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Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 1

Espiritualidad y pedagogía del


educador calasancio
Mirar con los ojos de Calasanz
El porqué de un cambio de nombre

Cuando hace ya un año me propusieron dar esta charla, el tema que se me pedía
era “espiritualidad de San José de Calasanz”, la charla iba enfocada a descubrir el
camino recorrido por Calasanz para dar respuesta a Dios e incidir en los elementos que
configuraron su espiritualidad.

Sin embargo en abril de este año y tras una charla por parte del EPP con los
profesores que realizan la FIP del colegio de Alcalá me decido a cambiar el enfoque de
la charla por completo. Se nos demanda en aquella reunión una formación mucho más
práctica y adaptada a la realidad concreta del día a día con los chavales y es desde aquí
donde nace esta nueva visión del tema a presentar.

Sin desmerecer en absoluto lo que pudiera aportar una visión de la espiritualidad


del fundador centrada en su camino personal de conversión, pretendo hoy exponer una
visión de lo que, a mi juicio, deberían ser las líneas configuradoras de la espiritualidad
de un educador calasancio.

Ojalá el objetivo de hacer concretos y prácticos los contenidos se cumpla y sirva


este tiempo que vamos a compartir para ayudarnos a mirar y actuar como Calasanz.

Una nueva forma de mirar

Como lo suyo es empezar por el principio, lo primero será pues definir


espiritualidad, no vaya a ser que funcionemos con conceptos trasnochados o con
suposiciones de lo que uno u otro entendemos por espiritualidad y al final no podamos
entendernos.

«Si indagamos que entendían por espiritualidad los grandes autores espirituales
cristianos, en vez de definiciones, encontraremos descripciones diversas; todas válidas,
todas correctas, pero parciales en sí mismas debido a que proviene de experiencias
personales. Toda espiritualidad es personal.
En esta perspectiva, la espiritualidad cristiana es histórica. Es decir, se realiza en
tiempos y lugares bien delimitados y pone de relieve determinados valores evangélicos
que, en aquella concreta situación, inspiran el camino mas adecuado para el
seguimiento de Cristo»1

Si atendemos al texto citado sacamos dos conclusiones importantes:


1. la espiritualidad es personal, nace de una experiencia de encuentro con Dios
y configura la respuesta de cada uno a la llamada que Dios hace (también a
cada uno). La espiritualidad cristiana es por tanto vocacional.

1
El carisma de José de Calasanz p.52
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 2

2. la espiritualidad es histórica, evoluciona y se adapta al tiempo y al lugar


donde Dios llama y pide respuestas, es algo dinámico y vivo que evoluciona
con la persona.

Si el objetivo de la charla es descubrir los rasgos característicos de la espiritualidad


de un educador calasancio lo primero que habremos de tener en cuenta será justamente
esto: todo habrá de pasar por una experiencia personal y todo habrá de ser adaptado a
las situaciones concretas de nuestro día a día con los chavales.

Como de alguna definición hay que partir y puesto que toda espiritualidad es
personal me atrevo a dar yo mi propia definición (que para eso doy la charla). La
espiritualidad es una forma de mirar, es aprender a mirar como Dios mira y ver la
realidad descubriendo en ella al Jesús concreto que a cada uno se nos presenta según la
vocación recibida.

Si a la espiritualidad genérica la ponemos un “apellido” lo que estaremos haciendo


es encontrar “las gafas” para ver el mundo como Dios sueña que lo veamos. Es decir, lo
que hacemos es centrar la atención en un aspecto concreto del rostro de Dios al que nos
sentimos llamados y desde el cual leemos e interpretamos esa llamada y nuestra
respuesta. Si hablamos de espiritualidad calasancia lo que estamos diciendo es que
miramos la vida y el evangelio desde un Jesús que bendice y acoge a los niños (Mt 18,
1-5).

Esta nueva forma de mirar ha de configurar nuestra vida entera de modo que en un
proceso de conversión permanente vayamos identificándonos progresivamente con esa
imagen de Jesús que se nos presenta como camino.

Este dialogo de miradas tiene tres puntos de vista:

A)Una nueva forma de mirarse:


Para cualquier educador calasancio este es el primer principio. Todo parte del
propio conocimiento, ya lo diría Calasanz en muchas ocasiones. El propio
conocimiento lleva, por una parte, al descubrimiento de las propias pasiones que “con
dificultad se diagnostican y con dificultad mayor se desarraigan”, y por otra, a la
búsqueda de la “tendencia profunda y orientación del Espíritu Santo” que indicará “el
camino por el que cada uno ha de llegar a la cumbre de la perfección”. Este doble
conocimiento es tan importante y básico en la vida espiritual que Calasanz no cree
pueda dejarse sólo como tarea personal sino que necesita la ayuda y acompañamiento
de un guía espiritual y el discernimiento comunitario2

Para Calasanz hay una profunda vinculación entre la espiritualidad, la


formación de educadores escolapios y la misión educativa: sólo quien tiene la
experiencia de encontrarse con su propia verdad, con el “yo” que está llamado a ser,
puede educar al modo de Calasanz: no como “formadores” sino como «cooperadores de
la Verdad».

2
Cf. Constituciones de Calasanz nn. 16-25
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 3

Lo primero es pues conocerse, o mejor dicho, saber mirarse como Dios nos
mira. Descubrir en nosotros el “barro” que Dios tiene que moldear y el “diamante” que
tenemos que dejar brillar. Conocer y reconocer nuestras limitaciones y nuestros dones
para poder ofrecernos en verdad a los chavales movidos por el Amor que nos habita y
no por otras motivaciones.

Y en este aprender a mirarnos es también imprescindible descubrirse llamado.


La educación como llamada personal que surge de nuestros dones y de nuestras
aspiraciones.

