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LAS CRIADAS
DE JEAN GENET

Es de noche. Flores por todas partes. Solange lleva un vestido negro de sirvienta. Sobre
una silla, otro vestido negro, unas medias de hilo negras y un par de zapatos negros
planos.

CLARA: ¡Y estos guantes! ¿Estos eternos guantes!¡ Cuantas veces te habré dicho que los
dejes en la cocina! Con eso, me figuro, esperas enamorar al lechero. No, no, no me mientas,
es inútil. Cuélgalos encima de la pileta.¿Cuándo comprenderás que no hay que profanar
esta habitación? Todo, absolutamente todo lo que viene de la cocina es esputo. Sal. Y
llévate tus esputos.

Solange estaba jugando con un par de guantes de goma.

Hazte la mosquita muerta. Y sobre todo, no te des prisa. Tenemos tiempo de sobra. ¡Sal!

Solange sale. Clara se pone frente al espejo, olfatea las flores, se cepilla el pelo, acaricia
los objetos, se arregla la cara.

Prepare mi vestido. De prisa, no tenemos tiempo. ¿No esta aquí? ¡Clara! ¡Clara!

Entra Solange.

Solange: Que la señora tenga la bondad de disculparme. Estaba preparando la infusión de


la señora.
Clara: Prepara mis vestidos. El blanco de lentejuelas. El abanico, las esmeraldas.
Solange: Si, señora. ¿Todas las joyas de la señora?
Clara: Sáquelas. Quiero escoger yo misma. Y claro esta los zapatos de charol. Esos que
tanto codicia. Para su boda, me figuro. Confiese que el la sedujo. Que está usted
embarazada. Confiéselo.

Solange se pone de rodillas sobre la alfombra y escupiendo sobre los zapatos le saca
brillo.

Ya le dije, Clara, que evitara los esputos. Que duerman en su cuerpo. Hija mía, y que se
pudran en él. ¡ja! Ja!. Es usted feísima, tesoro mío. Inclínese más y mírese en mis zapatos.

Solange se mira en el zapato.

¿Se figura que puede agradarme saber que mi pie está envuelto entre los velos de su saliva?
¿Entre la bruma de sus pantanos?
Solange: Deseo que la señora este muy guapa.
Clara: Usted me odia, ¿Verdad?. Me abruma con sus atenciones, con su humildad, con los
gladiolos y la reseda. Es un estorbo. Hay demasiadas flores. Es mortal. Estaré guapa. Más
de lo que pueda usted serlo en su vida. Por que con ese cuerpo y esa cara nunca podrá
seducir a Mario. Ese joven lechero ridículo la desprecia y le ha hecho un hijo...
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Solange: ¡Oh!,pero si yo nunca he...


Clara: Cállate, idiota. Mi vestido.
Solange: Busca en el armario. El vestido rojo. La señora se pondrá el vestido rojo.
Clara: he dicho el blanco con lentejuelas.
Solange: Esta noche llevara el vestido de terciopelo escarlata.
Clara: ¿A, sí? ¿Por qué?
Solange: No puedo olvidar el pecho de la señora bajo los pliegues de terciopelo. ¡Cuando
la señora suspira y habla al señor de mi felicidad! Un traje negro le iría mejor s su viudez.
Clara: ¿Cómo?
Solange: ¿Tendré que precisar?
Clara: ¡Ah! Te refieres a ... Muy bien. Amenázame. Insulta a tu ama. Solange, ¿te refieres,
verdad, a las desgracias del señor? Tonta. No este el momento de recordármelo, pero de
esta indicación voy a sacar gran provecho. ¿Sonreís? Luego lo dudas.
Solange: No es éste el momento de exhumar.
Clara: ¡Exhumar! ¡Qué palabra!
Solange: ¡Señora!
Clara: Ya veo a dónde quieres ir a parar. Estoy oyendo ya el zumbido de tus acusaciones.
Estas acechando el momento de escupirme a la cara.
Solange: Señora, señora, aún no hemos llegado ahí. Sí el señor...
Clara: Si el señor está en la cárcel, es gracias a mí. ¡ Atrévete a decirlo! ¡ Atrévete! ¿No
tienes pelos en la lengua? ¡Pues habla! Yo actúo por detrás, camuflada por mis flores. Pero
nada puedes contra mí.
Solange: La palabra más significante le parece una amenaza. Que recuerde la señora que
yo soy la criada.
Clara: Por haber denunciado al señor a la policía, por haber aceptado venderlo, ¿Voy a
estar yo a tu merced? Y eso que yo hubiera hecho peor aún. Mejor. ¿crees que no sufrí?
Clara, yo obligué a mi mano, ¿me oyes?, la obligué lentamente, firmemente, sin error, sin
tachaduras, a escribir esa carta iba a mandar a mi querido al presidio. Y tú en ves de
apoyarme me desafías. ¡Me hablas de viudez! El señor no ha muerto, Clara. Al señor, de
presidio en presidio, lo llevarán quizá hasta la Guayana. Y yo, su querida, loca de dolor, lo
acompañaré. Formaré parte del convoy. Compartiré su gloria. Hablas de viudez; el vestido
blanco es el luto de las reinas. Clara, lo ignoras. ¡Te niegas a darme el vestido blanco!
Solange: La señora llevara el vestido rojo.
Clara: Esta bien. Dame el vestido. ¡Que sola estoy y sin cariño!. Veo en tus ojos que me
odias.
Solange: La quiero.
Clara: Como se quiere a la ama supongo. Me quieres y me respetas. Y esperas mi
donación, la cláusula testamentaria a tu favor.....
Solange: Yo haría lo imposible por....
Clara: Ya sé. Tu me arrojarías al fuego. Solange ayuda a Clara a Ponerse el vestido.
bróchelo. No estire tanto. No intente atarme. Solange se arrodilla a los pies de Clara y
arregla los pliegues del vestido. Evite rozarme. Échese hacia atrás. Huele a Fiera. ¡ de que
infecta pocilga donde a la noche recibe a los criados, trae usted esos olores? ¡ La pocilga! ¡
la habitación de las criadas! ¡ El desván!. Si hablo del olor pocilgas, Clara, es mero
recordatorio. Allí, las dos camas turcas separadas por la mesita de noche. Allí la cómoda de
pino con el altarcito a la Virgen. Eso es, ¿verdad?.
Solange: Somos desdichadas. Me dan ganas de llorar.
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Clara: Es cierto. Pasemos por alto nuestras devociones a la virgen de yeso, nuestras
genuflexiones. No hablemos siquiera de las flores de papel...( Ríe) ¡ de papel! ¡ Y el ramillo
de palma bendita! ¡ mira estas corolas abiertas en mi honor! Soy una virgen más guapa,
Clara.
Solange: Cállese.
Clara: Y allí el dichoso ventanuco por donde el lechero medio desnudo salta hasta su cama.
Solange: La señora desbarra. La señora...
Clara: ¡ Sus manos! Que sus manos no vayan tan lejos. ¡ Cuántas veces se lo he dicho!
Apestan a cloaca.
Solange: ¡ La cola!
Clara: ¿Cómo?
Solange: La cola. Le estoy arreglando la cola de su vestido.
Clara: ¡ Apártese, sobona! Le da en la cabeza con el zapato.
Solange: Ladrona, ¿Yo? ¿Cómo?
Clara: he dicho sobona. Si usted se empeña en llorisquear, hágalo en su pocilga. Aquí en
mi habitación, sólo acepto lágrimas nobles. Arregle mi peto, puta.
Solange: ¡ La señora se encoleriza!
Clara: ¡ Entre sus brazos perfumados la cólera me lleva! Me levanta, despego, arranco..Y
me quedo.¿El collar? Pero date prisa, no nos dará tiempo, si el vestido es demasiado largo,
has un dobladillo con imperdibles. Solange se levanta y camina. Clara se adelanta y toma
una joya, sus dedos rozan con los de Solange. Guarde sus manos lejos de las mías, su
contacto es inmundo. Desee prisa.
Solange: No hay que exagerar. Sus ojos se encienden. Alcanza usted la orilla.
Clara: ¿Cómo?
Solange: Los límites, las fronteras. Señora, usted tiene que guardar las distancias.
Clara: ¡ Que lenguaje, hija mía! Clara, estás vengándote, ¿No? Sientes que se acerca el
instante de abandonar tu papel...
Solange: La señora me comprende alas mil maravillas. La señora me adivina.
Clara: Sientes que se acerca el instante en que dejarás de ser la criada. Vas a vengarte. ¿te
preparas?¿Afilas tus uñas?¿te despierta el odio? Clara no olvida. Clara, ¿me oyes? Pero,
Clara, ¿No me oyes?
Solange: Le oigo.
Clara: Gracias a mí, a mí sola, existe la criada. Gracias a mis gritos y mis gestos.
Solange: Le oigo.
Clara: Existes gracias a mí. Bastaría un solo gesto mío para que dejaras de existir. Pero soy
buena, pero soy guapa y te reto. Mi desesperación de amante me embellece a ún más.
Solange: ¡ Su querido!
Clara: Mi desdichado amante contribuye todavía a mi nobleza, hija mía. Me engrandezco
más y más para reducirte y exaltarte. Echa mano de todas tus artimañas. ¡ Es la hora!
Solange: ¡ Basta! ¡Dése prisa! ¿Está lista?
Clara: ¿Y tú?
Solange: Estoy lista, estoy harta de ser un objeto de asco. Yo también la odio a usted.
Clara: Cálmate, hija mía, cálmate( da golpecitos en el hombro de Solange para incitarla
a la serenidad.)
Solange: ¡ La odio! La desprecio. Ya no me intimida usted. Resucite el recuerdo de su
amante para que la proteja. ¡ La odio! Odio su pecho de exhalaciones balsámicas. ¡ Su
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pecho...de marfil! ¡ Sus muslos...de oro! ¡ Sus pies de...ámbar!. Escupe en el vestido rojo. ¡
La odio.
Clara: ¡ Eh!¡Eh!, pero...
Solange: Sí, señora, muy señora mía. ¿Se cree que todo le estará permitido hasta el final?
¿cree que puede robarle la belleza al cielo y privarme de ella? ¿Elegir sus perfumes, sus
polvos, su laca para las uñas, la seda , el terciopelo, el encaje y privarme de ellos? ¿Y
quitarme al lechero? ¡ Confiese lo del lechero! Su juventud, su lozanía, la exitan, ¿Verdad?.
Por que Solange le manada a usted a la mierda.
Clara: ¡Clara, Clara!
Solange: ¿Qué dice?
Clara: Clara, Solange, Clara.
Solange: Claro que sí. ¡ clara la manda a mierda! Clara esta aquí mas clara que nunca.
¡Luminosa!
Solange le da un bofetón a Clara.
Clara: Clara, Clara...Usted...¡Oh!
Solange: La señora se creía protegida por sus barricadas de flores. Salvada por un destino
excepcional, por el sacrificio. Pero no contaba con la rebelión de las criadas. Mire cómo se
acerca, señora. Va estallar y desinflar su aventura. Ese señor no era sino un triste ladrón y
usted una...
Clara: Te prohíbo...
Solange: ¿Prohibirme? ¡ Chiste! La señora esta atónita. Su cara se descompone. ¡Desea un
espejo?
Solange le tiende un espejo de mano a Clara.
Clara: Me hace más bella. El peligro me da una aureola y tú, Clara, eres toda tinieblas.
Solange: ...Infernales. ya lo sé. Conozco el disco. Leo en su cara lo que hay que
contestarle. Iré, pues, hasta el final. Las dos criadas están aquí-¡ Las fieles criadas!
Embellézcase para humillarlas. Ya no le tememos. Estamos envueltas, mezcladas en
nuestras exhalaciones, en nuestros fastos, en nuestro odio hacia usted. Vamos tomando
cuerpo, señora. No se ría. Por favor, sobre todo no se ría de mi grandilocuencia.
Clara: Váyase.
Solange: Para servirla, todavía, señora. Vuelvo a mi cocina. En ella encontraré mis guantes
y el olor de mis dientes. El eructo silencioso de la pileta. Usted tiene sus flores, yo mi
cocina. Soy la criada. Usted me la pagará en el paraíso si es necesario. Preferiría seguirla
hasta allí antes que dejar mi odio a la puerta. Ríase y rece de prisa.¡ Esta en las últimas
querida!
Solange golpea en las manos a Clara que protege su garganta con ellas.
¡Quiete las zarpas! Deje ver su frágil cuello. Vamos, no tiemble, no se estremezca, yo
trabajo rápida y silenciosamente. Sí, voy a volver a mi cocina, pero antes terminaré mi
tarea.
Solange esta a punto de estrangular a Clara. Suene el despertador. Solange se para.
¿Ya?
Clara: Démonos prisa. La señora va a volver. Se desabrocha el vestido. Ayúdame. Se
acabó..., y no pudiste llegar hasta el final.
Solange: Siempre pasa lo mismo. Y por tu culpa. Nunca estás lista a tiempo. No puedo
rematarte.
Clara: Lo que nos quita tiempo son los preparativos.
Solange le saca el vestido a Clara.
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Solange: Vigila la ventana.


