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LA LÓGICA EXCLUYENTE DE LOS DISCURSOS SOBRE SEGURIDAD

CIUDADANA. EFECTOS EN LA COMUNIDAMaría Irene Mañana

Ps. María Irene Mañana


Psicóloga y Docente
UPS
Carrera de Psicología
Quito, agosto del 2006

INTRODUCCIÓN

• Quisiera compartir con ustedes algunas consideraciones


sobre como se comienza a deslizar el discurso de
seguridad ciudadana fundamentalmente desde la
cotidianidad y en este sentido desde la subjetividad, de
ciertos sectores con los que estamos trabajando
proyectos comunitarios en el marco de las prácticas pre-
profesionales, estudiantes y docentes de la Carrera de
Psicología de la UPS.

• En el marco de las prácticas en algunas zonas ya


llevamos tres años, y se han abierto a través de los
estudiantes distintos escenarios de inserción, así como
también desarrollos de investigaciones en distintas
áreas.
Desde esta proximidad vemos como ha ido apareciendo
el discurso de la seguridad ciudadana con cierto carácter
imperioso de accionar de forma inmediata, que está
promoviendo formas propias de imaginarios y
organización de colectivos.

• Una primera consideración al tema de Seguridad


ciudadana sería en relación a las políticas públicas en
esta área, que en el Ecuador tienen una historia muy
reciente, y que se organiza también de manera reciente
la discusión de la Ley Nacional de Seguridad Ciudadana,
pero que concretamente, surge más que nada impulsada
por gobiernos locales municipales a partir del año 2000.

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• Esto es un poco para situar la entrada en la agenda de
gobierno nacional y local, y que también viene
acompañada e impulsada por un interés a nivel
internacional y particularmente en el continente.

• En este sentido los gobiernos locales han ido asumiendo


nuevos roles en esta competencia y esto ha implicado un
cambio de figura, un deslizamiento de la seguridad
nacional, hacia la figura de la seguridad ciudadana,
siguiendo los planteos del Dr. Daniel Pontón (investigador
de la FLACSO)*.
Particularmente, viene a coincidir con el repliegue del
estado y la descentralización de ciertos aspectos
tradicionalmente inherentes a la competencia central
estatal.

• Aquí vemos como una concatenación de hechos que


hacen a las políticas estructurales, por un lado el
repliegue del Estado Nación, el surgimiento de las
políticas de descentralización, el aumento de la
gobernabilidad local asumiendo nuevas competencias y
en la misma lógica creemos que se instala el mandato de
promover mayor participación ciudadana en aquellos
aspectos que estarían implicando un riesgo al
ordenamiento social imperante y a la lógica del
desarrollo que se intenta consolidar, desde los modelos
político-económicos globales.

• En este sentido vemos como se van encaminando desde


las políticas algunos dispositivos como son los Comités
de Seguridad Ciudadana, El Proyecto Mi Barrio Seguro y
Solidario, Las Veedurías Ciudadanas, para citar algunos
ejemplos de estrategias que permitirían hacer frente al
tema.
Básicamente nos estamos refiriendo al Distrito
Metropolitano de Quito, que de alguna manera aquí en el

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Ecuador ha sido uno de los primeros en trabajar estas
implementaciones.

• No nos interesa aquí abordar en el tema de las políticas


de seguridad ciudadana, simplemente estamos citando a
modo de antecedente para poder situar el marco de
problematización en que este tema se va inscribiendo en
la subjetividad de los colectivos, en tanto promueve
imaginarios y prácticas concretas de organización.

CONTEXTO SOCIO-ECONÓMICO-POLÍTICO DE LA ZONA A LA


QUE HACEMOS REFERENCIA

• Algunos de estos sectores podríamos definir como


urbano-rural porque están presentes dinámicas socio-
económicas y organizativas que dan cuenta tanto de lo
urbano como de lo agrario, coexistentes en la identidad
de la población.

• La situación del contexto la entendemos desde una


noción de vulnerabilidad socio-económica y política, en
el entendido de que existen condiciones de precariedad
laboral que se traducen en ofertas de trabajo en la zona
carentes de protección en leyes laborales de hecho,
donde el intercambio productivo evidencia condiciones
de extrema explotación, para niños y adultos.

• Sumada a la precariedad laboral, se evidencia el escaso


acceso a atención en salud y en educación en términos
formales.

• Podemos dar cuenta de una gran fragilidad a nivel de


organizaciones barriales, y escasa o nula organizaciones
gremiales o sindicales, un entramado social
desarticulado, o sea baja capacidad organizativa de la
comunidad para hacer frente a problemáticas
sustanciales que la aquejan.