Dice Calasanz en sus constituciones: «como la tarea que traemos entre manos
es de tanta trascendencia y exige personas dotadas de gran caridad, paciencia y otras
virtudes, habrá que considerar con gran atención quienes deben ser admitidos y
quienes deben ser excluidos del ejercicio de nuestro ministerio. Pues si no se procede
con gran discernimiento en la selección y admisión de los novicios (digamos hoy
futuros educadores calasancios) y no se les da una formación muy esmerada, nuestra
Obra, como cualquier otra por santa que sea, se desmoronará»3.

Calasanz habla de un ministerio dado por Dios, es algo que acogemos más que
escogemos. La educación es una vocación, no todo el mundo vale para educar, hay que
sentirse llamado a ello, hay que Amar a los chavales y hay que creer en lo que se hace,
si esto no se da uno nunca será un buen educador, será un “técnico” en la materia que
imparte y en el mejor de los casos logrará transmitir conocimientos a los chavales pero
no les educará, no sabrá sacar de ellos lo mejor de sí mismos y no les acompañará en la
aventura de hacerse personas.

Descubrir al otro como llamada, estar más en función del otro -de mis
alumnos- que de mí mismo. El hecho de "vivir la vocación de educador" no se reduce a
las horas en que se está físicamente con los alumnos o en función de ellos. Se origina
una manera de ser que alcanza todas las situaciones en que la persona del educador se
encuentra. Su actitud de escucha se proyecta, no sólo con sus alumnos, sino con su
familia, su comunidad, con aquellos a quienes trata a diario. El educador que ha
asumido su profesión como una vocación, ya no "hace" de educador, sino que "es"
educador.

Ser educador es un don y no todos lo tienen, si nosotros somos educadores


somos afortunados, tenemos la inmensa fortuna de estar llamados a trabajar con los
futuros hombres que construirán un mundo nuevo y esto es un regalo y se ha de vivir
como un regalo, cada chaval que Dios pone en nuestras manos es una nueva
oportunidad de aportar nuestro granito de arena en la construcción de un mundo mejor,
es una nueva oportunidad de encontrarse personalmente con el Dios vivo que habita en
cada muchacho.

Todo lo que podamos construir se basa en los educadores que se han


comprometido en este ideal, son imprescindibles educadores vocacionados dispuestos a
“dar la vida” porque también ellos han descubierto “el mejor modo de servir a Dios en
los niños y no lo cambiaran por nada del mundo”. No vale cualquiera, necesitamos
gente que comparta este ideal, que crea en el y que se comprometa en su consecución.
B) Una nueva forma de mirar a los chavales:
3
Constituciones de Calasanz 6 y 7
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 4

Esta forma de mirar transforma mi modo de ver a los chavales, cada uno de ellos
se convierte ahora en Jesús para mi y es a Jesús a quien tengo que aprender a ver en
ellos. El chaval no es objeto en la educación sino sujeto de ella y para cada educador
cada chaval ha de ser fuente de gozo, de compromiso, de ilusión, de alabanza, de
esperanza, de fe y de Amor. Cada chaval es Jesús mismo que me sale al encuentro,
esperando que yo responda a la llamada que El me hace para ser feliz y para traer “el
Reino”.

El papel del educador es ahora como diría Calasanz, ser “cooperador de la


verdad” y acompañar a cada chaval en su itinerario para descubrirse y hacerse persona.
Al final el único maestro es el Espíritu que nos habita a cada uno y nuestra “única” tarea
es “dejarle nacer”.

Este ser “cooperadores de la verdad” implica ser testigos de este estilo de vida
que proponemos para nuestros chavales, necesitamos gente que crea en este ideal y que
lo viva, sólo así podremos transmitirlo a nuestros chavales. Los chicos de hoy están
saturados de “conocimientos” pero les faltan modelos de referencia que les enseñen que
se puede vivir en el Amor. Para Calasanz el testimonio del maestro forma parte de la
didáctica. El primer elemento educativo es la presencia (el modo de vestir, de escuchar,
de hablar...) lo primero es estar y después vendrá el enseñar.

La palabra más repetida por Calasanz es “diligencia”, no sólo es hacer las cosas
bien, eficazmente, sino que va al significado etimológico y une sus dos significados:
amar y escoger traduciendo este testimonio como amor preferencial. El maestro muestra
ante el alumno Amor de Padre (no romper la relación con el alumno, no murmurar de
ellos, buscar y apoyar la interna inclinación, tener “autoridad”....). «Sepa que, cuando
los alumnos ven amor de padre en el maestro e interés de su aprovechamiento, van con
gusto a la escuela»4. Calasanz refiere esta paternidad a Dios, Amar como Dios, Amar en
cada niño a Dios mismo: «Procure con toda diligencia llevar la escuela que le sea
encomendada. Y si tiene amor, no digo al Instituto, sino a Dios y a sí mismo, se
ingeniará para aprender lo que no sabe a fin de hacer bien a los pobres o para hablar
mejor, a Cristo en los pobres»5.

No podemos acercarnos a los muchachos ofreciéndoles conocimientos o


doctrina, el evangelio no es una teoría que hay que aprender sino un modo de vivir.
Debemos pues, ofrecer un testimonio que cuestione la vida de los demás, de modo que
nuestra vida sea “sal y luz” (Mt 5, 13-16).

Pero este testimonio que debemos dar a los muchachos no puede hacerse ni
desde arriba ni lejos de ellos. Nuestro lenguaje, nuestras acciones, nuestra entrega debe
hacerse entre ellos procurando hacerse uno con los muchachos (Calasanz diría
“abajarse a los muchachos” y Don Bosco “amar lo que aman los jóvenes”). Tenemos
que ser cercanos a ellos, conocer sus sueños y sus fracasos, la realidad maravillosa que
Dios va manifestando en ellos (encarnación viva del Amor de Dios en una generación
concreta) así como el sinsentido de tantas vidas sin Dios. Es con ellos y entre ellos
donde hemos de manifestar el Amor de Dios para que ellos se descubran Amados por

4
Carta de Calasanz del 3-12-1633
5
Carta de Calasanz del 12-2-1639
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 5

Él y dispuestos a construir la nueva humanidad. Debemos amar la Palabra de vida que


está escrita en cada uno de los muchachos que Dios nos regala.

