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GUERRA, VIOLENCIA Y GESTION DE CONFLICTOS INTERNOS COMO METARELATO DISCURSIVO:

UNA RELECTURA AL CASO COLOMBIANO. 1

Este ensayo es una aproximación experimental al caso del conflicto interno de larga duración
que se ha desarrollo en Colombia durante los últimos 50 años. El interés de abordar esta
problemática desde el análisis discursivo trata de reconocer la necesidad de objetivar este
campo del conocimiento y de acción política desde un distanciamiento del sistema de contenidos
que lo define, para privilegiar la mirada sobre la emergencia del espacio y las prácticas
discursivas que prefiguran “la violencia” en Colombia como campo propiamente dicho.

Dicho esto, la hipótesis central de esta discusión es que el análisis de “la violencia” en Colombia,
como discurso, permitirá evidenciar la naturalización que se ha hecho de la misma, como meta
relato, que es a la vez causa y efecto de todo en la sociedad colombiana, y que desde allí se
pueden develar la estrategias de control social, los ejercicios de poder y la creación de
conceptos, categorías, sujetos y geografías, todas asociadas al conflicto.

Para desarrollar esta hipótesis, el texto en primer lugar presenta una obligatoria
contextualización de conflicto colombiano en el marco de la nueva geopolítica global, para
posteriormente entrar a discutir en detalle cómo “la violencia” en Colombia se configura como
meta relato explicativo y práctica discursiva.

Finalmente es necesario aclarar que la segunda sección de este ensayo son una serie de análisis
desarrollados en la misma secuencialidad y lógica argumentativa de un autor, Arturo Escobar.
La justificación de esta estrategia narrativa tiene un propósito fundamentalmente didáctico y
experimental, para verificar y tal vez provocar nuevas aproximaciones y preguntas de
investigación a eso que en Colombia se volvió parte de la ecología social, económica y política: el
conflicto interno y la violencia.

CONTEXTUALIZACIÓN DEL CONFLICTO INTERNO EN COLOMBIA DENTRO DE LA GEOPOLÍTICA


GLOBAL CONTEMPORÁNEA

Después de 40 años de conflicto armado interno en Colombia, la referencia a tal hecho de la


realidad social y política colombiana ha terminado por constituirse en una condición

1 Ensayo elaborado para el profesor Victor Bretón, dentro del curso del Doctorado en Estudios Políticos sobre Teorías
y Políticas del Desarrollo. Facultad Latino Americana de Ciencias Sociales – FLACSO, sede Ecuador. Quito,
diciembre 12 de 2006.

Autor: Sandro Jiménez 1


consustancial de la configuración de esta nación. Más allá de tal expresión, el conflicto interno ha
terminado por asumirse como meta relato, en donde la violencia política es la manifestación
principal como causa o como consecuencia de todo.

La invitación es a que se haga el necesario reconocimiento de que el conflicto interno de hoy, el


de los 90 y el de los 70 no ha sido uno solo o el mismo; y en el nuevo ordenamiento mundial,
apenas si podemos explicarlo por las razones exclusivamente internas, sean estas de carácter
estructural o coyuntural.

Nos referimos al hecho de que en estas cuatro décadas el conflicto armado interno en Colombia
es parte de los cambios en la geopolítica global, los actores en contienda han sido contraparte
en la circulación de los discursos que dominan la agenda política mundial y son usados como
justificaciones; y al tiempo, nuestro conflicto es referencia permanente del surgimiento, la
evolución, las manifestaciones, las soluciones y los recrudecimientos de este tipo de conflictos en
la llamada comunidad internacional, que a su vez, se ha implicado y ha influenciado en las
características propias del conflicto armado interno en Colombia. Todo ello a la luz del
humanitarismo contemporáneo y desde él, con las corrientes de recursos humanos, técnicos y
financieros del aparato del desarrollo.

Los conflictos internos como categoría de análisis son una expresión de posguerra (segunda
guerra mundial), que en la historia más reciente son llamadas “emergencias complejas” . Este 2

tipo de manifestaciones, contrario a las aspiraciones de la constitución de Naciones Unidas,


distan de favorecer la idea de la consolidación del proyecto de paz global. De hecho, este tipo de
fenómenos ha aumentado de cinco por año en la década de los años ochenta, a más de 40 en la
actualidad.

Este incremento no sólo manifiesta la creciente complejidad en la gestión de la paz y de la guerra


(las Naciones Unidas para el período de tiempo en referencia, han tenido que realizar 64
llamamientos para recaudar 11.000 millones de dólares para programas de socorro,
obteniendo 7.000 millones) (Fisas, 2004:65), sino también algún sentido de crisis y obligatoria
transición de la comunidad internacional en su participación en tales tipos de conflictos.

