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VI CONTRATRANSFERENCIA
Sandler

En los tres capítulos anteriores hemos discutido dos conceptos que han sido usados en conexión con
aspectos de la relación entre el paciente y su terapeuta: alianza terapéutica y transferencia. Estos dos
conceptos clínicos se originaron dentro de la situación de tratamiento psicoanalítico y hemos indicado cómo
es posible extenderlos fuera de ella. Ambos se relacionan con un proceso que ocurre dentro del paciente y
tienden a subrayar sólo un aspecto de la relación. Incluso el concepto de la alianza de tratamiento que
nominalmente parece incluir los papeles del paciente y del terapeuta, ha sido visto desde el punt o de vista
de los procesos y actitudes que ocurren dentro del paciente; las actitudes, sentimientos y posición
profesional del terapeuta han sido, por lo común, omitidos. Sin embargo en años recientes se ha puesto
mayor atención en los escritos psicoanalíticos a la relación del analista hacia su paciente. Así como el
término "transferencia" ha sido usado en forma un tanto vaga como sinónimo de la totalidad de la relación
del paciente hacia su terapeuta, el término "contratransferencia" es a menudo usado c n un sentido general
(dentro y fuera del psicoanálisis) para describir la totalidad de los sentimientos y actitudes de l terapeuta
hacia su paciente y aun más para describir facetas de relaciones normales no terapéuticas (Kemper, 1966).
Tal uso es muy diferente del que se intentó originalmente; como consecuencia se ha producido una gran
confusión sobre el significado preciso del término. Es el propósito de este capítulo examinar el concepto a la
luz de sus orígenes y desarrollo dentro del psicoanálisis y comentar brevemente algunas de las posibilidades
de su ampliación fuera del marco del tratamiento psicoanalítico.
El término fue usado primero por Freud al examinar las perspectivas del psicoanálisis (1910x). Dijo
refiriéndose al psicoanalista: "Hemos llegado a ser conscientes de la `contratransferencia' que surge en él
como resultado de la influencia del paciente sobre sus sentimientos inconscientes y estamos casi inclinados a
insistir en que él debe reconocer esta contratransferencia en sí mismo y superarla ... ; ningún psicoanalista va
más allá de lo que le permiten sus propios complejos y resistencias internas . . .". En el mismo año, en una
carta a su colega Ferenczi, a quien había analizado, Freud se disculpa por su fracaso en superar sentimientos
contratransferenciales que habían interferido en el análisis (1910b).
Freud se refirió más tarde a que el analista debería mostrar al paciente lo menos posible de su vida
personal y previno a los analistas contra la discusión con el paciente de sus propias experiencias y dificultades.
"El médico debe ser opaco para sus pacientes y tal como un espejo mostrarles solamente lo que ellos le

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muestran a él." Señaló el peligro de caer en "la tentación de proyectar algunas de las peculiaridades de su
propia personalidad' (1912b).
Así como la transferencia fue vista primero por Freud como una obstrucción al fluir de las asociaciones
libres del paciente, de la misma manera, la contratransferencia fue vista como una obstrucción a la libertad de
la comprensión del paciente por el analista. Freud veía, en este contexto, la mente del analista como un
"instrumento" (1913b) cuya efectividad de funcionamiento dentro de la situación analítica era obstaculizada
por la contratransferencia. Freud no dio el paso, que dio con respecto a la transferencia, de considerar la
contratransferencia como una herramienta útil en el trabajo psicoanalítico.
Debe ponerse de relieve que para Freud el hecho de que el psicoanalista tuviera sentimientos hacia sus
pacientes o conflictos causados por ellos, no constituía en sí mismo la contratransferencia. No abogó para que
el analista se transformara en un "espejo", sino más bien que debiera tratar de funcionar como un espejo en
la situación analítica, reflejando, a través de sus interpretaciones, el significado del material traído por el
paciente incluyendo las distorsiones transferenciales La contratransferencia fue vista como una especie de
"resistencia" del psicoanalista hacia su paciente, debida a- conflictos inconscientes que han sido despertados
en el analista por lo que dice hace o representa el paciente para él. El analista puede mediante la
autoobservación darse cuenta de la existencia de tales conflictos en sí mismo y el dos, son una indicación para
hacer un esfuerzo por reconocer su naturaleza y eliminar sus consecuencias adversas. Según Freud los
conflictos no son contratransferenciales en sí mismos, pero pueden hacer surgir la contratransferencia.
Freud repetidamente subrayó las limitaciones impuestas al trabajo analítico por los escotomas
psicológicos del analista (1912b, 1915x, 1931, 1837x.). Inicialmente Freud destacó la necesidad de un continuo
autoanálisis para el analista (1910x) pero luego comprendió la dificultad producida por las propias resistencias
de éste a una autocomprensión y recomendó que el analista se sometiera a un análisis ("análisis didáctico")
para así ganar comprensión y superar las deficiencias psicológicas creadas por conflictos inconscientes
no resueltos (1912a). Más tarde creyendo que aún esto era inadecuado, sugirió que los analistas se
reanalizaran cada cinco años (1937a). 1
Está claro que Freud incluyó en la contratransferencia algo más que la transferencia (en el
sentido en que él usó el término) del analista hacia su paciente. Mientras que es cierto que un paciente
puede llegar a representar una figura del pasado del analista, la contratransferencia puede surgir
simplemente por la incapacidad del analista para tratar de modo apropiado aquellos aspectos del
comportamiento y comunicación del paciente que inciden en sus propios problemas. Así, por ejemplo, si