C) Una nueva forma de mirar la escuela:

Por último esta forma de mirar transforma la concepción y la imagen que tengo
de la escuela. La escuela se convierte en germen de una nueva sociedad, en modelo de
fraternidad. La Escuela como lugar de ensayo de un “mundo nuevo” que es posible
vivir aquí y ahora.

Una escuela capaz de responder a la doble finalidad para la que fue creada por
Calasanz: «Esta misión educadora tiende a la formación integral de la persona. De
modo que nuestros alumnos amen y busquen siempre la verdad, se comprometan, como
cristianos responsables del Reino de Dios, en la construcción de un mundo más
humano y mantengan un estilo de vida que sea coherente con su fe. Así, progresando a
diario en la libertad de los hijos de Dios, logren un feliz transcurso de toda su vida y
alcancen la salvación eterna»6.

1. El feliz transcurso de la vida del alumno gracias a la educación recibida.


2. La reforma de la sociedad.

Una escuela donde cada alumno se sienta participe y protagonista de su propio


proceso. Donde se sienta querido y valorado por lo que es (y no tanto por lo que hace).
Donde se descubra como “persona” y donde descubra el valor de la relación. Una
escuela que haga posibles los valores que anuncia de modo que cada chaval pueda
vivirlos y experimentarlos para acabar “apostando” su vida por aquello que no sólo ha
recibido sino que el mismo ha hecho posible. Una escuela, en definitiva, que siente las
bases para el “feliz transcurso de la vida” gracias al descubrimiento del propio yo y de
la relación desde el Amor (que es lo que garantiza la “felicidad”).

Una escuela que pretenda la reforma de la sociedad La escuela como un


proyecto ético, que no puede ser neutral (nunca lo ha sido). O reproduce la moral
ambiente o transmite una moral crítica. O colabora con lo que hay o colabora en lo que
debería haber. Su finalidad es formar personas, no sólo capacitar laboralmente. Esto es
sin duda necesario, pero no suficiente.

Situar el conocimiento en clave de búsqueda de la verdad que da sentido a la


existencia del hombre. Una verdad que nos hace capaces de descubrirnos y de descubrir
en el mundo la presencia de Dios y su llamada a construir una nueva humanidad, una
verdad que nos compromete en la lucha por la justicia, en el análisis crítico de la
sociedad en que vivimos, en el descubrimiento de tantos signos de esperanza y
solidaridad que se dan en nuestro mundo, una verdad que nos descubra en el Amor la
única manera de realización personal.

Una escuela donde les llegue a los alumnos la propuesta de la comunidad. «La
nota distintiva de la escuela católica es crear un ambiente en la comunidad escolar
animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad»7. Una escuela que se
estructure y plantee como lugar de encuentro, de convivencia, de escucha, de
6
Constituciones de la Orden de las Escuelas Pías nº 86
7
Gravissimun Educationis 8
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 6

comunicación; donde las opciones pedagógicas fomenten el trabajo en equipo frente al


individualismo, la solidaridad frente a la competencia, la ayuda al débil frente a la
marginación, la participación responsable frente a la sumisión pasiva. Una escuela que
haga posible y real el ser “hermanos” y la relación fraterna.

Actuar como Calasanz

“Para mayor gloria de Dios y utilidad del prójimo”

Esta segunda parte de la charla vamos a centrarla en los aspectos pedagógicos


que se derivan de esta “nueva forma de mirar”. La espiritualidad no puede quedarse en
una manera de concebir la realidad sino que ha de concretarse en respuesta creyente a
un Dios que nos llama a participar en la construcción del “Reino”. Para el educador
calasancio esta “nueva forma de mirar” ha de concretarse en un servicio que como diría
Calasanz redunde en “mayor gloria de Dios y utilidad del prójimo”.

«Para Calasanz la principal virtud del educador es el amor a Dios y al prójimo,


que cristaliza en el amor práctico para con los alumnos de la caridad pedagógica.
El quiere que el amor al niño- Cristo para el educador- vaya siempre acompañado de
una gran paciencia “para saberse servir del talento que descubra en los alumnos, y
saber, además, poner remedio a sus faltas e imperfecciones con afecto paternal”.
El educador debe practicar la humildad y la pobreza...porque ambas virtudes son
inherentes al oficio mismo del maestro, que debe adaptarse continuamente a la
capacidad de los pequeños»8.

Los rasgos de espiritualidad que hemos ido citando (personalización, experiencia


de Dios, Jesús en los niños, creer en ellos y en la acción del Espíritu Santo, Amor
paternal, fraternidad, pobreza, gratuidad, humildad, paciencia, entrega, generosidad...)
se concretan en actitudes pedagógicas en la escuela y en el trato con los chavales. La
espiritualidad del educador calasancio se desenvuelve siempre en función de una
finalidad pedagógica (no sólo es camino de crecimiento personal en la fe sino que es
indispensable para caminar en la pedagogía concreta de cada día (y viceversa: la
pedagogía concreta del trato diario con los chavales se convierte en camino y progreso
espiritual).

Bajando a lo concreto

Pedagogía calasancia (como hacer esto posible): opciones y criterios de actuación del
educador calasancio

 Recuperar la opción por los pobres

«...no faltará la ayuda del Señor, sobre todo si ahí atienden con caridad a los niños
pobres, enseñándoles con toda diligencia las letras y el santo temor de Dios».9
«quien no tiene vocación para los niños pobres no la tiene para las Escuelas Pías».

