Toma y Lee

Tolle, lege

Diciembre 2011
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Saluda del Presidente

Queridos compañeros:
Al acercarse el final de este año 2011,
quiero enviaros en nombre de toda la Junta
Directiva, el más cordial de los saludos y los
mejores deseos de felicidad para esta próxi-
ma Navidad, y que el Nuevo Año os traiga
las mayores venturas, así como a vuestras
familias.
Como recordáis, este año se renovó la
Junta Directiva de la Asociación y la nueva
savia que ha entrado nos ha introducido en
las redes sociales donde parece que recibi-
mos muchas visitas y se producen contactos
entre Antiguos Alumnos, lo cual nos alegra
enormemente y esperamos que ello redunde
en una mayor relación entre compañeros.
Animamos a todos los que vais a celebrar
los veinticinco o cincuenta años de vuestra
salida del Colegio os pongáis en contacto con
la Junta Directiva pues estamos dispuestos
a que se institucionalicen estas celebracio-
nes.
Como siempre, os animo a acudir el 27 de
Enero a la Eucaristía que se celebrará en la
Parroquia de los Agustinos y a la Asamblea
que tendremos a continuación.
Gracias a todos por vuestro apoyo y reci-
bid un fuerte abrazo.
Vicente L. Gutiérrez
Presidente

Asamblea de
En reunión de la Junta Directiva se acordó fijar la

la Asociación
fecha del 27 de Enero de 2012, viernes, a las 8 de la
tarde en primera convocatoria y a las 8,30 de la tarde
en segunda, para la celebración de la Asamblea Gene-
ral Ordinaria en el Salón Parroquial Padres Agustinos
(Gran Vía de San Marcos), con el siguiente:

Orden del Día

1) Lectura del Acta de la Asamblea anterior y, si procede, su aprobación.
2) Estado de cuentas.
3) Presupuesto para el año 2012.
4) Resumen de actividades año 2011.
5) Elección de los Censores de Cuentas y dos Suplentes.
6) Ruegos y preguntas.

JUNTA DIRECTIVA

Consiliario: P. Maximino Fernández García Contador: José Luis Barrientos Barrientos

Presidente: Vicente L. Gutiérrez Fernández
Vicepresidente: Ramón Pérez Martínez
Secretario: José Ignacio Gómez Campillo
Vicesecretario: Luis Alfonso Rodríguez Bravo
Tesorero: Vicente L. Gutiérrez Álvarez
Vocales: Ricardo Aller López, Javier Cuadrado Diago,
Ana Díez-Ordás de Cadenas, Tomás Gonzá-
lez Pertejo, Javier Martín Egüen, Pablo Mar-
tínez Muñoz, Carlos Pérez Martínez, Francis-
co Reguera Reguera.

Crónica Breve
Un año más vamos a intentar resumir en unas
pocas líneas las principales actividades desarrolla-
das por la Asociación a lo largo del presente año.
Como viene siendo tradicional, en el mes de Ene-
ro tuvo lugar en nuestra Parroquia de la Madre del
Buen Consejo, la Misa en memoria de los Asociados
fallecidos y seguidamente celebramos la Asamblea
General Ordinaria. Como, por desgracia también
viene siendo habitual, la asistencia a ambos actos
fue escasísima y desde estas líneas seguimos ani-
mando como cada año a todos los asociados a que
participen en los mismos. Esperemos tener más éxi-
to en el año que comienza…
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A lo largo de los primeros meses, la Junta
Directiva; además de tratar los asuntos más
rutinarios, centró sus esfuerzos en preparar
los actos de la Fiesta de la Asociación. Este
año, tras coordinar las fechas con la Direc-
ción del Colegio, y dadas las especiales cir-
cunstancias que se daban en el calendario,
se decidió fijar la fecha del 8 de Mayo para
celebrar el día de nuestra Fiesta. Además,
se daba la circunstancia de que para la Aso-
ciación también era “año electoral”. Pero al
contrario de lo que ocurre en la actividad
política en la que infinidad de grupos y per-
sonas están dispuestas a afrontar los retos
de las tareas de gestión y representación a
nivel local, autonómico o nacional, en nues-
tro caso no abundan las candidaturas para
regir los destinos de nuestra Asociación.
El día 25 de Abril, comenzaron las Fiestas
de La Patrona, con el ya tradicional Pregón
de Fiestas, que este año corrió a cargo del
asociado Ricardo Chao Prieto quien no de-
fraudó al auditorio sabiendo llegar a lo más
profundo del corazón de todos los asisten-
tes.
Al día siguiente, el día de La Patrona,
se disputó el tradicional partido de fútbol,
Trofeo “Máximo Gómez Barthe”, que fue
ganado un año más por el equipo de los an-
tiguos alumnos por un contundente 5 a 3.
Y, por fin llegamos a nuestro “día gran-
de”, tan alejado este año en el calendario. Comen-
zaron los actos con la tradicional Misa ante el altar
de la Patrona, presidida por nuestro Consiliario el P.
Maximino, y en la que como es tradición desde hace
muchos años, al final de la Eucaristía el P. Ángel Esca-
pa, Director del Colegio, se dirigió a los alumnos que
este año terminaban sus estudios para animarles a
conservar los valores humanos y los conocimientos
adquiridos durante su estancia en el Colegio, con-
fiando en que les sirvan de guía en el complicado
mundo al que iban a enfrentarse a partir de este
momento en el que daban por finalizada su vida
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colegial para iniciar una nueva andadura. En la mis-
ma Eucaristía hemos de destacar la generosidad de
los asistentes a la hora de realizar su aportación en
la colecta para el “Proyecto Villanueva” gestionado
por la ONG Agustiniana, tal y como venimos hacien-
do los últimos años. Gracias por vuestra ayuda, y se-
guiremos colaborando con la ONG que es un poco
“nuestra ONG”, la de toda la familia agustiniana. A
continuación, se desarrolló la Asamblea General Ex-
traordinaria. Tras la lectura y aprobación del acta de
la Asamblea anterior y de dar lectura al estado de
cuentas, se procedió a entregar el Premio “Gabriel
Barthe Balbuena” al alumno de 2º de Bachiller Ke-
vin Sánchez Fernández. Seguidamente se conoció el
fallo del Premio Periodístico-Literario “Lamparilla”.
En esta XXXVI edición fueron galardonados en las
distintas categorías los alumnos Alejandro Gonzá-
lez del Peño, María Riaza Quintana, Miguel Cabero
Fuertes y Ana Belén Alonso Aller. Desde estas líneas
damos la más sincera enhorabuena a todos ellos.
Como hemos señalado anteriormente se celebra-
ron las elecciones para renovar los cargos de la Jun-
ta Directiva de la Asociación. Solamente se presentó
la candidatura encabezada por el antiguo alumno
y asociado D. Vicente Luis Gutiérrez Fernández, por
lo que quedó proclamada y recibió el mandato de
dirigir la Asociación durante los próximos cuatro
años. En esta Revista podéis ver la candidatura com-
pleta y la distribución de responsabilidades dentro
de la Junta Directiva. Queremos animar a todos los
asociados a colaborar en las tareas de ges-
tión, y confiamos sinceramente en que en
las próximas elecciones se presenten varias
candidaturas, pues es la forma de mantener
viva nuestra Asociación. Posteriormente se
procedió a la imposición de insignias a los
alumnos que se incorporaban a la Asocia-
ción en el presente año, acto siempre emo-
tivo, especialmente para los nuevos asocia-
dos y sus familiares que nos acompañaron
en nuestra Asamblea y que ven reflejado en
este acto el final de una etapa y el inicio de
otra en su trayectoria vital. Es un momen-
to especial, de esos que pasados los años
siempre se recuerdan con nostalgia y con
una sonrisa. Así ha sido desde hace muchos

años, y desde esta Junta Directiva confiamos en que
siga siendo igual en los años venideros. Una vez
realizado un pequeño resumen de actividades por
parte del Presidente y tras los ruegos y preguntas,
pasamos a disfrutar de un vino español ofrecido por
la Comunidad Agustiniana. A continuación, tuvo lu-
gar la comida de hermandad, en la que rendimos
homenaje de admiración y cariño a los antiguos
alumnos y asociados José Álvarez Guerra y Alber-
to Muñiz Sánchez. Ambos compañeros, arquitectos
los dos, nos permitieron compartir con ellos y sus
familias unos momentos entrañables. José, gran
5
conocedor del desarrollo urbanístico y so-
cial de nuestra ciudad y Alberto, el popular
“Tío Alberto” de la Ciudad de los Mucha-
chos, desde su visión profunda del desarro-
llo vital del individuo. Sin duda fue un día
inolvidable.
Cuando esta Revista llegue a vuestras
manos, una representación de la Junta Di-
rectiva se habrá trasladado hasta la ciudad
de Oviedo para rendir un más que merecido
Homenaje al antiguo alumno y asociado D.
Cayo Rodríguez-Ponga Ajuria al haber cum-
plido cien años. Un asociado centenario que
no ha perdido el contacto con la Asociación
y que ha sabido mantener vivo su espíritu
agustiniano y su cariño y devoción por la
Madre del Buen Consejo. Un ejemplo ex-
traordinario para estos momentos convulsos y com-
plicados, tiempos de crisis económica pero también
de valores. Un acicate para seguir adelante, fieles a
nuestros principios y confiados en que con esfuer-
zo todo es superable, todo se puede lograr siempre
y cuando todos trabajemos en un objetivo común,
remando juntos hacia un mundo más justo y más fe-
liz. En ese sentido, la Asociación, representada por
su Junta Directiva sigue trabajando, manteniendo
reuniones y contactos con las autoridades locales y
con los distintos estamentos y asociaciones del Co-
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legio con el fin de llegar a acuerdos de colaboración cada vez