Una posible explicación a esta situación se deriva de la transición de conflictos de primera


generación (interestatales o internacionales) y conflictos de segunda generación (internos o
intestinos) que tiene como frontera el fin del bipolarismo y el paso al unipolarismo cuando lo que
se auspiciaba era una idea de lo multilateral-multipolar. Esto también comporta un cambio en la
visión y respuesta de USA y de la comunidad internacional (Naciones Unidas, Comunidad

2 Para el caso, referirse a la definición que al respecto plantea la OPS/OMS

Autor: Sandro Jiménez 2


Europea, Otan) a la explosión y difusión de este tipo de conflictos. Mientras USA responde con la
estrategia intervencionista de “baja intensidad”, la comunidad internacional intenta responder
con las “operaciones de mantenimiento de la paz” (Peace Kipping Operations, PKO), que suponen
un acuerdo mínimo entre las partes en contienda.

Es como si la comunidad internacional (ONU) hubiese logrado evitar una tercera guerra Mundial
entendida como conflicto de primera generación, pero no hubiese logrado evitar una
conflagración del mundo en una galaxia de focos de conflictos internos (de segunda generación)
que hoy suman 43 en todo el planeta y no pocos de ellos con intervenciones externas. ¿Hay un
derecho-deber de la comunidad internacional para intervenir? ¿En cuáles casos? ¿En qué
condiciones? ¿Es el humanitarismo la cara limpia del nuevo intervencionismo?

Este hecho pone de manifiesto lo que Alessandro Dal Lago (Gergalli y Rivera, 2005:27) define
“(...) como una ilusión. Según una tosca aunque significativa valoración, el número de víctimas
causadas en el mundo entero por conflictos posteriores a 1945 es muy superior al causado por
la primera guerra mundial”.

Continuado con Dal Lago:

En todo caso la ilusión del pacifismo europeo terminó inmediatamente después de


1989. Primero la latente desintegración de la federación Yugoeslava desembocó en
una serie de conflictos armados que involucraron a los Balcanes en su totalidad. A
continuación varias coaliciones guiadas por Estados Unidos han intervenido en
diversas partes del mundo en nombre de la legalidad internacional (Kwait, 1991), de
la humanidad (Kosovo, 1999), de la libertad duradera (Afganistán, 2001), de la lucha
contra el terrorismo (Irak, 2003). El estado de guerra perdura desde hace ya 15
años y, sobre todo, parece destinado a continuar por tiempo indefinido. Pero
solamente hasta los ataques del 11 de septiembre de 2001 amplios sectores de la
opinión pública occidental se han dado cuenta de que la guerra, aunque sea con un
nuevo formato, ha reaparecido en el horizonte de la vida cotidiana.

Lo que se evidencia es que la doctrina de la seguridad nacional (como un asunto de fuero interno
de los Estados para el período de guerra fría y posterior) se consolida y magnifica, ahora con la
idea de que la seguridad nacional es un asunto de geopolítica global y que la “lucha contra el
terrorismo” no reconoce fronteras y difícilmente soberanías.

En este sentido Dal Lago (Bergalli y Rivera, 2005:29), precisa que:

La presencia de la guerra en nuestras vidas no se limita al espectro del terrorismo.

Autor: Sandro Jiménez 3


Antes bien, la misma produce una movilización que, lejos de constituir un estado de
excepción, reorienta establemente nuestros hábitos, es decir, las normas en que se
desarrolla ordinariamente la vida social. Algunos de estos cambios están a la vista de
todos y se pueden sintetizar con la formula del primado de la seguridad: El primado
de la seguridad significa en última instancia la militarización del control social, la
gestión en términos militares (o incluso bélicos) de las amenazas a las sociedades
occidentales que provienen del exterior (infiltraciones terroristas) o del interior
(células terroristas durmientes). La militarización del control comporta dos
consecuencias: La primera es que ciertas categorías de humanos, por ser
sospechosas de connivencia con el enemigo, son despojados de las garantías
jurídicas sobre las que Occidente ha construido su propia representación de cuna del
derecho. La segunda es la creación de un estado de acusación virtual y real de estos
grupos humanos.

Esta referencia a la nueva doctrina de la geopolítica global (definida por quienes se configuran
como enunciantes de ella, Estados Unidos y Europa) le imprime un nuevo escenario a los
distintos conflictos armados vigentes en el mundo, en general, pero muy particularmente, al
conflicto armado interno, dado que Colombia fue el primer país latinoamericano en
comprometerse abierta y directamente en la nueva lógica omnicomprensiva de esta etapa de la
globalización, esto es la de la lucha contra el terrorismo.

