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GRACIAS PADRE PORQUE AUN EN EL DESIERTO NADO EN ABUNDANCIA.

Ud pasa ahora por un momento de angustia, desesperación, dolor. Está


sintiendo el peso completo de una maldición que debería ser para otras
personas y no para ud que conoce, que ha probado, que sabe las causas
y las consecuencias, que está convencido de lo que Dios puede hacer.
Ud no ve la salida. Piensa que esto no tiene solución y que sólo una
“lotería” o algo parecido, puede sacarlo del atolladero. Ud piensa en
todo lo que tiene que pasar para lograr que llegue todo ese dinero que le
permita pagar y aun dejarle un plante para arrancar. Se detiene a
recordar a cuántas personas le debe, cuántos líos hay que resolver,
cuánto dolor debe ser perdonado, cuánta madeja hay que desenredar
antes de ponerse en la situación de volver a empezar. La cosa es
desbordante. No hay solución lógica. Necesita un milagro! Eso es: sólo
un milagro es la solución! Entonces asocia milagro con lotería para
concluir lo dificilísimo que es eso. Lo improbable que es que
precisamente a ud y precisamente en este momento le llegue ese
milagro.

Todo lo anterior es producto de su raciocinio, de su mente, de su manera


carnal de entender el mundo, el universo, la sociedad, los problemas y
las soluciones.

Ud puede seguir en ese remolino por años, por décadas si desea. Nadie
lo va a sacar de allí. Ud puede decidir contar la historia, tal como ud la
ve con sus ojos naturales y con sus palabras, seguir reproduciendo su
propia muerte (porque “la vida y la muerte están en el poder de la
lengua”), seguir inspirando compasión (a todos los humanos nos fascina
inspirar compasión!), seguir dejando al enemigo triunfar sobre su vida,
cuando él no tiene poder para ello, O PUEDE CREERLE A DIOS! O PUEDE
RETOMAR EL CAMINO DE SEGUIR VIVIENDO POR FE Y NO POR VISTA! (2
COR 5, 7).

Cuando yo oía esto en el pasado me preguntaba que eso. ¿Qué es vivir


por fe?. ¿Cómo se hace? ¿Qué pasos tengo que seguir?. Y solía concluir
que era muy difícil hacerlo. Pero NO. No es difícil. Es sólo un asunto de
decidir arrepentirme y de volver a obedecer, de volver a declarar que Su
Palabra es verdad, así no pueda entenderla con mi mente ni saber cómo
EL la va a hacer cumplir. Es cuestión de pactar con Mi Señor de nuevo y
de perseverar. Parte de las bases de ese pacto están en el salmo 66.
Veamos:

Claúsulas que asume Dios:


“Porque YO te he probado; Te he refinado como se refina la plata. Te metí
en la red; carga pesada puse sobre tus lomos. Hice cabalgar hombres
sobre tu cabeza; te hice pasar por el fuego y por el agua, pero te saqué
a un lugar de abundancia”.

Obligaciones que asume usted:

“Entraré en tu casa con holocaustos; a ti cumpliré mis votos, los que


pronunciaron mis labios y habló mi boca cuando yo estaba en angustia.
Te ofreceré holocaustos de animales engordados, con sahumerio de
carneros; haré una ofrenda de toros y machos cabríos. (Selah) Venid y
oíd, todos los que a Dios teméis, y contaré lo que El ha hecho por mi
alma. Con mi boca clamé a El, y ensalzado fue con mi lengua. Si
observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará. Pero
ciertamente Dios me ha oído; El atendió a la voz de mi oración. Bendito
sea Dios, que no ha desechado mi oración, ni apartado de mí su
misericordia”. (Salmos 66, 10 a 20)

Está claro ¿no? CLARÍSIMO! El le habla en pasado. Dice varias cosas que
tienen que ver con la prueba, pues por medio de ella El nos “refina” en
proceso similar a como se hacía y aun se hace con pequeñas cantidades
de plata. Por supuesto ud no sabe como es el proceso pero se lo voy a
contar: Para refinar, el refinador debe sostener la plata en medio del
fuego durante un tiempo, hasta que el fuego quite sus impurezas. En
medio del fuego porque es allí donde hace más calor. También, es
necesario que el refinador esté ahí presente. Mirando permanentemente
el proceso sin descuidarse, pues un pequeño tiempo de más arruinaría la
plata. Y si ud le preguntara a un refinador como sabe cuándo es el
tiempo justo de sacarla del fuego, el sin duda le respondería algo muy
simple: cuando se pueda ver reflejado en ella! En este caso Dios es el
refinador. Así El mismo lo confiesa en este pasaje y en Malaquías 3, 3 ("Y
Él se sentará como fundidor y purificador de plata").