más estrechos para la buena marcha del Colegio y de nuestros
asociados.
Por último, dejadme que desde estas líneas deje constancia
del recuerdo a todos aquellos antiguos alumnos, profesores y
miembros de la Comunidad Agustiniana que en el último año
nos han dejado y os animo a todos a participar en la Misa en
su memoria que tendrá lugar en nuestra Parroquia de la Calle
San Agustín. Sin duda será nuestro mejor homenaje.

José Ignacio Gómez Campillo

Secretario de la Asociación

PANEL INFORMATIVO
Damos nuestra más cordial enhorabuena a:
Cayo Rodríguez-Ponga Ajuria, por cumplir cien
años y seguir vinculado de forma fiel a la Asociación.
Nicolás Castellanos Franco, por la publicación del
libro “Ser cristiano en el Norte con el Sur al fondo”.
David Fernández Sifres, por haber recibido el Pre-
mio ALANDAR , de literatura juvenil, de la Editorial
Edelvives, por la novela “El faro de la mujer ausen-
te”.
Ricardo Chao Prieto, por la publicación del libro
“Alfonso VI y su reino”.
Daniel Martínez Villadangos, nombrado Pregone-
ro de las Fiestas de San Juan y San Pedro de León –
2011.
Iñaki Blanco Pérez, galardonado con una beca in-
ternacional de postgrado de la Caixa para cursar es-
tudios de Doctorado en la Hochschule für Philosophie
de Munich.
Aitor Blanco Pérez, graduado con distinción en el
Master de Historia de Grecia y Roma de la Universi-
dad de Oxford y becario del departamento de Clásicas
de la misma Universidad para realizar los estudios de
Doctorado en Historia Antigua.
Ignacio Sánchez Taboada, nombrado Cónsul Gene-
ral de España en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).
Jorge Revenga Sánchez, por la publicación del li-
bro “La Cofradía de Jesús, 400 años de Pasión”.
Rodolfo Martín Villa, por haber recibido la Medalla
de Oro de la Fundación Santa María la Real, por su
firme compromiso con la conservación y difusión del
patrimonio y por su apoyo al programa de mejora de
la iluminación ornamental de templos románicos.
Rogamos a todos aquellos asociados que realizan
el ingreso de su cuota en alguna oficina bancaria en
efectivo, hagan constar su nombre en el documento
de entrega para así tener conocimiento de la persona
que lo realiza.
Ponemos en vuestro conocimiento que queda
abierto el plazo de solicitud de ayuda económica al
estudio para aquellos asociados o sus familiares direc-
tos que lo soliciten. Podéis enviar las solicitudes hasta
el día 1 de Abril de 2012.
La Asociación colabora con todos aquellos Antiguos
Alumnos que deseen celebrar sus Bodas de Oro o de
Plata de la salida del Colegio. Los interesados pueden
contactar con la Asociación o con el propio Colegio.
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Nuestra Asociación mantiene las cuentas siguien-
tes:
CAJA ESPAÑA-DUERO,
c/c: 2096 0001 24 2010202400
CAJA LABORAL,
c/c: 3035 0287 86 2870007303
Recordamos que la cuota para el próximo año
2012, aprobado en Asamblea, es de 15 €.
Conocemos el fallecimiento de los siguientes com-
pañeros, profesores y empleados del Colegio:
Luis Vicente Guerra Calderón, P. Valentín Díez Díez
(agustino), Carlos Fidalgo Rodríguez, Ángel More-
no Perandones, Enrique Rodríguez Simarro, Ventura
Alejandre Sánchez, Francisco Alejandro Gutiérrez Fer-
nández, Domingo López López (conserje del Colegio),
José Serrano Zamorano ((Pepito), empleado del Cole-
gio), Amando E. Prendes Viña, Constancio González
Blanco, Luisa Barrio Bances (empleada del Colegio),
Urbano González-Santos Díaz-Caneja.
Que la Madre del Buen Consejo los acoja en su
seno.
La Misa por los fallecidos durante el año 2011 se
celebrará en la Parroquia de Nuestra Madre del Buen
Consejo (PP. Agustinos), en la Gran Vía de San Marcos,
el día 27 de Enero de 2012, viernes, a las 19,30 horas.
ROGAMOS TU PRESENCIA.
La dirección de la página web del Colegio es
http://www.agustinosleon.com/
En ella encontraréis un apartado de nuestra Aso-
ciación donde podréis contactar con la misma.
Correo electrónico: aaaaleon@gmail.com
Rogamos a todos los Asociados que tengan cono-
cimiento de cualquier tipo de noticia que afecte a al-
gún compañero tengan a bien comunicárnoslo con el
fin de que podamos darla difusión a través de nuestra
revista “TOMA Y LEE”.
Rogamos a todos aquellos Asociados que deseen
insertar publicidad, en esta revista de Diciembre o en
el programa de fiestas de Abril, se pongan en contac-
to con la Junta Directiva de la Asociación.
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1.er Premio Lamparilla 2011

Categoría A
Paseo Mágico

El despertador, eterno rival ¿Por qué me fallas

ahora? Salí de casa veinte minutos más tarde de
lo previsto y para colmo perdí el autobús. No que-
ría arruinar la cita llegando tarde, por lo que corrí
a Santo Domingo, y antes de doblar la última de
las esquinas, relajé el paso, que no pudiese ver
que me había retrasado demasiado, que creyese
que tan solo eran unos pocos minutos.
Hoy, como de costumbre, madrugué y me arre-
glé un poco. Necesitaba salir, y el único chico que
no se estaba matando a estudiar para selectividad
era el pesado de la clase. Me puse algo de ropa có-
moda, y salí de casa, no quería que él creyese que
me había puesto mona para la ocasión. Llegué a
Santo Domingo un poco antes de lo acordado y
no le vi allí. Decidí fumar un cigarrillo para ame-
nizar la espera. Habían pasado ya cinco minutos
de la hora y él no llegaba, había decidido volver
a casa cuando le vi cruzar la esquina, corriendo,
y con una mano bajo las costillas. Seguro que se
había dormido.
Perfecto; ella estaba de pie. Seguro que acaba-
ba de llegar. Forcé una sonrisa, a pesar del punto
que me había dado por la carrera, y traté de que
ella no se diera cuenta de que me dolía. Cami-
namos hacia una cafetería y mientras aproveché
para contarle alguna cosa sobre mí. A pesar de es-
tar en la misma clase, sabíamos muy poco el uno
del otro, ella acababa de venir de Málaga y yo te-
nía la sensación de que este año no había hecho
muchas amistades. Ella escuchaba con atención, y
me mantenía una sonrisa.
No sé a quién pretendía engañar, unas discul-
pas por el retraso habrían sido suficientes, o al
menos podía haberse preparado una excusa por
el camino. Me propuso ir a un bar que no cono-
cía; acepté ignorando lo que me esperaba. Por el
camino estuvo contándome alguna cosilla suya, a
la que no presté demasiada atención y me limité
a asentir.

