieldo para limpiar su era y allegar el trigo en su granero; mas la paja la
quemará con fuego inextinguible.”
Y así, con estas y con otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la
Buena Nueva.

Y aconteció, al tiempo que todo el pueblo era bautizado, que vine desde
Nazaret de Galilea al Jordán y me presenté a Juan para ser bautizado por él. Mas
Juan me atajó diciendo:
“Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?”
Mas Yo le dije:

Página 25
Autobiografía de Jesucristo

“Déjame hacer ahora, pues así nos cumple realizar plenamente


toda justicia.”
Juan me bautizó, y al salir del agua, estando en oración, rasgáronse los
cielos y el Espíritu Santo en forma de paloma descendió sobre mí y se oyó la voz
de mi Padre que dijo:
“Este es mi Hijo amado, en quien me agradé”
2.02 En el desierto. Tentaciones. (Mt 4, 1-11;Mc 1, 12-13; Lc 4,1-13)

Lleno del Espíritu Santo, volví del Jordán para ser conducido, por el mismo
Espíritu, hacia el desierto y ser tentado por el diablo.
Estuve en el desierto, entre las fieras, cuarenta días y cuarenta noches, y fui
tentado por Satanás. No comí nada durante aquellos días, y acabados sentí
hambre y fue entonces cuando se llegó a mi presencia el Tentador diciendo:

“Si eres Hijo de Dios, di que éstas piedras se conviertan en panes.”

Página 26
Autobiografía de Jesucristo
Le respondí:
“Escrito está: “No de sólo pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios.”
Entonces, tomándome el Diablo me llevó a la Santa Ciudad, me puso sobre
el alero del Templo y dijo:
“Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque escrito está que a sus
ángeles ordenará acerca de Ti, y en las manos te tomarán no sea que tropieces
con tu pie en alguna piedra.”
Yo le dije:
“También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.”
De nuevo, Satanás, tomándome, me llevó a un monte sobremanera elevado
y mostrándome todos los reinos del mundo y la gloria de ellos me dijo:
“Te daré toda esa potencia y la gloria de ellos, puesto que a mí me ha sido
entregada, y a quien quiero la doy; si, pues, Tú postrándote delante de mí me
adorares, será Tuya toda.”
Le respondí:
“¡Vete de aquí, Satanás; porque escrito está: “Al Señor tu Dios
adorarás y a el sólo darás culto!”

Página 27
Autobiografía de Jesucristo

Y habiendo dado fin a toda tentación el Diablo se retiró de mí hasta otro


11
tiempo oportuno. Y he aquí que vinieron los ángeles y me servían.
2.03 Testimonio de Juan Bautista. (Jn 1, 19-34)

Los judíos enviaron, desde Jerusalén, algunos sacerdotes y levitas que


fueron al encuentro de Juan y le preguntaron:
“Tú, ¿quién eres?”
Y Juan confesó la verdad y no la negó diciendo:
“Yo no soy el Mesías.”
Y volvieron a preguntarle:
“¿Quién pues? ¿Eres Elías tú?”
Y dijo:
11
Cristo será de nuevo tentado. Satanás no descansará nunca, vive en eterna ansiedad.

Página 28
Autobiografía de Jesucristo
“No lo soy.”
Y de nuevo:
“Eres tú el Profeta.”
Y respondió:
“No.”
Dijéronle, pues:
“¿Quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué
dices de ti?”
Juan contestó:
“Yo soy voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor,
según dijo el Profeta Isaías.”
Y los enviados, que eran fariseos, por último, le preguntaron:
“¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?”
Juan les respondió diciendo:
“Yo bautizo en agua; en medio de vosotros está quien vosotros no
conocéis, el que viene detrás de mí, a quien no soy digno de desatar la correa de
su calzado.”
Estas cosas pasaron en Betania, a la otra parte del Jordán, donde Juan
estaba bautizando.
Al día siguiente, al verme venir hacia él, Juan dijo:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es Aquel
de quien yo dije: detrás de mí viene un Hombre que ha sido puesto delante de
mí porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que el sea
mostrado a Israel, para esto vine yo bautizando en agua. He visto el Espíritu
que descendía del cielo como paloma y se posó sobre El. Y yo no le conocía, mas
el que me había enviado a bautizar en agua, el me dijo: “Aquel sobre el que
vieres descender el Espíritu y posarse sobre El, este es el que bautiza en el
Espíritu Santo”. Y yo le he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de
Dios.”

2.04 Primeros discípulos. (Jn 1, 35-51)

Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y fijando sus ojos en
mí dijo:
“He aquí el Cordero de Dios.”
Como oyeran estas palabras, los dos discípulos vinieron en pos de mí, y
viendo que me seguían les dije:
“¿Qué buscáis?”
Ellos contestaron:
“Rabí, Maestro, ¿dónde moras?”
Y les dije:
“Venid y lo veréis.”
Vinieron, pues, vieron donde moraba y se quedaron conmigo aquel día.
Sería como la hora décima. Andrés, el hermano de Pedro, y Juan se llaman los
discípulos que oyendo las palabras de Juan Bautista me siguieron.

Página 29
Autobiografía de Jesucristo
Andrés fue en busca de su hermano Simón y le dijo:

“¡Hemos hallado al Mesías, al Cristo!”


Andrés y Simón vinieron a mí y poniendo mis ojos sobre Pedro le dije:
“Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás Cefás” (que
significa “Pedro” o “Piedra”).
Al día siguiente determiné salir para Galilea acompañado de mis discípulos.
En el camino hallé a Felipe y le dije:
“Sígueme.”
Era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
Felipe, a su vez, encontró a Natanael, y le dijo:
“Aquel de quien escribió Moisés en la Ley y los Profetas igualmente, le
hemos hallado: Jesús, hijo de José, el de Nazaret.”
Y le dijo Natanael:

Página 30
Autobiografía de Jesucristo

“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”


Dícele Felipe:
“Ven y lo verás.”
Felipe y Natanael vinieron hacia mí y al acercarse dije:
“Ahí tenéis verdaderamente un israelita en quien no hay
engaño.”
Natanael respondió:
“¿De dónde me conoces?”
Yo le dije:
“Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la
higuera, Yo te vi.”
Respondió Natanael:
“¡Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel!”

Página 31
Autobiografía de Jesucristo
Mas Yo le dije:
“¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees?
Mayores cosas que estas verás. En verdad, en verdad os digo:
veréis el cielo abierto y a los ángeles del cielo que suben y bajan
sobre el Hijo del hombre.”

2.05 Bodas de Caná. (Jn 2, 1-12)

Pasados tres días, llegando a Caná de Galilea, se celebraban unas bodas y


12
allí estaba mi Madre . Fuimos invitados a la boda mis discípulos y Yo. Como
faltase vino, mi Madre se llegó a mí diciéndome:
“No tienen vino.”

12
Posiblemente, los novios eran parientes de la Virgen María, de Jesús.

Página 32
Autobiografía de Jesucristo
Y Yo le dije:
“¿Y qué tenemos que ver tú y Yo, Madre mía? Todavía no ha
llegado mi hora.”13
Dijo mi Madre a los que servían:
“Todo cuanto el os diga, hacedlo.”14
Había allí seis hidrias de piedra, destinada a la purificación de los judíos,
cada una de las cuales podía contener de ochenta a cien litros.
Les dije:
“Llenad de agua las hidrias.”
Las llenaron hasta arriba y les dije:
“Sacad ahora y llevadlo al maestresala.”
Y lo llevaron. Mas cuando gustó el maestresala el agua hecha vino, no
sabiendo de dónde era, aunque si lo sabían los que servían, que habían sacado el
agua, llama al esposo y le dice:
“Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están ya bebidos, pone
el peor; tú, sin embargo, has reservado el vino bueno hasta ahora.”
Este fue el primer milagro que hice, mi gloria se manifestó y los discípulos
creyeron en mí. Después de esto, bajé a Cafarnaúm junto con mi Madre, mis
hermanos y discípulos, y allí permanecimos no muchos días.

CAPITULO III PRIMER AÑO DE PREDICACION


PÚBLICA
3.01 Expulsión del Templo de compradores y vendedores. (Jn 2, 13-
25)

Estaba cerca la Pascua de los judíos y subí a Jerusalén. Hallé en el Templo a


los que vendían bueyes, ovejas y palomas, a los cambistas sentados.
Hice un azote de cordeles y los eché a todos del Templo y con ellos las
ovejas y los bueyes, desparramando las monedas de los cambistas y volcando sus
mesas les decía:
“¡Quitad eso de ahí, no hagáis la Casa de mi Padre casa de
tráfico!”
Y mis discípulos recordaron lo que está escrito: “El celo por tu Casa me
devoró.” Los judíos, que vieron tales cosas, me preguntaron:
“¿Qué señal nos muestras que acredite tu modo de obrar?”
Les respondí:
“¡Destruid este Santuario, y en tres días lo levantaré!”
Dijeron, pues, los judíos:
13
Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. (Este es el texto real en el
Evangelio de San Juan)
14
Para la Virgen María este no sería el primer milagro que contemplara de su Hijo. Sabe con Fe
segura lo que va a ocurrir y consciente de que lo que sugiere a su Hijo en público, adelantará la
hora de la divina manifestación del Mesías.

Página 33
Autobiografía de Jesucristo
“En cuarenta y seis años se ha edificado este Santuario, ¿y Tú en tres días
lo levantarás?”

No comprendieron que hablaba del Santuario de mi Cuerpo. Cuando, pues,


resucité de entre los muertos, recordaron mis discípulos que había dicho esto, y
dieron fe a la Escritura y a la palabra que les hablé.
Mientras estuve en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos
creyeron en mí porque veían los milagros que hacía. Pero Yo no me fiaba de
15
ellos, porque bien conocía el corazón de todos y cada uno de los hombres sin
necesidad de testimonio alguno.

3.02 Entrevista con Nicodemo.16 (Jn 3, 1-21)

15
Amigo lector, también el tuyo es conocido. Te conoce bien quien bien te quiere.

Página 34
Autobiografía de Jesucristo
Había un hombre de la secta de los fariseos, llamado Nicodemo, magistrado
de los judíos. De noche vino a verme y dijo:
“Rabí, sabemos que vienes de parte de Dios como Maestro; porque nadie
puede hacer esas señales que Tú haces, si Dios no está con El.”

Le respondí:
“En verdad, en verdad te digo: si uno no fuere engendrado de
nuevo no puede ver el Reino de Dios.”
Díjome Nicodemo:
“¿Cómo puede un hombre nacer si ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por
segunda vez en el seno de su madre y nacer?”
16
Este pasaje convendría leerlo varias veces porque en él se condensa toda la esencia del
cristianismo. Estas palabras llevan en sí engendrada la verdadera vida, la que es y no se ve, la
única vida.

Página 35
Autobiografía de Jesucristo
Le contesté:
“En verdad, en verdad te digo, quien no naciere de agua y
Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la
carne, carne es, y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te
maravilles de que te haya dicho: “Es necesario que nazcáis de
nuevo”. El aire sopla donde quiere, y oyes su voz, y no sabes de
dónde viene ni adónde va: así es todo el que ha nacido del Espíritu.”
Y dijo Nicodemo:
“¿Cómo puede ser eso?”
Y de nuevo le contesté:
“¿Tú eres maestro de Israel, y esto no sabes? En verdad, en
verdad te digo que lo que sabemos, esto hablamos; y lo que hemos
visto, esto testificamos; y nuestro testimonio no lo aceptáis. Si
cuando os he dicho cosas terrenas no me creéis, ¿cómo me vais a
creer si os dijere cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el
que ha bajado del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. Y
como Moisés puso en alto la serpiente en el desierto, así es necesario
que sea puesto en alto el Hijo del hombre, para que todo el que crea
en el alcance la vida eterna. Porque así amó Dios al mundo, que
entregó a su Hijo Unigénito, a fin de que todo el que crea en el no
perezca, sino que alcance la vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por El. Quien cree en El, no es condenado; quien no cree, ya
está condenado17, porque no creyó en el Nombre del Unigénito Hijo
de Dios. Este es el juicio: que la Luz ha venido al mundo, y amaron
los hombres más las tinieblas que la Luz, porque eran malas sus
obras. Porque todo el que obra el mal, aborrece la Luz, y no viene a
la Luz, para que no sean puestas en descubierto sus obras; mas el
que obra la verdad, viene a la Luz, para que se manifiesten sus
obras como hechas en Dios.”
3.03 Ultimo testimonio de Juan. (Jn 3, 22-36; Jn 4, 1-3; Lc 3, 19-20;
Lc 4,14; Mc 1,14; Mt 4,12)

Después de esto, mis discípulos y Yo nos fuimos a la región de Judea y allí


morábamos y bautizábamos. Juan también seguía bautizando en Enón, cerca de
Salím, porque había allí aguas abundantes; y acudía gente y eran bautizados ya
que Juan todavía no había sido echado en la cárcel. Se originó, pues, una
contienda de parte de los discípulos de Juan con un judío acerca de la
purificación. Y vinieron a Juan y le dijeron:
17
La condenación es un misterio insondable, consecuencia de la libertad del hombre que
escoge su último destino con plena conciencia. El hombre sabe muy bien que vive en tinieblas y
no desea salir de ellas, sabe que al otro lado está la eternidad y libremente la elige en infinita
desesperanza.

Página 36
Autobiografía de Jesucristo
“Rabí, aquel que estaba contigo a la otra parte del Jordán, a favor de
quien tú diste testimonio, mira, el bautiza y todos acuden a El.”
Juan respondiendo, dijo:
“No puede un hombre recibir nada si no le fuere dado del cielo. Vosotros
mismos me sois testigos que dije: “No soy yo el Mesías”, sino: “He sido enviado
delante de El”. Quien tiene la esposa este es el esposo, mas el amigo del esposo,
el que asiste y oye su voz, se goza en gran manera por la voz del esposo. Así,
pues, este gozo mío ha sido cumplido. El conviene que crezca, yo que
disminuya. El que viene de arriba está por encima de todos; el que es de la
tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que viene del cielo está por encima
de todos. Lo que ha visto y oído, esto testifica, y su testimonio nadie lo acepta.
El que acepta su testimonio pone un sello a la veracidad de Dios. Porque Aquel
a quien Dios envió habla las palabras de Dios; porque no con medida da el
Espíritu. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en sus manos.
Quien cree en el Hijo posee vida eterna, mas el que niega su fe al Hijo no
gozará la vida, antes la ira de Dios pesa sobre él.”
Este fue el último testimonio de Juan sobre mí, porque poco después
reprendía a Herodes el tetrarca por motivos de Herodías, la mujer de su
hermano y Herodes añadía a sus múltiples maldades la de encerrar a Juan en la
prisión. Encierro que tendría su origen en la trama farisaica contra Juan.
Así, pues, enterado de que a oídos de los fariseos llegaban las noticias tales
como: “Jesús hace más discípulos que Juan, y bautiza”, decidí abandonar la
Judea e impulsado por la fuerza del Espíritu volví a Galilea.

3.04 La Samaritana. (Jn 4, 4-42)

En este viaje debíamos pasar por Samaria. Llegamos, pues, a una ciudad de
Samaria llamada Sicar, cerca de la posesión que dio Jacob a su hijo José. Estaba
allí la fuente de Jacob. Fatigado del camino me senté, sin más, junto a la fuente,
sería como la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua y le digo:
“Dame de beber.”
Mis discípulos se habían ido a la ciudad a comprar provisiones. Díceme,
pues, la mujer samaritana:
“¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy mujer
samaritana?”
En efecto, los judíos no tienen trato con los samaritanos. Le dije:
“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “Dame de
beber”, tú le hubieras pedido, y el te hubiera dado agua viva.”
Díjome la mujer:
“Señor, no tienes pozal y el pozo está hondo; ¿de dónde, pues, tienes el
agua viva? ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el
pozo, y él mismo bebió con sus hijos y sus ganados?”
Le respondí diciendo:
“Todo el que bebiere de ese agua tendrá sed otra vez; mas quien
bebiere del agua que Yo le diere, no tendrá sed jamás, sino que el
agua que Yo le daré se hará en él fuente de agua bullidora para

Página 37
Autobiografía de Jesucristo

vida eterna.”
Díjome la mujer:
“Señor, dame esa agua, para que me quite la sed y no tenga que venir
aquí a sacarla.”
Le dije:
“Ve, llama a tu marido y ven acá.”
Y me respondió:
“No tengo marido.”
Le dije:
“Bien dijiste: “No tengo marido”; porque cinco maridos tuviste,
y ahora el que tienes no es marido tuyo18; en eso has dicho
verdad.”
La mujer dijo:
“Señor, veo que Tú eres Profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este
monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde hay que
adorarle.”

18
Dios no da ningún alma por perdida.

Página 38
Autobiografía de Jesucristo

Le contesté:
“Créeme, mujer, que viene la hora en que ni a ese monte ni a
Jerusalén estará vinculada la adoración al Padre. Vosotros
adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos,
porque la salud viene de los judíos. Pero llega la hora, y es ésta, en
que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad, porque el Padre tales quiere que sean los que le adoren.
Espíritu es Dios;19 y los que le adoran, en espíritu y en verdad le
deben adorar.”
19
Dios es Espíritu del que se nace de nuevo. Así lo dice Cristo a Nicodemo. El Espíritu no se ve
pero se puede percibir como se percibe el viento que se siente y no se ve. No puedo negar su
existencia porque no lo contemplen mis ojos y no lo palpen mis manos, como no puedo negar la
brisa que me susurra al oído al mover las hojas de los árboles.

Página 39
Autobiografía de Jesucristo
Y finalmente, la mujer me dijo:
“Sé que ha de venir el Mesías, el que se llama Cristo; cuando el venga, nos
manifestará todas las cosas.”
20
Y por último, le dije: “Soy Yo, el mismo que habla contigo.”
En esto vinieron mis discípulos, y se maravillaron de que hablara con una
mujer; nadie empero, me dijo: “¿Qué preguntas?” o “¿Qué hablas con ella?”.
Dejó, pues, su cántaro la mujer y se marchó presurosa a la ciudad diciendo a los
hombres:
“¡Venid a ver a un hombre que me dijo todas las cosas que hice! ¿Acaso es
este el Mesías?”
Salieron de la ciudad y venían a mí. Entre tanto mis discípulos me rogaban:
“Rabí, come.”
Mas Yo les dije:
“Yo tengo para comer un manjar que vosotros no sabéis.”
Decíanse, pues, mis discípulos unos a otros:
“¿Acaso alguien le trajo de comer?”
Pero Yo les dije:
“Mi manjar es hacer la Voluntad del que me envió y llevar a
cabo su obra. ¿No decís vosotros: “Cuatro meses aún, y llega la
siega?” Mirad, os digo, alzad vuestros ojos y contemplad los
campos, que ya están blancos para la siega. El segador cobra su
jornal y recoge fruto para la vida eterna, para que el sembrador y
el segador se gocen juntamente. Porque en esto resulta verdadero
aquel proverbio: “Uno es el que siembra y otro el que siega”. Yo os
he enviado a segar lo que vosotros no habéis labrado; otros
labraron y vosotros habéis entrado en su labor.”
De aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en mí por la
palabra de la mujer, que atestiguaba: “Me dijo todas las cosas que hice”. Así,
pues, como llegaran a mí los samaritanos, me rogaban que me quedase con ellos,
y accediendo me quedé allí dos días. Y muchos más creyeron por mi palabra, y
decían a la mujer:
“Ya no creemos por tu dicho, pues por nosotros mismos hemos oído y
sabemos que este es verdaderamente el Salvador del mundo.”
3.05 Comienzo la predicación en Galilea. Jn 4, 43-54; Mt, 4-13-17; Mc
1, 14-15; Lc 4, 14-15)

Pasados los dos días, salí de allí para Galilea porque un profeta no tiene
estima en su propia patria. Y cuando llegamos a Galilea me hicieron buena
acogida los galileos porque habían visto lo que hice en Jerusalén durante la
fiesta. Llegué, pues, a Caná de Galilea, donde convertí el agua en vino. Había
allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Este oyendo
20
“Yo soy el Mesías”, el Hijo de Dios tanto tiempo esperado por el pueblo de Israel, un pueblo
que lo sigue esperando hasta el final de los tiempos porque todavía no lo han reconocido.

Página 40
Autobiografía de Jesucristo
que Yo llegaba de Judea a Galilea, vino a mí y me rogaba que bajase y sanase a
su hijo porque estaba para morir. Le dije:
“Si no viereis señales y prodigios, no queréis creer.”
El funcionario me pedía:
“¡Señor, baja antes que muera mi hijo!”
Y por fin le dije:
“Anda, tu hijo vive.” 21

Creyó el hombre en mi palabra y se marchó. Y cuando él ya bajaba, le


encontraron sus criados, que le manifestaron que su hijo vivía. Informose,
pues, de ellos sobre la hora en que había sentido la mejoría. Dijéronle:
“Ayer a las siete le dejó la calentura.”
21
Este milagro, como otros que veremos más adelante, lo hace Jesús sin ver a quien curaba, a
distancia, en el acto, al dictado de su Voluntad.

Página 41
Autobiografía de Jesucristo
Conoció, pues, el padre que aquella fue la hora en que le dije: “Tu hijo vive”.
Y creyó él y toda su familia.
Este segundo milagro lo realicé a la vuelta de Judea a Galilea. Pasado un
tiempo dejé Nazaret y me fui a habitar a Cafarnaúm la marítima, en los
confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliese lo anunciado por el
profeta Isaías cuando dice:
“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar allende el Jordán,
Galilea de los gentiles: el pueblo sentado en tinieblas vio una gran luz, y a los
sentados en región de muerte y sombra amanecióles una luz.”
Desde entonces comencé a predicar el Evangelio de mi Padre Dios y les
decía:
“¡Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de los Cielos:
arrepentíos y creed en el Evangelio!”
Mi Nombre se reconoció en toda la comarca y les enseñaba en sus
sinagogas y era glorificado por todos.

3.06 Vocación de mis primeros discípulos. (Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-20;


Lc 5, 1-11)

Cierto día, caminando por la ribera del mar de Galilea vi a los hermanos
Simón-Pedro y Andrés que echaban la red en el mar, pues eran pescadores.
Más adelante vi a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que
estaban en la nave con su padre recomponiendo sus redes.
Comencé a hablar a la muchedumbre estando de pie junto al lago. Como se
agolparan sobre mí, vi dos barcas juntas al lago, los pescadores que habían
bajado de ellas estaban lavando las redes y subí a una de ellas, que
precisamente era la de Simón-Pedro y le rogué que bogase un poco apartándose
de la playa y así sentado en la barca de Simón enseñaba a la muchedumbre. Y
cuando cesé de hablar, le dije a Simón:
“Boga mar adentro, y soltad vuestras redes para la pesca.”
Respondió Simón:
“Maestro, con haber estado bregando toda la noche, nada cogimos; pero
sobre tu palabra soltaré las redes.”
Y como esto hicieron, prendieron gran cantidad de peces, y se rompían sus
redes. Hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que
viniendo le ayudasen. Y vinieron y llenaron ambas barcas, tanto que se
hundían. Viendo esto Simón-Pedro, postróse a mis pies diciendo:
22
“¡Retírate de mí, porque soy un hombre pecador, Señor!”
El espanto les invadió a todos con motivo de esta redada de peces, incluso a
Santiago y a Juan, que formaban sociedad con Simón. Yo le dije a Simón:
“No temas; desde hoy más serán hombres los que pescarás.”
Dirigiéndome a los demás les dije:
22
Cristo se gana el alma de Pedro justamente en el ejercicio de su profesión. Este milagro le
sorprende, le desnuda el alma, se descubre indigno de la amistad de este Hombre, se arrodilla
ante su impresionante figura y le rinde el corazón con unas palabras que ya me gustaría a mí,
querido lector, asumirlas con el mismo espíritu que las pronunció Pedro.

Página 42
Autobiografía de Jesucristo

“Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.”


Sacaron las barcas a tierra, lo abandonaron todo y me siguieron. Santiago y
Juan, a los que también llamé, dejando a su propio padre Zebedeo en la nave
con los jornaleros, se vinieron tras de mí.

3.07 Predicación y milagros en la Galilea.( Mc 1, 21-39; Lc 4, 31-44; Mt


8, 14-17; Mt 4,23

Entramos en Cafarnaúm y llegado el sábado enseñaba en la sinagoga. Se


asombraban de mi enseñanza, porque les hablaba como quien tiene autoridad y
no como los escribas.

Página 43
Autobiografía de Jesucristo
De pronto un hombre poseído de un espíritu inmundo se puso a gritar
diciendo:
“¡Ah! ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Viniste a
perdernos? Te conozco quien eres, el Santo de Dios!”
Le ordené resueltamente:
“Enmudece y sal de él.”
Y sacudiéndole violentamente y dando alaridos, salió de él el espíritu
inmundo. Quedaron todos pasmados de suerte que se preguntaban unos a otros,
diciendo:
“¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué palabra es ésta?! Porque con autoridad y poder
manda a los espíritus inmundos y le obedecen y salen.”
Se extendió rápidamente mi Nombre por toda la comarca de Galilea.
Saliendo de la sinagoga vinimos a casa de Simón y de Andrés, con Santiago y
Juan. La suegra de Simón yacía en cama con una gran fiebre y me rogaron por
ella. Vine a ella, mandé resueltamente a la fiebre y ésta la dejó; ella, levantándose
al instante, nos servía.
Ya tarde cuando se puso el sol, todos cuantos tenían enfermos de diferentes
dolencias los trajeron a mí. Y toda la ciudad estaba agolpada a la puerta. Puse las
manos sobre cada uno de ellos y los curé de las diversas enfermedades de que
estaban aquejados, dándose así cumplimiento a lo anunciado por el profeta
Isaías, cuando dice:
“Él tomó nuestras flaquezas y llevó nuestras enfermedades.”
Me presentaron también muchos endemoniados y lancé los espíritus con mi
palabra. Al salir estos espíritus, que eran demonios, gritando decían:
“¡Tú eres el Hijo de Dios!”
Yo les increpaba y no les permitía decir que sabían que Yo era el Mesías. Al
amanecer, muy oscuro todavía, levantándome, salí y me fui a un lugar solitario
para hacer oración. Vino en mi busca Simón y los demás y hallándome dijeron:
“Todos andan buscándote.”
Mas Yo les dije:
“Vamos a otra parte, a las poblaciones inmediatas, para que
también allí pueda Yo predicar; que para esto salí.”
La muchedumbre me buscaba y al encontrarme querían retenerme, pero les
dije:
“También a otras ciudades tengo que anunciar el Evangelio del
Reino de Dios, pues a esto fui enviado.”23
Recorrí la Galilea enseñándoles en sus sinagogas, predicando el Evangelio
del Reino y curando toda enfermedad y dolencia y lanzando los demonios.

3.08 El leproso. (Mt 8, 1-4; Mc 1, 40-45; Lc 5, 12-16)

Y en una cierta ciudad, se me presentó de improviso un hombre todo lleno


de lepra y al verme, doblando las rodillas y cayendo sobre su rostro, me adoró y

23
Amigo lector, este anuncio del Evangelio hace ya 2.000 años, es el mismo anuncio que ahora
estás leyendo.

Página 44
Autobiografía de Jesucristo
me rogaba diciendo:
24
“Señor, si quieres me puedes limpiar.”
Sentí una profunda compasión y extendiendo mi mano le toqué diciendo:
“Quiero, sé limpio.”
Al instante desapareció de él la lepra y quedó limpio y tomando con él un
tono severo le despedí diciendo:
“Mira, no digas nada a nadie, sino anda, muéstrate al
sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés,
para que les sirva de testimonio.”

24
Si tú y yo tuviéramos esta Fe haríamos de la vida oración y de la oración vida.

Página 45
Autobiografía de Jesucristo
Mas él, en saliendo, comenzó a proclamar bien alto y divulgar el hecho,
hasta el punto de que no pude entrar manifiestamente en ciudad alguna. La fama
de mi Nombre se extendió cada vez más y concurrían grandes muchedumbres
para oír mi palabra y ser curados de sus enfermedades. Yo me retiraba a sitios
solitarios para orar.
3.09 El paralítico de Cafarnaúm. (Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12; Lc 5, 17-26)

Al cabo de días volvimos a Cafarnaúm y habiendo corrido la noticia de que


estaba en casa, se aglomeraron muchos, hasta el punto de que ya no se cabía ni
siquiera a la puerta. Yo les enseñaba mi palabra y delante de mí, sentados se
hallaban unos fariseos y doctores de la Ley que habían venido de todas las aldeas
de Galilea, incluso de Judea y de Jerusalén.
De improviso, he aquí que unos hombres, llevando sobre una camilla un
paralítico, buscaban manera de introducirle y ponerle delante de mí. Pero no
hallando sitio a causa de la muchedumbre, subieron a la terraza y por entre las
tejas lo descolgaron junto con su camilla hasta ponerle en medio delante de mí.
Viendo la fe que tenían, dije al paralítico:
“Buen ánimo, hijo; perdonados te son tus pecados.”

Página 46
Autobiografía de Jesucristo

Comenzaron a cavilar los escribas y los fariseos, pensando en sus corazones


y diciendo:
“¿Quién es Este, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados
sino solo Dios?”
Y al punto conociendo en mi Espíritu que así pensaban en su interior les
dije:
“¿Qué andáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más
hacedero, decir al paralítico: “Perdonados son tus pecados”, o
decir: “Levanta, toma a cuestas tu camilla, y anda?” Pues para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad de perdonar pecados
sobre la tierra….Yo te lo digo: levanta, toma a cuestas tu camilla y

Página 47
Autobiografía de Jesucristo

marcha a tu casa.”25
Y al instante, habiéndose levantado a vista de ellos, tomando a cuestas su
camilla se marchó a su casa glorificando a Dios. De todos se apoderó el estupor y
glorificaban a Dios que había dado tan grande potestad a los hombres, y llenos
de temor decían:
“¡Hoy hemos visto cosas increíbles!”

3.10 La vocación de Mateo.(Mt 9, 9-17; Mc 2, 13-22; Lc 5, 27-39)

Tras esto salimos otra vez a la ribera del mar; y toda la muchedumbre venía
a mí y les enseñaba. Pasando vi a Leví el de Alfeo sentado en su despacho de
aduanas y le dije:
“Sígueme.”26
Y abandonándolo todo, levantóse y me seguía. Leví hizo un gran convite en
su casa y muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa conmigo y mis
discípulos. Murmuraban los fariseos y sus escribas al verme comer con
pecadores y decían a mis discípulos:
“¿Cómo es que coméis y bebéis con los pecadores y publicanos?”
Habiéndoles oído, les dije:
“No tienen necesidad de médico los sanos y robustos, sino los
que se hallan mal. Andad y aprended qué quiere decir:
“Misericordia quiero, que no sacrificio”. Que no he venido a
llamar justos, sino pecadores a penitencia.”27
Vinieron también los discípulos de Juan que estando con los fariseos
ayunando me dijeron:
“¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos frecuentemente y, en cambio,
tus discípulos no ayunan?”
Les dije:
“¿Acaso pueden ayunar y afligirse los hijos de la sala nupcial en
tanto que está con ellos el esposo? Cuanto tiempo tienen el esposo
consigo, no pueden ayunar. Vendrán días cuando les sea
arrebatado el esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie echa
un remiendo de paño tieso sobre un vestido viejo, porque quita su
entereza al vestido y se hace un desgarrón peor. Ni nadie echa sobre
un vestido viejo un remiendo cortándolo de un vestido nuevo; de lo

25
El paralítico era un hombre con el alma manchada por un pasado que quizás le atormentara.
“Buen ánimo, hijo…”., estas son las consoladoras palabras que oye de Jesús y en virtud de la fe
de unos amigos y quizás también de su propia fe, se dispone a ser sanado en el alma y en el
cuerpo. “¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Esta pregunta quedó contestada
con la evidencia incuestionable de un milagro que maravilló a los presentes. ¿Qué otros
argumentos se necesitan para creer en el Hijo de Dios?
26
Dios llama con el imperio de su Voluntad, y a quien llama, sea quien sea, lo predispone a
obedecer, con soberana libertad, en el acto.
27
Cristo no ha venido para los justos sino para los pecadores que quieran convertir su vida,
volver a empezar. Entre nosotros….¿Quién es justo?

Página 48
Autobiografía de Jesucristo

contrario, fuera de que se rasga el nuevo, tampoco con el viejo


cuadra el remiendo tomado del nuevo. Y nadie echa vino nuevo en
odres viejos; de lo contrario, romperá el vino nuevo los odres y se
derramará y los odres se echarán a perder; si no que el vino nuevo
en odres nuevos se ha de echar. Y nadie después de beber añejo le
quiere nuevo; porque dice: “Bueno es el añejo.”

Página 49
Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO IV SEGUNDO AÑO DE


PREDICACION
PÚBLICA
4.01 El paralítico de la piscina.(Jn 5, 1-18)
Corría el año 781-782 de Roma y se celebraba la fiesta de los judíos y subí a
Jerusalén. Había en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque, por
sobrenombre en hebreo Bethesda, que tenía cinco pórticos. En éstos yacía gran
muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, impedidos, que aguardaban la
agitación del agua. Porque, de tiempo en tiempo, un ángel bajaba al estanque y
removía el agua. El primero, pues, que después de la agitación del agua entrase
en ella, quedaba sano de cualquier enfermedad que le aquejase.

Página 50
Autobiografía de Jesucristo

Estaba allí un hombre que llevaba treinta y ocho años en su enfermedad y


como le viese tendido en el suelo y conociese que llevaba ya mucho tiempo le
dije:
“¿Quieres ponerte sano?”
Me contestó:
“Señor, no tengo un hombre que, cuando se remueva el agua, me eche en
el estanque, y en tiempo que yo llego, otro baja antes que yo.”
Le dije:
“Levántate, toma tu camilla y anda.”
Quedó sano al instante y tomando su camilla andaba. Era sábado aquel día
y encontrándose con unos fariseos le dijeron:
“Es sábado y no te es permitido llevar la camilla.”
Él les respondió:

Página 51
Autobiografía de Jesucristo
“El que me sanó me dijo: “Toma tu camilla y anda.”
Le preguntaron:
28
“¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu camilla y anda?”
No pudo contestarles porque tras curarle me retiré sin ser notado, gracias a
la muchedumbre de gente que había en aquel sitio. Pero después lo hallé en el
Templo y le dije:
“Mira, has sido curado; no peques ya más, no sea que te suceda
algo peor.”
Se fue aquel hombre y manifestó a los fariseos que Yo le había sanado. Y
esto fue causa de que me persiguieran, ¡porque tales cosas hacía en sábado!
Encontrándome con ellos les dije:

4.02 Manifestación apologética de mi Persona.29 (Jn 5, 19-47)

“Mi Padre sigue hasta el presente obrando, y Yo también obro.”


Por esto, pues, más aún pretendían matarme, porque no solo violaba el
sábado, sino porque les dije que Dios Padre, Padre mío era, haciéndome igual a
El. Y continué diciéndoles:
“En verdad, en verdad os digo, no puede el Hijo hacer nada de
sí mismo si no lo viere hacer al Padre. Porque cuanto Aquel hace,
esto igualmente hace también el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo,
y le muestra todo cuanto el hace, y le mostrará mayores obras que
estas, para que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre
resucita a los muertos y los vivifica, así también el Hijo a los que
quiere vivifica. A la verdad, el Padre no juzga a nadie, sino que todo
el juicio lo ha entregado al Hijo, a fin de que todos honren al Hijo, lo
mismo que honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al
Padre, que le envió. En verdad, en verdad os digo, el que escucha mi
palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no incurre en
sentencia de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la
vida. En verdad en verdad os digo, que llega la hora, y es ésta,
cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren
vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también
dio al Hijo tener vida en sí mismo; y le dio poder de ejercer juicio,
por cuanto es el Hijo del hombre. No os maravilléis de esto, pues
llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su
voz, y saldrán los que hubieren obrado el bien para resurrección de

28
Esta pregunta descubre el corazón de los fariseos de aquél tiempo. No es posible más
mezquindad en el alma de un hombre que pregunta por quien le autorizó a llevar la camilla en
lugar de por quien le sanó. La casuística de los judíos relevantes del pueblo de Israel es
inmisericorde. ¿Quién puede entender un corazón tan duro?
29
Si quieres, vuelve a leer este pasaje, amigo lector, ¿Qué te voy a explicar que tú no hayas
entendido? Es el mismo Hijo de Dios quien está interpelando a tu conciencia y razón. ¿Se
entiende lo que está escrito para ti?

Página 52
Autobiografía de Jesucristo

vida; los que hubieren obrado el mal, para resurrección de


condenación. No puedo Yo hacer por mí mismo nada; según lo que
oigo doy sentencia, y mi sentencia es justa, porque no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió. Si soy Yo quien da
testimonio de mí, mi testimonio no es verídico; Otro es el que da
testimonio de mí, y sé que es verídico el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis una delegación a Juan, y él dio testimonio a
favor de la verdad; no que sea un hombre de quien Yo recibo
testimonio, mas digo esto para que vosotros seáis salvos. El era la
antorcha que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis por un instante
regocijaros en su luz. El testimonio que Yo tengo, mayor es que el de
Juan; porque las obras que el Padre me dio llevar a cabo, estas
mismas obras que hago, testifican acerca de mí que el Padre me ha
enviado. Y el Padre, que me envió, el ha dado testimonio acerca de
mí. Ni su voz habéis oído jamás ni visto su aspecto, y su palabra no
la tenéis permanente en vosotros, porque a quien el envió, a este
vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras, ya que creéis vosotros
poseer en ellas la vida eterna; ahora, bien, ellas son las que dan
testimonio de mí. ¡Y no queréis venir a mí para tener vida! Gloria
de los hombres no la recibo; pero os conozco, y sé que no tenéis en
vosotros el amor de Dios. Yo he venido en Nombre de mi Padre, y no
me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a él recibiréis.
¿Cómo podéis vosotros creer, recibiendo como recibís gloria los
unos de los otros, y no buscáis la gloria del único Dios? No penséis
que os voy a acusar delante de mi Padre; hay quien os acusa,
Moisés, en quien vosotros tenéis puesta la confianza. Porque si
creyerais a Moisés, me creeríais a mí, ya que de mí escribió él. Pero
si no creéis a sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?”
4.03 Segunda misión en Galilea. (Mt 12, 1-8; Mc 2, 23-28; Lc 6, 1-5)

Terminó la Pascua y volví a Galilea y cierto día de sábado paseaba con mis
discípulos por unos sembrados, y como tuvieran hambre comenzaron a arrancar
espigas y frotándolas con las manos las comían. Los fariseos me dijeron:
“Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido?”
Así mismo decían a mis discípulos:
“¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?”
Dirigiéndome a ellos les dije:
“¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió
hambre y los que con él estaban, cómo entró en la Casa de Dios en
tiempo de Abiatar, sumo sacerdote, y comió los panes de la
proposición, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio
además a los que con él estaban? ¿O no leísteis en la Ley que en día

Página 53
Autobiografía de Jesucristo

de sábado los sacerdotes en el Templo violan el sábado y son


inculpables? Pues Yo os digo que hay aquí algo mayor que el
Templo. Y si hubierais entendido qué quiere decir: “Misericordia
quiero que no sacrificio”,30 no habríais condenado a esos
hombres sin culpa. El sábado por el hombre fue instituido, y no el
hombre por el sábado. Así que Señor es el Hijo del hombre también
del sábado.”
4.04 Sano a un hombre que tenía una mano paralizada. (Mt 12, 9-14;
Mc 3, 1-6; Lc 6, 6-11)

Otro sábado entré en una sinagoga para enseñar. Había un hombre allí que
su mano derecha estaba rígida. Observaban atentamente los escribas y fariseos si
en sábado curaría a ese hombre, para hallar de qué acusarme e incluso me
preguntaron:
“¿Es lícito curar en sábado?”
Yo conocía sus pensamientos y dirigiéndome al hombre que tenía rígida la
mano le dije:
“Levántate y ponte de pie en medio.”
Levantóse el hombre y quedó de pie en medio y mirando a los fariseos les
dije:
“Os pregunto si es permitido en sábado hacer bien o hacer mal,
salvar un alma o perderla.”
Ellos callaban y les dije:
“¿Qué hombre habrá entre vosotros que tenga una oveja, y si
esta en día de sábado cayere en una hoya, por ventura no la cogerá
y la levantará? Pues ¡qué diferencia no habrá entre un hombre y
una oveja! Así que es permitido en día de sábado hacer bien.”
En silencio les miré con indignación entristecido por el encallecimiento de
su corazón, y dije al hombre:
“Extiende tu mano.”
Y la extendió y quedó restablecida, sana como la otra. Los escribas y
fariseos se llenaron de insensatez y unos y otros deliberaban sobre qué iban a
hacer conmigo.

4.05 Junto al lago de Genesaret. Numerosas curaciones. (Mt 4, 24-25;


Mt 12, 15-21; Mc 3, 7-12; Lc 6, 17-19)

Enterado de sus pretensiones me retiré de allí en compañía de mis


discípulos hacia el mar. Me seguía gran muchedumbre, gente de Galilea, de
Judea, de Jerusalén, de Indumea, de allende el Jordán, de los contornos de Tiro

30
“Misericordia quiero que no sacrificio”. Esta frase, de Os 6,6, solo se contempla dos veces, en
el Evangelio de San Mateo. Dios bajó del cielo a reclamar a los hombres misericordia para con
sus hermanos. Dios, antes que sacrificios, quiere amor operando en el ordinario vivir de cada
día, sin espectáculo, calladamente, desde dentro.

Página 54
Autobiografía de Jesucristo
y Sidón porque oían decir cuanto Yo hacía, extendiéndose mi Nombre por toda la
Siria.
Llegando a la orilla dije a mis discípulos que estuviese preparada una barca
porque la gente me atropellaba para tocarme cuantos padecían enfermedad. A
todos los que se hallaban mal, aquejados de enfermedades y dolores,
endemoniados, lunáticos y paralíticos…, a todos curé. Y los espíritus inmundos
en viéndome caían a mis pies gritando:
31
“¡¡Tú eres el Hijo de Dios!!”
Yo les mandaba severamente que no me diesen a conocer. Se cumplía lo
anunciado por el profeta Isaías, cuando dice:
“He aquí mi Siervo, a quien escogí, mi Amado, en quien se agradó mi
32
alma; pondré mi Espíritu sobre El, y proclamará justicia a las naciones. No
porfiará ni dará voces, ni oirá alguno en la plaza su voz. La caña cascada no la
quebrará, y la mecha humeante no la apagará, hasta que haga triunfar la
justicia; y en su Nombre esperarán las naciones.”
4.06 Elección de los Doce Apóstoles. (Mt 5, 1; Mt 10, 1-4; Mc 3, 13-19;
Lc 6, 12-16)

Días después separándome de la muchedumbre, subí a la montaña para


orar y trasnochaba en oración a mi Padre. Y cuando se hizo de día, llamé a los
discípulos para que vinieran a solas conmigo. Escogí entre ellos a Doce a quienes
di el nombre de Apóstoles y los destiné para que anduviesen conmigo y para
enviarles a predicar. Les di potestad para lanzar espíritus inmundos y para curar
toda enfermedad y dolencia. Los nombres de los Doce Apóstoles son éstos:
Primero Simón, a quien impuse el nombre de Pedro, y Andrés su hermano,
Santiago el hijo de Zebedeo y Juan su hermano, a quienes impuse los nombres
de “Boanerges”, que quiere decir “Hijos del trueno”; Felipe y Bartolomé, Tomás y
Mateo el recaudador; Santiago el hijo de Alfeo, Judas Tadeo el hermano de
33
Santiago, Simón apellidado Zelotes y Judas Iscariote, el que me traicionó.
4.07 El Sermón de la Montaña. (Mt 5, 1-48; Mt 6, 1-34; Mt 7, 1-29; Lc
6, 17-49)
Bajé con ellos y me detuve en un paraje llano y allí una gran muchedumbre
me esperaba para oírme y ser curados de sus enfermedades. Me senté y rodeado
de mis discípulos les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el
Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia
31
Así vociferaban los que habiendo venido de otro mundo, de un mundo tenebroso, se volvían a
él con satánica rabia. Le conocían tanto como le odiaban, seres que todavía viven, que viven en
eterna desesperación. ¡Si el hombre quisiera creer y entender!
32
Jesús es el Amado en quien se agrada el alma de Dios, en quien se agrada el alma del
hombre que le conoce.
33
¿Por qué lo eligió si sabía que le iba a entregar? ¿Por qué eligió a quien cometería el mayor
pecado del hombre? Porque la libertad es el supremo atributo del ser humano en virtud del cual
somos semejantes al mismo Dios.

Página 55
Autobiografía de Jesucristo

la tierra.
Bienaventurados los que están afligidos, porque ellos serán
consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios.
Bienaventurados los que hacen obra de paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por razón de la justicia,

Página 56
Autobiografía de Jesucristo

porque de ellos es el Reino de los cielos.


Bienaventurados sois cuando os ultrajaren y persiguieren y
dijeren todo mal contra vosotros por mi causa; gozad y alborozaos,
pues vuestra recompensa es grande en los cielos. Que así
persiguieron a los profetas que os precedieron.
Mas ¡ay de vosotros los ricos, porque ya tenéis vuestra
consolación!
¡Ay de vosotros los que estáis hartos ahora, porque tendréis
duelo y lloraréis!
¡Ay de vosotros cuando os den parabién los hombres, porque
así fue como sus padres hacían con los falsos profetas!
Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se volviere sosa,
¿con qué se la salará? Para nada vale ya sino para ser tirada fuera
y ser hollada de los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una
ciudad puesta sobre la cima de un monte. Ni encienden una
lámpara y la colocan debajo del celemín, sino encima del candelero,
y alumbra a todos los que están en la casa. Que alumbre así
vuestra luz delante de los hombres, de suerte que vean vuestras
obras buenas y den gloria a vuestro Padre, que está en los cielos.
No penséis que vine a destruir la Ley o los Profetas: no vine a
destruir, sino a dar cumplimiento. Porque en verdad os digo: antes
pasarán el cielo y la tierra que pase una sola letra o tilde de la Ley
sin que todo se verifique. Por tanto, quien quebrantare uno de éstos
mandamientos más pequeños y así enseñare a los hombres, será
considerado el más pequeño en el Reino de los cielos; mas quien
obrare y enseñare, éste será considerado grande en el Reino de los
cielos. Porque os certifico que si vuestra justicia no sobrepuja a la de
los escribas y fariseos, no esperéis entrar en el Reino de los cielos.
Oísteis que se dijo a los antiguos: “No matarás; y quien matare,
será sometido al juicio del tribunal”. Mas Yo os digo que todo el que
se encolerizare con su hermano, será reo delante del tribunal; y
quien dijere a su hermano “raca”34, será reo delante del Sanhedrín;
y quien le dijere “insensato”, será reo de la gehena del fuego. Si,
pues, estando tú presentando tu ofrenda junto al altar, te acordares
allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda
delante del altar, y vete primero a reconciliar con tu hermano, y
vuelve luego a presentar tu ofrenda. Sé condescendiente al
concertarte con tu contrincante, presto, mientras vas con él en el
camino, no sea caso que el contrincante te entregue al juez, y el juez
34
Palabra hebrea que expresa profundo desprecio por el semejante.

Página 57
Autobiografía de Jesucristo

al alguacil, y te echen en la cárcel; en verdad te aseguro que no


saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
Oísteis que se dijo: “No cometerás adulterio”. Mas Yo os digo
que todo el que mira a una mujer para codiciarla, ya en su corazón
cometió adulterio con ella. Que si tu ojo derecho te es ocasión de
tropiezo, arráncalo y échalo lejos de ti, porque más te conviene que
perezca uno solo de tus miembros, y que no sea echado todo tu
cuerpo en la gehena. Y si tu mano derecha te sirve de tropiezo,
córtala y échala lejos de ti, porque más te conviene que perezca uno
solo de tus miembros, y que no se vaya todo tu cuerpo a la gehena.
Se dijo también: “El que despidiere a su mujer, déle líbelo de
repudio”. Mas Yo os digo que todo el que despidiere a su mujer,
excepto el caso de fornicación, la hace cometer adulterio; y quien se
case con una repudiada, comete adulterio.
Asimismo oísteis que se dijo a los antiguos: “No perjurarás,
sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Mas Yo os digo que no
juréis en absoluto: ni por el cielo, pues es trono de Dios; ni por la
tierra, pues es escabel de sus pies; ni por Jerusalén, pues es ciudad
del “Gran Rey”; ni jures tampoco por tu cabeza, pues no puedes
volver blanco o negro un solo cabello. Sino sea vuestro lenguaje:
“Sí” por sí, “No” por no; y lo que de esto pasa proviene del Malvado.
Oísteis que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Mas Yo os
digo que no hagáis frente al malvado; antes si uno te abofetea en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiere ponerte
pleito y quitarte la túnica, entrégale también el manto; y si uno te
forzare a caminar una milla, anda con él dos; y a quien te pidiere,
da; y a quien quisiere tomarte dinero prestado, no le esquives. Y a
quien tome lo tuyo no se lo reclames.
Oísteis que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu
enemigo”. Mas Yo os digo a vosotros los que me escucháis: amad a
vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a
los que os maldicen y rogad por los que os persiguen y calumnian y
maltratan: para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los
cielos, porque el hace salir su sol sobre malos y buenos y llueve
sobre justos e injustos. Y como queréis que hagan con
vosotros los hombres, también vosotros haced con ellos de
igual manera.35 Porque si amareis a los que os aman, ¿qué
recompensa tenéis? ¿Acaso no hacen eso mismo también los
publicanos y pecadores? Y si saludareis a vuestros hermanos
35
Esto hay que volverlo a leer, necesitamos reflexionar, por lo menos querer querer entender a
Jesucristo que tanto pide a quien tan poco puede dar. ¿Amar a los enemigos? ¿Bendecir a los
que nos maldicen? Señor mío y Dios mío….. ¿cómo?

Página 58
Autobiografía de Jesucristo

solamente, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen eso mismo


también los gentiles? Y si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿qué
gracia hallareis? También los pecadores hacen eso mismo. Y si
diereis prestado a aquellos de quienes esperáis cobrar, ¿qué gracia
hallareis? También pecadores a pecadores dan prestado, con
intención de recobrarlo al igual. Antes bien, amad a vuestros
enemigos, y haced bien y dad prestado, sin esperar retorno; y será
grande vuestra recompensa, y seréis hijos del Altísimo, pues el es
bueno con los ingratos y perversos. Sed misericordiosos, como
vuestro Padre es Misericordioso. Sed, pues, vosotros perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto.
Mirad no obréis vuestra justicia delante de los hombres, para
ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis derecho a la paga
cerca de vuestro Padre, que está en los cielos. Por eso, cuando
hicieres limosna, no mandes tocar la trompeta delante de ti, como lo
hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para ser
honrados de los hombres: en verdad os digo, firman el recibo de su
paga. Mas cuando tú hagas limosna, no sepa tu mano izquierda lo
que hace tu derecha, para que tu limosna quede en secreto, y tu
Padre, que mira a lo secreto, te dará la paga.

Página 59
Autobiografía de Jesucristo

Y cuando oréis, no seréis como los hipócritas, porque son


amigos de hacer la oración puestos de plantón en las sinagogas y en
los cantones de las plazas, para exhibirse delante de los hombres;
en verdad os digo, firman el recibo de su paga. Mas tú cuando ores,
entra en tu habitación y, echada la llave a tu puerta, haz la oración
a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que mira a lo secreto,
te dará la paga. Y al orar no charléis neciamente como los gentiles,
pues se imaginan que con su mucha palabrería serán escuchados.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos, que bien sabe vuestro
Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis.
Vosotros, pues, habéis de orar así:
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea
el tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu

Página 60
Autobiografía de Jesucristo

Voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro


de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a quienes nos
ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos
del Malvado.
Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial: mas si no perdonareis a
los hombres sus ofensas tampoco vuestro Padre os perdonará las
vuestras.
Y cuando ayunéis, no os pongáis ceñudos como los hipócritas,
pues desfiguran sus rostros para figurar ante los hombres como
ayunadores. En verdad os digo, firman el recibo de su paga. Mas
tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara, para que no
parezcas a los hombres como quien ayuna, sino a tu Padre, que está
en lo escondido; y tu Padre que mira a lo escondido, te dará la
paga.
No atesoréis tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el orín los
hacen desaparecer y donde los ladrones perforan las paredes y
roban; atesoraos más bien tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni
el orín los hacen desaparecer y donde los ladrones no perforan las
paredes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu
corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere bueno,
todo tu cuerpo estará iluminado; mas si tu ojo estuviere malo, todo
tu cuerpo estará entenebrecido. Si, pues, la luz que hay en ti es
oscuridad, ¿la oscuridad cuánta será?
Nadie puede ser esclavo de dos señores, porque bien aborrecerá
al uno y tendrá amor al otro, o bien se adherirá al primero y
despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.36
Por esto os digo: no os preocupéis por vuestra vida, qué
comeréis o qué beberéis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis.
¿Por ventura la vida no vale más que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido? Poned los ojos en las aves del cielo, que ni siembran,
ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿Acaso vosotros no valéis más que ellas? Y ¿quién de
vosotros a fuerza de afanes puede añadir un solo codo a la duración
de su vida? Y por el vestido, ¿a qué acongojaros? Considerad los
lirios del campo cómo crecen: no se fatigan ni hilan; y Yo os
aseguro que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de
ellos. Y si la hierba del campo, que hoy parece y mañana se echa al
36
¿Se entiende bien, amigo lector?

