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El mundo brilla de alegra. Se renueva la faz de la tierra. Esta es la hora en que rompe el Espritu el techo de la tierra, y una lengua de fuego innumerable purifica, renueva, enciende, alegra las entraas del mundo.
Estos versos del poeta Jos Luis Blanco Vega, nos invitan a celebrar la fiesta de Pentecosts. Y nos impulsan a revisar esa rutina que nos aburre, nos cansa y desilusiona.
He aqu nuestras carencias y las cuatro grandes tareas del Espritu de Dios.
En Pentecosts celebramos la llegada del Espritu prometido por Jess sobre Mara y los apstoles.
Sin embargo, el Espritu de Dios nunca haba estado ausente en el mundo. Haba estado presente en la creacin. Y haba hablado por los profetas: los conocidos y los desconocidos.
Aquel don pascual se diriga a los que haban seguido al Maestro por los caminos de Galilea.
A los que l haba llamado por su nombre, aunque , al final, lo haban abandonado a su suerte y a su muerte.
Aquel regalo se ofrece en nuestro tiempo con generosa gratuidad. Y se destina hoy a todos los discpulos que malvivimos nuestra fe, como si se tratara de un peso que nos aplasta y que nos quitara la libertad.
Aquella entrega se repite a lo largo de los siglos, dentro y fuera de la Iglesia visible.
l est presente siempre que los hombres y mujeres aceptan ponerse en camino hacia las metas que Jess anunciaba y prometa.
Ven, Espritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don, en tus dones esplndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Amn.