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• Pérdida de referentes culturales, que se traduce en una
percepción de pérdida de identidad local, que de alguna
manera creemos que inhabilita al sujeto desde un
sentido de pertenencia colectiva, que redunda por lo
tanto y conjuntamente con lo anterior, en la
imposibilidad de trazar proyectos colectivos, en asumir
espacios públicos de acción y que se traduce en una
participación, fragmentaria y ocasional.

• Mecanismos presente a nivel institucional, sobretodo a


nivel educativo primario y secundario que reproducen
relaciones de violencia en tanto se presentan formas
vinculares de dominación-sometimiento entre los actores
institucionales.

• Un alto grado de migración y de jornadas laborales


excesivas, sumado a la feminización de la economía, lo
que ha determinado cierto grado de reconfiguración
familiar, que plantea también una vulnerabilidad
afectiva y de cierta fragilidad vincular, que va
promoviendo algunas otras situaciones como es el caso
del maltrato intrafamiliar, consumo de sustancias,
emergencia de “pandillas” juveniles, abandono, etc.

• Un aumento de migración interna, desde la misma lógica


productiva de explotación que hablábamos antes,
jornaleros traídos a la zona a ocupar puestos de trabajo
en industrias locales (básicamente sector floricultor),
desde otras provincias, o inmigración extranjera
(colombianos, peruanos en menor proporción real, pero
en mayor proporción imaginaria), que de alguna manera
se convierten en mano de obra más barata que la local,
y que establecen relaciones productivas de mucha mayor
dependencia, implicando con esto mayor vulnerabilidad
socio-laboral en general.

• Digamos que estas son algunas características de la


zona, donde estamos desarrollando proyectos
básicamente en promoción de salud comunitaria y

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fortalecimiento comunitario, a través de ir potenciando
procesos organizativos.

EL PROBLEMA

• Bien, en este contexto, vemos como se empiezan a


impulsar, en una articulación entre ciertas necesidades
de la población en relación a la percepción de
inseguridad, con propuestas más institucionales
(municipales, parroquiales, etc), para impulsar ciertos
proyectos locales tendientes a organizar el tema de la
seguridad barrial.

• Vemos la referencia permanente a sucesos de violencia


en el sector, aumento de delincuencia, etc.

• Se empiezan a propiciar escenarios colectivos de


discusión sobre la inseguridad percibida en la zona, y
que se asocia de manera lineal con las llamadas
pandillas juveniles, el consumo de drogas, también
asociado con la misma franja generacional, o sea los
jóvenes, como primer indicador subjetivo de la
problemática.

• Por otro lado se visualiza la violencia como una situación


promovida desde afuera de la comunidad, otros barrios y
zonas próximas.

• Lo que vemos es una alta dosis de proyección de


violencia que se conjuga por un lado en una tendencia a
la criminalización del otro en tanto joven y al mismo
tiempo el otro en tanto extraño, ajeno.

• Entonces la proyección de la violencia-urbana-


delincuencial, aparece en el discurso, asociada al joven
como portador de valores culturales foráneos, música,
moda, tendencia a la indisciplina, en fin, depositario de

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la pérdida de valores propios, y portador de lo no-propio,
en tanto ajeno.

• Al mismo tiempo que se evidencia una proyección de la


amenaza del “afuera” que se “adentra” en la comunidad,
o sea la inseguridad está promovida por aquellos que no
somos “nosotros”, o sea los otros, que no son otros que
los vecinos, por ejemplo las parroquias próximas, con la
proximidad socio-cultural que esto significa. O sea se va
perdiendo un sentido de vecindad, o la vecindad se
vuelve persecutoria.

• Esto va implicando una “paranoización” de la


cotidianidad, que se traduce en términos de inseguridad
y amenaza en donde lo conocido, lo familiar, lo próximo,
empieza a ser visualizado como lo peligroso, digamos el
enemigo interno del que hay que protegerse, con una
alta dosis de estigmatización y de discriminación.

• Curiosamente estos discursos son promovidos por ciertos


líderes que revisten autoridad en las instituciones
educativas, escenarios en los que evidenciamos
discursos y prácticas de violencia institucional y formas
de maltrato físico y psicológico hacia el niño y el joven.

• Planteada la problemática desde una comprensión lineal


causa-efecto, la búsqueda de soluciones por parte de las
frágiles organizaciones barriales, se ligan a la
implementación y reforzamiento de mecanismos de
represión, persecución y erradicación de aquello que es
percibido como lo peligroso.