Clara: Tenemos tiempo. Adelante un poco el despertador para que podamos ordenar todo.

Clara se tira en el sofá. Silencio. Se levanta.

Clara: Voy a buscar la infusión.


Solange: Vigila la ventana. Con lo torpe que sos, nada debe estar en su lugar. Y tengo que
limpiar el vestido de la señora. ¿Qué te pasa? Ya podes volver a vos. Recupera tu rostro.
Vamos, Clara, volve a ser mi hermana.
Pausa.
Solange: Quiero que descanses. Cuando descansas es cuando más me ayudas.
Clara: Te comprendo. No te expliques.
Solange: Si me explicaré. Sos vos quién empezó. Primero cuando aludiste al lechero.
¿Crees que no adiviné lo que pensabas? Si Mario...
Clara: ¡Oh!
Solange: Si el lechero me dice cosas soeces por la noche a vos también te las dice. Pero te
sentías muy feliz de poder...
Clara: Más valdría que miraras si todo está en orden. Mira, la llave del escritorio estaba
puesta así. Arregla las llaves. Y sobre los claveles y las rosas es imposible, como dice el
señor, no...
Solange: Te sentías feliz antes de poder mezclar tus insultos....
Clara: ¿Con? ¿Con? ¿Con qué?. Da un nombre. Da un nombre a la cosa. ¿La ceremonia?
Además, no tenemos tiempo ahora para empezar una discusión acá. Ella va a volver. Pero,
Solange, esta vez ella esta en nuestras manos. Te envidio por haber visto su cara enterarse
del arresto de su querido. Por una vez, he hecho un buen trabajo. ¿Lo reconoces? De no
haber sido por mí, sin mi carta de denuncia no hubieras asistido a ese espectáculo: El
amante con las esposas y la señora llorando. Puede morirse del disgusto. Esta mañana no
podía tenerse en pie.
Solange: Mejor. Que se muera. Y yo herede por fin. No volver a poner los pies en esa
siniestra pocilga entre esos imbéciles, entre una cocinera y un ayuda de cámara.
Clara: A mí me gustaba nuestra pocilga.
Solange: Te gusta por llevarme la contra. Yo la odio. La veo tal y como es, sórdida y
desnuda. Despojada, como dice la señora. Pero en fin, nosotras, somos unas piojosas.
Clara: Vamos no empieces de nuevo. Mejor es que mires por la ventana. No puedo ver
nada esta demasiado oscuro.
Solange: Tengo que hablar, tengo que desahogarme. Me gusto la pocilga por que su
pobreza me obligaba hacer gestos pobres. Ningún cortinón que levantar, ninguna alfombra
que pisar, ni muebles que acariciar...con la mirada o con el trapo, ni espejos, ni balcones.
Nada nos obligaba aun gesto demasiado pomposo. Pero tranquilízate, en la cárcel podrás
seguir haciéndote la señora, la María-Antonieta, pasearte de noche por la casa....
Clara: Estás loca. Nunca me he paseado por la casa.
Solange: ¡Con que la señorita nunca se ha paseado! Envuelta en las cortinas, o en la colcha
de encaje, ¿No es eso? Contemplándose en los espejos, pavoneándose en el balcón. Y a las
dos de la mañana saludando al pueblo que acude para desfilar bajo sus ventanas. Nunca,
¿verdad?, Nunca.
Clara: Pero, Solange....
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Solange: La noche es demasiado oscura para espiar a la señora. Sobre tu balcón, vos te
crías invisible. ¿Por quién me tomas? No intentes hacerme creer que eres sonámbula. En
nuestra situación podes confesarlo.
Clara: Pero, Solange, estás gritando. Por favor, habla más bajo. La señora puede volver
sigilosamente.

