La Numancia (Anotado)
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También llamada La Numancia, y en sus testimonios más antiguos Comedia del cerco de Numancia, La destruición de Numancia y Tragedia de Numancia, se
Miguel de Cervantes
Miguel de Cervantes was born on September 29, 1547, in Alcala de Henares, Spain. At twenty-three he enlisted in the Spanish militia and in 1571 fought against the Turks in the Battle of Lepanto, where a gunshot wound permanently crippled his left hand. He spent four more years at sea and then another five as a slave after being captured by Barbary pirates. Ransomed by his family, he returned to Madrid but his disability hampered him; it was in debtor's prison that he began to write Don Quixote. Cervantes wrote many other works, including poems and plays, but he remains best known as the author of Don Quixote. He died on April 23, 1616.
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La Numancia (Anotado) - Miguel de Cervantes
La Numancia
Miguel de Cervantes Saavedra
Criterios de edición
La Comedia del cerco de Numancia, La destruición de Numancia o Tragedia de Numancia, pues de esas tres formas designan a la pieza los originales más antiguos, se nos ha conservado, básicamente, en dos testimonios textuales:
1.- Ms. 15.000 de la Biblioteca Nacional de Madrid.
2.- Ms. Sancho Rayón de la Hispanic Society de Nueva York.
A ellos habría que añadir un tercero, representado por la transcripción que del segundo hiciera don Antonio de Sancha en su edición del Viaje del Parnaso... (Madrid, 1784); transcripción más que fiable, aunque siempre fue tenida como edición caprichosa y libérrima de algún original antiguo.
Con esos testimonios a la vista, la presente edición de La Numancia parte de una comparación concienzuda de los dos manuscritos conservados (al Sancho Rayón sólo hemos tenido acceso, de momento, a través de la copia que da Sancha en su mencionada edición del Viaje al Parnaso), de la que se desprende, al contrario de lo que ocurre con El trato de Argel, la evidente superioridad y mayor corrección del segundo. En consecuencia, reproducimos con todo escrúpulo la «versión» ofrecida por Sancha, corrigiéndola y completándola -eso sí- con el texto del Ms. 15.000.
En todo caso, parece evidente que se trata de copias autónomas y textualmente equipolentes, a las que hay que otorgar la misma autoridad ecdótica, sin que ello permita fijar un texto de compromiso crítico, fruto de la interseción de ambas, como ha venido haciéndose tradicionalmente (Valbuena, Ynduráin, Marrast, Hermenegildo, etc.). Por eso precisamente, lo mismo que en el caso de El trato de Argel, a la vista de las insalvables diferencias existentes entre ambos testimonios, hemos optado por incluir íntegramente, aprovechando las posibilidades que ofrece la Biblioteca Virtual, el texto de los tres testimonios básicos, de modo que el lector contemporáneo pueda compararlos cómodamente.
Por lo demás, tratamos los originales con los criterios textuales más comunes en la edición de nuestros clásicos de los Siglos de Oro: modernizamos la ortografía, pero sin rebasar el plano gráfico (siempre y cuando el cambio no afecte a las peculiaridades fónicas de la lengua áurea). Por eso, se actualiza lo puramente gráfico u ortográfico: uso de s/ss, c/q, c/z/ç, u/v/b, x/j/g, h-,...; arcaísmos gráficos latinizantes, separación de palabras, signos suprasegmentales, resolución de abreviaturas, acentuación, puntuación, etc. En la misma línea, se respetan puntualmente todos y cada uno de los rasgos significativos propios de la lengua clásica: vacilaciones en el timbre de las vocales átonas, empleo anárquico de los grupos consonánticos, aglutinaciones de la preposición de con pronombres y demostrativos, asimilación de la -r del infinitivo con la l- de los pronombres enclíticos... y, por supuesto, cualquier otro rasgo de mayor alcance, sea del tipo que fuere: concordancias, regímenes preposicionales, usos etimológicos, etc.
En el caso de la Numancia, al haber tomado como texto base la edición de Sancha, la tarea de «modernización» ya fue realizada por él, y a ella nos atenemos básicamente, limitándonos a «actualizar» la puntuación, los signos suprasegmentales, el uso de mayúsculas y poco más. Sin embargo, en la transcripción de los manuscritos sí se han aplicado los criterios reseñados más arriba, a fin de facilitar la lectura y consulta del estudioso actual.
Interlocutores:
- CIPIÓN.
- JUGURTA.
- GAYO MARIO.
- Dos embajadores de Numancia.
- Soldados romanos.
- QUINTO FABIO.
- MÁXIMO,
Jornada I
Scena I
Salen primero CIPIÓN y JUGURTA.
CIPIÓN
Esta difícil y pesada carga,
que el Senado romano me ha encargado,
tanto me aprieta, me fatiga y carga,
que ya sale de quicio mi cuidado.
Guerra de curso tan estraño y larga,
y que tantos romanos ha costado,
¿quién no estará suspenso al acabarla,
o quién no temerá de renovarla?
JUGURTA
¿Quién, Cipión? Quien tiene la ventura
y el valor nunca visto que en ti encierras,
pues con ella y con él está sigura
la victoria y el triunfo destas guerras.
CIPIÓN
El esfuerzo regido con cordura
allana al suelo las más altas sierras,
y la fuerza feroz de loca mano
áspero vuelve lo que está más llano.
Mas no hay que reprimir, a lo que veo,
la furia del ejército presente,
que, olvidado de gloria y de trofeo,
yace embebido en la lascivia ardiente.
Esto sólo pretendo, esto deseo:
volver a nuevo trato a nuestra gente;
que, enmendado primero el que es amigo,
sujetaré más presto al enemigo.
¡Mario!
(Sale GAYO MARIO.)
GAYO MARIO
¿Señor?
CIPIÓN
Haz que a noticia venga
de todo nuestro ejército, en un punto,
que, sin que estorbo alguno le detenga,
parezca en este sitio todo junto,
porque una breve plática o arenga
les quiero hacer.
GAYO MARIO
Harélo en este punto.
CIPIÓN
Camina, porque es bien que sepan todos
mis nuevas trazas y sus viejos modos.
(Vase GAYO MARIO.)
JUGURTA
Séte decir, señor, que no hay soldado
que no te tema juntamente y te ame;
y, porque ese valor tuyo extremado
de Antártico a Calisto se derrame,
cada cual con feroz ánimo osado,
cuando la trompa a la ocasión le llame,
piensa de hacer en tu servicio cosas
que pasen las hazañas fabulosas.
CIPIÓN
Primero es menester que se refrene
el vicio que entre todos se derrama;
que si éste no se quita, en nada tiene
con ellos que hacer la buena fama.
Si este daño común no se previene,
y se deja arraigar su ardiente llama,
el vicio solo puede hacernos guerra
más que los enemigos desta tierra.
(Dentro se echa este bando, habiendo primero tocado a recoger el atambor:)
Manda nuestro general
que se recojan, armados,
luego todos los soldados
en la plaza principal;
y que ninguno no quede
de parecer a esta vista,
so pena que de la lista
al punto borrado quede.
JUGURTA
No dudo yo, señor, sino que importa
regir con duro freno la milicia,
y que se dé al soldado rienda corta
cuando él se precipita en la injusticia:
la fuerza del ejército se acorta
cuando va sin arrimo de justicia,
aunque más le acompañen a montones
mil pintadas banderas y escuadrones.
(A este punto han de entrar los más soldados que pudieren, y GAYO MARIO, armados a la antigua, sin arcabuces; y CIPIÓN se sube sobre una peñuela que está en el