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un psicoanalista no ha resuelto problemas relacionados con su propia agresión, pue de tener la


necesidad de aplacar a su paciente cada vez que: detecte sentimientos o pensamientos agresivos
dirigidos hacia su persona. Igualmente si el analista es amenazado por sus propios sentimientos
homosexuales inconscientes, va a ser incapaz de detectar cualquier implicación homosexual en el
material del paciente; o puede reaccionar con gran irritación hacia sentimientos o deseos
homuosexuales del paciente, desviarlo hacia otros temas, etc. El prefijo "contra" puede así indicar una
reacción en el analista que implica un paralelo a la transferencia del paciente (como en "contraparte") y
también una reacción frente a ella (como en "contraataque"). La etimología del término ha sido
estudiada por Greenson (1967).
En la bibliografía psicoanalítica sobre la contratransferencia ha habido una variedad de líneas de
desarrollo después de Freud. Algunos autores han sostenido que el término debiera ser empleado en el
sentido exacto en que fue usado originariamente, es decir, que debiera limitarse a aquellos problem as y
conflictos no resueltos que surgen en el psicoanalista durante el curso de su trabajo con el paciente y
que consecuentemente obstaculizan su eficacia. (Stern, 1924; Fliess, 1953). Así Fliess dic e "la
contratransferencia, siempre una resistencia, debe ser analizada siempre". Winnicott (1960) describe la
contratransferencia como `los rasgos neuróticos del analista que echan a perder su actitud profesional y
perturban el curso del proceso analítico determinado por el paciente". Otros autores mientras se
adhieren más o menos al concepto primitivo han subrayado que el origen de los obstáculos
contratransferenciales se halla predominantemente en la transferencia del terapeuta hacia el paciente
(A. Reich, 1951; Gitelson, 1952; Hoffer, 1956; Tower, 1956). Por ejemplo, A. Reich señala que al analista
"le puede gustar o disgustar el paciente. Mientras esta actitud es consciente, no tiene nada que ver con la
contratransferencia. Pero si estos sentimientos aumentan en intensidad podemos estar seguros de que
sentimientos inconscientes del analista, o sea, su propia transferencia hacia el paciente, en otras palabras,
su contratransferencia, está mezclada en esto". Y sigue diciendo: "así la contratransferencia comprende los
efectos que las necesidades y conflictos inconscientes del analista tienen sobre su comprensión y técnica. En
tales casos el paciente representa para el terapeuta un objeto del pasado hacia el cual son proyectados
sentimientos y deseos remotos ... ésta es la contratransferencia propiamente dicha` (1951).
Es lamentable que los puntos de vista de aquellos autores que consideran la contratransferencia
como el resultado de la transferencia del analista hacia su paciente son habitualmente poco claros y
fracasan al no indicar el exacto sentido en que hacen uso del término transferencia (véase capítulo IV).