8
Espiritualidad y pedagogía de San José de Calasanz p. 73
9
Carta de Calasanz el 30-6-1628
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 7

La opción por los pobres, tan manifïesta en los orígenes de las Escuelas Pías, no era
sólo un rasgo característico sino el motor que las puso en movimiento y que daba
sentido a todos sus proyectos. Recuperar la opción por los pobres implica un cambio de
mentalidad para pasar de una actitud asistencial, que ha caracterizado la época anterior,
a una actitud más profética, que requiere informarse, denunciar, colaborar con los que
combaten la pobreza, plantear rupturas con las instituciones sociales injustas, cambiar
estructuras que nos alejan de los pobres... la educación para la justicia como eje
transversal de todo el programa educativo.

Que nuestros centros educativos sean lugares donde no sólo se hable del pobre sino,
sobre todo, se dé la palabra al pobre, se le escuche y dejemos que nos interrogue, se
transmita y amplifique su voz para que pueda llegar desde la escuela a otros sectores
sociales.

Se oyen quejas frecuentes de lo blandas y frágiles que son las nuevas generaciones.
Se tiende con frecuencia a preservar a los menores de cualquier dificultad, con lo que no
se les prepara para las inevitables pruebas de la vida. Educar para lo difícil implica
enseñar a cambiar de actitud antes las dificultades, aprendiendo a afrontarlas forma
positiva. Una dificultad puede ser vista también como una ocasión de crecimiento y
superación.

Por otra parte, sabemos que la vivencia de los valores evangélicos, así como de
otros auténticos valores humanos, implica a menudo un ir contracorriente que requiere
personas que saben afrontar las tensiones y el conflicto. Tenemos en Jesús el modelo de
alguien “bien educado en lo difícil”, basta pensar en la experiencia pascual. Calasanz es
para nosotros otro ejemplo de fortaleza que nos anima a la fidelidad en medio de las
dificultades.

«Procure con toda diligencia llevar la escuela que le sea encomendada. Y si tiene amor,
no digo al Instituto, sino a Dios y a sí mismo, se ingeniará para aprender lo que no
sabe a fin de hacer bien a los pobres o para hablar mejor, a Cristo en los pobres».10

 Dialogo fe-cultura. “Piedad y letras”

La intención de los fundadores al crear estructuras pedagógicas no era sólo prestar


un servicio a gente necesitada, sino permitir a los jóvenes el encuentro con Jesús, al hilo
de su formación específica. La escuela tiene que ser por tanto, lugar de evangelización.
La escuela calasancia sólo tiene sentido si evangeliza. La “educación” la garantiza el
estado a nivel académico, es la evangelización lo que nos caracteriza, lo que define el
“estilo calasancio” de educar (“Piedad y letras”).

Con excesiva frecuencia, se ha querido dar un alma cristiana a la educación a base


de signos externos (crucifijo en la pared, oraciones al principio o final de la clase, misa
o rezos semanales obligatorios), cuando evangelizar consiste en dar un alma cristiana
a la realidad. Hay una tarea pendiente que consiste en hacer de mediadores entre la
cultura y el evangelio, y de este modo poder ayudar a nuestros niños y jóvenes a vivir
sin esquizofrenias su vocación humana y cristiana.

10
carta de Calasanz el 12-2-1639
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 8

Estos valores, principios y horizonte religioso están presentes en cada uno, están
implícitos en la naturaleza de las personas. Si educar significa, etimológicamente,
“extraer”, “sacar”, es porque estas realidades tienen una raíz que ya existe en el corazón
de cada educando, aunque no sean conscientes de ello. Educar consiste en sacar a la luz
el ‘Jesús’ que existe en cada uno. Convicción que no hay que rebajar ni “descafeinar” en
ningún caso.

 Educar en la vocación. Personalizar

Todo educador o es animador vocacional o ¿qué hace?. Hay que clarificar cual es
el concepto de persona que tenemos y en consecuencia ver posteriormente cómo
educamos y evangelizamos para conseguir ese tipo de persona y no otro. Si hay un don
al comienzo de la vida del hombre, que lo constituye persona, entonces cada uno será
plenamente el mismo sólo si se realiza en la perspectiva del darse, será feliz a
condición de respetar esta naturaleza suya. Podrá hacer la opción que quiera, pero
siempre en la lógica del don; de lo contrario se convertirá en un ser en contraste consigo
mismo.

Es una manera global de entender el proyecto educativo, como el arte de poner a


la persona en camino. Por eso nuestro proyecto educativo asume el reto de convertirse
en proyecto evangelizador, y en ningún caso acepta el quedar reducido a un proyecto
académico o a la aplicación de un programa de asignaturas.

El primer reto en estos momentos supone precisamente captar con humildad y


discernimiento la situación en la que viven los jóvenes, y en tomar la iniciativa del
encuentro, ponerse a su lado como Jesús y escuchar y compartir sus inquietudes, antes
de pretender ser maestro lo primero que hay que aprender es a situarse y caminar entre
los muchachos, aprender a acogerlos y recibirlos tal y como son y en la situación en que
se encuentran antes de querer darles nada. Se trata de acompañar el proceso interior de
otra persona no de suplantarla, la iniciativa siempre la tiene el muchacho. Esperarles en
sus pozos (Jn 4, 4-42). Identificar los “pozos” de hoy: todos los lugares y momentos,
desafíos y expectativas, por donde tarde o temprano todos los jóvenes han de pasar con
sus cántaros vacíos, con sus interrogantes no expresados, con su suficiencia arrogante
pero a menudo sólo aparente, con su deseo profundo de agua viva. Salirles ahí al
encuentro, en su necesidad de vida, de respuestas, de sentido, para recorrer un itinerario
de descubrimiento interior y de descubrimiento de Jesús. Hay que ser inteligente y no
imponer nuestras preguntas sino plantearlas desde las que parten del propio joven y
suscitar a partir de aquí la propia vocación como respuesta a la voz de Dios.

