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Carlos Garaicoa: Estética de la frustración

Existe una distancia conceptual entre las provocaciones callejeras de Garaicoa y sus obras de pared. Aquéllos
eran gestos en los que latía el espíritu de los 80. Tenían un contenido vanguardista evidente en la intención
de legitimar lo estético en su esencia sociológica. Era el momento de la utopía estética: cuando se buscaba una
práctica no necesariamente artística, que permitiera la integración del “maker” en la sociedad, pero como
sujeto no soluble, como emisor de discursos alternos, desde una posición privilegiadamente individual. Lo
contradictorio de ese proyecto no fue la causa única de su desintegración, ya se sabe. Sin embargo, Garaicoa
parece ser uno de los pocos artistas “educados” con esa ideología, capaz de captar las incongruencias entre el
discurso populista y la actitud individualista del autor.

Su obra museable es resultado de esa lucidez cínica. Por ejemplo, la fotografía es un objeto que parodia las
funciones documentales de la imagen conceptual, al mismo tiempo que finge la objetividad (la imparcialidad)
de la imagen live, tratándose en verdad de construcciones, objetos de contextos precarios, de origen ambiguo y
de finalidad ubicua.

El dibujo suele ser frío y feo. Se trata de bocetos o proyectos como los que haría un arquitecto. Su relación
con la fotografía es también irónica. Garaicoa juega a pintar cómo sería la ciudad si se restauraran los sitios
ruinosos, si se terminaran alguna vez los proyects inconclusos; si se cumpliera alguna vez el sueño de
modernidad y confort, de tecnología y lujo, de placer estético y bienestar social. Las fotografías, por lo
general fuera de una norma de belleza precisa, muestran la situación real del contexto urbano; los dibujos
muestran la proyección futura de ese contexto. El procedimiento los vuelve encantadores y poéticos, pese al
sarcasmo.

Por otra parte está el objet trouvé. Objetos frustrados en su pretensión social. Es decir, incapaces de cumplir
su función original. Objetos inválidos. Fragmentos. Diásporas de la actividad humana. Estas cosas (muebles,
herramientas, instrumentos musicales o restos arquitectónicos) representan en un nivel doméstico una realidad
urbana depauperada. Un habitat en crisis.

Esta sería una de las lecturas más comunes de la obra de Garaicoa. La que tiende a ubicarla como actividad de
sentido ecológico. Y no está mal, siempre que se entienda que la ecología no es neutral y que el artista parte
de asumir el entorno urbano como entorno humano, es decir, socializado. Más importante que la nostalgia por una
ciudad vieja parece ser la percepción de los procesos sociales que ocurren ahí y el cuestionamiento del lugar
del artista en ese sistema. La ya antológica foto del “Aquí construye…” está haciendo referencia al desfasaje
entre los discursos y las actitudes, y a la simulación como respuesta colectiva. Al mismo tiempo es una
parábola de lo inconcluso, del gesto detenido. Al transitar la vista desde la torre dibujada, que forma parte
de la instalación, a la foto del solar yermo, anunciando una construcción por hacer, el espectador oscila
anímicamente entre la ilusión (en su sentido doble de juego y engaño visual) y la frustración.

Es por eso que me he atrevido a sugerir que la frustración, más que asunto, es parte de los efectos previstos y
condicionados por la obra de Carlos Garaicoa. Pudiéramos decir que es su componente emotivo fundamental. ¿Quién
va a mover sus mamparas ruinosas? ¿Quién usará sus muebles descalabrados? ¿Quién hará música con esos
instrumentos rotos? Esas cosas están ahí para ser intocadas. Son objetos museables, residuos arqueológicos y
obras de arte al mismo tiempo. Es decir, simulacros.

1
Es una trampa que le ha jugado la vida a alguien que confió alguna vez en la posibilidad de hacer no-arte, para
escapar de la frigidez (y el control) de lo institucional, y terminó reconstruyendo en torno a la realidad
que manipula, un espacio museológico; es decir, una entidad equidistante de la sociedad y del teatro, de la
ficción y la historia.

Juan Antonio Molina


Texto original: Carlos Garaicoa: Estética de la frustración. Catálogo de la exposición Inside Havana. Espacio
Aglutinador, 1995

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