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Algunos de estos autores parecen relacionar la contratransferencia con el concepto original de Freud,
mientras que otros lo igualan con todos los aspectos de las relaciones interpersonales (English y Pearso n,
1937). De acuerdo con este último punto de vista, M. Balint, en uno de los primeros trabajos sobre
contratransferencia (1933) la hizo corresponder a la transferencia del analista hacia su paciente y más tarde
(M. y A. Balint, 1939) ampliaron el uso del término para incluir cualquier cosa (incluso la disposición ele los
cojines en el diván) (fue revelara la personalidad del analista. En un trabajo posterior (1949) M. Balint usa el
término contratransferencia sin ambigüedades para describir la totalidad de la actitud y comportamiento
del analista hacia su paciente. Para Balint, a diferencia de Freud, la contratransferencia ha llegado a incluir la
actitud profesional del analista hacia su paciente.
Un desarrollo de consecuencia en los escritores psicoanalíticos sobre contratransferencia ocurrió
cuando ésta comenzó a considerarse como un fenómeno de importancia para ayudar al analista en la
comprensión de los significados escondidos en el material traído por el paciente. La idea esencial propuesta
es que el analista tiene elementos de comprensión v apreciación del proceso que está ocurriendo en el
paciente que no le son inmediatamente conscientes, y que estos elementos pueden ser descubiertos por el
analista si atiende a sus propias asociaciones mientras escucha al .paciente. Esta es una idea que está
implícita en las descripciones de Freud sobre el valor de la atención neutral o "libremente flotante" (1909b,
1912b), pero la primera declaración explícita del valor positivo de la contratransferencia fue hecha por
Heimann (1950, 1960) y ha sido extendida por otros (por ejemplo Little, 1951, 1960b). Heimann comienza
por considerar la contratransferencia como comprendiendo todos los sentimientos que el a nalista
experimenta hacia su paciente. El analista ha de ser capaz de "sostener los sentimientos que son agitados
en él en vez de descargarlos, como hace el paciente, para así poder subordinarlo a la tarea analítica en la
cual el analista funciona como el reflejo especular del paciente". Su supuesto básico es "que el inconsciente
del analista comprende el de su paciente. Esta relación en un nivel profundo llega a la superficie en forma de
sentimientos que el analista nota en su respuesta al paciente, en su contratransferencia" (1950). Heimann
afirma que el analista debe usar su respuesta emocional hacia el paciente, su contratransferencia, como la
clave hacia la comprensión de éste. En otras palabras, un analista puede darse cuenta de crecientes reacciones
emocionales hacia un paciente que no pueden ser ligadas de inmediato con el contenido superficial de las
asociaciones de éste, pero que sin embargo indican la existencia de un papel que inconscientemente le está
siendo forzado al analista La conciencia del analista de sus propias respuestas puede así suministrar un camino
adicional hacia la comprensión de los procesos mentales inconscientes del paciente. Es dé interés hacer notar