Clara corre hacia la ventana y levanta el visillo.

Solange: La mañana en que le detuvieron, mientras acechaba a los policías, el señor hacia
como vos.
Clara: El menor ademán te parece un gesto de asesino que quiere huir por la escalera de
servicio. Ahora tenes miedo.
Solange: ¡Ironiza! Para excitarme. Dale ¡Ironiza!. Nadie me quiere. Nadie nos quiere.
Clara: Ella, ella sí que nos quiere.. Es buena. La señora es buena. La señora nos adora.
Solange: Nos quiere como a sus sillones. Y ni siquiera. Como a ala loza de sus letrinas.
Como a su bidet. Y nosotras no podemos querernos. La mugre...
Clara: ¡Ah!
Solange: No quiere a la mugre.¿Y crees que voy a resignarme?¿Seguir con este juego y por
la noche meterme de nuevo en la cama turca? Quizás ni siquiera podamos seguir con el
juego. Y si no puedo escupir sobre alguien que me llama Clara, mis escupitajos van
ahogarme. Mi chorro de salí es diadema de diamantes.
Clara se levanta y llora.

Clara: Habla más bajo, por favor. Habla de la bondad de la señora.


Solange: ¿Su bondad? Es fácil ser buena y risueña y dulce.¡Cuando se es guapa y
rica!¡Pero ser buena cuando se es una criada! Una se contenta con pavonearse mientras
hace la limpieza. O como vos, una va a permitirse el lujo del desfile histórico en los
aposentos de la señora.
Clara: Solange. ¡Otra vez! ¿Qué andas buscando?¿Crees que tus acusaciones van a
apaciguarnos? ¡ De vos yo podría contar cosas peores!
Solange: ¿Vos? Pausa larga. ¿Vos?
Clara: ¡Sí, yo! Si quisiera, porque después de todo....
Solange: ¿Todo? ¿Después de todo? ¿Qué queres insinuar? Sos vos quien ha hablado de
ese hombre. Clara, te odio.
Clara: Y yo te lo pago con creces. Pero no iré a buscar el pretexto de un lechero para
amenazarte.
Solange: De las dos, ¿Quién es la que amenaza? ¡Decime! ¿Lo dudas?
Clara: Inténtalo vos primero. Dispara la primera. Sos vos quien se echa atrás, Solange. No
te atreves a acusarme de lo más grave. De mis carta a la policía. La pocilga quedó inundada
bajo mis borradores... Páginas y páginas. Me inventé las peores historias y las mejores de
las que vos bien te aprovechabas. Anoche, mientras hacías de señora con el vestido blanco,
estabas radiante. Ya te veías subiendo secretamente al barco de los deportados, al....
Solange: Al Lamartiniere.
Clara: Acompañabas al señor, a tu amante. Huías a las Guayanas con él. Un bonito sueño.
Por que yo tenía el valor de enviar mis cartas anónimas, vos te permitías el lujo de ser una
prostituta de alto vuelo. Te sentías feliz en tus sacrificios, de llevar la cruz del mal ladrón,
de limpiarle la cara, de sostenerlo, de entregarte a la chusma para que te aliviaran la suerte.
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Solange: Pero, vos antes, hablabas de seguirle.


Clara: No lo niego. Reanudé la historia donde vos la dejaste. Pero con menos violencia que
vos. Ya en la pocilga, en medio de las cartas, el balanceo te hacía danzar.
Solange: No te veías a vos misma.
Clara: Claro que si. Puedo mirarme en tu cara y ver en ella los estragos que ha hecho
nuestra víctima. Ahora el señor esta encerrado, alegrémonos. Por lo menos, escaparemos a
sus burlas, y vos estarás más a gusto para descansar sobre su pecho. Inventarás mejor su
torso y sus piernas. Espiarás su manera de andar. El balanceo te hacía danzar. ¡ Te
entregabas a él! A riesgo de perdernos....A....
Solange: ¿Cómo?
Clara: Voy a ser más precisa. Perder. Para escribir mis cartas de denuncia a la policía,
necesitaba hechos, tenía que citar fechas. ¿ Y que hice yo? ¡Decime!. Acordate, querida, tu
confusión y tu rubor son encantadores. Te da vergüenza. Sin embargo, estabas presente.
Registré los papeles de la señora y descubrí la dichosa correspondencia....

Silencio.

Solange: ¿Qué más?


Clara: ¡Me sacas de quicio! ¿Luego? Pues bien, luego quisiste conservar las cartas de la
señora. Y anoche, en la pocilga, aún había una carta del señor dirigida a la señora. La
descubrí yo.
Solange: Así que registras mis cosas. ¡ vos!
Clara: Es mi deber.
Solange: Ahora me toca a mí sorprenderte de tus escrúpulos...
Clara: Soy prudente, no escrupulosa. Mientras yo arriesgaba todo, arrodillándome en la
alfombra para forzar la cerradura del escritorio y crear una historia con materiales
verdaderos, vos, embriagada por la esperanza de un amante culpable, criminal y desterrado.
¡Me abandonabas!
Solange: Había colocado un espejo para ver la puerta de entrada. Estaba vigilando.
Clara: Mentís. Yo me doy cuenta de todo y te observo desde hace tiempo. Con tu
acostumbrada prudencia te habías quedado a la entrada de la despensa, ¡ dispuesta a
esconderte de un salto en el fondo de la cocina a la llegada de la señora!
Solange: Mentís, clara. Estaba vigilando el pasillo...
Clara: Es falso. ¡ Poco falto para que la señora me agarra in fraganti! Y vos sin preocuparte
por mi, ya te habías puesto en marcha, cruzabas los mares, atravesabas el ecuador.
Solange: Y vos ¿Qué? ¡ Parece que vos no supieras nada de tu éxtasis! Clara, ¡atrévete a
decir que nunca soñaste con un barco!. Para servirte de él en tu secreta aventura.
Clara: Todo eso lo sé y más. Soy más lúcida. Pero la historia la inventaste vos. ¡Ah!. Si vos
te vieras, Solange. El sol de la selva virgen aún te ilumina tu cara. Estás preparando la
evasión de tu amante. ¡Cuánto trabajas! Pero tranquilízate, te odio por otros motivos, ya los
conoces.
Solange: No te temo. No pongo en duda tu odio, tu doblez, pero tené mucho cuidado. Yo
soy la mayor.
Clara: Y eso, ¿Qué significa?¿Quién es la más fuerte? Me obligas a que te hable de este
hombre para desviar mejor mis miradas. ¡que tontería!¿Crees que no te he descubierto?
Intentaste matarla.
Solange: ¿Me acusas?
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Clara: No lo niegues. Te vi. Silencio largo. Y tuve miedo. Miedo, Solange. Cuando
hacemos la ceremonia, me protejo el cuello. Vas por mi, a través de la señora. Soy yo quién
esta en peligro.
Largo silencio.
Solange: Sí, lo intente. ¡ Quise salvarte! No lo podía resistir. Me ahogaba de verte ahogarte,
ruborizarte, palidecer, pudrirte en lo agrio y lo dulce de esta mujer. Tenes razón,
repróchamelo. Te quería demasiado. Hubieras sido la primera en denunciarme si la hubiera
matado. Vos me hubieras entregado a la policía.
Clara agarra de las muñecas a Solange.