¿Qué es pues lo que cambia, lo qué se mantiene, lo qué se visibiliza y lo qué no, en la relación
interdependiente entre la agenda política global y el conflicto armado interno? Lo primero, es el
tipo de guerra interna que vive Colombia. Privilegiaremos una mirada más reciente y coyuntural
del fenómeno, pues con Pecaut (2001:10), creemos que “al cabo de un cierto tiempo ya no tiene
sentido referirse a un contexto inicial. Los fenómenos de violencia producen un nuevo contexto”.

En ese mismo sentido Maldonado (2003:232) plantea que:

Una cosa es explicar el origen de un fenómeno y otra muy distinta es el desarrollo o


evolución de dicho comportamiento o fenómeno. La historia de los fenómenos no
coincide con su origen y, generalmente, tiene una lógica que, no indiferente al origen,
opera de manera diferente o propia. Precisamente por esto, los análisis basados en
la causalidad –multicausalidad– son siempre limitados y reduccionistas.

Es claro que el discurso institucional defiende la idea que Colombia no está en guerra, pero al
mismo tiempo no puede asegurar que estamos en paz, y que la pacificación vía la
desmovilización de combatientes suponga el logro de la paz. En ese sentido, Maldonado
(2003:233), nos recuerda que Colombia es un excelente ejemplo para discutir el concepto de

Autor: Sandro Jiménez 4


conflicto, guerra, revolución, y demás, y con ello, el tipo de relaciones existentes entre el derecho
internacional de los conflictos armados, el derecho internacional humanitario, y el derecho
internacional de los derechos humanos.

Para no detenernos en el enorme acervo académico que ha generado toda suerte de


taxonomías, descripciones y aproximaciones explicativas al conflicto armado interno en
Colombia ; nos referiremos a dos momentos que prefiguran la mutación más importante del
3

caso Colombiano: El primer período, entre los años cincuenta y principios de los años ochenta, es
el tipo de manifestaciones acaecidas en el marco de la guerra dentro del Estado-nación, en
donde el conflicto pasó de movimientos de resistencia campesina, a movimientos revolucionarios
en busca de la toma del poder hasta llegar a la guerra de guerrillas cuyas manifestaciones
dependían del horizonte de georreferenciación donde se estudiasen. Es en este período en que la
categoría de conflicto interno se ajusta más a la realidad social concreta que describe. Es
innegable el hecho de que varios hitos en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y
Latinoamérica (con la revolución cubana como uno de los más emblemáticos ejemplos)
ejercieron poderosa influencia en la dinámica interna del fenómeno.

El segundo momento, de mediados de los ochenta hasta nuestros días, es el del conflicto
armado en el contexto de la globalización. Maldonado (2003:234), denomina este nuevo
escenario como nueva guerra, una guerra que ni se funda ni consiste en los marcos estrictos
del Estado nación; que no se explica única ni exclusivamente, por los motivos que le dieron origen
en la década de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, y que encuentra razones tanto en
la geopolítica internacional, como en los factores sociales de tipo local, regional y nacional.

Esta nueva guerra se complejiza y degrada durante los tres últimos períodos de gobierno, entre
1994 y 2006. Las razones de ello se explican por el entrecruzamiento de los nuevos
comportamientos de los actores en conflicto (fuerzas militares estatales, fuerzas militares
paraestatales, fuerzas militares insurgentes, ejércitos al servicio de narcotraficantes) y las
fuerzas internacionales de comercio legal e ilegal y de la política formal frente a la geopolítica
real.

De la última categoría, podemos decir que la política formal ha pasado: Por el lado colombiano,
de una resistencia a toda participación internacional en la situación interna, a solicitar de
manera reiterada la cooperación de la comunidad internacional; mientras que por el lado
internacional, va de pasar por alto el conjunto de violaciones producto de la violencia sistemática,
acumulada y generalizada en Colombia, a incluir este caso entre las tres crisis humanitarias de
mayor envergadura en el mundo actual.

3 Para el caso ver los trabajos del Cinep y del Iepri

Autor: Sandro Jiménez 5


Adicionalmente, dentro de esta nueva geopolítica, el caso colombiano con sus actores en
contienda, se consideran como uno de los nodos de la lucha sin frontera contra el terrorismo
global, que paradójicamente sólo tiene expresiones concretas en el ámbito local.