La cafetería era un pequeño local en una de
las calles cercanas a la catedral. Unas pocas mesas,
un billar y un futbolín eran suficientes para evitar
silencios incómodos. Ella pidió un café, yo pedí
una caña. Antes de sentarnos, le propuse jugar al
billar, a lo que asintió rápidamente. En un princi-
pio jugó mal, pero se defendía e incluso fardaba
cuando metía alguna bola. Sin duda era una chica
con carácter.
Un tugurio. Ese es el lugar al que me llevó.
Pero bueno, siempre sería más entretenido que
estar en casa empollando. Pedí yo primero, y para
que no se hiciera mala idea de mí, elegí tomar un
café, que no pensase que era la típica niñata bo-
rracha. Hubiese elegido otra cosa de saber que él
tomaría una cerveza. Antes de que pudiera catar
mi café, me propuso jugar al billar. Acepté. Hacía
años que no jugaba, pero me defendí, ya que me
había tomado el ofrecimiento como un reto y me
esforcé al máximo con el objetivo de humillarle,
de poder reírme un rato de él. Ya que me toca-
ba salir con él, al menos quería pasarlo bien. Sí,
gané, pero no resultó como esperaba. No se en-
fadó, todo lo contrario. No puso excusas tontas ni
se enfadó, sino que se rió de él mismo, me ayudó
a burlarme de él.
Derrotado. Me confié, pero también es porque
soy un poco malillo, todo hay que reconocerlo.
Al menos fue divertido mientras duró. Invité a mi
acompañante a sentarse conmigo en la mesa don-
de habíamos dejado las bebidas. Comenzamos a
hablar, de mi pasada derrota, después de algún
compañero de clase, y más tarde, de ella.
Decía mucho de su parte reírse de si mismo, al
fin y al cabo no era ni tan desagradable ni tan pe-
sado como decían mis compañeros; era simpático
y agradable. Nos sentamos a charlar y a tomar lo
que habíamos pedido. Me arrepentí de haber to-
mado un café, y quise que él no se diera cuenta,
pero creo que se enteró por la cara de pena que
ponía al mirar mi bebida. Comenzamos a hablar
del ambiente de clase, de algún compañero y le
conté alguna de mis aventuritas en Málaga.
Me contó alguna anécdota de su ciudad natal
y me estuvo contando por encima sus relaciones
pasadas, decía que su problema era que se equi-
vocaba con los chicos, y antes de que continuase
la noté un tanto incómoda a la hora de tratar eso,
9
por lo que ágilmente cambié de tema. Le pregun-
té lo que siempre se pregunta a quien viene de
fuera “¿Y qué te parece la ciudad?”.
Sin darme cuenta, empecé a hablar de mis re-
laciones pasadas. Comencé a sentirme algo incó-
moda y él, en un alarde de desinterés, cambió de
tema. Cosa que en el fondo agradecí. Que qué
opinaba de la ciudad, una pregunta a la que he
tenido que responder cientos de veces desde que
vivo aquí. Respondí lo de siempre, que por estu-
diar no había podido verla, y cuando me había
preparado para el clásico “Es una pena”, recibí un
“Pues ya va siendo hora” mientras se levantaba.
Me dijo que no había visitado León. En un ata-
que de espontaneidad le propuse guiarla. Duran-
te el resto de la mañana estuve enseñándole la
catedral. No fue una larga visita, pero sí bastante
agradable. Lo había estudiado y sabía algunos
datos, por lo que pude hacer de mediocre guía.
San Marcos lo vimos un poco de pasada de cami-
no hacia su casa, a donde decidí acompañarla.
Al principio creí que sería aburrido, pero mi
compañero lo tornó en algo entretenido, la ciu-
dad se encargó de poner el factor de belleza y
majestuosidad. Fue una grata mañana, la verdad.
Él, caballero, decidió acompañarme a casa, pues-
to que la mañana iba a terminar y debía estar en
casa a la hora de comer.
Antes de que ella entrase en su portal paró
bruscamente. Se giró. Me sonrió, me dio un largo
apretón de manos y me agradeció haber pasado
la mañana con ella. Acerqué un poco mi rostro al
suyo, sin soltar mi mano. Sin dejar de mirarnos se
acercó a mí.
Me giré antes de entrar a casa y sonreí. No
había sido para nada como esperaba. Le tendí la
mano y le agradecí su compañía. Me miró y se
hizo el silencio. Di un paso y sin apartar la mirada
me acerqué poco a poco a él.
Nos fundimos en un beso.
Nos fundimos en un beso.
“No cabe duda de que ésta es una ciudad fan-
tástica” fue lo único que se me ocurrió decir.
“No es mágica la ciudad, tan solo bella, lo ver-
daderamente mágico son sus gentes” - dije mien-
tras entraba en casa.
Alejandro González del Peño
2º Bachiller
10
2.º Premio Lamparilla 2011
La Torre del Reloj
Amanecía, era finales de invierno, uno de los
más fríos de los últimos años. Ella corría deses-
perada y sin rumbo, pero no la importaba. Sólo
quería evadirse, dejarlo todo tras sus ágiles pies,
que lo único que la uniera con su pasado fuesen
las huellas marcadas en la nieve que todavía caía,
lenta, continua y en silencio. Hace un tiempo la
habría parecido lo más bello. Recordaba estar
sentada en lo alto de La Catedral, observando
cómo se cubría la ciudad que la había visto crecer
de un fino manto de nieve, mientras él la abra-
zaba fuertemente con sus brazos y le decía que
nada los separaría jamás. Ese recuerdo hizo que
brotaran de sus oscuros ojos lágrimas. Se paró y
se apoyó contra la vieja muralla romana. Exhaus-
ta más que por su larga carrera por el cúmulo
de pensamientos que la abordaban. Dejó fluir las
lágrimas por su fino rostro y permaneció quieta.
Cuando logró calmarse un poco comenzó a ca-
minar lentamente, dejando que la nieve cubriera
sus largos cabellos rubios. Se encontraba cerca
del Convento de La Concepción.
Conforme se acercaba, pudo reconocer a una
monja limpiando la nieve que cubría la entrada
principal del convento, construido poco antes de
que ella naciera. Su fachada con piedra caliza ro-
deando la puerta de doble hoja hecha de roble,
tenía varias ventanas cerradas con celosía de ma-
dera. Al llegar se dio cuenta de que era Isabel.
Habían pasado seis años desde que su hermana
mayor ingresara allí pero a ella le parecían mu-
chos más ya que la veía pocas veces al año. Al
verla sin abrigo y con el cansancio y tristeza re-
flejados en su rostro, Isabel dejó sus tareas y guió
a su hermana al interior del convento. Una vez
la hubo cubierto con unas mantas y acomodado
en la cocina junto a la chimenea comenzó a pre-
pararle un vaso de leche al que añadió un poco
de miel.
- ¿Qué ha pasado Olaya?
Estaba absorta contemplando cómo las llamas
iban consumiendo poco a poco la leña. Dirigió la
mirada hacia ella y con voz temblorosa respondió
Categoría A
aún sin asimilar lo que iba a decir, Alfonso había
muerto.
- Ahora estará junto al Señor, fue un gran ca-
ballero que sirvió valientemente a nuestro rey -
respondió la monja.
Isabel parecía repetirle exactamente lo mismo
que el emisario que le dio la terrible noticia. Era
imposible que lo comprendiera. Alfonso era para
ella mucho más que un simple militar que había
perdido su vida en la Guerra de Flandes. Para ella
era el único hombre al que de verdad había ama-
do, con el que había pasado tan buenos momen-
tos que era incapaz de imaginar su vida sin él.
Pero ya no volvería a verlo.
Todo comenzó cuando apenas tenía diecisiete
años. Era verano y estaba sentada a la sombra de
un gran roble dentro de las tierras de su padre.
La relajaba cerrar los ojos mientras dejaba que
una suave brisa acariciara su cabello. Oía el ruido
de varios caballos acercándose. Cuando estaban
a su altura, se detuvieron y alguien se dirigió a
ella:
- Disculpad joven dama, llevamos viajando
todo el día y nos gustaría saber dónde podemos
encontrar un lugar en el que pasar la noche.
- Hay una posada no muy lejos de aquí, al este,
donde os servirán bien - dijo mientras observaba
a un grupo de hombres vestidos con trajes costo-
sos, por lo que añadió - pero si preferís buena co-
mida y el mejor vino, id hasta León y preguntad
por don Rodrigo Alonso.
Entonces fue cuando lo vio por primera vez.
Era un chico mayor que ella, alto y con el pelo
castaño. Cruzaron la mirada un instante pero a
ambos les pareció mucho más tiempo. Retoma-
ron su camino y ella permaneció quieta, obser-
vando cómo se alejaban.
Al domingo siguiente, al salir de la basílica de
San Isidoro, estaba Olaya distraída mirando a tres
niños persiguiendo a un perro cuando de repen-
te chocó con alguien. Estuvo a punto de caer al
suelo pero unos brazos fuertes lo evitaron. Se dio
 11