Página 61
Autobiografía de Jesucristo

horno, Dios así la viste, ¿por ventura no mucho más a vosotros,


hombres de poca fe? No os acongojéis, pues, diciendo: ¿qué
comeremos?, o ¿qué beberemos?, o ¿con qué nos vestiremos? Pues
tras todas esas cosas andan solícitos los gentiles. Que bien sabe
vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad
primero el Reino de Dios y su justicia, y esas cosas todas se os
darán por añadidura. No os preocupéis, pues, por el día de
mañana; que el día de mañana se preocupará de sí mismo: bástele
a cada día su propia malicia.37
No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis
condenados: pues con el juicio con que juzgáis seréis juzgados.
Absolved, y seréis absueltos; dad y se os dará: medida buena,
apretada, remecida, desbordante será la que os den en vuestro
seno; porque la medida que empleareis con los demás, esa misma
recíprocamente se empleará para con vosotros. ¿Por ventura puede
un ciego guiar a un ciego? ¿No caerán acaso entrambos en la hoya?
No hay discípulo sobre el maestro, mas una vez cumplidamente
formado, cualquiera será como su maestro. ¿Y a qué miras la
brizna que está en el ojo de tu hermano, y no adviertes la viga que
está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano:
“Hermano, deja que te saque la brizna que está en tu ojo”, no viendo
tú mismo la viga que está en tu ojo? Farsante, saca primero la viga
de tu propio ojo, y entonces verás claro para sacar la brizna que
está en el ojo de tu hermano.
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante
de los puercos, no sea que las pateen con sus pies y revolviendo
contra vosotros os hagan trizas.
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá:
porque todo el que pide, recibe: y el que busca, halla; y al que llama
se le abrirá. O ¿quién habrá entre vosotros a quien su hijo pidiere
pan…? ¿por ventura le dará una piedra?; o también le pidiere un
pescado, ¿por ventura le dará una serpiente? O si le pide un huevo,
¿por ventura le dará un escorpión? Si, pues, vosotros con ser malos,
sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos ¿cuánto más vuestro Padre
celestial dará bienes a los que se lo pidieren …dará el Espíritu Santo
a los que se lo pidan?
Así, pues, todo cuanto quisiereis que hagan los hombres
con vosotros hacedlo con ellos.38 Porque ésta es la Ley y los

37
El cumplimiento del deber de cada día, el abandono en las manos del Padre que me ha
creado, de un Padre bueno que vela por mí. Este si que es camino de santidad, ejerciendo el
ordinario vivir de nuestra vida en Paz.

Página 62
Autobiografía de Jesucristo

Profetas.
¡Entrad por la puerta angosta! ¡Cuán ancha es la puerta y
espaciosa la senda que lleva a la perdición! ¡Y son muchos los que
entran por ella! ¡Cuán angosta es la puerta y estrecha la senda que
lleva a la vida! ¡Y son tan pocos los que dan con ella!
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos rapaces. Por sus
frutos los reconoceréis. ¿Por ventura se cosechan uvas de los
espinos o higos de los abrojos? Es así que todo árbol bueno produce
frutos buenos, mas todo árbol ruín produce frutos malos. No puede
el árbol bueno producir frutos malos, ni el árbol ruín producir
frutos buenos. Todo árbol que no produce fruto bueno es cortado y
arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conoceréis. El hombre
bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el malo, del
malo saca lo malo; porque de la plenitud rebosante del
corazón habla la boca.39
¿A qué viene llamarme: “¡Señor, Señor!”, si no hacéis lo que Yo
digo? No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de
los cielos; mas el que hace la Voluntad de mi Padre, que está en los
cielos, éste entrará en el Reino de los cielos. Muchos me dirán en
aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre, y
en tu Nombre lanzamos demonios, y en tu Nombre obramos
muchos prodigios? Y entonces les declararé: “Nunca os conocí;
apartaos de mí los que obráis la iniquidad.”
Así, pues, todo el que viene a mí y escucha mis palabras y las
pone por obras, os voy a mostrar a quién es semejante. Es
semejante a un hombre que edifica una casa el cual cavó y ahondó y
puso el fundamento sobre la roca; y bajó la lluvia, y vinieron los
ríos, y soplaron los vientos y se echaron sobre aquella casa
estrellándose en ella, y no pudieron conmoverla por estar tan bien
edificada y cimentada sobre roca. Pero, todo el que escucha éstas
mis palabras y no las pone por obra, se asemejará a un hombre
necio que edificó su casa sobre arena o tierra sin fundamento: y
bajó la lluvia, y vinieron los ríos, y soplaron los vientos40, y
38
Esta es la llave que abre el Paraíso. Tengo que querer para todos lo que quiero para mí. Yo
vendré a ser amado según la medida de mi amor por los demás. Necesito comunicarme, no
puedo ejercer la vida y el amor en soledad.
39
A poco que escuches a tu prójimo conocerás con quien tratas. ¡Qué poco tiempo se necesita
para conocer al hombre!
40
A todos y cada uno, en el transcurso de la vida, nos llegan tiempos de imprevisibles
consecuencias. Llegan para los que creen y para los que no creen. El que cree se consolará
con la Esperanza, el que no cree no hay Esperanza que le consuele. Con Fe, pase lo que pase,
el último destino se consuma en la otra vida. Sin Fe no hay más destino que ésta vida, la que

Página 63
Autobiografía de Jesucristo

rompieron contra aquella casa, y al instante se desplomó y fue


grande el derrumbamiento de aquella casa.
Terminados estos razonamientos, la muchedumbre se maravillaba de mi
enseñanza, porque mis palabras eran dichas como quien tiene autoridad y no
como sus escribas.

4.08 El siervo del centurión. (Mt 8, 5-13; Lc 7, 1-10)

Bajamos del monte y seguidos de un gran gentío entramos en Cafarnaúm.


Había cierto centurión, cuyo siervo, enfermo, estaba para morir, el cual le era de
mucha estima. Como hubiese oído hablar de mí, envió a algunos ancianos de los
judíos, suplicándome que viniese a sacar de peligro a su siervo, diciendo:
“Señor, mi muchacho yace en casa paralítico, presa de atroces torturas.”

se acaba en unos pocos años.

Página 64
Autobiografía de Jesucristo
A su vez los ancianos me rogaban encarecidamente, diciendo:
“Es digno de que le otorgues esto, pues ama nuestra raza, y la sinagoga él
nos la edificó.”
Le dije:
“Allá voy, y le curaré.”
Acompañado de ellos y cuando estábamos cerca de la casa, el centurión
envió unos amigos diciendo:
“Señor, no te molestes, que no soy digno de que entres debajo de mi techo;
por lo cual tampoco me consideré digno de ir a Ti; mas ordénalo con una sola
palabra, y quede sano mi muchacho. Que también yo, simple subordinado a las
órdenes de la autoridad, que tengo soldados a mi mando, digo a éste: “Ve” y
41
va; y a otro; “Ven” y viene; y a mi esclavo: “Haz esto”, y lo hace.”
42
Al oír esto, quedé maravillado y vuelto a la gente que me seguía, les dije:
“Os aseguro que ni siquiera en Israel hallé fe tan grande. Y os
digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se recostarán
a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; en
cambio,
los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de allá fuera: allí
será el llanto y el rechinar de los dientes.”
Dirigiéndome a los enviados del centurión les dije:
“Id y decidle: como creíste, hágase contigo.”
Y el muchacho sanó en aquella hora.

4.09 La viuda de Naím. (Lc 7, 11-17)

Al día siguiente, acompañado de mis discípulos y de gran tropel de gente,


marché a una ciudad llamada Naím. Llegando cerca de la puerta de la ciudad, he
aquí que sacaban a enterrar a un difunto, hijo único de una madre viuda que
venía acompañada de mucha gente de la ciudad.
43
Viéndola sentí enternecérseme el Corazón, y le dije:
“No llores.”
Llegándome al féretro, lo toqué, y los que lo llevaban se detuvieron y
exclamé:
“¡Muchacho, te lo digo, levántate!”
El muchacho se incorporó y comenzó a hablar y se lo entregué a su madre.
Les sobrecogió el temor a todos y me glorificaban, diciendo:

41
¿Qué te parece, amigo lector? Tú y yo, ¿tenemos esta Fe?
42
Se sorprende Jesucristo en varias ocasiones. Esta es la primera que se nos muestra en el
Evangelio de San Mateo y de San Lucas. Su sorpresa hace referencia a la Fe de un gentil, es
decir, de un hombre que no era judío.
43
Cristo sintió una profunda pena y sin que nadie se lo pida obra un milagro portentoso,
devuelve la vida a un cadáver. El, que es Autor de la vida, la da y la quita a quien quiere, cuando
quiere, donde quiere. ¿Quién puede ser este Hombre con poder sobre la muerte? Tú y yo,
amigo lector ¿quién creemos que puede ser?

Página 65
Autobiografía de Jesucristo
“¡Un gran Profeta se ha levantado en medio de nosotros. Dios visitó a su
pueblo!”
Y se difundió esta voz acerca de mí por toda la Judea y por todos los países
comarcanos.

Página 66
Autobiografía de Jesucristo

4.10 Mensaje de Juan. (Mt 11, 2-19; Lc 7, 18-35)

Juan, que estaba en la cárcel, tuvo noticias de todas éstas mis obras. Y
llamando a sí a dos de sus discípulos me los envió diciendo:
“¿Eres Tú el que ha de venir o aguardamos a otro?”
Presentáronse a mí los hombres diciendo:
“Juan el Bautista nos ha enviado a ti diciendo: “¿Eres Tú el que ha de
venir o aguardamos a otro?”
En aquella hora curé a muchos de sus enfermedades y espíritus malignos y
a muchos ciegos hice merced de ver. Y respondiendo les dije:
“Id e informad a Juan de lo visteis y oísteis: Los ciegos cobran
vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen,
los muertos son resucitados, los pobres evangelizados…Y
bienaventurado aquel que no se escandalizare de mí.”
Una vez marchados los mensajeros de Juan, me dirigí a la muchedumbre
diciéndoles:
“¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña cimbrada por el
viento? Pues, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de ropas
muelles? Mirad que los que andan con ropaje espléndido y entre
regalos, en los regios alcázares están. Pues, ¿qué salisteis a ver?
¿Un profeta? Si, os digo, y más que profeta. Este es de quien se ha
escrito: “Mira que envío un mensajero delante de tu Faz, el cual
aparejará tu camino delante de Ti.” En verdad os digo, no ha
surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista;
mas el menor en el Reino de los cielos, mayor es que él. Todo el
pueblo que le oyó y los publicanos dieron a Dios la gloria de justo,
siendo bautizados por el bautismo de Juan; los fariseos, en cambio,
y los legistas frustraron el designio de Dios acerca de ellos, no
haciéndose bautizar por él. Desde los días de Juan Bautista hasta el
presente, el Reino de los cielos padece fuerza, y los hombres
esforzados arrebatan de él. Porque todos los Profetas y la Ley hasta
Juan profetizaron. Y si queréis creerlo él es Elías el que había de

Página 67
Autobiografía de Jesucristo

venir. Quien tenga oídos oiga.”


Me volví hacia unos fariseos que me escuchaban y les dije:
“¿A quién, pues, asemejaré los hombres de esta generación? ¿Y
a quién son semejantes? Semejantes son a los niños sentados en la
plaza y que dan voces los unos a los otros, diciendo: “Os tocamos la
flauta, y no danzasteis; entonamos lamentaciones y no llorasteis”.
Porque ha venido Juan el Bautista sin comer pan ni beber vino y
decís: “Demonio tiene”. Ha venido el Hijo del hombre comiendo y
bebiendo, y decís: “Ahí tenéis un hombre comilón y bebedor de vino,
amigo de publicanos y pecadores”…Quedó, pues, acreditada la
Sabiduría por todos y propios hijos suyos.”

4.11 Una mujer me unge los pies en casa de un fariseo. (Lc 7, 36-50)

Uno de éstos fariseos me rogaba que comiese con él, y aceptando entré en
su casa y me recosté a la mesa. Inesperadamente se presentó una mujer, que era
conocida en la ciudad como pecadora; la cual enterándose de que comía en casa
del fariseo, tomó consigo un botecillo de alabastro lleno de perfume, y puesta
detrás junto a mis pies, llorando, comenzó con sus lágrimas a bañarme los pies, y
con los cabellos de su cabeza los enjugaba, y los besaba fuertemente, y los ungió
44
con perfume. Viendo esto el fariseo que me había invitado, dijo para sí:
“Este, si fuera profeta, conociera quién y qué tal es la mujer que le toca,
45
cómo es una pecadora.”
Dirigiéndome a él le dije:
“Simón, tengo una cosa que decirte.”
“Maestro, di.”
“Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos
denarios, el otro cincuenta. No teniendo ellos con qué pagarle, les
perdonó a entrambos. ¿Quién, pues, de ellos le amará más?”
“Entiendo que aquel a quien más perdonó.”
“Rectamente juzgaste.”
Me volví a la mujer y dije a Simón:
“¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no me diste agua a los pies;
mas ésta bañó mis pies con sus lágrimas y los enjugó con sus
cabellos. No me diste ósculo; mas ésta, desde que entré, no cesó de
besarme fuertemente mis pies. No ungiste con óleo mi cabeza; mas
ésta ungió mis pies con perfume. Por lo cual te digo: le son
perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho. Mas a

44
¿Quién puede dar más? Para esta mujer ¿quién era Jesús?
45
¿Quién puede dar menos? Para este hombre ¿quién era Jesús?

Página 68
Autobiografía de Jesucristo

quien poco se perdona, poco ama.”46


Y dije a la mujer:
“Quedan perdonados tus pecados.”
Los que estaban a la mesa Conmigo comenzaron a decir entre sí:
“¿Quién es Éste, que también perdona pecados?”
47
Por último dije a la mujer:
“Tu fe te ha salvado; vete en paz.”

46
El amor es directamente proporcional a la gratitud. Un alma bien nacida, con sentido de la
correspondencia por el favor recibido, es un alma que tiende al amor tan noble y bello como
bella y noble sea ella misma ó quiera que así sea.
47
Es muy posible que estemos ante María Magdalena, que seguramente venga a ser la María
de Betania, la hermana de Lázaro, María Magdalena, conocida por tal nombre por su
procedencia de Magdala.

Página 69
Autobiografía de Jesucristo

4.12 El anuncio de la Buena Nueva. La blasfemia contra el Espíritu.


(Lc 8, 1-3; Mc 3, 20-30; Mt 12, 22-37)

Después de esto fui recorriendo las ciudades y aldeas predicando y


anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Me acompañaban los Doce y
algunas mujeres que curé de espíritus malos y enfermedades: María la
llamada Magdalena, de la cual salieron siete demonios, Juana la mujer de
Cusa, procurador de Herodes, Susana y otras muchas, las cuales nos servían de
sus haberes.
Volví a Cafarnaúm y de nuevo concurrió la muchedumbre, de tal suerte que
ni comer nuestro pan podíamos. Enterados de mi presencia en Cafarnaúm, mis
parientes vinieron para apoderarse de mí, pues decían:
“Está fuera de sí.”

Página 70
Autobiografía de Jesucristo
Me presentaron un endemoniado ciego y mudo, y le curé, de suerte que el
mudo y ciego hablaba y veía. Y estaban asombradas las turbas diciendo:
“¿No es tal vez este el hijo de David?”
Sin embargo, los fariseos y escribas, que habían bajado de Jerusalén,
oyendo esto decían:
“Este tiene a Belzebú, y no echa a los demonios sino en virtud de Belzebú,
príncipe de los demonios.”
Conociendo sus pensamientos, que decían: “tiene espíritu inmundo”, los
llamé a mí y le dije en parábola:
“¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Todo reino dividido
contra sí mismo, no puede mantenerse en pie; será asolado; y toda
ciudad o casa dividida contra sí misma, no podrá sostenerse. Y si
Satanás lanza a Satanás y se levanta contra sí mismo, está contra
sí mismo dividido: ¿cómo, pues, se mantendrá en pie su reino? No
puede sostenerse, sino que llegó su fin. Y si Yo lanzo los demonios en
virtud de Belzebú, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos? Por
eso ellos serán vuestros jueces. Y si en virtud del Espíritu de Dios Yo
lanzo los demonios, señal es que ha llegado a vosotros el Reino de
Dios. O ¿cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y arrebatarle
su ajuar, si primero no atare al fuerte? Sólo entonces saqueará su
casa. Quien no está Conmigo, contra mí está;48 y quien no allega
Conmigo, desparrama. Por esto os digo: todo otro pecado y
blasfemia se perdonará a los hombres, mas la blasfemia contra el
Espíritu no será perdonada. Y quien dijere palabra contra el Hijo
del hombre, se le perdonará, mas quien la dijere contra el Espíritu
Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el venidero sino
que será reo de pecado eterno.49 Una de dos: o haced bueno el árbol
y bueno también su fruto, o haced malo el árbol y malo también su
fruto, porque del fruto se conoce el árbol. ¡Engendros de víboras!,
¿cómo podéis hablar cosas buenas siendo vosotros malos? Porque
de lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno,
del buen tesoro saca cosas buenas, y el hombre malo, del mal tesoro
saca cosas malas. Os certifico que de toda palabra ociosa que
hablaren los hombres darán razón en el día del juicio. Porque por
tus palabras serás dado por justo y por tus palabras serás
condenado!”
4.13 Mi Madre y mis hermanos. (Mt 12, 46-50; Mc 3, 31-35; Lc 8, 19-
48
¿Se entiende, amigo lector? ¿Está claro?
49
La conciencia del alma conoce al Espíritu y se peca contra el por acción y por omisión. Hay
quien tuerce, deliberadamente, por hacer daño, el sentido de la acción y la palabra. Sus días
están numerados y contados y en poco tiempo consumidos. Después, en la otra vida, le espera
la eternidad, y allí no hay tiempo, ni a quien hacer daño, sino a sí mismo. Se conoce el mal y se
pacta con él para tratar de pervertir lo bueno o no defenderlo.

Página 71
Autobiografía de Jesucristo
21)

Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando vinieron mi Madre y


mis parientes, que deseaban hablarme; y no pudiendo por razón de la mucha
gente llegar hasta mí, se quedaron afuera, y me mandaron razón. Alrededor de
mí se encontraba la gente sentada y díjome uno:
“Mira que tu Madre y tus hermanos están afuera deseando verte.”
Yo, le contesté a quien me hablaba:
“¿Quién es mi Madre y quienes mis hermanos?”
Y extendí la mano sobre mis discípulos, que alrededor mío estaban
sentados, y echando en torno una mirada sobre ellos, dije:
“Ahí tenéis a mi Madre y a mis hermanos. Pues el que hiciere la
Voluntad de mi Padre que está en los cielos, el que escucha la
palabra de Dios y la pone en obra, éste es mi hermano, mi hermana
y mi Madre.”50

LAS PARÁBOLAS DEL REINO

4.14 Parábola del sembrador. (Mt 13, 1-23; Mc 4, 1-20; Lc 8, 4-15)

Otro día, saliendo de casa, llegué a la orilla del mar y otra vez comencé a
enseñar. Como concurriera muchísima gente, subí a una barca y sentado en ella,
mar adentro, les hablaba mientras ellos estaban en la orilla. Comencé a
enseñarles en parábolas, diciéndoles:
“Escuchad. He aquí que salió el sembrador a sembrar. Y
sucedió que, al sembrar, una parte cayó a la vera del camino y fue
pisoteada, y los pájaros del cielo se la comieron. Otra parte cayó en
los pedregales, donde no había mucha tierra, y al punto brotó por
no tener profundidad el terreno; y en saliendo el sol se quemó, y por
no tener raigambre ni humedad se secó. Y otra cayó en medio de
espinas, y brotando juntamente con las espinas, la ahogaron y no
dio fruto. Y otras partes cayeron en tierra buena y daban fruto que
subía y crecía, y rendían una treinta, y una sesenta y una ciento.
¡Quien tenga oídos para oír, escuche!”
Quedando a solas con mis discípulos, me preguntaban:
“¿Por qué les hablas en parábolas? ¿Y qué significa ésta parábola?”
Les dije:
“A vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los
cielos, mas a ellos, los de fuera, no les ha sido dado, todo se les
presenta
en parábolas. Porque a quien tiene, se le dará, y andará sobrado;
50
“Quien escucha mi palabra y la guarda, quien cumple la Voluntad de mi Padre, es para Mí
todo lo que más quiero”

Página 72
Autobiografía de Jesucristo

mas a quien no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por esto les
hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni
entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: “Con
el oído escucharéis y no entenderéis; y mirando miraréis y no
veréis. Porque se apelmazó el corazón de este pueblo, y con sus
oídos oyeron torpemente, y entornaron sus ojos; no sea caso que
vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón,
y se conviertan, ¡cuando Yo los sanaría!”. En cuanto a vosotros,
¡dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos porque oyen!
Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon
ver lo que veis, y no lo vieron y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Página 73
Autobiografía de Jesucristo

¿No entendéis esta parábola? ¿Y cómo entenderéis todas las


demás parábolas? Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
La semilla es la palabra de Dios. Quienquiera que oye la
palabra del Reino y no la entiende, viene el diablo, Satanás, y roba
lo sembrado en su corazón, no sea que, creyendo, se salve: éste es el
sembrado a la vera del camino. El sembrado en los pedregales, éste
es el que oye la palabra y luego la recibe con gozo; mas no tiene en
sí mismo raigambre, sino que es efímero y crece por algún tiempo,
pero después, en sobreviniendo tribulación o persecución por razón
de la palabra, al punto se escandaliza y retira. El sembrado entre
espinas, este es el que oye la palabra; y la preocupación por este
mundo, y las solicitudes del siglo, las ansiedades, la seducción de las
riquezas, y las codicias, acerca de las demás cosas, entrando,
ahogan la palabra, y ésta se hace infructuosa. Mas el sembrado en
la tierra buena, éste es el que con corazón bueno y excelente, oye la
palabra y la recibe, la entiende y la retiene, el cual ciertamente
fructifica y lleva fruto con su constancia y produce, cuál ciento, cuál
sesenta, cuál treinta por uno.

Página 74
Autobiografía de Jesucristo

4.15 No hay nada escondido, ni hay nada secreto. (Mc 4, 21-25; Lc 8,


16-18)

Nadie hay que habiendo encendido una lámpara la cubra con


una vasija o la ponga debajo del lecho, sino que la pone sobre el
candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada
escondido que no se haga manifiesto, ni nada secreto que no sea

Página 75
Autobiografía de Jesucristo

conocido y venga a ser manifiesto.


Mirad bien lo que oís. La medida que empleéis para con los
demás, esa misma se empleará para con vosotros, y con creces.
Porque al que tiene se le dará; y al que no tiene, aún lo que tiene se
le quitará.”
4.16 Parábola de la cizaña. (Mt 13, 24-30)

Volvimos a la gente y les propuse otras parábolas diciendo:


“Se asemeja el Reino de los cielos a un hombre que sembró
buena semilla en su campo. Y mientras dormían los hombres, vino
su enemigo y sembró encima cizaña en medio del trigo, y se fue. Y
presentándose los siervos al padre de familia, le dijeron: “Señor,
¿no era buena la semilla que sembraste en tu campo? ¿De dónde,
pues, que tenga cizaña?”. El les dijo: “Un hombre enemigo hizo
esto”. Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos y la
recojamos?”. El les dice: “No, no sea que, al recoger la cizaña,
arranquéis juntamente con ella el trigo. Dejadlos crecer juntamente
uno y otro hasta la siega, y al tiempo de la siega diré a los
segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para
quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero.”
4.17 Parábola de la semilla que germina sin saber cómo. (Mc 4, 26-29)

“Así es el Reino de Dios, como cuando un hombre echa la


semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día; y la
semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. Por sí misma
la tierra fructifica, primero hierba, luego grano lleno en la espiga. Y
cuando el fruto brinda consigo, luego echa la hoz, porque está a
punto la mies.” 51
4.18 Parábola del grano de mostaza. (Mt 13, 31-32; Mc 4, 30-32)

“¿Cómo compararemos el Reino de Dios? O ¿en qué parábola lo


encerraremos? Es semejante el Reino de los cielos a un granito de
mostaza, que tomándolo un hombre lo sembró en su campo; el cual
es la más pequeña de todas las semillas que hay sobre la tierra, mas
cuando se ha desarrollado, sube y se hace mayor que todas las
hortalizas y se hace un árbol y echa grandes ramas, de modo que

51
Se puede sembrar y morir sin ver el fruto en esta vida, pero tus buenas obras te acompañarán
allí donde vayas. La renta del buen hacer es para siempre, una buena acción se prolonga más
allá de lo que entendemos como tiempo. En Dios todo es eternidad y la buena voluntad de un
hombre en el bien querer y hacer, transciende el tiempo y de esto, se benefician otras
generaciones en este y en el otro mundo.

Página 76
Autobiografía de Jesucristo

vienen las aves del cielo, y anidan en sus ramas y bajo su sombra se
cobijan.”
4.19 Parábola del fermento. (Mt 13, 33-35; Mc 4, 30-32)

“Semejante es el Reino de los cielos a la levadura, que una


mujer52 toma y mete en tres medidas de harina, conque viene a
fermentar toda la masa.”
Todas estas cosas hablé en parábolas a la muchedumbre y con otras muchas
semejantes les dirigí la palabra, según que eran capaces de entender, y sin
parábolas nada les hablé, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta que
dice:
“Abriré en parábolas mi boca, proclamaré lo que estaba escondido desde
la creación del mundo.”

4.20 Declaro a mis discípulos la parábola de la cizaña. (Mt 13, 36-43)

Dejamos a la gente y entramos en casa y mis discípulos me dijeron:


“Decláranos la parábola de la cizaña del campo.”
Les respondí diciendo:
“El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el
campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la
cizaña son los hijos del Malvado, y el enemigo que la siembra es el
Diablo; la siega es la consumación del mundo. Enviará el Hijo del
hombre sus ángeles, los cuales recogerán de su Reino todos los
escándalos y todos los que obran la iniquidad, y los arrojarán al
horno del fuego; y allí será el llanto y el rechinar de los dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su
Padre. El que tenga oídos, que oiga.”
4.21 Parábola del tesoro escondido y la perla. (Mt 13, 44-46)

“Mirad, el Reino de los cielos es semejante a un tesoro


escondido en el campo, que hallándolo un hombre lo ocultó, y de
gozo por el hallazgo, va y vende cuanto tiene y compra aquel
campo. Asimismo es semejante el Reino de los cielos a un mercader
que anda en busca de perlas preciosas, y habiendo dado con una
perla de gran valor se fue a vender todo cuanto tenía y la
compró.”53
52
La Virgen María opera en la Iglesia introduciendo la buena levadura, que son sus hijos
predilectos, en la masa del mundo para que este, si quiere, fermente en buenas obras que den
gloria a Dios.
53
Si buscas a Cristo, si lo encuentras, te cambia la vida para tu bien y el bien de los tuyos,
porque amarás a Cristo, amarás como Cristo y harás amar a Cristo. Jesucristo es el verdadero
tesoro, la perla preciosa que vale más que lo que más vale, vale más que la vida.

Página 77
Autobiografía de Jesucristo
4.22 Parábola de la red. (Mt, 13-47-50)

“Es también semejante el Reino de los cielos a una gran red,


que, echada en el mar, recoge peces de todo género; la cual, una vez
repleta, la sacan a la orilla, y allí sentados recogen los peces buenos
en banastas y arrojan a fuera los malos. Así será en la consumación
del mundo: saldrán los ángeles y separarán los malos de en medio
de los justos, y los arrojarán en el horno del fuego; allí será el llanto
y el rechinar de los dientes.”54
4.23 Conclusión. El escriba instruido. (Mt 13, 51-52)
Por último les pregunté:
“¿Habéis entendido todas estas cosas?”
Me contestaron:
“Sí.”
Les dije:
“Por eso todo escriba adoctrinado en el Reino de los cielos es
semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas
y viejas.”
4.24 La tempestad calmada. (Mt 8, 23-27; Mc 4, 35-41; Lc 8, 22-25)
Aquel mismo día, venido el atardecer, les dije a mis discípulos:
“Pasemos a la otra banda del lago.”
Dejamos a la muchedumbre y tal como estaba en la barca nos hicimos a la
mar, siguiéndonos también otras barcas.
Mientras navegábamos sobrevino una gran tempestad de viento que
produjo una gran agitación en el mar, las olas se echaban dentro de las barcas, de
suerte que las olas cubrían las naves hasta el punto de empezar a inundarse. Yo
dormía profundamente sobre el cabezal de la popa y llegándose mis discípulos,
me despertaron diciendo:
“¡Maestro, Maestro…¿no se te da nada que nos vayamos a pique?!”
Díjeles:
“¡¿Por qué estáis acobardados, hombres de poca fe?!”
Me levanté y hablando imperiosamente a los vientos y al mar dije:
“¡Calla! ¡Enmudece!”
Amainó el viento y sobrevino gran bonanza y entonces les dije:
“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”55
Quedaron sobrecogidos de gran temor y unos a otros se decían
despavoridos y maravillados:
54
“..llanto y rechinar de dientes”. Esta frase la oiremos en boca de Jesucristo hasta siete
veces en los Evangelios. Seis veces en San Mateo y una vez en San Lucas. ¿Se entienden
éstas palabras?
55
Amigo lector, a ti y a mí ¿qué nos falta para creer? ¿Quién es este Hombre?

Página 78
Autobiografía de Jesucristo
“¿Quién, pues, será Este, que manda a los vientos y al mar, y los vientos y
el mar le obedecen?”

4.25 Los dos endemoniados gerasenos. (Mt 8, 28-34; Mc 5, 1-20; Lc 8,


26-39)

Abordamos a la otra banda del mar en la región de los Gerasenos, la cual


está frente a Galilea. Pisando tierra vinieron a mí dos endemoniados, que salían
de los sepulcros, bravíos por demás, hasta el punto de que nadie podía pasar

Página 79
Autobiografía de Jesucristo
por aquel camino. Iban desnudos y habitaban en las cavernas sepulcrales. Ni
con cadenas pudieron ser sujetados, pues la forzaban y rompían los grillos.
Eran empujados por los demonios a los despoblados. Y continuamente, noche y
día, se estaban en los sepulcros y en los montes, dando gritos y cortándose con
piedras. Como me vieran desde lejos, corrieron y se postraron delante de mí, y a
grandes gritos decían:
“¡¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Hijo de Dios Altísimo?!” Te
suplico, te conjuro por Dios que no nos atormentes.”

Yo les decía:
“Salid, espíritus inmundos, de éstos hombres. ¿Cuál es vuestro
nombre?”
Me contestaban:

Página 80
Autobiografía de Jesucristo
56
“¡Legión es nuestro nombre, porque somos muchos!”
Y es que habían entrado muchos demonios en ellos. Suplicábanme con
insistencia que no los mandase fuera de aquella región, que no les mandase irse
al abismo. He aquí, que en la falda de un monte pacía una gran piara de cerdos.
Y los demonios me rogaban diciendo:
“¡Si nos echas, mándanos a la piara de cerdos para que entremos en
ellos!”
Y consintiendo les dije:
“Id.”
Los espíritus inmundos salieron de los hombres y entraron en los cerdos y
al instante se lanzó toda la piara despeñadero abajo en el mar, como unos dos
mil, y se ahogaron. Los pastores que los apacentaban huyeron despavoridos y
dieron la noticia del hecho en la ciudad y por los campos y escuchada esta, los
habitantes de esta comarca vinieron al lugar de los hechos y llegándose a mí,
hallaron sentados a los hombres de quienes habían salido la legión de demonios,
vestidos y en su sano juicio: y les entró miedo, y me rogaban los gerasenos que
me ausentase de sus confines. Subí a la barca para volverme y uno de los
endemoniados me pedía y suplicaba poder estar Conmigo, mas Yo le dije:
“Vuelve a tu casa, a los tuyos, y entérales de cuanto el Señor ha
hecho contigo y cómo tuvo misericordia de ti.”
Se fue, y se puso a publicar por toda la ciudad y en la Decápolis cuanto Yo,
Jesús, había hecho con él, quedando todos maravillados.

4.26 La hemorroisa. Jairo (Mt 9, 18-26; Mc 5, 21-43; Lc 8, 40-56)

Habiendo hecho la travesía y llegando a la ribera opuesta, me acogió la


muchedumbre que seguía aguardándome. En esto vino un hombre por nombre
Jairo, que era uno de los jefes de la sinagoga; el cual, viéndome, cayó a mis pies y
me rogó instantemente que entrase en su casa, pues tenía una hija única como de
doce años que se estaba muriendo. Decía:
“¡Señor, mi hija está al cabo; ten a bien venir y poner las manos sobre ella,
para que se salve y viva!”
Levantándome le seguí, viniendo Conmigo mis discípulos. Mientras
íbamos, nos seguía un gran gentío que me estrujaba. Entre la gente una mujer
que padecía flujo de sangre hacía doce años, que había sufrido mucho de parte
de muchos médicos y gastado en ellos su hacienda sin mejora alguna, antes bien
había empeorado, como hubiese oído lo que decían de mí, viniendo entre la
gente y acercándose por detrás tocó la franja de mi manto. Porque decía para sí:

56
Tenebroso misterio que estremece a la razón. Son muchos seres de otro mundo los que
habitan en el cuerpo y en el alma de este hombre. Son muchos y hablan con una sola voz. Por
lo menos mil que no ocupan lugar y sin embargo son, uno a uno, diferentes entre ellos,
habitando en las entrañas de un ser humano, de un endemoniado. Esto está escrito porque ha
pasado, esto no es una pesadilla de un mal sueño, esto es un hecho concreto consumado en el
tiempo y en el espacio, un drama al que se puede asistir en tiempo pasado.

Página 81
Autobiografía de Jesucristo
57
“Como yo toque siquiera sus vestidos, cobraré salud.”
Al instante se le paró el flujo y se secó la fuente de su sangre, y sintió en su
cuerpo que estaba curada de su mal. Al punto, dándome cuenta que una virtud o
corriente había salido de mí, volviéndome en medio del gentío, dije:
“¿Quién me ha tocado los vestidos?”
Como todos me lo negasen, díjome Pedro y los demás:
“Maestro, ves el gentío que te está oprimiendo y estrujando, y dices:
¿Quién me tocó?”
Le contesté:
“Alguien me tocó pues de mí he sentido salir una energía.”

57
La curó la virtud que salía del mismo Cristo, pero solo ella captó el poder de Aquel en el que
creyó sin ninguna duda. Su Fe consuma el milagro sin previa voluntad de Cristo. Esto da
mucho que pensar.

Página 82
Autobiografía de Jesucristo
Miré en torno, cuando la mujer atemorizada y temblando, sabiendo lo que
había ocurrido con ella y que no había pasado inadvertida, postrándose ante mí,
declaró delante de todo el pueblo por qué motivo me había tocado y cómo
instantáneamente quedó sana. Mas Yo le dije:
“Buen ánimo hija; tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana
de tu enfermedad.”
Todavía estaba hablando con ella cuando viene uno de la casa del jefe de la
sinagoga diciendo:
“Tu hija ha muerto; ¿para qué molestar ya al Maestro?”
Habiendo entreoído lo que se hablaba, dije al jefe de la sinagoga:
“No temas, cree no más, y será salva.”
No dejando que me siguiese nadie, sólo Pedro, Santiago y Juan, llegamos a
la casa de Jairo y entramos juntos con el padre y la madre de la niña. Todos
lloraban y plañían, y al ver el alboroto y los grandes gritos que daban, dije:
“¿Por qué os alborotáis y lloráis? No lloréis, que la niña no
murió sino duerme.”

Página 83
Autobiografía de Jesucristo

Se burlaban de mí, ciertos de que había muerto. Les dije entonces:


“Retiraos.”
Echados todos y despejada la turba, acompañado del padre y la madre de la
niña y de los que Conmigo venían, entramos a donde la niña estaba. Tomé la
mano de la niña y alzando la voz dije:
“¡Talitha kumi!” es decir: “¡Niña, te lo digo, levántate!”
58
Tornó a ella el espíritu, y se levantó al instante y se puso a andar. Sus

58
El alma de la niña no estaba ya en su cuerpo. Esto es morir. Volvió a ella al imperativo
mandato de Cristo. El alma de la niña estaba en otro lugar que no puedo entender como un
espacio diferente al que ocupamos en este mundo. Volvió a la niña sin recorrer espacio y sin
consumir tiempo. La niña sin espíritu estaba muerta, era un cadáver para amortajar. ¿Quién es
Cristo?

Página 84
Autobiografía de Jesucristo
padres quedaron asombrados, fuera de sí. Yo les mandé encarecidamente que
nadie supiese lo acaecido. Y por último mandé se le diera de comer a la niña. Sin
embargo se extendió la fama del hecho por toda aquella tierra.

4.27 Curo a dos ciegos y un endemoniado mudo. (Mt 9, 27-34)

Al poco de partir de allí, me seguían dos ciegos, que a gritos decían:


“¡Compadécete de nosotros, hijo de David!”
Llegado a la casa, se me presentaron los ciegos y les dije:
“¿Creéis vosotros que puedo hacer eso?”
Me contestaron:
“Sí, Señor.”
Entonces, les toqué los ojos diciendo:
“Según vuestra fe, hágase así con vosotros.”59
Y se les abrieron los ojos; mas Yo les dije tajantemente:
“Mirad que nadie lo sepa.”
Mas ellos, en saliendo de allí, esparcieron la fama de mi Nombre por toda
aquella tierra. No bien habían salido los ciegos, cuando me presentaron un
hombre mudo endemoniado. Y habiendo sido lanzado el demonio, habló el
mudo. Y se maravillaban las gentes diciendo:
“¡Nunca jamás se vio tal en Israel!”
Pero los fariseos decían:
“Si lanza los demonios, es en virtud del Príncipe de los demonios.”

4.28 Enseñanza y rechazo en Nazaret, mi pueblo. (Mt 13, 53-58; Mc 6,


1-6; Lc 4, 16-30)

Al cabo de unos días salí de allí y me fui a Nazaret, mi patria, donde me


había criado, acompañándome mis discípulos. Venido el día de sábado, entré
según mi costumbre en la sinagoga y fui invitado a leer. Me fue entregado el libro
del profeta Isaías, y abriéndolo hallé el lugar en que está escrito:
“El Espíritu del Señor sobre mí: por lo cual me ungió, me envió para
evangelizar a los pobres, para sanar a los contritos de corazón, para anunciar
a los cautivos remisión y a los ciegos vista, para dar libertad a los oprimidos,
para proclamar un año de gracia del Señor y un día de justa recompensa.”
Y habiendo enrollado el volumen, lo entregué al ministro y me senté. Los
ojos de todos en la sinagoga estaban clavados en mí. Y comencé a decirles:
“Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.”
Todos daban testimonio a mi favor y se maravillaban de las palabras de
gracia que salían de mis labios; y los más, al oírme, se asombraban, diciendo:

59
Para Dios todo es posible y para el que cree en el también todo es posible. El milagro se
consumará en función de la Fe con la que lo pidamos. Si mi Fe es contundente y firme tengo a
mi disposición la Omnipotencia divina. Dios a disposición de mi Fe y voluntad. ¿Se entiende
esto?

Página 85
Autobiografía de Jesucristo

“¿De dónde a este estas cosas? Y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido
dada, y tales milagros obrados por sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo
de José el carpintero? ¿No se llama su Madre María, y sus hermanos Santiago,
José, Simón y Judas? ¿No están todos entre nosotros? ¿De dónde, pues, a este
todas éstas cosas?”
Se escandalizaban de mí; mas Yo les dije:
“Indudablemente me aplicaréis este proverbio: “Médico cúrate
a ti mismo”. Cuantas cosas hemos oído hechas en Cafarnaúm,
hazlas también aquí en tu patria. En verdad os digo que ningún
profeta es aceptado en su patria, en su casa y entre sus
parientes. En verdad os digo, muchas viudas había por los días de
Elías en Israel, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses,
con que vino grande hambre sobre toda la tierra, y a ninguna de

Página 86
Autobiografía de Jesucristo

ellas fue enviado Elías sino a Sarepta, ciudad de Sidonia, a una


mujer viuda. Y muchos leprosos había en Israel al tiempo de Eliseo
profeta, y ninguno de ellos fue curado sino Naamán el sirio.”
Se llenaron de cólera todos en la sinagoga al oír estas cosas. Y levantándose
me llevaron fuera de la ciudad, hasta la cima del monte sobre el cual estaba
edificada, con intento de despeñarme; mas Yo, pasando por en medio de ellos me
fui. No obré muchos milagros a causa de su incredulidad, salvo algunos enfermos
que curaron al imponerles las manos. Quedé maravillado de su incredulidad.

4.29 Predicación de la Buena Nueva. Misión de mis Apóstoles. (Mt 9,


35; Mt 10, 1-23; Mc 6, 7-11; Lc 9, 1-5)

Recorría las ciudades y aldeas todas, enseñando en sus sinagogas y


predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia.
Viendo a las turbas se me enternecían las entrañas para con ellos, pues andaban
deshechos y echados por los suelos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces
dije a mis discípulos:
“La mies es mucha, mas los obreros, pocos; rogad, pues, al
Señor de la mies que despache obreros a su mies.”60
Llamando a mí a los Doce, les di poder y autoridad sobre todos los
demonios para lanzarlos y para curar toda enfermedad y dolencia, enviándolos
de dos en dos a predicar el Reino de Dios y sanar los enfermos, dándole las
instrucciones siguientes:
“No vayáis camino de los gentiles ni entréis en ciudad de
samaritanos, id más bien a las ovejas descarriadas de la casa de
Israel. Y al ir, predicad diciendo: “Está cerca el Reino de los cielos”.
Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, lanzad
demonios; de balde lo recibisteis, de balde dadlo. No os procuréis
oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas, ni zurrón para el
camino, ni dos túnicas, ni dos zapatos, sino sandalias, y un bastón
si queréis: porque digno es el obrero de su mantenimiento. Y en la
ciudad o aldea en la que entréis, averiguad quién haya en ella
digno, y quedaos allí hasta que partáis. Y al entrar en la casa,
saludadla; y si la casa fuere digna, venga vuestra paz sobre ella,
mas si no fuere digna, tórnese a vosotros vuestra paz. Y si alguno
no os recibiere ni escuchare vuestras palabras, saliéndoos afuera de
aquella casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad
os digo, se usará menos rigor con la tierra de Sodoma y Gomorra el
día del juicio que con aquella ciudad.
Mirad, Yo os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues,
prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas.
60
Hoy, más que nunca, se hace necesario pedir al Señor de la mies que mande buenos obreros
a su mies. Dios es el Dueño del hombre y no lo salvará sino con otro hombre. Dios se dará a
conocer solo por la palabra del hombre, por sus obras y gestos. Dios hace obreros de la misma
mies para la mies.

Página 87
Autobiografía de Jesucristo

Recataos de los hombres, porque os entregarán a los sanhedrines y


en sus sinagogas os azotarán; seréis llevados por mi causa a los
gobernadores y reyes, para que sirva de testimonio a ellos y a los
gentiles. Y cuando os entregaren, no os preocupéis de cómo o qué
habéis de hablar; que no seréis vosotros los que hablaréis, sino el
Espíritu de vuestro Padre quien hablará por vosotros. Entregará el
hermano al hermano a la muerte, y el padre al hijo y se alzarán los
hijos contra los padres y los harán morir. Y seréis aborrecidos de
todos a causa de mi nombre; mas el que permanezca firme hasta el
fin, éste será salvo. Y cuando os persigan en esta ciudad, huíd a la
otra; porque de verdad os digo, no acabaréis con las ciudades de
Israel hasta que venga el Hijo del hombre”.
4.30 Instrucciones para todo tiempo. (Mt 10, 24-42; Mt 11, 1; Mc 6, 12-
13; Lc 9, 6)

No es un discípulo más que el maestro ni un esclavo más que su


amo; bastante es para el discípulo ser como su maestro, y para el
esclavo ser como su amo. Si al Señor de casa llamaron Bel-zebú,
¿cuánto más a los de su casa? Así que no les cobréis miedo, pues no
hay nada encubierto que no se descubra ni nada escondido que no
se dé a conocer. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz del
día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde las azoteas. Y no
temáis a los que matan el cuerpo, pero el alma no la pueden matar;
antes temed al que puede arruinar alma y cuerpo en la gehena. ¿No
se venden acaso dos gorriones por un sueldo? Y ninguno de ellos
caerá en tierra sin disposición de vuestro Padre. Y de vosotros,
hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No
temáis, pues; más que muchos gorriones valéis vosotros. Todo
aquel, pues, que se declare por Mí ante los hombres, también Yo me
declararé por él ante mi Padre, que está en los cielos; mas quien me
niegue a Mí ante los hombres, también Yo le negaré a él ante mi
Padre, que está en los cielos.
No imaginéis que vine a poner paz sobre la tierra; no vine a
poner paz, sino espada. Porque vine a separar al hombre contra su
padre, y a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y
los enemigos del hombre serán los de su casa. Quien ama al padre o
a la madre más que a Mí; y quien ama al hijo o a la hija más que a
Mí, no es digno de Mí; y quien no toma su cruz y sigue en pos de Mí,
no es digno de Mí. Quien halla su vida la perderá; y quien pierde su
vida por mi causa, la hallará.
Quien os recibe a vosotros, a Mí me recibe; y quien me recibe a
Mí, recibe al que me envió. Quien recibe a un profeta a título de

Página 88
Autobiografía de Jesucristo

profeta, obtendrá recompensa de profeta; y quien recibe a un justo


a título de justo, obtendrá recompensa de justo. Y quien diere de
beber un vaso tan sólo de agua fría a uno de éstos pequeñuelos a
título de discípulos, en verdad os digo que no se perderá su
recompensa”.
Cuando acabé de dar éstas instrucciones a mis Doce, pasé de allí a otra
parte para enseñar y predicar por aquellas ciudades. Y mis Apóstoles, saliendo,
recorrían aldea por aldea, evangelizando y exhortando a que hicieran penitencia;
y lanzaban muchos demonios, y ungían con óleo a muchos enfermos y los
curaban.

4.31 Llega hasta Herodes la fama de mi Nombre. Martirio de Juan


Bautista. (Mt 14, 1-12; Mc 6, 14-29; Lc 9, 7-9)

Llegó a los oídos de Herodes el tetrarca lo que se decía de mí porque mi


Nombre se hizo muy notorio y dijo a sus criados:
“Este es Juan el Bautista el que yo decapité; ha resucitado de entre los
muertos, y por eso las potencias actúan en él.”
Andaba Herodes desorientado, ya que algunos le decían que Juan había
resucitado de entre los muertos; otros que Elías había aparecido; otros que había
resucitado algún profeta de los antiguos. Pero Herodes decía:
“A Juan yo lo decapité; ¿Quién es Éste, de quien oigo decir tales cosas?”
Y buscaba manera de verme. En efecto, el mismo Herodes había enviado a
prender a Juan y le había puesto en cadenas en la prisión con motivo de
Herodías, la mujer de Filipo, su hermano, pues se había casado con ella. Porque
Juan decía a Herodes:
“No te es permitido tener la mujer de tu hermano.”
Herodías se la guardaba y quería matarle, y no podía; porque Herodes,
aunque quería matarle, tuvo miedo del pueblo, pues le tenía como profeta.
Herodes miraba con respeto a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le
protegía, y con lo que oía andaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
Llegó un día oportuno, cuando Herodes con ocasión de su cumpleaños dio
un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los primates de Galilea. Entró la
hija de la misma Herodías y danzó y agradó a Herodes y a los comensales. Y el
rey dijo a la muchacha:
“Te lo juro, pídeme lo que quieras y te lo daré. Cualquier cosa que me
pidieres te la daré, hasta la mitad de mi reino.”
La muchacha salió y dijo a su madre:
“¿Qué debo pedir?”
Ella dijo:
“La cabeza de Juan el Bautista.”
Entrando apresuradamente hizo su petición al rey, diciendo:
“Quiero que ahora mismo me des sobre una bandeja la cabeza de Juan el
Bautista.”

Página 89
Autobiografía de Jesucristo
Herodes quedó muy entristecido, pero en atención al juramento y a los
comensales, no quiso desairarla. Y al punto despachó a un satélite y mandó traer
la cabeza de Juan. Decapitó a Juan en la cárcel y trajo su cabeza sobre una
61
bandeja y la dio a la muchacha y ésta se la dio a su madre.
Enterados los discípulos de Juan, vinieron y se llevaron el cadáver de su
maestro y le dieron sepultura. Después vinieron a mí y me lo notificaron.

4.32 Mis Apóstoles vuelven de su predicación y me retiro con ellos al


desierto. (Mt 14, 13; Mc 6, 30-32; Lc 9, 10; Jn 6, 1)

Recibiendo estas noticias comenzaron a llegar mis Apóstoles de predicar la


Buena Nueva y juntándose Conmigo me refirieron todo cuanto habían hecho y
cuanto habían enseñado. Y les dije:
“Venid vosotros solos aparte a un lugar solitario y tomad un
poco de reposo.”
Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera para comer
teníamos tiempo desocupado. Y nos fuimos en la barca a un lugar retirado, a
solas, junto a una ciudad llamada Betsaida, a la otra banda del mar de Galilea o
de Tiberiades.
Viéndonos la muchedumbre y enterados a dónde íbamos nos siguieron a pie
desde todas las ciudades y llegaron antes que nosotros. La muchedumbre me
seguía porque veían los prodigios que obraba en los enfermos.
Al desembarcar vi el gentío y subí al monte acompañado por mis discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Alzando los ojos vi que se llegaban
a mí una gran muchedumbre, y me compadecí entrañablemente de ellos
enterneciéndoseme el Corazón porque andaban como ovejas que no tienen
pastor. Los acogí y les hablaba y enseñaba largamente sobre el Reino de Dios, y a
62
los que tenían necesidad de curación los curé.

4.33 Primera multiplicación de los panes. (Mt 14, 13-23; Mc 6, 33-46;


Lc 9, 11-17; Jn 6, 2-15)

El día empezó a declinar; venido el atardecer y siendo ya muy avanzada la


hora, llegáronse a mí los Doce y me dijeron:
“El lugar es solitario y la hora ya muy avanzada: despídelos, para que
yendo a los cortijos y aldeas del contorno puedan albergarse y comprarse algo
de comer.”
Respondiéndoles les dije:
“No tienen necesidad de marcharse; dadle vosotros de comer.”
Me dijeron:
“¿Habremos de ir a comprar panes por doscientos denarios y les daremos
de comer?”
Dirigiéndome a Felipe, le pregunté para probarle, pues bien sabía Yo lo que

61
¿Dónde habita tu alma Herodías? ¿Con quién estás? Y tu hija ¿está contigo? Me estremece
tu maldad y tu desgracia porque no me das pena. No te concibo arrepentida.
62
Entrañable Corazón de Cristo ¡Cuánto mereces ser amado!

