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Foucault: Las palabras y las cosas

Hermenéutica: conjunto de conocimientos y técnicas que permiten que los signos hablen
y nos descubran su sentido.
Semiología: conjunto de conocimientos y técnicas que permiten saber dónde están esos
signos, definir lo que los hace ser signos, conocer sus ligas y leyes de encadenamiento.

El siglo XVII superpuso la semiología y la hermenéutica en la forma de la similitud.

La naturaleza es tomada en el mínimo espesor que conserva, una debajo de la otra a la


semiología y la hermenéutica; no es misteriosa ni está velada, sólo se ofrece al
conocimiento, que desvía algunas veces, en la medida en que esta superposición
conlleva un ligero desplazamiento de las semejanzas. De golpe, la reja no es clara; la
transparencia está enturbiada desde el primer carteo. Un espacio sombrío aparece y es
necesario aclararlo progresivamente. Allí está la “naturaleza” y es eso lo que es necesario
emplear para conocerla. Todo sería inmediato y evidente si la hermenéutica de la
semejanza y la semiología de las signaturas coincidieran sin la menor oscilación. Pero,
dado que hay una ranura entre las similitudes que forman grafismos y las que forman
discursos, el saber y su labor infinita reciben allí el espacio que les es propio: tienen que
surcar esta distancia yendo, por un zigzagueo indefinido, de lo semejante a lo semejante.

La fisura primigenia, el desgarramiento del que nacen dos dimensiones diversas:

autónomas pero ligadas para siempre. El desacople de las palabras y las cosas, entre

los signos y aquello que designan, nos lleva hacia el universo de lo virtual. La potencia

creadora de mundos del lenguaje nos lleva al mundo humano, el mundo de la

imaginación mediada lingüísticamente. Aquí es donde se plantea con gran angustia la

pregunta por la relación entre este mundo y lo que se llamará el mundo “real”.

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“En su forma primera, tal como fue dado por Dios a los hombres, el lenguaje era un signo
absolutamente cierto y transparente de las cosas, porque se les parecía. Los nombres
estaban depositados sobre aquello que designaban, tal como la fuerza está escrita sobre
el cuerpo del león, la realeza en la mirada del águila y tal como la influencia de los
planetas está marcada sobre la frente de los hombres: la forma de la similitud. Esta
transparencia quedó destruida Babel para castigo de los hombres. Los idiomas quedaron
separa unos de otros, y resultaron incompatibles sólo en la medida en q .se borró de
inmediato esta semejanza a las cosas que habían sido primera razón de ser del lenguaje.
Todas las lenguas que conocemos, las hablamos actualmente sobre la base de esta
similitud perdida y en el espacio que ella dejó vacío. Sólo existe una lengua guarda
memoria de ello, porque se deriva directamente del primer vocabulario, ahora olvidado;
porque Dios no ha querido que el castigo de Babel escapase a la memoria de los
hombres; porque lengua ha servido para relatar la Antigua Alianza de Dios con su pueblo;
por último, porque en esta lengua se dirigió Dios a que le escucharon. Así, pues, el
hebreo lleva en sí, como restos, las marcas de la primera denominación. Y estas
palabras, pronunciadas por Adán al imponérselas a los animales, siguen conservando en
su espesor, cuando menos en parte, como un fragmento de saber silencioso, las
propiedades inmóviles de los seres: "Así, la cigüeña, alabada por su caridad hacia sus
padres y madres, se llama en he, chasida, es decir, 'mansa', 'caritativa', 'piadosa'... El
caballo llamado sus, del verbo hasas, si no es que este verbo se deriva de él, que
significa elevarse, ya que entre todos los cuadrúpedos éste es el orgulloso y valiente,
según lo describe Job en el capítulo 39. Pero no hay allí sino ruinas fragmentarias; las
otras lenguas han perdido estas similitudes radicales, que sólo el hebreo conserva a fin
de mostrar que fue en otro tiempo la lengua común de Dios, de Ad de los animales de la
primera tierra.
Sin embargo, si el lenguaje no se asemeja de inmediato a las que nombra, no está por
ello separado del mundo; continúa siendo en una u otra forma, el lugar de las
revelaciones y sigue siendo parte del espacio en el que la verdad se manifiesta y se
enuncia a la vez. Es verdad que no es la naturaleza en su visibilidad original, pero
tampoco es un instrumento misterioso cuyos poderes sólo sean conocidos por algunos
privilegiados. Es más bien la figura de un mundo en vías de rescatarse y ponerse al fin a
escuchar la verdadera palabra. Por ello, Dios ha querido que el latín, lengua de su iglesia,
se extienda por todo el. globo terrestre. (44)