cuenta de que era el joven al que había visto ha- - Es realmente precioso.
cía cuatro días a caballo con unos cuantos hom- - Es como tú y yo, poco a poco cada vez más
bres más. Se fijó que tenía unos ojos preciosos. juntos, pero inseparables.
De un verde tan intenso como el de la hierba que - Sólo quiero estar contigo y que me abraces.
crece junto a los ríos. Le dedicó una sonrisa como - Siempre estaré a tu lado.
disculpándose. Alfonso la abrazó fuertemente, como si fuera
- ¿Os encontráis bien? - la preguntó con los su mayor tesoro. De hecho lo era y no quería sol-
ojos clavados en los suyos. tarla jamás.
- Perfectamente.
Sin embargo unos años más tarde todo cam-
- Yo os conozco, sois la dama que indicó a mi
biaría. El reino estaba en guerra y él debía cum-
tío un lugar en el que hospedarse. Sabed que es
plir con su deber. Así pues, partió, triste por se-
una buena posada y aún permanecemos en ella.
Mi nombre es Alfonso Díaz de Alba. Y vos sois… pararse de ella, hacia Flandes. Era un viaje muy
- Olaya López de Heredia. ¿Qué os trae por largo y la situación allí era muy mala. Tres años
León? - Pronunciaba las palabras lentamente, después Olaya recibiría la peor noticia de su vida.
entrecortada por la impresión que le producía El hombre al que tanto amaba, por el cual haría
aquel muchacho, pero sin querer mostrar su ner- cualquier cosa, había caído gravemente herido y
viosismo. sólo había podido escribirle una breve carta an-
Él no pareció darse cuenta de esto y continuó tes de morir.
hablando. Todo pasó a ser una infinidad de recuerdos
- Mi tío ha comprado unas tierras en esta zona borrosos, como si de un sueño del que acabara
así que pasaremos aquí una larga temporada. Me de despertar se tratase. Un sueño maravilloso. Se
disponía a conocer esta ciudad cuando he trope- sentía sola y todo había perdido su sentido. Ahí
zado con una bella dama. ¿Os importaría acom- estaba, sentada al fuego, con una carta que te-
pañarme? mía abrir, incapaz de asumir la dura realidad.
Resultaba bastante osado pero a ella no le im- María Riaza Quintana
portó demasiado. Decidió que no perdería nada
1º Bachiller
por enseñarle la ciudad y aceptó la invitación.
Así pasaron varios meses, paseando por las ca-
lles de León. En poco tiempo Alfonso ya conocía
bastante bien la ciudad, pero aún así disfrutaban
de la compañía el uno del otro. Hablaban de los
viajes de su tío por el Nuevo Mundo, de sus fami-
lias, de los lugares donde habían estado… Den-
tro de la Catedral habían seguido una vez una
escalera de caracol situada en uno de los latera-
les y que les condujo al campanario de la Torre
del Reloj, un lugar apenas frecuentado por otros
y que les daba una visión de toda la ciudad. Fue
un sitio que gustó a ambos y donde solían dejar
pasar las horas contemplando León.
Un día, a finales de noviembre, estaban en si-
lencio, abstraídos por la visión, cuando empezó a
nevar. Al principio caían unos pocos copos pero
pronto empezaron a cuajar sobre los tejados de
las casas.
- ¿No te parece asombroso? Si te fijas en uno
solo, parece que cae rápidamente, pero si miras
al frente a su conjunto, ves que caen como si de
una masa se tratase, lenta y silenciosamente.
Como si quisieran formar parte de los edificios
sin que nadie se diera cuenta.
12
1.er Premio Lamparilla 2011
Thierry, el Vidriero Francés
Thierry Duval era un artesano vidriero francés
que vivía en una pequeña localidad próxima a
París. Tenía un pequeño taller. Se trataba de una
persona generosa y siempre dispuesta a apren-
der, se había ganado un reconocido prestigio
como artesano vidriero, habiendo trabajado en
la catedral Notrê Dame de París. Por aquel enton-
ces, hacía ya tiempo que habían finalizado dichas
obras y comenzaba a tener dificultades económi-
cas.
Un día soleado un carruaje llegó al pueblo y se
paró delante de la puerta del pequeño taller.
Se bajó un hombre de tez morena y cabe-
llo oscuro, vestido muy elegante-
mente. Este hombre le dijo
con acento extranjero:
- Conozco su excelente
trabajo como maestro vi-
driero y es deseo del rey
de León que aceptes tra-
bajar en la construcción de
las vidrieras de la catedral
de León.
Thierry vio en esta pro-
puesta una salida a su de-
licada situación económica y
aceptó sin dudar.
A la caída del sol, Thierry cenaba por
última vez a la tenue luz de una vela. Tenía
la mirada perdida y se preguntaba: ¿Me irá bien
en esa ciudad?, ¿Aprenderé pronto el nuevo idio-
ma? …
- Bueno, dijo con un suspiro.
De repente llamaron a la puerta, se desvane-
cieron sus pensamientos, cogió la vela y se dirigió
hacia la puerta. Tras ella estaba la sonriente Su-
zanne Rénard. Era una joven muchacha, simpá-
tica y de gran belleza que le había ayudado en
ocasiones en su taller. Ella le dijo:
Categoría B
- ¿Es que piensas marcharte a León sin mí?
Seré tu ayudante si me dejas ir contigo.
Thierry se quedó pensativo, él quería que Su-
zanne se fuera con él, pero no se atrevía a decír-
selo.
- Mañana parto a las seis de la madrugada y
me espera un largo viaje, muy difícil y con peli-
gros. ¿Estás segura?
- Completamente – dijo Suzanne -. ¡Hasta ma-
ñana!
Suzanne se presentó en el taller mucho antes
de la hora de partir e hizo que Thierry saliera
de la cama para emprender el viaje cuanto
antes.
En la calle había un carro ti-
rado por dos viejos caballos,
cargado con el poco equi-
paje de Suzanne y Thierry,
además de las herramien-
tas de trabajo.
Thierry se despidió del
taller y del pueblo con
una mirada nostálgica, a
diferencia de Suzanne que
llevaba grabada una sonri-
sa permanente en su cara. El
carro empezó a avanzar y se perdió
por el horizonte. El viaje fue duro, sobre
todo al cruzar los Pirineos y la frontera, pero
llegaron a tiempo a León.
Al ver la catedral se dieron cuenta de que no
se habían equivocado. Era una construcción muy
bella, armoniosa, con un equilibrio que les recor-
daba a la catedral de París aunque mucho más
pequeña.
Pasaron los años trabajando duro. Suzanne se
había convertido en una experta en el arte de las
vidrieras. Thierry se sentía orgullosa de ella. Ade-
más conservaba su belleza y su sonrisa.