“Te metí en la red”, es otra de las frases utilizadas por el Señor para
describir otro aspecto de la prueba. Es maravilloso como el reflexionar
sobre La Palabra lo lleva a uno a entender Sus Designios. ¿Cómo se
siente un animal o un hombre dentro de una red? Cazado! Sin
posibilidad de huir. Angustiado. Atrapado. El miedo juega su papel y lo
imposibilita aun más para pensar en algo. Se retuerce. Contorsiona.
Lucha desesperadamente sin poder salir por sus propias fuerzas. ¿Le
parece similar esto a algo por lo que pasa hoy?

También afirma Jehová que “puse carga pesada sobre tus hombros”.
Aquí pensé en un momento cómo me siento en el supermercado cuando
tengo que cargar a veces unas simples bolsitas o canastas llenas hasta
la caja de pago. Como me incomoda y me estresa esa simple y tonta
situación! Por supuesto quienes hayan pasado por esas experiencias de
cargar sobre sus hombros grandes pesos conocen también la sensación
de angustia, de cansancio, de desesperación por descargar el bulto, por
quitarse ese piano de encima! ¿Le parece similar esto a algo por lo que
pasa hoy?

Pero, remata el Señor: “hice cabalgar hombres sobre tu cabeza”.


Imagínese literalmente el hecho de que varios caballos montados pasen
sobre su cabecita! Doloroso ¿no? Dolorosísimo! Pero lo más curioso es el
sentido figurado. ¿Cuántas veces le asalta el pensamiento de agobio al
recordar a todos aquellos hombres y mujeres a los cuales les debe un
dinero o con los cuales tiene una deuda de algún tipo? Ellos le pisotean.
Le atormentan. Le torturan. Van en sus gordos corceles en actitud
agresiva a cobrarse a costa de lo que sea. ¿Le parece similar esto a algo
por lo que pasa hoy?

Pero el final es bello. Como todo lo que tiene que ver con EL. “Te hice
pasar por el fuego y por el agua, pero te saqué a un lugar de
abundancia”. ¿Le parece similar esto a algo por lo que pasa hoy? AMEN!
AMEN! AMEN! Ya estoy, porque EL me ha puesto ya en un lugar donde
mana leche y miel. La abundancia de la que habla el salmista es la
traducción de la palabra griega revâyâh (rev-aw-yaw'), vinculada
estrechamente con el significado de enorme satisfacción y lugar de un
multi-millonario! Sí, mi hermano, el lugar que Dios tiene destinado ya
para ud y yo es un lugar de prosperidad, superabundancia y riquezas en
gloria. Un lugar de plenitud! Y lo mejor de todo es que ¡EL YA NOS HA
PUESTO ALLÍ! ¿Nota el tiempo pasado de nuevo? Ya lo hizo! Aquí
recuerdo un día en una correría por Pitalito en la Iglesia Cruzada
Internacional en la cual leí un aviso que me impactó por la simpleza de
la deducción bíblica expresada allí. “SI DIOS LO DICE YO LO CREO. SI YO
LO CREO EL LO HACE Y SI EL LO HACE, HECHO ESTÁ”. Eso resume muy
bien lo que estamos hoy conociendo.

Además Dios lo expresa en pasado porque EL sabe que EL ve lo que ud


debe ver con EL, pero que ud ha decidido pasar por alto. Por eso lo dejó
escrito para que sencillamente decidiera leerlo y creerlo. Ud sólo tiene
que saber que está escrito para ud mismo: “Porque EL me ha probado;
me ha refinado como se refina la plata. Me metió en la red; carga pesada
puso sobre mis lomos. Hizo cabalgar hombres sobre mi cabeza; me hizo
pasar por el fuego y por el agua, pero me sacó a un lugar de
abundancia”. Esa es la esencia de la fé. “LA FE ES LA CERTEZA DE LO
QUE SE ESPERA, LA CONVICCIÓN DE LO QUE NO SE VE” (Hebreos 11, 1).
Certeza, seguridad es la traducción de la palabra griega Hupostasis
(hoop-os'-tas-is) que quiere decir también “TITULO DE PROPIEDAD O
DOCUMENTO LEGAL DE PRUEBA SOBRE LA PROPIEDAD DE UN BIEN”.
Seguridad es la tradución de la palabra elegchos (el'-eng-khos) que
también era un término legal para significar PRUEBA y una manera de
decir que esa seguridad nacía del hecho probado de que ¡Dios cumple
Sus promesas!