Página 90
Autobiografía de Jesucristo
iba a hacer:
“¿De dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?”
Respondió Felipe:
“Con doscientos denarios no tienen suficientes panes para que cada uno
tome un bocado.”
Dije entonces a mis discípulos:
“¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo.”
Lo averiguaron y díjome Andrés, el hermano de Simón Pedro:
“Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos:
pero eso, ¿qué es para tantos? Si no vamos nosotros a comprar comida para
todo este gentío…”
Les dije:
“Traédmelos acá. Haced que los hombres se coloquen en el
suelo.”
Así lo hicieron. Había mucha hierba en aquel lugar. Y se recostaron
distribuidos en cuadros por grupos de cincuenta y de ciento. Eran los hombres,
63
sin contar las mujeres y los niños, como unos cinco mil.
Tomé los cinco panes y los dos peces y alzando los ojos al cielo recité la
64
bendición y los bendije y partiéndolos los fui dando a mis discípulos que a su
vez lo servían a la gente que estaban recostados.
También los dos peces se dieron a cuantos querían. Y comieron todos y
quedaron saciados. Cuando hubieron quedado satisfechos les dije a mis
discípulos:

63
Posiblemente estamos ante una multitud que puede oscilar entre 15 y 20 mil personas
64
Debieron de multiplicarse los panes en las mismas manos de los discípulos.

Página 91
Autobiografía de Jesucristo

“Recoged los pedazos sobrantes para que nada se pierda.”


Recogiéronlos, pues, llenando doce canastas con los pedazos de los cinco
panes y dos peces que sobraron a los que habían comido.
65
Los hombres, pues, al ver el prodigio que obré, decían:
“¡Este es verdaderamente el Profeta que ha de venir al mundo!”
Conociendo sus intenciones de arrebatarme para hacerme Rey, obligué
66
inmediatamente y con apremio a mis discípulos para que se subieran a la
barca y se me adelantasen con rumbo a la ribera opuesta hacia Betsaida, en tanto
65
Contemplarían en las manos de los discípulos de Jesús los trozos de pan y pescado
multiplicarse y no agotarse.
66
A los discípulos les costó separarse de la multitud porque sus sentimientos eran terrenos, no
conocían a su Maestro.

Página 92
Autobiografía de Jesucristo
que Yo despedía a la gente. Calmada la muchedumbre y despedida, me retiré Yo
67
solo al monte para orar. Y entrada la noche seguía Yo solo allí, orando.

4.34 Camino sobre el mar y calmo la tempestad. (Mt 14, 24-36; Mc 6,


47-56; Jn 6, 16-21)

Mis discípulos, ya en el mar, dirigieron su barca hacia Cafarnaúm cuando


comenzó a soplar un gran viento y la mar se iba encrespando. La barca estaba ya
en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario. Hacia la
cuarta vigilia de la noche, cuando hubieron avanzado como unos veinticinco o
treinta estadios los vi jadeando en bogar y vine hacia ellos caminando sobre el
68
mar, y como me vieran que me acercaba a la barca, se azoraron, y decían:

“¡Es un fantasma!”
Perdieron la serenidad y comenzaron a gritar de miedo. Mas Yo les hablé
enseguida:

67
Ahora recuerdo la oferta del Tentador: “Si eres Hijo de Dios, di que éstas piedras se conviertan
en panes.”
68
Tú y yo, amigo lector, estamos perplejos, tanto como el corazón azorado de estos hombres
que han visto a un Hombre que multiplica en sus manos el pan y el pescado para una multitud y
ahora lo ven, atónitos, caminar sobre el mar. ¿Quién es Jesús?

Página 93
Autobiografía de Jesucristo

“¡Tened buen ánimo; soy Yo; no tengáis miedo!”69


Respondiendo Pedro, dijo:
“¡Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas!”
Le dije:
“Ven.”
Bajó Pedro de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas para venir
hacia mí. Ya cerca, sintiendo el viento recio, le entró miedo y comenzó a
zambullirse gritando:
70
“¡Señor, sálvame!”
Y al punto extendí la mano y asiendo de él le dije:
“Hombre de poca fe, ¿por qué titubeaste?”
Subimos a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se
71
postraron delante de mí diciendo:
“¡Verdaderamente, eres el Hijo de Dios!”
Quedaron desmesuradamente atónitos, mirándose unos a otros y con el
corazón entupido pues no se habían dado cuenta cabal de lo acaecido con los
panes.
En breve se halló la barca junto a la tierra que íbamos, y apenas salidos de
ella algunos me reconocieron y dando aviso y recorriendo aquella comarca
comenzaron a trasladar en camillas a todos los que se hallaban mal allí donde Yo
estaba. Y donde quiera que entraba, en las aldeas o en las ciudades, o en los
cortijos, ponían los enfermos en las plazas y me rogaban les dejase siquiera tocar
la franja de mi manto; y cuantos me tocaron cobraron salud.

4.35 Yo soy el Pan de la vida. (Jn 6, 22-72)

La muchedumbre que estaba al otro lado del mar echó de ver que no había
allí otra lancha, sino una, y que Yo no había entrado en la barca junto con mis
discípulos, sino que ellos se habían marchado solos. Cuando vio, pues, la turba
que ni Yo ni mis discípulos estábamos allí subieron a las lanchas y se dirigieron a
Cafarnaúm en mi busca, y encontrándome me dijeron:
“Maestro, ¿cuándo has venido acá?”
Les respondí diciendo:
“En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque visteis
señales maravillosas, sino porque comisteis de los panes y os
hartasteis. Trabajad no por el manjar que perece, sino por el que
dura hasta la vida eterna, el que os da el Hijo del hombre; porque a
Este, el Padre, Dios mismo, acreditó con su sello.”
“¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?”

69
Dos cosas me pide Cristo: “buen ánimo”, “no tengas miedo”. Caminar sin temor, pase lo que
pase.
70
La reflexión de éstos hechos hace que también a mí me lleven a decir: ¡Señor, sálvame!
71
Con solo emplear la razón llego a la misma conclusión: “¡Verdaderamente, eres el Hijo de
Dios!”

Página 94
Autobiografía de Jesucristo

“Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel a quien el envió.”72


“¿Qué señal, pues, haces tú para que lo veamos y creamos en ti? ¿Cuál es
tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según que está
escrito: “Pan venido del cielo les dio a comer.”
“En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio el
pan bajado del cielo, sino mi Padre es quien os da el Pan verdadero,
que viene del cielo; porque el Pan de Dios es el que desciende del
cielo y da vida al mundo.”
“Señor, danos siempre ese pan.”
“Yo soy el Pan de la vida; el que viene a mí no padecerá hambre
y el que cree en mí no padecerá sed jamás. Pero ya os dije que me
habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y
al que viniere a mí no le echaré fuera; pues he bajado del cielo no
para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y
esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que me dio no
pierda nada, sino que lo resucite en el último día. Porque esta es la
voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en El, tenga
vida eterna y lo resucite Yo en el último día.”
Murmuraban, pues, los judíos de mí, porque había dicho: “Yo soy el Pan
bajado del cielo”, y decían:
“¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y cuya Madre nosotros
conocemos? ¿Cómo dice ahora: “He bajado del cielo”?”
Les respondí diciendo:
“No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si no le
trajere el Padre, que me envió; y Yo le resucitaré en el último día.
Está escrito en los Profetas: “Y serán todos enseñados por Dios”.
Todo el que oye al Padre y recibe sus enseñanzas, viene a mí. No
que al Padre le haya visto alguien; sólo el que viene de parte de
Dios, Ése es el que a visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el
que cree tiene vida eterna. Yo soy el Pan de la vida. Vuestros padres
en el desierto comieron el maná, y murieron; este es el Pan que baja
del cielo, para quien comiere de el no muera. Yo soy el Pan viviente,
el que del cielo ha bajado;73 quien comiere de éste Pan vivirá

72
Les está demandando, por lo que han visto, que crean en el y esto supone que acepten su
divinidad.
73
No lo entienden, pero tú y yo, amigo lector, si lo entendemos a dos mil años vista de estos
hechos. Y ¿qué hemos visto hasta ahora? Pues hemos contemplado a un Hombre que, entre
otros actos inexplicables, convierte el agua en vino, que cura a un leproso en el acto, a dos
paralíticos, resucita a un joven en Naím y a una niña de doce años, al imperio de su voz calma
la tempestad, expulsa de dos hombres una legión de demonios, con solo tocar su vestido una
mujer recobra la salud, devuelve la vista a dos ciegos con fe, en sus manos se multiplican los
panes y los peces hasta saciar más de quince mil personas, camina sobre el mar. Este Hombre
dice haber bajado del cielo, que su Padre lo ha enviado y que este Padre no es ni más ni menos
que Dios. ¡Este Hombre es el Hijo de Dios!

Página 95
Autobiografía de Jesucristo

eternamente, y el Pan que Yo daré es mi carne por la vida del


mundo.”
Disentían entre sí los judíos, diciendo:
74
“¿Cómo puede Éste darnos a comer su carne?”
Les dije:
“En verdad, en verdad os digo: si no comiereis la carne del Hijo
del hombre y bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros. El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo le
resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadero manjar y
mi sangre es verdadera bebida.75 El que come mi carne y bebe mi
sangre, en mí permanece y Yo en él. Como es Fuente de Vida el
Padre, que me envió, y Yo vivo del Padre, así quien me come a mí,
también él vivirá de mí.76 Este es el Pan que bajó del cielo: no
como el que comieron vuestros padres y murieron: el que come este
Pan vivirá eternamente.”
Esto dije en Cafarnaúm, enseñando en la sinagoga. Muchos, pues, de mis
discípulos, que lo oyeron dijeron:
“Duro es éste lenguaje. ¿Quién sufre el oírlo?”
Conociendo por mí mismo que mis discípulos, murmuraban de esto les dije:
“¿Esto os escandaliza? ¿Qué, si viereis al Hijo del hombre subir
a donde estaba primero? El Espíritu es el que vivifica; la carne de
nada aprovecha. Las palabras que Yo os he hablado son Espíritu y
son Vida. Pero es que hay algunos de entre vosotros que no creen.”
Ya sabía Yo desde el principio quienes eran los que no creían y quién era el
que me había de entregar. Les dije:
“Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí, si no le fuere
concedido por mi Padre.”
Desde este momento, muchos de mis discípulos se volvieron atrás, y ya no
andaban en mi compañía. Dije, pues, a los Doce:
“¿También vosotros queréis marcharos?”
Mas, Simón Pedro respondió:

74
Entendieron bien los que oían. Cristo está ofreciendo comer su carne.
75
Insiste Cristo en que hemos de comer su carne y beber su sangre para vivir la eternidad. Mi
razón no podría entender que Cristo se arrancara trozos de su carne y me los diera a comer.
Así, más o menos, lo concibieron en su inteligencia los que oyéndole no le creyeron. Pero Cristo
no insulta a la inteligencia del hombre y si el dice dar su carne para la vida del mundo así hay
que entenderlo, porque le avala su divinidad y nuestra Fe. Mas tarde veremos que estas
palabras se harán realidad en la Última Cena, se consumará el milagro del Amor en virtud del
cual este Dios y Hombre hará posible que, a su mandato, el Pan que consagra y da a comer a
sus Apóstoles sea ni más ni menos que el mismo, con su carne, con su sangre, con su alma y
su divinidad.
76
Amigo lector, los acontecimientos se precipitan y ahora empezamos a entender que las
palabras de Cristo son Espíritu y Vida. Creo en este Hombre que es mi Dios y vivo de este
Hombre que es mi Dios.

Página 96
Autobiografía de Jesucristo
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros
hemos creído y conocido que Tú eres el Santo de Dios.”
Les dije:
“¿Por ventura no os he elegido Yo a los Doce? Sin embargo, de
vosotros uno es diablo.”
Me refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste era quien me había
de entregar, con ser uno de los Doce.
CAPITULO V TERCER AÑO DE PREDICACION
PÚBLICA
5.01 Discusión con los escribas y fariseos. (Mt 15, 1-20; Mc 7,1-23; Jn
7, 1)

Tras esto anduve por Galilea, pues no quise estar por la Judea, ya que los
judíos me buscaban para matarme. Se acercaron a mí unos escribas y fariseos
venidos de Jerusalén y viendo a algunos de mis discípulos comer su pan con las
manos no lavadas- porque los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos
a fuerza de puños, no comen, aferrados a la tradición de los ancianos; y al volver
de la plaza, si primero no se bañan, no comen; y hay otras cosas cuya
observancia recibieron por tradición, lavatorio de copas, jarros, vajilla de cobre,
lechos…- me preguntaron:
“¿Por qué no caminan tus discípulos conforme a la tradición de los
ancianos, sino que comen su pan con manos profanas?”
Yo, les dije:
“Muy bien profetizó Isaías de vosotros, farsantes, según está
escrito: “Este pueblo me honra con los labios, mas su corazón anda
lejos de mí; es vano el culto que me rinden, enseñando doctrinas,
preceptos de hombres”. Dejando a un lado el mandamiento de Dios,
os aferráis a la tradición de los hombres. Anuláis por las buenas el
mandamiento de Dios, para mantener vuestra tradición. Porque
Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y “El que maldijere al
padre o a la madre, muera sin remisión”. Vosotros empero decís:
“Si un hombre dijere al padre o a la madre: Queda declarado
KORBAN, que es decir: ofrenda, todo lo mío que pudieras reclamar
en tu provecho, no le dejáis ya hacer nada por el padre o por la
madre, rescindiendo la palabra de Dios con vuestra tradición que
os transmitisteis de unos a otros; y semejante a éstas en éste género
hacéis muchas cosas.”
Dirigiéndome a la muchedumbre les dije:
“Escuchadme todos y entended. No lo que entra en la boca
ensucia al hombre; mas lo que sale de la boca, eso es lo que
contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír escuche.”
Y dejando a la gente, entramos en casa, y llegándose mis discípulos, me

Página 97
Autobiografía de Jesucristo
dijeron:
“¿Sabes que los fariseos al oír tales palabras se escandalizaron?”
Les dije:
“Todo plantío que no plantó mi Padre celestial será arrancado
de raíz. Dejadlos: son ciegos, guías de ciegos; y si un ciego guía a un
ciego, ambos dos caerán a la hoya.”
Tomando Pedro la palabra, dijo:
“Maestro decláranos la parábola que dijiste a la gente.”
Le contesté:
“¿También vosotros tenéis tan poca inteligencia? ¿No
comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no es
capaz de contaminarle, pues que no entra en su corazón, sino en su
vientre, y de allí va a parar a la letrina? Todos los alimentos son
puros. Mas las cosas que salen de la boca, del corazón salen, y éstas
son las que contaminan al hombre. Porque de dentro del corazón de
los hombres, salen los malos pensamientos: fornicaciones, hurtos,
homicidios, adulterios, codicias, maldades, dolo, libertinaje, mal
ojo, maledicencia, soberbia, privación del sentido moral; todas esas
cosas malas de dentro salen y contaminan y ensucian al hombre;
que el comer con las manos sin lavar no ensucia al hombre.”
5.02 La hija de la cananea. (Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30)

Levantándonos, partimos de allí a los confines de Tiro y de Sidón. Y he aquí


que una mujer cananea, gentil, sirofenicia de raza, cuya pobre hija tenía un
espíritu inmundo, habiendo oído de mí, salida de aquellos confines, daba voces
diciendo:
“¡Apiádate de mí, Señor, Hijo de David; mi hija está malamente
endemoniada!”
Yo no le respondí y llegándose mis discípulos, me rogaban diciendo:
“Despáchala, que viene gritando detrás de nosotros.”
Mas Yo les dije:
“No fui enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de
Israel.”
Entramos en una casa, no queriendo que nadie lo supiese, pero no logré
pasar inadvertido. La mujer llegándoseme, se postró a mis pies y me rogaba
lanzase al demonio de su hija. Decía:
77
“¡Señor, socórreme!”
Le dije:
“Deja que primero se sacien los hijos; que no es justo tomar el
pan de los hijos y echarlo a los perrillos."
77
En dos palabras se aprecia el inmenso dolor de una madre que pide socorro para ella, que
sufre en sí las consecuencias del mal espíritu de su hija.

Página 98
Autobiografía de Jesucristo
Ella respondió:
“Sí, Señor, que también los perrillos debajo de la mesa de sus amos, comen
de las migajas que caen de la mesa y que tiran los niños.”
Y admirado, le dije:
“¡Oh mujer, grande es tu fe!;78 por eso que has dicho, hágase
contigo como quieres; anda, ha salido de tu hija el demonio.”
Quedó sana su hija desde aquella hora. Y marchándose a su casa, halló a la
niña echada sobre la cama y salido el demonio.

78
Cristo vuelve a sorprenderse con la fe de una persona que no era judía. Vendrá a tener la
misma sensación que tuvo con la fe del centurión. Obrará, en ambos casos, el milagro a
distancia, con solo ejercer su Voluntad de Hombre y de Dios. La oración perseverante, la
pertinaz demanda al Corazón de Cristo culmina con la consecución de lo que con tanta ansia se
pide.

Página 99
Autobiografía de Jesucristo

5.03 Curación de un sordomudo. Multitud de curaciones. (Mc 7, 31-


37; Mt 45, 29-31)

De nuevo saliendo de los confines de Tiro, me encaminé por Sidón hacia el


mar de Galilea, pasando por medio de los términos de la Decápolis. Me
presentaron un sordomudo rogándome que pusiera mi mano sobre él. Lo tomé
aparte, lejos de la turba, introduje mis dedos en sus orejas y con saliva toqué su
lengua; y levanté los ojos al cielo suspirando y dije:
“Effatá” (Ábrete).
Y al punto se abrieron sus oídos, y se soltó la atadura de su lengua y hablaba
correctamente. Les ordené que a nadie lo dijesen, mas cuanto más lo ordenaba,
tanto más y más ellos lo divulgaban. Y asombrados decían:

Página 100
Autobiografía de Jesucristo
79
“Todo lo ha hecho bien, y hace oír a los sordos y hablar a los mudos.”
Marchando de allí, llegamos a la ribera del mar de Galilea y subiendo a la
montaña me senté y vinieron a mí grandes muchedumbres llevando consigo,
cojos, ciegos, sordos, mancos y muchos otros que dejaron a mis pies. Yo les curé
a todos de suerte que la muchedumbre se maravillaba al ver oír a los sordos,
sanos a los mancos, caminar a los cojos, tener vista los ciegos; y glorificaban al
80
Dios de Israel.

5.04 Segunda multiplicación de los panes y los peces. (Mt 15, 32-38;
Mc 8, 1-9)

Y como de nuevo no tuviesen que comer, llamé a mis discípulos diciéndoles:


“Siento compasión de esta muchedumbre, pues ya tres días
permanecen Conmigo y no tienen qué comer, y si los despidiere
ayunos a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos
han venido de lejos.”
Dijeron mis discípulos:
“¿De dónde podrá uno aquí, en la soledad, saciar a éstos de panes?”
Les pregunté:
“¿Cuántos panes tenéis?”
Me contestaron:
“Siete.”
Mandé a la gente se sentase en el suelo y tomando los siete panes, haciendo
gracias, los partí y los di a mis discípulos para que los sirviesen. Tenían también
unos pescadillos que bendije y mandé que los sirviesen. Y comieron todos y se
saciaron, y de los pedazos sobrantes retiraron siete espuertas llenas. Y los que
comieron eran cuatro mil hombres, sin contar niños y mujeres.

5.05 La señal del cielo y la levadura de los fariseos. (Mt 15, 39; Mt 16,
1-12; Mc 8, 10-21)

Una vez despedida la turba, subí a la barca con mis discípulos y vinimos a la
región de Dalmanuta y Magadán. Y saliendo los fariseos y saduceos comenzaron
a discutir Conmigo, demandándome alguna señal procedente del cielo, con
ánimo de tentarme. Les dije:
“Al caer la tarde decís: “Habrá buen tiempo, porque el cielo se
arrebola con aspecto sombrío”. El semblante del cielo sabéis
discernir, ¿y las señales de los tiempos no podéis?”

79
“Todo lo ha hecho bien…”. Así de sencillo, Cristo todo lo hace bien.
80
Amigo lector, estamos ante un hecho fehacientemente histórico. Miles de hombres y mujeres,
niños y ancianos, sanos y enfermos se llegaron a Cristo que ejercía su Omnipotencia al servicio
de su Misericordia. Una multitud, tantos como tu razón, amigo lector, quiera entender, pero no
menos que la muchedumbre que comió de los panes que se multiplicaban en sus manos. Una
multitud maravillada de contemplar milagros inauditos, una multitud que glorificaba al Dios de
Israel, a este Dios que no es Otro que el mismo Padre de Cristo, este Padre tuyo y mío en el
que no existe el tiempo, un Padre del alma, último destino de tu existencia y la mía.

Página 101
Autobiografía de Jesucristo
Gimiendo en mi Espíritu, dije:
“¿Para qué esta generación demanda una señal? En verdad os
digo, una generación perversa y adúltera reclama una señal, y
señal no se le dará sino la señal de Jonás.”
Dejándoles, embarcando de nuevo, me fui a la ribera opuesta. Mis
discípulos se habían olvidado de tomar panes y solo tenían un pan en la barca.
Yo les prevenía diciendo:
“Tened ojo y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos
y de la levadura de Herodes.”
Ellos entre sí discurrían:
“Que no hemos tomado panes…”
Advirtiéndolo les dije:
“¿A qué viene el discurrir entre vosotros, menguados de fe,
sobre que no tenéis panes? ¿Todavía no reflexionáis ni entendéis?
¿Tenéis encallecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos, no veis, y
teniendo oídos, no oís? ¿No recordáis, cuando partí los cinco panes
entre los cinco mil, cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis?”
Dijeron:
“Doce.”
“Y cuando los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas
llenas de pedazos recogisteis?”
Dicen:
“Siete.”
“¿Cómo no caéis en la cuenta de que no os hablé de panes?
Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.”
Comprendieron entonces que habían de guardarse de la doctrina de los
81
fariseos y saduceos.

5.06 El ciego de Betsaida. (Mc 8, 22-26)

Llegamos a Betsaida y me traen un ciego rogándome que le tocara.


Cogiendo la mano del ciego lo saqué fuera de la aldea y habiendo escupido en sus
ojos y puestas mis manos sobre él le pregunté:
“¿Ves algo?”
El ciego alzando los ojos decía:
“Veo los hombres…me parecen árboles…los veo caminar.”
De nuevo puse mis manos sobre sus ojos y distinguió claramente todas las

81
¿A quién se escogió Jesús como ayudantes? ¡No lo entendían! Solo Dios no puede
desmoralizarse con semejantes discípulos. En cualquier caso, el Corazón de Cristo tenía
motivos para entristecerse. La ramplonería mental de la que hacemos gala los que nos
contemplamos creyentes, cristianos, se pone de manifiesto cada día, cada hora, cada minuto.
Somos imprevisibles, capaces de lo mejor y de lo peor. Dios espera toda una vida con tal de
ganarse a un hijo en un minuto. Cristo redime al hombre con su vida, su muerte y sus tristezas,
éstas que propiciamos con nuestra mezquindad.

Página 102
Autobiografía de Jesucristo
cosas y le dije:
“No entres en el pueblo.”

5.07 La confesión y el primado de Pedro. (Mt 16, 13-20; Mc 8, 27-30;


Lc 9, 18-21)

Al día siguiente salí con mis discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo.
Después de haber orado a solas, llegándome a mis discípulos les pregunté:
“¿Quién dicen las turbas ser el Hijo del hombre?”
Contestaron:
“Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros diferentes, que
Jeremías, otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado…”
“Y vosotros, ¿quién decís que Soy?”

Página 103
Autobiografía de Jesucristo
Tomando Pedro la palabra dijo:
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios viviente.”
Yo le respondí:
“Bienaventurado eres Simón Barjoná, pues que no es la carne y
sangre quien te lo reveló, sino mi Padre, que está en los cielos. Y Yo
a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y las puertas del infierno no podrán contra ella. Te daré las
llaves del Reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra,
quedará atado en los cielos; y cuanto desatares sobre la tierra,
quedará desatado en los cielos.”82
Ordené terminantemente a mis discípulos que a nadie dijesen ser Yo el
Mesías.

5.08 Les anuncio claramente mi muerte. (Mt 16, 21-28; Mc 8, 31-39;


Lc 9, 22-27)

A partir de este momento comencé a manifestar a mis discípulos lo


siguiente:
“El Hijo del hombre tiene que ir a Jerusalén y padecer muchas
cosas y ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y
escribas, y ser entregado a la muerte y al tercer día resucitar.”83
Esto les declaraba abiertamente y tomándome consigo Pedro, comenzó a
reconvenirme, diciendo:
“¡No lo consienta Dios! Señor, de ningún modo te acaecerá tal cosa.”
Mas Yo, volviéndome hacia mis discípulos, increpé a Pedro, diciendo:
“¡Vete de aquí, quítateme de delante, Satanás, piedra de
escándalo eres para mí, pues tus miras no son las de Dios, sino las
de los hombres!”
Llamé a la gente que viniera a mí y junto con mis discípulos les dije:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y
tome a cuestas su cruz de cada día y sígame.84 Porque quien
quisiere poner a salvo su vida, la perderá; mas quien perdiere su
vida por mí y por el Evangelio, éste la salvará. Pues, ¿qué provecho
82
Amigo lector, Roma tiene este privilegio divino. Lo que Roma ate en la tierra, atado para
siempre, queda en el cielo, lo que desate en este mundo, para siempre, queda desatado en el
otro. El que no cree en el único Pedro no se qué cielo le espera. Mi esperanza se fundamenta
con la Fe en la Iglesia de Cristo, la única Iglesia que reconozco bajo la paternal autoridad de
quien el mismo se escoge para ser su Roca sobre la que se fundamenta la única verdad que
salva, la Verdad de Pedro, la única, la que es Verdad de Cristo.
83
Cristo revela palmariamente su destino. Ya lo conoce, lo conoce desde siempre como Dios y
en el misterio de su inteligencia humana desde Niño. Esta reflexión es su pensamiento
dominante, un supremo abandono en la Voluntad de su Padre que ordenará los acontecimientos
para que se cumpla lo que está escrito.
84
La cruz de cada día es inevitable. O la llevas con garbo detrás de el, negándote a ti mismo
por amor a su Persona, o esta misma cruz, sin Fe, te hunde en desesperanza.

Página 104
Autobiografía de Jesucristo

saca el hombre ganando el mundo entero, pero perdiéndose o


perjudicándose a sí mismo? ¿Qué podrá dar un hombre a cambio de
recuperar su alma?85 Porque quien se avergonzare de mí y de mis
palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo
del hombre se avergonzará de él cuando viniere en su gloria y en la
de su Padre y de los santos ángeles. Porque el Hijo del hombre ha de
venir: y entonces dará en pago a cada cual conforme a sus actos.
En verdad os digo que hay algunos de los que aquí están presentes
que no gustarán la muerte sin que antes vean el Reino de Dios
venido en poderío y al Hijo del hombre viniendo en su realeza.”
5.09 Transfiguración en el Tabor. (Mt 17, 1-13; Lc 9, 28-36; Mc 9, 1-12)

De seis a ocho días después, tomé a Pedro a Santiago y a Juan y subí con
ellos a un monte elevado para orar. Y mientras estaba orando, me transfiguré en
presencia de ellos. Cambió mi rostro que relumbraba como el sol y mis
vestiduras se pararon blancas como la luz, centelleantes y relampagueantes,
blancas en extremo, cuales ningún batanero sobre la tierra es capaz de
blanquearlas así. Dos varones circundados de gloria me hablaban, eran Moisés y
Elías, sobre el tránsito que Yo realizaría en Jerusalén. Pedro, Juan y Santiago
estaban cargados de sueño; mas despertando vieron mi gloria y la de Moisés y
Elías. Y cuando Moisés y Elías se retiraron díjome Pedro:

85
Consumes una vida sin vivirla por conseguir las cosas de este mundo. Cuando ya las crees
tener no queda tiempo para disfrutarlas, además tu alma está embotada y en riesgo de perderse
para siempre. ¿Qué vale lo que has ganado? Los restos de cuatro seres queridos, al cabo de
pocos años, los he visto ocupar solamente una capacita en la esquina de una fosa del
cementerio.

Página 105
Autobiografía de Jesucristo

“Señor, Maestro, que buena cosa es estarnos aquí; si quieres, haré aquí
tres tiendas: una para Ti, una para Moisés y una para Elías.”
Pedro no sabía lo que decía, pues estaba fuera de sí por el espanto. Y
estando todavía hablando, de pronto se formó una nube luminosa que los cubría
y se llenaron de miedo. Y he aquí una voz salida de la nube que decía:
“Este es mi Hijo querido, el Elegido, en quien me
86
agradé, escuchadle.”
86
Esta es la voz del Padre, del Padre del Verbo, de su Palabra. El Padre se agrada en su Hijo e
invita a escucharle, a escuchar su Palabra hecha Hombre como nosotros, menos en el pecado,
pero un Hombre que conoce al hombre porque tiene alma de hombre y carne de hombre. En el
Bautismo, el Padre presentará a su Hijo tal y como ahora lo hace, pero aquí, el Padre dirá que
este es su Elegido y además pide como Padre y como Dios que le escuchemos y esto,
precisamente, amigo lector, es lo que estamos haciendo, escuchar, en sagrado silencio, la
Palabra de Dios leída según el mismo Cristo la viene susurrando a nuestro corazón.

Página 106
Autobiografía de Jesucristo
Mis discípulos cayeron sobre su rostro y se atemorizaron sobremanera. Mas
Yo acercándome a ellos los toqué y dije:
“Levantaos y no tengáis miedo.”
Súbitamente, alzando sus ojos y echando una mirada enrededor, a nadie ya
vieron sino solo a mí. Y mientras bajábamos del monte les ordené diciendo:
“A nadie digáis la visión hasta que el Hijo del hombre hubiere
resucitado de entre los muertos.”
Ellos se callaron, guardando lo visto para sí y a nadie por aquellos días
contaron nada de lo ocurrido.
Mis discípulos se preguntaban qué era aquello de resucitar de entre los
muertos. Y me interrogaron diciendo:
“¿Por qué, pues, los escribas dicen que Elías ha de venir primero?”
Yo les respondí:
“Elías ciertamente, viniendo primero, restaurará todas las
cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del hombre que ha de padecer
muchas cosas y ser menospreciado? Pues bien, os digo que Elías ya
vino y no le reconocieron, antes hicieron de él cuanto quisieron,
según está escrito de él.”
Comprendieron entonces mis discípulos que les estaba hablando de Juan
Bautista.

5.10 Curación del muchacho endemoniado. (Mt 17, 14-21; Mc 9, 13-


29; Lc 9, 37-43)

Ya al día siguiente, llegándonos al resto de los discípulos, vi gran gentío en


torno de ellos. Y al punto todo aquel gentío, al verme, quedaron estupefactos, y
viniendo hacia mí me saludaron. Les pregunté:
“¿Qué es lo que discutís con ellos?”
Uno de entre la gente me dijo:
“Maestro, traje a Ti mi hijo, que tiene un espíritu malo y dondequiera que
se apodera de él, le echa por tierra, y enseguida grita y le retuerce entre
espumarajos y da diente con diente, y se pone rígido; y el demonio a duras
penas se va de él, dejándole magullado. Y yo lo presenté a tus discípulos,
rogándoles que lo echasen y no pudieron.”
Se echó a mis pies y gritando decía:
“¡Señor compadécete de mi hijo, porque está lunático y padece de mala
manera. Maestro, te ruego que mires a este hijo mío, porque es el único que
tengo!”
Le respondí diciendo:
“¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré
con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? Traédmelo acá.”

Página 107
Autobiografía de Jesucristo

Me lo trajeron y cuando le vi, al punto el espíritu le sacudió violentamente,


y cayendo en tierra se revolcaba espumajeando. Y pregunté a su padre:
“¿Cuánto tiempo hace que comenzó a estar así?”
Me contestó el padre:
“Desde la infancia; y muchas veces le echó ya en el fuego, ya en el agua,
para hacerle perecer. Pero si algo puedes, socórrenos, compadecido de
nosotros.”
Le contesté:
“¿Qué si puedes? Todo es posible al que cree.”
Volvió a gritar diciendo:
87
“¡¡Creo; socorre a mi fe, aunque sea poca!!”
87
Patético grito de un padre que pide ayuda y ayuda para saber pedirla, que somete todas sus
facultades a la voluntad, en virtud de la cual supera la falta de fe necesaria para demandar de
Cristo el milagro aunque su razón dude.

Página 108
Autobiografía de Jesucristo
Viendo que crecía el concurso de la gente, hablé con imperio al espíritu
inmundo:
“¡Espíritu mudo y sordo, Yo te lo mando: sal de él y no entres
ya más en él!”
Y dando gritos y sacudiéndole con extrema violencia, salió, y quedó el niño
como muerto, de suerte que los más decían:
“¡Ha muerto!”
Mas, acercándome a él lo tomé de la mano, lo levanté y él se puso de pie y lo
entregué a su padre. El muchacho quedó curado desde aquel instante. Y todos
quedaron atónitos ante la grandeza de Dios.
Ya en casa me preguntaron mis discípulos:
“¿Por qué nosotros no pudimos lanzarle?”
Les dije:
“Por vuestra poca fe. Porque en verdad os digo que si tuviereis
fe como un granito de mostaza, diréis a éste monte: “Trasládate de
aquí allá”, y se trasladará y nada os será imposible. Este linaje de
demonios con nada puede salir, si no es con oración y ayuno.”88
5.11 Subo a Jerusalén. (Mc 9, 30; Jn 7, 2-29)

Se aproximaba la solemnidad de los judíos, la Escenopegia y dijeron mis


hermanos:
“Parte de aquí y dirígete a la Judea, para que también tus discípulos vean
esas obras que haces. Porque nadie hace las obras ocultamente si quiere
adquirir publicidad. Ya que estas cosas haces, manifiéstate al mundo.”
Ni siquiera mis familiares creían en mí. Les dije, pues:
“Mi tiempo todavía no ha llegado; vuestro tiempo siempre está
a punto. No puede el mundo aborreceros, pero a mí me aborrece,
porque doy testimonio de que sus obras son perversas. Vosotros
subid a la fiesta; Yo no subo a esta fiesta, porque mi tiempo todavía
no se ha cumplido."
Me quedé en Galilea, pero cuando hubieron subido todos a la fiesta,
entonces subí Yo también aunque de incógnito y así, pues, atravesé la Galilea sin
que nadie lo supiese.
Los judíos me buscaban durante la fiesta y decían:
“¿Dónde está Aquel?”
Y sobre mí había mucho murmureo en las turbas. Unos decían:
“Es bueno.”
Mas otros decían:
“No, sino que embauca a la multitud.”
Nadie, empero, hablaba de mí públicamente por miedo a los judíos. Cuando

88
El demonio existe aunque yo no lo crea. No veré al demonio, pero si puedo apreciar los
efectos que produce sobre un endemoniado. Despreciar la reflexión sobre la realidad del
demonio no me garantiza su inexistencia. Cuanto menos crea en él más cerca lo tengo.

Página 109
Autobiografía de Jesucristo
ya la fiesta estaba a la mitad subí al Templo y enseñaba. Se maravillaban los
judíos diciendo:
“¿Cómo Éste sabe de letras, sin haberlas aprendido?”
Les respondí diciendo:
“Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me envió. Quien
quisiere cumplir su Voluntad, conocerá si mi doctrina es de Dios o si
Yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su cuenta, busca su
propia gloria: mas quien busca la gloria del que le envió; éste es
veraz y no hay en él injusticia. ¿Por ventura no tenéis la Ley que os
dio Moisés? Y nadie de vosotros cumple la Ley. ¿Por qué tratáis de
matarme?”
Respondió la gente:
“Endemoniado estás; ¿quién trata de matarte?”
Les dije:
“Una obra hice, y todos os maravilláis. Por eso Moisés os dio la
circuncisión, no que provenga de Moisés, sino de los patriarcas, y
en sábado circuncidáis a un hombre. Si la circuncisión recibe un
hombre en sábado, para que no venga a menos la Ley de Moisés,
¿os encolerizáis Conmigo porque en sábado sané a todo hombre?
No juzguéis por apariencias, sino juzgad juicio recto.”
Decían, pues, algunos de los de Jerusalén:
“¿No es Éste a quien tratan de matar? Pues ya veis si habla con libertad, y
nadie le dice nada. ¿Es que por fin habrán conocido de veras los jefes que este
es el Mesías? Pero Éste sabemos de dónde es; mas el Mesías, cuando venga,
nadie sabe de dónde es.”
Clamé, en el Templo, diciendo:
“¡Conque me conocéis a mí y sabéis de dónde soy…! Pues no he
venido de mí mismo, sino que Otro es, real y verdadero, quien me
envió, a quien vosotros no conocéis. Yo le conozco, porque de el
procede mi existencia y el me envió.”
5.12 Intentan los judíos apoderarse de mí. (Jn 7, 30-53)

Buscaban como apresarme; mas nadie me echó mano, pues todavía no


había llegado mi hora. De la multitud, muchos creyeron en mí, y decían:
“El Mesías, cuando venga, ¿acaso obrará más señales de las que Éste
obró?”
Oyeron los fariseos a la gente repetir por lo bajo esas cosas sobre mí, y
despacharon los sumos sacerdotes y los fariseos alguaciles para prenderme.
Les dije, pues:
“Un poco de tiempo todavía estoy con vosotros, y me voy al que
me envió. Me buscaréis y no me hallaréis, y a dónde Yo estoy
vosotros no podéis venir.”
Al oír esto se dijeron los judíos unos a otros:

Página 110
Autobiografía de Jesucristo
“¿Adónde se va a ir Éste, que nosotros no lo hallaremos? ¿Por ventura se
va a ir a la dispersión de los gentiles para enseñar a los gentiles? ¿Qué es esto
que ha dicho: “Me buscaréis y no me hallaréis, y donde Yo estoy, vosotros no
podéis venir?”
El último día, el mayor de la fiesta, me dirigí a la gente a voces, diciendo:
“¡Quien tiene sed, venga a mí y beba. Quien cree en mí, como
dijo la Escritura, manarán de sus entrañas ríos de agua viva!”89
Esto dije del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en mí. Porque
todavía no había Espíritu, por cuanto Yo no había sido aún glorificado.
Algunos, pues, de la turba oídas estas palabras, decían:
“Este es verdaderamente el Profeta.”
Otros decían:
“Este es el Mesías.”
Mas algunos decían:
“¿Pues acaso el Mesías viene de Galilea? ¿No dijo la Escritura que: “De la
descendencia de David, y de la aldea de Belén, donde estaba David, viene el
Mesías?”
Se originó, pues, escisión en el pueblo a causa de mí. Y alguno de entre ellos
querían prenderme, mas nadie echó mano sobre mí.
Vinieron, pues, los alguaciles a los sumos sacerdotes y fariseos, los cuales
les dijeron:
“¿Por qué no le habéis traído?”
Respondieron los alguaciles:
“Jamás hombre habló así, como este hombre.”
Dijeron los fariseos:
“¿Qué? ¿También vosotros habéis sido embaucados? ¿Por ventura, alguno
creyó en el entre los jefes o entre los fariseos? Pero esa turba, que no conoce la
Ley, son unos malditos.”
Díceles Nicodemo, el que antes había venido a mí; que era uno de ellos:
“¿Por ventura, nuestra Ley condena al reo si primero no oye su
declaración y viene en conocimiento de lo que hizo?”
Respondieron y le dijeron:
“¿Acaso también tú eres de Galilea? Investiga, y verás que de Galilea, no
surge ningún profeta”
Y se marcharon cada uno a su casa.

5.13 La mujer adúltera. (Jn 8, 1-11)

Abandoné la ciudad y me fui al monte de los Olivos. Al amanecer me


presenté otra vez en el Templo y todo el pueblo vino a mí y Yo les enseñaba. Los
escribas y fariseos traen a una mujer sorprendida en adulterio y habiéndola
89
Quien tenga sed de justicia, de amor, de esperanza, quien busque saciarse de la belleza, de
la bondad, de la paz y la felicidad en el amar y ser amado, sin medida ni tiempo, venga a Cristo
y encontrará la Fuente de todo bien más allá de lo imaginable. Beber de Cristo su palabra que
convertirá la nuestra en ríos de agua viva para bienaventuranza de quien te escucha, para
bienaventuranza tuya y mía, amigo lector..

Página 111
Autobiografía de Jesucristo
puesta en medio, me dicen:
“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio.
En la Ley, Moisés nos mandó que a semejantes mujeres las apedreásemos; Tú,
90
pues, ¿qué dices?”

90
Mejor es ser juzgado por Dios que por los hombres. El Hijo de Dios vuelve a ser tentado por
Satanás que se valdrá de sus hijos para poner a prueba la Justicia y la Misericordia divinas. Si
Jesús optaba por salvar la vida de esta mujer se ponía de frente a la Ley de Moisés. Si por el
contrario se inclina hacia la aplicación de la Ley ¿dónde queda su bondad y misericordia con los
pecadores? “Aquel que se considere sin pecado comience la lapidación”. Ante la divina mirada
del que conoce la conciencia de cada persona, aquellos hombres sin misericordia se ven con
toda la perversidad del alma a la vista de los demás, se avergüenzan de su desnudez moral y
comienzan a alejarse los más viejos en años y maldad, después todos.

Página 112
Autobiografía de Jesucristo
Esto decían tentándome, para tener de qué acusarme. Yo, inclinándome
hacia el suelo, escribía con el dedo en la tierra. Mas como ellos persistiesen
preguntándome, me erguí y les dije:
“Quien de vosotros esté sin pecado, sea el primero en
apedrearla.”
E inclinándome de nuevo hacia el suelo volví a escribir en la tierra. Ellos,
como esto oyeron, se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más
viejos; y quedamos solos la mujer de pie en medio y Yo sentado. Alcé la cabeza y
le dije:
“Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te condenó?”
Ella contestó:
“Nadie, Señor.”
Y le dije:
“Tampoco Yo te condeno: anda, y desde ahora no peques
más.”91
5.14 Doy testimonio de mí mismo. (Jn 8, 12-20)
De nuevo les hablé a la gente diciendo:
“Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no tema caminar en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Contestaron los fariseos:
“Tú das testimonio de Ti mismo; tu testimonio no es verídico.”
Les dije:
“Aunque Yo de testimonio de mí mismo, mi testimonio es
verídico, porque sé de dónde vine y adónde voy. Vosotros juzgáis
según la carne; Yo no juzgo a nadie. Y aun cuando Yo juzgue, mi
juicio es conforme a verdad; porque no soy Yo solo, sino Yo y el
Padre, que me envió.92 Y en vuestra Ley está escrito que el
testimonio de dos personas hace fe. Yo soy quien doy testimonio de
mí mismo, y también da testimonio de mí el Padre, que me envió.”
Dícenme, pues:
“¿Dónde está tu Padre?”
Les respondí:
“Ni me conocéis a mí ni tampoco a mi Padre; que si me
conocierais a mí también a mi Padre conoceríais”

91
Se marcharon todos y quedaron solas la Misericordia y la Miseria. Jesús absuelve como Dios
y no como los hombres, absuelve sin humillar porque respeta la dignidad del ser humano por
muy grave que sea su pecado.
92
Estas palabras no tienen matices. Tú y yo, amigo lector, entendemos el verdadero sentido del
texto. Cristo manifiesta que el, no es solo, que es El y el Padre que le ha enviado. Y si Yo soy Yo
y el Padre que me ha enviado, no puedo manifestar que mi Persona es la Persona del Padre,
porque Yo soy Yo y mi Padre es mi Padre, sin embargo, en clave de naturaleza o esencia divina,
el Padre y Yo somos lo mismo.

Página 113
Autobiografía de Jesucristo
Estas palabras hablé en el gazofilacio, mientras enseñaba en el Templo; y
nadie me prendió porque todavía no había llegado mi hora.

5.15 “Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.”(Jn 8, 21-31)

De nuevo les dije:


“Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.
Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.”
Y ellos se preguntaban:
“¿Por ventura se quitará la vida, pues dice: “Adónde Yo voy, vosotros no
podéis venir?”

Mas Yo les dije:


“Vosotros sois de aquí abajo. Yo soy de allá arriba; vosotros

Página 114
Autobiografía de Jesucristo

sois de este mundo. Yo no soy de este mundo.93 Os dije, pues, que


moriréis en vuestros pecados; porque si no creyereis que Yo soy,
moriréis en vuestros pecados.”
Y me volvieron a preguntar:
“¿Tú quién eres?”
“Pues ni más ni menos, eso mismo que os vengo diciendo.
Muchas cosas tengo que hablar y juzgar acerca de vosotros; pero el
que me envió es veraz, y Yo, lo que oí de El, esto hablo al mundo.”
No entendieron que les hablaba de mi Padre. Les dije, pues:
“Cuando levantareis en alto al Hijo del hombre, entonces
conoceréis que Yo soy y que de mí mismo nada hago, sino que,
según me enseñó el Padre, eso hablo. Y el que me envió está
Conmigo, y no me dejó solo, porque Yo hago siempre lo que le
agrada.”
Muchos creyeron en mí, y a éstos que creyeron en mí les dije:
“Si vosotros perseverareis en mi enseñanza, sois
verdaderamente discípulos míos, y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres.”94
5.16 Hijos del diablo. (Jn 8, 32-47)

Unos fariseos tomaron la palabra diciendo:


“Somos linaje de Abraham, y de nadie jamás hemos sido esclavos; ¿cómo
dices Tú: “Seréis libres”?”
“En verdad, en verdad os digo que todo el que obra el pecado,
esclavo es del pecado. El esclavo no queda en la casa para siempre;
el hijo queda para siempre. Si, pues, el Hijo os diere libertad, seréis
realmente libres. Bien sé que sois linaje de Abraham; pero tratáis de
matarme, porque mi palabra no prende en vosotros. Lo que Yo vi
cabe mi Padre, eso hablo; y vosotros, por vuestra parte, lo que
oísteis de vuestro padre, eso hacéis.”
“Nuestro padre es Abraham.”
“Si hijos fuerais de Abraham, haríais las obras de Abraham;
mas ahora pretendéis matarme, a mí que os he dicho la verdad, que
oí de Dios; eso Abraham no lo hizo. Vosotros hacéis las obras de
vuestro padre.”
“¡Nosotros no hemos nacido de fornicación; un solo Padre tenemos, Dios!”
“Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque Yo de

93
Estas palabras, tampoco tienen matices. Cristo es de un lugar que dice estar arriba, de donde
ha venido, no es de este mundo. ¿Qué otra interpretación se le puede dar al texto?
94
Ser discípulo de Cristo es conocer la única verdad, la única que hace verdaderamente libre al
hombre.

Página 115
Autobiografía de Jesucristo

Dios salí y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que el me


envió. ¿Por qué no reconocéis mi habla? Porque no estáis en
disposición de oír mis palabras. Vosotros tenéis por padre al diablo,
y deseáis cumplir los deseos de vuestro padre. El era homicida
desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque no hay
verdad en él. Cuando habla la mentira, habla de su cosecha, porque
es mentiroso y padre de la mentira. Mas a mí, por lo mismo que os
digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me convence de
pecado? Si digo verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es
de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis,
porque no sois de Dios.”95
5.17 “Antes de que Abraham naciese Yo existo”. (Jn 8, 48-59)

“¿No decimos nosotros que eres Tú samaritano y tienes demonio?”


“Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre; y vosotros
me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y
juzga. En verdad os digo, si uno guardare mi palabra no verá la
muerte eternamente.”
“Ahora si hemos conocido que tienes demonio. Abraham murió, y también
los profetas. ¡Y Tú dices: “Si uno guardare mi palabra, no gustará la muerte
jamás”! ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Abraham que murió? Y los
profetas también murieron. ¿Quién presumes ser?”
“Si Yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada; mi Padre es
quien me glorifica, el que vosotros decís ser vuestro Dios; y no le
habéis conocido, mas Yo le conozco. Y si dijere que no le conozco,
seré mentiroso como vosotros; pero le conozco y guardo su palabra.
Abraham, vuestro padre, se regocijó con la esperanza de ver mi
día; lo vio y se alegró.”
“No tienes aún cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”
“En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham viniese a
ser, Yo soy.”96
95
No ser de Dios no supone no ser de nadie, supone ser de Satanás. Si no se quiere ser hijo de
Dios será necesariamente, aunque no se quiera, hijo del diablo. El que no cree ya está
condenado y no, necesariamente, experimentará su condena más allá de la muerte, no, no hay
que esperar tanto. Aquí, en este vivir sin vivir gusta, porque lo quiere, de una agonía sin
esperanza, de un ejercicio del desamor cuyo resultado es padecer y hacer padecer, no
compadecerse y no aceptar la compasión. En cualquier caso, en segundos, con un “¡Dios mío,
perdóname!” se gana el Corazón de un Padre que ha esperado toda una vida frustrada.
96
¿Qué más se puede decir? Amigo lector, ¿es que no se entienden estas palabras? Cristo, un
Hombre como tú y como yo, menos en el pecado, dice lo que estás leyendo, que es antes de
que Abraham viniese a ser. ¿Qué te parece? Un Hombre que acredita sus palabras con hechos
como jamás se habían visto desde la creación del mundo, dice existir más allá del tiempo.
¿Quién es este Hombre de carne y hueso, Hijo de una Mujer, María, Varón que salió de las
purísimas entrañas de una Virgen? ¿Qué Hombre habló, habla o hablará con autoridad divina?
¿Qué más hay que leer, ver u oír para creer? ¿Cómo es posible que la razón humana ante esta
maravillosa luz se mantenga voluntariamente en tinieblas? Amigo lector, en el ejercicio de mi

Página 116
Autobiografía de Jesucristo
Tomaron piedras para arrojarlas sobre mí mas me oculté y salí del Templo.

5.18 El ciego de nacimiento. (Jn 9, 1-41)

Al día siguiente, pasando vi a un hombre ciego de nacimiento. Y mis


discípulos me preguntaron:
“Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?”
Respondí:
“Ni pecó éste ni sus padres, sino que se habían de manifestar en
él las obras de Dios. Es preciso que obre Yo las obras del que me
envió, mientras es de día; viene la noche, en que nadie puede
trabajar. Mientras estoy en el mundo, Luz soy del mundo.”
Dicho esto, escupí en tierra, hice lodo con la saliva y le ungí con el lodo los
ojos al ciego diciéndole:
“Anda, lávate en la piscina de Siloé.”
Fue, pues, y se lavó, y volvió con vista. Con esto los vecinos y los que antes
le veían mendigar decían:
“¿No es éste acaso el que estaba sentado y mendigaba?”
Unos decían:
“Es él.”
Otros decían:
“No, sino que es uno que se le parece.”
Él decía:
“Soy yo.”
Decíanle, pues:
“¿Cómo, pues, te fueron abiertos los ojos?”
Él respondió:
“Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, y me ungió los ojos, y me dijo:
97
“Ve a Siloé y lávate”; conque fui, y habiéndome lavado, recobré la vista.”
Y le dijeron:
“¿Dónde está El?”
Dice:
“No lo sé.”
Llevan a los fariseos al que había estado ciego. Era sábado el día que hice

profesión, en la práctica de la técnica, la lógica es el instrumento a utilizar como consecuencia


de un sentido común que todo hombre tiene desde sus primeros años de existencia. La Fe no
es producto de un sentimiento o de una enfermiza imaginación. La Fe es un don de Dios que se
merece con la buena voluntad en la reflexión de lo que hasta ahora hemos leído, amigo lector.
Hasta aquí, hay argumentos más que suficientes para tener profunda conciencia, inteligencia
plena, de que estamos, para nuestra estupefacción, ante un relato de hechos humanos y divinos
contados por el mismo Dios, el Dios en el que existo y me muevo, el Creador de lo que se ve y
no se ve. Este Dios, como verás a continuación, amigo lector, también es un Dios Redentor y se
llama Jesucristo.
97
Nació ciego y vivió ciego hasta encontrarse con Jesús. Dios puso su saliva en la tierra, hizo
un poquito de lodo, untó los ojos del ciego de nacimiento, se lavó en la piscina de Siloé y
comenzó a ver la luz por primera vez. Para Dios todo es posible.