Con todo lo dicho, el conflicto armado en Colombia, se suma a la ya desafortunada lista de


conflictos que se consideran confinados en las fronteras nacionales y que se caracterizan por
sus manifestaciones irregulares o mejor emergentes. Esta condición, la del desarrollo interior,
no deja explicar las deferencias dramáticas de unos, frente a otros.

LA “VIOLENCIA” EN COLOMBIA COMO METARELATO EXPLICATIVO Y PRACTICA DISCURSIVA

El conflicto y la violencia en Colombia pensado en términos de discurso:

Pensar el conflicto colombiano desde el análisis de la violencia en términos de discurso supone


desligarse de éste (el discurso de la violencia en Colombia) para analizar el contexto teórico y
práctico con el que ha estado asociado; con el propósito de generar una reinterpretación crítica
de la historia colombiana asociada a determinados modos de compresión del conflicto
colombiano.4

En este sentido son numerosas aproximaciones que demuestran como la sociedad colombiana
se explica y relata a si misma desde la historia de la guerra: comenzando por la guerra de los
mil días a principios del siglo 20; luego la época de la “violencia” partidista entre liberales y
conservados, entre los años 30 a los 40; luego la guerra de guerrillas campesinas entre los 50 y
los 70´s; luego guerra contrainsurgentes, donde proliferaron los movimientos alzados en armas
no sólo en los espacios rurales sino también en los centros urbanos – en los años 80; para
finalmente terminar con la narco guerra y la violencia paramilitar, que se ha extendido desde
inicios de los años 90 hasta nuestros días.

A este respecto es que una entrada analítica de estas características, permite develar las
geografías imaginarias que se han construido desde los usos y aplicaciones del discurso de la
Violencia,5 y la manera como la visibilización de muchas de las regiones y localidades en el país,
sólo acontece cuando aparecen como teatro de operaciones del conflicto.

4 Ver Escobar, A. 1998:27


5 Ver Escobar, A. 1998:30

Autor: Sandro Jiménez 6


Parafraseando a Escobar (1998:31) cuando se refería al discurso del desarrollo; el discurso de
la Violencia en Colombia puede concebirse como un dominio de pensamiento y acción,
caracterizado por las formas de conocimiento que a él se refieren, los sistemas políticos que
desde él se han derivado y las formas de subjetividad fomentadas por este discurso,
particularmente de los agentes que hacen parte de los lugares definidos desde la geografía
imaginaria de la violencia.

Respecto a las formas de conocimiento podemos mencionar el campo de la “violentología” de


cual la academia colombiana ha sido prolífica en estos años, para el caso se adjunta una lista de
los trabajos emblemáticos de este campo. 6
Por su parte los sistemas políticos también han
resultado igualmente prolíficos bajo el amparo de este discurso, para el caso considérese la
estrategia del Frente Nacional, la diversidad tecnologías de los procesos de gestión del conflicto:
los teatros de operaciones, los poderes especiales de la presidencia para los asuntos de guerra
y paz, las zonas de despeje, las amnistías y los indultos, el toque de queda, el estado de
conmoción interior, los impuestos de guerra, el registro único de población desplazada, etc.;
además de la infinidad de herramientas de política pública para la atención de las víctimas de la
violencia: el sistema nacional de atención integral a la población desplazada – SNAIPD, las
mesas nacionales de concertación con organizaciones de víctimas, las unidades móviles de
atención a víctimas de la violencia, la comisión nacional de reconciliación y reparación, las
delegaciones especiales para asuntos de derechos humanos, etc.

Finalmente, entre las formas de subjetividad asociadas a este discurso podemos mencionar,
entre muchas otras, la condición de ser – estar desplazado, las comunidades en disputa: como
auxiliadoras de la guerrilla o como parte de la red de informantes del ejército nacional; las
comunidades de paz, los desmovilizados, los reinsertados, los milicianos, los perseguidos
políticos.

