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Solo contra sí mismo

Carlos Bonfil

Tomado de: La Jornada, 25 de noviembre de 2004

CONDUCTA IMPROPIA. LAS primeras imágenes de Solo contra sí mismo


(Ondskan/Evil), película sueca de Mikael Hafstrom (Days like this,
Drowning ghost), muestran el comportamiento muy perturbado del joven
Erik Ponti, quien golpea salvajemente a un compañero de su escuela. La
saña con que comete este acto es tal que el director del plantel lo
califica de "encarnación del mal en su estado puro", y acto seguido lo
expulsa definitivamente, asegurándole que jamás podrá ingresar a una
escuela pública en Suecia. Poco después el mismo joven aparece
golpeado por su padrastro, sin que su aterrorizada madre pueda hacer
nada por defenderlo, prefiriendo ahogar los ruidos de la tortura con
una sonata al piano. Luego de esta exposición que funciona como breve
y muy elemental argumento sicológico para entender la violencia del
adolescente, corren los créditos y da inicio lo que de hecho pareciera
ser otra película.

CON LOS SACRIFICIOS de la madre, que ha tenido que vender parte de su


mobiliario, sin jamás renunciar al esposo autoritario, Erik ingresa a
una escuela privada, donde la violencia resulta ser peor que todo lo
antes vivido por el joven. La cinta describe el nuevo medio escolar,
su organización jerárquica, la vocación pro nazi de algún profesor, y
la amistad de Eric con Pierre Tanguy, un joven intelectual de origen
francés, modelo de conducta civilizada. A partir de aquí, la cinta
multiplica las situaciones inverosímiles, y de modo particular, la
rápida metamorfosis de un personaje, Erik, de quien hasta el momento
no se podía sospechar de sus fuertes sentimientos humanistas.

ESTE CAMBIO SORPRENDE, sobre todo por ir a contracorriente de la


naturaleza incorregible de los "rebeldes sin causa", presentes en
muchas películas de los años 50 (periodo en que transcurre la cinta).
Eric admira a James Dean y con él comparte una vulnerabilidad y una
secreta ternura. De hecho la trama misma tiene un reflejo evidente en
los conflictos juveniles de Rebelde sin causa (Rebel without a cause,
Nicholas Ray, 1955), con Erik, Pierre y la cocinera Marja, como
actualizaciones de James Dean, Sal Mineo y Natalie Wood.

EN LUGAR DE desafíos automovilísticos, Solo contra sí mismo ofrece


rituales de humillación y violencia sádica perpetrados por la
"pandilla" de alumnos mayores ensañándose con la categoría inferior de
los recién llegados, todo bajo la protección cómplice de las
autoridades escolares.

EN ESTE TERRITORIO de nadie (Semilla de maldad/ Blackboard jungle,


Richard Brooks, 1955), donde la autoridad absoluta la ejerce una
elite, con sus códigos propios, absurdos e incuestionables, el
protagonista adopta a su vez un código ético muy personal, contrario
al determinismo social que lo condenaría a ser un delincuente
recalcitrante. La transformación es interesante, pero lamentablemente
todo lo que sabemos de su pasado familiar tiene poca credibilidad y
poca fuerza dramática. Capaz de someter a un colegio entero y brillar
en la natación y en los estudios, el joven fue incapaz durante años de
oponerse al padrastro que lo golpeaba a diario y a la madre que toleró
esa injusticia. No es posible al final entender porque una idea
interesante naufragó en los clichés de un género muy explotado y en
reflejos melodramáticos que no venían al caso, como ese retrato
excesivo de los padres o un pretendido análisis de la maldad humana
que tampoco va a ningún lado. Después de todo, si Erik Ponti logra una
rehabilitación tan rápida y ejemplar, y sus sentimientos son nobles y
su abnegación sin falla, su primera condición de "encarnación del mal
en su estado puro", jamás pudo ser muy perturbadora.

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