Página 117
Autobiografía de Jesucristo
lodo y le abrí los ojos. De nuevo, pues, le preguntaron también los fariseos cómo
había recobrado la vista. El les dijo:
“Me puso barro sobre los ojos y me lavé, y veo.”
Decían, pues, algunos de entre los fariseos:
98
“Este hombre no viene de Dios, pues no guarda el sábado.”
Mas otros decían:
“¿Cómo puede un hombre pecador obrar semejantes señales?”
Y había escisión entre ellos. Dicen, pues, al ciego otra vez:
“¿Tú que dices de el en cuanto que te abrió los ojos?”
Él dijo:
“Que es Profeta.”
No creyeron, pues, los judíos acerca de él que era ciego y recobró la vista
hasta que llamaron a los padres del mismo que había recobrado la vista, y les
preguntaron diciendo:
“¿Es éste vuestro hijo, que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve
ahora?”
Respondieron sus padres y dijeron:
“Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; cómo ve ahora, no lo
sabemos, o quién abrió sus ojos, nosotros no lo sabemos; preguntadle a él, edad
tiene; él dirá de sí.”
Esto dijeron sus padres, porque temían a los judíos; pues ya se habían
concertado los judíos en que, si alguno me reconociera por Mesías, fuese
expulsado de la sinagoga. Por esto dijeron sus padres: “Edad tiene; preguntadle a
él”. Llamaron, pues, por segunda vez al hombre que había estado ciego, y le
dijeron:
“Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que este hombre es pecador.”
A esto respondió él:
“Si es pecador no lo sé; una cosa sé: que yo estaba ciego y ahora veo.”
Dijéronle, pues:
“¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?”
Les respondió:
“Os lo dije ya, y no me escuchasteis; ¿a qué lo queréis oír de nuevo? ¿Acaso
también vosotros queréis haceros discípulos suyos?”
Le cargaron de denuestos y le dijeron:
“¡Tú discípulo Suyo eres; nosotros, de Moisés somos discípulos! Nosotros
sabemos que a Moisés le ha hablado Dios; mas este no sabemos de dónde es.”
Respondió el hombre y les dijo:
“En esto precisamente está lo extraño: que vosotros no sabéis de dónde es,
y, no obstante, me abrió los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores,
sino que, si uno honra a Dios y cumple su voluntad, a éste escucha. Nunca
jamás se oyó decir que uno abriera los ojos de un ciego de nacimiento. Si este
no viniera de Dios, no pudiera hacer nada.”
98
Siento vergüenza ajena por el hecho de que puedan existir seres de mi raza, hombres,
capaces de razonar con tan perversa ignorancia, una ignorancia voluntariamente querida. Un
corazón enfermo por la maldad que entenebrece la razón.

Página 118
Autobiografía de Jesucristo
Respondieron y le dijeron:
“Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y tú nos das lecciones a
nosotros?”
Y le echaron fuera. Llegó a mis oídos que le habían echado afuera y
encontrándome con él le dije:
“¿Tú crees en el Hijo de Dios?”
“¿Y quién es, Señor, para que crea en El?”
“Le has visto, y el que habla contigo, el es.”99
“Creo, Señor.”
Postrándose, me adoró. Y dije a mis discípulos:
“Para un juicio vine Yo a este mundo: para que los que no ven,
vean; y los que ven, se vuelvan ciegos.”
5.20 Yo soy la Puerta. Yo soy el Buen Pastor. (Jn 10, 1-21)

Y oyendo estas palabras algunos fariseos me dijeron:


“¿Es que también nosotros estamos ciegos?”

99
Cristo como Dios, se dará a conocer, de forma directa, a su interlocutor, en dos ocasiones. a
este joven y a la samaritana. A este, le dirá Jesús: “Le has visto…”, a la samaritana le dirá: “Soy
Yo, el que habla contigo…”

Página 119
Autobiografía de Jesucristo

Les dije:
“Si fuerais ciegos, no tuvierais pecado, mas ahora decís:
“Vemos”: vuestro pecado subsiste. En verdad, en verdad os digo, el
que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que salta
por la otra parte, ese ladrón es y salteador; mas el que entra por la
puerta es pastor de las ovejas. A éste el portero le abre, y las ovejas
oyen su voz, y llama a sus ovejas cada una por su nombre, y las
saca afuera. Cuando ha sacado afuera todas las suyas, va delante
de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz; mas al
extraño no le seguirán, antes huirán de él, porque no conocen la voz
de los extraños.”
No entendieron ésta alegoría y les dije de nuevo:

Página 120
Autobiografía de Jesucristo

“En verdad, en verdad os digo que Yo soy la puerta de las


ovejas. Todos cuantos vinieron antes de mí, ladrones son y
salteadores; mas no les escucharon las ovejas. Yo soy la puerta;
quien entrare por mí será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pasto.
El ladrón no viene sino para robar, y matar, y destruir; Yo vine
para que tengan vida y anden sobrados. Yo soy el Buen Pastor. El
Buen Pastor expone su vida por las ovejas; el que es asalariado y no
pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y
abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa,
porque es asalariado y no le importa de las ovejas. Yo soy el Buen
Pastor, y conozco las mías, y las mías me conocen, como me conoce
mi Padre y Yo conozco a mi Padre; y doy mi vida por las ovejas. Y
otras ovejas tengo que no son de este aprisco; éstas también tengo
Yo que recoger, y oirán mi voz y vendrá a ser un solo rebaño, un
solo Pastor. Por esto me ama mi Padre, porque Yo doy mi vida,
para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo por mí mismo
la doy. Poder tengo para darla y poder tengo para tomarla otra
vez. Esta orden recibí de mi Padre.”100
Otra vez se originó escisión entre los judíos con motivo de éstas palabras. Y
decían muchos de ellos:
“Demonio tiene y disparata. ¿Para qué le escucháis?”
Otros decían:
“Esas palabras no son de endemoniado. ¿Es que un endemoniado puede
abrir los ojos a los ciegos?”

5.21 Predicción de mi Pasión y Resurrección. (Mt 17, 22-23; Mc 9, 30-


31; Lc 9, 44-45)

Mientras andábamos por Galilea, maravillándose todos por las cosas que
hacía, instruía a mis discípulos diciéndoles:
“Clavad vosotros en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del
hombre ha de ser entregado en manos de los hombres, y le darán la
muerte; y después de muerto, al tercer día resucitará.”
Mas ellos no entendían estas palabras, estaban cubiertas como un velo para
ellos, de suerte que no alcanzaban su sentido; y tenían miedo de preguntarme
sobre ellas quedando entristecidos sobremanera.

100
Amigo lector, estas palabras están dichas por un Hombre que sabe que tiene que dar la vida
por sus ovejas, que nadie se la quita, que la da el por Sí mismo. Dice tener poder para darla y
poder para recobrarla. ¿Quién es este Hombre? Dice que por esto el Padre le ama. Este Padre
es el Dios que creó el mundo. No habla de un padre terreno. Este Hombre, con antelación,
conoce su destino, Sabe que va a morir en ignominiosa muerte de Cruz, como sabe que
resucitará antes de que pasen tres días. ¿Quién, pues, es este Hombre que dice ser Hijo de
Dios? Amigo lector ¿será posible lo que tú y yo estamos entendiendo? ¿Será posible, Dios mío,
que Tú mismo te hayas hecho Hombre sin dejar de ser Dios y hayas descendido a este mundo?

Página 121
Autobiografía de Jesucristo

5.22 La moneda en la boca del pez. (Mt 17, 24-27)

Llegando a Cafarnaúm, se presentaron a Pedro los que cobraban los


didracmas y dijeron:
“¿Vuestro Maestro no paga los didracmas?”
Dice:
“Sí.”
Y cuando entró en la casa, me adelanté a él diciendo:
“¿Qué te parece Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran
impuestos o tributos? ¿De sus propios hijos o de los extraños?”
“De los extraños.”
“Luego exentos están los hijos. Mas para que no los
escandalicemos, vete al mar y echa el anzuelo, y al primer pez que
saques, tómalo, y abriéndole la boca, hallarás un estater; tómalo y
entrégalo a ellos por mí y por ti.”101
5.23 El mayor en el Reino de los cielos. (Mt 18, 1-5; Mc 9, 32-36; Lc 9,
46-48)
En aquella sazón, estando en casa, se llegan a mí los discípulos y me
preguntan:

101
¿Qué te parece? ¿Qué mente humana puede conocer que en un pez hay una moneda antes
de pescarlo? Si a mi me dicen que vaya al mar, eche un anzuelo y al primer pez que saque le
abra la boca y allí encontraré una moneda, no le hubiera hecho caso. La Persona que me
hiciera semejante petición ha de tener crédito divino, no puedo imaginarme en un hombre tal
conocimiento.

Página 122
Autobiografía de Jesucristo

“¿Quién, pues, es mayor en el Reino de los cielos?”


Y es que entró en ellos un pensamiento sobre quien de ellos sería el mayor.
Conociendo el pensamiento de su corazón les pregunté:
“¿Sobre qué altercabais en el camino?”
Ellos callaban. Es que en el camino habían altercado unos con otros sobre
quién era el mayor. Mas Yo les dije:
“Si alguno quiere ser el primero, ha de ser el último de todos y
criado de todos. Porque el que es más pequeño entre vosotros, éste
es grande.”
Llamé a mí a un niño, lo tomé de la mano y lo coloqué en medio de ellos y
después de abrazarle, les dije:
“En verdad, en verdad os digo, si no os tornareis e hiciereis
como los niños, no entrareis en le Reino de los cielos. Así, pues, el
que se hiciere pequeño como éste niño, éste es mayor en el Reino de
los cielos. Y quien recibiere a uno de tales niños en mi Nombre, a mí
me recibe. Y quien me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me

Página 123
Autobiografía de Jesucristo

envió.”102
5.24 Quien no está contra nosotros con nosotros está. El escándalo.
(Mc 9, 37-50; Lc 9, 49-50; Mt 18, 6-11)

Tomando Juan la palabra, dijo:


“Maestro, vimos a uno lanzando demonios en tu Nombre y se lo
estorbamos, pues no anda con nosotros.”
Mas Yo le dije:
“No se lo estorbéis, pues no habrá nadie que obre un milagro en
mi nombre, y pueda enseguida hablar mal de mí. Pues quien no está
contra nosotros, con nosotros está. Y quien os diere de beber un
vaso de agua a título de ser vosotros de Cristo, en verdad os digo
que no perderá su galardón. Y quien escandalizare a uno de éstos
pequeñuelos que creen en mí, más vale que le cuelguen al cuello una
muela de tahona y lo echen al mar. ¡Ay del mundo a causa de los
escándalos! Porque fuerza es que vengan los escándalos; mas ¡ay
del hombre por quien viene el escándalo! Y si te escandalizare tu
mano, córtala y échala lejos de ti: más te vale entrar manco en la
vida que no con las dos manos irte a la gehena, al fuego
inextinguible, donde “su gusano no muere y su fuego no se
extingue”. Y si tu pie te escandalizare, córtalo y échalo lejos de ti:
más te vale entrar cojo en la vida, que no con los dos pies ser
arrojado en la gehena, donde “su gusano no muere y su fuego no se
extingue”. Y si tu ojo te escandalizare, sácalo y échalo lejos de ti:
más te vale con un ojo entrar en Reino de Dios que no con los dos
ojos ser arrojado a la gehena, donde “su gusano no muere y su
fuego no se extingue”. Porque todos serán salados con el fuego, y
toda víctima con sal será salada. Buena es la sal; mas si la sal se
desalare, ¿con qué la sazonaréis? Tened en vosotros sal, y estad en
paz unos con otros. Guardaos, no menospreciéis a uno de esos
pequeñuelos, porque os digo que sus ángeles103 en los cielos sin
102
Estas palabras tienen el sentido que tienen. Recuperar la inocencia no está al alcance del
hombre de mundo, hay que pedirla. Nos hacemos niños para entender el Reino de Dios o no lo
entenderemos nunca.
103
Este es el Ángel de la Guarda que Dios pone junto a cada hombre o mujer que viene a ser
en este mundo. Los ángeles son incontables. A cada hombre se le destina un ángel que ejercerá
su oficio solamente con el hijo de Dios designado. Es un buen amigo, el mejor amigo, que me
conoce bien, que me alumbra, me rige, me guarda y gobierna si yo lo quiero. Hay tantos
ángeles, con este destino, como hombres y mujeres vengan a ser en la historia de la
humanidad, y estos solo serán una pequeñita parte del número incontable de los que ven el
rostro divino de nuestro divino Padre. Son espíritus puros y como tales ahora no los podemos
ver con estos ojos, pero están, existen y nos esperan. Vimos anteriormente que en un solo
hombre podían habitar más de mil espíritus impuros, más de mil demonios que son seres
individuales distintos entre sí, con voluntad y entendimiento propios, que con Lucifer escogieron,
libremente, renegar del Dios que los creó ángeles buenos desde el principio. No aceptaron a

Página 124
Autobiografía de Jesucristo

cesar contemplan el rostro de mi Padre, que está en los cielos.


Porque el Hijo del hombre vino a salvar lo que había perecido.”
5.25 La oveja descarriada. La corrección fraterna. La oración eficaz.
(Mt 18, 12-20)

“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le


descarría una de ellas, ¿por ventura no dejará las noventa y nueve
en los montes y se irá a buscar la descarriada? Si le aconteciere
hallarla, en verdad os digo que goza por ella más que por las
noventa y nueve no descarriadas. Así no es voluntad en el
acatamiento de vuestro Padre, que está en los cielos, de que perezca
uno de esos pequeñuelos. Si pecare contra ti tu hermano, ve y
corrígele entre ti y él sólo. Si te escuchare, ganaste a tu hermano;
mas si no te escuchare, toma todavía contigo a uno o dos, para que
“sobre el dicho de dos o tres testigos se falle todo pleito”; y si no les
diere oídos, dilo a la Iglesia; y si tampoco a la Iglesia diere oídos,
Cristo desde su superior conocimiento de los designios del Padre. El que fue el más bello de los
ángeles, “Lucifer” se reveló contra su Creador y arrastró consigo a un tercio de los ángeles que
están para siempre en el Averno. Mientras dure esta vida buscarán la perdición de lo más
querido por Dios, el hombre. Si hay más ángeles buenos que malos, si en un hombre caben
más de mil ángeles malos ¿cuántos serán éstos y aquellos?

Página 125
Autobiografía de Jesucristo

míralo como gentil y publicano. En verdad os digo, cuanto atareis


en la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis sobre la tierra
será desatado en el cielo. En verdad también os digo que si dos de
entre vosotros se concertaren sobre la tierra acerca de cualquier
cosa que pidan, les será otorgado por mi Padre, que está en los
cielos. Pues dondequiera que estén dos o tres reunidos en mi
Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.”
5.26 “Hasta setenta veces siete”. El siervo cruel. (Mt 18, 21-35)

Entonces, dijo Pedro:


“Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré?
¿Hasta siete veces?”
Contesté:
“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 104
Por eso se asemejó el Reino de los cielos a un rey que quiso ajustar
cuentas con sus siervos. Y como comenzó a tomarlas, le fue
presentado un deudor de diez mil talentos. No teniendo él con qué
pagar, mandó su señor se le vendiese a él, a su mujer, a sus hijos y a
todo cuanto tenía, y con eso se le pagase. Postrándose, pues, el
siervo aquel, le suplicaba rendidamente, diciendo: “Ten paciencia
conmigo, y todo te lo pagaré”. Compadecido el señor de aquel
siervo, le dejó ir libre y le perdonó la cantidad prestada. Pero así
que salió aquel siervo se encontró con uno de sus consiervos, que le
debía cien denarios; y asiendo de él le ahogaba, diciendo: “Paga
todo lo que debes”. Postrándose, pues, su consiervo, le suplicaba
diciendo: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”. Mas él no quería,
sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.
Viendo, pues, sus consiervos lo que pasaba, se disgustaron
sobremanera y se fueron a enterar a su señor de todo lo ocurrido.
Entonces, llamándole su señor, le dice: “Siervo ruin, toda aquella
deuda te perdoné porque me lo suplicaste. ¿No era justo que
también tú te compadecieses de tu consiervo, lo mismo que yo me
compadecí de ti? Y encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos
hasta que le pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre
celestial hará con vosotros si no perdonareis cada uno a vuestro

104
El cristiano no guarda rencor a nadie, pase lo que pase. De no ser así no es cristiano. No
existe un límite en el perdón. Un ser humano, mientras viva en este mundo, tiene derecho al
perdón, si lo pide, por perversas que hayan sido sus obras. Téngase por seguro que un hombre
es hijo de Dios de siempre y para siempre y su Padre demandará perdón para su hijo, si pide
clemencia. Si el hombre no perdona al hombre que suplica perdón, el Padre de ambos saldrá al
encuentro de los dos. Al que no perdonó no le perdonará y al que pidió perdón y no fue
perdonado lo recibirá en sus eternas entrañas a poco que sienta y pronuncie un: “Padre mío
perdóname”.

Página 126
Autobiografía de Jesucristo

hermano con todo vuestro corazón.”


5.27 En Samaria no me reciben. (Lc 9, 51-56)

Aconteció que, cuando se cumplieron los días de mi partida de este mundo,


serio el rostro, tomé la firme resolución de encaminarme a Jerusalén. Envié
mensajeros delante de mí y puestos en camino entramos en una aldea de
samaritanos para disponer de alojamiento. No me acogieron, pues mi aspecto
era de quien iba a Jerusalén. Viéndolo mis discípulos Santiago y Juan, dijeron:
“Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?”
Vuelto a ellos les respondí diciendo:
“No sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del hombre no
vino a perder las almas de los hombres sino a salvarlas.”
Y nos marchamos a otra aldea.

5.28 Tres vocaciones. Condiciones para el apostolado. (Mt 8, 18-22;


Lc 9, 57-62)

Mientras íbamos de camino, llegándose un escriba, me dijo:


“Maestro, te seguiré a donde quieras que partas.”
Y le dije:
“Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas
el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”
Le dije a otro:
“Sígueme.”
Mas él dijo:
“Señor permíteme que primero vaya a enterrar a mi padre.”
Y Yo le insistí:
“Deja los muertos enterrar sus muertos; pero tú marcha a
anunciar el Reino de Dios.”
Llegándose otro dijo:
“Te seguiré, Señor, mas primero permíteme ir a despedir de los de mi
casa.”
Yo le dije:
“Nadie que puso su mano en el arado y mira hacia atrás es a
propósito para el Reino de Dios.”
5.29 En la Perea. Misión de setenta y dos de mis discípulos. (Lc 10, 1-
12)

Y tras esto designé también a otros setenta y dos y los envié de dos en dos
delante de mí a toda ciudad y lugar adónde Yo había de ir. Y les decía:
“La mies es mucha, y los obreros, pocos; rogad, pues al Señor de

Página 127
Autobiografía de Jesucristo

la mies que mande obreros a su mies.105 Id; mirad, que os envío


como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni
zapatos, y a nadie saludéis por el camino. Y en la casa que
entrareis, primero decid: “Paz en esta casa”. Y si allí hubiere un hijo
de paz, reposará sobre él vuestra paz; si no, retornará sobre
vosotros. Y en esa misma casa quedaos, comiendo y bebiendo de lo
que allí hubiere, porque digno es el obrero de su salario. No os
paséis de una casa a otra. Y en cualquiera ciudad que entrareis y os
recibieren, comed lo que os presenten, curad a los enfermos que
hubieren en ella, y decidles: “Está ya cerca de vosotros el Reino de
Dios”. Y en la ciudad en que entrareis y no os recibieren, saliendo a
sus plazas decid: “Hasta el polvo que se nos ha pegado de vuestra
ciudad a nuestros pies lo sacudimos sobre vosotros; sabed, empero
que está cerca el Reino de Dios”. Os aseguro que en aquel día se
usará menor rigor con Sodoma que con aquella ciudad.”
5.30 Maldición sobre Corazaín y sobre Betsaida. “Quien a vosotros
oye a mí me oye”. (Mt 11, 20-24; Lc 10, 13-16)

Por aquel entonces comencé a reprochar a las ciudades en que se habían


obrado la mayor parte de mis prodigios, porque no habían hecho penitencia:
“¡Ay de ti, Corazaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en
Sidón hubieran sido hechos los prodigios obrados en vosotras,
tiempo habría que en cilicio y ceniza, sentados en el suelo, hicieran
penitencia. Pues bien, os digo que con Tiro y Sidón se usará menos
rigor en el día del juicio que con vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿por
ventura serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el infierno serás
hundida! Que si en Sodoma se hubieran hecho los prodigios obrados
en ti, subsistiría aún hasta el día de hoy. Pues bien, os digo que con
la tierra de Sodoma se usará menos rigor el día del juicio que
contigo. El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros
desecha, a mí me desecha; mas el que a mí me desecha, desecha al
que me envió.”106
5.31 Vuelta de los discípulos y júbilo en mi Corazón. (Lc 10, 17-24); Mt

105
La mies siempre será mucha y los obreros serán enviados según sepamos pedírselo al
Señor de la mies y los obreros. La mies es el mundo, el Señor es Cristo y sus operarios son
todos los cristianos que están obligados, por amor, a dar a conocer a su Señor, que los envía
como ovejas en medio de lobos, así como suena, amigo lector.
106
¿Verdad que esto también se entiende, amigo lector? Cristo no ha bajado del cielo para
llegarse a ti o a mí en primera persona, de manera física, sin embargo mandará a su siervo para
decirte por él lo que debemos escuchar. No atender al enviado de Cristo es exactamente lo
mismo que no atenderle a el, lo mismo que no atender a su Padre que nos requiere enviando a
hombres como nosotros, con nuestros mismos defectos pero, en esto, con la gracia de Dios,
que debemos estimar como una oportunidad que no se volverá a repetir en nuestras vidas.

Página 128
Autobiografía de Jesucristo
11, 25-30; Mt 13, 16-17)

Volvieron los setenta y dos muy contentos, diciendo:


“¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre!”
Les dije:
“Contemplaba Yo a Satanás caer del cielo como un rayo. Ved
que os he dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones
y contra toda la potencia del enemigo, y nada podrá dañaros; mas
no os gocéis en eso, que los espíritus se os someten; sino gozaos de
que vuestros nombres están escritos en los cielos.”
En aquella misma hora me estremecí de gozo en el Espíritu Santo y dije:
“¡Bendígote, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
encubriste esas cosas a los sabios y prudentes y las descubriste a los
pequeñuelos. Bien, Padre, que así pareció bien en tu
107
acatamiento!
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre, y ninguno
conoce cabalmente al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce alguno
cabalmente sino el Hijo, y aquel a quien quisiere el Hijo revelarlo.108
Venid a mí todos cuantos andáis fatigados y agobiados, y Yo os
aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, pues soy
manso y humilde de Corazón, y hallaréis reposo para vuestras
almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”109
Y vuelto a mis discípulos, en particular les dije:
“Dichosos los ojos que ven lo que veis. Porque os digo que
muchos profetas y reyes quisieron ver lo que veis, y no lo vieron, y
oír lo que oís, y no lo oyeron.”
5.32 La Parábola del Buen Samaritano. (Lc 10, 25-37)

Y he aquí que un legista se levantó, y con ánimo de tentarme dijo:


“Maestro, ¿qué haré para entrar en posesión de la vida eterna?”

107
La Verdad se muestra meridiana a la luz de una razón sencilla. Esta misma Verdad se oculta
al sabio que como tal se reconoce por los méritos de sí mismo.
108
Conocer al Padre viene dado por Cristo. Sin Cristo nunca podré conocer cabalmente al
Padre, ni en este ni en el otro mundo. Cristo inspira al corazón de quien el se escoge un "Padre
mío" que al pronunciarlo en la intimidad del alma supone gustar ya en este mundo la
bienaventuranza de nuestro destino último, un destino de divinidad que nos hará semejantes al
Dios que nos creó para el, contemplándole cara a cara como se contempla el rostro del Padre a
quien se adora en amor.
109
Volvamos a leer este pasaje, amigo lector. El Amor y la Paz al alcance de la mano, al alcance
del corazón sencillo y bueno que trata de buscar a Cristo, de encontrar a Cristo, de amar a
Cristo. Y aquí lo tenemos fácil, pues, el mismo te está demandando el alma con esta lectura que
lleva en cada frase su Espíritu, su Verdad y su Vida. Este es el Camino por el que tú y yo, amigo
lector, caminamos hacia el Padre, descanso de tu alma y de la mía, último, único y feliz
destino de nuestra existencia haya sido como haya sido.

Página 129
Autobiografía de Jesucristo
Le contesté:
“En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?”
Él, respondiendo, dijo:
“Amarás al Señor Dios tuyo de todo corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente, y
a tu prójimo como a ti mismo.”110
Yo le dije:
“Muy bien respondiste: haz esto y vivirás.”
Él, queriendo justificarse me dijo:
“Y ¿quién es mi prójimo?”
Tomando la palabra le dije:
“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de
salteadores, los cuales le despojaron, y después de cargarle de
golpes se marcharon, dejándole medio muerto. Por casualidad, un
sacerdote bajaba por el mismo camino, y habiéndole visto, dio un
rodeo y pasó de largo. De la misma manera también un levita,
habiendo venido por aquel lugar y viéndole, dio un rodeo y pasó de
largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó cerca de él, y así
que lo vio se le enterneció el corazón, y llegándose, le vendó las
heridas después de echar en ellas aceite y vino; y colocándole
encima de su propio jumento, le llevó a la hospedería y le cuidó. Y al
día siguiente, sacando dos denarios, los dio al hospedero, y le dijo:
“Cuídale, y lo que gastares demás, a mi vuelta yo te lo abonaré”.
¿Quién de éstos tres te parece haber sido prójimo del que cayó en
manos de los salteadores?”
Contestó:
“El que usó la misericordia con él.”
Le dije:
“Anda y haz tú de la misma manera.”
5.33 En Betania: Marta y María. (Lc 10, 38-42)
Mientras íbamos de camino entré en cierta aldea, y una mujer, por nombre
Marta, me dio hospedaje en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, la
110
Para amar de este modo hay que conocer muy bien a la Persona amada, porque el amor es
directamente proporcional al conocimiento que se tiene del Objeto de tu amor. Amar a Dios con
todo el corazón, con toda el alma, con toda la fuerza, con toda la mente supone un conocimiento
de su Persona tan grande como la medida del inmenso amor que se ha definido. ¿Quién conoce
a Dios para amarlo de esta forma? En el Evangelio de San Mateo (11, 25-30), oiremos a Cristo
que nos dice: “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo”. A Dios Padre solo lo
conoce Dios Hijo y también aquél a quien el Hijo lo revele. Amaremos tanto más cuanto mayor
sea nuestra disposición para captar lo que el Hijo revela de su Padre. ¿Cómo puedo saber si
amo a Dios? Es fácil, amigo lector, tú y yo no podemos asegurar que amamos a Dios, que no
vemos, si no amamos, tanto como a nosotros mismos, al prójimo que si vemos. El amor al
hermano es, sin duda, la medida de mi amor a Dios.

Página 130
Autobiografía de Jesucristo
cual, sentada a mis pies, escuchaba todas mis palabras. Pero Marta andaba muy
afanada con los muchos quehaceres del servicio. Y llegándoseme dijo:
“Señor, ¿nada te importa que mi hermana me haya dejado sola con todo el
servicio? Dile, pues, que venga a ayudarme.”
Mas Yo le respondí:
“Marta, Marta, te inquietas y te azoras atendiendo a tantas
cosas, cuando una sola es necesaria; con razón María escogió para
sí la mejor parte, la cual no le será quitada.”

5.34 Cómo orar. Eficacia de la oración. (Lc 11, 1-13)

Aconteció que estando en cierto lugar orando, cuando hube acabado, me

Página 131
Autobiografía de Jesucristo
dijo uno de mis discípulos:
“Señor, enséñanos a orar, lo mismo que Juan enseñó a sus discípulos.”
Les dije:
“Cuando os pongáis a orar decid: Padre, santificado sea tu
Nombre; venga tu Reino; el pan de nuestra subsistencia dánoslo
cada día; y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos debe; y no nos metas en tentación.”
Les dije también:
“¿Quién habrá de vosotros que tenga un amigo, y le viene éste a
medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un
amigo mío llegó de viaje a mi casa y no tengo qué presentarle”; y él
desde dentro respondiendo, dice: “No me des fastidio; ya la puerta
se ha cerrado, y mis muchachos, lo mismo que yo, están en cama;
no puedo levantarme para dártelos…”. Os digo que si no se levanta
y se los da por
ser su amigo, a lo menos por su descaro se levantará y le dará
cuanto necesite. Y Yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad a golpes, y se os abrirá; porque todo el que pide
recibe, y el que busca halla, y al que llama a golpes, se le abre. Y ¿a
quién de vosotros, que sea padre, le pedirá su hijo un pan…, por
ventura le dará una piedra? O también un pescado…¿por ventura
en vez de pescado le dará una serpiente? O si le pide un huevo, ¿por
ventura le dará un escorpión? Si, pues, vosotros, malos como sois,
sabéis dar buenos regalos a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará desde los cielos el Espíritu Santo a los que se lo
pidieren?”111
5.35 “El Padre y Yo somos una misma cosa”. (Jn 10, 22-42)

Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación.


Era invierno y me paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón. Me

111
Jesús nos sorprende. Sus discípulos le ruegan que les enseñe a orar y el Hijo de Dios
manifiesta a sus hermanos, los hombres, que glorifiquen a su Padre Dios, a nuestro Padre Dios,
con el ejercicio del ordinario vivir. Que pidan el pan de cada día, que entre los hombres no haya
rencor sino mutuo y permanente perdón. Pedir no caer en la tentación que saldrá a nuestro
encuentro en las horas esperadas e inesperadas. Por último, Cristo, nos aconsejará pedir al
Gran Desconocido de este mundo, al Espíritu Santo, el Dios Persona en la que nos movemos y
existimos y sin embargo no le captamos como Alguien a quien se le ama por Sí mismo, una
Persona que me conoce y me demanda el tributo del amor que le debo, porque me pensó, me
amó, desde antes de que el mundo viniera a ser, una Persona de la que llevo algo Suyo, el alma
que me define como quien soy como soy, un alma tan real como yo mismo que no veo y que no
puedo dudar de su existencia, porque dudaría de mi yo, Alguien a quien no reconozco con mis
sentidos y sin embargo me es tan real como la verdad de mí mismo. Yo no veo mi alma y sin
embargo no existo sin ella. Creo en esta Persona aunque no la vea y lamento no amarla tanto
como me requiere y si se me permite la expresión, procuro ejercer mi más noble amor sobre
este Ser que “siente y padece” la falta de amor de los hombres porque no le conocemos.

Página 132
Autobiografía de Jesucristo
rodearon los judíos y me preguntaron:
“¿Hasta cuándo tienes suspenso nuestro espíritu? Si tú eres el Mesías,
dínoslo abiertamente.”
Les respondí:
“Os lo dije, y no me creéis. Las obras que Yo hago en el nombre
de mi Padre, éstas dan testimonio de mí. Sin embargo, vosotros no
creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las
conozco, y me siguen. Y Yo les doy la vida eterna, y no perecerán
eternamente, y no las arrebatará nadie de mi mano. Mi Padre, que
me las ha dado, mayor es que todo, y nadie puede arrebatarlas de
mano de mi Padre. El Padre y Yo somos una misma cosa.”112
Cogieron de nuevo piedras los judíos para apedrearme. Les respondí:
“Muchas obras buenas hice a favor vuestro de parte de mi
Padre: ¿por cuál de estas obras me apedreáis?”
Respondieron los judíos:
“No te apedreamos por obra alguna buena, sino por blasfemia y porque
Tú, siendo hombre te haces Dios.”
Les respondí:
“¿No está acaso escrito en vuestra Ley: “Yo dije: sois dioses”? Si
llamó dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios -y no
puede fallar la Escritura-, ¿a quien el Padre santificó y envió al
mundo decís vosotros: “Blasfemas”, porque dije: soy Hijo de Dios?
Si no hago las obras de mi Padre no me creáis; mas si las hago, ya
que a mí no me creéis, creed a las obras, para que sepáis y
entendáis que mi Padre está en mí y Yo en mi Padre.”
Buscaban, pues, de nuevo cómo apoderarse de mí y me escapé de sus
manos. Y marché otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había
estado primero bautizando, y allí habité. Venían muchos a mí, diciendo:
“Juan no obró ningún milagro, y todo cuanto dijo Juan de Éste era
verdad.”
112
Amigo lector, a esta altura de la narración tenemos afirmaciones de Jesús que le
comprometen y nos comprometen. El Dios de la Biblia, el Dios que el pueblo hebreo considera
como solo suyo, el Dios de Abraham, de Jacob, de Moisés, el Ser Omnipotente y Creador,
Principio y Fin de toda criatura, este Dios que tiene Nombre de “Padre”, este Dios que es Padre
de todos y cada uno de los hombres, de todos los espíritus que le reconocen como tal, este
Padre de Jesucristo, es una misma cosa con su Hijo. Decir que: “El Padre y Yo somos una
misma cosa”, es decir que “el Padre y Yo somos dos Personas distintas con una sola esencia ó
naturaleza”. Y esto lo manifiesta un Hombre como tú y como yo excepto en el pecado, pero un
Hombre que se ve, que se oye, que se palpa. Si le doy crédito a sus palabras, si en virtud de los
hechos que hasta ahora hemos contemplado y que a su vez nos han llenado de estupor, si
reflexiono sobre su sentido, no puedo entender otra cosa que lo mismo que manifiesta
Jesucristo, es decir, que Dios Padre y El son una misma cosa. Luego si asumo esta Verdad
estoy reconociendo que este Hombre al que veo, oigo y palpo es el Dios Autor de la vida, es un
Ser, Persona distinta del Padre, en el que se aprecia fehacientemente una naturaleza humana y
una evidente naturaleza divina que se capta sin forzar la razón ni la lógica. Más adelante le
oiremos a Tomás decir: “Señor mío y Dios mío”, también se entenderán las siguientes palabras:
¡Cuánto te amo, mi Dios Crucificado!

Página 133
Autobiografía de Jesucristo
Y muchos creyeron allí en mí.

5.36 Lanzo un demonio mudo y me calumnian. (Lc 11, 14-26; Lc 11, 17-
23; Mt 12, 43-45)

Lancé un demonio mudo y sucedió que salido el demonio, habló el mudo; y


se maravillaron las turbas. Mas algunos de entre ellos dijeron:
“En virtud de Belzebú, príncipe de los demonios, lanza los demonios.”
Yo, entendiéndoles los pensamientos, les dije:
“Todo reino dividido contra sí mismo es devastado, y cae casa
sobre casa. Y si también Satanás se dividió contra sí mismo, ¿cómo
se sostendrá su reino? Pues que decís que en virtud de Belzebú lanzo
Yo los demonios. Y si Yo en virtud de Belzebú lanzo los demonios,
¿vuestros hijos en virtud de quién los lanzan? Por esto ellos serán
vuestros jueces. Mas si con el dedo de Dios lanzo los demonios,
luego llegó a vosotros el Reino de Dios. Si el hombre valiente, bien
armado, defiende el atrio de su casa, seguro queda cuanto posee;
mas cuando uno más fuerte que él sobreviene y le vence, le quita
toda su armadura en que confiaba y reparte sus despojos. Quien no
está Conmigo, contra mí está; y quien no allega Conmigo
desparrama.113 Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre,
anda vagando por lugares áridos, buscando reposo y no lo halla.
Entonces dice: “Me volveré a mi casa, de donde salí”. Y llegando la
halla desocupada, barrida y aderezada. Vase entonces y toma
consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando se establecen
allí, y resultan las postrimerías de aquel hombre peores que los
principios. Así acaecerá también a esta generación perversa.”
5.37 ¡Bienaventurada mi Madre! (Lc 11, 27-28)

Y aconteció que, diciendo Yo estas cosas, alzando la voz una mujer de entre
la turba, me dijo:
“¡Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que
114
mamaste!”
Y Yo le dije:
“Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios
113
Las palabras de Cristo tienen plenitud de sentido, así, pues, el ser humano y sobre todo el
que se dice cristiano está involucrado en esta encrucijada, o se está con Cristo, o se está contra
El. Gastar con indiferencia la vida en este mundo y de manera consciente declararse agnóstico,
querer pasar inadvertido ante Dios y los hombres, con espíritu tibio, ni frío ni caliente, es
predisponerse a ser vomitado de las entrañas de Dios. Nos juzgarán, sobre todo, por los
pecados de omisión y este es el gran pecado del mundo, porque una pasota humanidad no le
interesa la asignatura del Amor y es de esto, precisamente, de lo que le van a examinar al final
de sus aburguesados días.
114
Jesús de mi alma, bienaventurada sea tu Madre en todo caso, a pesar de mi mezquindad, de
mi miseria.

Página 134
Autobiografía de Jesucristo

y la guardan.”
5.38 La señal de Jonás profeta. La lámpara del cuerpo. (Mt 12, 38-42;
Lc 11, 16; Lc 11, 29-36)

Entonces con ánimo de tentarme, tomaron la palabra algunos de los


escribas y fariseos, diciendo:
“Maestro, queremos ver de Ti una señal procedente del cielo.”
Respondiendo les dije:
“Esta generación es generación perversa y adúltera; busca una
señal, y otra señal no se le dará sino la señal de Jonás el profeta.
Porque como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será también
el Hijo del hombre para esta generación. Porque como estuvo Jonás
en el vientre de la bestia marina tres días y tres noches, así estará el
Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.
Los ninivitas se alzarán en el juicio contra ésta generación y la
condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás;
y mirad que hay algo más que Jonás aquí. La reina del Mediodía se
alzará en el juicio contra los hombres de esta generación, y los
condenará, porque vino de los últimos confines de la tierra para oír
la sabiduría de Salomón; y mirad que hay algo más que Salomón
aquí. Nadie que enciende la lámpara la pone en sitio oculto o debajo
de la medida, sino sobre el candelero, para que los que entran vean
la luz. La lámpara del cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo fuere bueno,
también todo tu cuerpo quedará iluminado; mas cuando fuere
malo, también tu cuerpo quedará en tinieblas. Mira, pues, no sea
que la luz que hay en ti sea oscuridad. Si, pues, todo tu cuerpo está
iluminado, sin tener parte oscura alguna, estará enteramente
iluminado, como cuando la lámpara te ilumina con su fulgor.”
5.39 Soy invitado a comer en casa de un fariseo. Reprendo a los
fariseos y escribas. (Lc 11, 37-54)

Estaba todavía hablando, cuando un fariseo me invitó a comer en su casa.


Habiendo entrado me puse a la mesa. Mas el fariseo, viéndolo, se extrañó de que
antes de la comida hubiese omitido las abluciones.
Le dije:
“Ahora, vosotros, fariseos, limpiáis lo exterior de la copa y del
plato; mas vuestro interior está lleno de rapiña y perversidad.
Insensatos, quien hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?
Pero sí, de lo que hay dad limosna, y sin más, todo queda limpio
para vosotros. Mas ¡ay de vosotros, fariseos que dais el diezmo de
la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, y pasáis
por alto la justicia y el amor de Dios! Esto es lo que convenía hacer,

Página 135
Autobiografía de Jesucristo

y aquello no omitirlo. ¡Ay de vosotros, fariseos, que ambicionáis el


primer puesto en las sinagogas y las salutaciones en las plazas! ¡Ay
de vosotros, porque sois como los sepulcros disimulados, y los
hombres pasan por encima sin saberlo!”
Y uno de los legistas que allí estaba, me dijo:
“Maestro, diciendo eso también a nosotros nos ultrajas.”
Le dije:
“¡Ay también de vosotros los legistas!, que abrumáis a los
hombres con cargas insoportables, y vosotros ni con uno de
vuestros dedos tocáis las cargas! ¡Ay de vosotros! que edificáis los
sepulcros de los profetas, y fueron vuestros padres los que los
mataron. Conque testigos sois y aprobáis las obras de vuestros
padres, porque ellos los mataron, y vosotros levantáis los edificios.
Por eso mismo dijo la Sabiduría de Dios: “Enviaré a ellos profetas y
apóstoles, y de ellos matarán y perseguirán, para que la sangre de
todos los profetas derramada desde la creación del mundo sea
demandada a esta generación: desde la sangre de Abel hasta la
sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar de los holocaustos y
el santuario”. si, os lo digo, será demandada a ésta generación. ¡Ay
de vosotros los legistas, porque os alzasteis con la llave de la
ciencia!; vosotros no entrasteis, y a los que entraban se lo
estorbasteis.”
Desde entonces, como Yo hubiera salido, comenzaron los escribas y fariseos
a urgirme implacablemente y tirarme de la lengua sobre muchos puntos,
tendiéndome lazos para coger algo de mis labios.

5.40 La levadura de los fariseos hipócritas. (Lc 12, 1-12)

En esto, como se hubiesen aglomerado millares y más millares de gente,


hasta el punto de pisotearse unos a otros, comencé a decir:
“Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
Nada hay encubierto que no se descubra ni nada oculto que no se
conozca. Por lo cual, cuanto dijisteis en la oscuridad será oído en la
luz, y lo que hablasteis al oído en las recámaras, se pregonará desde
lo alto de los terrados. Y a vosotros, mis amigos, os digo: no tengáis
miedo a los que matan el cuerpo y tras eso no tienen poder para
más. Os voy a mostrar a quién tenéis que temer: temer a Aquel que
después de matar tiene poder para lanzar a los infiernos. si, os digo,
temed a Este.115 ¿Por ventura no se venden cinco gorriones por dos
115
Amigo lector, el Infierno no es una imaginación de la mente humana. El Infierno es una
realidad tenebrosa que alberga eternamente a “Este”, que no es otro que Satanás, y a sus hijos.
Si el hombre se pone, voluntariamente, al alcance de Lucifer corre un riesgo estremecedor de
perder su alma. El Infierno, para un ser racional creado, es sobre todo un estado de infinita y
eterna desesperanza experimentada en un lugar que no ocupa espacio, en un lugar sin

Página 136
Autobiografía de Jesucristo

cuartos? Y ni uno solo de ellos está olvidado en el acatamiento de


Dios. Pero también los cabellos de vuestra cabeza están todos
contados. No temáis: valéis más que muchos gorriones. Os digo
además: todo aquel que se declare por mí delante de los hombres,
también el Hijo del hombre se declarará por él delante de los
ángeles de Dios.116 Y todo el que hablare contra el Hijo del hombre,
se le perdonará: más el que blasfemare contra el Espíritu Santo, no
se le perdonará. Cuando os conduzcan a las sinagogas y ante los
magistrados y autoridades, no os preocupéis cómo o con qué
razones os defenderéis o qué diréis; porque el Espíritu Santo os
enseñará en aquella hora lo que hay que decir.”

5.41 Guardarse de la avaricia. Parábola del rico necio. (Lc 12, 13-21)

Díjome uno de la turba:


“Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia.”
Le contesté:
“Hombre, ¿quién me ha constituido juez o partidor sobre
vosotros?”
Y dije a todos:
“Atended y guardaos de toda codicia; porque aun cuando uno
ande sobrado, no pende su vida de los bienes que posee.”
Y les propuse una parábola diciendo:
“Había un hombre rico, cuyos campos rindieron abundantes
frutos. Y razonaba consigo mismo, diciendo: “¿Qué haré, pues no
tengo donde recoger mis frutos?” Y dijo: “Esto haré: derribaré mis
graneros y los edificaré mayores, y recogeré allí mis cosechas y mis
bienes; y diré a mi alma: alma mía, tienes muchos bienes repuestos
para muchos años; huelga, come, bebe, date a la buena vida”. Pero

distancia porque el Infierno está dentro del mismo condenado. Es un misterio de la libertad del
hombre que es capaz de, voluntariamente, con plenitud de conciencia, rebelarse contra el
mismo Dios que le ha creado, es la “cuerda locura” que odia y quiere odiar para siempre a todo
aquello que se asemeje a Dios. No puede haber Misericordia divina para aquel que no sólo la
rechaza para sí mismo y para los demás, sino que con perversa radicalidad la odia con toda su
alma.
116
El hombre nunca será dañado por el Demonio si el hombre lo respeta guardando la mayor
distancia posible de su radio de acción. Este instinto de conservación nace con el hombre y es
como la voz de su conciencia que le alertará en el transcurso de su vida terrena tantas veces
como Satanás lo intente. El abandono supremo en las manos de nuestro Padre Dios nos hace
impenetrables a las acciones del Demonio. Cada hombre, por sí mismo, ha costado toda la
sangre de Cristo y esto es de incalculable valor para el Padre que tiene contados hasta nuestros
cabellos. ¿Qué puede hacer Satanás y su Averno contra un hijo de Dios?

Página 137
Autobiografía de Jesucristo

díjole Dios: “Insensato, esta misma noche te exigen tu alma; y lo


que allegaste, ¿de quién será?”. Así es el que atesora para sí y no es
rico para con Dios.”
5.42 Desprendimiento de los bienes temporales. (Lc 12, 22-34)

Luego, aparte, a mis discípulos les dije:


“Por esto os digo: no os acongojéis por la vida, pensando qué
comeréis, ni por el cuerpo, con qué os vestiréis. Porque la vida más
es que el alimento, y el cuerpo, más que el vestido. Considerad los
cuervos, que ni siembran ni siegan, que no tienen despensa ni
granero, y Dios los sustenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las
aves! ¿Y quién de vosotros con acongojarse puede añadir un codo a
la duración de su vida? Pues si ni siquiera podéis lo mínimo, ¿a qué
apuraros por los demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no
trabajan ni hilan; y os digo que ni Salomón en toda su gloria se
vistió como uno de ellos. Y si la hierba que hoy está en el campo y
mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿cuánto más a vosotros,
hombres de poca fe? Tampoco andéis vosotros buscando qué
comeréis o qué beberéis, ni estéis con el alma colgada de un hilo.
Porque todas esas cosas son tras las cuales andan las gentes del
mundo, y vuestro Padre sabe que necesitáis de ellas. Sino buscad el
Reino de Dios, y esas cosas se os darán por añadidura. No temas
rebañito pequeño, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino.
Vended vuestras haciendas y dad limosna; haced bolsas que no
envejezcan, tesoro que no fenezca en los cielos, donde no llega el
ladrón ni estraga la polilla: porque donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón.”117
5.43 Preparados para el más allá. (Lc 12-35-53)

“Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas,


y vosotros semejantes a hombres que aguardan a su señor, cuando
vuelva de las bodas, para que en cuanto llegue y llame, le abran al
punto. Bienaventurados aquellos siervos a quienes en viniendo
hallare el señor velando, en verdad os digo que se ceñirá y los hará
poner a la mesa, y pasando de uno a otro les servirá. Y aunque
viniere en la segunda vigilia, y aunque en la tercera, si los hallare
así, bienaventurados son ellos. Y entended que si supiese el amo de
casa a qué hora viene el ladrón, vigilaría y no dejaría que se
117
Amigo lector, volvamos a leer estas preciosas palabras de Cristo. De lo que está lleno el
corazón habla la boca y estas palabras son palabras de inmensa paz, las palabras del Príncipe
de la Paz. Dios es mi Padre y si así lo creo y así lo vivo ¿qué me falta? Todo lo que tengo me ha
sido dado y todo lo que me falta se me dá justamente cuando lo necesito, cuando mi Padre lo
dispone y no cuando lo quiero yo.

Página 138
Autobiografía de Jesucristo

perforase su casa. Vosotros también estad apercibidos, pues a la


hora que no pensáis, viene el Hijo del hombre.”
Dijo Pedro:
“Señor, ¿esa parábola nos la diriges a nosotros o también a los demás?”
Contesté:
“¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente, a quien dará
el Señor cargo sobre su servidumbre, para que a su tiempo
distribuya la ración de trigo? Bienaventurado aquel siervo a quien
su amo, al venir, hallare obrando así, en verdad os digo que le dará
cargo sobre todos sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en su
corazón: “Mi amo tarda en venir”, y comenzare a golpear a los
muchachos y a las muchachas, y a comer y beber y embriagarse,
vendrá el amo de aquel criado en el día que no aguarda y a la hora
que no sabe, y le partirá por medio, y le deparará la misma suerte
que a los infieles. Aquel siervo que conociere la voluntad de su amo
y no se dispusiere u obrase conforme a su voluntad, recibirá
muchos azotes; mas el que no la conociere, si hiciere algo digno de
azotes, recibirá pocos. A todo aquel a quien mucho se dio, mucho se
le exigirá; y a quien mucho entregaron en depósito, más le pedirán.
Fuego vine a meter en la tierra; ¡y cuánto deseo que ya
prendiese! Con bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustias
las mías hasta que se cumpla! ¿Pensáis que vine a traer paz a la
tierra? No, os lo aseguro, sino más bien división. Porque desde
ahora serán cinco en una casa, divididos: tres contra dos y dos
contra tres. Se dividirán el padre contra el hijo, y el hijo contra el
padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra
contra la nuera, y la nuera contra la suegra.”

5.44 Las señales de los tiempos. (Lc 12, 54-59)

Y dirigiéndome a las turbas les decía:


“Cuando veis levantarse una nube por el poniente, al punto
decís: “Viene aguacero”, y así sucede; y cuando sopla el viento del
sur, decís: “Habrá bochorno”, y se cumple. Hipócritas, sabéis
reconocer el semblante de la tierra y del cielo, y al tiempo en que
estamos, ¿cómo no lo reconocéis? ¿Y cómo de vosotros mismos no
discernís lo que es justo? Porque mientras vas con tu contrincante al
magistrado, procura por el camino librarte de él, no sea que te
arrastre ante el juez, y el juez te entregará al alguacil, y el alguacil
te echará en la cárcel. Te lo aseguro, no saldrás de allí hasta que

Página 139
Autobiografía de Jesucristo

hallas pagado el último céntimo.”


5.45 Necesidad de la penitencia. La higuera estéril. (Lc 13, 1-9)

Estando en la Perea se presentaron a mí algunos que me refirieron el caso


de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos con la de sus víctimas. Y
respondiendo les dije:
“¿Creéis que éstos galileos, por haber padecido esta desgracia,
fueron más pecadores que todos los demás galileos? No, os lo
aseguro; antes si no hiciereis penitencia, todos igualmente
pereceréis. O aquellos dieciocho sobre quienes se desplomó la torre
de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los
otros habitantes de Jerusalén? No, os lo aseguro, antes si no
hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis.”
Y les propuse ésta parábola
“Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Vino a
buscar fruto en ella y no lo halló. Y dijo al viñador: “Ya van tres
años desde que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo.
Córtala: ¿para qué, además, ha de esterilizar la tierra?” El
respondiendo, le dice: “Señor, déjala este año todavía, y entre tanto
cavaré en torno de ella y echaré abono; y si diere fruto en
adelante…, que si no la cortarás.”
5.46 La mujer encorvada.(Lc 13, 10-17)

Cierto día de sábado, enseñando en la sinagoga, vi a una mujer que tenía un


espíritu de enfermedad hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía
absolutamente levantar la cabeza. Llamándola le dije:
“Mujer estás libre de tu enfermedad.”
Puse mis manos sobre ella y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.
Interviniendo el arquisinagogo, enojado de que Yo hubiera curado en sábado y
dijo a la turba:
“¡Hay seis días para trabajar: en éstos, pues, venid y haceos curar, pero
no en día de sábado!”
Dirigiéndome a él le dije:
“Hipócritas, cualquiera de vosotros en sábado, ¿no desata a su
buey o su asno del pesebre y lo lleva a abrevar? Y a ésta que es hija
de Abraham, a quien ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no era
razón desatarla de esta cadena en día de sábado?”
Mis adversarios se avergonzaban con estas cosas y la muchedumbre sin
embargo se gozaba de todos los hechos gloriosos obrados por mí.