Clara: ¡Solange!
Solange: Se trata de mí.

Solange se suelta.

Clara: Solange, hermanita mía. He hecho mal. Y ella va a volver.


Solange: No he matado a nadie. He sido cobarde, ya lo ves. Hice lo que pude, pero ella se
volvió durmiendo. Respiraba. Dulcemente. Hinchaba las sábanas. Era la señora.
Clara: Calla.
Solange: Todavía no. Querías saberlo, pues óyelo. Espera, te voy a contar aún más cosas.
sabrás como es tu hermana. Dé qué está hecha. Lo que compone criada: Quise
estrangularla.
Clara: Cállate. Quería decir....

Suena el teléfono. Clara atiende el teléfono.

Clara: ¿Señor?¡El señor!...Soy Clara, señor. Muy bien avisare a la señora. La señora se
pondrá muy contenta cuando sepa que el señor esta en libertad...Si, señor. Voy a apuntarlo.
El señor esperara a la señora en el Bilboquet. Muy bien. Buenas noches, señor.
Clara el auricular sobre la mesa.

Solange: ¿Está libre?


Clara: El juez lo ha dejado en libertad condicional.
Solange: Pero, entonces, todo se va al carajo.
Clara: Ya ves.
Solange: Los jueces han tenido la cara dura de soltarlo. Es un escarnio para la justicia. ¡Se
nos insulta!. Si el señor esta libre querrá hacer una investigación. Registrara la casa para
descubrir a la culpable. Me pregunto si te das cuenta de la gravedad de la situación.
Clara: Hice lo que pude. Por nuestra cuenta y riesgo.
Solange: ¿Y si reconocen tu letra? ¿Y por que va primero al Bilboquet en vez de venir acá?
¿Podes explicarlo?
Clara: Ya que sos tan hábil, tenías que haber logrado tu propósito con la señora. Pero
tuviste miedo.
Solange: Es peligroso. Estoy segura de que hemos dejado huellas. Por tu culpa. Siempre las
dejamos. Veo un montón de huellas que nunca podré borrar. Y ella, se pasea en medio de
todo esto amaestrándolo. Lo descifra. Coloca la punta de su pie sonrosado sobre nuestras
huellas y una tras otra nos descubre. Por tu culpa la señora se burla de nosotras. La señora
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lo sabrá todo. Ella no tiene más que llamar para ser servida. Se enterara de que nos
poníamos sus vestidos, de robábamos sus ademanes, de que seducíamos a su amante con
nuestras zalamerías. Todo va a denunciarnos, Clara. Todo nos acusará. Los visillos con la
señal de tus hombros, los espejos con la de mi cara, la luz acostumbrada a nuestras locuras,
la luz va a confesarlo todo. Por tu torpeza esta todo perdido.
Clara: Todo esta perdido por que no tuviste fuerza para...
Solange: Para....
Clara: Matarla.
Solange: Aún puedo encontrar la fuerza necesaria.
Clara: ¿Dónde? ¿Dónde? No estás tan allá como yo. No vives por encima de la copa de los
árboles. Basta que un lechero te pase por la mente para que te sientas trastornada.
Solange: Fue por no ver su cara, Clara. Por haber estado de repente tan cerca de la señora,
por que estaba cerca del sueño. Iba perdiendo las fuerzas. Había que sacar la sábana que su
pecho levantaba, para dar con su garganta.
Clara: Y las sábanas estaban tibias. La noche, oscura. Esas cosas hay que hacerlas en pleno
día. Sos incapaz de cometer un acto tan terrible. Pero yo puedo conseguirlo. Soy capaz de
todo lo sabes.
Solange: El gardenal.
Clara: Eso es, hablemos tranquilamente. Soy fuerte. Vos has tentado dominarme...
Solange: Pero, Clara....
Clara: Perdona, sé lo que digo. Yo soy Clara. Y estoy preparada. Estoy harta, Harta de ser
la araña, la funda del paraguas, la monja siniestra, ¡ Sin Dios y sin familia! Estoy harta de
tener un hornillo por altar. Soy la orgullosa, la podrida. Ante tus ojos también.
Solange agarra a Clara por los hombros.
Solange: Clara... Estamos nerviosas. La señora no llega. Yo también estoy que no doy más.
Yo también estoy harta de nuestro parecido, de mis manos, de mis medias negras, de mi
pelo. No te hago ningún reproche, hermanita mía. Tus paseos te aliviaban..
Clara: Córtala.
Solange: Quisiera ayudarte. Quisiera consolarte, pero se que te doy asco. Te repugno. Y lo
sé por que vos me das asco. Quererse en la repugnancia no es quererse.
Clara: Es quererse demasiado. Pero estoy harta de este espejo atroz, que me devuelve mi
imagen como un mal olor. Sos mi mal olor. Pues bien estoy preparada. Tendré mi corona.
Podré pasearme por los aposentos.
Solange: De todos modos no podemos matarla por tan poca cosa.
Clara: ¿De veras? ¿No es bastante?¿Por qué, dicime? ¿Por qué otro motivo? ¿Dónde y
cuando encontraríamos mejor pretexto?¿No es bastante? Esta noche la señora asistiría a
nuestra confusión.¡Riéndose a carcajadas, riéndose entre lágrimas, con sus grandes
suspiros! No. Tendré mi corona. Seré esa envenenadora que vos no has sabido ser. Ahora
me toca a mí dominarte.
Solange: pero nunca...
Clara imitando malvadamente a la señora.

Clara: Dame la toalla, dame las pinzas, pela las cebollas, raspa las zanahorias, lava los
cristales, se acabó. ¡Ah!, se me olvidaba: Cierra la canilla. Basta. Tendré el mundo a mi
disposición.
Solange: hermanita mía.
Clara: Me ayudarás.
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Solange: No sabrás hacer los gestos necesarios. Las cosas son más graves, Clara, más
sencillas.
Clara: Me sostendrá el brazo firme del lechero. Apoyaré mi mano izquierda en su nuca, me
Ayudaras, Y si tengo que ir mas lejos, Solange, si tengo que ir a la cárcel, me acompañaras,
Subirás al barco. Solange, entre las dos seremos esa eterna pareja del criminal y de la santa.
Nos salvaremos, Solange, te lo juro.

Clara se deja caerse sentándose, sobre la cama de la señora.

Solange: Cálmate. Voy a llevarte arriba. Vas a dormir.


Clara: Déjame. Apaga, un poco de oscuridad, pór favor.
Solange apaga.
Solange: Descansa, descansa, hermanita.

Solange le quita los zapatos a Clara, le besa los pies.

Solange: Cálmate, cariño. La acaricia. Pone tus pies ahí, eso es. Cierra los ojos.
Clara: Me da vergüenza.
Solange: No hables, déjame que lo haga todo. Voy a adormecerte. Cuando duermas, te
llevaré arriba, a la pocilga, te desnudaré y te meteré en tu cama turca. Duerme, estaré
contigo.
Clara: Me da vergüenza, Solange.
Solange: Cállate, déjame que te cuente un cuento.
Clara: ¿Solange?
Solange: Ángel mío.
Clara: Oye, Solange.
Solange: Duerme.

Pausa larga.

Clara: ¡Tenes un pelo, muy bonito! ¡ Que pelo tan bonito! el Suyo..
Solange: Deja de hablar de ella.
Clara: El suyo es postizo. Larga pausa. ¿te acordas de nosotras dos?. Debajo del árbol.¡
Con los pies al sol, Solange!
Solange: Dormite, estoy con vos, soy tu hermana mayor.

Silencio. Clara se levanta.

Clara: ¿El gardenal?


Solange: Sí, el gardenal.
Clara: ¡El gardenal! Hay que reírse. Se ríen. Si no, la tragedia hará que nos escapemos
volando por la ventana. Cerra la ventana. Solange cierra la ventana. El asesinato es una
cosa inenarrable. Cantemos. Nos la llevaremos al bosque y bajo los abetos, al claro de la
luna, la descuartizaremos. ¡Cantemos! ¡ la enterramos bajo las flores en nuestros arriates y
los regaremos por la noche con una regaderita!