6 -1. Comision de estudios sobre la violencia. 1987. Violencia y Democracia. Universidad Nacional de Colombia.
2. Cubides, Fernando. 1998. La violencia y el municipio colombiano 1980 - 1997. Facultad de Ciencias Sociales - CES. Universidad
Nacional de Colombia.
3. Guzman, G - Fals Orlando y otros. 1968. La violencia en colombia. Editorial suramericana. Bogotá
4. Palacios, Marco. 2001. De populistas, mandarines y violencias, luchas por el poder. Editorial Planeta colombiana. Bogotá
5. Pécaut, Daniel. 2001. Guerra contra la sociedad. Editorial planeta colombiana. Bgta
6.Pécaut, Daniel. 1988. crónicas de dos décadass de política en colombia 1968 - 1988. Siglo XXI editores. Bgta
7. Sanchez, Gozalo. 1991. Guerra y política en la sociedad colombiana. El ancora editores. bgta
8.Palacios Marco. 1999. la solución política la conflicto armado 1982 - 1997. En: Armar la paz y desarmar la guerra. IEPRI - FESCOL -
CEREC. Bgta
9.Cherrick, Marc. 1999. la negociación de una paz entre multiples formas de violencia. En: Leal Buitrago Francisco (Ed) Los laberintos de
la guerra, utopías e incertidumbres sobre la paz. Tercer mundo editores - Uniandes Bogotá (este quisiera que fuera todo el libro)
10. Sanchez, Gonzalo. 1989. "violencia, guerrilla y estructuras agrarias" y "la violencia en el frente nacional". En: Nueva historia de
colombia. Editorial planeta colombiana. Bgta
11.Uprimy, Rodrigo. 1993. las violencias en colombia, hechos, interpretaciones y búsqueda de alternativas. En: plan nacional de
rehabilitación PNR - Bgta
12. Ortiz, Carlos Miguel. 1994. historiografia de la violencia. En: Historia al final del milenio. Univeersidad Nacional de Colombia.
Bgta.

Autor: Sandro Jiménez 7


En este panorama surge como necesidad, ilustrar la manera en que se articula la producción
sistemática de conocimiento con la de tecnologías políticas sobre la violencia en Colombia en
campos específicos como: los procesos de negociación con alzados en armas y reconocimiento
político o no de los mismos, las políticas de desmovilización, amnistía y de justicia transnacional,
los sistemas de atención, protección y reparación a víctimas de la violencia. Y a partir de ello
explorar las nociones de posconflicto que subyacen en este tipo de enunciaciones.

Otro aspecto que es importante destacar en el análisis de la violencia como discurso es la


economía de las visibilidades producidas por las representaciones utilizadas por los hacedores
7

de política pública y las agencias internacionales, respecto a que aspectos de conflicto son
privilegiados y gestionados; y de que manera diversas tipologías de víctimas configuran un
biopolítica de la guerra.

Después de medio siglo de conflicto armado continuo y de la construcción de toda una


tecnología de saber y poder al rededor de la gestión de la violencia, es importante destacar con
Haraway (1989a:5) y Escobar (1998:49) que este discurso ha producido verdades poderosas,
maneras de crear mundo e intervenir en él, desde donde se han producido "espacios donde se
reivindican los mundos posibles en la lucha por mundos concretos y reales" Esta lucha es la de
comunidades en resistencia a inclinarse hacia uno de los bandos, los pueblos que reclaman la
autonomía y la libre movilización sobre sus territorios ancestrales, los desplazados que se
resisten a ser catalogados como nuevos pobres urbanos y las mujeres que reclaman el derecho
patrimonial sobre las tierras arrebatadas a sus esposos asesinados o desparecidos.

La problematización de la violencia y sus efectos en la configuración del aparato institucional


para la gestión del conflicto

Afirmar que la violencia en Colombia comenzó a funcionar como discurso, es decir, que creó un
espacio en el cual sólo ciertas cosas podrían decirse e incluso imaginarse. Si el discurso es el
proceso a través del cual la realidad social llega a ser, si es la articulación del conocimiento y el
poder, de lo visible y lo expresable: ¿cómo puede articularse y relacionarse el discurso de la
violencia con los acontecimientos técnicos, políticos y económicos que se han producido a lo
largo de 50 años de conflicto? Cómo se convirtió la violencia en espacio para la creación
sistemática de conceptos, teorías y prácticas?

Estas dos sugerentes preguntas derivadas de la aproximación analítica de Escobar (1998:86),


aluden a dos ámbitos diferenciados para el posible estudio de la Violencia como discurso
enunciado y como prática discursiva: el primero es el ámbito de la emergencia del discurso

7 . Ver Escobar, A. 1998:47

Autor: Sandro Jiménez 8


mismo, esto es, la manera en que determinados entrecruzamientos, superposiciones y
relaciones – intencionadas e inconcientes – permitieron configurar la Violencia como
acontecimiento o sistema de acontecimientos discursivos. En ese sentido, este ámbito focaliza
su mirada en las prácticas – políticas y económicas - emergentes desarrolladas como respuesta
al estado de cosas del conflicto en cada contexto histórico y de lugar determinado.

El segundo ámbito aludido por las preguntas sugeridas es el de las formas de conocer,
comprender, interpretar, explicar e intervenir la realidad a partir del campo emergente de la
Violencia como discurso.