Lo demás, mi querido hermano, es la parte suya. “Entraré en tu casa con


holocaustos; a ti cumpliré mis votos, los que pronunciaron mis labios y
habló mi boca cuando yo estaba en angustia. Te ofreceré holocaustos
de animales engordados, con sahumerio de carneros; haré una ofrenda
de toros y machos cabríos. (Selah) Venid y oíd, todos los que a Dios
teméis, y contaré lo que El ha hecho por mi alma. Con mi boca clamé a
El, y ensalzado fue con mi lengua. Si observo iniquidad en mi corazón, el
Señor no me escuchará. Pero ciertamente Dios me ha oído; El atendió a
la voz de mi oración. Bendito sea Dios, que no ha desechado mi oración,
ni apartado de mí su misericordia”. (Salmos 66, 10 a 20)

Es claro que para los que vivimos bajo la gracia, ir al lugar santísimo
mucho más fácil que para los de la época antigua. Pero sin duda La
Palabra nos llama la atención sobre el hecho de buscarle
permanentemente, de estar en contacto con nuestro Salvador en todo
momento, de congregarse en una iglesia, como lo hizo el mismo Jesús y
ofrecerse diariamente en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios que es
nuestro culto racional (Rom 12, 1). Como sabemos, ya no existen, para
los que vivimos bajo Su hermosa gracia, los Holocaustos del Antiguo
Testamento, pero aun hoy lo que quiere Dios de nosotros es que
vayamos ante EL con todas nuestras impurezas quemadas (HOLOS =
TODO, KAUTOS = QUEMADO), purificados en su Palabra, obedientes y
humildes a alabarle, cantarle con felicidad y darle gracias por todo,
clamándole y ensalzándole con nuestra lengua. El siempre se complace
cuando cumplimos nuestros votos, sobre todo aquellas promesas que le
hacemos cuando estamos en angustia! Quiere que le ofrezcamos lo que
tenemos, todo lo que tenemos, lo mejor que tenemos. Todavía El sonríe
y se complace cuando abrimos nuestra boca y damos testimonio de lo
que EL ha hecho por nosotros. El es feliz cuando escudriñamos nuestro
corazón y pedimos perdón por nuestra iniquidad. El se siente orgulloso
como Padre cuando permitimos que la Sangre poderosa de su Hijo limpie
nuestra vida de todo pecado y ello le mueve a responder a nuestras
oraciones.

EL ya oyó nuestras oraciones y ya nos prodigó toda su misericordia. Ya lo


hizo. AMEN!

De eso se trata el pacto, mi hermano. Yo le doy todo lo que significa mi


pequeña existencia, mi ser insignificante ante su presencia y Él me
devuelve a cambio su portentosa bendición llena de superabundante
prosperidad.

Oremos:

Señor y Padre Santo. Te alabo y te bendigo. Te proclamo hoy de nuevo


como Rey de mi vida, como mi Pastor y mi Proveedor. Vengo a ti con un
corazón humilde y humillado a rendirme por completo. Reconozco y te
confieso a ti Jesús como mi Salvador y Redentor. Creo en mi corazón que
Dios te Resucitó de entre los muertos y que vives para siempre.
Perdona mi iniquidad, mi ofensa, mi pecado. Gracias por tu infinito y
eterno Amor. Gracias porque eres bueno y fiel y perdonas mis pecados.
Gracias Padre Hermoso porque has estado aquí conmigo en mis
momentos de angustia y de dolor. Porque has estado cuidando de mí en
la prueba amarga y porque ya me has sacado a un lugar de abundancia
y has abierto la puerta de los cielos hasta la sobreabundancia en mi
vida. Gracias porque ya me has prosperado y me has dado salud así
como has prosperado mi alma. En el nombre poderoso de Cristo Jesús.
Amen y Amen.

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