Se oye el timbre de la puerta.


11

Solange: Es ella. Es ella, Vuelve. Agarra a su hermana de sus muñecas. Clara, ¿estas
segura de no flaquear?
Clara: ¿Cuantos hay que echarle?
Solange: Ponele diez! En su té. Diez gotas de Gardenal. Pero no te atreverás.
Clara se suelta.

Clara: llevo el tubo encima. Diez.


Solange: Diez. nueve no bastarían, Más, le harían vomitar. Diez. Pepara un té muy
concentrado. ¿Me comprendiste?
Clara: Sí.
Solange: Muy azucarada.

Solange sale por izquierda. Clara arregla la habitación y sale por derecha. Silencio. Se
escuchan unas carcajadas. La señora entra cubierta de pieles, se ríe y Solange la sigue.

La señora: ¡Cada vez más!¡Horribles gladiolos de un rosa deprimente y mimoso!. Esas


locas deben ir al mercado central antes del amanecer para comprarlos más baratos.

Solange le ayuda a sacarse el abrigo de pieles.

¡Encarcelado, Solange! ¡En-car-ce-la-do!¿Qué me dices de esto?. Tienes a tu señora


complicada en un asunto más sórdido y más tonto. ¡El señor duerme en el calabozo y
vosotras me eleváis un altar!

Solange: Sus manos están heladas.


La Señora: Estoy destrozada. Cada vez que yo vuelva a casa mi corazón latirá con esta
terrible violencia y un día caeré redonda, muerta bajo vuestras flores. Desde hace unos días
van acumulando en mi habitación flores fúnebres. Pausa. ¡Clara!
Solange: Esta preparando el té de la señora.
Señora: ¡ Que se de prisa! Perdona, querida Solange. Perdóname. Me da vergüenza pedir té
Cuando el señor está solo sin alimento, sin tabaco, sin nada. La gente no se figura siquiera
lo que es una cárcel. Carecen de imaginación. Yo tengo demasiada. Mi sensibilidad me hace
sufrir. Atrozmente. Tienen suerte, clara y tú, de estar solas ene este mundo. ¡ La humildad
de su condición les ahorra muchas desgracias!
Solange: Pronto se darán cuenta que el señor es inocente.
Señora: ¡Lo es, Lo es! Pero inocente o culpable, nunca lo abandonaré. Así es como se
reconoce el amor que una tiene por un ser: el señor no es culpable, pero si lo fuera yo me
haría su cómplice. Le acompañaría hasta la Guayana, hasta Siberia. Sé que saldrá del apuro.
Por lo menos este lío idiota me habrá permitido tomar conciencia del cariño que le tengo.
Pausa. ¡Quiero fumar! Un cigarrillo. Pero....Gracias a esto quizás adivine quién es esa
policía infernal que dispone en mi casa de espías misteriosos.
Solange: No hay que apurarse. He visto absolver casos más graves. En el tribunal de Aix-
en –Provence...
Señora: ¿Casos más graves?¿Qué sabes tú de su caso?
Solange: Yo, nada. Pero, por lo que dice la señora, opino que no puede ser muy grave el
asunto.
12

Señora: Tartamudeas. ¿Y qué sabes tú de los casos absueltos? ¿Frecuentas tú los


tribunales?
Solange: Leo la crónica de los periódicos. Le estoy hablando de un hombre que había
hecho algo peor. En fin...
Señora: El caso del señor es incomparable. Se le acusa de robos idiotas. ¿Estás satisfecha?
¡Robos! Idiotas, idiotas como las cartas de denuncia que provocaron su arresto.
Solange: Debería descansar la señora.
Señora: No estoy cansada. Deja de tratarme como a una inválida. A partir de hoy dejo de
ser el ama que les permitía aconsejarla y cultivar su pereza. Yo No soy la que merezco
compasión. Sus gemidos me serían insoportables. Su amabilidad me fastidia. Me abruma.
Me agobia. Su amabilidad, que durante tantos años nunca logró hacerse verdaderamente
cariñosa. Y estas flores que están aquí para celebrar lo contrario de una boda. Solo les
faltaba encender el fuego para calentarme. No es que yo quiera poner colgaduras negras en
casa, pero en fin...
Solange guarda la estola de pieles.
Solange: Se ha roto el forro. Mañana la llevare al peletero.
Señora: Tengo ideas de luto. ¿Cómo podría pensar en mis vestidos y en mis pieles cuando
el señor esta en la cárcel?. Si el piso les parece demasiado triste...
Solange: Por favor señora...
Señora: No tenés ninguna razón para compartir mi desdicha; os lo reconozco.
Solange: Nunca abandonaremos a la señora. Con todo lo que ha hecho por nosotras.
Señora: Losé, Solange. ¿Eran muy desdichadas?
Solange: Señora...
Señora: Son un poco mis hijas. Con ustedes la vida me resultará menos triste. Nos iremos
al campo, tendran las flores del jardín. Pero no les gustan los juegos. Son jóvenes, pero
nunca reís. En el campo estarán tranquilas. Las mimaré. Y mas tarde les dejaré todo lo que
tengo. Además,¿Qué les falta? Tan solo con mis antiguos vestidos podrían ir vestidas como
unas princesas. Y mis vestido... Mira sus vestidos.. ¿para que valen ya? Abandonando la
vida elegante.
Clara entra con el té.
Clara: El té esta preparado.
Señora: Déjala sobre la mesa. La beberé luego. Tendréis mis vestidos; os lo doy todo.
Clara: Nunca podremos reemplazar a la señora. Si la señora supiera la precauciones que
tomamos para arreglar sus vestidos. El armario de la señora es para nosotras como la capilla
de la Santa Virgen. Cuando lo abrimos.
Solange: El té va enfriarse.
Clara: Lo abrimos de par en par los días de fiesta. Apenas si podemos mirar los vestidos.
No tenemos derecho. El armario de la señora es sagrado. ¡ Es su gran ropero!
Solange: Charla demasiado y cansas a la señora.
Señora: Se acabo. Acaricia el traje de terciopelo. Mi bonito “ fascinación”, es el más
bonito, pobre bonito. Lanvin lo dibujo para mi. Especialmente. Agarrelo se lo doy. Te lo
regalo. Clara.

La señora le da el vestido a Clara y busaca en el armario.

Clara: ¡Oh! ¿La señora me lo da de verdad?


Señora: Claro, ¿No te estoy diciendo?
13

Solange: La señora es demasiado buena. Podes dar las gracias a la señora. Hace mucho que
lo admiraba.
Clara: Nunca me atreveré a usarlo. ¡es tan bonito!
Señora: Podrás mandar a que lo retoquen. Tan solo en la cola hay suficiente terciopelo para
hacer unas mangas. Te abrigará mucho. Sabiendo cómo son, sé que necesitan telas recias. Y
a ti Solange, ¿qué te puedo dar? Te voy a dar...Toma mis zorros.
Solange los agarra y los pone sobre la butaca.
Clara: Pero, ¡vamos! ¡El abrigo de gala!
Señora: ¿Qué gala?
Clara: Quería decir que la señora se lo solía poner sólo en las grandes ocasiones.
Señora: De ninguna manera. En fin, teneis suerte de que les regalen vestidos. Yo, si quiero
tener uno, tengo que comprarlo. Pero encargaré otros más suntuosos para que el luto del
señor sea llevado de una manera más magnífica.
Clara: ¡Que guapa es la señora!
Señora: No, no, no me den las gracias. Da tanto gusto hacer felices a los que le rodean a
una. A mí, que sólo pienso en hacer el bien. ¿Quién puede ser tan malo como para
castigarme? Y castigarme ¿Por qué? Me creía bien protegida de la vida. Defendida por
vuestra fidelidad. Y también defendida por el señor. Pero es coalición de amistades no ha
podido formar una barricada tan alta como para defenderme de la desesperación. ¡Estoy
desesperada! ¡Cartas!¡Cartas que tan solo yo conozco. ¿Solange?
Solange saludando a su hermana.