Al fin llegó el día en el que Thierry colocó el
último trozo de vidrio de un tragaluz. ¡Había ter-
minado su trabajo!
El ansiado día en el que regresarían a sus ho-
gares había llegado, pero algo no iba bien, Su-
zanne estaba enferma.
Thierry desesperado, buscó a los mejores mé-
dicos de León y le recomendaron no viajar en
esas condiciones. Después de una larga enferme-
dad Suzanne se curó.
- Gracias por salvarme - dijo Suzanne -. Has
gastado mucho dinero por mí.
2.º Premio Lamparilla 2011
“León” y “Castilla”
Cuando Castilla y sus padres abandonaron la
casa de noche, en silencio, como si de ladronzue-
los se tratara, no se pararon ni un segundo a pen-
sar todo lo que aquella familia, a la que dejaban,
había hecho por ellos. Se marchaban sin dar una
explicación a los que un día abrieron las puertas
de su casa sin importarles quienes eran, de dónde
venían, dándoles de comer, proporcionándoles
trabajo y bienestar. León fue el primero en darse
cuenta que se habían ido, al encontrar las habi-
taciones y los armarios vacíos. Intentó buscar una
explicación a aquel comportamiento que les dejó
tristes y preocupados y poco tiempo después lle-
gó a la conclusión que aquello no había sido una
casualidad, todo había estado meticulosamente
preparado.
Todo empezó tiempo atrás, cuando Castilla y
su familia vagaban por las calles del pueblo lle-
nas de nieve, helados de frío, sucios, muertos de
hambre y nadie les daba ni un triste trozo de pan
duro que llevarse a la boca; cansados de pedir
de puerta en puerta , decidieron irse del pueblo.
Al cruzar el puente del río vieron a lo lejos una
enorme casa, la mejor casa del pueblo. Era su úl-
tima oportunidad para poder comer o morirían
13
- Si, pero aún me quedan algunas monedas y
ya sé lo que voy hacer con ellas…
Al día siguiente repicaban las campanas de la
iglesia de Nuestra Señora del Mercado. Thierry y
Suzanne se habían casado.
- Esta ciudad nos ha unido, nos hemos adap-
tado a ella - dijo Suzanne -. ¡Viviremos aquí para
siempre!
Miguel Cabero Fuertes
1º ESO
Categoría B
de hambre antes de llegar al poblado más cerca-
no. Llamaron a la puerta y abrió León, de porte
alto y corpulento, pelo corto y oscuro, con ojos
color miel. Su familia era la más rica del pueblo,
su padre tenía negocios y además un cargo po-
lítico, lo que les proporcionaba un nivel de vida
alto. La familia de León tenía pedigrí, descendía
de nobles y por sus venas corría sangre azul. Al
abrir la puerta lo primero que vio fue a Castilla,
de figura muy delgada, seguramente a causa del
hambre, ojos grandes y verdes, pelo largo y sua-
ve, que con voz muy baja dijo:
- ¿Sería usted tan amable de darnos algo de
comer a mi familia y a mí?
León quedó impresionado de aquellos ojos
verdes y no supo qué contestar. A lo lejos se oyó
una voz.
- ¿Quién es, hijo?
- ¡Una familia que pide de comer, madre!
La madre de León, siempre muy involucrada
en ayudar a los necesitados, fue hacia la puerta
y con gesto de mano les indicó que entraran. Se
acomodaron en la cocina, pero antes de probar
bocado, la madre de León, maniática de la higie-
14
ne, les acompañó al baño para que se lavaran. Al
momento llegó el padre de León que, una vez in-
formado de quiénes eran los invitados, se presen-
tó y tomó asiento en la mesa. A continuación se
pusieron a comer un cocido Maragato con: sopa,
garbanzos y ración, acompañado de un vino tin-
to del Bierzo, para los mayores, y agua de Carri-
zal, para los menores. De postre comieron yogur
de Coladilla y para acompañar al café, unos im-
periales de La Bañeza. Mientras degustaban tan
ricos manjares, Castilla contó la situación de su
familia y, antes de terminar de hablar, el padre
de León ofreció trabajo a su padre como ayudan-
te personal suyo, a su madre de ama de llaves en
la casa y dejó que vivieran en el piso de arriba,
que ellos nunca utilizaban. Había sido una deci-
sión un poco precipitada porque ambas familias
eran muy diferentes, de clases sociales distintas,
de gustos y comportamientos opuestos, y… rela-
ciones parecidas no habían tenido finales felices.
A la hora de la merienda, Castilla y su madre,
en agradecimiento, prepararon un chocolate de
Astorga con frisuelos. Pronto llegó la cena y la
madre de León tenía preparada una sopa de tru-
cha y cecina de chivo de Vegacervera.
Pasaron los días y la nueva familia no acaba-
ba de adaptarse a las nuevas costumbres y forma
de vida de la casa, que eran muy diferentes a las
suyas.
León y Castilla tenían casi la misma edad, juga-
ban juntos a los bolos, al castro, iban juntos a cla-
se de lucha leonesa, pero aunque León siempre
demostró algo más que una amistad hacia Casti-
lla, ésta nunca expresaba sus sentimientos. Y esto
también ocurría con sus padres que se limitaban
a realizar su trabajo y a guardar cada moneda
que ganaban en una caja, que escondían deba-
jo del colchón. Era un poco sospechoso el interés
por aprender del padre de Castilla todo aquello
referente a los negocios y decisiones políticas del
padre de León, pero la familia de León, fiel y con-
fiada, no le dio mucha importancia.
Aquella noche, horas antes de la huida, nadie
podía sospechar lo que ocurriría más tarde. Ce-
naron, a la misma hora de siempre, ternera de
Riaño al queso de Valdeón con pimientos asados
de Fresno de la Vega y, de postre, nicanores de
Boñar. Castilla y sus padres se retiraron pronto a
sus habitaciones y fue entonces cuando se dispu-
sieron a preparar las cosas que se llevarían des-
pués. No estaban acostumbrados a permanecer
mucho tiempo en un sitio fijo y aquella estancia
se les estaba haciendo un poco larga. Cuando
tenían todo preparado, esperaron con paciencia
que el resto de los habitantes de la casa se fueran
a dormir. Una vez que comprobaron que todos
dormían, cogieron sus cosas, abrieron la venta-
na de la habitación y salieron por ella sin hacer
ruido, de puntillas, como buenos descendientes
de depredadores que eran. Bajaron por la facha-
da con equilibrio y flexibilidad, habilidades que
caracterizan a los de su raza y, una vez que toda
la familia gato se posó en el suelo, salieron a la
carrera sin volver la vista atrás.
La familia de León, al principio, se lle-
vó un buen disgusto con la desaparición.
Preguntaron en el pueblo si alguien les
había visto y nadie sabía nada. Pasaban
los días y al ver que no regresaban, la
familia de León, como buenos perros
de raza que eran, inteligentes, civiliza-
dos, fieles y familiares, aprendieron la
lección: Los perros y los gatos, sólo pue-
den estar juntos por tiempo limitado
porque siempre tendrán intereses dife-
rentes y su convivencia, más tarde o más
temprano, no es posible.
Ana Belén Alonso Aller
2º ESO

Pregón
Queridos Reverendo Padre Prior de la Co-
munidad Agustiniana, Reverendo Padre Direc-
tor del Colegio y Reverendo Padre Director del
Seminario Internado. Queridos Padres Agusti-
nos y miembros de la Asociación de Antiguos
Alumnos Agustinianos, Profesores del Colegio,
Rey y Reina, Damas y Caballeros de las Fies-
tas, Alumnos, Ex-alumnos y amigos:
Tenéis que creerme si os digo que se me
hace muy muy extraño estar dando el Pregón.
Durante los once años que fui alumno de este
Colegio me acabé acostumbrando a que duran-
te las Fiestas un señor mayor nos diera este
famoso discurso, pero os puedo asegurar que
nunca imaginé que un día yo iba a acabar ha-
ciendo lo mismo.
Como comprenderéis, en once años caben
muchísimos recuerdos imborrables, sobre
todo si son los años que marcan la orientación
de mi vida. Por ejemplo, algo que nunca podré
olvidar es la impresión de enormidad y gran-
deza que me dio el Colegio cuando me bajé del
autobús por primera vez. Corría el año 1981,
yo tenía 6 añines, y éste era el edificio más
grande que había visto en mi corta vida. A lo
mejor os parece una exageración, pero esa mis-
ma sensación la reviví muchas veces en sue-
ños, cuando dejé los Agustinos y ya estaba en
la Universidad.
Algunas cosas de aquellos tiempos ya no
existen, como la alquería y las vacas que esta-
ban en el lugar del actual Pabellón; o la charca
donde el Padre Julián sacaba sus ranas y rotí-
feros para que los viéramos al microscopio.
Estas y otras cosas, como digo, ya no exis-
ten, pero lo que no se puede negar es que, por
fortuna, el Colegio sigue siendo el mismo que
cuando yo era alumno. Es más, incluso ha me-
jorado en muchos aspectos, como las instala-
ciones o la incorporación del Ciclo de Infantil.
Lo que más echo de menos, en realidad, es
la gente que ya no está entre nosotros, tanto de
15
de Fiestas
la Comunidad religiosa como algunos profeso-
res que quedaron en el camino. Perdonad que
no cite los nombres, pero no me gustaría de-
jarme a nadie en el tintero. Desde aquí quiero
mostrar mi homenaje a ellos, y espero que hoy
nos estén viendo en compañía de la Madre del
Buen Consejo.
Otro cambio que está a punto de ocurrir es
la jubilación de nuestra enfermera, Erundina:
cambio que, sin duda, será alegre para ella,
pero que a los demás nos va a dejar muy tris-
tes, sobre todo a los que estamos acostumbra-
dos a su presencia desde nuestra más tierna
infancia. Es como despedirse de alguien de la
familia, aunque, como suele decirse en estas
fechas, que sea enhorabuena, Erundina.
Como os dije antes, fueron once los años en
que estuve aquí como alumno: diez de externo
y uno, el último, como seminarista o interno.
En ese último año el Colegio fue mi hogar. Po-
dríais pensar que después de tantos años uno
tiene que acabar harto, pero la verdad es que
no fue ese mi caso. Y es que, cuando hacía el
Bachillerato, me asaltó el deseo de ser profesor
en los Agustinos. Sí; recuerdo perfectamente
aquel momento, porque ese fue el día en el que
surgió mi vocación por la enseñanza. Después
pasaron los años, hice la carrera de Bibliote-
conomía, luego la de Historia, disciplina en la
que me he especializado como medievalista,
y adivinad cuál fue el único colegio en el que
solicité trabajo. Efectivamente, fue en éste.
Hace ahora cinco años fray Tejedor se puso
en contacto conmigo para que fuera Educador
en el Internado, y aquí sigo desde entonces.
Juntando el tiempo que he estado como alum-
no y el que llevo como educador y profesor,
son dieciséis los años que llevo en el Colegio.
Me alegro de que sea precisamente este año
en el que se me concede el honor de dar este
Pregón, porque además coincide con la publi-
cación de mi primer libro, con lo que ha sido
una doble alegría.
16