La configuración de éste discurso fue el resultado del establecimiento de un conjunto de


relaciones entre conceptos, teorías, instituciones y prácticas, así como de la sistematización de
sus relaciones. El discurso de la violencia no estuvo constituido por la organización de los
posibles objetos que estaban bajo su dominio, sino por la manera en que, gracias a este conjunto
de relaciones, fue capaz de crear sistemáticamente los objetos de los que hablaba, agruparlos y
disponerlos de ciertas maneras y concederles unidad propia.8

Entre esos variados objetos conectados a través de éste conjunto de relaciones de discursos y
prácticas discursivas se encuentran entre otros: la “violentología”, la geografía económica y
política de la guerra, la etnografía del Estado, la atención psicosocial en escenarios de crisis por
violencia política, los movimientos sociales de resistencia a la guerra, los estudios de movilidad y
desplazamiento y migración, la admistración de los sistemas de salud pública ante emergencias
complejas no derivadas de fenómenos naturales, la psicología y las emociones en el
comportamiento político y bélico de los actores armados, etc.

Con Escobar (1998:90-91) creo necesario destacar que este tipo de configuraciones
discursivas, con el paso del tiempo incorporan progresiva y selectivamente nuevos problemas;
una vez que un problema es incorporado al discurso tiene que ser categorizado y especificado.
Algunos se especifican en determinado nivel ( lo local, lo regional)... Pero estas especificaciones
tan refinadas no pretenden tanto arrojar luz sobre las posibles soluciones, como atribuir los
problemas a una realidad visible, sujeta a tratamientos particulares.... Este rasgo del discurso
permite una radiografía de la vida social y económica del país y las regiones, convirtiéndose en
una verdadera anatomía política del conflicto. El resultado final fue la creación de un espacio de
pensamiento y de acción cuya ampliación estaba de antemano determinada por aquellas
mismas reglas introducidas durante su etapa formativa.

8 Ver Escobar, A. 1998:88

Autor: Sandro Jiménez 9


El discurso de la violencia define un campo perceptual estructurado mediante marcos de
observación, modos de integración y registro de problemas y formas de intervención; en síntesis,
crea un espacio definido no tanto por el conjunto de objetos con los que esta relacionado, sino
mas bien por un conjunto de relaciones y prácticas discursivas que producen sistemáticamente
objetos, conceptos, teorías y estrategas relacionadas entre sí.9

Establecido el ámbito o los ámbitos de problematizacion del discurso de la Violencia, es


necesario precisar los efectos que la configuración de tales objetos tienen en las estrategias de
gestión del conflicto y en los sistemas políticos derivados de los mismos. Con Escobar
(1998:98) considero que la utilización de la violencia como meta relato explicativo, implica
necesariamente la creación de un campo institucional desde los cuales los discursos son
producidos, registrados, estabilizados y modificados y puestos en circulación. Dicho campo esta
íntimamente ligado con los procesos de profesionalización; juntos constituyen un aparato que
organiza la producción de formas de conocimiento y la organización de formas de poder,
interrelacionándolos.

De esta manera es empíricamente observable, en el caso colombiano, que la institucionalización


de la gestión del conflicto y la atención de sus víctimas ocurrió en todos los niveles, desde los
organismos internacionales y las agencias del sistema nacional de atención, hasta las agencias
locales de desarrollo, los comités de desarrollo comunitario, las agencias voluntarias privadas y
los organismos no gubernamentales que se entronca al sistema internacional de ayuda
humanitaria de emergencia.

El discurso de la violencia – como el discurso del desarrollo en la manera en que Escobar lo


alude (1998:108) - alimentó una manera de concebir la vida social como un problema técnico,
como objeto de manejo racional que debería confiarse a un grupo de personas, los profesionales
de la gestión del conflicto y los expertos en asistencia humanitaria, cuyo conocimiento
especializado debería capacitarlos para la tarea. Estos profesionales en lugar de ver la violencia
como un proceso basado en la interpretación de la tradición histórica y cultural de las diferentes
sociedades locales y regionales en Colombia, buscaron diseñar mecanismos y procedimientos
que permitieran el ajuste del conflicto colombiano los modelos preexistentes de gestión de
conflictos internos y a los aparatos de ayuda humanitaria de emergencia, donde el discurso de la
violencia y la necesidades de tales agentes y expertos se reproducen constantemente sin que la
consolidación de la paz social y la real recuperación de las víctimas aparezcan como prioridad de
dicho accionar institucional.