Solange: Diga, señora.


Señora: ¿Cómo? ¡ estás haciendo reverencias a Clara! Qué gracia tiene. Os creía menos
dispuestas a bromear.
Clara: El té, señora.
Señora: Te llamaba para preguntarte...¿Pero como? ¿Quién ha tocado otra vez la llave del
escritorio?...Para pedirte tu opinión. ¿Quién pudo haber mandado esas cartas? Desde luego,
no tenéis idea. Les pasa lo que a mí, estan tan asombradas como yo. Pero el asunto quedará
aclarado, hijas mías. El señor sabrá desentrañar ese misterio. Quiero que se analice la letra
y que se sepa quién ha podido urdir tal maquinación. El teléfono...¿Quién ha descolgado
otra vez el teléfono y por qué? ¿Han llamado?

Silencio.

Clara: Fui yo. Fue cuando el señor...


Señora: El señor. ¿qué señor?
Clara se calla
Señora: Habla.
Solange: Cuando hablo el señor.
Señora: ¿Qué dice? ¿Desde la carcel? ¿El señor ha llamado desde la cárcel?
Clara: Queríamos darle una sorpresa a la señora.
Solange: El señor está en libertad condicional.
Clara: Espera a la Señora en el Bilboquet.
Solange: ¡Si supiera la señora!
Clara: La señora nunca nos lo perdonará.
Señora: Y no me decías nada. Solange, venga, venga un coche, date prisa. Corre, vamos.
14

La Señora empuja afuera a Solange.

Señora: Mis pieles. Venga, date prisa. Estáis locas. O me voy volviendo loca yo.
La señora se pone el abrigo de pieles. A Clara.
Señora: ¿Cuándo llamo?
Clara: Cinco minutos antes que volviera la señora.
Señora: Había que habérmelo dicho. Y el té ya está fría. Nunca podré esperar a que vuelva
Solange. Pero, ¿Qué dijo?
Clara: Lo que acabo de decirle. Estaba muy tranquilo.
Señora: Siempre el mismo. Si le condenaran a muerte le traería sin cuidado. ¡Que
temperamento! ¿Y que más?
Clara: Nada más: ha dicho que el juez le dejaba en libertad.
Señora: ¿Cómo se puede salir del palacio de Justicia a las doce de la noche? ¿Trabajan tan
tarde los jueces?
Clara: A veces hasta mucho mas tarde.
Señora: ¿Mucho más tarde? Pero, ¿Cómo sabes?
Clara: Estoy al tanto, leo Detective.
Señora: ¿De veras? Qué cosa más curiosa. Verdaderamente, eres una chica muy rara.

La Señora mira a Clara.

Señora: Venga, acércate, acércate. Pero si te has pintado. Ríe. ¿Te pintas?
Clara: ¡Señora!
Señora: No mientas. Haces muy bien. Tienes que vivir, hija mía, tienes que vivir. Y eso, ¿A
santo de qué? ¿Confiésalo?.
Clara: Me puse un poco de polvos.
Señora: No son polvos. Es colorete. Es el “cenizas de rosa”, un antiguo colorete el que ya
no uso. Tienes razón, aún eres joven. Embellécete, hija mía. Arréglate.

La señora le pone una flor en el pelo a Clara. Consulta su reloj.

Señora: ¿Qué estará haciendo? Son las doce y no vuelve.


Clara: Hay pocos taxis. Habrá tenido que ir corriendo hasta la parada de taxis.
Señora: ¿Tu crees? No me doy cuenta del tiempo. La felicidad me trastorna. ¡Mira que
telefonear el señor que está libre y a estas horas!
Clara: La señora haría bien en sentarse. Voy a calentar otra vez el té.

La señora se prepara para salir.

Señora: Es inútil, no tengo sed. Esta noche vamos a beber champagne. No volveremos.
Clara: Yo creo que un poco de té...
Señora: Riéndose. Ya estoy demasiado nerviosa.
Clara: Precisamente.
Señora: Sobre todo no nos esperen Solange y tu. Suban a acostarse inmediatamente.
La señora se mira al espejo.
15

Señora: Pero ese despertador, ¿Qué hace aquí?¿De donde viene?


Clara: El despertador? ¿Es el de la cocina?
Señora: ¿Eso?, nunca lo he visto.

Clara agarra el despertador.

Clara: Está sobre el estante. Está siempre en el estante.


Señora: Es verdad que la cocina no me es demasiado familiar. Ustedes están en ella como
en su casa. Es de su dominio. Allí son las reinas. Me pregunto por qué lo trajeron aquí.
Clara: Es Solange para hacer la limpieza. No se fía del reloj de pared.
Señora: Es la puntualidad misma. Me sirven las criadas más fieles.
Clara: Adoramos a la señora.
Señora: Y con razón. ¿Qué no habré hecho yo por ustedes?

La señora sale.

Clara: La señora nos ha vestido como unas princesas, la señora ha cuidado a Clara o a
Solange, puesto que la señora nos confundía siempre; La señora nos envolvía en su bondad.
La señora nos permitía vivir juntas a mi hermana y a mí. Nos daba las chucherías que ya no
le servían. Tolera que el domingo vayamos a misa y nos coloquemos en un reclinatorio
cerca del suyo.

Se escucha la voz de la señora desde afuera.

Señora: Oye, oye.


Clara: Acepta el agua bendita que le presentamos. Y a veces con la punta de su guante nos
ofrece ella misma.
Señora: El taxi. Ya llega. ¡Vamos! ¿Qué dices?
Clara: Estoy recitando para mí las bondades de la señora.

La señora entra sonriente.

Señora: Qué de honores, qué de honores y cuánto descuido. Pasa la mano por los
muebles. Los cargas de rosas, pero no quitan el polvo de los muebles.
Clara: ¿La señora no esta conforme con el servicio?
Señora: Estoy encantadísima, Clara, me voy.
Clara: La señora tomara un poco de tila, incluso si esta fría.

La señora se ríe y se inclina sobre Clara.

Señora: Quieres matarme con tu té, tus rosas, tus consejos. Esta noche...
Clara: Implorando. Un poco tan solo.
Señora: Esta noche beberé champaña.
La señora va hacia la bandeja de té.
Señora: ¡Té! Servida en servicio de gala. ¿Y por que tanta solemnidad?
Clara: Señora.
16

Señora: Quité esas flores, lléveselas a su habitación y descanse. El señor esta libre, Clara.
El señor está libre y voy a reunirme con él.
Clara: Señora...
Señora: La señora se escapa. Quite esas flores de mi vista.

La señora sale. Se oye un portazo.

Clara: Por que la señora es buena, la señora es guapa, la señora es dulce. Pero no somos
unas ingratas. Y todas las noches en nuestras pocilgas, como lo ordenó la señora, rezamos
por ella. ¡ Así es como la señora nos mata con su dulzura! ¡ La señora es buena, la señora es
guapa, la señora es dulce! Nos permite tomar un baño todos los domingos en su propia
bañera. Porque ¡la señora es buena, la señora es guapa, la señora es dulce!

Entra Solange.

Solange: ¿No lo ha bebido? Naturalmente, era de esperar, la has hecho buena.