Nuestra labor no puede consistir en poner en marcha los recursos para que el
muchacho decida lo que nosotros deseamos o pretendemos, sino más bien, ensanchar
los deseos y pretensiones del muchacho para que se descubra en plenitud y poner los
medios para que en cada muchacho se haga posible un dialogo vivo y creciente entre la
palabra de Vida que ya lleva escrita en su interior como proyecto de Dios y su propio
proyecto existencial. Hay que aprender a mirar a cada muchacho como Dios nos mira y
ver en su interior toda la fuerza que Dios ha puesto en cada uno, esa es la semilla que
hay que acompañar y amar para que llegue hasta donde Dios la ha llamado.

Para educar en la vocación no se trata de estar catequizando todo el día, hay que
saber potenciar las habilidades humanas y dones personales como instrumentos
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 9

importantes que pueden ir configurando una vocación. Educar, hoy y siempre, es


acompañar a alguien en su camino hacia el misterio de la vida. Deberás conocerte a ti
mismo, saber lo que sabes y lo que desconoces, lo que puedes y no puedes hacer, lo que
quieres y lo que no, porque sólo así podrás superarte. Deberás quererte a ti mismo,
valorarte y estimarte, pero también exigirte.

Hay a menudo un auténtico cisma entre lo que se sabe, lo que se dice y lo que se
vive. El problema de la fragmentación existencial es constantemente señalado como
algo seriamente preocupante en las generaciones actuales. No sé si en nuestros procesos
educativos ponemos suficiente atención por ayudar a unificar a la persona. Se trata de
ayudar a descubrir que la identidad se adquiere en la relación, no en la autoafirmación.
Que es dándose y amando como se "es". Sólo realizando la experiencia se comprende.
Integrar convicciones con la vida diaria. Unificar la vida es el verdadero proceso
educativo. Cuando se vive desde el rol no se puede amar de verdad. Es necesario vivir
desde el fondo de la persona.

Para educar en la responsabilidad se requiere entrar en contraste con las personas,


dialogar con ellas, entrar en relación, sólo así se puede iniciar un camino
medianamente coherente de personalización e interiorización. La pura educación en
valores como grandes principios, perfectamente definidos, cuya propuesta última parece
que es o lo tomas o lo dejas, se queda un poco como trasnochada. El peligro de perderse
en las ideologías y en un discurso que nunca acaba y que no se personaliza… Hoy no se
da la vida por una idea y tal vez sí por una persona…

Hay que superar los roles preestablecidos y las relaciones oficiales, buscar una
atención personalizada que salga de los esquemas trillados, dando la oportunidad para
encuentros personales entre profesores y alumnos al margen del aula. Potenciar las
tutorías en este sentido. Lo académico se vuelve formativo sólo si está fecundado por
una verdadera relación personal que proporciona confianza, libertad para el
intercambio, capacidad de diálogo…

Pedagogía del uno a uno, es necesaria la reforma de la persona (sólo cambiando


cada persona, cambiaremos el mundo).

 Transformar la sociedad

Transformar la sociedad (valores, evangelio, profecía, “signo”, Reino). La escuela


de Calasanz se encarna en la realidad no es una construcción teórica. En Calasanz hay
un encuentro entre la escuela y la sociedad, hoy nos limitamos a seguir el plan de
estudios propuesto por el estado sin cuestionarnos las necesidades

Hoy es imprescindible reunirnos para dar respuesta y ser capaces de una "lectura
crítica de la realidad" ("ver-juzgar-actuar"). El punto de partida será siempre la
situación real que están viviendo los destinatarios: una lectura transformadora. Desde
ella la comunidad de docentes se preguntará por la eficacia de las estructuras, los
programas, los métodos,… que se están utilizando, y decidirá el cambio, la renovación,
la creación... de lo que se considere oportuno.

Todo depende de la idea que se viva sobre todo en el claustro acerca de qué tipo
de sociedad es el mejor, bueno, conveniente, posible, esperable... Porque en muchos
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 10

casos nos encontraremos con claustros para los que el tipo de sociedad a construir no es
asunto que preocupe; en otros, que el tipo de convivencia es el conocido, habitual, el
posible, el de la competencia en la libertad individual; y los habrá para quienes el
objetivo es construir otro tipo de comunidad en medio del pueblo de los hombres.

La relectura de nuestros programas ha de hacerse siempre desde su relación con


la vida fuera de la escuela, lo cual lleva a plantear el trabajo educativo como
experimentación, es decir, percepción de la realidad, formulación y solución de sus
cuestiones. si educamos es porque creemos que hay conocimientos, valores y, en suma,
competencias más deseables que otras, y por tanto deseamos que nuestro alumnado sea
más competente y más capaz, un peaje probablemente necesario para conseguir que
sean también más felices.

Nos encontramos con la indecisión de muchos jóvenes ante los compromisos


definitivos. Habrá que ir preparándolos gradualmente para asumir responsabilidades
personales, confiarles tareas adecuadas a sus posibilidades y a su edad, favorecer una
educación progresiva para las pequeñas opciones de cada día ante los valores
(gratuidad, constancia, sobriedad, honradez...). Sabemos que es un punto débil en la
educación actual, sobre todo en lo relativo a la educación familiar. La tendencia a la
sobreprotección lleva al niño a crecer sin una suficiente conciencia de ser responsable
de sus actos, dado que tiene bien grabada la experiencia de que hay alguien siempre
detrás que pagará los platos rotos. Junto a este necesario educar en la responsabilidad
de los propios actos y sus consecuencias, hay que añadir la educación en la conciencia
de responsabilidad respecto al bien común, en la aportación personal que cada uno
puede y debe dar para mejorar desde los pequeños ámbitos en los que se mueve
(familia, clase, grupo de amigos, grupo de fe...) hasta otros ámbitos más amplios
(sociedad, Iglesia, mundo)...

Hay que empezar a educar en el compromiso por la justicia, en la radicalidad,


aunque esto suponga ir contracorriente de lo establecido por la sociedad (recordemos
que queremos transformarla).