Página 140
Autobiografía de Jesucristo

5.47 Parábola de la mostaza y la levadura. El número de los elegidos.


(Lc 13, 18-30)

Les decía:
“¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿Y a qué lo compararé?
Es semejante a un granito de mostaza, que tomándolo un hombre lo
echó en su huerta, y creció y se hizo árbol grande, y las aves del
cielo se cobijaron en sus ramas.
¿Con qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la
levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina,
conque toda la masa fermentó.”
Y caminando hacia Jerusalén pasamos por todas las ciudades y aldeas

Página 141
Autobiografía de Jesucristo
enseñando. Me dijo uno:
“Señor, ¿son pocos los que se salvan?”
Le contesté:
“Procurad con empeño entrar por la puerta estrecha, porque
muchos, os lo aseguro, tratarán de entrar, y no lo lograrán. Una
vez que el amo de casa se levante y cierre la puerta, si os quedáis
afuera, por más que os pongáis a golpear la puerta, diciendo:
“¡Señor, ábrenos!”, él os responderá diciendo: “No sé de dónde sois
vosotros”. Entonces comenzaréis a decir: “Comimos y bebimos en tu
presencia, y enseñaste en nuestras plazas”. Y os dirá: “No sé de
dónde sois; apartaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí
será el llanto y rechinar de dientes, cuando viereis a Abraham,
Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y a vosotros
echados afuera. Y vendrán del oriente y del poniente, del
septentrión y del mediodía, y serán admitidos al banquete en el
Reino de Dios. Y mirad que hay últimos que serán primeros, y hay
primeros que serán últimos.”
5.48 Amenazas de Herodes. “¡Jerusalén, Jerusalén!” (Lc 13,31-35)

En aquel mismo punto se me acercaron algunos fariseos diciéndome:


“Retírate y marcha de aquí, porque Herodes te quiere matar.”
Les dije:
“Id y decid a ese zorro: “Mira, lanzo demonios y llevo a cabo
curaciones hoy y mañana y al tercer día se acaba Conmigo. Es
menester, con todo, que hoy y mañana y el día siguiente siga Yo mi
camino, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén”.
¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata profetas y apedrea a los que le
han sido enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la
clueca a su pollada debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que
vuestra casa se os deja. Y os certifico que no me veréis ya hasta que
venga el día en que digáis: “Bendito el que viene en el Nombre del
Señor.”
5.49 El hombre hidrópico. Recomendaciones de humildad y caridad.
(Lc 14, 1-14)

Y aconteció que habiendo sido invitado a comer en día de sábado por uno
de los jefes de los fariseos, siendo observado por ellos, se presentó un hombre
hidrópico que se puso delante de mí. Tomando la palabra, les dije a los legistas y
fariseos:
“¿Es permitido en sábado curar o no?”
Ellos se callaron. Entonces tomé de la mano al hombre y le sané. Y les dije a
ellos:

Página 142
Autobiografía de Jesucristo

“¿A quién de vosotros se le cae en un pozo el asno o el buey y no


lo saca inmediatamente en el día de sábado?”
No sabían qué replicar a esto. Habiendo reparado cómo los convidados se
escogían los primeros asientos, les propuse una parábola diciéndoles:
“Cuando fueres por alguno invitado a bodas, no te recuestes en
el primer asiento, no sea caso que haya sido invitado por él uno de
más consideración que tú, y venga el que a ti y a él convidó y te
diga: “Cede el lugar a éste”, y comiences entonces con gran
confusión a ir bajando hasta ocupar el último lugar. Si no que,
cuando fueres invitado, ve y recuéstate en el último lugar, para que,
cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”.
Entonces te verás honrado a los ojos de todos los comensales.
Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla
será ensalzado.”
Dije también al que me había convidado:
“Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni
a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos también a su
vez te inviten y con esto quedes pagado. Si no que, cuando hagas un
convite, llama a los pobres, mancos, cojos, ciegos, y será dichoso,
porque no tienen con qué recompensarte, pues se te dará la
recompensa en la resurrección de los justos.”
5.50 La Gran Cena. (Lc 14, 15-24)

Como hubiese oído esto uno de los comensales, me dijo:


“Dichoso el que participará del convite en el Reino de Dios.”
Yo le dije:
“Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. A la hora
de la cena mandó su criado que dijese a los convidados: “Venid, que
ya está todo a punto”. Y comenzaron todos por igual a excusarse. El
primero le dijo: “He comprado un campo y necesito ir a verlo: te
ruego me tengas por excusado”. Otro dijo: “He comprado cinco
yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me des por excusado”.
Y otro dijo: “He tomado mujer, y por esto no puedo ir”. Venido el
criado, enteró de esto a su señor. Entonces, enojado el amo de casa,
dijo a su criado: “Sal presto a las plazas y calles de la ciudad, y a los
pobres y mancos y ciegos y cojos hazlos entrar acá”. Dijo el criado:
“Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía queda sitio”. Dijo el
amo al criado: “Sal a los caminos y vallados y obliga a la gente a
entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de
aquellos que habían sido convidados ha de probar mi cena.”
5.51 La abnegación. La torre y el rey. La sal. ( Lc 14, 25-35)

Página 143
Autobiografía de Jesucristo

Caminaban Conmigo grandes muchedumbres, y, vuelto a ellas, les dije:


“Si uno viene a mí y no aborrece a su padre y a su madre, a su
mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta su propia
vida, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros,
queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los
gastos y mira si tiene para acabarla? No sea caso que, habiendo
puesto los fundamentos y no pudiendo terminar, comiencen todos
los que lo ven a hacer burla de él, diciendo: “Este comenzó a edificar
y no pudo terminar”. ¿O qué rey, si marcha para entrar en guerra
con otro rey, no se sienta primero a deliberar si tiene fuerzas para
hacer frente con diez mil al que viene sobre él con veinte mil? De lo
contrario, mientras él está lejos todavía, despacha una embajada
para negociar la paz. Así, pues, todo aquel de entre vosotros que no
renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. Buena es,
pues, la sal; pero si la misma sal se vuelve sosa, ¿con qué se
aderezará? Ni para la tierra ni para el estercolero es a propósito;
afuera la echan. Quien tiene oídos para oír, oiga.”118
5.52 La oveja descarriada. La dracma perdida. (Lc 15, 1-10)

Se acercaban a mí todos los publicanos y pecadores para oírme, y viendo


esto murmuraban los fariseos y los escribas diciendo:
“Este acoge a los pecadores y come con ellos.”
Mas Yo les propuse ésta parábola:
“¿Qué hombre de vosotros que tenga cien ovejas, si pierde una
de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y se va a buscar
la perdida, hasta que la halla? Y en hallándola, pónesela sobre los
hombros, y llegando a su casa convoca a los amigos y a los vecinos
y les dice: “Dadme el parabién, porque hallé mi oveja perdida”. Os
digo que de igual manera habrá en el cielo mayor gozo por un solo
pecador penitente que por noventa y nueve justos que no tienen
necesidad de penitencia.119 ¿O qué mujer que tenga diez dracmas, si
pierde una dracma, no enciende la lámpara y barre la casa y la
118
El amor al Dios que se dejó crucificar por mí, es mi sagrado amor, el más bello y noble
concepto que tengo de la ternura, el cariño y el amor en su más profundo sentido, sin que por
ello no ame a los míos con el mismo corazón.
119
El cielo y la tierra están comunicados y lo que ocurre en este mundo no pasa desapercibido
en el otro mundo. Hay que entender, amigo lector, que un solo hombre es capaz de mantener en
vilo a toda la Creación. Si se me permite, creo entender que la acción de un solo hombre es
capaz de elevar al mundo o de rebajarlo. El Cielo que no veo, todo un universo de belleza,
amor, paz y gozo está pendiente de la libertad de acción de un solo hombre en la tierra, y esto lo
creo porque he asumido que un hombre, sea cual sea su condición, raza o estado es hijo de
Dios y a Dios le vale un solo hombre tanto como le vale el Sacrificio, la muerte de su Hijo
Jesucristo, le vale toda la Creación.

Página 144
Autobiografía de Jesucristo

busca cuidadosamente hasta que la halla? Y en habiéndola hallado,


convoca a las amigas y vecinas y les dice: “Dadme el parabién,
porque hallé la dracma que había perdido”. Así, os digo, es motivo
de gozo para los ángeles de Dios un solo pecador que haga
penitencia.”

5.53 El hijo pródigo (Lc 15, 11-32)

“Un hombre tenía dos hijos. Y dijo el menor de ellos a su padre:


“Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde”. El les
repartió la hacienda. De allí a no muchos días, el hijo menor,
habiéndolo recogido todo, se partió a tierras lejanas, y allí dilapidó
su hacienda viviendo licenciosamente. Mas cuando lo hubo gastado
todo, sobrevino en aquella tierra grande hambre, y él comenzó a
sentir

Página 145
Autobiografía de Jesucristo

necesidad. Conque fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de


aquella región, el cual le envió a sus campos a apacentar puercos. Y
ansiaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los puercos,
y nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos
jornaleros de mi padre andan sobrados de pan, y yo aquí perezco
de hambre! Me levantaré y me iré a mi padre y le diré: “Padre,
pequé contra el cielo y contra ti: no soy digno de llamarme hijo
tuyo; tómame como uno de tus jornaleros”. Y levantándose fuese a
su padre. Estando él muy lejos todavía, vióle su padre, y se le
enterneció el corazón, y corriendo hacia él echósele al cuello y se lo
comía a besos. Díjole el hijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti;
no soy ya digno de llamarme hijo tuyo…” Dijo el
padre a sus criados: “Presto, sacad el mejor vestido y vestídselo, y
ponedle una sortija en la mano y calzado en los pies; y traed el

Página 146
Autobiografía de Jesucristo

novillo
cebado y matadle, y comamos y hagamos fiesta; porque mi hijo
estaba muerto y revivió, estaba perdido y fue hallado”. Y dieron
principio al

festín. Su hijo mayor estaba en el campo; y como al volver llegó


cerca de la casa, oyó la sinfonía y la danza; y llamando a sí a uno
de los muchachos, le preguntó que era aquello. El le dijo: “Ha vuelto
tu hermano, y tu padre mató el novillo cebado, porque le recobró
sano”. Enojóse y no quería entrar; mas su padre, saliendo, le
instaba. El, respondiendo, dijo a su padre: “Tantos años como te
sirvo, sin haber jamás traspasado tus mandatos, y jamás me diste
un cabrito para holgarme con mis amigos; mas así que vino ese tu
hijo que ha consumido tu hacienda con malas mujeres, mataste
para él el novillo cebado”. Mas él le dijo: “Hijo, tú siempre estás

Página 147
Autobiografía de Jesucristo

conmigo, y todas mis cosas son tuyas; mas razón era holgarse y
regocijarse, porque este, el hermano tuyo, estaba muerto y revivió,
estaba perdido y fue hallado.”120
5.54 El mayordomo infiel. (Lc 16, 1-13)

Dije también a mis discípulos:


“Era un hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue
acusado ante él de que malbarataba su hacienda. Y habiéndole
llamado, le dijo: “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Ríndeme
cuentas de tu administración, porque no podrás en adelante seguir
de mayordomo”. Dijo para sí el mayordomo: “¿Qué voy a hacer, ya
que mi amo me quita la mayordomía? ¿Cavar? No puedo.
¿Mendigar? Me da vergüenza. Ya sé qué haré para que, cuando sea
removido de la mayordomía, me reciban en sus casas”. Y llamando
uno por uno a los deudores de su amo, decía al primero: “¿Cuánto
debes a mi amo?”. El dijo: “Cien batos de aceite”. El le dijo: “Toma
tu factura, y siéntate al punto y escribe: Cincuenta”. Luego dijo a
otro: ¿Y tú cuánto debes?”. El dijo: “Cien coros de trigo”. Dícele:
“Toma tu factura, escribe: Ochenta”. Y alabó el amo al mayordomo
infiel, porque había obrado sagazmente; porque los hijos de este
siglo son más sagaces que los hijos de la luz en el trato con sus
semejantes. Yo también os digo: granjeaos amigos con esa riqueza
de iniquidad, para que, cuando os venga a faltar, os reciban en las
moradas eternas. Quien es fiel en lo mínimo, también en lo mucho
es fiel; y quien en lo mínimo es infiel, también en lo mucho es infiel.
Si, pues, en las riquezas de iniquidad no fuisteis fieles, ¿quién os
confiará los verdaderos bienes? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿lo
vuestro quién os lo entregará? Ningún criado puede servir a dos
amos; porque o bien a uno aborrecerá y al otro amará, o bien se
entregará al primero y tendrá en poco al segundo. No podéis
servir a Dios y al dinero.”121

120
Este Padre y estos hijos están de permanente actualidad en un mundo como el que vivimos.
Dichoso el hombre que queriendo dejar de ser pecador se somete al juicio de Dios y no al juicio
de los hombres, sus hermanos. Dios es Padre de buenos y malos, pero ¿quién es bueno y
quién es malo? Es bueno quien ejerce la misericordia, la compasión y el perdón y es malo quien
no las ejerce. Es mejor recuperar a un hombre aunque haya sido malo que perderlo para
siempre. El espíritu farisaico, la falta de clemencia denigra el corazón humano que está hecho
para amar. No se puede dejar de amar a tu semejante, haya hecho lo que haya hecho, porque
el mejor de los hombres es capaz de la mayor vileza. Hay que querer para los demás lo que
quieres para ti.
121
Si el hombre elige como último fin de su existencia al Dinero elige a un Señor que le
esclavizará tantos años como dure su vida. El Dinero es la antítesis de Dios y si el hombre elige
al Dinero desprecia voluntariamente a Dios. En pocos años, el Dinero habrá envilecido su
corazón y se pudrirá sin él donde se pudren los muertos.

Página 148
Autobiografía de Jesucristo

5.55 La avaricia de los fariseos. El rico Epulón y el pobre Lázaro. (Lc


16, 14-31)

Oían todas éstas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y hacían
mofa de mí. Y les dije:
“Vosotros sois los que blasonáis de justos delante de los
hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo
encumbrado a juicio de los hombres es abominación a los ojos de
Dios. La Ley y los Profetas terminan en Juan; desde entonces es
anunciada la Buena Nueva del Reino de Dios, y todos forcejean por
entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra que no
que caiga una sola tilde de la Ley. Todo el que repudia a su mujer y
se casa con otra, comete adulterio; y quien se casa con la que ha
sido repudiada por su marido, comete adulterio.”
Les dije ésta parábola:
“Era un hombre rico, que vestía púrpura y lino fino y
banqueteaba cada día espléndidamente. Por el contrario, un pobre,
por nombre Lázaro, estaba tendido junto a su puerta, cubierto de
úlceras y deseando hartarse de lo que caía de la mesa del rico; pero
hasta los perros venían y lamían sus úlceras. Sucedió que murió el
pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió
también el rico y fue sepultado. Y estando en el infierno, en medio
de tormentos, levanta los ojos y ve a Abraham a lo lejos y a Lázaro
en su seno. Y levantando la voz, dijo: “¡Padre Abraham,
compadécete de mí y manda a Lázaro para que moje la punta de su
dedo en agua y refresque mi lengua, porque me abraso en estas
llamas!”. Dijo Abraham: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en
tu vida, y Lázaro asimismo los males; ahora, en cambio, él aquí es
consolado y tú atormentado. Y a todo eso, entre nosotros y vosotros
se interpone una sima infranqueable, de suerte que los que quieran
pasar de aquí a vosotros no puedan, ni tampoco de ahí pasan a
nosotros" Y dijo: "Te ruego, pues, padre, que le envíes a casa de mi
padre- pues tengo cinco hermanos -, para que les dé testimonio de
estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de
tortura”. Dice Abraham: “Tienen ya a Moisés y a los Profetas;
escúchenlos”. El dijo: “No, padre Abraham, sino que, si fuere a ellos
alguno de los muertos, harán penitencia”. Díjole: “Si a Moisés y a
los Profetas no escuchan, tampoco se rendirán si alguno resucitare
de entre los muertos.”122
122
El hombre rico miraba al pobre Lázaro, que estaba sentado a su puerta, como el que mira un
objeto, no sintió ninguna compasión porque lo miraba como una cosa sin interés. El hombre,

Página 149
Autobiografía de Jesucristo

5.56 Lázaro enferma y muere. (Jn 11, 1-46)

Había un enfermo, Lázaro de Betania, la aldea de María y Marta, su


hermana. Era María la que me ungió con su perfume y enjugado los pies con sus
propios cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. Me enviaron, pues, las
hermanas de Lázaro un recado, diciendo:
“Señor, el que amas está enfermo.”
Oído esto dije:
“Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, a
fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios.”123
Yo estimaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro. Y oído este recado
quedé aún dos días en el lugar donde estábamos; luego tras eso dije a mis
discípulos:
“Vamos a la Judea otra vez.”

Lázaro, no le decía nada al hombre Epulón. Esto es de permanente actualidad, pero el resultado
de esta actitud, de los malos ricos con los buenos pobres, está a la vista. En breve tiempo, estos
dos hombres están en otro lugar. Léase de nuevo la parábola. Cristo expone con claridad el
destino final de ambos hombres. Dios ha puesto nombre a dos almas que representan infinidad
de ellas en el mismo estado que se nos describe en la parábola. Dios no se inventa este drama,
permanentemente vivo al otro lado de esta vida, vida efímera para el rico y para el pobre.
123
La palabra “glorificado” solo la emplea el evangelista San Juan. Hará referencia de ella hasta
12 veces de las cuales 8 serán en boca del mismo Cristo. Esta es una prueba contundente de la
divinidad de Jesús, que es conocedor de los hechos antes de que vengan a suceder. Jesús
manifiesta que la primera causa de la enfermedad, que llevará a la muerte a su amigo Lázaro,
no es puramente fisiológica, tiene su razón de ser en virtud de la glorificación que supondrá para
Cristo llevar a cabo la resurrección de un cadáver en descomposición.

Página 150
Autobiografía de Jesucristo

Dícenme mis discípulos:


“Maestro, ahora trataban de apedrearte los judíos, ¿y otra vez vas allá?”
Les respondí:
“¿No son doce las horas del día? Si uno camina de día, no
tropieza, porque ve la luz de este mundo; mas si uno camina de
noche, tropieza, porque le falta la luz.”
Tras esto les dije:
“Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarle.”
Dijéronme, pues, mis discípulos:
“Señor, si duerme sanará.”
Yo les había hablado de su muerte, mas ellos pensaron que hablaba del
sueño natural. Entonces les dije abiertamente:
“Lázaro murió, y me alegro por vosotros de no haber estado allí,
para que creáis. Pero vamos a él.”124
124
Esta frase no puede entenderse, como no la entenderían sus discípulos, si no se conoce el
final del drama al que a continuación asistimos. A los ruegos de Marta y María, Cristo no se

Página 151
Autobiografía de Jesucristo
Dijo, pues, Tomás, el llamado Dídimo, a los discípulos:
“Vamos también nosotros para morir con El.”
Llegado, pues, le hallé que llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Estaba
Betania cerca de Jerusalén, como a unos quince estadios. Muchos de los judíos
habían venido a Marta y a María para darles el pésame de su hermano. Marta,
pues, así como oyera que Yo llegaba, me fue a encontrar; María, en tanto,
quedaba en casa. Díjome, pues, Marta:
“Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto mi hermano; no obstante,
ahora sé que cuanto pidieres a Dios, Dios te lo otorgará.”
Le dije:
“Resucitará tu hermano.”
Me contestó ella:
“Sé que resucitará cuando la resurrección universal del último día.”
Le respondí:
“Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí aun cuando
muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para
siempre. ¿Crees esto?”125
“Sí, Señor; yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que viene al
mundo.”
Habiendo dicho esto, se fue y llamó secretamente a María, su hermana,
diciendo:
“El Maestro está aquí y te llama.”
Ella, como lo oyó, se levantó al instante y vino hacia mí. Todavía no había Yo
llegado a la aldea, sino que estaba aún en el sitio donde Marta me había
encontrado. Los judíos, pues, que se hallaban con ella en la casa y la consolaban,

podía negar y hubiera curado a su amigo antes de que la muerte lo apartase de los vivos en
este mundo. Se alegra porque sabe lo que va a ocurrir y en su escala de valoración divina nos
hace comprender que este es su mayor milagro (aparte de su propia resurrección), el único
milagro del que dice, el mismo, que se ejecuta para gloria Suya. Este es, prácticamente, el
broche del Taumaturgo divino con el que pretende consolidar la fe de sus discípulos, porque
ahora va a pronunciar palabras inauditas, palabras jamás oídas a ningún otro hombre posible,
palabras que acredita con un portentoso milagro.
125
Amigo lector, ¿qué hombre puede atribuirse veracidad en éstas palabras y en virtud de qué?
Con el bagaje que Cristo trae de los prodigios que hemos contemplado hasta ahora, estas
palabras son para creer en virtud de la autoridad de quien las pronuncia, pero para terminar de
creerlas hay que esperar unos minutos, los que siguen. Mis oídos han llevado a mi inteligencia
unas palabras de sobrehumano poder, mi ojos están fijos en la figura del Hombre que las
pronuncia y un poquito más adelante, a este Hombre le veo llorar la muerte de su amigo, pero la
atención que presto a este Jesús Hombre me lleva a un estado de máxima tensión cuando le
oigo ordenar que retiren la piedra del sepulcro. ¿Qué se propone hacer? Me sitúo entre la
muchedumbre atónita que no pierde detalle en un riguroso silencio. Se oyen las palabras de un
Hijo, que veo, dirigiéndose a un Padre, que no veo. De pronto se oye un grito que nos
estremece el alma: ¡¡Lázaro sal afuera!! Nuestros ojos se dirigen con estupor hacia la fosa
donde sabemos que yace un cadáver en estado putrefacto y contemplan a un hombre, que
habíamos visto difunto, que echa a andar cuando le quitan los vendajes. (He leído y he
entendido, estoy ante el Hombre a quien reconozco como el “Señor mío y Dios mío”. A partir de
ahora procedo a leer el Evangelio, esta Autobiografía, con supremo abandono de las potencias
de quien me definen como quien soy como soy en las benditas manos de mi Dios, de un Dios al
que veré Crucificado y Resucitado. Un Dios al que puedo decirle: “Amado mío”.)

Página 152
Autobiografía de Jesucristo
viendo que María se levantó de presto y salió, siguieron tras ella, pensando que
iba al sepulcro para llorar allí. María, pues, como vino a donde Yo estaba, en
viéndome se me echó a los pies, diciéndome:
“Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto el hermano.”
Así que la vi llorar, como también lloraban los judíos que con ella habían
venido, me estremecí en mi Espíritu y conturbado dije:
“¿Dónde le habéis puesto?”
Me dijeron:
“Señor, ven y lo verás.”
Lloré…y decían los judíos:
“Mira como le quería. ¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, hacer
que también éste no muriese?”
Me estremecí otra vez en mi interior y me dirigí al sepulcro. Era éste una
cueva, sobre la cual había una losa puesta. Dije:
“Quitad la piedra.”
Díjome Marta:
“Señor, ya huele mal, que es muerto de cuatro días.”
La miré diciéndole:
“¿No te dije que, si creyeres, verás la gloria de Dios?”
Quitaron, pues, la piedra. Alcé los ojos al cielo diciendo:
“Padre…, gracias te doy porque me oíste. Yo ya sabía que
siempre me oyes; mas lo dije por la muchedumbre que me rodea, a
fin de que crean que Tú me enviaste.”
Y dicho esto con voz poderosa clamé:
“¡¡Lázaro ven afuera!!”
Y salió el difunto atado de pies y manos con vendas, y su rostro estaba
envuelto en un sudario. Les dije:
“Desatadle y dejadle andar.”
Muchos, pues, de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que
hice, creyeron en mí. Mas algunos de entre ellos se fueron a los fariseos y les
contaron lo que Yo había hecho.

5.57 Determinan darme muerte. Me retiro a Efrén. (Jn 11, 47-56)

Convocaron, pues, los sumos sacerdotes y los fariseos el Sanhedrín, y decían:


“¿Qué haremos?, pues ese hombre obra muchas maravillas. Si lo dejamos
así, todos creerán en El, y vendrán los romanos y arruinarán nuestro Templo y
nuestra nación.”
Uno de ellos, Caifás, que era aquel año sumo sacerdote, les dijo:
“Vosotros no sabéis nada, ni reflexionáis que nos interesa que muera un
solo hombre por el pueblo y que no perezca toda la nación.”
Esto dijo no por su propio impulso, sino que, como era sumo sacerdote aquel
año, profetizó que Yo había de morir por la nación, y no por la nación solamente,

Página 153
Autobiografía de Jesucristo
sino para que los hijos de Dios que estaban dispersos los juntase en uno. A
partir, pues, de aquel día, resolvieron hacerme morir.
Así, pues, ya no me presentaba en público entre los judíos, sino que me retiré
de allí a la región vecina al desierto, a la ciudad llamada Efrén, y allí moraba con
mis discípulos.
Se aproximaba ya la Pascua de los judíos, y subieron muchos del país a
Jerusalén antes de la Pascua con el fin de purificarse. Me buscaban y se decían
unos a otros estando en el Templo:
“¿Qué os parece? ¿Qué no vendrá a la fiesta?”
Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si
alguno supiese dónde Yo estaba, me denunciase, a fin de apoderarse de mí.

5.58 El escándalo. Perdonar las ofensas. Eficacia de la fe. (Lc 17, 1-10)

Dije a mis discípulos:


“Es imposible que los escándalos no vengan; mas ¡ay de aquel
por quien vienen! Más le valiera que le colgaran al cuello una rueda
de molino y le precipitasen en el mar, antes de escandalizar a uno
de éstos pequeñuelos. Si pecare tu hermano, repréndele; y si se
arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti y
siete veces se volviere a ti, diciendo: “Me arrepiento”, le
perdonarás.”
Mis Apóstoles me pedían:
126
“Auméntanos la fe.”
Les dije:
“Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a ese moral:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar” y os obedecería. Si uno de
vosotros tiene un esclavo ocupado en la labranza o en el pastoreo,
cuando llega a casa a su vuelta del campo, ¿acaso le dirá: “Presto,
ven acá, ponte a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame de
cenar y ciñéndote sírveme, hasta que yo coma y beba, y después
comerás y beberás tú?” ¿Por ventura queda reconocido el esclavo
por cumplir lo ordenado? Así también vosotros, cuando hubiereis
hecho todo lo que se os ordenó, decid: “Siervos somos sin provecho;
lo que debíamos hacer, eso hemos hecho.”127
126
Para practicar los mandatos de este Hombre, que es Dios, se precisa de más fe de la que
tenemos. Jesús de mi alma, para entenderte necesito mucha más fe de la que tengo.
“Auméntanos la fe”.
127
Amigo lector, estoy cierto de que si en el ejercicio de la vida, alguien se ha beneficiado, para
bien de su alma, de mis palabras o de mis actos, ha sido como consecuencia del obrar de Aquel
que todo lo ha puesto para que esto fuese así. Por mí mismo no he generado bondad en los
hechos que me han acompañado, todo me ha sido dado. Sin embargo de mis miserias
respondo por mí mismo porque estas si las he generado desde la mezquindad de mi pobre
corazón. Entender esta reflexión cuando me queda por vivir mucho menos que he vivido deja un
poso de paz en el alma que con plena libertad se abandona, con suprema confianza, en las
benditas manos de su Señor.

Página 154
Autobiografía de Jesucristo

5.59 Los diez leprosos. (Lc 17, 11-19)

Aconteció que, al dirigirme a Jerusalén, pasaba por entre los confines de


Samaria y Galilea. Y al entrar en cierta aldea, me salieron al encuentro diez
hombres leprosos, los cuales, manteniéndose a distancia, levantaron la voz
diciendo:
“¡Jesús, Maestro, compadécete de nosotros!”

Luego que los vi, les dije:


“Id y mostraos a los sacerdotes.”
Y sucedió que mientras iban quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que
había sido curado, volvió atrás, glorificando a Dios a grandes voces y cayendo
sobre su rostro a mis pies, me dio gracias. Era un samaritano. Tomando la
palabra, dije:

Página 155
Autobiografía de Jesucristo

“¿No quedaron limpios los diez? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No
se hallaron quienes volviesen a dar gloria a Dios, sino éste
extranjero?”128
Mirándole a él, le dije:
“Levántate y vete; tu fe te ha salvado.”
5.60 Advenimiento del Reino de mi Padre. (Lc 17, 20-37)

En el camino me preguntaron unos fariseos:


“¿Cuándo viene el Reino de Dios?”
Les respondí diciendo:
“No viene el Reino de Dios con aparato, ni dirán: “Aquí está, o
allí”; mirad que el Reino de Dios está dentro de vosotros.”
Y dirigiéndome a mis discípulos les dije:
“Vendrán días en que deseéis ver uno de los días del Hijo del
hombre y no lo veréis. Y os dirán: “Aquí está”, “Allí está”; no vayáis
ni andéis tras ellos. Porque como el relámpago, al relampaguear,
recorre con su
brillo todo el cielo de un extremo al otro, así será el Hijo del hombre
en su día. Pero antes es menester que el padezca mucho129 y sea
reprobado por esta generación. Y como aconteció en los días de
Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían,
bebían; se casaban ellos, se casaban ellas, hasta el día que Noé
entró en el Arca y vino el Diluvio, que acabó con todos. Asimismo,
como aconteció en los días de Lot: comían, bebían, compraban,
vendían, plantaban, edificaban; mas el día que salió Lot de Sodoma
llovió fuego y azufre del cielo, que acabó con todos. Eso mismo
pasará el día en que el Hijo del hombre aparezca. En aquel día, si
uno se halla en el terrado y tiene sus cosas dentro de casa, no baje a
tomarlas; y asimismo quien esté en el campo no vuelva atrás.
Acordaos de la mujer de Lot. Quien buscare poner en cobro su vida,
la perderá; y quien la perdiere la salvará. Os aseguro que en esa
noche estarán dos en una cama; el uno será tomado y el otro será
dejado. Estarán dos moliendo juntas: la una será tomada y la otra
será dejada.”
Y tomando la palabra mis discípulos me dijeron:
“¿Dónde Señor?”

128
El Hijo de Dios, el Hijo de María siente y padece la ingratitud de los hombres. Ni es un Dios
impasible, ni es un Hombre impasible. Espera el agradecimiento como cualquiera de nosotros lo
esperaríamos y se entristece del que no es bien nacido, porque de bien nacido es ser
agradecido.
129
Qué bien se entienden estas palabras cuando se conoce la Pasión de Cristo, la horrorosa
agonía de mi Señor.

Página 156
Autobiografía de Jesucristo
Les dije:
“Donde estuviere el cuerpo, allí también se juntarán las águilas.”
5.61 El juez inicuo. (Lc 18, 1-8)

Les propuse una parábola en orden a que es menester siempre orar y no


desfallecer, diciendo:
“Había un juez en cierta ciudad que ni temía a Dios ni respetaba
a los hombres. Había también en aquella ciudad una viuda, que
venía a él y le decía: “Hazme justicia de mi contrario”. Y por algún
tiempo no quería. Pero luego diciendo para sí: “Verdad es que ni
temo a Dios ni respeto a hombre; con todo, porque esa viuda me
importuna, le haré justicia, no sea que por remate me abofetee.”
Oíd lo que dice el juez inicuo. ¿Y Dios no hará justicia a sus
escogidos, que claman a el día y noche, y se mostrará remiso en su
causa? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero el Hijo del
hombre al venir, ¿por ventura hallará tal fe sobre la tierra?”130
5.62 El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14)

Les propuse también esta parábola para algunos que presumían de sí como
hombres justos y menospreciaban a los demás:
“Dos hombres subieron al Templo: el uno fariseo y el otro
publicano. El fariseo, de pie, oraba para sí de esta manera: “¡Oh,
Dios!, gracias te doy porque no soy como los demás hombres:
ladrones, injustos, adúlteros o también como ese publicano; ayuno
dos veces por semana, pago el diezmo de todo cuanto poseo”. Mas el
publicano, manteniéndose a distancia, no osaba siquiera alzar los
ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho diciendo: “¡Oh, Dios, ten
piedad de este pecador!”.131 Os digo que éste bajó a su casa
justificado más bien que aquel; porque todo el que se exalta será
humillado, y el que se humilla será exaltado.”
5.63 El matrimonio es indisoluble. (Mt 19, 1-12; Mc 10, 1-12)

Concluidos estos razonamientos vine a los confines de la Judea allende el


Jordán. Y de nuevo vinieron a mí grandes muchedumbres que me seguían. Y
como siempre les enseñaba y curaba a sus enfermos.
Se acercaron unos fariseos que tentándome me dijeron:
“¿Es lícito al marido repudiar a su mujer por cualquier motivo?”
130
Dios siempre hace justicia, pero si esta se le demanda con pertinaz premura, si se pide con
imperiosa Fe, esta justicia se consuma con brevedad divina, justo en el tiempo de oportuna
providencia, cuando más eficaz resulta para el hombre que la reclama.
131
¿Qué hombre está exento de emplear estas palabras cuando se examina a sí mismo?
¿Quién de nosotros, los hombres de hoy, no suscribimos esta plegaria delante de Cristo?

Página 157
Autobiografía de Jesucristo
Respondiendo les dije:
“¿Qué os mandó Moisés?”
Ellos dijeron:
“Moisés permitió escribir líbelo de divorcio y repudiar.”
Mas Yo les dije:
“¿No leísteis tal vez que el que los creó desde el principio los hizo
varón y hembra? Y dijo: “Por esto dejará el hombre al padre y a la
madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne”. Así
que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, juntó, el
hombre no lo separe.”132
Dícenme:
“¿Por qué, pues, Moisés prescribió dar líbelo de divorcio y repudiar?”
Contesté:
“Porque Moisés, en razón de vuestra dureza de corazón, os
consintió repudiar vuestras mujeres; mas desde un principio no ha
sido así. Y os digo que quien repudiare a su mujer, no interviniendo
fornicación, y se casare con otra, adultera, y quien se casare con la
repudiada, adultera.”
Y llegando a casa de nuevo, mis discípulos me interrogaron acerca de esto. Y
les dije:
“Quien repudiare a su mujer y se casare con otra, comete
adulterio contra la primera; y si la mujer repudiare a su marido y
se casare con otro, comete adulterio.”
Y mis discípulos me dijeron:
“Si tal es la situación del hombre respecto a la mujer, no vale la pena
casarse.”
Mas yo les dije:
“No todos son capaces de comprender esta palabra, sino
aquellos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que así
nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que lo son por
obra de los hombres, y hay eunucos que así mismo se hicieron tales
132
Dios no acepta el adulterio por ningún concepto. El hombre y mujer casados, casados son y
están para siempre, les une un vínculo que emana del propio querer divino desde que el hombre
es hombre y la mujer, mujer. El adúltero vive su adulterio para siempre y en tal caso su destino
no está en el cielo. Al morir se encontrará con el rostro de un Dios Padre que pedirá cuenta de
la felicidad de su hija ó de su hijo, de la felicidad de los hijos de sus hijos. El adulterio lleva
consigo la voluntaria ocultación de la conciencia que se ve sometida a una tenebrosa vejación
irreversible, que dura tanto como dura la vida de un adúltero. También hay que hacer referencia
a otro tipo de desorden por el cual la persona se adultera a sí misma. La vasectomía en el
hombre y la ligadura de trompas en la mujer suponen dos actos intrínsecamente malos que
afectan no sólo a las personas que, voluntariamente, lo han querido sino también a los
facultativos que han intervenido para secar las fuentes de la vida. A la hora de la verdad, te
presentas en la otra vida con un cuerpo tullido, se pone en juego la eternidad porque se sabe
que respondemos de nuestros actos y este es un acto desordenado, irreversible y de
imprevisibles consecuencias.

Página 158
Autobiografía de Jesucristo

por razón del Reino de los cielos. Quien sea capaz de comprender,
comprenda.”
5.64 Bendigo a los niños. (Mt 19, 13-15; Mc 10, 13-16; Lc 18, 15-17)

Me presentaban también a mis queridos niños, para que pusiese las manos
sobre ellos y recitase una oración. Mas mis discípulos al verlo, reñían a los niños
y a los que los traían. Advirtiendo esto, me enojé y llamando a mí a los
pequeñuelos, les dije a mis discípulos:
“Dejad en paz a los niños y no les impidáis que vengan a mí,
porque de los tales es el Reino de Dios. En verdad, os digo, quien no
reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.”133
Y después de abrazarlos y bendecirlos, habiendo puesto mis manos sobre
ellos, partí de allí.

133
¿Está claro, amigo lector? Tener el corazón de niño y ciencia y conciencia de adulto es lo que
pide el Señor.

Página 159
Autobiografía de Jesucristo

5.65 El joven rico. El peligro de las riquezas. Galardón de la pobreza.


(Mt 19, 16-30; Mc 10, 17-31; Lc 18, 18-30)

Cuando salía para proseguir mi camino, he aquí que cierta persona principal
corriendo hacia mí y arrodillándose, me preguntaba:
“Maestro Bueno, ¿qué he de hacer de bueno para obtener la vida eterna?”
Le dije:
“¿A qué preguntas sobre lo que es bueno? ¿A qué me llamas bueno?
Nadie es bueno sino sólo Dios. Mas si quieres entrar en la Vida,
guarda los mandamientos.”

Página 160
Autobiografía de Jesucristo

Díceme:
“Cuales.”
Contesté:
“Conoces los mandamientos: “No matarás, no adulterarás, no
robarás, no dirás falso testimonio, no defraudarás, honra al padre
y a la madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Y respondiendo, díjome el joven:
“Maestro, todas estas cosas las guardé desde mi juventud. ¿Qué más
necesito?”
134
Fijando en él la mirada, le amé, y le dije:
134
El Corazón de Cristo se enamoró de este joven. Dios le hace una declaración pública de
amor a un hombre. Le pide a este muchacho que le siga de manera tan directa como no lo

Página 161
Autobiografía de Jesucristo

“Una cosa te falta: si quieres ser perfecto, ve, vende todo cuanto
posees y dalo a los pobres, y poseerás un tesoro en el cielo; y vuelto
acá, sígueme, cargando con la cruz.”
Como el joven oyera éstas mis palabras, se puso muy triste y frunciendo el
ceño se marchó malhumorado, porque era enormemente rico y poseía muchos
bienes.
Viéndole marchar, echando en torno una mirada dije a mis discípulos:
“En verdad os digo, ¡cuán difícilmente los que poseen riquezas
entran en el Reino de Dios!”
Ellos se asombraban al oír mis palabras. Pero de nuevo tomando la palabra
les dije:
“Hijos, de nuevo os digo: ¡cuán difícil es que los que tienen puesta
su confianza en las riquezas entren en el Reino de Dios!”
Ellos más y más se pasmaban, diciéndose entre sí:
“¿Quién, pues, podrá ser salvo?”
Fijando en ellos la mirada les dije:
“Para los hombres, imposible, mas no para Dios; que para Dios
todo es posible.”135
Entonces tomando Pedro la palabra, me dijo:
“Mira, nosotros lo dejamos todo y te seguimos; ¿qué habrá, pues, para
nosotros?”
Le contesté:
“En verdad os digo que vosotros, que me seguisteis, al tiempo de
la regeneración, cuando se sentare el Hijo del hombre en el trono de
su gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para
juzgar las doce tribus de Israel. Y todo aquel que dejó casas, o
hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o campos, por
causa de mí, de mi nombre, por el Reino de Dios y por el Evangelio,
recibirá el ciendoblado ahora en este tiempo, en casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos y campos, junto con persecuciones y en el
siglo venidero poseerá en herencia la vida eterna. Y muchos
primeros serán postreros, y muchos postreros serán primeros.”

hemos visto en el resto del Evangelio. La perfección en el hombre, la santidad suprema consiste
fundamentalmente en el abandono de todo amor terreno, de todo amor a las cosas para guardar
el corazón solo para Dios que pide que se le siga cargando con la cruz, con la cruz de cada día.
Entiendo que he de seguirlo con la cruz mía y la Cruz de Dios que son una sola Cruz.
135
Para Dios todo es posible y esto es una luz de esperanza para el que no la tiene. A donde el
hombre no puede llegar llega Dios. Dios puede llegar hasta el corazón más despreciable según
el juicio de los hombres. Bendito sea el Dios de la Misericordia que no da a nadie por perdido
porque todo es posible para El.

Página 162
Autobiografía de Jesucristo
5.66 Los obreros de la viña. (Mt 20, 1-16)

Y les dije:
“Porque es semejante el Reino de los cielos a un hombre amo de
casa, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Y
habiéndose concertado con los obreros en un denario al día, los
envió a su viña. Y habiendo salido hacia la hora tercia, vio a otros
que estaban en la plaza parados, y les dijo: “Id también vosotros a
la viña, y os daré lo que fuere justo”. Ellos fueron. Habiendo salido
otra vez hacia la hora sexta y nona, hizo lo mismo. Cerca de la hora
undécima, habiendo salido, halló a otros por allí, y les dice: “¿Por
qué os estáis ahí todo el día holgando?” Dícenle: “Porque nadie nos
ha contratado” Díceles: “Id también vosotros a la viña”. Viniendo el
atardecer, dijo el amo de la viña a su mayordomo: “Llama a los
obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos hasta
llegar a los primeros”. Y venidos los de la hora undécima, cobraron
cada uno su denario. Viniendo luego los primeros, pensaron que
cobrarían más, y cobraron también ellos su correspondiente
denario. Mas habiéndolo recibido, murmuraban contra el amo de
casa, diciendo: “Estos últimos trabajaron una sola hora y los
igualaste a nosotros, los que hemos soportado el peso del día y del
calor”. El, respondiendo a uno de ellos dijo: “Amigo, no te hago
agravio. ¿No te concertaste conmigo por un denario? Toma lo tuyo
y vete. Y si quiero a éste último darle lo mismo que a ti, ¿no me es
permitido de lo mío lo que quiero? ¿O ha de ser malo tu ojo porque
yo soy bueno?” Así serán los últimos primeros, y los primeros
últimos. Porque muchos son llamados, mas pocos elegidos.”
5.67 Tercer anuncio de mi Pasión. (Mt 20, 17-19; Mc 10, 32-34; Lc 18,
31-34)

Marchaba Yo delante de mis discípulos subiendo camino de Jerusalén y me


seguían asombrados porque tenían miedo. Tomé Conmigo a los Doce aparte y
comencé a decirles lo que me iba a suceder:
“Mirad, subimos a Jerusalén, y se cumplirán para el Hijo del
hombre todas las cosas escritas por los profetas; porque será
entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y le condenarán
a muerte, y le entregarán a los gentiles para que se mofen de El, y le
escarnecerán y le escupirán y le azotarán; y después de azotarle le
matarán; y al tercer día resucitará.”136
136
Estaba escrito, estaba profetizado por hombres que más allá de su tiempo contemplaron la
Pasión de Cristo, la Pasión de un Hombre que a su vez era el mismo Dios que inspiraba a los
profetas. Cristo ya ve de cerca la consumación de su tarea en este mundo, conoce con detalle
el padecer que le espera y con esta preconciencia de su patética muerte pone en conocimiento

Página 163
Autobiografía de Jesucristo
Pero ellos, nada de esto entendieron, era este lenguaje encubierto para ellos
porque no sabían lo que les decía.

5.68 Ambición de los hijos de Zebedeo. (Mc 10, 35-45; Mt 20, 20-28)

Fue entonces cuando se llegó a mí la madre de los hijos de Zebedeo junto con
sus dos hijos, Santiago y Juan, y postrándose y en ademán de pedirme algo,
hablaron Santiago y Juan, diciendo:
“Maestro, queremos que hagas con nosotros lo que te pidiéremos.”
Les dije:
“¿Qué queréis que haga Yo con vosotros?”
Me contestaron:
“Otórganos que, uno a tu diestra y otro a tu izquierda, nos sentemos en tu
gloria.”
Lo mismo decía la madre:
“Di que se sienten éstos dos hijos míos uno a tu derecha y otro a tu
izquierda en tu Reino.”
Mas Yo les dije:
“No sabéis que cosa pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo bebo o ser
bautizados con el bautismo que Yo soy bautizado?”
Me dijeron:
“Podemos.”
Les dije:
“El cáliz que Yo bebo, beberéis, y con el bautismo que Yo soy
bautizado seréis bautizados; mas el sentarse a mi diestra o a mi
izquierda no es incumbencia mía otorgarlo, sino que es para
quienes está reservado por mi Padre.”
Al oír esto los otros Diez, se enojaron con los dos hermanos, Santiago y Juan.
Intervine y llamándolos a mí les dije:
“Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las tratan
despóticamente y los grandes abusan con ellas de su autoridad. No
ha de ser así entre vosotros; antes el que quisiere hacerse grande
entre vosotros, será vuestro servidor; y el que quisiere entre
vosotros ser el primero, será esclavo de todos, puesto que el Hijo del
hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como
rescate por muchos.”137
de sus Doce la velada amargura que le embarga el alma. Amigo lector, ¡qué misterio! El Hombre
a quien reconozco Dios ya empieza a pedir ayuda y no la encontrará porque no lo entienden. A
tiempo pasado, nosotros, ya lo entendemos y esto nos sobresalta el alma que con instinto
reflejo huye del inmenso dolor que supone acompañar a un Dios sufriente.
137
Dios baja del cielo para servir al hombre. ¿Quién da más? Cristo no ha bajado del cielo para
servir solo a los hombres de su tiempo en este mundo como Hombre que pasó haciendo el bien.
Cristo ha de servir a todo hombre que viene a este mundo y esto es así porque el Dios que se
hace Hombre permanece hasta la consumación de los siglos como el Servidor de todo ser
humano. Cristo sirve al hombre como Dios, por tanto dará como Dios si el hombre como tal le
reconoce. ¿Mi Creador a mi servicio?...Así es, y si tuviera Fe, lo que se me ocurre pedirle a mi

Página 164
Autobiografía de Jesucristo

5.69 En casa de Zaqueo. (Mc 10, 46; Lc 18, 35-37; Lc 19, 1-10)

Al acercarnos a Jericó, un ciego, Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado a


la vera del camino, mendigando. Y oyendo a la turba que por allí pasaba,
preguntaba qué era aquello. Y le enteraron de que pasaba Jesús el de Nazaret.

Llegamos a Jericó y atravesamos la ciudad. Y he aquí que un hombre


llamado por nombre Zaqueo, que era jefe de los publicanos y estaba rico,
buscaba cómo ver quién era Yo, y no lo lograba a causa del gentío, por ser
pequeño de estatura. Y echando a correr hasta ponerse delante, se subió a un

Servidor es servirle yo en supremo abandono de quien soy como soy. Que haga posible amarlo
con infinita pasión. Para esto le demando a mi Servidor su servicio. Que ponga lo que le falta a
quien divinamente sirve para consumar, por su Misericordia, un amor de adoración, una
adoración en amor a su Persona, una Persona que da su vida por mí.

Página 165
Autobiografía de Jesucristo
sicómoro para verme, pues Yo tenía que pasar por allí. Llegando a aquel sitio,
alcé la vista y le dije:
“Zaqueo, date prisa en bajar, porque hoy he de parar en tu
casa.”
Bajó a toda prisa y me recibió gozoso. Viendo esto, murmuraban todos,
diciendo:
“Entró a hospedarse en casa de un hombre pecador.”
De pie Zaqueo, me dijo:
“Mira, Señor; la mitad de mis bienes doy a los pobres, y si algo defraudé a
alguno, le restituyo el cuádruplo.”
Le dije:
“Hoy vino la salud a esta casa, por cuanto también él es hijo de
Abraham; porque vino el Hijo del hombre a buscar y salvar lo que
había perecido.”
5.70 La parábola de las minas. (Lc 19, 11-27)

Ya pues, cerca de Jerusalén y creyendo mis discípulos que enseguida se había


de manifestar el Reino de Dios, les propuse una parábola:
“Cierto hombre de noble linaje se partió para un país lejano con
el fin de asegurarse la posesión de un reino y volver luego. Y
habiendo llamado a diez siervos suyos, les entregó diez minas, y les
dijo: “Negociad en tanto que vuelvo”. Pero sus ciudadanos le
aborrecían y enviaron una embajada tras él, diciendo: “No
queremos que éste reine sobre nosotros”. Y acaeció al volver él
después de recibido el reino, que ordenó fuesen llamados a su
presencia aquellos siervos a quienes había entregado el dinero,
para saber cuánto habían granjeado cada uno. Se presentó el
primero diciendo: “Señor, tu mina ha producido diez minas”. Díjole:
“Bien siervo bueno; puesto que en cosa muy pequeña has sido fiel, te
doy autoridad sobre diez ciudades”. Vino el segundo diciendo: “Tu
mina, Señor, ha rendido cinco minas”. Díjole: “Bien siervo bueno;
puesto que en cosa muy pequeña ha sido fiel, también tú gobierna
cinco ciudades”. Y el otro vino diciendo: “Señor, ahí tienes tu mina,
que tenía guardada en un sudario porque tenía miedo de ti, pues
eres hombre exigente; tomas lo que no depositaste y siegas lo que
no sembraste”. Dícele: “De tu propia boca te juzgo, siervo perverso.
¿Sabías que yo soy hombre exigente, que tomo lo que no deposité y
siego lo que no sembré? Y ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco,
y yo, al venir, le hubiera cobrado con los intereses?”. Y dijo a los
presentes: “Quitad a ese la mina y dadla la que tiene diez minas”. Le
dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. Contestó: “Os digo que a todo
el que tiene, se le dará, y al que no tiene aun eso que tiene le será

Página 166
Autobiografía de Jesucristo

quitado. Y en cuanto aquellos enemigos míos que no quisieron que


yo reinase sobre ellos, traédmelos acá y degolladlos en mi
presencia.”
5.71 El ciego Bartimeo. (Mt 20, 29-34; Mc 10, 46-52; Lc 18, 38-43; Lc
19, 28)

Y dicho esto, caminando delante de todos, salí de Jericó, subiendo hacia


Jerusalén. Me seguía un gran gentío y he aquí que dos ciegos, Bartimeo y otro,
sentados junto al camino, mendigando, en oyendo decir que Jesús el de Nazaret
pasaba por allí, se pusieron a gritar diciendo:
138
“¡Señor, Jesús, Hijo de David, ten compasión de nosotros!”
Muchos de los que marchaban delante le increpaban para que callasen; mas
ellos gritaban mucho más diciendo:
“¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David!”
Me detuve y dije:
“Llamadlos.”
Y llaman a los ciegos diciéndoles:
“Buen ánimo, levantaos, os llama.”
Bartimeo, tirando de sí la capa, levantándose de un salto se vino a mí. Y
cuando se hubieron acercado, les pregunté:
“¿Qué queréis haga Yo con vosotros?”
Me dicen:
“Rabbuni, Señor, que se abran nuestros ojos y recobremos la vista.”
Me compadecí, y tocando sus ojos, les dije:
“Recobrad la vista; id, vuestra fe os ha salvado.”
Y al instante recobraron la vista, y me seguían glorificando a Dios. Y todo el
pueblo, al verlo, dio alabanza a Dios.

5.72 En memoria de María, que me ungió. (Mt 26, 6-13; Mc 14, 3-9; Jn
12, 1-11)

Llegamos a Betania seis días antes de la Pascua, y allí se hallaba Lázaro a


quien Yo había resucitado de entre los muertos. Dispusieron, pues, en mi
obsequio, una cena allí, en casa de Simón el leproso; y Marta servía, y Lázaro era
uno de los que estaban a la mesa Conmigo. María tomó una libra de perfume de
nardo legítimo, de subido precio; y con su frasco de alabastro, vino y me ungió

138
Amigo lector, con estas palabras se hace una poderosa oración: “Señor, Jesús, Hijo de
María, ten compasión de mí.” Este grito llega al Corazón de Cristo, se para, se vuelve y
mirándome fijamente verá a un hombre ciego que le oye pero no le ve. Y mis oídos oyen: “¿Qué
quieres que haga yo contigo?”…..”Maestro mío, Señor, ¡que vea!”. Siento su mano sobre mis
ojos y oigo: “Recobra la vista, tu Fe te ha salvado”. Se me ha dado ver y veo, para gloria mía, el
bellísimo rostro del más bello de los hombres, del Hijo de María y esta es mi oración y con ella
iré tras de Cristo, le seguiré de cerca, sin perderle de vista.

Página 167
Autobiografía de Jesucristo
139
los pies y los enjugó con sus propios cabellos ; quebrando el alabastro,
derramó el perfume sobre mi cabeza y la casa se llenó de la fragancia del
perfume. Dice, pues, Judas Iscariote, uno de mis discípulos, el que me iba a
entregar:
“¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios y se dio a los
pobres?”
Dijo esto no porque le importase de los pobres sino porque era ladrón, y
como guardaba la bolsa, hurtaba lo que en ella se echaba. Había allí también
algunos de mis discípulos que, llevándolo pesadamente, decían entre sí:
“¿A qué viene este despilfarro de perfume?”
Y trinaban contra ella. Mas dije Yo:
“Dejadla en paz. ¿Por qué la molestáis? Buena obra es la que ha
hecho Conmigo. Pues a los pobres siempre los tenéis con vosotros, y
siempre que quisiereis les podéis hacer bien, mas a mí no siempre
me tenéis. Lo que tuvo en su mano, hizo. Que al echar ella este
perfume sobre mi cuerpo, se adelantó a embalsamarlo para la
sepultura, para lo cual lo tenía reservado. En verdad os digo,
dondequiera que fuere predicado el Evangelio por todo el mundo, se
hablará también de lo que ésta hizo, para memoria suya.”
Enterada la turba de que Yo estaba allí, vinieron no solamente por verme a
mí, sino también por ver a Lázaro, a quien resucité de entre los muertos. Los
sumos sacerdotes, por este motivo, resolvieron matar también a Lázaro, pues
muchos de los judíos, a causa de Lázaro, se les iban y creían en mí.