Clara: Me hubiera gustado verte en mi lugar.
Solange: Y te rías de mí. La señora se escapa. La señora se nos escapa, Clara ¿Cómo
pudiste dejar que huyera? Va a volver a ver al señor, y lo comprenderá todo. Estamos
perdidas.
Clara: No te ensañes. Eché el gardenal en el té. No quiso beberla...¿Tengo yo la culpa?
Solange: Como siempre.
Clara:... Te quemaba la lengua la noticia de que el señor había salido de la cárcel. ¿eh?
Solange: La frase empezó en tu propia boca.... Hice lo que pude. Quise retener las
palabras...¡Oh!, no me eches encima las acusaciones. Yo me las compuse para que todo
saliera bien, para darte tiempo de prepararlo todo, baje por la escalera lo más despacio que
pude. Me metí por las calles más solitarias, encontraba taxis a mansalva, no podía ya
evitarlos. Creo que paré uno sin darme cuenta y mientras yo estiraba el tiempo vos lo
echabas todo a perder y soltaste a la señora. No hay más remedio que huir. Llevémonos
nuestras cosas. Larguémonos.
Clara: Todas las astucias eran inútiles. Estamos malditas.
Solange: ¡Malditas! No vas a empezar otra vez con tus tonterías.
Clara: Sabes a qué me refiero. Sabes que nos abandonan los objetos.
Solange: Los objetos nos se preocupan por nosotras.
Clara: Es lo único que hacen. Nos traicionan. Y tenemos que ser grandes culpables para
que nos acusen con tanta porfía. Los he visto a punto de revelárselo todo a la señora.
Después del teléfono les tocó a nuestros labios traicionarnos. Tú no asististe como yo a
todos los descubrimientos de la señora. Por que yo la vi avanzar hacia la revelación. No
adivinó nada, pero se quemaba.
Solange: La dejaste que se fuera.
Clara: He visto a la señora, Solange, la he visto descubrir el despertador de la cocina,
descubrir mi colorete mal borrado de mis mejillas, No cesaba de descubrirnos. Y yo estaba
sola para aguantar todos esos choques, sola para vernos caer.
Solange: Hay que huir. Llevémonos nuestras cosas. Rápido, Clara, rápido,
Clara...Agarremos el tren....el barco.
Clara: Marcharnos, ¿adonde?. No tengo fuerzas ni para llevar una maleta.
Solange: Vamonos a cualquier lugar. Con cualquier cosa.
17

Clara: ¿Adónde iríamos?¿Qué haríamos para vivir? Somos pobres.


Solange: Clara, llevémonos....,llevémonos...
Clara: ¿El dinero? No lo consiento. No somos ladronas. La policía nos agarraría en
seguida. Y el mismo dinero nos denunciaría. Desde que vi cómo los objetos nos
denunciaban uno tras otro, me daban miedo, Solange. El menor error puede entregarnos a la
policía.
Solange: A la mierda ¡Que se vaya todo a la mierda! Tendremos que encontrar el modo de
escapar.
Clara: Hemos perdido...es demasiado tarde.
Solange: No creas que vamos a quedarnos así, angustiadas. Volverán mañana las dos. Se
habrán enterado de dónde procedían las cartas. Lo sabrán todo, todo. Tú no has visto cómo
centellaba ella. Su manera triunfal de bajar la escalera. Su felicidad atroz. Toda su alegría
estará hecha de nuestra vergüenza. Su triunfo es el rubor de nuestra vergüenza. Su vestido
es el rubor de nuestra vergüenza. Sus pieles..¡Vaya! Ha recuperado sus pieles.
Clara: Estoy cansada.
Solange: es evidente que las criadas son culpables si la señora es inocente. Es tan sencillo,
señora. Pero si yo me hubiera encargado por mí misma de su ejecución, juro que la habría
llevado a cabo.
Clara: Pero, Solange...
Solange: A cabo.¡ Ese té envenenado! Ese té que usted atrevía a rechazarme, yo le hubiera
abierto a usted la boca a la fuerza para obligarle a tragársela. Negárseme a morir. ¡Usted!
Cuando yo estaba dispuesto a pedírselo de rodillas, con las manos juntas, besando su
vestido.
Clara: No era tan fácil rematarla.
Solange: ¿Cree usted? Yo habría sabido hacerle a usted la vida imposible. Y la habría
obligado a suplicarme que le ofreciera este veneno y quizá se hubiera negado. De todos
modos, la vida se le habría hecho intolerable.
Clara: Clara o Solange, me está usted irritando, porque las confundo. Clara o Solange, me
esta usted irritando y me inicia la cólera. Porque es a usted a quién acuso de todas nuestras
desdichas.
Solange: Atrévase a repetirlo.
Clara se pone el vestido blanco frente al público, por encima de su vestido.
Clara: La acuso de ser culpable del más espantoso de los crímenes.
Solange: Está usted loca o borracha. Porque no hay crimen, Clara, te desafío acusarnos de
un crimen precioso.
Clara: Lo inventaremos, pues, porque...¡ Usted quería insultarme!¡ No se moleste!
Escúpame en plena cara. Cúbrame de lodo y de basura.
Solange: ¡Esta usted muy guapa!
Clara: Ahórrese los prolegómenos. Hace tiempo que usted ha hecho inútiles las mentiras, ¡
Las dudas que llevan a la metamorfosis! ¡ Apúrate! ¡Apúrate!. Ya no puedo mas con tanta
vergüenza y tantas humillaciones. El mundo puede oírnos, sonreírnos, encogerse de
hombros, llamarnos locas y envidiosas. Me estremezco.. Siento un escalofrío de placer.
Clara, ¡ voy a relinchar de alegría!.
Solange: ¡ Está usted muy guapa!
Clara: Empeza con los insultos.
Solange: ¡Está usted muy guapa!
Clara: ¡Adelante! Déjese de preludios. Vaya a los insultos.
18

Solange: Me deslumbra usted. Nunca podré nunca.


Clara: He reclamado los insultos. No esperará usted después de haberme puesto este
vestido, voy a oír celebrar mi belleza. ¡Cúbrame de odio!¡De insultos!¡De esputos!
Solange: Ayúdame.
Clara: Odio a los criados. Odio su casta odiosa y ruin. No pertenecen a la humanidad, se
infiltran. Son una exhalación que se arrastra por nuestras habitaciones, por nuestros
corredores, que nos cala, que nos entra por la boca, que nos corrompe. Sólo de verla, me
dan ganas de vomitar.
Solange hace un movimiento para ir a la ventana. Quédate acá.
Solange: Voy subiendo poco a poco....
Clara: Se que son necesarios como los sepultureros, como los porceros, como los policías.
Toda esta gentuza es fétida, no obstante.
Solange: Siga, siga.
Clara: Sus jetas de espanto y remordimientos, sus codos arrugados, sus blusas pasadas de
moda, sus cuerpos hechos para llevar nuestra ropa usada. Son nuestros espejos
deformantes, nuestra válvula de escape, nuestra vergüenza, nuestras heces.
Solange: Siga, siga.
Clara: estoy al borde, apúrate, por favor, Son..,Son...Dios mío estoy vacía, no encuentro
nada más. se me han agotado los insultos. Clara, ¡Usted me agota!
Solange: Déjame salir. Vamos a hablar del mundo. Que se asome a las ventanas para
vernos, tiene que escucharnos.
Solange abre la ventana. Clara se echa atrás.
Clara: La gente de enfrente va a vernos.
Solange esta en el balcón.
Solange: Es lo que espero. Es una buena noche.¡El viento me exalta!
Clara: ¡Solange!¡Solange! quédate conmigo. Vuelve.
Solange: Alcancé el nivel. La señora tiene a su favor su canto de tórtola, sus amantes, su
lechero.
Clara: Solange....
Solange: Silencio. Su lechero madrugador, su mensajero del alba, su campaneo delicioso,
su dueño, pálido y encantador, se acabó. Todos preparados para el baile.
Clara: ¿Qué haces?
Solange: Interrumpo su curso. ¡De rodillas!
Clara: Vas demasiado lejos.
Solange: ¡De rodillas! Por fin sé cuál es mi destino.
Clara: Me está matando.
Solange: Eso espero. Mi desesperación me hace indómita. Soy capaz de todo. ¡Estábamos
malditas!
Clara: Cállate.
Solange: no tendrá usted que llegar hasta el crimen.
Clara: ¡Solange!
Solange: No se mueva. Que la señora me escuche. Usted dejó que ella se escapara.¡Usted!
¡Que lástima no poder decirle yo todo mi odio, no poder contarle yo nuestras
gesticulaciones! Pero tú, tan cobarde, tan boba, dejaste escapar. Ahora está bebiendo
champaña. ¡No se mueva! ¡No se mueva! La muerte está presenta y nos acecha.
Clara: Déjame salir.
19