 Amor

Es a través del Amor concreto, a Dios y al hombre como se desarrolla este


ministerio, no cabe nada que no sea por amor y con amor, Calasanz dirá “para mayor
gloria de Dios y utilidad del prójimo”. El criterio de nuestra acción educativa es pues
ese amor, la felicidad del niño y la reforma de la sociedad y de la Iglesia

¿Qué es educar?. Yo lo definiría diciendo que educar es convertirse en


autoridad para el otro. Yo soy autoridad “autoritas” para el otro cuando logro su auge
“aubeo”, cuando le auxilio “auxi-lio” cuando gracias a esto el se convierte en autor
“auctum” de lo que hace. La autoridad es por tanto hacer crecer al otro desde el otro.
Sacar del otro lo mejor que tiene en sí mismo, en palabras de Calasanz “buscar la
interna inclinación” y potenciarla, hacerla crecer, en resumen “dejar nacer al Jesús que
cada uno lleva dentro”, educar es dejar nacer la verdad que todos llevamos ya en el
interior (“e-ducere”).

El que de este modo se convierte en “autoritas” se convierte también en


“magister” (hacer que el alumno sea más), pero para que el chaval sea más el maestro
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 11

tiene que hacerse menos “minus” “minister” (servidor). Este ser servidor se realiza en
una pedagogía del Amor por cada chaval, un Amor que se entrega y que es capaz de
ver en los chicos la semilla del hombre nuevo llamado a ser .

Un Amor que se concreta en una pedagogía del uno a uno, para cada chaval que
es distinto y único. «En cada hombre en alguna forma comienza el mundo; que cada
encuentro puede transformar una vida y que, en última instancia, somos resultado de
quienes nos han mirado a los ojos y al alma, nos han dado la mano para tenernos de pie
o para arrodillarnos, para avanzar con valor o para retroceder con humildad. Nadie
somos lo que somos, sino lo que se nos posibilita o permite ser. Nadie venimos de
donde venimos ni vamos adonde vamos, sino en la medida en que alguien ante nosotros
se nos hace camino abierto o flecha que indica, palabra que alienta o advertencia que
intimida»11. No se trata de hacer cosas excepcionales, sino de vivir de forma
extraordinaria lo ordinario, tratando de vivir todo, hasta las cosas más insignificantes,
con una intensa calidad de amor, y concretando este amor en cada chaval, en cada
encuentro , en cada gesto.

Jesús es el modelo que buscamos y al que debe configurarse el educador, desde


Jesús la autoridad se entiende en otras coordenadas: Ejercer la “autoridad” desde el
servicio a los otros, de modo que facilita y “aúpa” el crecimiento de cada uno para que
llegue a lo que esta llamado a ser, haciendo de cada uno el protagonista y “autor” de su
propio crecimiento. Toda esta pedagogía va encaminada a reconocer a Jesús como el
verdadero modelo de Hombre, el hombre en plenitud, el hombre tal y como Dios lo
sueña. A cada muchacho hay que mostrarle el modelo en toda su radicalidad, hay que
hacer la gran propuesta: ser como Jesús y tender a proyectos radicales de seguimiento
sin rebajar las expectativas ni las exigencias del Reino. El joven necesita ser estimulado
por ideales grandes, por algo que le supera y que esta por encima de sus posibilidades,
por algo por lo que vale la pena dar la propia vida. Hay que proponerle el máximo de lo
que puede dar para que llegue a ser y sea el mismo. Como dice Pedro Casaldáliga:
“Sólo lo imposible merece la pena”.

Calasanz concretará en la escuela este modo de amor por parte del educador:
pedirá que tengamos un trato recíproco de dignidad, que sirvamos a Jesús en los niños,
que con nuestro amor les hagamos atractiva la escuela (esto dice casi todo), insistirá en
el "abajarse a los niños" y en atender a los más pobres (hoy...). Y todo ello como
respuesta al amor de Dios, como fruto de este amor y al modo de Jesús. ¿Cómo separar
espiritualidad de ministerio calasancio?

Creer que la esencia de la pedagogía es el amor dado y recibido. Porque sólo


amando se es uno mismo, se crece, se saca lo mejor de sí. Porque sólo el amor
encarnado, en las diversas relaciones que se establecen en el sistema educativo, crea el
ambiente necesario para el crecimiento de las personas que en él participan.

 Testigos

No se trata de “hacer” de maestro de vez en cuando aunque sea durante todo el


horario de la jornada escolar, sino de “ser” maestro desde el fondo de la propia
humanidad y personalidad….«La primera cosa eficaz es el ser del educador; la segunda,

11
Memorial para un Educador p. 45
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 12

lo que él hace; la tercera, lo que él dice». (Gil Rodríguez, M.P.) se enseña y se


administra la escuela en función de la propia visión de la vida.

Compartir y convocar desde la vida. Compartir el mismo camino implica


testimoniar la propia opción, el propio camino vocacional, dejando traslucir el esfuerzo,
la novedad, el riesgo, la sorpresa, la belleza, el gozo; no para imponer la propia
vocación sino par atestiguar la grandeza de una vida que se realiza según el proyecto de
Dios, la alegría de colaborar gozosamente en lo que Dios quiere de mí. El camino al
corazón de los jóvenes pasa por el contagio de la experiencia de la propia fe, sólo
podremos cautivarlos y hacer que se enamoren de Jesús sí nosotros estamos ya
enamorados de El, de El en ellos.

Dado que autoridad procede del latín “auctor” (hacer crecer) estar convencidos
de que la autoridad procede del amor. Sólo el que hace crecer a los otros, dando la vida
por ellos, adquiere una autoridad que permite corregir, delimitar, marcar líneas, orientar.