Esta tendencia hacia la estandarización a modelos internacionales, no sólo de las prácticas, sino

9 Ver Escobar, A. 1998:91

Autor: Sandro Jiménez 10


de las formas de comprensión del conflicto en Colombia, esta derivando en una nueva mutación
del conflicto en Colombia, en donde después de que tres gobiernos a tras se consideró política y
discursivamente rentable visibilizar y proyectar internacionalmente todas las dimensiones de la
violencia en Colombia – particularmente en los asuntos referidos a la vulneración masiva de
derechos humanos en las víctimas de la violencia – ahora, un giro discursivo del gobierno actual,
pretende neutralizar las dimensiones políticas de conflicto, bajándole su categoría a “amenaza
terrorista” dentro del marco de la nueva agenda global impuesta por Estados Unidos. Este tipo
de enunciado, se configura como un ejemplo emblemático la importancia discursiva de la
Violencia en Colombia dentro del mantenimiento de determinado ejercicio de poder.

Retomo aquí las preocupaciones manifiestas por Dorothy Smith10 es su observación de que los
discursos profesionales [institucionales] proporcionan las categorías con los cuales los hechos
pueden ser nombrados y analizados y cumplen por ello un rol importante en la constitución de
los fenómenos que la organización conoce y describe. Los hechos son presentados de forma
estandarizada para que puedan ser repetidos en cada escenario. En este sentido los hechos
deben tomarse como un aspecto de la organización social, una práctica del saber que mediante
el uso de categorías, ya preparadas, constituye un objeto externo al que sabe e independiente
del él o ella. Ya que las desiciones son tomadas a menudo por organizaciones centralizadas y
orientadas por los representantes de los grupos dirigentes, todo el trabajo de las organizaciones
esta sesgado a favor de quienes tienen el poder. "Nuestra relación con los otros en la sociedad
y fuera de ella esta mediatizada por la organización social de su manejo. Nuestro conocimiento
es por tanto ideológico en el sentido de que la organización social preserva los conceptos y los
medios de descripción que representan el mundo tal y como es para quienes lo dirigen, y no
como es para quienes es dirigido" (Smith, 1974:267)

Categorización y visibilización en el discurso de la violencia en Colombia.

Las categorías son para nada neutrales, antes bien incorporan las relaciones concretas de
poder e influyen las categorías con las que pensamos y actuamos. "la validez de las categorías
se convierte así en un asunto no de objetividad sustantiva sino de habilidad para usarlas
eficazmente en la acción, como denominaciones que definen parámetros de pensamiento y
conducta, que estabilizan espacios y que establecen esferas de competencia y áreas de
responsabilidad. Así la catalogación forma parte, mediante sus operaciones, del proceso de
crear estructura social. Se trata de personas que hacen historia la hacer reglas para si
mismos y para otros... Entonces no se trata de si catalogamos o no la gente, sino de cuáles
categorías se crean y a quién pertenecen las categorías que prevalecen en la definición de toda
una situación o un área de política, bajo que condiciones y con que efectos ... Las categorías

10 Citada por Escobar, A. 1998:208

Autor: Sandro Jiménez 11


reflejan mas sobre el proceso de asignación autoritaria, la definición de la agenda y así
sucesivamente, que sobre las características de los catalogados... En tal sentido, las etiquetas
de hecho revelan la relación de poder entre quien la recibe y quine la otorga (Geof Wood
1985:349)"

Estas presiones son fundamentales para abordar un análisis con mucha mas sentido crítico y
con perspectiva histórica, de los diversos y abundantes categorizaciones que el discurso de la
Violencia en Colombia a emanado y que su permanente mutación, - dada la neurosis obsesivo
compulsiva de la sociedad colombiana por la emergencia y el presente – a llevado a naturalizar o
no cuestionar los efectos de poder de dichas categorías. Por ejemplo: Qué implicaciones tiene
referir determinada región o espacio geográfico como “zona de conflicto” o “territorio de la
guerrilla o paramilitar”. Qué reconoce y que invisibiliza las categorías de focalización de la política
pública cundo se refiere a: “programas para desplazados”, “programas para pobres históricos”
o en ese mismo sentido qué se supone explica referencias como “pobres rurales” y “pobres
urbanos”

Las categorías determinan el acceso a los recursos, de modo que la gente tiene que ajustarse a
la categorización para tener éxito en sus relaciones con la institución. Un mecanismo clave que
opera aquí es que toda la realidad de una persona queda reducida a un único rasgo o
característica. En otras palabras, la persona se convierte en un caso. Rara vez se entiende que
el caso es un reflejo de la forma en que la institución construye el problema. (Escobar
1998:212)