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que esta extensión del concepto de contratransferencia es similar al cambio del punto de vista que Freud tuvo
sobre la función de la transferencia, vista primero solamente como un obstáculo pero más tarde considerada
como una ayuda al tratamiento.
Tal como ha sucedido con otros conceptos psicoanalíticos, la atribución de significados adicionales al
término "contratransferencia" ha llevado a una pérdida de precisión en su uso. Si bien, no cabe duda de que la
totalidad de los sentimientos del terapeuta hacia su paciente son de interés para quienes investigan la relación
médico-paciente en toda su variedad, es cuestionable si la extensión del concepto de contratransferencia
hasta cubrir todos los sentimientos experimentados hacia el paciente es útil.
La mayor parte de la bibliografía psicoanalítica sobre la contratransferencia parece reflejar la adhesión
a uno u otro o a ambos de los dos principales puntos de vista descriptos antes, es decir, si la contra
transferencia es un obstáculo para el trabajo analítico o una herramienta de valor. Los problemas que emanan
de ello han sido reconocidos por la literatura psicoanalítica (por ejemplo Orr, 1954). Kernberg, en una revisión
de los trabajos sobre contratransferencia (1965) ha señalado que la implicación del término para incluir todas
las respuestas emocionales del analista es desconcertante y lleva a la pérdida de todo significado específico
por parte del término. Sin embargo, también cita críticas al punto de vista original de considerar a la
contratransferencia tan sólo como una `resistencia" o un "escotoma", ya que éste oscurece la importancia de
la contratransferencia al implicarla como algo "incorrecto". Esto puede estimular en el analista una actitud
"fóbica" hacia sus propias reacciones emocionales y así limitar la comprensión de su paciente. Señala de
acuerdo con los puntos de vista expresados por otros (por ejemplo Winnicott, 1949) que el uso cabal de la
respuesta emocional del analista puede ser considerado como de particular importancia en el tratamiento de
pacientes con profundos desórdenes de la personalidad y pacientes psicóticos. Hoffer ha intentado aclarar
parte de la confusión relacionada con el término al distinguir entre la transferencia del analista hacia su
paciente y su contratransferencia, pero en forma idiosincrásica relaciona la transferencia del analista a
su comprensión y valoración de las necesidades reales del paciente y la contratransferencia con las
relaciones intrapsíquicas del analista incluyendo sus limitaciones en la comprensión del material del
paciente (1956).
Un tema que persiste en la bibliografía psicoanalítica es el de considerar los fenómenos
contratransferenciales como concomitantes esenciales del tratamiento psicoanalítico. Una de las
declaraciones más claras en relación con esto fue hecha por Sharpe (1947) que dice: "Decir que ... un
analista aún tiene complejos, escotomas y limitaciones es decir tan sólo que sigue siendo un ser

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humano. Cuando deja de ser un hombre común y corriente, deja de ser un buen analista". Agrega: "se
habla a menudo de la contratransferencia como si se tratara de una actitud de amor. La
contratransferencia que es dable a causar dificultades es la inconsciente por el lado del analista, sea
infantil, negativa o positiva o ambas alternativamente ... Nos engañamos a nosotros mismos si creemos
no tener contratransferencia, es la naturaleza de ella la que importa". En igual forma A. Reich (1951)
señala que "contratransferencia es un prerrequisito necesario del análisis; si ella no existe, el talento , el
interés necesarios han de faltar. Pero (la contratransferencia) debe permanecer vagamente en el
trasfondo". Spitz (1956) y Little (1960b) proponen un punto de vista similar. Little dice: "sin
contratransferencia inconsciente no habría ni empatía ni posibilidad de análisis". Money -Kyrle (1956)
habla de la empatía como la contratransferencia "normal".
Podemos ver que el concepto de contratransferencia ha sido extendido con el transcurso de los
años hasta incluir diferentes significados, con la disminución inevitable de la precisión con que fue
usado originalmente. Al presente puede discernirse el uso de los siguientes elementos y significados
(algunos de los cuales han sido enumerados por Little, 1951).

1. Las "resistencias" en el analista debidas a la activación de sus conflictos internos. Estos


perturban su comprensión y la conducción del análisis al producir "puntos ciegos" (Freud, 191%, 1912b)
.
2. La "transferencia" del analista hacia su paciente. Aquí el paciente llega a ser el sustituto
presente de una figura importante de la infancia del analista (por ejemplo A. Reich, 1951, 1960).
3. El trastorno de comunicación entre analista y paciente debido a ansiedades del analista en la
relación paciente-terapeuta (Cohen, 1952).
4. Las características de la personalidad del analista reflejadas en su trabajo y que pueden o no
llevar a dificultades en la terapia (por ejemplo M. y A. Balint, 1939). La totalidad de las actitudes
inconscientes del analista hacia sus pacientes (entre otros Balint, 1949; Kemper, 1966).
5. Las limitaciones específicas del psicoanalista puestas en evidencia por ciertos pacientes y la
reacción del analista hacia la transferencia del paciente (entre otros, Citelson, 1952).
6. La respuesta emocional "normal" o "apropiada" del analista hacia su paciente. Esta puede ser
una herramienta terapéutica importante (Heimann, 1950, 1960; Little, 1951) y una base para empatía y
comprensión (Heimann, 1950, 1960; Money-Kyrle, 1956).