Los niños carecen de modelos familiares y sociales respecto a los valores que se
les pretende educar. Vivimos la esquizofrenia entre el ideal/teórico y lo real/cotidiano.
Los niños adquieren con facilidad el reflejo de creer en unos valores que no se
practican, al igual que hacen sus mayores. La consecuencia pedagógica es que, aunque
se les propongan verbalmente una gama de valores o principios, los niños carecen de
experiencia de los mismos como valiosos, porque no llegan a experimentarlos como
tales; no encuentran apoyo social, que proporcione consistencia y validez social a la
propuesta y lo van a comprobar en cuanto vayan al colegio; y, finalmente, entran en ese
juego de la aceptación de valores o principios que deben ser creídos, porque todos
parecen creer en ellos, y los mayores, con su autoridad, así se los proponen, pero que no
cuentan para la vida cotidiana, y se reducen a meros ideales tendenciales, hacia los que
no se sabe cómo dar pasos concretos. Y suele ocurrir que, cuando llega la etapa crítica
de la adolescencia, los jóvenes se desprenden de ese universo de valores que han
aceptado sólo superficialmente, sin verdadera personalización, junto con sus actitudes
infantiles o incluso se revuelven críticamente hacia ellos, denunciando la falta de
autenticidad. ¿Cómo promover y defender criterios, principios de conducta, valores que,
después, no sólo carecen de apoyo social explícito en la vida diaria, sino que, además,
con frecuencia son combatidos por actitudes, modos de conducta y contravalores que
desde la publicidad y los “medios” se defienden o promueven como las vías decisivas
para la felicidad y el éxito social?

De aquí la urgencia de la pedagogía de la unidad. Porque al contar con una


estructura social suficiente, el grupo de alumnos y la comunidad educativa -que dura
una serie de años decisivos- la escuela goza de la posibilidad de proponer valores,
principios, criterios de conducta, pero también de permitir experimentar su validez. Sin
embargo esto va a depender de que se trabaje en la dirección pedagógica propuesta,
pues sólo si se logra cohesionar suficientemente el grupo, la unidad se convierte en la
posibilidad real del acceso a valores que la sociedad sigue marginando o ridiculizando y
que quizá no existe en la propia familia.

Hay que evitar que se caiga en esa trampa pedagógica (que los jóvenes aprenden
enseguida) que consiste en que todo ese mundo de valores y principios son realidades
para creer, pero no para vivir, sirven como ideales utópicos, pero no para la vida
cotidiana. Es una llamada a la coherencia en el sentido de ser testigos, de vivir
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 13

comprometidos para que el anuncio del mensaje sea creíble. Y por esta unidad
existencial entre Palabra y Vida, entre decir y hacer, nuestra experiencia es para muchos
creíble y convincente, provoca profundos cambios en la existencia personal, por eso
pone en acción en muchas personas un verdadero proceso educativo.

 Fraternidad

Desde el concepto de “persona” surge también un nuevo concepto de humanidad


en el que la relación con los demás siempre es de fraternidad. Si somos hijos de un
mismo Padre (Rm 8,16) somos hermanos y como hermanos ha de ser nuestra relación
(Salmo 133, 1). Esta fraternidad implica que el amor tiene que hacerse concreto, hay
que manifestar el amor en cada gesto, en cada palabra, en cada situación de modo que el
otro se sienta amado por nosotros. El otro ha de tener experiencia del amor de sus
hermanos, en vez de intuiciones de ese amor. Tenemos que aprender a manifestar el
amor que llevamos dentro no como nosotros sabemos sino como el otro es capaz de
recibirlo. Los chavales tienen que saber que les queremos, que nos importa su vida y sus
problemas, que no nos son indiferentes, sólo así podremos convertirnos en autoridad
para ellos y dejarles nacer desde ellos mismos.

El ser persona, el ser en relación nos lleva obligatoriamente a la fraternidad:


cuidar todas las relaciones, hacer comunidad, cuidar los encuentros, las palabras, los
detalles, la autenticidad y la calidez en la relación, el servicio, el perdón...por eso es tan
importante cuidar las relaciones personales dentro de la comunidad educativa de modo
que esta sea para todos, sobre todo para los chavales, un lugar de acogida, de perdón, de
paz, de justicia, de solidaridad, Cooperar pues para que la presencia de Jesús se
manifieste entre nosotros y sea posible en cada niño. El maestro, deberá entenderse
como un profesional del arte de descubrir y consolidar las nuevas relaciones humanas.

«Crear lazos», le dice el zorro al Principito, para explicarle cómo se fragua una
amistad. Para ello se necesita... ¡tiempo! «¿Qué hay que hacer? —dijo el Principito—.
Hay que ser muy paciente —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos
de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de
malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...». Queremos
formar comunidad, y con este buen deseo podemos caer en el error inicial del
Principito, cuando el zorro le pidió que le domesticara: «Bien lo quisiera —respondió el
Principito—, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer
muchas cosas». Abramos entonces “espacios comunitarios” y comencemos a crear
lazos: Lazos de comunión entre las personas que, al principio sólo materialmente,
coincidimos en torno a la misión educativa. Lazos que nos permitan sentirnos
humanamente reconocidos, aceptados, queridos...Lazos que provoquen nuestra
responsabilidad compartida en la misión ante las necesidades de los jóvenes...

Dado el ambiente social contrario; dado que todo mensaje, para ser creído y
aceptado debe apoyarse no sólo en la credibilidad de la propuesta, no sólo en la
credibilidad de la persona que lo propone, sino en un ambiente social que lo confirme,
la posibilidad de comunicar valores y criterios depende de la constitución de una
Comunidad Educativa, como sociedad alternativa que confirme la viabilidad de la
propuesta pedagógica. “pedagogía de comunidad”. El sujeto último del ministerio
calasancio trasciende al educador individual: se educa sobre todo por inmersión y por
eso es la comunidad educativa el sujeto, mejor aún si hablamos de la comunidad
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 14

cristiana calasancia, en la medida en que permite que el Maestro esté en medio de


quienes se reúnen en su nombre y él es quien realmente educa. Si esta educación es en
realidad una "iniciación" (sociocultural y cristiana), entonces la comunidad es decisiva.
De ahí la importancia de suscitar auténticas comunidades humanas y cristianas en
nuestros centros, la importancia de garantizar sus relaciones internas, su proceso de
crecimiento, su profundidad y, en último término, la presencia del Espíritu en medio de
ellas.