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Las lenguas tienen con el mundo una relación de analogía más que de significación; o
mejor dicho, su valor de signo y su función de duplicación se superponen...
Hay una función simbólica en el lenguaje: pero desde el desastre de Babel no es
necesario ya buscarla –salvo en raras excepciones- en las palabras mismas, sino más
bien en la existencia misma del lenguaje, en su relación total con la totalidad del mundo,
en el entrecruzamiento de su espacio con los lugares y las figuras del cosmos.”(45)

Signos:
Concepción ternaria: Estoicismo: significante-significado-coyuntura. Prevalece hasta el
fin del Renacimiento.
“Don Quijote es la primera de las obras modernas....porque en ella el lenguaje rompe su
viejo parentesco con las cosas para penetrar en la soberanía solitaria de la que ya no
saldrá (...)”(55)
“Don Quijote esboza lo negativo del mundo renacentista; la escritura ha dejado de ser la
prosa del mundo; las semejanzas y los signos han roto su viejo compromiso; las
similitudes engañan, llevan a la visión y al delirio; las cosas permanecen obstinadmente
en su identidad irónica: no son más que lo que son; las palabras vagan a la ventura, sin
contenido, sin semejanza que las llene; ya no marcan las cosas; duermen entre las hojas
de los libros en medio del polvo” (54)

Concepción binaria: Port Royal: significante-significado. Las palabras y las cosas se


separan.
A principios del siglo XVII (barroco), el pensamiento deja de moverse dentro del elemento
de semejanza...se olvidarán las bellas figuras rigurosas y obligatorias de la similitud. Y se
tendrá a los signos que las marcaban por ensueños y encantos de un saber que no
llegaba aún a ser racional. (58) EJ, para Bacon serán Idolos y luego vendrá la concepción
cartesiana.

La critica cartesiana de la semejanza es de otro tipo. No se trata del pensamiento del


siglo XVI que se inquiete ante si mismo y comienza a desprenderse de sus figuras más
familiares; se trata de un pensamiento clásico que excluye la semejanza como
experiencia fundamental y forma primera del saber, denunciando en ella una mixtura
confusa que es necesario analizar en términos de identidad y diferencias, de medida y

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orden. Si Descartes rechaza la semejanza, no lo hace excluyendo del pensamiento
racional el acto de comparación, ni tratando de limitarlo, sino por el contrario
universalizándolo y dándole con ello su forma más pura.

La cuestión de la purificación a partir de la abstracción, la sistematización y la


estandarización es el centro de lo que a mí me interesa.

Existen dos formas de comparación y solo dos: la comparación de la medida y la del


orden. Se pueden medir magnitudes o multiplicidades, es decir magnitudes continuas o
discontinuas; pero tanto en un caso como en el otro , la operación de medida supone que
, la diferencia de cuenta que hay entre los elementos y la totalidad, se considere primero
el todo y se lo divida en partes. Esta división resulta en unidades, de las cuales unas son
de convención o ficticias (en el caso de las magnitudes continuas) y las otras (en el caso
de las multiplicidades o magnitudes discontinuas) son las unidades de la aritmética.
Comparar dos magnitudes o dos multiplicidades exige de cualquier manera que se
aplique una unidad común al análisis de la una o de la otra. Así, la comparación
efectuada por la medida remite, en todos los casos, a la relaciones aritméticas de
igualdad y la desigualdad. La medida permita analizar lo semejante según la forma de la
identidad y la diferencia. (59)
El orden se establece sin referencia a una unidad exterior; .....hay que ir hacia lo más
simple y de allí a lo que está más cerca. “En tanto que la comparación por medida exigía
de antemano una división, y después la aplicación de una unidad común, aquí comparar y
ordenar no son sino una y la misma cosa: La comparación por orden es un acto simple
que permite pasar de un término a otro y después a un tercero, etc. , por un movimiento
absolutamente ininterrumpido. Así se establecen las series,,,(60)
Tales son los dos tipos de comparación: el uno analiza en unidades a fin de establecer
relaciones de igualdad y desigualdad; el toro establece elementos, los más simples que
puedan encontrarse, y dispones las diferencias según los grados mas débiles posibles.
Ahora bien,m puede remiteirse la medida

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