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Indudablemente la restricción del concepto clínico de contratransferencia a la transferencia del


analista hacia su paciente, nos provee de una definición. demasiado estrecha y demasiado relacionada
con el significado atribuido a la transferencia (capítulos IV y V). La ampliación del concepto para incluir
no sólo todas las actitudes conscientes e inconscientes del analista sino hasta todos sus rasgos de
personalidad, hace que el término pierda su significado. Lo que parecería útil y apropiado es tomar en
cuenta la extensión del concepto para incluir aquellos aspectos de la respuesta emocional del analista
hacia el paciente que no lo llevan a "resistencias" o "puntos ciegos ", sino que por el contrario pueden
ser usados como medios para ganar comprensión (por medio del examen de las propias reacciones) del
sentido de las comunicaciones y comportamientos del paciente.
De aquí se desprendería que el punto de vista más útil sobre la contratransferencia sería el
considerarla como la respuesta emocional específica que surge en el analista debido a cualidades
específicas del paciente. Esto excluiría los rasgos generales de la personalidad del analista y su
estructura psicológica interna (lo que habría de colorear o afectar su trabajo con todos los pacientes)
pero implicaría que:
1. Existen respuestas contratransferenciales "normales" en el analista a lo largo de cada análisis.
2. La contratransferencia puede llevar a dificultades o a una inapropiada conducción del análisis.
Esto ocurrirá si el analista fracasa en tomar conciencia de aspectos de sus reacciones
contratransferenciales hacia cl paciente o si, habiendo tomado conciencia de ellos, no logra elaborarlos
de manera apropiada.
3. El escrutinio constante por parte del analista de sus actitudes y sentimientos
contratransferenciales hacia el paciente, puede llevar a una mayor comprensión de los procesos que
ocurren en éste.
Pese a que esto no ha sido especialmente subrayado en la bibliografía quisiéramos sugerir que la
actitud profesional del terapeuta, que le permite establecer una cierta distancia respecto del paciente y
al mismo tiempo permanecer en contacto tanto con sus sentímientos como con los del paciente es de
gran importancia en la conducción del trabajo analítico. Esta postura (que no tiene nada que ver con un
"guardar distancias") es uno de los factores que permite a los analistas entender en sus pacientes material
que tal vez no ha sido adecuadamente analizado por el analista durante su análisis didáctico. Es también
uno de los factores, aparte de la comprensión intelectual, que permite a ciertos terapeutas que no han

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sido analizados, el hacer psicoterapia adecuada, especialmente si son supervisados por un analista. Tal vez
ella sea en parte responsable del hecho de que algunos analistas puedan trabajar mejor que aquellos que
los formaron. Al proponer esta sugerencia queremos subrayar que de ningún modo subestimamos la
importancia del análisis personal en la formación de los psicoanalistas ni tampoco restamos importancia a
las resistencias contratransferenciales en el analista debidas a los escotomas vincularlos a sus conflictos
no resueltos.
El concepto de la contratransferencia puede ser extendido con facilidad fuera del tratamiento
psicoanalítico y la conciencia de la contratransferencia puede ser vista como un elemento útil en cualquier
relación médico o terapeuta-paciente De esto se desprende que para el clínico puede tener valor
potencial el tomar conciencia de sus reacciones hacia sus pacientes, cuidado que puede extende rse hasta
incluir la comprensión de las reacciones de otros miembros del equipo clínico en las instituciones
terapéuticas. Por ejemplo, Main (1957) ha descripto un grupo de pacientes que evocan una reacción
particular en el equipo de médicos y enfermeras de un hospital psiquiátrico. Main sugiere que esta
reacción, a pesar de estar posiblemente relacionada con problemas y conflictos internos estimulados en el
equipo por tales pacientes, es también una manifestación de un área de la psicopatología de los pacientes
mismos. Por lo demás la observación de reacciones contratransferenciales también puede ser de
importancia diagnóstica: Hill (1956) ha comentado que sentimientos de irritación en el médico pueden
sugerir un diagnóstico (la histeria en el paciente.

NOTAS:

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Recomendación que aún hoy no ha sido comúnmente llevada a efecto, en parte probablemente por el hecho de que
los análisis didácticos son más largos y por tanto más cuidadosos. Sin embargo un segundo análisis no es infrecuente en los
medios psicoanalíticos, especialmente si el psicoanalista percibe dificultades en su trabajo o fuera de él

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