Se llega a una Escuela con Sentido cuando vivimos en una escuela que construye
Comunidad, es la condición o requisito definitivo, lo único que puede de verdad
garantizar cualquier relectura de los Programas escolares: todo depende de qué idea se
tenga sobre la vida de relación y qué vida de relación viva el educador.

También en educación se ha desarrollado la libertad y la igualdad, pero no la


fraternidad; en términos educativos podríamos hablar de “aprender a vivir juntos”.
Hoy nos enfrentamos cada vez más con el reto de la interculturalidad. El respeto y la
colaboración con el que es diferente es hoy urgente si queremos construir un mundo de
paz. Para los seguidores de Jesús la construcción de la fraternidad universal ha de
convertirse en meta educativa, en una utopía a perseguir. Ha de resonar en el interior de
todo educador cristiano el deseo profundo de Jesús: “Padre, que todos sean uno”. El
lograr que en nuestras aulas y grupos se experimente el respeto al que es o piensa
diferente, la colaboración, la valoración de la aportación de cada uno...e incluso la
unidad a lograr entre todos no ha de sernos para nada ajeno. Toda auténtica vocación es
vocación para vivir la comunión y construir la comunidad. Si vamos educando en esta
línea desde el principio será más factible que las opciones comunitarias dejen de ser
cosa excepcional. Pero para ello es necesario que los niños la experimenten y además
como algo gozoso.

Estos son los criterios, opciones, horizontes a los que queremos llegar. Nuestra
tara es sembrar (y quizás algunos frutos no nos tocará recogerlos a nosotros), no
importa tanto el resultado final como el trayecto que nos acerca a él. Sobre todo porque
en la educación el trayecto nos construye y nos plenifica al tiempo que construye a los
chavales si de verdad lo vivimos con vocación. Nos deben de mover las ganas de viajar,
no las de llegar: «Si sales para hacer el viaje a Ítaca, debes pedir que el camino sea
largo»12. Feliz viaje a todos y todas. «Que Jesús Maestro forme en todos nosotros
verdaderos y válidos educadores» (Chiara Lubich).

12
Cavafis, “el Viaje a Ítaca”.
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 15

Bibliografía
Para los que aún no estéis cansados de leer ahí van algunas sugerencias que a mi me
“inspiraron” a la hora de hacer la charla. Muchas son ponencias o documentos de
trabajo de diferentes encuentros o cursos pero merecen la pena, si no podéis
conseguirlos no dudéis en pedírmelos en jangelbeltran@terra.es.

• L. Padilla. Intuiciones de Calasanz sobre la formación escolapia. Publicaciones


ICCE. Madrid.1998
• O. González de Cardenal. Memorial para un educador. Ed. Narcea. Madrid.
1981.
• EPP. Espiritualidad del evangelizador calasancio. Curso de formación de
agentes de pastoral nº 13. Madrid. 1995.
• B Lequio-M.A. Asiain-O. Tosti-S. López. El carisma de José de Calasanz.
Colección cuadernos nº 22.Publicaciones ICCE. Madrid. 1998.
• Congregación General de las Escuelas Pías. Espiritualidad y pedagogía de San
José de Calasanz. Colección espiritualidad. Publicaciones ICCE. Madrid.1995.
• Congreso Europeo sobre las vocaciones al sacerdocio y ala vida consagrada en
Europa. Nuevas vocaciones para una nueva Europa. EDICE. Madrid. 1998.
• A. de Saint-Exupery. El Principito. Ed. Nuevomar. México D.F.1983.
• V. Gil. La pastoral vocacional: eje de nuestros procesos educativos y
pastorales. Ponencia del Encuentro de pastoral vocacional de las demarcaciones
españolas de las Escuelas Pías. Cercedilla (Madrid). 2001.
• M.A. Asiaín. La vocación educadora de Calasanz. Ponencia del encuentro de
espiritualidad y pedagogía calasancia. Roma. 2001.
• A. Divizzia. El niño a los ojos de Calasanz. Ponencia del encuentro de
espiritualidad y pedagogía calasancia. Roma. 2001.
• A. Divizzia. El educador calasancio. Ponencia del encuentro de espiritualidad y
pedagogía calasancia. Roma. 2001.
• D. Hallado. Formación calasancia de claustros de profesores. Ponencias en
distintos claustros de colegios de las Escuelas Pías. 1998-2001.
• C. Lubich. Discurso de entrega del doctorado honoris causa en pedagogía por
la universidad católica de América. Washington. 2000.
• C. García Andrade. ¿Porqué la pedagogía de la unidad?. Ponencia en el
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Las Matas (Madrid). 2000.
• C. Díaz. El educador cristiano. Ponencia en la 5ª escuela de educadores
calasancios. Madrid. 1996.
• G. Maylin. Itinerario del educador. Documentos de trabajo de las semanas de
formación con el profesorado de los Hnos. del sagrado corazón.
• G. Maylin. Identidad del educador. Documentos de trabajo de las semanas de
formación con el profesorado de los Hnos. del sagrado corazón.
• G. Maylin. Es tiempo de refundación. Documentos de trabajo de las semanas de
formación con el profesorado de los Hnos. del sagrado corazón.
• G. Maylin. Aprendizaje futuro. Documentos de trabajo de las semanas de
formación con el profesorado de los Hnos. corazónistas.
Espiritualidad y pedagogía del educador calasancio 16

• G. Maylin. Educar es hacer relaciones. Documentos de trabajo de las semanas


de formación con el profesorado de los Hnos. corazónistas.

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