• Se traduce en la realidad concreta de la comunidad, en


tomar medidas que se consolidan en exclusión de los
sistemas educativos de aquellos sujetos percibidos como
potenciales amenazas para el sistema, así como un
mayor énfasis en medidas disciplinarias educativas.

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• Esto conjuntamente se acompaña con el monitoreo de
grupos de jóvenes y detenciones policiales.

• Se plantean asimismo medidas de control de los


escenarios públicos como los parques, donde
generalmente son lugares de reunión de adolescentes, lo
que de alguna manera va delineando una privatización
de lo público, como estrategia derivada de la defensa de
lo privado, en desmedro de lo colectivo.

• Se empieza a plantear la organización de grupos de


control, organizados por vecinos inclusive con ciertos
mecanismos encubridores de su identidad, como es el
“pasamontaña”, como forma organizada de controlar el
acto delincuencial, y se estaría legitimando el ejercicio
de la violencia directa, y la justicia por mano propia, en
grupos autoproclamados no explícitamente, como
defensores de la seguridad ciudadana.

• Estas medidas implican un riesgo para ciertos sectores


poblacionales de la zona, jóvenes, marginados, y
migrantes, dadas las características antes señaladas.

• Vemos como va predominando una falsa ilusión de


amparo frente a esta forma de organizarse, que
repercute en el deterioro del propio colectivo
retroalimentando la situación de amenaza interna.

• Desde lo cual consideramos que discursos recreados


desde una lógica de exclusión devienen en prácticas
excluyentes, que ahondan más aun los problemas
sociales que pretenden combatir.

• Nos parece importante hacer la reseña un tanto sucinta


de la problemática contextualizando la zona, para poder
trasmitir como en estas condiciones de vulnerabilidad
socio-económica y política, se empieza a recrear el tema
de la seguridad ciudadana, apelando a la aparente
participación de los colectivos para la resolución de una

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problemática que tiene raíces estructurales,
vehiculizada desde una lógica excluyente, y que al
mismo tiempo “invita” a la participación de los colectivos
a remediar los males que genera.

• De alguna manera los discursos sobre la seguridad-


inseguridad, logran encauzar la mirada de los colectivos
a la administración de prácticas de limpieza social,
encubriendo los procesos socio-históricos de violencia
estructural.

• En este sentido y por tomar uno de los elementos antes


citados, las pandillas no son la causa del aumento de la
violencia, sino justamente su expresión y una de las
formas de vehiculización.

• Estos grupos de jóvenes hijos de excluidos o explotados


que no contemplan posibilidades laborales que les
permita desplegar ciertos proyectos personales y
colectivos, como plantea Victor Giorgi* inhabilitados en
la futurización, repelidos de los sistemas educativos, sin
la posibilidad de trazar otros mecanismos organizativos
que sean operativos sobre la realidad, encuentran
paradójicamente en la exclusión aspectos de identidad,
pertenencia y amparo que le son denegados por el
sistema, que denominaríamos las formas de inclusión
de los excluidos.

¿CÓMO ENTENDER LA SEGURIDAD CIUDADANA?

• Pimeramente, consideramos que la emergencia de esta


temática, no puede ser comprendida ajena a los
trafondos estructurales que en las últimas décadas, han
agudizado más la ya presente brecha histórica, entre
riqueza y pobreza. Por lo cual el incremento de violencia
urbana y suburbana solo puede entenderse desde esta
connotación.

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• Por otro lado pensar el tema en términos de seguridad
ciudadana deja un sinsabor de distanciamiento con lo
que es la seguridad social y un debilitamiento de sentido
político, en cuanto a la lucha y reivindicación
permanente de amparo y protección de las clases
populares, en las cuales recae el peso del deterioro de la
seguridad ciudadana.

• Consideramos que vaciado de un sentido político la


seguridad ciudadana, reproduce una visión hegemónica
de criminalización y culpabilización del pobre por su
pobreza, a quien se responsabiliza por el incremento de
la violencia urbana, y por consiguiente de la inseguridad
ciudadana, desde la misma lógica desarrollista,
impulsada por la globalización.

• Entonces la seguridad ciudadana se construye desde una


lógica desde el que más tiene hacia el que menos posee,
pero como los ideologías operan colonizando la vida
cotidiana a través de procesos de subjetivación, lo
perverso de todo esto es que la propia comunidad
violentada desde lo socio-estructural, será quien se haga
cargo de generar los dispositivos de control, represión y
exclusión, en defensa del derecho, que se vive como más
factible de ser administrado por las comunidades, o sea,
el derecho a defender la pobreza privada.