Esta afirmación es perfectamente observable en el tipo de relaciones que deben establecen las
poblaciones en condición de desplazamiento forzado con las instituciones que conforman el
Sistema Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada – SNAIPD. En primer lugar, la
condición de desplazado no lo da la experiencia de exposición a la violencia y al desarraigo, sino
que lo da el Registro Único de Desplazado – RUD, sin este registro la condición de ser – estar
desplazado no es reconocida. Pero dicha identidad de papel asignada e incorporada, es apenas
la apertura a una cascada de otras tantas categorías que la población debe incorporar para
poder garantizar su visibilización y la consecuente protección del Estado; por ejemplo:
Desplazado Indígena, Desplazado Negro, Mujer Desplazada Cabeza de Hogar, Desplazado
miembro de la organización X, Desplazado en Masa, Desplazado por goteo, Desplazado en
emergencia, en posemergencia, en retorno. Desplazado dentro del sistema, Desplazado dado
de baja del sistema, etc.

CONCLUSIÓN

Escobar (1998:295) nos recuerda que la historia puede verse como los cambios y las

Autor: Sandro Jiménez 12


trasformaciones en el régimen discursivo, pese a que tales cambios están circunscritos por
prácticas discursivas ligadas a las economías políticas, tradiciones de conocimiento e
instituciones de poder.

Creo que los planteamientos de este ensayo, ponen en evidencia la necesidad de revisar la
historia del conflicto y la violencia en Colombia desde esos cambios en los regímenes discursivos,
que a lo largo de 50 años de guerra interna y contenida, son abundantes y muchas veces
desconocidos o no reconocidos.

Por ello es necesario recordar que el aparato discursivo de la Violencia y sus dispositivos, operan
como mecanismos abstractos que enlazan enunciados y visibilidades, lo visible y lo expresable
(Deleuze, 1998). Incorporar a la gente en el discurso, como sucede en el desarrollo, en general,
y en la gestión del conflicto en Colombia en particular, equivale a asignarle campos de visión.
También significa ejercer el truco omnipotente de ver todo desde un punto indefinido... El
discurso del desarrollo y de la Violencia enmarca a la gente en ciertas coordenadas de control.
La intención no es simplemente disciplinar a los individuos, sino también trasformar las
condiciones en las cuales viven en un ambiente social normalizado y productivo. En síntesis
crear la modernidad11 – que para el caso del Estado Colombiano, dicha pretensión
modernizante ha supuesto de la Violencia es apenas una anomalía dentro del aparato de
progreso de la llamada “democracia mas antigua y estable” de Latinoamérica. Anomalía que se
cree puede ser extirpada con la aplicación de determinadas tecnologías de saber y de poder.

BIBLIOGRAFÍA

Documento base de análisis


Título: La invención del tercer mundo
Subtítulo: Construcción y deconstrucción del desarrollo
Título original en ingles: Encountering development, the making and unmaking of the third world
Autor: Arturo Escobar
Primera edición en ingles: Princeton University Press, 1996.
Primera edición en castellano: Vitral y Editorial Norma, 1998
Traducción de Diana Ochoa
ISBN: 958-04-3442-5

Otros documentos referenciados

 DE SOUSA SANTOS, BOAVENTURA, La globalización del derecho. Los nuevos caminos de la


regulación y la emancipación, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Derecho – ILSA,
1998
 FISAS VINCENT, Cultura de paz y gestión de conflictos, Icaria – Antrazyt - UNESCO, 2004

11 Ver Escobar, A. 1998:298.

Autor: Sandro Jiménez 13


 FOUCAULT MICHEL, La arqueología del saber, Madrid, Siglo XXI Editores, 1972
 IMÉNEZ SANDRO, La sistematización de experiencias sobre la participación de la cooperación
internacional en la atención al desplazamiento forzado en Colombia. Compromisos Éticos y Rendición
de Cuentas. En: “Investigación y Desplazamiento Forzado”, Red nacional de investigación en
desplazamiento interno forzado REDIF – Colciencias
 PECAUT DANIEL, En Guerra contra la sociedad, Bogotá, Espasa, 2001
 REY MARCOS Y CURREA-LUGO, El Debate Humanitario, Icaria Política, Barcelona, 2002
 HARAWAY, D (1989) Primate visions, New York, Routhledge.
 SMITH, D (1974) the social constrution of documentary reality. En: Sociological Inquiry 44(4) 257-
268.
 Wood, G. (1985) The politics of development policy labelling. Development and change I6(3), 347-373

Autor: Sandro Jiménez 14

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