CAPITULO VI SEMANA DE PASIÓN


Día primero de la semana, 10 de Nisán.
6.01 Entrada triunfal en Jerusalén. (Mt 21, 1-9; Mc 11, 1-10; Lc 19, 29-
40; Jn 12, 12-19)

Ya era el día primero de la semana, 10 de Nisán. Llegamos cerca de


Jerusalén, en Betfage, en el monte de los olivos y entonces envié a dos de mis
discípulos, diciéndoles:
“Id a la aldea que está frente a vosotros, y luego que entréis en
ella hallaréis un asna atada y un pollino con ella atado, sobre el

139
Por favor, presta atención a este pasaje, amigo lector. Si nos fijamos en San Lucas, Lc. 7,36-
50, veremos a una mujer conocida como pecadora que hace exactamente igual que lo que ha
hecho María, la hermana de Lázaro. En los versículos siguientes, también de San Lucas, Lc.
8.1-3 veremos por primera vez el nombre de María Magdalena. Estamos en el principio del 2º
año de predicación pública. A María Magdalena la volvemos a ver en la Pasión de Cristo.
Betania estaba muy cerca de Jerusalén. ¿Es posible que esta María de Magdala sea la misma
María, hermana de Marta? Pudiera ser que la mujer que esta Autobiografía nos presenta en la
página 61, la María Magdalena, que también se menciona en la página 60 y la María de Betania
que acabamos de contemplar de rodillas ungiendo los pies de Cristo y secándolos con sus
cabellos, sean la misma persona..

Página 168
Autobiografía de Jesucristo

cual ningún hombre jamás se sentó: desatadlos y traédmelos acá;


y si alguno os preguntare: “¿Por qué hacéis eso? ¿Por qué los
desatáis?”, le diréis así: “Porque el Señor tiene necesidad de ellos,
mas luego los hace traer de nuevo acá.”
Fueron los discípulos enviados y hallaron, como Yo les había dicho, un
pollino atado junto a la puerta, fuera en el camino que daba la vuelta. Y
mientras ellos desataban el pollino, les dijeron sus amos:
“¿Por qué desatáis el pollino?”
Ellos dijeron:
“Porque el Señor tiene necesidad de él.”
Y les dejaron hacer. Y me trajeron el asna y el pollino. Y, echando sus
mantos encima del pollino, me hicieron montar en él y me senté. Esto se ha
hecho para que se cumpliese lo anunciado por el profeta Zacarías, que dice:
“Decid a la hija de Sión: Mira que tu Rey viene a ti manso y montado
sobre un asna y sobre un pollino hijo de animal uncido al yugo.”
Estas cosas no las conocieron mis discípulos desde un principio; mas
cuando fui glorificado, entonces recordaron que tales cosas estaban escritas
sobre mí, y estas fueron las que Conmigo hicieron.
Y según que Yo iba avanzando, la gran muchedumbre, tendía sus mantos en
el camino; otros cortaban ramas de los árboles del campo y con ellas tapizaban
el camino. Y cuando ya me acercaba al descenso del monte de los Olivos, toda la
muchedumbre de mis discípulos comenzaron gozosos a alabar a Dios con
grandes voces por todos los prodigios que habían visto, diciendo:
“¡Hosanna al Hijo de David!”

Página 169
Autobiografía de Jesucristo

“¡Bendito el que viene, el Rey, en el Nombre del Señor!”


“¡Bendito el Reino, que viene, de nuestro padre David!”
“¡Paz en el cielo, Hosanna y gloria en las supremas alturas!”
La gran muchedumbre que había venido a la Fiesta, al oír que venía Yo a
Jerusalén, tomaron palmas, y salieron a mi encuentro y clamaban:
“¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, y el Rey de
Israel!”
Daba, pues, testimonio la turba que Conmigo estaba cuando llamé a Lázaro
del sepulcro y le resucité de entre los muertos. Por esto también me salió al
encuentro la muchedumbre, por haber oído que Yo había obrado este portento.
Los fariseos, pues, se dijeron unos a otros:
“Veis que nada logramos; he aquí que el mundo se fue tras El.”
Y algunos de los fariseos de entre la turba me dijeron:
“Maestro, increpa a tus discípulos.”

Página 170
Autobiografía de Jesucristo
Les respondí;
“Os digo que si éstos callasen, las piedras clamarán.”

6.02 Llanto sobre Jerusalén. (Lc 19, 41-44)


140
Y cuando ya estuve cerca, viendo la ciudad, lloré sobre ella, diciendo:
“¡Si conocieras también tú en este día lo que lleva a la paz! Mas
ahora se ocultó a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que
levantarán una valla tus enemigos contra ti, y te cercarán y te
estrecharán por todas partes, y te arrasarán y estrellarán a tus
140
Lágrimas de Cristo, lágrimas de Dios en el rostro de un Hombre. ¡¿Qué hemos hecho los
hombres?!

Página 171
Autobiografía de Jesucristo

hijos en ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, en razón de no


haber conocido el tiempo de tu visitación.”
6.03 Entro en la ciudad y en el Templo. (Mt 21, 10-17; Mc 11, 11)

Y como entrase en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad, diciendo:


“¿Quién es Éste?”
Y las turbas decían:
“Éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.”
Y entré en el Templo de mi Padre. Y se llegaron a mí los ciegos y los cojos en
el Templo, y los curé. Pero viendo los sumos sacerdotes y los escribas las
maravillas que obré y a los niños que gritaban en el Templo y decían: “¡Hosanna
al Hijo de David!”, lo llevaron a mal, y me dijeron:
“¿Oyes qué cosas dicen éstos?”
Mas Yo les dije:
“Sí, ¿es que nunca leísteis que de la boca de los pequeñuelos y de
los que maman, te aparejaste alabanza?”
Y los dejé echando en torno una mirada sobre todo, y como fuese ya tardía
la hora, salí fuera de la ciudad en dirección a Betania con los Doce, y pernocté
allí.

Día segundo de la semana, 11 de Nisán

6.04 La higuera maldecida. (Mt 21, 18-19; Mc 11, 12-14)

Al día siguiente, segundo de la semana, 11 de Nisán, al amanecer, salimos


de Betania y volvimos a Jerusalén. En el camino sentí hambre y viendo de lejos
una higuera que tenía hojas, fui allí por si acaso hallaba en ella alguna cosa: y
llegando a ella, nada hallé sino hojas, porque no era el tiempo de higos. Y
tomando la palabra le dije:
“¡Para siempre coma nadie fruto de ti! ¡No brote ya fruto de ti
por siempre jamás!”
Me oían mis discípulos, cuando de repente se secó la higuera.

6.05 Echo del Templo a los que vendían y compraban. (Mt 21, 12-13;
Mc 11, 15-19; Lc 19, 45-48)

Y llegamos a Jerusalén y habiendo entrado en el Templo de mi Padre,


comencé a echar de allí a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y
volqué las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían las palomas, y
no consentí que nadie trasladase objeto alguno pasando por el Templo. Y
enseñándoles les decía:
“¿Es que no está escrito que: “Mi casa será llamada casa de
oración para todas las gentes”? Mas vosotros la habéis hecho
cueva de ladrones.”
Y lo oyeron los sumos sacerdotes y los escribas, y junto con los primates del
pueblo, buscaban manera de acabar Conmigo, porque me tenían miedo; y no

Página 172
Autobiografía de Jesucristo
atinaban en lo que habían de hacer, pues el pueblo todo, oyéndome, estaba
pendiente de mis labios y asombrado de mi enseñanza.
De día enseñaba en el Templo y cuando se hacía tarde me salía fuera de la
ciudad.

6.06 Unos gentiles desean verme. (Jn 12, 20-36)

Había unos griegos de los que subían a honrar a mi Padre en la solemnidad.


Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea y le rogaban
diciendo:
“Señor, deseamos ver a Jesús.”
Viene Felipe y se lo dice a Andrés; vienen Andrés y Felipe y me lo dicen a
mí. Y Yo les respondí diciendo:
“Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En
verdad, en verdad os digo, si el grano de trigo no cae en tierra y
muere, queda él solo; mas si muere, lleva mucho fruto. Quien ama
su vida, la pierde; y quien aborrece su vida en este mundo, la
guardará para la vida eterna. Quien me sirve, sígame; y donde Yo
estoy, allí estará también mi servidor. A quien me sirviere, mi
Padre le honrará.141 Ahora mi alma se ha turbado; y ¿qué diré?
¡Padre, sálvame de ésta hora! Mas para esto vine a esta hora.
Padre, glorifica tu Nombre.”142
Vino, pues, una voz del cielo:
“Le glorifiqué, y de nuevo le glorificaré.”
La turba, pues, que allí estaba y le oyó, decía que había sido un trueno.
Otros decían:
“Un ángel le ha hablado.”
Les respondí diciendo:
“No por mí ha venido esta voz, sino por vosotros. Ahora es el
juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será arrojado
fuera. Y Yo, cuando fuere levantado de la tierra, a todos arrastraré
141
Estas palabras de Cristo están en permanente presente para ser escuchadas por todas las
generaciones, hasta el último día de este mundo. ¿Qué pudieron entender los que las
escuchaban en esa hora? Estas palabras son un susurro divino que se oye en el silencio de
nuestra intimidad más reservada, allí donde solo está el hombre y su Creador, allí donde Cristo
y yo estamos solos.
142
La bendita alma del Cristo Hombre se ha turbado. Mi Dios se me manifiesta turbado. ¿Qué le
ocurre a Cristo? En mi Señor se da un no querer y querer que a dos mil años pasados puedo
entender. Cristo es una sola Persona con dos naturalezas, la humana y la divina. Cristo tiene
sentimientos como un hombre que le afloran cuando contempla lo porvenir con el conocimiento
del Dios que es. Siendo humano no deja de ser divino. Ser el mismísimo Dios Creador del
Universo no le exonera del sufrimiento como Hombre que ha de padecer una horrorosa muerte,
una muerte de Cruz que ya contempla su alma de Hombre que se resiste a tan atroz
padecimiento. Pide a su Padre librarse de esta hora y a su vez se determina a aceptarla con
supremo abandono de su voluntad de Hombre en la Voluntad de su Padre Dios. En tal estado
anímico suplica a su Padre que glorifique su Nombre y su Padre le responderá con voz oída por
oído humano.

Página 173
Autobiografía de Jesucristo

hacia mí.”143
Esto dije significando con cual muerte había de morir. Me respondió la
turba:
“Nosotros hemos oído de la Ley que el Mesías permanece eternamente, y
¿cómo dices Tú que “tiene que ser exaltado el Hijo del hombre”? ¿Quién es ese
Hijo del hombre?”
Les dije, pues:
“Todavía breve tiempo está la luz con vosotros. Caminad,
mientras tenéis la luz, para que las tinieblas no os sorprendan. Y
quien camina en las tinieblas no sabe dónde va. Mientras tenéis la
luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz.”
Esto hablé, y retirándome, me escondí de ellos.

Día tercero de la semana, 12 de Nisán

6.07 La higuera seca: eficacia de la fe y la oración. (Mt 21, 20-22; Mc


11, 20-26)

Al día tercero de la semana, 12 de Nisán, al pasar de madrugada por el sitio


donde estaba la higuera, vieron mis discípulos que la higuera se había secado
desde las raíces y se maravillaron diciendo:
“¡Qué de repente se secó la higuera!”
Y acordándose Pedro, me dijo:
“Rabí, mira; la higuera que maldijiste se ha secado.”
Y respondiendo les dije:
“Tened fe de Dios. En verdad os digo que si tuviereis fe y no
titubearais en vuestro corazón, no sólo haréis eso de la higuera,
sino que aun si dijereis a ese monte: “Quítate de ahí y échate en el
mar”, se hará. Y quien tuviere fe de que lo que dice se hace, lo
alcanzará. Por esto os digo: todo cuanto rogáis y pedís, creed que lo
recibisteis y lo alcanzaréis.144 Y cuando estáis en pie orando;
perdonad, si algo tenéis contra alguno, para que también vuestro
143
Cristo se contempla muerto en Cruz, elevado sobre la tierra, para esto ha venido al mundo,
para entregar su vida como rescate de todo hombre que será arrastrado hacia este mi Dios
Crucificado.
144
Cuando Cristo nos pide que tengamos Fe de Dios es porque es posible al hombre obtener de
Dios esta Fe. Cristo no propondría cosas imposibles al hombre. Con esta Fe el poder del
hombre es ilimitado. La Omnipotencia al servicio de la Fe del hombre. La Fe solo se genera en
el corazón bueno, en el corazón de niño que pide como un niño a su Padre y su Padre le da
como Padre, da como Dios a quien solo puede recibir como hombre. Las palabras de Cristo son
tan reales como lo que significan, no están dichas para la mente metafísica, están expresadas
para que las entienda toda inteligencia humana y está muy claro, porque así el mismo lo
asegura, que cuanto más niño sea el hombre que las escucha más las entenderá. De las
siguientes palabras en boca de Cristo: “quien tuviera fe de que lo que dice se hace, lo
alcanzará. Por esto os digo: todo cuanto rogáis y pedís, creed que lo recibisteis y lo
alcanzaréis”, ¿qué puedo entender?.....pues, justamente lo que dicen, y si así lo creo ¿qué me
falta en este mundo?

Página 174
Autobiografía de Jesucristo

Padre, que está en los cielos, os perdone vuestros pecados. Pero si


vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre, que está en los
cielos, perdonará vuestros pecados.”145

6.08 “¿Con qué autoridad haces eso?” (Mt 21, 23-27; Mc 11, 27-33; Lc
20, 1-8)

Llegamos de nuevo a Jerusalén y venido al Templo me paseaba y enseñaba


al pueblo anunciándoles la Buena Nueva. En esto se me presentaron de pronto
los sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos, diciendo:
“Dinos: ¿con qué potestad haces esas cosas? ¿O quién te dio esa potestad
de hacerlas?”
Les respondí:
“Os preguntaré también Yo una cosa, la cual si me dijereis,
también Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas: el bautismo
de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo o de los hombres? Respondedme.”
Ellos discurrían consigo, diciendo:
“¿Qué vamos a decir? Si dijéremos: “del cielo” dirá: “¿Por qué, pues, no lo
creísteis?” Si, en cambio, dijéremos: “de los hombres”, hemos de temer a la
turba y el pueblo entero nos apedreará, porque está en la persuasión de que
Juan era profeta.”
Todos tenían a Juan como que realmente era profeta. Y respondiendo me
dijeron:
“No sabemos de dónde era.”
Díjeles también Yo:
“Tampoco Yo os digo con qué potestad hago esas cosas.”
6.09 Los dos hijos enviados a la viña. (Mt 21, 28-32)

Y les dije:
“¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Y acercándose al
primero, dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. El respondiendo,
dijo: “No quiero”; mas luego arrepentido, fue. Y acercándose al
otro, le habló de la misma manera. Mas él, respondiendo, dijo: “Voy
señor”; y no fue. ¿Quién de los dos hizo la voluntad de su padre?”
Dicen:
“El primero.”
Contesté:
145
Amigo lector me considero siempre necesitado del perdón de mi Padre Dios, pues he
experimentado la necesidad de recomenzar cada día, porque justamente cada día caigo más de
siete veces y no puedo implorar misericordia si a su vez yo no la ejerzo con el que me la
reclama, con este hermano al que no me está autorizado juzgar sino solo perdonar si quiero
parecerme al que tanto me perdona.

Página 175
Autobiografía de Jesucristo

“En verdad os digo que los publicanos y mujeres de mala vida


se os adelantan en el Reino de los cielos. Porque vino Juan a
vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; al
paso que los publicanos y mujeres de mala vida le creyeron; y
vosotros, viéndolo tampoco os arrepentisteis después, de modo que
le creyeseis.”
6.10 Parábola de la viña.Mt 21, 33-46; Mc 12, 1-12; Lc 20, 9-19)

Y comencé a decir al pueblo ésta parábola:


“Escuchad otra parábola. Un hombre había, amo de casa, que
plantó una viña, y la cercó con un vallado, y cavó en ella un lagar y
edificó una torre y la arrendó a unos labradores y se ausentó de
aquel país para mucho tiempo. Cuando se acercó el tiempo de los
frutos envió a los labradores un siervo, para que le diesen del fruto
de la viña. Mas los labradores le cogieron y, después de maltratarle
a golpes, le despidieron con las manos vacías. Y tornó a enviar otro
siervo; más ellos también a éste, después de maltratarle a golpes,
descalabrarlo y ultrajarlo, le despidieron con las manos vacías. Y
tornó a enviar otro tercero; mas ellos también a éste, después de
herirle, le echaron y le mataron. De nuevo envió otros siervos, más
numerosos que los anteriores. Y asiendo los labradores a sus
siervos, a cuál golpearon, a cuál mataron, a cuál apedrearon.
Todavía uno tenía el amo de la viña: su hijo querido; envióle el
último a ellos, diciendo: “¿Qué voy a hacer? Enviaré a mi hijo
querido, tal vez a éste respetarán”. Mas aquellos labradores, en
viendo al hijo, se dijeron entre sí y razonaban unos con otros
diciendo: “Este es el heredero; venid matémosle, para que venga a
nuestras manos la herencia”. Y asiendo de él echándole fuera de la
viña, le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña ¿qué
hará con aquellos labradores?”
Dijéronme algunos:
“A los malos los hará perecer malamente, y arrendará la viña a otros
labradores, que le pagarán los frutos a su tiempo.”
Otros, oído esto dijeron:
“¡No quiera Dios!”
Mas Yo mirándoles fijamente, dije:
“¿Qué significa, pues, esto que está en las Escrituras?: “La
piedra que reprobaron los constructores, ésta vino a ser la piedra
angular. Por obra del Señor se hizo esto, ¿y es maravillosa a
vuestros ojos?” Por esto os digo os será quitado el Reino de Dios y se
dará a gente que produzca sus frutos. Y todo el que cayere sobre
esta piedra, se hará trizas; y sobre quien cayere le triturará.”

Página 176
Autobiografía de Jesucristo
Y cuando oyeron los sumos sacerdotes y los escribas y los fariseos éstas mis
palabras, comprendieron que las decía por ellos. Y buscaban manera de
apoderarse de mí en aquella misma hora, pero temieron al pueblo que me tenía
por Profeta. Y dejándome se fueron.

6.11 Parábola de las Bodas Reales. (Mt 22, 1-14)

Tomé de nuevo la palabra y les hablé en parábolas diciendo:


“Se ha asemejado el Reino de los cielos a un rey que dispuso
unas bodas para su hijo. Y despachó sus esclavos para llamar a los
que habían sido convidados a las bodas. Y no quisieron venir. De
nuevo despachó otros esclavos diciendo: “Decid a los convidados:
he aquí que tengo preparado mi convite; mis toros y animales
cebados han sido sacrificados, y todo está a punto; venid a las
bodas”. Mas ellos, no haciendo caso, se marcharon, quien a su
granja, quien a su comercio; los demás, echando mano de sus
esclavos, los ultrajaron y los mataron. El rey se encolerizó, y
enviando sus ejércitos, hizo perecer a aquellos homicidas e incendió
su ciudad. Entonces dice a sus esclavos: “Las bodas están a punto,
pero los convidados no eran dignos; id, pues, a las encrucijadas de
los caminos, y a cuantos hallareis, llamadlos a las bodas”. Y
habiendo salido aquellos esclavos a los caminos, reunieron a
cuantos hallaron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala
de bodas. Y entrando el rey a ver a los que estaban a la mesa, vio
allí un hombre no vestido con traje de boda, y le dice: “Compañero,
¿cómo entraste acá, no teniendo traje de boda?” El no desplegó los
labios. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos
y arrojadle a las tinieblas de allá afuera; allí será el llanto y el
rechinar de los dientes”. Porque muchos son los llamados, mas
pocos los elegidos.”
6.12 “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. (Mt 22,
15-22; Mc 12, 13-17; Lc 20, 2-26)

Los fariseos que se retiraron, tomaron consejo cómo me armarían lazos


para cogerme en palabras, a fin de poderme entregar al poder y jurisdicción del
gobernador. Y habiendo estado en acecho, enviaron unos espías, discípulos
suyos, que representasen el papel de hombres justos. Y junto con los herodianos,
se presentaron a mí y me interrogaron, diciendo:
“Maestro, sabemos que eres veraz y que hablas con rectitud y enseñas el
camino de Dios en verdad y no tienes respetos humanos, porque no eres
aceptador de personas; dinos, pues, ¿qué te parece? ¿Nos es lícito dar tributo al
César o no? ¿Lo damos o no lo damos?”
Conociendo su bellaquería les dije:
“¿Por qué me tentáis, farsantes? Traedme y mostradme la

Página 177
Autobiografía de Jesucristo

moneda del tributo.”


Ellos me presentaron un denario. Y les dije:
“¿De quién es esa imagen e inscripción?”
Dícenme:
“Del César.”
Les dije entonces:
“Así, pues, restituid al César lo que es del César, y a Dios lo que es
de Dios.”
Y no lograron cogerme en palabra delante del pueblo, y, maravillados de mi
respuesta, se callaron y, dejándome, se fueron.

6.13 Los saduceos. Cuestión sobre la resurrección. (Mt 22, 23-33; Mc


12, 18-27; Lc 20, 27-40)

En aquel mismo día se me acercaron unos saduceos, que dicen no haber


resurrección, y me interrogaron diciendo:
“Maestro, Moisés nos dejó escrito que: “Si el hermano de uno muriere y
dejare mujer sin dejar hijo, tome su hermano la mujer y suscite prole a su
hermano”. Había, pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero,
habiendo tomado mujer, murió sin hijos; y dejó su mujer a su hermano.
Asimismo el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia. También el
tercero la tomó y asimismo también hasta el séptimo; y los siete no dejando
hijos murieron. Posteriormente a todos también la mujer murió. La mujer,
pues, en la resurrección, ¿de cuál de ellos viene a ser mujer? Porque los siete la
tuvieron por mujer.”
Les dije:
“Errados andáis por no conocer las Escrituras ni el poder de
Dios. Los hijos de este siglo toman mujer y toman marido; mas los
que fueren hallados dignos de tener parte en aquel siglo y en la
resurrección de entre los muertos, ni toman mujer ni toman
marido; pues ni morir ya pueden, como que son iguales a los
ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección. Y en
cuanto a que resucitan los muertos, también Moisés lo indicó en el
pasaje de “la zarza”, en que llama “al Señor el Dios de Abraham, y
Dios de Isaac, y Dios de Jacob”; y no es Dios de muertos, sino de

Página 178
Autobiografía de Jesucristo

vivos, pues todos viven para El. Muy errados andáis.”146


Y oyendo esto las turbas, se pasmaban de mi enseñanza. Y respondiendo
algunos de los escribas, dijeron:
“Maestro, dijiste muy bien.”
Y fue así que ya no se atrevían más a preguntarme nada.

6.14 El Gran Mandamiento. (Mt 22, 34-40; Mc 12, 28-34)

Los fariseos, habiendo oído que había hecho tascar el freno de los saduceos,
se juntaron en grupo. Y llegándose uno de ellos, escriba, que nos había oído
discutir, viendo que Yo les había contestado muy bien, me preguntó con ánimo
de tentarme:
“Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento y primero de todos en la Ley?”
Le respondí:
“El primero es: “Escucha Israel; el Señor, nuestro Dios, es un solo
Señor, y amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón y con toda
tu alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza”. Este es el gran
mandamiento y el primero. El segundo, semejante, es éste:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mayor que éstos, otro
mandamiento no le hay. De éstos dos mandamientos penden la

146
Los muertos resucitan, los muertos resucitarán. El destino del hombre no acaba con esta
vida, pero además, para Dios, un hombre no deja de existir cuando expira. Vemos un cadáver,
cuando la muerte asume en la decrepitud la carne que rápidamente se corrompe, pero se sabe
que ya no está en ese cuerpo la persona que conocimos. ¿Dónde está? ¿Cómo está?
Jesucristo habla de personas muertas ya hace muchos años y sin embargo les conoce vivos
porque para Dios, que no es Dios de muertos, todos vivimos. Jesucristo, próximo a morir le dirá
a un crucificado junto a El: “…hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Al otro lado, amigo lector,
seguiremos siendo tú y yo. No nos verán, no nos oirán y sin embargo nosotros si veremos y
oiremos tal cual nos ven y oyen los que hemos conocido e invocado durante nuestro caminar
por este mundo. Al morir saldré de este mundo como quien soy y sin nada de lo que tengo. Aquí
dejo mis pertenencias, dejo mi cuerpo y todo lo que se corrompe. Allí me llevo el fruto de mi
amor, de mi fe, de mis obras. El yo que no veo, pero que en definitiva es mi propio yo, al morir,
deja este mundo sin dejar de ser yo. Mi cuerpo, mi carne, aquí se queda hasta el final de los
tiempos, pero esto no es el yo con el que amo, no es mi alma con la que veré, justamente al
separarse de mi cadáver, cara a cara a mi Redentor, Jesucristo, el Amado mío.

Página 179
Autobiografía de Jesucristo

Ley entera y los Profetas.”147


Y dijo el escriba:
“Muy bien, Maestro, con verdad dijiste que “Uno es, y no hay otro fuera de
El”, y el “amarle con todo el corazón y con toda la inteligencia y con toda la
fuerza” y el “amar al prójimo como así mismo”, vale más que todos los
holocaustos y sacrificios.”
Viendo que había respondido sensatamente, le dije:
“No andas lejos del Reino de Dios.”
Y nadie ya osaba interrogarme.
6.15 Soy Hijo y Señor de David. (Mt 22, 41-46; Mc 12, 35-37; Lc 20, 41-
44)
Viendo reunidos a los fariseos, dirigiéndome a ellos, les pregunté:
“¿Qué os parece del Mesías? ¿De quién es Hijo?”
Dícenme:
“De David.”
Les dije:
“¿Cómo, pues, el mismo David, movido del Espíritu Santo, en el
libro de los Salmos le llama Señor cuando dice: “Dijo el Señor a mi
Señor: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos como
escabel de tus pies”? Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser
Hijo suyo?”
Y nadie podía responderme palabra, ni osó nadie desde aquel día
interrogarme ya más. Y la turba, que era numerosa, me escuchaba con gusto.

6.16 Guardarse de los escribas y fariseos. (Mt 23, 1-36; Mc 12, 38-40;
Lc 20, 45-47)

Entonces hablé a las turbas y a mis discípulos, diciéndoles:


“Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y fariseos.
147
Estas palabras las pronuncia el Único Hijo, del Único Dios Padre, Jesucristo. Ni los israelitas
de aquel tiempo ni los hombres que somos en este tiempo hemos visto a Dios. Sabemos que
existe y con esta Fe también conocemos que este Dios demanda al hombre un amor supremo
por encima de todo otro amor posible. Dios es mi único Dios, pero lo concibo en mi razón como
tres Personas que son una sola naturaleza divina. Del solo Padre, del solo Hijo y del solo
Espíritu Santo, de tres Personas, que no confundo, recibo en lo más reservado e íntimo de mi
alma un requerimiento que me suena así: “Amado mío, soy tu Señor y tu Dios y me has de amar
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con toda tu fuerza”. Esta es la
suprema y divina demanda con la que estoy comprometido porque me va en ello la vida eterna,
porque me va en ello el verdadero amor que solo es posible manifestarlo cuando uno quiere al
prójimo como así mismo, porque no se puede amar al Dios que no vemos si no amamos al
hermano que vemos. Nadie pude amar a nadie si no lo conoce previamente. Nadie puede amar
a Dios si no lo conoce, y desde luego el hombre por sí mismo no puede conocer en su plenitud
al Dios que tanto le pide. Si lo que he leído hasta ahora lo asumo tal y como la lógica me lo ha
hecho interpretar, tengo ante mis ojos al mismo Dios Hijo que me ha hecho conocer al mismo
Dios Padre en virtud de la plenitud, con la que ha llenado mi ciencia y mi conciencia, la plenitud
del Espíritu Santo Dios que procede del Padre y del Hijo, este gran Desconocido que habita en
mi alma y al cual trato de amarlo por Sí mismo.

Página 180
Autobiografía de Jesucristo

Así, pues, todas cuantas cosas os dijeren, hacedlas y guardadlas;


mas no hagáis conforme a sus obras porque dicen y no hacen. Lían
cargas pesadas e insoportables y las cargan sobre las espaldas de
los hombres, mas ellos ni con el dedo las quieren mover. Todas sus
obras hacen para hacerse ver de los hombres, porque ensanchan
sus filacterias y agrandan las franjas de sus mantos; son amigos
del primer puesto en las cenas y de los primeros asientos en las
sinagogas, y de ser saludados en las plazas, y de ser apellidados por
los hombres “rabí”. Mas vosotros no os hagáis llamar “rabí”, porque
uno es vuestro Maestro, mas todos vosotros sois hermanos, y entre
vosotros a nadie llaméis padre sobre la tierra, porque uno es
vuestro Padre, el celestial. Ni hagáis que os llamen preceptores,
porque vuestro preceptor es uno, el Cristo. El mayor de vosotros
será vuestro servidor. El que se exaltare, será humillado, y el que se
humillare, será exaltado.
Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos farsantes!, porque
cerráis el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni entráis
vosotros ni a los que entran dejáis entrar.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos farsantes!, porque rodeáis
el mar y la tierra en razón de hacer un prosélito, y cuando ya lo es,
lo hacéis hijo de la gehena, doble más que vosotros.
¡Ay de vosotros guías ciegos!, los que decís: “Si uno jurare por
el santuario, eso es nada; pero si uno jurare por el oro del
santuario, queda obligado”. ¡Necios y ciegos! Pues ¿cuál es mayor?
¿El oro o el santuario que santificó el oro? Y “Si uno jurare por el
altar, eso es nada; pero si uno jurare por la ofrenda que está sobre
él, queda obligado”. ¡Ciegos! Pues ¿qué es mayor? ¿La ofrenda o el
altar que santifica la ofrenda? Así, pues, quien juró por el altar,
jura por él y por todo lo que hay sobre él; y quien juró por el
santuario, jura por él y por el que en él puso su morada; y quien
juró por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado
sobre él.
¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque pagáis el
diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y dejasteis a un lado
las cosas más graves de la Ley: el justo juicio, la misericordia y la
buena fe; éstas había que practicar, y aquellas no descuidarlas!
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque limpiáis
lo exterior de la copa y del plato, y dentro están rebosando de
rapiña y de incontinencia. Fariseo ciego, limpia primero lo interior
de la copa para que también su exterior quede limpio.

Página 181
Autobiografía de Jesucristo

¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque os


semejáis a sepulcros encalados, que de fuera parecen vistosos, mas
de dentro están repletos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
Así también vosotros por defuera parecéis justos a los hombres,
mas de dentro estáis repletos de hipocresía e iniquidad.
¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque edificáis
los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los
justos y decís: “Si viviéramos en los días de nuestros padres, no
fuéramos cómplices de ellos en la sangre de los profetas”. De modo
que os dais testimonio a vosotros mismos de que sois hijos de los que
mataron a los profetas. Así que vosotros colmad la medida de
vuestros padres. ¡Serpientes, engendros de víboras! ¿Cómo esperáis
escapar de la condenación de la gehena? Por eso, mirad, Yo envío a
vosotros profetas y sabios y letrados; de ellos mataréis y
crucificaréis, y de ellos azotaréis en vuestras sinagogas y
perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros
toda la sangre justa derramada sobre la tierra desde la sangre de
Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Baraquías, a quien
matasteis entre el santuario y el altar. En verdad os digo, vendrán
todas estas cosas sobre esta generación.”
6.17 La ruina de Jerusalén. (Mt 23, 37-39)
“¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata los profetas y apedrea a los
que han sido enviados, cuantas veces quise recoger a tus hijos de la
manera que la gallina recoge a sus pollitos debajo de sus alas, y no
quisisteis! Mirad, déjase para vosotros vuestra casa, desierta.
Porque os digo: no esperéis verme a partir de ahora, hasta que
digáis: “Bendito el que viene en el nombre del Señor.”

Página 182
Autobiografía de Jesucristo

6.18 Los dos cornalillos de la viuda. (Mc 12, 41-44; Lc 21, 1-4)

Me senté frente al gazofilacio y miraba atentamente cómo la gente iba


echando monedas de cobre en el gazofilacio; y muchos ricos echaban mucho; y
llegando una viuda pobre, echó dos ochavos, que hacen un cuarto. Y llamando a
mis discípulos, les dije:
“En verdad os digo que esa viuda pobre echó más que todos los
que echan en el gazofilacio; porque todos los demás echaron en las
ofrendas de Dios de lo que les sobraba; ella, empero, de su
indigencia echó cuanto tenía, todo el sustento de su vida.”
6.19 Conclusión de mi público ministerio. Incredulidad de los judíos.
(Jn 12, 37-50)

Obré grandes maravillas en presencia de ellos y sin embargo no creyeron en


mí, para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, cuando dijo:
“Señor, ¿quién dio fe a nuestro mensaje? ¿Y a quién ha sido revelado el
brazo del Señor?”
Por esto eran incapaces de creer, porque también dijo Isaías:
“Cegó sus ojos y enmudeció su corazón, para que no vean con los ojos, ni
entiendan con el corazón, y se vuelvan a mí y Yo los sane.”

Página 183
Autobiografía de Jesucristo
Esto dijo Isaías cuando vio mi gloria y habló de mí. Con todo, aun de los
jefes muchos creyeron en mí, mas por miedo a los fariseos no se declaraban, para
no ser expulsados de las sinagogas, porque amaron la gloria de los hombres mas
que la gloria de Dios. Y levantando la voz dije:
“¡Quien cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me envió. Y
quien me ve, ve al que me envió! Yo vine como Luz al mundo, para
que todo el que cree en mí no quede en las tinieblas. Y quien oyere
mis palabras y no las guardare, Yo no le juzgo, porque no vine para
juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. Quien me desecha y no
recibe mis palabras, ya tiene quien le juzga. La palabra que hablé,
esa le juzgará en el último día. Que Yo no hablé por mi iniciativa,
sino el Padre, que me envió. El me dio la orden de qué había de
decir y qué había de hablar. Y sé que su mandamiento es vida
eterna. Lo que Yo hablo, pues, así lo hablo, conforme me lo ha
encargado el Padre.”148

6.20 La destrucción del Templo. (Mt 24, 1-3; Mc 13, 1-4; Lc 21, 5-7)

Terminado el día, cuando salíamos del Templo, como algunos hablando de


él, dijesen que estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas motivas,
díjome uno de mis discípulos:
“Maestro, mira qué tales piedras y qué tales construcciones.”
Le respondí diciendo:
“¿Ves esas grandes construcciones? En verdad os digo, días
vendrán en que no quedará ahí piedra sobre piedra que no sea
demolida.”
Llegando al monte de los Olivos, me senté frente al Templo y en particular
Pedro, Santiago, Juan y Andrés me preguntaron:
“Maestro, dinos ¿cuándo será eso, y cuál la señal cuando todas esas cosas
estén para cumplirse? ¿Y cuál la señal de tu advenimiento y del fin del mundo?”

6.21 Las señales precursoras. (Mt 24, 4-14; Mc 13, 5-13; Lc 21, 8-19)

148
Ver a Cristo es ver a su Padre que lo ha enviado. Cuando más adelante, leamos que Felipe,
uno de sus discípulos, en la última Cena le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”,
Jesucristo le afirmará que quien le ve a el ha visto al Padre y le reclamará esa Fe en virtud de la
cual debería haber comprendido que el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre y en cualquier
caso debería haber creído tal afirmación por la evidencia incuestionable con la que pudo
contemplar las obras maravillosas que su Señor había hecho. El Verbo hecho carne, este Cristo
que nos habla, habla según el mandato de su Padre. El Padre no tiene otra palabra que esta
palabra que oímos en boca de Cristo, porque a su vez el mismo Cristo es la misma Palabra con
la que Dios Padre se expresa eternamente. Este mandato del Padre, que hace hablar a su Hijo,
un Hijo que no es ni más ni menos que su propia Palabra hecha carne en este mundo, es un
mandato que lleva en sí engendrado la vida eterna a la que está destinado todo aquel que cree
en esa palabra que expresa la Palabra de Dios, el Hijo eterno del Padre, el Hijo de María, una
Mujer de nuestra raza.

Página 184
Autobiografía de Jesucristo
Respondiéndoles, comencé a decirles:
“Mirad que nadie os seduzca y extravíe. Porque muchos
vendrán en mi Nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”; “El tiempo ha
llegado”, y a muchos seducirán. No vayáis tras ellos. Y cuando
oyereis guerras y noticias de batallas y revoluciones, no os
alarméis, porque así tienen que suceder estas cosas; mas no es
todavía el fin. Se levantará raza contra raza y reino contra reino, y
habrán grandes terremotos por diferentes lugares, y hambres y
pestilencias, y fenómenos espantables aparecerán con grandes
señales en el cielo. Preludio de los grandes dolores serán estas
cosas. ¡Ojo con vosotros mismos! Mas antes de todo esto echarán
las manos sobre vosotros y os perseguirán y os entregarán a los
sanhedrines, sinagogas y prisiones y os azotarán, y compareceréis
ante los gobernadores y reyes por causa de mí para dar testimonio
ante ellos. Y cuando os condujeren para entregaros, asentad, pues,
en vuestros corazones que no os preocupéis ni ensayéis de
antemano qué habréis de hablar; sino lo que os fuere dado en
aquella hora, eso hablad: pues Yo os daré lengua y sabiduría, a la
cual no podrán resistir o contradecir todos vuestros adversarios.
Que no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Seréis
entregados por los padres y hermanos y parientes y amigos y
matarán a algunos de entre vosotros y seréis aborrecidos de todas
las gentes por causa de mi nombre. Pero no perecerá un solo cabello
de vuestra cabeza. Y entonces se escandalizarán muchos, y unos a
otros se entregarán, y se aborrecerán unos a otros. Y entregará a la
muerte el hermano al hermano y el padre al hijo, y se alzarán hijos
contra padres y les darán la muerte. Y surgirán muchos falsos
profetas y extraviarán a muchos. Y por haberse multiplicado la
iniquidad, se enfriará la caridad de las multitudes. Mas el que fuere
constante hasta el fin, éste se salvará. Con vuestra constancia
adquiriréis la salud de vuestras almas. Y será predicado este
Evangelio del Reino en todo el orbe, para que sirva de testimonio a
todas las gentes. Y entonces vendrá el fin.”
6.22 Destrucción del Templo y de la ciudad. Mt 24, 15-22; Mc 13, 14-
20; Lc 21, 20-24)

“Y cuando viereis cercada de ejércitos a Jerusalén, entonces


conoced que es llegado su asolamiento. Y cuando viereis la
abominación del asolamiento, anunciada por el profeta Daniel, en
el lugar santo, estar donde no debía -el que lee entienda- entonces
los que estén en la Judea huyan a los montes, y los que estén en
medio de Jerusalén aléjense de ella, los que estén en la azotea, no

Página 185
Autobiografía de Jesucristo

bajen ni entren para tomar algo de sus casas, y el que esté en el


campo, no torne atrás para tomar su manto. Porque días de
venganza son éstos, para que se cumpla todo lo que está escrito. ¡Ay
de las mujeres que estén encintas y de las que críen en aquellos días
de tal tribulación cual no la ha habido semejante desde el principio
de la creación, que Dios creó, hasta ahora, ni la habrá! Porque
vendrá gran necesidad sobre el país y cólera contra éste pueblo; y
caerán al filo de la espada, y serán llevados cautivos a todas las
naciones. Y si no acortara el Señor esos días, no se salvaría hombre
viviente; mas en atención a los elegidos, que se eligió, acortó esos
días el Señor. Y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que
alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.”
6.23 Señales de mi vuelta al mundo. (Mt 24, 23-31; Mc 13, 21-27; Lc 21,
25-27)

“Entonces si alguno os dijere: “Mira, aquí está el Mesías”, o


“Allí está”, no lo creáis, porque se levantarán falsos Mesías y falsos
profetas y obrarán y exhibirán grandes señales y portentos, hasta
el punto de ser seducidos, si posible fuera, aun los elegidos.
Vosotros estad alerta: mirad que de antemano os lo he dicho todo.
Si os dijesen, pues: “Mirad, está en el desierto”, no salgáis; “Mirad
está en las recámaras”, no lo creáis. Pues como el relámpago parte
del oriente y brilla hasta el occidente, así será el advenimiento del
Hijo del hombre. Donde quiera esté el cadáver, allá se juntarán las
águilas. Y luego, después de la tribulación de aquellos días, habrá
señales en el sol, y la luna y las estrellas caerán del cielo. Y habrá
angustias en las gentes, desatinadas por el mugido del mar y del
oleaje, perdiendo los hombres el sentido por el terror y la ansiedad
de lo que va a sobrevenir al mundo, porque el ejército de los cielos
se tambaleará. Entonces aparecerá la Señal del Hijo del hombre en
el cielo, y se herirán los pechos todas las tribus de la tierra, y verán
al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con grande
poderío y majestad. Y enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y
congregarán sus elegidos de los cuatro vientos desde un extremo del
cielo hasta el otro extremo.”
6.24 Tiempo de la ruina de Jerusalén. (Mt 24, 32-35; Mc 13, 28-31; Lc
21, 28-33)

“Cuando éstas cosas comenzaren a suceder, erguíos y alzad


vuestras cabezas, pues se llega vuestra liberación."
Y les dije ésta parábola:

Página 186
Autobiografía de Jesucristo

“Ved la higuera y todos los árboles. Cuando ya sus ramas se


ponen tiernas y las hojas brotan, conocéis que está cerca el verano.
Así también, vosotros, cuando viereis realizarse estas cosas,
conoced que está cerca, a las puertas, el Reino de Dios. En verdad os
digo que no pasará esta generación sin que todas estas cosas se
hayan realizado. El cielo y la tierra pasarán pero mis
palabras no pasarán.”149
6.25 Tiempo de mi segunda venida. (Mt 24, 36-41; Mc 13,32)

“Lo que toca a aquel día y hora nadie lo sabe, ni los ángeles de
los cielos, ni el Hijo, sino el Padre solo. Porque como en los días de
Noé, así será el advenimiento del Hijo del hombre. Porque como en
los días que precedieron al Diluvio seguían comiendo y bebiendo,
casándose ellos y casando a ellas, hasta el día en que entró Noé en
el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el Diluvio y llevóselos a
todos, así será también el advenimiento del Hijo del hombre.150
Entonces serán dos en el campo: uno es tomado y uno abandonado;
dos que molerán con la muela: una es tomada y una abandonada.”
6.26 ¡Velad! Parábola del lazo y el ladrón. (Mt 24, 42-44; Mc 13, 33; Lc
21, 34-36)

“Guardaos, no sea que se apesguen vuestros corazones con la


glotonería y la borrachera y las preocupaciones de la vida, y os
saltee repentino aquel día como lazo; porque sobrevendrá a todos
los que moran por la haz de la tierra. Estad alerta, velad, pues,
porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor. Esto sabed, que si
el amo de la casa supiera a qué hora de la noche viene el ladrón,
velaría y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por esto también
estad prestos, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del
hombre. Velad en todo tiempo orando, para que logréis escapar de
todas estas cosas que van a suceder, y manteneros en pie en
presencia del Hijo del hombre”.
6.27 Los siervos que velan. (Mt 24, 45-51; Mc 13, 34-37)

149
Esta frase está escrita por San Mateo, San Marcos y San Lucas empleando literalmente las
mismas palabras. Esta frase que es como una sentencia del que las pronuncia, está diciendo en
clave divina que las palabras del Jesús Hombre que oímos se quedan fijas en la eternidad
porque habla con la autoridad de Dios. Todo va a ocurrir como el lo ha dicho y porque el lo ha
dicho y esto no se puede dar en ningún otro ser humano, tenga el poder que tenga. Esto se da
solamente en el que es el Dios de los siglos. Nada es más verdad que la palabra del que es la
Palabra de Dios, Dios mismo hecho Hombre, que habla palabras divinas.
150
Amigo lector, Jesús vendrá otra vez al final del tiempo y lo veremos venir tal cual el lo dice.
Seguro que viene, seguro que lo veremos venir, estemos donde estemos.

Página 187
Autobiografía de Jesucristo

“Es como un hombre que, emprendiendo un viaje, dejó su casa y


lo puso todo en manos de sus siervos, señalando a cada cual su
labor, y al portero ordenó que velase. Velad, pues, porque no sabéis
cuándo va a venir el dueño de la casa, si a primeras horas de la
noche, o a la media noche, o al canto del gallo, o a la madrugada,
no sea que, llegando de improviso, os halle durmiendo. Y lo que a
vosotros digo, a todos digo: ¡Velad! ¿Quién es pues, el siervo fiel y
prudente, a quien puso el señor al frente de su servidumbre, para
que le diese el mantenimiento a su tiempo? Dichoso el siervo aquel a
quien su señor, a su vuelta, hallare obrando así, en verdad os digo
que lo pondrá al frente de toda su hacienda. Mas si dijere aquel mal
siervo en su corazón: “Se tarda mi señor”, y comenzare a golpear a
sus consiervos, y comiere y bebiere con los borrachos, vendrá el
señor de aquel siervo en el día que no aguarda y a la hora que no
conoce, y le partirá por la mitad y le deparará la misma suerte que
los hipócritas: allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
6.28 Las diez vírgenes. (Mt 25, 1-13)

“Entonces se asemejará el Reino de los cielos a diez vírgenes,


las cuales, tomadas sus lámparas, salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes. Porque las necias,
tomadas sus lámparas, no tomaron aceite consigo; mas las
prudentes tomaron aceite en las alcuzas junto con sus lámparas. Y
como se tardase el esposo, se adormecieron todas y se durmieron. A
la media noche levantóse un clamor: “¡He aquí el esposo, salid al
encuentro!”, Entonces despertáronse todas ellas y aderezaron sus
lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro
aceite, pues nuestras lámparas se apagan”. Respondieron las
prudentes, diciendo: “No sea caso que no baste para nosotras y
para vosotras; id más bien a los que vendan y comprad para
vosotras”. Mas mientras ellas iban a comprar, llegó el esposo, y las
que estaban prontas entraron con él a las bodas, y cerrose la
puerta. Más tarde vienen también las demás vírgenes, diciendo:
“Señor, Señor, ábrenos”. Mas él, respondiendo, dijo: “En verdad os
digo, no os conozco”. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la
hora.”

6.29 Los talentos. (Mt 25, 14-30)

“Porque es así como un hombre que, estando para emprender


un viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes, y a uno le dio

Página 188
Autobiografía de Jesucristo

cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su propia
capacidad, y emprendió su viaje. Enseguida se fue el que había
recibido los cinco talentos, negoció con ellos y ganó otros cinco.
Asimismo, también el que había recibido los dos ganó otros dos.
Mas el que recibió uno se fue, cavó en la tierra y escondió el dinero
de su señor. Después de mucho tiempo llega el señor de aquellos
siervos y ajusta cuenta con ellos. Y llegándose el que había recibido
los cinco talentos, presentó otros cinco talentos, diciendo: “Señor,
cinco talentos me entregaste; mira otros cinco talentos gané”. Díjole
su señor: “Bien, siervo bueno y fiel; en cosas pocas fuiste fiel, sobre
muchas te pondré: entra en el gozo de tu señor”. Y llegándose
también el que había recibido los dos talentos, dijo: “Señor, dos
talentos me entregaste; mira, otros dos talentos gané”. Díjole su
señor: “Bien, siervo bueno y fiel; en cosas pocas fuiste fiel, sobre
muchas te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Y llegándose
también el que había recibido un talento, dijo: “Señor, conocí que
eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y allegas de
donde no esparciste; y, receloso, me fui y escondí tu talento en la
tierra; ahí tienes lo tuyo”. Y respondiendo su señor, le dijo: “Siervo
malo y haragán, ¿sabías que cosecho donde no siembro y allego
donde no esparcí? Razón, pues, era que tú consignaras mis dineros
a los banqueros, y yo en llegando hubiera recobrado lo mío con
intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene los diez
talentos. Porque a todo el que tiene se le dará y andará sobrado,
mas el que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo
desaprovechado arrojadle a las tinieblas de allá fuera: allí será el
llanto y el rechinamiento de los dientes.”
6.30 El Juicio Final. (Mt 25, 31-46)

“Y cuando viniere en mi gloria y todos mis ángeles Conmigo,


me sentaré en mi trono y serán congregadas en mi presencia todas
las gentes, y las separaré unas de otras, como el pastor separa las
ovejas de los cabritos, y colocaré las ovejas a mi derecha y los
cabritos a mi izquierda. Entonces diré a los de mi derecha: Venid,
vosotros los benditos de mi Padre, entrad en posesión del Reino que
os está preparado desde la creación del mundo; porque tuve
hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber;
peregrino era, y me hospedasteis; desnudo, y me vestisteis,
enfermé, y me visitasteis; en prisión estaba, y vinisteis a mí.
Entonces me responderán los justos, diciendo: “Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de
beber? ¿Y cuándo te vimos peregrino y te hospedamos, o desnudo y

Página 189
Autobiografía de Jesucristo

te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo o en prisión y fuimos a


Ti?” Y Yo les diré: En verdad os digo, cuanto hicisteis con uno de
éstos mis hermanos más pequeñuelos, Conmigo lo hicisteis.
Entonces diré también a los de mi izquierda: Apartaos de mí,
vosotros los malditos, al fuego eterno, que preparó mi Padre para el
diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer;
tuve sed, y no me disteis de beber; peregrino era, y no me
hospedasteis; desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en prisión y no
me visitasteis. Entonces responderán también ellos: “Señor,
¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o peregrino o desnudo, o
enfermo o en prisión, y no te asistimos?” Entonces les responderé
diciendo: En verdad os digo: cuanto dejasteis de hacer con uno de
éstos más pequeñuelos, también Conmigo lo dejasteis de hacer. E
irán éstos al tormento eterno; mas los justos, a la vida eterna.”151
Dormíamos en el monte de los Olivos y de madrugada la gente del pueblo
venía al Templo para escucharme.

Día cuarto de la semana, 13 de Nisán

6.31 Reunión del Sanhedrín y traición de Judas. (Mt 26, 1-5; Mt 26 14-
16; Mc 14, 1-2; Mc 14, 10-141; Lc 22, 1-6)

Se celebraba de allí a dos días la fiesta de los ázimos, llamada Pascua. Y


dando por terminado todos éstos razonamientos les dije a mis discípulos:
“Sabéis que de aquí a dos días será la Pascua, y el Hijo del
hombre será entregado para ser crucificado.”
Entonces se congregaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas y los
ancianos del pueblo en el atrio del príncipe de los sacerdotes que se llamaba
Caifás, y acordaron apoderarse de mí con astucia y matarme. Mas decían: “No en
la Fiesta”; porque temían se produjese un tumulto en el pueblo. Y en éste mismo
día entró Satanás en Judas, apellidado Iscariote, uno de mis Doce Apóstoles; y se
151
El Juicio Final es un acto en el que creo sin lugar a dudas. Amigo lector, se consumará en el
tiempo o más allá del tiempo tal y como lo conocemos, pero es absolutamente cierto que se
cuenta con nuestra participación. No seremos espectadores, formamos parte de este drama que
se va a ejecutar al final del tiempo del hombre. Y ¿de qué se nos va a juzgar?, pues está claro,
se nos juzgará de amor, de todos nuestros pensamientos, palabras y obras con los que
ejercimos el amor al prójimo. Nos examinamos de amor, amigo mío, y precisamente saldrán a
nuestro encuentro todos aquellos con los que lo ejercimos dándonos cuenta y sin darnos
cuenta. También saldrán a nuestro encuentro aquellos a los que los hombres no perdonaron y
esto puede ser más que patético para el que no perdonó y el no perdonado. El sacrificio
ordinario del ordinario vivir cumpliendo con el ordinario deber según el estado de cada uno, es
una fortuna acumulada día a día de toda una existencia. Al marido se le juzgará como marido, a
la esposa como esposa, al padre como padre, a la madre como madre, al hijo como hijo…….
Seremos juzgados por nuestro trabajo, por nuestro descanso, por nuestros actos buenos y por
nuestros actos malos. En último término un incontable número de almas nos beneficiaremos,
como así Dios quiere, de la eterna Misericordia de un Padre que nos ha esperado a la hora
oportuna, a nuestra mejor hora para llevarnos con El.