Son cinco años ya cuidando inter-

nos, con sus buenos y malos momentos,
pero siempre enseñando y aprendiendo
a convivir en lo que casi se ha vuelto a
convertir en mi hogar. Cinco años en los
que, a pesar de mis famosos enfados,
para mí el balance ha sido muy positivo,
sobre todo gracias a esa mayoría de in-
ternos que son buena gente y con quien
he compartido (y comparto) tan buenos
momentos.
Cambiando de tema, y para ir termi-
nando, desde aquí me gustaría daros un
par de consejos: En primer lugar, uno
que sé que no os gustará a la mayoría:
ESTUDIAD. Estudiad, y aprovechad
vuestra estancia en el Colegio, porque
así podréis aspirar a ser lo que queráis
en la vida. Pero para ello lo primero es
tener una ilusión que guíe vuestro cami-
no. Si no encontráis esa ilusión, algún
día descubriréis que vuestra vida está
vacía, y no creo que haya nada más tris-
te que eso.
En segundo y último lugar: disfrutad
al máximo del tiempo que estéis en el
Colegio, porque – os lo digo por expe-
riencia – estos años los recordaréis con
añoranza en el futuro. Y es que con el
tiempo iréis comprobando cómo los
años van pasando cada vez más deprisa,
y cómo los recuerdos van cobrando cada
vez más importancia.
Para finalizar, quisiera rememorar
una cita de San Agustín que siempre
me ha servido de guía: “AMA Y HAZ
LO QUE QUIERAS”. Pocas veces en la
Historia se ha dicho más en menos pa-
labras.
Pero ahora, como os acabo de decir,
aprovechad el momento presente, dis-
frutad a tope de estas Fiestas, coged aire
y gritad comigo ¡¡VIVA LA PATRONA!!

Ricardo Chao Prieto

Antiguo Alumno

Gracias
Queridos exa-
lumnos: Todos los
años os doy la ta-
barra con un par de
páginas hablándoos
de distintas cosas,
casi todas ellas rela-
cionadas con la en-
señanza. Este año
quiero hacer otra
cosa distinta donde vosotros, los antiguos alumnos y
yo, y todos los profesores jubilados, entramos en ac-
ción.
Quiero deciros gracias. Gracias por vuestros recuer-
dos; gracias por vuestros saludos; gracias por vuestras
atenciones y muchas gracias por vuestro cariño.
Es altamente gratificante y emocionante escuchar
de alguno de vosotros, en distintos sitios donde coin-
cidimos, “me dio clase en los agustinos” . Lógicamente
yo no me acuerdo de su nombre, aunque sí me acuer-
de algo de sus rasgos faciales aunque hayan cambia-
do con el tiempo. Después empieza la tanda de pre-
guntas: En que año, en qué curso, qué asignatura etc.
Y en la charla siempre salen a relucir los nombres de
los demás profesores y algunos alumnos de su curso
que más destacaban por buenos o por no tan buenos.
Me contáis algo de cómo transcurre vuestra vida; en
qué trabajáis etc. Al final, una frase siempre repetida:
“Cómo me alegra el haberle visto y haber charlado
con Vd.”.- “Yo también me alegro -digo yo- y muchas
gracias por haberme saludado”
Él marcha contento y se le ve satisfecho por haber
hablado con su ya viejo profesor, pero quien más con-
tento y satisfecho queda soy yo, por haberme saluda-
do. Y después empiezo a recordar tiempos pasados
en el colegio, y me llena de satisfacción al recordar la
pléyade de alumnos que pasaron por nuestras aulas
y, sobre todo, que guardan, en general, un buen re-
cuerdo de las enseñanzas adquiridas y de quien se las
explicó. No me he encontrado aún, y sí lo habrá, con
algún alumno que reniegue de haber estudiado en el
colegio de Nuestra Madre del Buen Consejo. Y es que
el haber estudiado en el colegio de los PP. Agustinos
imprime carácter. Pienso que en los demás colegios
ocurrirá igual.
Muchos cursos se reúnen todos los años, y hasta in-
vitan a algún profesor para que les acompañe, yo soy
testigo de ello. Siempre empieza la reunión con una
17
misa oficiada por algún agustino, antiguo profesor de
ellos, en la parroquia donde estaba el antiguo colegio
o en la misma Catedral, como un año fue. Y es que,
además de las asignaturas propias de cada curso, está
la asignatura que se da en todos los cursos sin tener
un texto específico y es la educación en valores, pala-
bra tan cacareada en nuestros días, pero que no todos
la aplican con la misma connotación. Y estos valores,
humanos, morales y religiosos, se les han inculcado
con nuestras explicaciones, unas veces, y con nuestras
conductas, que para ellos era el punto de mira diario.
Yo no puedo educar en valores si mi conducta, pública
o privada, carece de ellos. Aunque ellos quisieran apli-
car lo que dice el Evangelio - haced lo que ellos dicen
pero no hagáis lo que ellos hacen- Pero también se
puede aplicar el refrán castellano para los educado-
res: Las palabras convencen y los ejemplos arrastran.
Por eso nuestros alumnos, vosotros, los que me estáis
leyendo, lleváis estos valores religiosos y queréis em-
pezar estas reuniones con una misa que, a vosotros,
os traerá los recuerdos inolvidables, aunque pensa-
seis que los habíais olvidado, de vuestras peticiones
a la Madre del Buen Consejo cuando erais estudian-
tes. Aquellas peticiones, que muchas de ellas eran ni-
ñerías, se convierten en peticiones de más alto nivel,
para pedir por la familia, que tan deteriorada está,
por el trabajo tan escaso y por otros problemas par-
ticulares que cada uno siempre tiene. Allí, cara a cara
con La Madre del Buen Consejo, aunque representada
por otra imagen distinta, vuelven a revivir las emocio-
nes infantiles de cada uno. Todos, jueces, abogados,
profesores, médicos, notarios, funcionarios y de otras
ocupaciones que cada uno tiene, todos, estoy seguro,
que os volvéis a convertir en aquellos niños-jóvenes
que fuisteis antaño y que ahora volvéis a revivir aque-
llas mismas emociones que entonces tuvisteis.
Después de la misa, un paseo por la ciudad y una
comida de hermandad y convivencia, en la que siem-
pre no faltan alusiones y recuerdos de su vida de es-
tudiantes en nuestro colegio de Nuestra Madre del
Buen Consejo. Estas reuniones de cursos y la general
en días cercanos de La Patrona, hacen que los recuer-
dos de las personas y acontecimientos sucedidos en
el colegio sigan perpetuando aquellas vivencias tan
queridas para alumnos y profesores.
Machas gracias por vuestros recuerdos y cariño y
un abrazo a todos.
Domingo González González
Profesor jubilado del Colegio
18
“Pesadilla sin sueño”
Caminaba con todo el peso del mundo sobre
sus hombros, encorvado, mirada baja, agachado
y removiendo la arena en cada uno de sus pasos
arrastrados con el compás de un reloj obstinado.
De sus manos se deslizó un cuchillo con los
márgenes rojos, pero no se detuvo a recogerlo
y ahí quedó, olvidado, como una huella más que
revelaba su senda. No parecía tener un rumbo
fijo, porque sus pies trastabillaban y, a veces, vol-
vían atrás durante unos segundos antes de enca-
rar de nuevo el frente. Parecía aturdido, como si
jugara al juego de las sillas y se le hubiera olvida-
do cuál era la suya.
Llevaba un dolor sordo como remendado en
el bajo de sus pantalones, de ahí los pies arras-
trados, la arena removida. Huía sin saber adon-
de huir. Gotas de sangre aún sin coagular corrían
entre sus dedos y, al apartarse el polvo levantado
de la cara, sus dedos dejaban tras sí la tez colora-
da, como en un disfraz de indio, como si aquello
fuera un carnaval. Pero ni la música se escuchaba
al otro lado de la carretera ni el calendario mar-
caba febrero.
No era un disfraz. Era un asesino. Simplemen-
te eso.
“A-se-si-no”.
Se lo repitió así, lentamente a sí mismo, y por
su espalda se deslizó veloz, como un rayo, un es-
calofrío metálico.
Notó lágrimas deslavazadas en su rostro. La
respiración entrecortada. Un corazón desboca-
do. No se había dado cuenta, pero ahora estaba
corriendo. Corría por el asfalto, entre la maleza,
por el campo. Corría sin mirar atrás.
Un solo instante había bastado para destruir
una vida que había tardado cuarenta años en
levantar. Tres gritos, un zas, un brillo y la sangre
manando a borbotones de un corazón detenido.
Así, sin más, toda una vida que se marcha por el
sumidero. Ya nunca más sería Antonio Martínez,
el carpintero; Antonio Martínez, de Moratalaz;
Antonio Martínez, aquel hombre trabajador y
leal, aquel que nunca había dejado una multa
por pagar, aquel que disfrutaba de sábados
con películas de cárceles y palomitas. Antonio
Martínez, aquel hombre normal que acababa
de desaparecer al empuñar un vulgar cuchillo
de cocina y degollar a su vecino. Era el último
capítulo de los desencuentros y peleas que habían
mantenido durante años, puerta con puerta.
No recordaba por qué había pasado. Sólo veía
imágenes rápidas. El cuchillo, el brillo, la sangre
oscura y unos ojos detenidos, muertos.
Qué bobada, qué absurdo. Todo por una es-
túpida música y un sueño mal cogido. Todo, en
un instante. Todo convertido en nada. ¿Y ahora,
adónde pretendía ir? No había cogido el coche,
ni el metro, ni el autobús. Simplemente había
echado a correr.
Sólo sentía que debía huir hacia delante has-
ta encontrar un nuevo Antonio Martínez, ya
nunca más el carpintero, pero tampoco jamás el
asesino. Aumentó el ritmo de sus zancadas; ha-
bía recorrido ya cinco kilómetros sin saber hacia
donde, hacia delante, solo, intuyendo que ya no
podía volver a atrás, espantando sus recuerdos,
como si estos pudieran enterrarse bajo el polvo
que levantaban sus pies.
De pronto sus ojos se toparon en el suelo con
unas luces azules y rojas que bailaban y se con-
fundían con los neones eléctricos de la ciudad.
Todo el peso de su cuerpo, todo el peso del mun-
do, cayó sobre sus rodillas. Se llevó las manos a la
cara. El polvo de sus dedos dejó por sus mejillas
surcos de tierra y sangre delgados como lágri-
mas.
Escuchó un “arriba las manos” lejos, como si
llegara de otra dimensión, de otra vida, como si
fuera dirigido a otro Antonio Martínez.
Un golpe en la espalda. Cabeza contra el sue-
lo. Un frío metálico en sus muñecas.
La huida había terminado.
Patricia Cazón Trapote
Antigua Alumna
 19