Solange: No se mueva. Quizá vaya a descubrir con usted el medio más sencillo, y el valor,
señora, de liberar a mi hermana, y al mismo tiempo llevarme a mí misma a la muerte.
Clara: ¿Qué vas hacer? ¿Adónde vamos ir a parar con todo esto?
Solange: Por favor, Clara, contéstame.
Clara: Solange, dejemos el asunto. Ya no puedo más, déjame.
Solange: Yo seguiré sola, sola, querida. No se mueva. Disponiendo de un maravillosos
medios, era imposible que la señora saliera ilesa.
Solange avanza hacia Clara.
Solange: Y ahora quiero terminar de una vez con una chica tan cobarde.
Clara: Solange, Solange. ¡Socorro!
Solange: Chille, si quiere. Dé su último grito, señora, si desea. Empuja a Clara, que se
queda acurrucada en un rincón. Por fin. La señora ha muerto. Estrangulada con los
guantes de fregar platos. ¡ La señora puede quedarse sentada! La señora puede llamarme
señorita Solange. Precisamente por lo que hice. El señor y la señora me llamaran señorita
Solange Lemercier...La señora tenía que haberse quitado ese vestido negro, es grotesco.
Imita la voz de la señora. Estoy reducida a ir de luto por mi criada. A la salida del
cementerio todos los domésticos del barrio desfilaron delante de mí, como sí yo fuese de la
familia. Afirmé tantas veces que ella formaba parte de la familia...La muerta se tomó la
broma al pie de la letra.¡Sí, señora! La señora y yo somos iguales y ando con la cabeza
erguida...Se ríe. No, señor inspector, no. No sabra usted nada de mi faena, nada de nuestra
faena en común. Nada sobre nuestra colaboración en ese crimen...Los vestidos, la señora
puede guardarlos. Mi hermana y yo teníamos los nuestros, Los que nos poníamos de noche
en secreto. Ahora tengo mi vestido y usted y yo somos iguales. Llevo el traje rojo de las
criminales. ¿Le hago gracia al señor? ¿Le hago sonreír al señor? El cree que estoy loca. El
piensa que las criadas tienen que tener suficiente buen gusto como para no hacer ademanes
reservados a la señora. De verdad, ¿Me perdona? El es la bondad misma. El quiere
competir en nobleza conmigo. Pero yo he conquistado la más áspera... la señora se da
cuenta de mi soledad. ¡ Por fin! Ahora estoy sola. Espantosa. Podría hablarle con crueldad,
pero quiero ser buena. La señora se repondrá del miedo que ha pasado. Lo logrará muy
fácilmente. Entre sus flores, sus perfumes, sus vestidos. Ese vestido blanco que usted
llevaba por la noche en el baile de la Opera. Ese vestido blanco que le prohído siempre que
se ponga. Y entre sus joyas, sus amantes. Yo tengo a mi hermana. Sí, me atrevo a hablar de
ella. Me atrevo, señora. Me puedo atrever a todo. ¿Y quién podría hacerme callar? ¿Quién
tendría el valor de decirme hija mía? He servido. Hice los gestos necesarios para servir.
Sonreí a la señora, me incline para fregar los suelos, para pelar la verdura, para escuchar
detrás de la puerta. Pero ahora me quedo tiesa. Y recia. Soy la estranguladora. La señorita
Solange, la que estrangulo a su hermana.¿Qué me calle? La señora es muy delicada, la
verdad. Pero me compadezco de la señora. Me da lástima la blancura de la señora, su piel
de seda, sus orejas diminutas, sus muñecas estrechas...Soy la gallina negra, tengo mis
jueces. Pertenezco a la policía.¿Clara? quería mucho, pero mucho, a la señora...No, señor
inspector, no explicaré nada en presencia de ellos. Esas cosas solo nos interesan a nosotros.
Esta, chiquita, esta noche, ¡la nuestra! Enciende un cigarrillo y fuma torpemente. El
humo la hace toser. Ni usted ni nadie sabrán nada excepto que esta vez, Solange fue hasta
el final. La están viendo vestida de rojo, va a salir. Se pone de espalda al público. Salir,
bajar por la escalera: la policía me acompaña. Asómense al balcón para verla andar entre
los penitentes negros. Son las doce del día. Lleva una antorcha. El verdugo la sigue de
cerca. Le habla al oído palabras de amor. ¡El verdugo me acompaña! Ríe. La llevaran en
20

procesión todas las criadas del barrio. Todos los criados que la han acompañado a su última
morada. Levan coronas, flores, banderas, gallardetes. Se oye el tañido de las campanas.
Tocan a muerto. El entierro despliega su pompa. Es bonito, ¿verdad?. Primero van los jefes
de comedor con frac, sin solapas de seda. Llevan sus coronas. Luego vienen los lacayos,
con los calzones cortos y medias blancas. Llevan sus coronas. Luego vienen los ayuda de
cámara, luego las doncellas, llevan nuestros colores, luego las porteras, luego otras
delegaciones del cielo. Y yo los conduzco. El verdugo me mece. Me aclaman. Estoy pálida
y voy a morir. Se da vuelta. ¡Cuantas flores! Le han hecho un bonito entierro, ¿Verdad?
Clara, pobrecita. Llora y se deja caer en una silla. Es inútil señora obedezco a la policía.
Tan solo ella me comprende. Ella también pertenece al mundo de los réprobos. Ahora
somos la señorita Solange Lemercier. La acusada Lemercier. La Lemercier. La famosa
criminal. Clara, estamos perdidas.

Clara con la voz de la señora.

Clara: Cierre las ventanas y corra las cortinas. Esta bien.


Solange: Es demasiado tarde todos están acostados. No sigamos.
Clara: Clara, Sírvame el té.
Solange: Pero...
Clara: He pedido mi té.
Solange: Estamos muertas de cansancio hay que cortar.
Clara: ¡ Ni hablar! ¿Cree usted, jovencita, que va a salir del paso tan fácilmente?. Sería
demasiado sencillo conspirar con el viento, hacer de la noche su cómplice.
Solange: Pero...
Clara: No discutas. A mí me toca disponer de estos últimos minutos. Solange, conservarás
en ti mi recuerdo.
Solange: No, no, estás loca. ¡ Vamos a irnos! Venga, de prisa, Clara. No permanezcamos
aquí ni un minuto más. La casa está envenenada.
Clara: Quédate.
Solange: Clara, ¿es que no ves qué débil estoy, qué pálida?
Clara: Sos cobarde, obedéceme. Estamos en las misma orilla, Solange; iremos hasta el
final. Quedarás sola para asumir nuestras dos existencias. Necesitarás mucha fuerza. Nadie
sabrá en el presidio que te acompaño en secreto. Y sobre todo, cuando te condenen, no
olvides que me llevas en ti. Como un bien precioso. Seremos guapas, libres y alegres.
Solange, no tenemos ni un minuto que perder. Repite conmigo.
Solange: Habla, pero en voz baja.
Clara: La señora tendrá que tomar el té.
Solange: No, no quiero.
Clara: Zorra, repite. La señora tendrá que tomar el té.
Solange: La señora tendrá que tomar el té.
Clara: Porque tiene que dormir....
Solange: Porque tiene que dormir...
Clara: Y yo me quedaré velándola.
Solange: Y yo me quedaré velándola.
Clara se acuesta en la cama.
Clara: Repito. No me interrumpas más. ¿Me oís? ¿Me obedeces?.
Solange asiente con la cabeza.
21

Clara: ¡Repito!, ¡Mi té!


Solange: pero...
Clara: Eso es, sigue.
Solange: Pero, señora, está fría.
Clara: Sin embargo, la tomaré. Dámela. Solange trae la bandeja. Y la has traído en el
servicio más rico, el más lujoso.
Clara agarra la taza y toma, mientras Solange de frente al Público, cruza las manos
como si llevara esposas.

Fin.

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