Página 190
Autobiografía de Jesucristo
fue a hablar con los príncipes de los sacerdotes y con los jefes de la policía, sobre
cómo me entregaría; y les dijo:
“¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?”
Oído esto, se alegraron, y se concertaron en que le darían treinta siclos. Y se
comprometió. Y desde entonces buscaba ocasión propicia de entregarme sin
tumulto.

CAPITULO VII ÚLTIMA CENA


Día quinto de la semana, 14 de Nisán

7.01 Preparación de la Cena Pascual y comienzo de la misma. (Mt 26,


17-20; Mc 14, 12-17; Lc 22, 7-18)

Y el día primero de los ázimos, cuando sacrificaban la Pascua, se llegaron


mis discípulos, diciendo:
“¿Dónde quieres te preparemos lo necesario para cenar la Pascua?”
Y envié a dos de mis discípulos, Pedro y Juan, diciéndoles:
“Id a la ciudad y cuando entréis en ella os saldrá al encuentro
un hombre, llevando un cántaro de agua; id tras él hasta la casa en
que entre, y decid al amo de la casa: “El Maestro dice: Mi tiempo
está cerca: ¿Dónde está la estancia donde coma la Pascua con mis
discípulos?” Y él os mostrará una sala superior, grande, provista de
mesas y divanes; allí preparad lo necesario.”
Y salieron Pedro y Juan y lo hallaron todo como Yo les había dicho; e
hicieron lo que les ordené y prepararon la Pascua. Llegado el atardecer, vine con
los Doce, y cuando fue la hora, me puse a la mesa junto con ellos. Y les dije:
“Con gran deseo deseé comer esta Pascua con vosotros antes de
padecer. Porque os digo que no la comeré ya más hasta que tenga
su cumplimiento en el Reino de Dios.”
Tomé un cáliz y habiendo dado gracias, dije:
“Tomadle y distribuidle entre vosotros. Porque os digo que a
partir de ahora no beberé del fruto de la vid hasta que venga el
Reino de Dios.”
7.02 Contienda entre mis Apóstoles. (Lc 22, 40-30)

Y se suscitó entre mis discípulos una rivalidad sobre quién de ellos era
considerado como el mayor. Mas Yo les dije:
“Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los
que ejercen el mando sobre ellas son apellidados bienhechores. Mas
vosotros no así; antes bien, el mayor entre vosotros hágase como el
menor; y el que manda como el que sirve. Pues ¿quién es mayor: el
que está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es verdad que el que

Página 191
Autobiografía de Jesucristo

está sentado a la mesa? Mas Yo en medio de vosotros estoy como el


que sirve; y vosotros sois los que habéis perseverado Conmigo en
mis pruebas; y Yo dispongo a favor vuestro, como dispuso a mi
favor mi Padre, un Reino, para que comáis y bebáis a mi mesa en
mi Reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de
Israel.”152
7.03 Lavo los pies a mis discípulos. (Jn 13, 1-17)

…Mañana ya sería la fiesta grande de los judíos, la Pascua. Y sabiendo que


ya era llegada mi hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiese amado a
153
los míos que estaban en el mundo, los amé hasta el extremo. Y durante la
Cena como ya el diablo hubiese puesto en el corazón a Judas, hijo de Simón
Iscariote, que me entregase, sabiendo que todas las cosas las entregó el Padre en
mis manos y que de Dios salí y a Dios volvía, me levanté de la mesa y dejando los
vestidos, tomé un lienzo y me lo ceñí. Luego eché agua en un barreño y comencé
154
a lavar los pies a mis discípulos y enjugarlos con el lienzo con que estaba
ceñido. Llego, pues, a Simón Pedro y díjome éste:
“Señor, ¿Tú a mí me lavas los pies?”

152
Quien perseverare durante toda una vida, con sus gozos y penas, al servicio del Rey de reyes
tiene asegurado la posesión de un trono para ser coronado como rey. Este es el último destino
del cristiano, ser rey con el Rey del Universo.
153
San Juan no encontrará otra palabra que defina mejor el amor de Cristo por los suyos. Decir
que “los amó hasta el extremo”, es decir que “los amó con locura”.
154
¿Quién me dará mayor ejemplo de humildad?, de esta virtud que tanto necesito. ¿Qué me
pedirás, Jesús de mi alma, que me resista a darte?

Página 192
Autobiografía de Jesucristo

Le respondí:
“Lo que Yo hago tú no lo sabes ahora, mas lo entenderás
después.”
Díjome Pedro:
“No lavarás mis pies nunca jamás.”
Respondí:
“Si no te lavo no tienes parte Conmigo.”
Contestó:
“Señor, no mis pies solamente, sino también las manos y la cabeza."
Mas Yo le dije:
“El que se ha bañado no necesita lavarse sino los pies; antes
bien está limpio todo. Y vosotros limpios estáis, aunque no todos.”
Esto dije porque conocía al que me entregaba; por esto dije: “No todos
estáis limpios”. Habiendo, pues, terminado de lavarle los pies, tomé mis
vestiduras y, puesto de nuevo a la mesa, les dije
“¿Entendéis qué es lo que he hecho con vosotros? Vosotros me
llamáis “El Maestro” y “El Señor”, decís bien, pues lo soy. Si, pues,

Página 193
Autobiografía de Jesucristo

os lavé los pies, Yo, el Señor y el Maestro, también vosotros debéis


unos a otros lavaros los pies. Porque ejemplo os di, para que como
Yo hice con vosotros, así vosotros lo hagáis. En verdad, en verdad
os digo: no es el siervo mayor que su señor, ni el enviado mayor que
el que lo envió. Si esto sabéis, bienaventurados sois si lo hiciereis.”155
7.04 Judas es descubierto. (Mt 26, 21-25; Mc 14, 18-21; Lc 22, 21-23;
Jn 13, 18-30)

No de todos vosotros lo digo: Yo sé a quienes me escogí; mas se


había de cumplir la Escritura: “El que come mi pan, levantó contra
mí su calcañar”. Desde ahora os lo digo, antes de que suceda, para
que cuando sucediere, creáis que Yo soy. En verdad, en verdad os
digo: quien recibe a quien Yo envío, a mí me recibe; y quien a mí
me recibe, recibe al que me envió.”
156
En diciendo esto sentí conturbarme en mi Espíritu y declaré:
“En verdad, en verdad os digo, que uno de vosotros, el que come
Conmigo, me entregará: la mano del que me entrega está Conmigo
sobre la mesa.”
Mis discípulos se entristecieron sobremanera y comenzaron a decir uno por
uno:
“¿Por ventura soy yo, Señor?”
Les respondí:
“Uno de los Doce, el que metió Conmigo la mano en el plato,
éste me entregará. El Hijo del hombre se va, según lo que está
decretado y escrito de El: mas ¡ay de aquel hombre por cuyas
manos el Hijo del hombre es entregado! Mejor le fuera a aquel
hombre si no hubiera nacido.”157
155
Bienaventurado, que es lo mismo que decir elegido de Dios, si entendemos que cualquier
hombre es hijo del mismo Dios a quien yo llamo “Padre mío”. Bienaventurado quien quiere para
los demás lo que quiere para sí.
156
Cristo se conturba, se emociona y se esfuerza para no llorar porque uno de sus más
queridos amigos le va a entregar. Ambos los saben. En el Corazón de Uno habita la pena, en el
del otro la malicia suprema.

157
Amigo lector, sobre esta afirmación de Cristo hago la reflexión de lo que supone no tener la
oportunidad de nacer. Dios concede la vida como un don supremo, un don sagrado a no
disfrutar si por vivirla se llega al mayor pecado posible en un hombre, el pecado de Judas.
Fuera de esto, la vida se la merece hasta el más perverso de los hombres, porque por grande
que sea la miseria humana mayor es la Misericordia divina. ¿Qué demandará Dios a la mujer
que, voluntariamente, suspende la vida del ser humano que lleva en sus entrañas? ¿Qué
demandará Dios al facultativo que interviene en este nefando crimen? ¿Qué demandará Dios
al estadista que promueve leyes para privar a un incipiente hijo de Dios de la plenitud de su
ser? ¿Qué demandará Dios a una sociedad empapada de la sangre de mártires no nacidos?
Oirán, con eterna desesperación, los gritos que estos seres humanos profieren al ser

Página 194
Autobiografía de Jesucristo
Se miraban unos a otros perplejos por no saber de quien lo decía, y
comenzaron a discutir unos con otros sobre quién era de ellos el que me
entregara. Recostado estaba en mi seno Juan, el discípulo a quien Yo tanto
amaba, y hácele señas Simón Pedro para que me preguntase de quién se trataba.
Juan dejándose caer confiadamente sobre mi pecho, me dijo:
“Señor, ¿quién es?”
Le dije:
“Aquel a quien daré el bocado que voy a mojar.”
Mojando, pues, el bocado lo di a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y tras el
bocado, en el mismo instante entró en él Satanás. Respondiendo Judas, dijo:
“¿Soy yo tal vez, Rabí?”
Le contesté:
“Tú lo has dicho. Lo que vas a hacer, date prisa en hacerlo.”
Los que estaban en la mesa no entendieron por qué se lo dije; pues
pensaban algunos que como Judas guardaba la bolsa, le decía Yo:
“Compra las cosas que tenemos necesidad para la fiesta”, o que diera algo
a los pobres. En habiendo, pues, tomado el bocado, se salió él inmediatamente.
Era ya de noche.
7.05 La Eucaristía. (Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-25; Lc 22, 19-20; 1Cor 11,
23-26)

Esta era la noche en que iba a ser entregado. Comiendo con mis discípulos,
tomé un pan y habiendo pronunciado la bendición y dando gracias, lo partí y se
lo di a mis discípulos, diciendo:
“Tomad, comed: éste es mi cuerpo, que por vosotros es
entregado; haced esto en memoria de mí.”
Y asimismo habiendo tomado el cáliz, después de haber cenado, habiendo
dado gracias, se lo di diciendo:
“Bebed de él todos, porque ésta es mi sangre del Nuevo
Testamento, que por vosotros y por muchos es
derramada, para remisión de los pecados. Haced esto,
cuantas veces bebiereis, en memoria de mí.”158

succionados del vientre de la madre que no les quiere, oirán, permanentemente, los lamentos
del dolor de su muerte y abandono en un contenedor de basura. Para mí no hay otro pecado
mayor, porque se tortura hasta la muerte a un ser indefenso, empleando la premeditación y
alevosía de que es capaz una inteligencia humana manifiestamente perversa. No es
merecedor de la vida eterna quien, interrumpiendo con conocimiento de causa, el desarrollo
integral de un ser humano, le impide consumar la felicidad a la que estaba destinado.
158
Veo y gusto el pan y el vino, y a su vez oigo las palabras de quien dice que eso que veo y
gusto, el pan y el vino, es su Cuerpo y su Sangre. Miro al rostro de quien ha pronunciado estas
palabras y me encuentro con el rostro de mi Dios. Jesús manifiesta con solemnidad divina que
debo comerlo y beberlo en la forma y verdad que puedo hacerlo, cuando El, que es Dios, hace
posible que este pan y este vino sean verdadera, real y sustancialmente, su cuerpo, su sangre,
su alma y su divinidad. Toda la Fe que necesito para creer me ha sido dada con abundancia,
colmadamente. En mi mano está tener la voluntad y disposición para ejercerla con el supremo
amor con el que Cristo me lo demanda..

Página 195
Autobiografía de Jesucristo
Y bebieron de él todos.

7.06 El Nuevo Mandamiento. (Jn 13, 31-35)

Cuando ya Judas había salido, emocionado, les dije a mis discípulos:


“Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido
glorificado en El. Si Dios ha sido glorificado en El, Dios, a su vez, le
glorificará en si, y presto le glorificará. Hijuelos, ya poco tiempo
estoy con vosotros. Me buscaréis, y como dije a los judíos que “a
donde Yo voy, vosotros no podéis venir”, también a vosotros os lo
digo ahora. Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a
otros; como Yo os he amado, que también vosotros os améis

Página 196
Autobiografía de Jesucristo

mutuamente.159 En eso conocerán todos que sois discípulos míos, si


os tuviereis amor unos a otros.”
7.07 Predicción de las negaciones de Pedro. (Mt 26, 31-35; Mc 14, 27-
31; Lc 22, 31-38; Jn 13, 36-38)

Díjome Simón Pedro:


“Señor, ¿adónde vas?”
Le respondí:
“A donde Yo voy no puedes ahora seguirme, pero me seguirás
más tarde.”
Dijo Pedro:
“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Mi vida daré por Ti.”
Respondí:
“¿Tu vida por mí darás? En verdad, en verdad te digo, todos
vosotros os escandalizaréis en mí esta noche; porque escrito está:
“Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño”. Mas
después que hubiere resucitado, iré antes que vosotros a Galilea.”
Volvió a tomar la palabra Pedro, diciendo:
“Aun cuando todos se escandalicen en Ti, yo nunca jamás me
escandalizaré.”
Le dije:
“En verdad te digo, Pedro, que tú, hoy, en esta noche, antes de
cantar el gallo dos veces, tres veces me negarás.160 Simón, Simón,
mira, Satanás os reclamó para zarandearos como el trigo; pero Yo
rogué por ti, que no desfallezca tu fe, y tú un día, vuelto sobre ti,
conforta a tus hermanos.”
Mas él, con sobrada porfía, decía:
“Señor, Contigo pronto estoy a ir aun a la cárcel y a la muerte. Aunque me
viere en trance de morir Contigo, no seré yo quien te niegue.”
Y otro tanto decían también todos mis discípulos. Mas Yo les dije:
“Cuando os envié sin bolsa, alforja y sandalias, ¿acaso os faltó
algo?”
Ellos dijeron:
159
El amor es el bello distintivo con el que se reconoce a un cristiano. Amar como el ha amado
debería ser el noble anhelo de un corazón que se sabe esclavo de Cristo, nuestro modelo. En el
ejercicio de la vida tendremos ocasión de experimentar lo poco que se cumple este mandato
divino. ¿Quién puede amar como ama Cristo? Y sin embargo se nos requiere para que así sea
en este pasar por el mundo haciendo todo el bien posible. Al menos hemos de querer querer
cumplir este mandamiento del Amor a pesar de nuestras miserias.
160
Su más apasionado amigo, el que es reconocido como cabeza de la incipiente Iglesia, le va a
negar. El que está dispuesto a dar la vida por su Maestro afirmará con “contundente debilidad”
que no le conoce. Nadie puede juzgar al bendito Pedro porque nadie está libre de cobardías aún
mayores. Sorprende con qué exactitud conoce Cristo los hechos que van a ocurrir antes de que
ocurran. ¿Quién es Jesús?

Página 197
Autobiografía de Jesucristo
“Nada.”
Y les dije:
“Mas ahora quien tenga bolsa tómela; asimismo también
alforja; y quien no tenga espada, venda su manto y cómprese una.
Porque os digo que tiene que cumplirse en mí esto que está escrito:
“Y fue contado entre los delincuentes”. Pues lo que a mí se refiere,
toca a su fin."
Ellos dijeron:
“Señor, mira, hay aquí dos espadas.”
Les dije:
“¡Basta ya!”
7.08 ¡Volveré! Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. (Jn 14, 1-12)

“No se conturbe vuestro corazón. ¿Creéis en Dios? También en


mí creed. En la casa de mi Padre hay muchas moradas: de no ser
así, os lo hubiere dicho; pues voy a prepararos lugar. Y si me fuere
y os preparare lugar, otra vez vuelvo y os tomaré Conmigo, para
que donde Yo estoy estéis también vosotros. Y adónde Yo voy, ya
sabéis el camino.”
Díceme Tomás:
“Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”
Le contesté:
“Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino
por mí. Si me habéis conocido, también a mi Padre conoceréis; y ya
desde ahora le conocéis y le habéis visto.”161
Díceme Felipe:
“Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.”
Le dije:
“Tanto tiempo estoy con vosotros, ¿y no me has conocido,
Felipe? Quien me ha visto, ha visto al Padre: ¿Cómo dices tú:
“Muéstranos al Padre”? ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el

161
Conocer a Cristo es conocer al Padre, ver a Cristo es ver al Padre. Llegar hasta el Padre solo
es posible a través de Cristo. Cristo es el único Camino, la única Verdad, la única Vida. Todas
las palabras de Cristo son palabras de Dios, están avaladas por sus obras. Ya, a la altura en la
que estamos de la lectura de esta Autobiografía, no se puede poner a prueba la razón, porque la
evidencia de que estamos ante un Ser singular no es cuestionable. Ahora, el siguiente paso, es
reflexionar sobre un misterio que transciende a la mente humana. Estamos contemplando y
oyendo palabras pronunciadas por boca humana que dicen verdades divinas, palabras en la
boca de Cristo que expresan con meridiana claridad una verdad palmaria, su Padre es Dios y
Él, que contemplamos Hombre, manifiesta que Ambos son dos Personas distintas pero tienen
una sola Naturaleza. Con el Espíritu son un solo Dios. Cristo se me muestra como Hombre, mis
sentidos lo reconocen con naturaleza humana, pero mi Fe, sin dejar de contemplar a un Hombre
como yo, contempla a su vez un Ser divino, mi único Dios, el Autor de la vida que me concede
vivir, mi último destino, la razón que justifica mi existencia en su existir.

Página 198
Autobiografía de Jesucristo

Padre está en mí? Las palabras que Yo os hablo, de mí mismo no las


hablo, mas el Padre que en mí mora, el hace sus obras. Creedme,
que Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, por las obras
mismas creedlo.”
7.09 Frutos de la Fe. Otro Consolador. No os dejaré huérfanos. (Jn
14, 12-24)

“En verdad, en verdad os digo: Quien cree en mí, las obras que
Yo hago, también él las hará, y mayores que éstas hará, porque Yo
voy al Padre. Y cualquier cosa que pidiereis en mi Nombre, eso
haré, para que sea glorificado el Padre en el Hijo. Si algo pidiereis
en mi nombre, Yo lo haré. Si me amareis, guardaréis mis
mandamientos; y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Valedor que
esté con vosotros perpetuamente: el Espíritu de la verdad, que el
mundo no puede recibir, porque no le ve ni conoce; vosotros le
conocéis, pues a vuestro lado permanece y en vosotros está. No os
dejaré huérfanos; vuelvo a vosotros. Todavía un poco, y el mundo
ya más no me ve; pero vosotros me veréis, porque Yo vivo y
vosotros viviréis. En aquel día conoceréis vosotros que Yo estoy en
mi Padre, y vosotros en mí y Yo en vosotros. Quien tiene mis
mandamientos y los guarda, éste es el que me ama; y quien me
ama, será amado de mi Padre, y Yo también le amaré y me
manifestaré a él.”162
Díjome Judas, no el Iscariote:
“Señor, ¿y qué ha pasado, que vas a manifestarte a nosotros y no al
mundo?”
Le respondí:
“Si alguno me amare, guardará mi palabra, y mi Padre le
amará, y a él vendremos y en él haremos mansión.163 Quien no me
ama no guarda mis palabras. Y la palabra que oís no es mía, sino
del Padre, que me ha enviado.”
7.10 Vuelvo a prometerles el Consolador. (Mt 26, 30; Mc 14, 26; Lc 22,

162
Amigo lector, el mundo no puede entender estas palabras, sin embargo en ellas está la
suprema felicidad a la que aspira el hombre de todos los tiempos. Creer en Cristo es estar en
disposición de hacer las mismas obras que el hace, es asegurar que, en su Nombre, todo lo
bueno que pidamos al Padre nos será dado. Creer en Jesucristo es ser destinatario del Espíritu
que vive en cada cristiano para hacerle feliz con la íntima revelación de una verdad singular y
bienaventurada, la hermosa verdad de que Cristo está en el Padre, que nosotros estamos en
Cristo y Cristo en nosotros. En el amor contemplaremos a Jesús ya en esta vida.
163
Guardar la palabra de Cristo y vivir en consecuencia de este amor que decimos profesar,
supone ser habitáculo de la divinidad. El Dios que no cabe en el universo se digna habitar, con
toda su plenitud, en el alma y en el cuerpo de una criatura que ama a su Creador, a su
Redentor.

Página 199
Autobiografía de Jesucristo
39 Jn 14, 25-31)
“Estas cosas os he hablado estando con vosotros; mas el
Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi Nombre, el
os enseñará todas las cosas que os dije Yo. La Paz os dejo, la Paz
mía os doy.164 No se conturbe vuestro corazón, ni se acobarde.
Oísteis que Yo os dije: “Me voy y volveré a vosotros”. Si me amaseis,
os holgaríais de que voy al Padre, pues el Padre es mayor que Yo. Y
ahora os lo he dicho antes de que suceda, para que, cuando
sucediere, creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque
viene el príncipe de este mundo; mas en mí no tiene nada; pero
menester es conozca el mundo que amo al Padre, y que, como me lo
mandó el Padre, así lo hago. Levantaos, vamos de aquí.”
Y cantando los himnos, salimos al monte de los Olivos.

7.11 La Vid y los sarmientos. (Mt 26, 31; Mc 14,27; Jn 15, 1-11)

En el camino dije a mis discípulos:


“Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo
sarmiento que en mí no lleva fruto, lo arranca; y todo el que lleva
fruto, lo poda, para que lleve fruto más copioso. Ya vosotros estáis
limpios, en virtud de la palabra que os he hablado. Permaneced en
mí, y Yo vosotros. Como el sarmiento no puede llevar fruto en sí
mismo si no permaneciere en la cepa, así tampoco vosotros, si no
permaneciereis en mí. Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos. Quien
permanece en mí y Yo en él, éste lleva fruto abundante, porque
fuera de mí nada podéis hacer. Si alguno no permanece en mí, es
arrojado fuera como el sarmiento y se seca; y los recogen y arrojan
al fuego, y arden. Si permaneciereis en mí, y mis palabras
permanecieren en vosotros, cuanto quisiereis pedidlo, y lo
obtendréis. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis fruto
abundante; con eso seréis discípulos míos. Como me amó el Padre,
también Yo os amé; permaneced en mi amor. Si mis mandamientos
guardareis, permaneceréis en mi amor; como Yo he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas
os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea
cumplido.”165

164
El Espíritu del Padre y del Hijo, que habita en nuestra alma, si así lo queremos, nos enseñará
la ciencia de Cristo, este conocer al Autor de la Vida que es también el Autor de la Paz, de la
verdadera Paz.
165
¿Quién no entiende éstas palabras? Conocer a Cristo, amarle, es vivir de el, en el, con el y
para Él. ¿Quién puede meditar estas palabras y no rendirle el corazón a Jesucristo? ¿Por qué la
Luz, la Verdad y la Vida que son estas mismas palabras no son aceptadas por el mundo? ¡Qué
misterio de ingratitud se da en el hombre!

Página 200
Autobiografía de Jesucristo

7.12 El Mandamiento del amor fraterno. (Jn 15, 12-17)

“Este es el mandamiento mío: Que os améis unos a otros, así


como os amé. Mayor amor que éste nadie le tiene: que dar uno la
vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciereis lo que Yo
os mando. Ya no os llamo siervos, pues el siervo no sabe lo que hace
su señor; mas a vosotros os he llamado amigos, pues todas las
cosas que de mi Padre oí os las di a conocer. No me escogisteis
vosotros a mí, antes Yo os escogí a vosotros,166 y os destiné para que
vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca, para que cuanto
pidáis al Padre en nombre mío, os lo de. Esto os mando: Que os
améis los unos a los otros.”167
7.13 Odio del mundo contra mí y mis discípulos. (Jn 15, 18-27; Jn 16,
1-4)

“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido


primero que a vosotros. Si del mundo fuerais, el mundo amaría lo
que es suyo; mas pues no sois del mundo, sino que Yo os entresaqué
del mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra
que os dije: “No es el siervo mayor que su señor”. Si a mí me
persiguieron, también a vosotros os perseguirán; si mi palabra
guardaron, también la vuestra guardarán. Mas todas esas cosas
harán con vosotros a causa de mi Nombre, porque no conocen al
que me envió. Si Yo no viniera y les hablara, no tuvieran pecado;
mas ahora no tienen excusa de su pecado. Quien a mí me aborrece,
también aborrece a mi Padre. Si no hubiera Yo hecho entre ellos
obras cuales ningún otro hizo, no tuvieran pecado; mas ahora las
han visto, y han aborrecido así a mí como a mi Padre. Mas había de
cumplirse la palabra escrita en su Ley: “Me aborrecieron sin
motivo”. Mas cuando viniere el Paráclito, que Yo os enviaré de cabe
el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, el dará
testimonio de mí. Y vosotros también sois testigos, ya que desde el
principio estáis Conmigo. Estas cosas os he hablado por que no os
166
Dios lleva la iniciativa. Dios se escoge al hombre al que le va a demandar amor sobre todo
amor posible. El hombre no escoge a Dios, pero el hombre sí puede despreciar este privilegio
inaudito. Dios mendiga el amor del hombre, y el hombre se lo puede negar. ¿Hay mayor misterio
que éste?
167
Dios es Amor y este es su mandamiento supremo: amar, amar con toda el alma al Creador y
a lo creado, amar a los hijos de mi Padre como a mí mismo me amo.

Página 201
Autobiografía de Jesucristo

escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas; más aún, llega hora


en que todo aquel que os matare piense rendir culto a Dios. Y esto
harán, porque no conocieron al Padre ni a mí. Pero estas cosas os
he hablado para que, cuando llegare su hora, os acordéis de ellas
que Yo os las dije. Y no os las dije desde un principio, dado que
estaba con vosotros.”

7.14 Acción del Espíritu Santo. (Jn 16, 5-15)

“Mas ahora voy al que me envió, y ya ninguno de vosotros me


pregunta: ¿Adónde vas? Antes, por haberos Yo dicho estas cosas, la
tristeza ha llenado vuestros corazones. Pero Yo os digo la verdad:
os cumple que Yo me vaya: porque si no me fuere, el Paráclito no
vendrá a vosotros, mas si me fuere, os lo enviaré. Y El, cuando
viniere, convencerá al mundo cuanto al pecado, cuanto a la justicia
y cuanto al juicio. Cuanto al pecado, por razón de que no creen en
mí; cuanto a la justicia, porque me voy al Padre y ya no me veis; y
cuanto a juicio, porque el príncipe de éste mundo ha sido juzgado.
Todavía muchas cosas tengo que deciros, mas no las podéis
sobrellevar ahora; mas cuando viniere El, el Espíritu de la Verdad,
os guiará en el camino de la verdad integral. Pues no hablará de si
mismo, sino lo que oyere, eso hablará, y os dará a conocer lo
porvenir. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo dará a
conocer. Todo cuanto tiene el Padre, mío es; por eso dije que recibe
168
de lo mío y os lo dará a conocer.”
7.15 “Otra vez me veréis.” (Jn 16, 16-24)

“Un poquito y ya no me veis; y otro poquito, y me veréis.”


Dijeron, pues, entre sí algunos de mis discípulos:
“¿Qué será eso que nos dice: “Un poquito, y no me veis; y otro poquito, y
me veréis, y “Me voy al Padre”? No entendemos lo que dice.”
Conocí que tenían ganas de preguntarme y les dije:
“Andáis averiguando unos con otros sobre esto que os dije: “Un
168
Cristo se va y además dice que conviene que el se marche para que pueda venir Otro al que
llama Paráclito, Espíritu de la Verdad. ¿A dónde va Cristo y de dónde viene esta Persona?
Cristo va al Padre y este “Desconocido” viene del Padre y guiará a los que tengan Fe,
susurrando al oído del alma las palabras de Cristo, estas mismas palabras que hemos leído en
esta Autobiografía. Cristo no se va a un lugar, tampoco esta Persona, que será enviada por el,
viene de un lugar, esta ubicación de Personas no ha de entenderse en clave de espacio y
tiempo porque en Dios no hay dimensiones.

Página 202
Autobiografía de Jesucristo

poquito, y no me veis; y otro poquito y me veréis”. En verdad, en


verdad os digo que vosotros lloraréis y os lamentaréis, y el mundo
se regocijará; vosotros os acongojaréis, pero vuestra congoja se
tornará en gozo. La mujer cuando está de parto, tiene congoja, pues
llegó su hora; mas cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda
del aprieto, por el gozo de que nació un hombre al mundo. Pues así
también vosotros, ahora cierto tenéis congoja; mas otra vez os veré,
y se gozará vuestro corazón, y vuestro gozo nadie os lo quita. Y en
aquel día no me preguntaréis cosa alguna. En verdad en verdad
os digo: si alguna cosa pidiereis al Padre, os lo concederá
en nombre mío. Hasta ahora no habéis pedido cosa alguna en
Nombre mío. Pedid y recibiréis, porque vuestro gozo sea
cumplido.”169
7.16 Conclusión. (Jn 16, 25-33)

“Estas cosas os he hablado en parábolas; llega la hora en que


ya no os hablaré en parábolas, sino que declaradamente os daré
nuevas acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi nombre, y no
os digo que Yo rogaré al Padre por vosotros, puesto que el Padre, el
mismo, os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído
que Yo de Dios salí. Salí del Padre y he venido al mundo; otra vez
dejo el mundo y me voy al Padre.”170
Dijéronme mis discípulos:
“Ahora sí que hablas abiertamente y no dices ninguna parábola. Ahora
conocemos que lo sabes todo y no tienes necesidad de que nadie te pregunte: en
esto creemos que saliste de Dios.”
Les dije:
“¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora -y ya ha llegado- en
que os dispersaréis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Mas
no estoy solo, pues el Padre está Conmigo. Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis Paz. En el mundo tendréis
apretura; mas tened buen ánimo, Yo he vencido al mundo.”
169
Lo que se pidiere en nombre de Jesucristo no será negado por el Padre. Para pedir en el
nombre del Hijo de Dios hay que disponer el alma y suplicar, precisamente al Espíritu que la
vivifica y la inspira, saber qué pedir, cómo pedirlo y cuando pedirlo, porque de seguro que
siendo así, lo pedido será realidad en la medida de la Fe con que se pida. Amigo lector, creamos
esta sagrada verdad con la que Cristo nos provoca la Fe porque su palabra ni se engaña ni nos
engaña, es tan verdad como la Verdad que el mismo dice ser.
170
Cristo, como venimos diciendo, no viene de un lugar, viene del Padre y el Padre es una
Persona. Viene a este mundo y como Hombre le hemos visto, le hemos tocado, le hemos oído.
Dejará el mundo, que sí es un lugar, y volverá a su Padre. En el Padre estaba como Dios antes
de hacerse Hombre y cuando se hizo Hombre no dejó de ser Dios. Ahora está en el Padre, que
no es un lugar, como Dios y como Hombre. Amigo lector, tú y yo ¿iremos al Padre como Cristo
se ha ido?

Página 203
Autobiografía de Jesucristo

ORACION SACERDOTAL
7.17 Ruego por mí. (Jn 17, 1-5)
Estas cosas hablé, y alzando los ojos al cielo, dije:
“Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo
te glorifique a Ti; según que le diste el señorío sobre toda carne,
para que a todos los que les has dado, a éstos de vida eterna. Y esta
es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el solo Dios verdadero, y a
quien enviaste, Jesucristo. Yo te glorifiqué sobre la tierra,
consumando la obra que Tú me has encomendado hacer; y ahora
glorifícame Tú, Padre, cabe Ti mismo con la gloria que cabe Ti Yo
tenía antes que el mundo fuese.”
7.18 Ruego por mis discípulos. (Jn 17, 6-19)

“Manifesté tu Nombre a los hombres que me diste del mundo,


Tuyos eran, y Tú me los diste; y tu palabra han guardado. Ahora
han conocido que todo cuanto me has dado, de Ti viene: pues las
palabras que me confiaste, Yo las he comunicado a ellos, y ellos las
recibieron, y conocieron verdaderamente que de Ti salí, y creyeron
que Tú me enviaste. Por ellos Yo ruego: no por el mundo ruego, sino
por aquellos que me has encomendado,171 pues tuyos son, y mis
cosas todas tuyas son, y las tuyas mías; y he sido glorificado en
ellos. Y desde ahora no estoy en el mundo, y éstos quedan en el
mundo, y Yo voy a Ti. Padre Santo, guárdalos en tu nombre éstos
que Tú me has dado, para que sean uno como Nosotros. Cuando
estaba con ellos, Yo los guardaba en tu Nombre; a los que me has
dado los custodié; y ninguno de ellos pereció, sino el hijo de la
perdición, para que la Escritura se cumpla. Mas ahora voy a Ti y
digo estas cosas estando en el mundo para que tengan mi gozo
cumplido dentro de sí. Yo les he comunicado tu palabra, y el mundo
los aborreció, porque no son del mundo, como ni Yo soy del mundo.
No pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Malo.
No son del mundo, como ni Yo soy del mundo. Conságralos en la
verdad: Tu palabra es verdad. Como Tú me enviaste al mundo, Yo
también los envié al mundo. Y por ellos me consagro a mí mismo,
para que ellos también sean consagrados en la verdad.”
171
Cristo ruega por los hombres que su Padre le ha dado. No ruega por todos los hombres que
vengan a ser en este mundo, por lo menos de manera expresa. Para estos hombres escogidos,
el Hijo de Dios demanda a su Padre la protección, para que todos estos elegidos sean uno así
como El y su Padre son Uno. Todas y cada una de las palabras de Cristo son las palabras que
el Padre le mandó comunicar a los hombres y entiendo, amigo lector, que no es ningún
atrevimiento confirmarte que estas palabras son las mismas que vienes leyendo en esta
Autobiografía.

Página 204
Autobiografía de Jesucristo
7.19 Ruego por mi Iglesia futura. (Jn 17, 20-26)
“No ruego por éstos solamente sino también por los que crean
en mí por medio de su palabra; que todos sean uno; como Tú,
Padre, en mí y Yo en Ti, que también ellos en Nosotros sean uno,
para que el mundo crea que Tú me enviaste. Y Yo les he comunicado
la gloria que Tú me has dado, para que sean uno como Nosotros
somos Uno. Yo en ellos y Tú en mí, para que sean consumados en la
unidad: para que conozca el mundo que Tú me enviaste y les
amaste a ellos como me amaste a mí. Padre, los que me has dado,
quiero que, donde estoy Yo, también ellos estén Conmigo, para que
contemplen mi gloria que me has dado,
porque me amaste antes de la creación del mundo. Padre Justo; y el
mundo no te conoció. Mas Yo te conocí; y éstos también conocieron
que Tú me enviaste. Y Yo les manifesté tu nombre, y se lo
manifestaré. Para que el amor con que me amaste sea en ellos, ¡y
Yo en ellos!”172

CONSUMACION DE LA VOLUNTAD DE MI PADRE


CAPITULO VIII
8.01 En el huerto de Getsemaní. (Mt 26, 30-46; Mc 14, 26-42; Lc 22,
39-46; Jn 18, 1-2)
Dicho esto, salí de Jerusalén, junto con mis discípulos, a la otra parte del
torrente Cedrón, me dirigí, según costumbre, al monte de los Olivos. Y llegamos
a una granja llamada Getsemaní, donde había un huerto en el cual entramos mis
discípulos y Yo. También Judas, el que me entregaba, sabía aquel lugar, puesto
que muchas veces nos reuníamos allí. Y les dije a mis discípulos.
“Sentaos aquí mientras voy allá para orar. Orad, para que no
entréis en tentación.”
Vinieron Conmigo Pedro y los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Me
invadió la tristeza y comencé a sentir espanto y abatimiento. Entonces les dije:
“Triste sobremanera está mi alma hasta la muerte: quedad
aquí y velad Conmigo.”
Arrancándome de ellos, me aparté a la distancia como de un tiro de piedra,
y puestas las rodillas, caí con mi rostro sobre tierra, y oraba diciendo:

172
Esto está escrito para nosotros, para los hombres y mujeres de mi tiempo, para todas las
generaciones posibles.

Página 205
Autobiografía de Jesucristo

“Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; Padre mío, si es


posible, si quieres, pase de mí este cáliz; mas no se haga como Yo
quiero, sino como quieres Tú, no se haga mi voluntad sino la
Tuya.”173

173
En virtud de su divinidad, el conocimiento pretérito de los infames hechos que se le vienen
encima a Cristo, pone a prueba la naturaleza humana de un Hombre que tiene sentimientos
como tú y como yo, amigo lector. De cara al final de su vida en este mundo, el que se nos ha
mostrado como Dios se manifiesta con patética evidencia que es Hombre y Hombre que no
quiere sufrir. Bien conoce como Dios e incluso como Hombre que es necesario padecer la
Pasión que le espera, pero lo que nosotros apreciamos es un Hombre en suprema depresión,
tanta como para hacerle sudar sangre, con un miedo pavoroso e indescriptible. La infinita
amargura con la que se muestra la humanidad de Jesús nos secuestra la razón para interpretar
el por qué de este misterio y en un acto de compasión de quien adora a su Señor solo le cabe
acompañarlo como el perro acompaña a su Amo hasta la muerte. No comprendo nada, solo
dispongo mi alma para unirme a este Jesús de quien recibo la existencia, no entro en las causas
que motivan tanto horror en un Hombre, aunque intuyo que mi miserable vida algo tiene que ver
con tanta pena. Amigo lector, ahora toca reflexionar sobre la Pasión de nuestro Dios.
Dispongámonos a contemplar cómo los hombres matamos al Autor de la Vida, porque esto que
leemos se ha consumado en el tiempo, en el espacio, en nuestra historia.

Página 206
Autobiografía de Jesucristo
Vine a mis discípulos y los hallé durmiendo y le dije a Pedro:
“¡Simón! ¿Duermes? ¿Así no pudiste velar una hora Conmigo?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu, si, está
animoso, mas la carne es flaca.”
Y de nuevo me retiré y me puse a orar otra vez, repitiendo las mismas
palabras:
“Padre mío, si no es posible que pase este cáliz sin que Yo lo
beba, hágase tu voluntad.”
Y viniendo otra vez, los hallé durmiendo, porque estaban sus ojos cargados,
no sabían qué responderme. Y habiéndoles dejado, me retiré de nuevo y oré por
tercera vez, repitiendo de nuevo las mismas palabras. Venido del cielo se llegó a
mí un ángel que me confortaba. Vine en agonía, orando más intensamente y un
sudor como grumos de sangre caía de mí al suelo. Me levanté de la oración y vine
por tercera vez a mis discípulos y los hallé durmiendo por efecto de la tristeza. Y
les dije:
“Ya por mí, dormid y descansad…¿Cómo, dormís? ¡Ea! Ya está:
llegó la hora; he aquí que es entregado el Hijo del hombre en manos
de pecadores. Levantaos, vamos: mirad que está aquí cerca el que
me entrega.”
8.02 Se consuma la traición. El prendimiento. (Mt 26, 47-57; Mc 14,
43-53; Lc 22, 47-54; Jn 18, 3; Jn 18, 12-13))

Hablando todavía, llegó Judas y con él la cohorte y gendarmes


proporcionados por los sumos sacerdotes y fariseos, una turba numerosa con
linternas, antorchas, espadas y bastones, que venían enviados por los príncipes
de los sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo. Judas iba delante de
ellos, el cual había dado una contraseña diciendo:
“A quien yo besare, el es: sujetadle y llevadle bien asegurado.”
Y así que llegó, al punto, acercándose a mí, dijo:
“Salud, Maestro.”
Y me dio un fuerte beso. Le dije:
“¡Amigo, a lo qué has venido!…¡Judas! ¿Con un beso entregas al
Hijo del hombre?”
Sabiendo, pues, todo lo que me iba a sobrevenir, salí a ellos y les dije:
“¿A quién buscáis?”
Respondieron:
“A Jesús de Nazaret.”
Les dije:

Página 207
Autobiografía de Jesucristo

“Yo soy.”
Ya Judas estaba con la turba y al decirles “Yo soy”, retrocedieron y cayeron
a tierra. De nuevo, pues, les pregunté:
“¿A quién buscáis?”
Y ellos respondieron:
“A Jesús de Nazaret.”
Les dije.
“Os dije que Yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejad marchar a
éstos.”
Para que se cumpliera la palabra que dije: “De cuantos me diste no he
perdido a nadie”. Entonces, acercándose, echaron manos sobre mí y me
sujetaron. Mis discípulos viendo lo que iba a pasar, dijeron:

Página 208
Autobiografía de Jesucristo
“Señor, ¿herimos con la espada?”
Y Simón Pedro, alargando la mano, desenvainó su espada, e hiriendo al
siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja derecha. El nombre del siervo era
Malco.
Intervine y dije:
“Dejadle, no haya más.”
Y tocando la oreja de Malco le sané. Y dije a Pedro:
“Vuelve la espada a su lugar, porque todos los que empuñan
espada, por espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a mi
Padre, y pondrá ahora mismo, a mi disposición, más de doce
legiones de ángeles? El cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de
beber? ¿Cómo pues, se cumplirán las Escrituras, que dicen ha de
suceder así?”
Y dirigiéndome entonces a los que habían venido contra mí, sumos
sacerdotes y jefes de la policía del Templo y ancianos les dije:
“¡Como contra un salteador habéis salido con espadas y
bastones a prenderme! Cada día estaba y me sentaba con vosotros
en el Templo enseñando, y no extendisteis las manos sobre mí para
prenderme. Mas todo esto ha pasado para que se cumplan las
Escrituras de los Profetas. Pero esta es vuestra hora y el poder de
las tinieblas.”
La cohorte, pues, el tribuno y los satélites me prendieron y me ataron.
Entonces mis discípulos todos, abandonándome, huyeron.
Un cierto joven me seguía, envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo
y le detienen; mas él, soltando la sábana, desnudo, se escapó.

8.03 Ante Anás. (Jn 18, 12-14; Jn 18, 12-23)

Me llevaron primeramente ante Anás, pues era suegro de Caifás, que era
pontífice aquel año. Era Caifás quien había dado a los judíos aquel consejo:
“Conviene
que muera un hombre solo por el pueblo”. Ya ante Anás, me interrogó acerca de
mis discípulos y de mi doctrina. Le respondí:
“Yo he hablado públicamente al mundo; Yo siempre enseñé en
la sinagoga y en el Templo, a donde concurren todos los judíos, y a
escondidas no hablé nada. ¿Por qué me interrogáis a mí? Interroga
a los que han oído lo que le hablé; mira, esos saben lo que dije Yo.”
Y en habiendo dicho esto, uno de los satélites allí presentes me dio un
bastonazo en la cara, diciendo:
“¿Así respondes al pontífice?”
Yo le dije:
“Si hablé mal, da testimonio de lo malo. Mas si bien, ¿por qué
me hieres?”

Página 209
Autobiografía de Jesucristo
8.04 Ante Caifás. Ultrajes. (Jn 18, 24; Mt 26, 57-68; Mc 14, 53-65)

Anás, pues, me envió atado a Caifás, el pontífice. Me llevaron a casa de


Caifás, el sumo sacerdote, y allí se habían congregado todos los sacerdotes, los
ancianos y los escribas. Los sumos sacerdotes y el Sanhedrín entero buscaban
algún falso testimonio contra mí con el objeto de darme la muerte, y no lo
hallaban: porque aunque muchos testificaban en falso contra mí, los testimonios
no eran acordes. Posteriormente, comparecieron dos, diciendo:
“Este dijo: Puedo derribar el Santuario de Dios y en tres días
reedificarlo.”
“Nosotros le oímos decir: “Yo derribaré este Santuario, hecho por mano
de hombre, y en tres días edificaré otro no hecho por manos humanas.”

Página 210
Autobiografía de Jesucristo
Y ni aun así era acorde su testimonio. Y levantándose el sumo sacerdote y
adelantándose al medio, me interrogó, diciendo:
“¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos testifican contra Ti?”
Mas Yo, manteniéndome callado, no respondí nada. De nuevo el sumo
sacerdote me interrogó diciendo:
“¡Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios Bendito!”
Le contesté:
“Tú lo dijiste: Yo soy; empero, os digo que a partir de ahora
veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo
sobre las nubes del cielo.”
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
“¡Blasfemó!; ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? Oísteis la blasfemia.
¿Qué os parece?”
Todos ellos me condenaron, diciendo:
“¡Reo es de muerte!”
Entonces comenzaron algunos a escupirme en el rostro, a darme puñadas y
bofetadas. Y los hombres que me tenían aprisionado me escarnecían hiriéndome.
Y habiéndome envuelto el rostro con un velo, me golpeaban con los puños y me
preguntaban diciendo:
“Profetízanos, Mesías, ¿quién es el que te dio?”
Y otras muchas cosas insultantes decían contra mí.

8.05 La negación de Pedro. (Mt 26, 58; Mt 26, 69-75; Mc 14, 54; Mc 14,
66-72; Lc 22, 54-62; Jn 18, 15-27)

Pedro desde lejos iba siguiéndome, y con él iba Juan. Juan era conocido del
sumo sacerdote y entró junto Conmigo en el atrio de Caifás; mas Pedro se quedó
fuera a la puerta. Saliendo Juan, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. Y en
esto, dijo a Pedro la muchacha portera:
“¿Por ventura también tú eres de los discípulos de ese hombre?”
Dijo él:
“No lo soy.”
Estaban allí los siervos y los gendarmes, que habían hecho fuego en medio
del atrio, porque hacía frío y justos alrededor del fuego se calentaban; estábase
también Pedro entre ellos calentándose. Habiéndose
sentado Pedro, se le acercó una de las muchachas del sumo sacerdote, y como vio
a Pedro calentándose, mirándole fijamente, le dice:
“También tú andabas con el Nazareno, ese Jesús.”
Y vuelta a los demás decía:
“También este andaba con él.”
Pedro lo negó delante de todos, diciendo:
“No le conozco, mujer, ni sé ni entiendo qué es lo que tú dices.”
Salió fuera del vestíbulo, y un gallo cantó. Como hubiere salido al portal, le
vio otra muchacha y dijo a los que allí habían:

Página 211
Autobiografía de Jesucristo
“Este andaba con Jesús el Nazareno.”
La muchacha portera comenzó de nuevo a decir a los presentes:
“Este es de ellos.”
Pedro otra vez negaba y saliendo al atrio, de pie, de nuevo se calentaba.
Dícenle, pues:
“¿Qué? ¿También tú eres de sus discípulos?”
Y me negó con juramento diciendo:
“No lo soy. No conozco tal hombre.”
Otro, viéndole, dijo:
“También tú eres de ellos.”
Mas Pedro dijo:
“¡Hombre!, no lo soy.”
Habiendo pasado cosa de una hora se acercaron los presentes a Pedro que
le volvieron a decir:
“Verdaderamente, también tú eres de ellos. Pues tu modo de hablar te
delata, porque eres galileo.”

Página 212
Autobiografía de Jesucristo

Entonces, Pedro, comenzó a proferir imprecaciones y a jurar:


“¡No conozco a ese hombre que decís!”
Por último, uno de los siervos del sumo sacerdote, hermano de aquel a
quien Pedro había cortado la oreja, le dice:
“¿Pues no te vi yo en el huerto con él?”
Pedro también lo negó. Al instante, estando él hablando todavía, cantó un
gallo por segunda vez, al tiempo que Yo maniatado y escarnecido pasé junto a
Pedro fijando mis ojos en los suyos. Recordó Pedro aquellas mis palabras:
“Antes que el gallo cante dos veces, hoy me negarás tres veces”. Y rompiendo en
llanto no cesaba de llorar, y saliendo afuera, lloró amargamente.

8.06 Al amanecer, ante el Sanhedrín. (Mt 27, 1-2; Mc 15, 1; Lc 22, 66-
71; Lc 23, 1)

Página 213
Autobiografía de Jesucristo
Llegado el amanecer, se reunió en junta el senado del pueblo y sumos
sacerdotes y escribas, tomando consejo contra mí al efecto de darme muerte. Me
llevaron a su Sanhedrín y dijeron:
“Si Tú eres el Mesías, dínoslo.”
Contesté:
“Si os lo dijere, no me creeréis; y si, por otra parte, os
interrogare, no me responderéis. No obstante, a partir de ahora
estará el Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder de Dios.”
Dijeron todos:
“¿Conque Tú eres el Hijo de Dios?”
Les dije:
“Vosotros lo decís; Yo soy.”
Ellos dijeron:
“¿A qué necesitamos ya de testimonios? Pues nosotros mismos lo oímos de
su propia boca.”
Y levantándose toda la muchedumbre de ellos, me ataron y me entregaron
a Poncio Pilatos, el gobernador.

8.07 Desesperación de Judas. (Mt 27, 3-10; Act 1, 18-19)

Fue entonces cuando Judas, el que me entregó, viendo que Yo había sido
sentenciado a muerte, arrepentido, devolvió a los sumos sacerdotes y a los
ancianos los treinta siclos, diciendo:
“Pequé entregando sangre inocente.”
Pero ellos le dijeron:
“¿A nosotros qué? Allá tú.”
Y arrojando en el santuario los siclos, se retiró, y, marchándose de allí, se
ahorcó, y habiendo caído de cabeza, reventó por medio y se le salieron todas las
entrañas. Los sumos sacerdotes, tomando los siclos, dijeron:
“No es lícito echarlos en el arca de las ofrendas, pues es precio de sangre.”
Y habiendo consejo, compraron con ellos el campo del alfarero para
sepultura de los forasteros. Judas, pues, adquirió un campo con el salario de su
iniquidad. Y se hizo notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de suerte que
aquel campo fue llamado en su propia lengua “Hakeldamakh”, esto es, “Campo
de sangre”. Entonces se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías, que dice:
“Y tomaron los treinta siclos, tasa del que fue puesto a precio, del que
pusieron a precio los hijos de Israel. Y los destinaron para el campo del
alfarero, según que me ordenó el Señor.” (Jer. 32, 6-9; Zac. 11, 13).

8.08 Presentación ante Pilatos. (Jn 18, 28-38; Lc 23, 2-7; Mt 27, 11; Mc
15, 2)

Fui llevado, pues, desde Caifás al pretorio. Era el amanecer. Ellos no


entraron en el pretorio, para no contraer contaminación que les impidiese comer
la Pascua. Salió, pues, Pilatos afuera a ellos, y dice:
“¿Qué acusación traéis contra éste hombre?”

Página 214
Autobiografía de Jesucristo

Respondieron y le dijeron:
“Si éste no fuera malhechor, no te lo hubiéramos entregado.”
Díceles, pues, Pilatos:
“Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley.”
Dijéronle, pues, los judíos:
“A nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie.”
Se cumpliría la palabra que Yo dije, significando de qué muerte había de
morir. Comenzaron a acusarme, diciendo:
“A Éste hemos hallado amotinando nuestra gente, y prohibiendo dar
tributo al César y diciendo que es el Mesías Rey.”
Entró, pues, Pilatos otra vez en el pretorio y me llamó. Comparecí delante

Página 215
Autobiografía de Jesucristo
de él y me interrogó diciendo:
“¿Tú eres el Rey de los judíos?”
Respondí:
“¿De ti mismo dices tú esto, o bien otros te lo dijeron de mí?”
Contestó Pilatos:
“¿Por ventura soy yo judío? Tu nación y los pontífices te entregaron a mí;
¿qué hiciste?”

Le dije:
“Mi Reino no es de éste mundo. Si de éste mundo fuera mi
Reino, mis ministros lucharían para que Yo no fuera entregado a
los judíos. Mas ahora mi Reino no es de aquí.”
Díjome, pues, Pilatos:

Página 216
Autobiografía de Jesucristo
“¿Luego Rey eres Tú?”
Respondí:
“Tú lo dices: Yo soy Rey, Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo: para dar testimonio a favor de la verdad. Todo el
que es de la verdad oye mi voz.”
Dice Pilatos:
“¿Qué es verdad?”
Dicho esto, de nuevo salió a los judíos, y dijo a los sumos sacerdotes y a las
turbas:
“Yo no hallo en este hombre delito alguno.”