• Por lo cual la seguridad-inseguridad, creemos debería


entenderse como una construcción permanente de la
vida cotidiana, ligada a su condición socio-económica y
política y a la posibilidad de generar contratos sociales
permanentes de cambios estructurales en la vida de las
colectivos.

• Si por el contrario frente a la imposibilidad de dar


respuesta a las causas estructurales del malestar social
que aqueja a la población, se van generando procesos de
desafiliación social, la participación a la que se apela

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devendrá en una práctica fragmentaria, una falsa ilusión
de participación y de apropiación.

• Por otro lado creemos necesario pensar el tema desde


una construcción dinámica seguridad-inseguridad, una
tensión permanente que en la cotidianidad se manifiesta
como frente a la inseguridad, se empieza a generar el
discurso de la seguridad, que a su vez promueve y
potencia recursivamente mayor inseguridad.

• O sea cuando más seguridad desde el discurso y desde


las prácticas que estos discursos generan, se va
vehiculizando subjetivamente imaginarios de mayor
inseguridad.

• A manera de ilustración me parece interesante un


estudio realizado por la FLACSO, en en el 2003, sobre
victimizacón y percepción de inseguridad. La
victimización real según datos recogidos determina que
uno de cada seis personas en el DMQ, mayor de 15 años,
ha sido víctima real de una situación delictiva.
Sin embargo el mismo estudio que levantó percepciones
sobre inseguridad y delincuencia, determinó, que siete
de cada diez personas hablan de violencia delincuencial
e inseguridad.
Esto se corresponde con porcentajes de victimización
real de un 16,7% frente a un 70.8% de percepción de
inseguridad.

Si atendemos a los datos producidos por esta


investigación de una manera lineal, podríamos adjudicar
que la vivencia de inseguridad urbana se relaciona
exclusivamente con la violencia delincuencial, y no con
otros aspectos portadores de inseguridad, como la
perdida de credibilidad política e institucional, la
desarticulación sistemática del entramado social que
implicó la pérdida de referentes de lucha y reivindicación
para ciertas clases sociales, la reconfiguración familiar
producto de procesos económicos pauperizantes para la

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mayoría de las familias, que de alguna manera establece
dinámicas poco continentadoras desde lo vincular-
familiar, y por último la instalación de una cultura de
desesperanza, tomando palabras de José Luis Rebellato,
que inhabilita la consecución de proyectos de cambio
social.

• Consideramos que la dinámica seguridad-inseguridad, se


encuentra atravesada por todos estos aspectos, por lo
cual las políticas que se deriven de análisis
fragmentarios producirán acciones también
fragmentadas.

• Para concluir, creemos que los abordajes desde la


psicología comunitaria deben por un lado:

• trabajar el tema de la subjetividad atendiendo a operar


procesos hacia la deconstrucción de la amenaza
internalizada;

• por otro lado promoviendo el desmontaje de la lógica de


exclusión como único mecanismo para la resolución de
conflictos en los distintos escenarios de la comunidad;

• atender particularmente lo familiar, en tanto espacios


donde se recrea y se trasmite la vivencia de seguridad-
inseguridad, desde mediaciones que operen hacia la
contención y fortalecimiento de lo vincular-familiar, más
que a procesos de capacitación sobre los derechos del
niño, o maltrato intrafamiliar establecidos desde una
intervención funcional;

• y fundamentalmente fortalecer procesos participativos y


organizativos en las comunidades, verdaderamente
anclados en las necesidades de la gente.

• Retomo para finalizar palabras de Maritza Montero quien


explicita con claridad el sentido que he querido introducir
en el presente trabajo:

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• “el aporte del psicólogo comunitario en este contexto,
debe orientarse a producir condiciones para que la
participación de la comunidad implique su efectivo
empoderamiento, evitando el vaciamiento de contenido
y la distorsión perversa del componente
participativo”.(Montero, 1998).

BIBIOGRAFÍA

 *Políticas Públicas de Seguridad Ciudadana. El Caso de


Quito. Dr Daniel Pontón, investigación FLACSO 2003
 *VII Jornadas d Psicología Universitaria: El psicólogo en
el Campo de la Seguridad Humana. Acerca de la
deconstrucción del desamparo. Prof. Ps. Víctor Giorgi.
2004
 *Etica de la Liberación. Jose Luis Rebellato.2000
 Rebellato y Giménez: La participación como territorio
de contradicciones éticas. Etica de la Autonomía 1997
 *Seminario dictado en la Facultad de psicología,
Udelar.1998
 Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria. La
Tensión entre comunidad y sociedad. Maritza Montero
2003
 Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollo,
conceptos y procesos. Maritza Montero. 2004

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