“El faro de la mujer

ausente”
El pasado mes de Enero, David Fernández Sifres, anti-
guo alumno del Colegio, obtuvo el Premio Alandar 2011
de Literatura Juvenil, que otorga la editorial Edelvives,
por su novela “El faro de la mujer ausente”. Se trata de
uno de los premios más prestigiosos de literatura juvenil
en nuestro país.
Como el propio autor afirma, “El faro de la mujer au-
sente” es una novela de misterio (una mujer que no exis-
te, un farero que no debería serlo, un nombre descono-
cido, un secreto oculto durante décadas) pero es, sobre
todo, una novela de amistad; una amistad más allá de las
fronteras.
Os ofrecemos a continuación el prólogo de la novela.

PRÓLOGO

La primera vez que vi a Bernard, el farero,
de mi mano derecha goteaba la sangre de
una mujer que no existía.
Durante unos días creí que ese era el prin-
cipio de la historia, pero pronto dejé de estar
seguro.
Aún hoy no lo sé con certeza. Puede que
esta historia comience al final del camino
del faro, una noche en que una tormenta
amortiguó la descarga de un fusil, cuando
la Segunda Guerra Mundial ocupaba ya sue-
lo francés. Tal vez no. Quizá tuvo su origen
en España, cincuenta años después, con una
llamada telefónica a un programa de radio.
O puede que empezase realmente en una
vitrina del museo de Caen, aún más tarde.
Para mis amigos es probable que el punto de
partida se sitúe en Bélgica, en Alemania, en
Italia. No sé.
Lo que sí es cierto es que, para todos, ter-
minó ayer en el Cementerio Monumental de
Bellemer. Ayer murió Bernard, el farero. Ayer
la historia quedó cerrada y puede, por fin,
contarse.
Han pasado ocho años desde entonces. La
imagen vaporosa de aquella mujer ofrecién-
dome un papel en el que le iba algo más que
la vida me ha acompañado durante todo este
tiempo como un puño de hierro en torno a
mi estómago. En ocasiones me consuela pen-
sar que no sólo nos separaban unos centíme-
tros y que no habría podido aceptar el papel
aunque hubiese estirado mi brazo.
En cualquier caso, ocho años después de
aquel verano apenas hay ya nada que pueda
probar lo que cuento, más allá de mis propias
palabras, algunas fotografías, unos recortes
viejos de periódico, varias tumbas olvidadas y
algunos amigos lejos. Demasiado lejos.
Prometimos no revelar nada de lo sucedido
aquellas cuatro semanas en Bellemer. Ahora,
sin embargo, sé que hay historias que no es
justo que mueran con sus protagonistas.
20
Algunas tradiciones, costumbres y
curiosidades Navideñas
A la memoria de mi padre Ángel María Cua-
drado, quien con la inestimable e imprescindi-
ble colaboración de mi madre, encendió en mí
el espíritu navideño que espero saber mante-
ner vivo en mi hija Sara.
No miento si os digo que la Navidad es mi
época del año preferida. Quizás hayamos de re-
montarnos a la infancia donde es prácticamen-
te una obligación amar la Navidad. Os aseguro
que aún llevo un niño dentro de mí y espero
que nunca me abandone para poder disfrutar
la Navidad con la inocencia y la felicidad con lo
que lo hacen los más pequeños.
La Navidad es magia, alegría e ilusión. La ciu-
dad se viste de luces, las calles cantan villancicos,
la rutina cotidiana, el stress y las prisas diarias
se apartan a un lado para dejar vía libre a nues-
tros corazones. Celebramos la Natividad del Se-
ñor, el Niño Jesús ha nacido y, por eso, nuestras
casas se visten de fiesta en Navidad, con ador-
nos y guirnaldas, con Belenes y árboles, con lu-
ces, espumillones y estrellas que marcan el ca-
mino a unos Reyes Magos que vienen a camello
desde Oriente. ¡Ay, los Reyes Magos! ¡cuántas
Noches de Reyes quería esperar despierto (o
quizás no quería) para oír, más que ver, a los
Reyes Magos en el salón de mi casa! La Na-
vidad nos ayuda a juntarnos con la familia
que vemos de año en año, con aquel her-
mano que está trabajando en Canarias,
con el tío que vive en Sevilla y que nos lle-
na la casa de guasa y con nuestros padres
que nos recuerdan aquellas primeras na-
vidades cuando a duras penas podíamos
ponernos de pie y que de tanto
contarlo y oírlo creemos recor-
darlo como si fuera hoy.
La Navidad tiene un mucho
de magia y fantasía y otro tanto
de tradición. De esas tradiciones y curiosidades
navideñas es de lo que me apetecía hablar. Ya
hace algún tiempo que tenía ganas de bucear
en este asunto de las costumbres, tradiciones,
hábitos y rituales que rodean esta época del
año. No se trata de un estudio científico, ni
pretende serlo, de hecho lo que aquí os cuente
ha sido extraído de alguna página de Internet
por lo que os ruego dejéis en entredicho la ve-
racidad de esto que a continuación os cuente.
Si hay algo característico de la Navidad son
los villancicos que cantamos, por cierto cada
vez menos, llegada esta época del año. Así
pues, la primera de mis “historietas” versará
sobre ellos.
Hace casi 200 años que se escuchó por pri-
mera vez, el que hoy es el villancico más can-
tado y popular del mundo, fue en la iglesia
del pueblo de Obdendorf (Austria) y su título
era Stille Nacht (Noche de Paz en español, Si-
lent Night para los anglosajones) y cuya letra
fue escrita por el joven Joseph Mohr en el año
1816 y la música compuesta dos años más tar-
de por el amigo de éste, el profesor de músi-
ca Franz Gruber para acompañamiento por
guitarra, ya que el órgano de la iglesia de
San Nicolás, donde se cantó por primera
vez, se estropeaba en exceso. De ahí que
Karl Mauracher, reparador de órganos,
viajara a Oberndorf para reparar el ór-
gano en varias ocasiones. Fue en uno
de esos viajes donde obtuvo una copia
de la composición y donde comenzó su
viaje alrededor del mundo.
Según Wikipedia, el nombre de vi-
llancico tiene, probablemente, su ori-
gen en la circunstancia de tratarse de
composiciones de naturaleza popular,
cantadas por los villanos o habitantes de