8.09 Nuevas acusaciones. (Mt 27, 12-14; Mc 15, 3-5; Jn 18,38)


Mas los sumos sacerdotes siguieron acusándome de muchas cosas y Yo
nada respondía. Pilatos de nuevo me interrogaba diciendo:

Página 217
Autobiografía de Jesucristo
“¿No respondes nada? ¿No oyes cuántas cosas testifican contra Ti?”
Pero Yo no respondí ya nada más, ni una sola palabra, hasta el punto de
maravillarse Pilatos en extremo. Ellos insistían con fuerza, diciendo:
“Amotina al pueblo, enseñando por toda la Judea y habiendo comenzado
por Galilea ha llegado hasta acá.”
Pilatos, como lo oyese, preguntó si Yo era galileo. Y entendiendo que era de
la jurisdicción de Herodes, me remitió a Herodes, que estaba también en
Jerusalén por aquellos días.
8.10 Ante Herodes. (Lc 23, 8-12)
Herodes, cuando me vio, se regocijó en extremo; porque desde hacía mucho
tiempo estaba deseoso de verme, pues había oído decir muchas cosas de mí, y
esperaba verme hacer algún prodigio. Y me preguntaba con mucha palabrería.
Mas Yo no respondí nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas
acusándome con ahínco. Herodes menospreció mi Persona, juntamente con su
cuerpo de guardia, y haciendo burla de mí, me vistió un ropaje luciente y me
remitió a Pilatos. Hiciéronse amigos uno de otro, Herodes y Pilatos, aquel día,
pues antes eran enemigos entre sí.
8.11 De nuevo comparezco ante Pilatos. (Lc 23, 13-23; Mt 27, 15-23;
Mc 15, 6-14; )
Pilatos, habiendo convocado a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo,
les dijo:
“Me presentasteis a éste hombre como amotinador del pueblo, y he aquí
que yo, habiéndole interrogado delante de vosotros, no hallé en este hombre
ninguno de los delitos de que le acusáis. Pero ni Herodes tampoco, pues lo
remitió a nosotros; y he aquí que nada digno de muerte se le ha probado. Le
castigaré, pues, y le soltaré.”
Al oír éstas palabras los sumos sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo,
crispados, pedían mi muerte con ahínco. Pilatos recordó que cada año, por la
Fiesta, tenía necesidad de soltarles en gracia del pueblo un preso, el que ellos
demandasen.
Tenían entonces un preso notable, un salteador llamado Barrabás, el cual
estaba en prisión junto con los amotinados, que en el motín habían perpetrado
un homicidio. Y les dijo Pilatos:
“Es costumbre vuestra que yo suelte un preso por la Pascua; ¿queréis,
pues, que os suelte al Rey de los judíos?”
Pilatos conocía que por envidia me habían entregado los sumos sacerdotes,
por ello se dirigió a la turba proponiéndome a mí por Barrabás.
En esto, Pilatos que estaba sentado en el tribunal, recibió un recado de su
mujer que decía:
“No te metas con ese Justo, porque he sufrido mucho hoy en sueños con
motivo de El.”
En este inciso, los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron e incitaron
a las turbas para que demandasen a Barrabás y a mí me hiciesen perecer.
Volviendo a tomar la palabra el gobernador, les dijo:
“¿A quién de los dos queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, el
llamado Mesías?”

Página 218
Autobiografía de Jesucristo
Levantaron el grito, toda la muchedumbre a una, diciendo:
“¡Quita de en medio a Éste y suéltanos a Barrabás!”
De nuevo les habló Pilatos, porque deseaba soltarme:
“¿Qué haré, pues, de Jesús, el llamado Mesías, que llamáis Rey de los
judíos?”
Ellos, todos, de nuevo gritaron:
“¡Crucifícale, crucifícale!”
Por tercera vez les dijo Pilatos:
“Pues ¿qué mal ha hecho Éste? Ningún delito digno de muerte hallé en El.
Así que, después de haberle castigado, le soltaré.”
Pero ellos instaban y más gritaban:
“¡¡Crucifícale!!”
8.12 Me flagelaron y coronaron de espinas. (Lc 23, 23-25; Mt 27, 26-
30; Mc 15, 15-18; Jn 19, 1-3)
Sus voces se hacían más violentas. Pilatos, pues, queriendo dar satisfacción
a la turba, dio orden de que se efectuase su demanda. Soltó al que demandaban,
al que por motín y homicidio había sido echado en la cárcel. Después, Pilatos
ordenó que me azotasen.

Página 219
Autobiografía de Jesucristo

Cuando terminó la flagelación de los soldados del gobernador, me


condujeron dentro del palacio o pretorio y se reunieron en torno de mí toda la
cohorte. Me quitaron los vestidos que Yo llevaba y me envolvieron en una
clámide de grana, trenzaron una corona de espinas y me la ciñeron sobre la
cabeza, poniendo en mi mano derecha una caña. Y así, venían a mí y me hacían
acatamiento y se mofaban, diciendo:
“¡Salud Rey de los judíos!”
Y dándome bofetadas y escupiendo sobre mí, tomaron la caña y me
golpeaban la cabeza con ella.

Página 220
Autobiografía de Jesucristo

8.13 “ECCE HOMO.” (Jn 19, 4-7)

Salió otra vez Pilatos afuera, y les dice:


“Ved, os lo traigo afuera para que conozcáis que no hallo en el delito
alguno.”
Me sacaron, pues, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y
les dice Pilatos:
“Ved aquí el Hombre.”

Página 221
Autobiografía de Jesucristo

Pero cuando me vieron los pontífices y los satélites, gritaron diciendo:


“¡¡Crucifícale, crucifícale!!”
Díceles Pilatos:
“Tomadlo vosotros y crucificadle, pues yo no hallo delito en El.”
Respondieron los judíos:
“Nosotros Ley tenemos, y según la Ley debe morir, pues se hizo Hijo de
Dios.”

8.14 Hijo de Dios. (Jn 19, 8-16; Mt 27, 24-26; Mc 15, 15; Lc 23, 24-25))

Cuando Pilatos oyó estas palabras temió más. Y entró de nuevo en el


pretorio y mandó que me hicieran entrar. Me preguntó:
“¿De dónde eres Tú?”

Página 222
Autobiografía de Jesucristo
Mas yo no le di respuesta. Díjome, pues, Pilatos:
“¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para soltarte y tengo
potestad para crucificarte?”
Le respondí:
“No tuvieras potestad alguna contra mí si no te hubiere sido
dada de arriba. Por eso quien me entregó a ti, mayor pecado tiene.”
Oídas éstas palabras y a consecuencia de ellas, Pilatos pretendía librarme.
Pero los judíos gritaban diciendo:
“¡Si sueltas a éste, no eres amigo del César, pues todo el que se hace Rey se
declara contra el César!”
Pilatos, pues, oídas éstas razones, me sacó afuera, se sentó en el tribunal, en
el lugar llamado Litóstroto (o “Embaldosado”), y en arameo Gabbatha (o
“Altura”). Era la Paresceve (o “Preparación”) de la Pascua, la hora cerca de la
sexta, y dice a los judíos:
“Ved ahí vuestro Rey.”
Gritaron, pues, ellos:
“¡Quita, quita; crucifícale!”
Díceles Pilatos:
“¿A vuestro Rey he de crucificar?”
Respondieron los pontífices:
“No tenemos Rey, sino César.”
Viendo Pilatos que nada aprovechaba, antes bien se promovía alboroto,
tomando agua, se lavó las manos en presencia de la muchedumbre, diciendo:
“Soy inocente de la sangre de este Justo; vosotros lo veréis.”
Y respondiendo todo el pueblo dijo:
174
“¡Sea su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
Entonces Pilatos, dando satisfacción a la turba, dio orden de que se
efectuase su demanda. Y me entregó a la voluntad de los judíos para que fuera
crucificado.

8.15 Mi crucifixión. Mi agonía. Mi muerte. (Mt 27, 31-50; Mc 15, 20-


23; Mc 15, 27-37; Lc 23, 32-46; Jn 19,17-30)

Me despojaron de la clámide y me vistieron con mis propios vestidos y me


llevaron de allí a crucificar. Llevando a cuestas mi Cruz, salí hacia el lugar de
crucifixión. Y en el camino se encontraron a un hombre de Cirene, que por allí
pasaba, cierto Simón que venía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo. A
éste echando mano de él le requirieron y le pusieron en hombros la Cruz para
que la llevase detrás de mí. Seguíanme gran muchedumbre de pueblo y de
mujeres las cuales me plañían y lamentaban. Volviéndome a ellas, les dije:
“Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí, sino llorad más bien
sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos. Porque, mirad,
vendrán días en que dirán: “Dichosas las estériles, y los vientres que
no engendraron, y los pechos que no criaron”. Entonces
174
Desde este patético grito hasta hoy ¿Qué más puede sufrir el pueblo judío?

Página 223
Autobiografía de Jesucristo

comenzarán a decir a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a los


collados: “Sepultadnos”. Porque si en el leño verde esto hacen, ¿en el
seco que se hará?”

Eran también llevados otros dos, malhechores, para ser ajusticiados


Conmigo. Llegamos al lugar llamado “Cráneo”, que en hebreo se dice Gólgota.
Me dieron vino mirrado, vino mezclado con hiel; mas habiéndolo gustado, no
quise beberle. Y allí me crucificaron y también a los dos ladrones, uno a mi
derecha y otro a mi izquierda. Era la hora tercia y fue cumplida la Escritura que
dice: “Y fue contado entre los inicuos”. Yo decía:
“¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!”

Página 224
Autobiografía de Jesucristo

Pilatos escribió un título, la inscripción de mi causa, y la puso sobre la Cruz


por encima de mi cabeza. Y estaba escrito:

“Este es Jesús el Nazareno el Rey de los Judíos”

Este título, pues, leyéronlo muchos de los judíos, pues estaba cerca de la
ciudad el lugar donde fui crucificado, y estaba escrito en hebreo, en latín y en
griego.
Decían, pues, a Pilatos los sumos sacerdotes de los judíos:
“No escribas: “El Rey de los judíos”, sino que “Él dijo: Rey soy de los
judíos.”
Respondió Pilatos:

Página 225
Autobiografía de Jesucristo
“Lo que he escrito, escrito está.”

Los soldados, pues, como ya me hubieran crucificado, tomaron mis


vestidos, e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado, y la túnica. Era la
túnica sin costura, tejida desde arriba toda ella. Dijeron, pues, entre sí:
“No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será.”
Para que se cumpliese la Escritura que dice: “Repartieron mis vestiduras y
sobre mi vestido echaron suerte”. Los soldados, pues, esto hicieron. Y sentados
me guardaban. Y estaba allí el pueblo mirando. Y los que por allí pasaban me
ultrajaban moviendo sus cabezas, y diciendo:
“¡Ea! Tú, el que destruye el santuario y en tres días le reedifica, sálvate a
Ti mismo, si es que eres Hijo de Dios, y baja de la Cruz.”
De semejante manera también los sacerdotes, a una con los escribas y
ancianos, en son de burla decían entre sí:
“A otros salvó, a si mismo no puede salvarse; el Mesías, el Rey de Israel, el

Página 226
Autobiografía de Jesucristo
Elegido, baje ahora de la Cruz, para que lo veamos y creamos. Baje ahora de la
Cruz y nos comprometemos a creer en El. Ha puesto en Dios su confianza:
líbrele ahora, si de verdad le quiere, como dijo: “De Dios soy Hijo.”
Burlábanse de mí también los soldados, que acercándose me ofrecieron
vinagre, diciendo:
“Si Tú eres el Rey de los judíos, sálvate a Ti mismo.”
También los que habían sido crucificados Conmigo me ultrajaban. Uno de
ellos que estaba colgado me insultaba diciendo:
“¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros”
Mas el otro, respondiendo, le reconvenía, diciendo:
“¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros, a la
verdad, lo estamos justamente, pues recibimos el justo pago de lo que hicimos;
mas Éste nada inconveniente ha hecho.”
Y me decía:
“¡Jesús, acuérdate de mí cuando vinieres en la gloria de tu
175
realeza!”
Yo le dije:
“En verdad te digo que hoy estarás Conmigo en el Paraíso.”176
Estaban junto a mí, crucificado, mi Madre y la hermana de mi Madre,
María de Cleofás, y María Magdalena. Viendo a mi Madre, y junto a ella al
discípulo a quien Yo tanto amaba, Juan, le dije:
“Mujer, he ahí a tu hijo.”177
Luego dije a Juan:
“He ahí a tu Madre.”178
Y desde aquella hora Juan la tomó en su compañía.
Llegó la hora sexta y se produjeron tinieblas sobre toda la tierra hasta la
hora nona, habiendo faltado el sol. Y hacia la hora nona clamé con gran voz:
“¡Eloí, Eloí, ¿Lamá sabaktaní?!” “¡Dios mío, Dios mío,
¿Por qué me desamparaste?!”
Algunos de los que allí estaban al oírme decían:
“Mira, a Elías llama.”
Después de esto, ya sabiendo que todas las cosas estaban cumplidas, para
que se cumpliera la Escritura dije:
“Tengo sed.”
Había allí una vasija llena de vinagre; al punto, tomando, pues, uno una
esponja empapada en el vinagre y clavándola en una caña de
hisopo, me la acercaron a la boca para darme de beber. Mas los demás decían:
“Deja, veamos si viene Elías a salvarle.”
Cuando, pues, hube tomado el vinagre, dije:
175
Un pecador, ¿qué más puede pedir?
176
¿Qué más se puede dar?
177
Madre, también nosotros somos hijos tuyos.
178
Dios mío, no pido más.

Página 227
Autobiografía de Jesucristo

“Consumado está.”
Y clamando con voz poderosa dije:
“¡Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu!”179
Y dicho esto, incliné la cabeza y entregué el Espíritu a mi Padre.

8.16 Mis amigos a distancia. El costado abierto. (Mt 27, 51-56; Mc 15,
39-41; Lc 23, 45-49; Jn 19, 31-37)

Y he aquí que el velo del Santuario se rasgó en dos de arriba abajo, y la


tierra tembló, y las rocas se hendieron, y los monumentos se abrieron, y muchos
cuerpos de los santos que descansaban resucitaron, y saliendo de los
monumentos, después de mi resurrección, entraron en la santa ciudad y se
aparecieron a muchos.

179
Expira el Autor de la vida sin consuelo y abandonado por su Padre Dios. Tanto amó Dios a
los hombres que entrega al Hijo de sus divinas entrañas en manos de estos mismos hombres
que le dan tan espeluznante muerte. ¿Qué locura es ésta? ¿Quién pude comprenderte, Padre
mío? Nos has hecho deudores de tu amor infinito. La eternidad amándote, con toda el alma, no
paga la suprema gratitud con la que debo adorarte en amor.

Página 228
Autobiografía de Jesucristo

Y viendo el centurión, que allí estaba de pie frente a mí, y los que con él
estaban guardándome, el temblor y las cosas que pasaban y la manera con que
Yo expiré se amedrentaron terriblemente y glorificando a Dios decían:
“¡Realmente este hombre era justo, verdaderamente Hijo de
Dios era Este!”
Y todas las turbas allí reunidas para este espectáculo, considerando las
cosas que habían acaecido, se volvían golpeando los pechos.
Estaban allí mirando a bastante distancia todos mis conocidos y las mujeres
que me habían seguido desde Galilea sirviéndome; entre las cuales estaba María
Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, Salomé y María la
madre de los hijos del Zebedeo, y otras muchas, que habían subido Conmigo a
Jerusalén.
Los judíos, pues, como era Paresceve, a fin de que no quedasen los cuerpos
el sábado en la Cruz, pues era grande el día de aquel sábado, rogaron a Pilatos
que se nos quebrantasen las piernas y fuéramos quitados.

Página 229
Autobiografía de Jesucristo
Vinieron, pues, los soldados, y al primero quebrantaron las piernas y luego
al otro que había sido crucificado Conmigo conjuntamente. Mas a mí, cuando
vinieron, como me vieron ya muerto, no me quebrantaron las piernas, sino que
uno de los soldados con una lanza me traspasó el costado, y al punto salió sangre
y agua. Juan, mi discípulo amado, que lo vio lo ha testificado, y su testimonio es
verídico, y Juan sabe que dice verdad, para que también tú creas. Pues
acontecieron estas cosas para que se cumpliese la Escritura: “No le será
quebrantado hueso alguno”. Y también otra Escritura: “Verán al que
traspasaron”.

8.17 La mortaja y sepultura de mi cadáver. (Mt 27, 57-66; Mc 15, 42-


47; Lc 23, 50-56; Jn 19, 38-42)

Después de esto, habiendo atardecido, puesto que era Paresceve, que es


antesábado, vinieron José de Arimatea, ciudad de los judíos, hombre rico, ilustre
sanhedrita, varón justo y bueno, el cual esperaba el Reino de Dios; discípulo mío,
si bien oculto por miedo a los judíos a cuyo consejo y acto no había dado su
consentimiento. Cobrando osadía, entró a la presencia de Pilatos y le demandó
mi cuerpo. Pilatos se maravilló de que Yo hubiera muerto; y habiendo hecho

Página 230
Autobiografía de Jesucristo
llamar al centurión, otorgó mi cadáver a José.
Vino también Nicodemo, el que la primera vez había venido a mí de noche,
trayendo una mixtura de mirra y de áloe, como cien libras. Me descolgaron de la
Cruz, me pusieron en los brazos de mi bendita Madre y me envolvieron en una
Sábana limpia que José había comprado y me ataron con lienzos junto con
perfumes, según era costumbre entre los judíos sepultar.

Había un huerto en el lugar donde fui crucificado, y en el huerto un


monumento nuevo que José había excavado en una roca, en el cual nadie todavía
había sido puesto. Allí, pues, a causa de la Paresceve de los judíos, puesto que el
monumento estaba cerca, pusieron mi cuerpo; y habiendo hecho rodar una gran
losa hasta la entrada del monumento, se retiraron. Rayaba el sábado.
Las mujeres que habían venido Conmigo desde Galilea, habiendo seguido
de cerca, inspeccionaron el monumento y cómo había sido colocado mi cuerpo.
Entre ellas estaba María Magdalena y María la de José sentadas frente al
sepulcro. Y habiéndose vuelto, prepararon aromas y perfumes; y durante el
sábado guardaron reposo conforme al precepto de la Ley.
Al día siguiente, que es después de la Paresceve, reunidos los sumos
sacerdotes y los fariseos, se presentaron a Pilatos, diciendo:

Página 231
Autobiografía de Jesucristo
“Señor, hemos recordado que aquel embaucador, viviendo aún, dijo:
“Después de tres días resucito”. Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro
hasta el día tercero, no suceda que viniendo sus discípulos lo hurten y digan al
pueblo: “Resucitó de entre los muertos”, y sea el último engaño peor que el
primero.”
Pilatos les dijo:
“Ahí tenéis guardia: id y aseguradle como sabéis.”
Ellos fueron y aseguraron bien el sepulcro, tras de sellar la losa, poniendo
guardia.
CAPITULO IX RESURRECCION,
GLORIFICACION Y VUELTA A MI PADRE
9.01 El sepulcro vacío. (Mt 28, 1-8; Mc 16, 1-8; Lc 24, 1-9; Jn 20, 1-2)
Y pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé
compraron perfumes con el fin de ir a ungirme. Cuando alboreaba el primer día
de la semana, muy de madrugada, estando oscuro todavía, vinieron al
monumento llevando consigo los aromas que habían preparado. Y se decían unas
a otras:
“¿Quién nos correrá la losa de la entrada del monumento?”

De pronto se produjo un gran temblor de tierra, pues un ángel, bajando del


cielo y acercándose, hizo rodar de su sitio la losa, y se sentó sobre ella. Era su
aspecto como de relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. Del miedo de él
se pusieron a temblar los guardias y quedaron como muertos.

Página 232
Autobiografía de Jesucristo

Apenas rayó el alba, las mujeres llegaron al sepulcro y mirando


atentamente, observan que la losa había sido corrida a un lado; porque era
enormemente grande. María Magdalena, viendo la losa quitada del monumento,
corre, pues, y va a Simón Pedro y a Juan y les dice:
“¡Se llevaron al Señor del monumento y no sabemos dónde lo pusieron!”
Las mujeres, entrando en el monumento no hallaron mi cuerpo. Y
aconteció, estando ellas desorientadas sobre esto, de pronto se le presentaron
dos varones vestidos de un largo ropaje blanco y refulgente; y quedaron
espantadas. Quedando
ellas amedrentadas e inclinando sus rostros a la tierra, tomó la palabra el ángel
que estaba sentado a la derecha, diciendo:
“No os espantéis vosotras, que ya sé que buscáis a Jesús, el Nazareno, el
Crucificado. ¿A qué buscáis al vivo entre los muertos? No está aquí: Resucitó,
como dijo. Recordad cómo os habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que
“el Hijo del hombre había de ser entregado en manos de los hombres pecadores

Página 233
Autobiografía de Jesucristo
y ser crucificado y al tercer día resucitar.”
Y ellas se acordaron de mis palabras. Siguió el ángel:
“Venid, ved el lugar donde pusieron al Señor. Pero id marchando a toda
prisa y decid a sus discípulos, y a Pedro, que resucitó de entre los muertos, y he
aquí que se os adelanta en ir a Galilea; allí le veréis, conforme os dijo. Conque
os lo tengo dicho.”
Y saliendo, huyeron del monumento a toda prisa, pues se había apoderado
de ellas, temblor y estupor, y a nadie dijeron nada, porque tenían miedo. Mas,
luego, repuestas del sobresalto, con grande gozo corrieron a dar la nueva a los
discípulos.

9.02 Pedro y Juan van al sepulcro. (Lc 24, 12; Jn 20, 3-10)

Salieron, pues, Pedro y Juan dirigiéndose al sepulcro. Corrían los dos a una,
mas Juan como corría más aprisa que Pedro, le pasó delante, y llegó primero al

Página 234
Autobiografía de Jesucristo
sepulcro; y
habiéndose agachado, vio los lienzos por el suelo, con todo no entró. Llega, pues,
también Simón Pedro en pos de él y entró en el sepulcro, y contempló los lienzos
por el suelo, y además el sudario, que había estado sobre mi cabeza, no por el
suelo con los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces, pues, entró
también Juan, vio y creyó; pues todavía no conocían la Escritura, “que debía
resucitar de entre los muertos”. Volviéronse, pues, Pedro y Juan a donde
posaban, admirándose de lo acaecido.

9.03 A María Magdalena. (Mc 16, 9-11; Jn 20, 11-18)

Resucité al amanecer del primer día de la semana y me aparecí


primeramente a María Magdalena, de la que había lanzado siete demonios.
María estaba de pie junto al sepulcro, fuera, llorando. Y así llorando,
inclinose para mirar dentro del sepulcro y vio dos ángeles con vestiduras
blancas, sentados uno a la cabeza y otro a los pies del sitio donde había sido
puesto mi cadáver. Y dícenle ellos:

Página 235
Autobiografía de Jesucristo

“Mujer, ¿por qué lloras?”


Ella contesta:
“Porque se llevaron a mi Señor, y no sé dónde le pusieron.”
Como hubo dicho esto, volvióse atrás y me vio de pie pero no me reconoció.
Le dije:
“Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”
Ella, imaginando que Yo era el hortelano, me dijo:
“Señor, si Tú te lo llevaste, dime dónde le pusiste, y yo lo tomaré.”
Le dije:
“¡María!”180
180
María reconoce a su Señor por el tono de voz con el que pronuncia su nombre. Mirándole no
le reconoció, oyéndole se encontró de lleno con el Maestro de su alma. Amigo lector, Cristo está

Página 236
Autobiografía de Jesucristo
Ella, volviéndose a mí, dijo:
“¡Rabbuní, Maestro mío!”
Le dije:
“Suéltame -que todavía no he subido al Padre- mas ve a mis
hermanos y diles: “Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y
vuestro Dios.”
Fue María Magdalena a dar la nueva a los discípulos que estaban afligidos y
lloraban:
“¡He visto al Señor y me ha dicho esto y esto!”
Pero ellos, oyendo decir que Yo vivía y que había sido visto por ella, no lo
creyeron.

9.04 A las mujeres que tanto me querían. (Mt 28, 8-10; Mc 16, 8-11;
Lc 24, 9-11)

María y Juana y María la de Santiago y las demás que iban con ellas, volvían
del sepulcro. De pronto les salí al encuentro, diciéndoles:
“¡Dios os guarde!”
Ellas, llegándose, se abrazaron a mis pies y me adoraron. Entonces les dije:
“No temáis: id, anunciad a mis hermanos que se vayan a
Galilea, y allí me verán.”
Ellas, a toda prisa fueron a anunciar todas estas cosas a los Once y a todos
los demás. Y parecieron a sus ojos como delirio estas palabras, y no las creyeron.

9.05 La guardia del sepulcro sobornada. Testigos dormidos. (Mt 28,


11-15)

Mientras las mujeres iban, he aquí que algunos de la guardia, viniendo a la


ciudad, dieron aviso a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Ellos, reunidos
con los ancianos, y habido consejo, dieron una buena suma de dinero a los
soldados, diciéndoles:
“Decid que: “vinieron sus discípulos de noche y lo hurtaron, mientras
181
dormíamos” . Y si eso llegara a oídos del procurador, nosotros nos le
ganaremos, y haremos que nadie os inquiete.”
Ellos, tomando el dinero, obraron conforme a las instrucciones recibidas. Y
se esparció semejante rumor entre los judíos hasta el día de hoy.

9.06 Camino de Emaús. (Mc 16, 12-13; Lc 24, 13-35)

Tras esto, aquel mismo día, dos de mis discípulos iban de camino a una
aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén ciento sesenta estadios. Iban

cerca de ti y de mí. No se dejará ver pero, seguro, que si le buscamos le oiremos aunque sea en
el bullicio de la calle, en el ordinario vivir de nuestra vida, sin espectáculo, con la sencillez del
corazón de un niño que oye lo que no oyen los adultos.
181
¡Testigos dormidos! Esta es la “brillante” coartada de un espíritu perverso que todavía
subsiste en el corazón de los hombres que no te quieren, Cristo mío Jesús de mi alma.

Página 237
Autobiografía de Jesucristo
conversando entre sí sobre todos éstos acontecimientos. Y sucedió que mientras
ellos conversaban y discutían, Yo mismo me aparecí en diferente figura y
acercándome caminaba con ellos. Pero sus ojos, inhibidos, no estaban en
disposición de reconocerme. Les dije:

“¿Qué pláticas son esas que cambiáis entre vosotros mientras vais
caminando? Parece que andáis tristes.”
Y tomando la palabra uno de ellos, llamado Cleopás, me dijo:
“¿Eres Tú el único forastero en Jerusalén que no te enteraste de las cosas
que éstos días ocurrieron en la ciudad?”
Yo les dije:
“¿Cuáles?”
Ellos me dijeron:
“Las de Jesús de Nazaret, que fue un Profeta poderoso en obra y en

Página 238
Autobiografía de Jesucristo
palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron nuestros
sumos sacerdotes y magistrados para que fuese condenado a muerte, y le
crucificaron. Nosotros esperábamos que el era el que había de liberar a Israel.
Pero, con todo esto, éste es ya el tercer día desde que estas cosas ocurrieron.
Verdad es que algunas mujeres de las que están con nosotros nos
sobresaltaron; las cuales estuvieron muy de mañana en el monumento, y no
habiendo hallado el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que hasta visión de
ángeles habían visto, los cuales aseguran que el vive. Y fueron algunos de los
nuestros al monumento, y hallaron las cosas como las mujeres habían dicho.
Mas a el no le vieron.”
Yo les dije:
“¡Oh insensatos y lerdos de corazón para creer en todo lo que
dijeron los profetas! ¿Por ventura no era necesario que estas cosas
padeciese el Mesías y así entrase en su gloria?”
Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les fui
interpretando en todas las Escrituras lo que a mí se refería. Y llegados cerca de la
aldea a donde se dirigían, hice ademán de seguir adelante. Mas ellos me hicieron
fuerza, diciéndome:
“Quédate con nosotros, pues atardece y el día ya reclinó.”
Y entré a quedarme con ellos. Y acaeció que, puesto a la mesa con ellos,
tomando el pan lo bendije, y después de partirlo se lo di. A ellos se le abrieron los
ojos y me reconocieron; mas Yo me hice insensible a sus ojos.
Dijéronse entonces el uno al otro:
“¿¡Por ventura nuestro corazón no estaba que ardía dentro de nosotros
cuando el nos hablaba en el camino, cuando nos habría el sentido de las
Escrituras!?”
Y levantándose, a la misma hora se volvieron a Jerusalén, y hallaron
reunidos a los Once y a sus compañeros que decían:
“¡Realmente resucitó el Señor y se apareció a Simón!”
Y ellos a su vez referían lo acaecido en el camino y como le reconocieron en
la fracción del pan. Y ni a ellos creyeron.

9.06 A mis Apóstoles y discípulos reunidos. (Mc 16, 14; Lc 24, 36-45;
Jn 20, 19-23)

Estando ellos diciendo estas cosas, siendo, pues, tarde aquel día, primero de
la semana, estando a la mesa sentados los Once con otros discípulos, y estando
cerradas, por miedo a los judíos, las puertas de la casa, vine y me presenté en
medio de ellos diciéndoles:
“Paz sea con vosotros.”
Sobresaltados y despavoridos, creían ver un espíritu. Y les dije:
“¿Por qué estáis conturbados?, y ¿por qué se levanta ese vaivén
de pensamientos en vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies,
que Yo mismo soy, palpadme, y ved que un espíritu no tiene carne y

Página 239
Autobiografía de Jesucristo

huesos, como veis que Yo tengo.”182

Y esto diciendo, les mostré las manos y los pies y el costado; y les eché en
cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que me
habían visto resucitado de entre los muertos. Como todavía no acabasen de creer
de puro gozo ni saliesen de su asombro, les dije:
“¿Tenéis aquí algo de comer?”
Ellos me presentaron parte de un pez asado y un panal de miel, y
tomándolos, en presencia de ellos los comí, y tomando las sobras se las repartí.
Gozáronse, pues, mis discípulos de verme y les dije:
“Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros:
que tenían que cumplirse todas las cosas escritas en la Ley de
Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí.”
182
Con estupefacto asombro ven a Cristo creyendo ver un fantasma. Lo palparán, lo oirán y lo
verán tal y como lo vieron antes de morir. Su ojos mirarán, primero el bellísimo rostro de su
Maestro, después fijarán su mirada sobre las huellas que en la carne dejó su Pasión y un
estremecimiento indefinido les embargará hasta la última fibra de su ser. Amigo lector ¿cómo
nos veremos resucitados? ¿cuál estado del alma y del cuerpo será el resucitado? Yo creo que
aquel en el que más perfección hayamos tenido.

Página 240
Autobiografía de Jesucristo
Entonces les abrí la inteligencia para que entendiesen las Escrituras. Les
dije, pues, otra vez:
“Paz sea con vosotros. Como me ha enviado el Padre, también
Yo os envío a vosotros.”
Esto dicho, soplé sobre ellos, y les dije:
“Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonareis los pecados,
perdonados les son, a quienes lo retuviereis retenidos quedan.”
9.07 Tomás incrédulo. “Señor mío y Dios mío.” (Jn 20, 24-29)
Tomás, uno de los Doce, el llamado Dídimo (Mellizo), no estaba con ellos
cuando vine y los otros discípulos le decían:

“¡Hemos visto al Señor!”


Mas él les dijo:
“Si no viere en sus manos la marca de los clavos, y no metiere mi dedo en
el lugar de los clavos, y no metiere mi mano en su costado, no lo creo.”

Página 241
Autobiografía de Jesucristo
Y ocho días después estaban allí dentro otra vez mis discípulos, y Tomás
entre ellos. Vine cerradas las puertas, y puesto en medio de ellos, les dije:
“Paz con vosotros.”
Luego dije a Tomás:
“Trae acá tu dedo, mira mis manos; y trae tu mano y métela en
mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente.”
Respondió Tomás y me dijo:
183
“¡Señor mío y Dios mío!”
Le dije:
“¡Porque me has visto has creído! Bienaventurados los que no
vieron y creyeron.”184
9.08 En Galilea a la ribera del Tiberiades. (Jn 21, 1-14)

Tras esto me manifesté otra vez a mis discípulos a orillas del mar de
Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, el llamado Dídimo, y Natanael
de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo y otros dos de mis discípulos. Y díceles
Simón Pedro:
“Voy a pescar.”
Dícenle:
“Vamos nosotros también contigo.”
Salieron y subieron a la barca. Y en toda la noche no pescaron nada. Y
siendo ya de mañanita, me presenté en la ribera; mis discípulos,
empero, no me reconocieron. Les dije pues:
“¡Muchachos, ¿tenéis algo de vianda?!”
Me respondieron:
“No.”
Les dije:
“Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis.”
Echáronla, pues, y ya no podían arrastrarla por la gran cantidad de peces.
Dice, pues, Juan a Pedro:
“¡Es el Señor!”Simón Pedro, pues, así que oyó estas palabras, ciñose la
ropa exterior, pues ropa no llevaba, y echóse al mar. Los otros discípulos
183
Tomás escucha las palabras de su Maestro viendo lo que jamás hubiera creído ver. El tono
de las palabras de Cristo, la fija mirada de su Señor, el expectante silencio de los demás, a los
cuales no creyó, dejan a Tomás en un estado de profundo anonadamiento, sobre todo se siente
con inmensa indignidad y con tal concepto de sí mismo reafirma su Fe con cinco palabras que
se repetirán hasta la eternidad en cada hombre de los que Dios se ha elegido…..”Señor mío y
Dios mío”.
184
Amigo lector, bienaventurados, tú y yo y todo aquel que sin verlo le amamos porque creemos,
porque le conocemos. Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la Paz, que nos
da a conocer la Persona de Cristo. Nadie puede amar lo que no conoce. Cuanto bien se puede
hacer, amigo mío, si hacemos que esta Autobiografía se haga llegar a todos los hombres y
mujeres posibles, a todos los que el padre Dios se escoge como verdaderos amantes del Hijo
de sus entrañas. Esta sagrada oportunidad no se le puede negar a ningún hombre, sea cual
sea su raza, estado y condición.

Página 242
Autobiografía de Jesucristo
vinieron en la barca pues no estaban lejos de tierra -sino que distaban unos
doscientos codos-, arrastrando la red de los peces. Cuando saltaron a tierra,
vieron brasas puestas y un pescado sobre ellas, y pan. Les dije:

“Traed acá de los pescados que acabáis de coger.”


Subió Simón Pedro y arrastró hasta la playa la red llena de peces grandes,
que eran ciento cincuenta y tres. Y con ser tantos no se rompió la red. Les dije:
“Venid, almorzad.”
Y nadie de mis discípulos osaba interrogarme: “¿Tú quién eres?”, sabiendo
que Yo era. Tomé el pan y se los repartí y asimismo el pescado. Esta fue la tercera
vez que me manifesté a mis discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Página 243
Autobiografía de Jesucristo

9.09 Confiero el Primado de mi Iglesia a Pedro. (Jn 21, 15-23)

Cuando, pues, hubimos almorzado, le dije a Simón Pedro:


“Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”
Me contestó:
“Sí, Señor; Tú sabes que te quiero.”
“Apacienta mis corderos.”
Le dije por segunda vez:
“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”
Me contestó:
“Sí, Señor; Tú sabes que te quiero.”
“Pastorea mis ovejas.”
Le dije por tercera vez:
“Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”185
Entristeciose Pedro, porque le dije por tercera vez: “¿Me quieres?”, y me
dijo:
“Señor, Tú lo sabes todo. Tú bien sabes que te quiero.”
Le dije:
“Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando
eras más joven, tú mismo te ceñías y andabas donde querías; mas
cuando hayas envejecido, extenderás tus manos, y otro te ceñirá y
te llevará a donde tú no quieras."
Esto le dije significando con qué muerte había de glorificarme. Le dije:
“Sígueme.”
Vuelto Pedro, ve que le seguía Juan, el discípulo al que Yo tanto amaba, el
mismo que en la Cena se recostó en mi pecho y me dijo: “Señor, ¿quién es el que
te entrega?”. Y Pedro viéndolo, me dice:
“Señor, ¿y éste qué?”
Le contesté:
“Si quisiere Yo que éste quede hasta que Yo vuelva, ¿a ti qué? Tú
sígueme.”
Divulgóse, pues, entre mis discípulos esta voz: “Juan no muere”. Pero Yo no
dije: “No muere”, sino “si quisiere Yo que éste quede hasta que Yo vuelva, ¿a ti
qué?”.

9.10 En un monte de Galilea. (Mt 28, 16-20; Mc 16, 15-18; 1ª Cor 15, 5-
185
Dios requiere el cariño del hombre porque como Hombre tiene sentimientos de hombre.
Quiere ser amado, busca, con vehemencia, el amor de cada hombre porque cada hombre tiene
un corazón singular, una original e irrepetible forma de amar y Dios las demanda todas,
espera con anhelo divino y paciencia infinita la libre, personal y suprema entrega del alma de
sus elegidos.

Página 244
Autobiografía de Jesucristo
8; Act 1, 2-8,12)

Mis Once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Yo les había


ordenado. Y en viéndome me adoraron: ellos que antes habían dudado. Y
acercándome a ellos les dije:
“Dióseme toda potestad en el cielo y sobre la tierra. Id, pues, al
mundo entero y predicad el Evangelio a toda la Creación;
amaestrad a todas las gentes, bautizándoles en el Nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar cuantas
cosas os ordené. El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el
que no creyere, será condenado. Y a los que hubieren creído les
acompañarán éstas señales: en mi nombre lanzarán demonios,
hablarán lenguas nuevas, en sus manos tomarán serpientes, y si le
dieren ponzoña mortífera, no les dañará; pondrán sus manos sobre
los enfermos y se hallarán bien. Y sabed que estoy con vosotros
todos los días hasta la consumación de los siglos.”186
Durante cuarenta días después de mi resurrección, además de ser visto por
Pedro y Santiago, por todos mis Apóstoles, me presenté palpablemente a más de
quinientos de mis discípulos. A todos les hablé de las cosas referentes al Reino de
Dios. Y por último también me presenté a mi Apóstol Pablo, que habría de darme
a conocer a los gentiles.

9.11 Ultimas recomendaciones. (Lc 24, 46-49; Act 1, 4-8)

Y llegó la hora de partir de este mundo. Estando con ellos a la mesa, les
ordené que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del
Padre, la cual oyeron de mí, porque como Juan bautizó en agua, ellos y tú seríais
bautizados en Espíritu Santo.
Los que se habían reunido me preguntaron diciendo:
“Señor, ¿en esta sazón vas a restablecer el Reino de Israel?”
Les dije:
“No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos
oportunos que el Padre fijó con su propia potestad; mas recibiréis la
fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis
testigos así en Jerusalén como en toda la Judea y Samaria y hasta
el último confín de la tierra. Porque así está escrito y convenía: que

186
Estas palabras se entienden como están dichas. Jesucristo está con los suyos todos los días
hasta el final de los siglos. Cristo ni se engaña ni nos engaña y si el manifiesta que está
conmigo, conmigo está aunque yo no le vea con estos ojos, ni le oiga con estos oídos, ni le
toque con estas manos. Está, seguro, donde yo estoy, donde está su Iglesia, porque donde dos
o tres se reúnen en su nombre allí está el en medio. Cuando a Cristo se le invoca no viene
desde un lugar lejano. El está donde yo estoy y no ocupa más espacio que el que yo ocupo.
Está dentro de mí, en mis alegrías y en mis penas, en mi trabajo y en mi descanso, despierto y
dormido. Cristo habita en mí mientras así lo quiera yo, y esto un día tras otro consuma una
verdad que me trasciende, esta sublime verdad es que “ya no vivo yo sino que es Cristo
quien vive en mí”.

Página 245
Autobiografía de Jesucristo

el Mesías había de padecer y resucitar de entre los muertos al tercer


día, y que se había de predicar en su Nombre penitencia y remisión
de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Y
vosotros sois testigos de estas cosas.”
9.12 La Ascensión al cielo. (Mc 16, 19-20; Lc 24, 50-53; Act 1, 9-12; Jn
20, 30-31)
Como esto les hubiera dicho, los saqué afuera hasta llegar a Betania, y
alzando las manos los bendije. Y aconteció que, mientras los bendecía, me
desprendí de ellos, y era llevado en alto al cielo. Y una nube que me tomó sobre sí
me ocultó a los ojos de mis amados discípulos. Fui elevado al cielo y me senté a la
diestra de Dios, mi Padre.
Mientras estaban con los ojos clavados en el cielo mirando cómo me iba, de
pronto se les presentaron dos varones con vestiduras blancas, que les dijeron:
“Varones galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando fijamente al cielo?
Este mismo Jesús, que ha sido quitado de entre vosotros para ser elevado al
cielo, así vendrá, de la manera que le habéis contemplado irse al cielo.”
Entonces ellos, habiéndome adorado, se tornaron a Jerusalén, con grande
gozo, desde el monte llamado Olivar, que está cerca de Jerusalén,
distante el camino de sábado. Y estaban continuamente en el Templo, alabando y
bendiciendo a Dios.
Partiendo de allí, predicaron por todas partes, cooperando Conmigo y
confirmando la palabra con las señales que le acompañaban.
Obré además en presencia de mis discípulos otros muchos milagros, que no
han sido descritos. Los que aquí están reseñados se han escrito para que creas
que Yo soy el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengas vida en
Nombre mío.

Página 246
Autobiografía de Jesucristo

Página 247
Autobiografía de Jesucristo

Página 248
Autobiografía de Jesucristo

Madre mía, pon tú lo que


a mí me falta
INDICE
CAPITULO I.-MI INFANCIA
1.01 Anuncio del nacimiento de Juan Bautista.
1.02 Anuncio de Gabriel a mi Madre.
1.03 Visitación de mi Madre a su prima Isabel.
1.04 Zozobras en el corazón de mi padre, José.
1.05 Nacimiento en Belén.
1.06 Anuncio de los ángeles a los pastores.
1.07 Circuncisión y purificación.
1.08 Epifanía y huida a Egipto.
1.09 Matanza de inocentes.
1.10 Vuelta a Nazaret. Pérdida en Jerusalén.
CAPITULO II.-PERIODO DE PREPARACION
2.01 Juan Bautista en el Jordán. Bautismo.
2.02 Tentaciones en el desierto.
2.03 Testimonio de Juan Bautista.
2.04 Primeros discípulos.
2.05 Bodas de Caná.
CAPITULO III.-PRIMER AÑO DE PREDICACION
3.01 Expulsión del Templo de compradores y vendedores.
3.02 Entrevista con Nicodemo.
3.03 Ultimo testimonio de Juan.
3.04 La Samaritana.
3.05 Comienzo la predicación en Galilea.
3.06 Vocación de mis primeros discípulos.
3.07 Predicación y milagros en la Galilea.
3.08 El leproso.
3.09 El paralítico de Cafarnaúm
3.10 La vocación de Mateo.
CAPITULO IV.-SEGUNDO AÑO DE PREDICACION
4.01 El paralítico de la piscina.
4.02 Manifestación apologética de mi Persona.
4.03 Segunda misión en Galilea.

Página 249
Autobiografía de Jesucristo
4.04 Sano a un hombre que tenía una mano paralizada.
4.05 Junto al lago de Genesaret. Numerosas curaciones.
4.06 Elección de los Doce Apóstoles.
4.07 El Sermón de la Montaña.
4.08 El siervo del centurión.
4.09 La viuda de Naím.
4.10 Mensaje de Juan.
4.11 Una mujer me unge los pies en casa de un fariseo.
4.12 Anuncio de la Buena Nueva. La blasfemia contra el Espíritu.
4.13 Mi Madre y mis hermanos.
PARABOLAS DEL REINO
4.14 Parábola del sembrador.
4.15 No hay nada escondido, ni hay nada secreto.
4.16 Parábola de la cizaña.
4.17 Parábola de la semilla que germina sin saber cómo.
4.18 Parábola del grano de mostaza.
4.19 Parábola del fermento.
4.20 Declaro a mis discípulos la parábola de la cizaña.
4.21 Parábola del tesoro escondido y la perla.
4.22 Parábola de la red.
4.23 Conclusión. El escriba instruido.
4.24 La tempestad calmada.
4.25 Los dos endemoniados gerasenos.
4.26 La hemorroisa y Jairo.
4.27 Curo a dos ciegos y un endemoniado mudo.
4.28 Enseñanza y rechazo en Nazaret, mi pueblo.
4.29 Predicación de la Buena Nueva. Misión de mis Apóstoles.
4.30 Instrucciones para todo tiempo.
4.31 Llega a Herodes mi fama. Martirio de Juan Bautista.
4.32 Mis Apóstoles vuelven de su predicación, retiro al desierto.
4.33 Primera multiplicación de los panes.
4.34 Camino sobre el mar.
4.35 Yo soy el Pan de la vida.
CAPITULO V.-TERCER AÑO DE PREDICACION
5.01 Discusión con los escribas y fariseos.
5.02 La hija de la cananea.
5.03 Curación de un sordomudo. Multitud de curaciones.
5.04 Segunda multiplicación de los panes y los peces.
5.05 La señal del cielo y la levadura de los fariseos.
5.06 El ciego de Betsaida.
5.07 La confesión y el primado de Pedro.
5.08 Les anuncio claramente mi muerte.
5.09 Transfiguración en el Tabor.
5.10 Curación del muchacho endemoniado.
5.11 Subo a Jerusalén.
5.12 Intentan los judíos apoderarse de Mí.
5.13 La mujer adúltera.
5.14 Doy testimonio de Mí mismo.
5.15 “Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.”

Página 250
Autobiografía de Jesucristo
5.16 Hijos del diablo.
5.17 “Antes de que Abraham naciese Yo existo.”
5.18 El ciego de nacimiento.
5.20 Yo soy la Puerta. Yo soy el Buen Pastor.
5.21 Predicción de mi Pasión y Resurrección.
5.22 La moneda en la boca del pez.
5.23 El mayor en el Reino de los cielos.
5.24 Quien no está contra nosotros con nosotros está.
5.25 La oveja descarriada. La corrección. La oración eficaz.
5.26 “Hasta setenta veces siete”. El siervo cruel.
5.27 En Samaria no me reciben.
5.28 Tres vocaciones. Condiciones para el apostolado.
5.29 En la Perea. Misión de setenta y dos de mis discípulos.
5.30 Maldición sobre Corazaín y sobre Betsaida.
5.31 Vuelta de los discípulos y júbilo en mi Corazón.
5.32 La Parábola del Buen Samaritano.
5.33 En Betania: Marta y María.
5.34 Cómo orar. Eficacia de la oración.
5.35 “El Padre y Yo somos una misma cosa.”
5.36 Lanzo un demonio mudo y me calumnian.
5.37 ¡Bienaventurada mi Madre!
5.38 La señal de Jonás profeta. La lámpara del cuerpo.
5.39 Soy invitado a comer en casa de un fariseo.
5.40 La levadura de los fariseos hipócritas.
5.41 Guardarse de la avaricia. Parábola del rico necio.
5.42 Desprendimiento de los bienes temporales.
5.43 Preparados para el más allá.
5.44 Las señales de los tiempos.
5.45 Necesidad de la penitencia. La higuera estéril.
5.46 La mujer encorvada.
5.47 Parábola de la mostaza y la levadura. Número de elegidos.
5.48 Amenazas de Herodes. “¡Jerusalén, Jerusalén!”
5.49 El hombre hidrópico. Recomendación de humildad y caridad.
5.50 La Gran Cena.
5.51 La abnegación. La torre y el rey. La sal.
5.52 La oveja descarriada. La dracma perdida.
5.53 El hijo pródigo.
5.54 El mayordomo infiel.
5.55 La avaricia de los fariseos. El rico Epulón y el pobre Lázaro.
5.56 Lázaro enferma y muere.
5.57 Determinan darme muerte. Me retiro a Efrén.
5.58 El escándalo. Perdonar las ofensas. Eficacia de la fe.
5.59 Los diez leprosos.
5.60 Avenimiento del Reino de mi Padre.
5.61 El juez inicuo.
5.62 El fariseo y el publicano
5.63 El matrimonio es indisoluble.
5.64 Bendigo a los niños.
5.65 El joven rico. El peligro de riquezas. Galardón de la pobreza.

Página 251
Autobiografía de Jesucristo
5.66 Los obreros de la viña.
5.67 Tercer anuncio de mi Pasión.
5.68 Ambición de los hijos de Zebedeo.
5.69 En casa de Zaqueo.
5.70 La parábola de las minas.
5.71 El ciego Bartimeo.
5.72 En memoria de María, que me ungió.
CAPITULO VI.-SEMANA DE PASION
6.01 Entrada triunfal en Jerusalén.
6.02 Llanto sobre Jerusalén.
6.03 Entro en la ciudad y en el Templo.
6.04 La higuera maldecida.
6.05 Echo del Templo a los que vendían y compraban.
6.06 Unos gentiles desean verme.
6.07 La higuera seca: eficacia de la fe y la oración.
6.08 “¿Con qué autoridad haces eso?”
6.09 Los dos hijos enviados a la viña
6.10 Parábola de la viña.
6.11 Parábola de las Bodas Reales.
6.12 “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
6.13 Los saduceos. Cuestión sobre la resurrección.
6.14 El Gran Mandamiento.
6.15 Soy Hijo y Señor de David.
6.16 Guardarse de los escribas y fariseos.
6.17 La ruina de Jerusalén.
6.18 Los dos cornalillos de la viuda.
6.19 Concluye mi ministerio. Incredulidad de los judíos.
6.20 La destrucción del Templo.
6.21 Las señales precursoras.
6.22 Destrucción del Templo y de la ciudad.
6.23 Señales de mi vuelta al mundo.
6.24 Tiempo de la ruina de Jerusalén.
6.25 Tiempo de mi segunda venida.
6.26 ¡Velad! Parábola del lazo y el ladrón.
6.27 Los siervos que velan
6.28 Las diez vírgenes.
6.29 Los talentos.
6.30 El Juicio Final.
6.31 Reunión del Sanhedrín y traición de Judas.
CAPITULO VII.-LA ÚLTIMA CENA
7.01 Preparación de la Cena Pascual y comienzo de la misma.
7.02 Contienda entre mis Apóstoles.
7.03 Lavo los pies a mis discípulos.
7.04 Judas es descubierto.
7.05 La Eucaristía.
7.06 El Nuevo Mandamiento.
7.07 Predicción de las negaciones de Pedro.
7.08 ¡Volveré! Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
7.09 Frutos de la Fe. Otro Consolador. No os dejaré huérfanos.

Página 252
Autobiografía de Jesucristo
7.10 Vuelvo a prometerles el Consolador.
7.11 La Vid y los sarmientos.
7.12 El Mandamiento del amor fraterno.
7.13 Odio del mundo contra Mí y mis discípulos.
7.14 Acción del Espíritu Santo.
7.15 “Otra vez me veréis.”
7.16 Conclusión.
ORACION SACERDOTAL
7.17 Ruego por Mí.
7.18 Ruego por mis discípulos.
7.19 Ruego por mi Iglesia futura.
CAPITULO VIII.-PASION Y MUERTE
8.01 En el huerto de Getsemaní.
8.02 Se consuma la traición. El prendimiento.
8.03 Ante Anás.
8.04 Ante Caifás. Ultrajes.
8.05 La negación de Pedro.
8.06 Al amanecer, ante el Sanhedrín.
8.07 Desesperación de Judas.
8.08 Presentación ante Pilatos.
8.09 Nuevas acusaciones.
8.10 Ante Herodes.
8.11 De nuevo comparezco ante Pilatos.
8.12 Me flagelaron y coronaron de espinas.
8.13 “ECCE HOMO.”
8.14 Hijo de Dios.
8.15 Mi crucifixión, mi agonía y mi muerte.
8.16 Mis amigos a distancia. El costado abierto.
8.17 La mortaja y sepultura de mi cadáver.
CAPITULO IX RESURRECCION Y VUELTA AL PADRE
9.01 El sepulcro vacío.
9.02 Pedro y Juan van al sepulcro.
9.03 A María Magdalena.
9.04 A las mujeres que tanto me querían.
9.05 La guardia del sepulcro sobornada. Testigos dormidos.
9.06 Camino de Emaús.
9.06 A mis Apóstoles y discípulos reunidos.
9.07 Tomás incrédulo. “Señor mío y Dios mío”.
9.08 En Galilea a la ribera del Tiberiades
9.09 Confiero el Primado de mi Iglesia a Pedro.
9.10 En un monte de Galilea.
9.11 Ultimas recomendaciones.
9.12 La Ascensión al cielo.

Página 253
Autobiografía de Jesucristo

Página 254

S-ar putea să vă placă și