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Marta Traba en lnea: Crtica de Arte Latinoamericano Reproduccin digital con autorizacin Museo de Arte Moderno de Bogot - MamBo

La pintura de hoy en Colombia En Colombia, la pintura es un arte sin pasado. Durante la Colonia se nutri de los frvolos prstamos de Espaa, y en el primer siglo de la Repblica se limit a recordar el arte francs de la poca. En los das de la Colonia la pintura estuvo al servicio de la Iglesia y de las autoridades; luego en el siglo XIX, los artistas descubrieron el campo y la clase media acaudalada. La nacin comenz a producir pintura de gnero, que iba desde la Virgen hasta los indios, sin que la paleta sufriera la ms leve perturbacin, ni se advirtiera el ms mnimo intento por contrariar la naturaleza documental de la pintura. La clase media lo suficientemente vanidosa como para exigir del artista no slo un buen parecido, sino adems un parecido halageo sirvi de modelo para los retratos. Los pintores aprendieron a pintar bien, esto es, a manejar los colores eficientemente y a mejorar la tcnica del dibujo, pero continuaron esclavos de la banalidad que los rodeaba sin sospechar jams que el arte es susceptible de un proceso altamente creativo. El programa de Luis Alberto Acua y Alipio Jaramillo, de Pedro Nel Gmez, Carlos Correa e Ignacio Gmez Jaramillo, en 1920, estaba muy lejos de ser homogneo y coherente. Los una la poca, el deseo de emerger de un interregno acadmico ya proscrito, y su fe en la necesidad de vitalizar la pintura, ante lo cual no podan permanecer indiferentes de manera indefinida. Aparte de lo anterior, no existi, ni entonces ni despus, ninguna similitud entre ellos. Su actitud en aquella poca, los coloc en una posicin de avanzada y se les calific de revolucionarios. Sin embargo, nada ms conservador que la pintura de Pedro Nel Gmez cuyos enormes frescos se acercan tanto al Renacimiento. Luis Alberto Acua, por su parte, desenterr escenas histricas dentro de la ms ortodoxa tradicin tridimensional, pintaba enormes figuras de indias reclinadas; y Carlos Correa disfrazaba, con las mscaras de Gutirrez Solana, sus sombros carnavales. Pero ni el socialismo pictrico, ni el realismo, ni esas horrendas distorsiones, llegaron a conmover las formas tradicionales de la pintura.

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