las villas, típicamente campesinos u otros habi-
tantes del medio rural. En su origen no existe el
carácter religioso, eran cantados en las fiestas
populares y sus temas eran los acon-
tecimientos recientes del pueblo.
Otra de las muchas tradicio-
nes de la Navidad es el Belén.
¿Quién no ha puesto un Belén
en su casa? Recuerdo, como
si fuera hoy, aquellas noches
de algún sábado cercano a
Nochebuena cuando junto con
mi padre y mi madre poníamos el
Belén, con todos sus componentes, el
castillo de Herodes al fondo y a lo alto, nevado
por unos copos de harina, el río hecho con pa-
pel de plata, el puente, los pastores, las ovejas
pastando sobre el musgo, los Reyes Magos que
iban avanzando a lo largo de la Navidad por el
camino de serrín hasta llegar el seis de enero al
portal, mientras el resto de pastores ya volvían
de dejar sus presentes al Niño Jesús.
Hoy continúo poniendo el Belén en mi casa
y sí debo deciros que los materiales han mejo-
rado y están muy logrados, el río ya no es de
plata, sino de silicona, las figuras tienen movi-
miento y los materiales varían desde la madera,
pasando por el barro lienzazo, terracota con
tela, o más económicas como la resina, siendo
muy destacables en su relación calidad precio
las de marmolina. En España destacan los ar-
tesanos murcianos; fuera de nuestras fronteras
Italia es la capital del Belenismo.
En León capital se instalan muchos Belenes
de calidad, de entre los que yo os recomien-
do no dejar de ver, el Belén Antonovich que
se ha podido observar en la Colegiata de San
Isidoro en los últimos años, el Belén que ponen
las “monjitas” (como me decía mi padre) en la
Residencia de las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados, el de la Asociación Belenísta
Leonesa en las salas sitas en los bajos del Nuevo
Recreo Industrial, el que se pone en el colegio
de los Hermanos Maristas o el de los PP. Capu-
chinos entre otros.
Los orígenes del Belén parecen remontarse a
1223 cuando San Francisco de Asís, la noche del
21
24 de diciembre, en la cueva de Greccio (Italia),
revivió el nacimiento de Jesús. Éste ha sido para
muchos autores el punto de partida del
fenómeno de difusión del culto
a la Navidad.
En España, esta tradición se
remonta al siglo XV, aunque
no es posible concretar una
fecha. Fue a finales del siglo
XVI cuando en oratorios y
monasterios se difundieron los
belenes de grandes estatuas de
madera o barro cocido. Las Agustinas
de Murcia serán las primeras propagadoras de
esta tradición. Ya a partir del siglo XVII los be-
lenes llegaron a los hogares con figuras y no
estatuas, predominando el uso del barro coci-
do y donde nobles y soberanos presumían por
tener el belén más hermoso.
En España se instauró el belén en la corte
madrileña gracias al entusiasmo del rey Car-
los III y por una costumbre, que tanto él como
su esposa habían practicado con asiduidad en
Nápoles. Esta costumbre arraiga pronto en el
pueblo y es imitada por nobles.
Uno de los belenes más destacados es el Be-
lén de Salzillo que Jesualdo Riquelme le encar-
gó para adornar uno de los salones de su pa-
lacio. Éste puede ser considerado como el más
completo y singular de los nacimientos espa-
ñoles.
Una cuestión que, seguramente, desconozca
la mayoría de vosotros es que, tradicionalmen-
te, el Belén se monta el 8 de diciembre (fiesta
de la Inmaculada) y se conserva hasta el 2 de
febrero (presentación de Jesús en el Templo).
La globalización, la televisión y otras cir-
cunstancias han traído hasta nosotros costum-
bres y personajes paganos como Santa Claus y
el árbol de Navidad que también dan colorido
a nuestras casas, pero las curiosidades sobre es-
tas otras costumbres las dejaremos para otro
momento.
Feliz Navidad y que Dios nos bendiga a todos.
Javier Cuadrado Diago
Antiguo Alumno
22
La Quiropráctica, una alternativa de salud
La quiropráctica es la tercera profesión relacio-
nada con la salud en el mundo y así está reconoci-
da por la Organización Mundial de la Salud.
La Quiropráctica es la ciencia que se ocupa prin-
cipalmente de la columna vertebral, examinando
e investigando cómo los trastornos de la columna
afectan las funciones neurológicas e influyen en la
salud global del individuo.
Desarrollada por Daniel David Palmer en Iowa,
Estados Unidos, a finales del siglo XIX, la Quiro-
práctica pone especial énfasis en la capacidad in-
herente de curación del organismo y en el pre-
dominio del sistema nervioso en relación con los
demás sistemas en cuanto al control del equilibrio
general del cuerpo humano u homeostasis.
El tratamiento de la Quiropráctica es funda-
mentalmente manual, siendo su característica
única el ajuste vertebral manual específico y tra-
dicionalmente se ocupa de la detección, análisis y
corrección de la subluxación Quiropráctica o com-
plejo de subluxación vertebral.
La subluxación Quiropráctica es un conjunto de
cambios funcionales, estructurales o incluso pa-
tológicos que comprometen el sistema nervioso,
pudiendo influir en la normal actividad de otros
sistemas del organismo y, en consecuencia, en la
salud.
La Quiropráctica excluye el uso de medicamen-
tos y cirugía.
Aunque en España la Quiropráctica no está
reconocida y el título del Centro Universitario no
es oficial, la profesión ya está regulada en más de
70 países, entre ellos Reino Unido, Suiza, Suecia,
Noruega, Dinamarca, Francia e Italia. Además
de estar reconocida por el Parlamento Europeo
de Estrasburgo y la Organización Mundial de la
Salud.
Desde el año 2007, existe la posibilidad de estu-
diar el Título Superior Universitario en Quiroprác-
tica en el Real Centro Universitario Escorial-Mª
Cristina, en San Lorenzo de El Escorial (Madrid).
Este centro ha sido el pionero en la impartición de
esta titulación en España, una titulación propia y
estructurada en cinco cursos.
Desde que fuese fundado por la Reina Regen-
te Dña. María Cristina de Habsburgo y Lorena en
1892, el Real Centro Universitario Escorial-María
Cristina está dirigido por los Padres Agustinos de
El Escorial, y han pasado por sus aulas, como alum-
nos, personalidades del mundo de la política, aca-
démicos o periodistas como Manuel Azaña, Rafael
Sánchez Mazas, Alberto Alcocer, Dámaso Alonso,
Juan Ignacio Luca de Tena, José Múgica, Matías
Prats... Este año se celebra su 120 aniversario.
Durante el presente curso académico, saldrá la
primera promoción de quiroprácticos formados
en el Real Centro Universitario Escorial-Mª Cristi-
na. En la actualidad tenemos aproximadamente
100 alumnos que han decidido ser quiroprácticos.
Koldo Learra o Paula Martí, alumnos de esta
primera promoción, nos cuentan su experiencia.
El primero, Licenciado en Física e Ingeniero Elec-
trónico dejó su trabajo fijo en la tercera potencia
mundial de energía eólica, dejó su ciudad y ven-
dió todos sus bienes para estudiar Quiroprácti-
ca. “Muchos no lo entienden o piensan que es-
toy loco pero si supieran, no sólo el gran poten-
cial que tiene la Quiropráctica para ayudar a las
personas, sino la oportunidad que me ha dado
de abrir mi corazón, conectar con mi interior, de
sentir que somos dueños de nuestras vidas y no la
vida dueña de nosotros, y de vivir cada día hacien-
do lo que realmente me gusta, estoy convencido
de que ellos también harían la misma ‘locura’”,
cuenta Learra.
Paula Martí, por su parte, nos dice que “estaba
en cuarto curso de Ingeniería Superior en Teleco-
municaciones cuando me hablaron de la Quiro-
práctica. Decidí venir a estudiar a Madrid. Creo
que la Quiropráctica es guiar y ayudar a que las
personas reduzcan las limitaciones que les impone
su cuerpo, siendo capaces de vivir una vida mejor.
A día de hoy puedo afirmar que ha cambiado mi
vida personal y profesional. Me ha dado una voca-
ción y un propósito”.
24
Contrastes en
Siendo Belén muy pequeña
un Niño la engrandeció,
bajando desde los cielos
en ella se entronizó;
un pesebre fue su cuna
porque el mundo le negó
que naciera en un palacio,
sólo un portal le ofreció
como si no fuera digno
de un aposento mejor.
Por carecer en Belén,
el Niño Jesús, de cuna,
con su aliento le abrigaron
un buey manso y una mula,
y las pajas de un pesebre
hacen de cama oportuna
para recostar al Niño
durante la noche oscura
que, para José y María,
además de larga, es dura.
Deseamos de todo corazón la prosperidad
y la salud en estas Fiestas,
y que el Año Nuevo llegue a vuestras casas
con ventura, paz y felicidad.
Belén
P. J. Miguel Velasco. Agustino
Por el tiempo en que Jesús
pudo mostrar su riqueza,
como dueño de los cielos,
se revistió de pobreza;
para nacer en Belén
ocultó su realeza,
prefirió que la humildad
encubriera su grandeza
y, ante los ojos del mundo,
ocultara su nobleza.
Al acercarse los días
alegres de Navidad
aumentan y se difunden
por toda la humanidad
los mensajes de aquel Niño
que, en noche de oscuridad,
viniendo para ser Luz,
nos llena de claridad,
y nos prodiga su Amor
y ansia de felicidad.