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Miserere y guerra

Miserere y guerra
de Georges-Henri Rouault
Miserere y guerra
de Georges-Henri Rouault
Erika Mergruen - Nota introductoria y traducción al español.

Raúl Berea Núñez - edición.

Fernando Robles Otero - producción.

Ciudad de México, 2007


Introducción

Georges-Henri Rouault nació en 1871, en París, durante el último


ataque a la Comuna. A los catorce años inició sus estudios for-
males en la Escuela de Artes Decorativas, donde formó parte del
grupo a cargo de Gustave Moreau con otros alumnos como Ma-
tisse y Marquet.
Sus primeros cuadros tenían tema religioso y en 1894 reci-
bió el premio Chevanard con El niño Jesús entre los doctores. Lue-
go abandonó la escuela y continuó su carrera por su cuenta, aun-
que siguió bajo la tutela de Moreau hasta la muerte del maestro
en 1898.
A inicios del siglo xx, la obra de Rouault se orienta hacia lo
que él llamó “lirismo ofensivo”, enfoque que aborda nuevos te-
mas más allá de lo religioso y captura diversos personajes de la
cotidianidad, en acuarelas y gouaches sobre papel.
En esos años, entabló amistad con León Bloy y Jacques
Maritain, contrajo matrimonio con la pianista Marthe Le Sidaner

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y expuso con regularidad en el Salón de Otoño, mientras se ha-
cía cargo de la curaduría del recién creado Museo Moreau.
En la segunda década del siglo, Rouault incursionó en el
óleo y desarrolló el oficio de grabador; fue entonces cuando ini-
ció la obra Miserere et Guerre, realizada entre 1914 y 1927.
La temática religiosa ocupó nuevamente un lugar cen-
tral en la obra de madurez de Rouault, quien gozó de prestigio
y montó exposiciones individuales en diversos países hasta su
muerte en 1958.

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La serie Miserere et Guerre,1 se compone de 58 grabados en los
que Rouault condensa su visión religiosa ante el momento his-
tórico que le tocó vivir. A partir de dibujos originales realizados
en tinta china y trasladados a placas de cobre mediante heliogra-
fía, el autor combinó técnicas de intaglio, punta seca y aguatinta
para atrapar en la infinita escala de grises la esencia de su entor-
no y la vía para su sublimación.
Su arte religioso no es el del pasquín o el de la fatua cele-
bración, sino el de la profunda convicción. En representaciones
sombrías, Rouault muestra distintos estados de la vida terrestre y
recordatorios de un mundo sobrenatural. Cada imagen es acom-
pañada de la palabra escrita a través de citas en latín, pasajes de
la biblia y expresiones coloquiales. Los títulos de cada grabado
hacen eco a la imagen para lograr un golpe certero, violento, en
la consciencia de quien las contempla. La serie es una invitación
a reencontrar el sentido de  “misericordia”.
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Miserere: canto solemne inspirado en el salmo bíblico 50, que comienza con
esa palabra.

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Pintar es una manera de olvidar la vida,
es un llanto en la noche,
una risa estrangulada.

G. Rouault

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“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme tu gran misericordia”.

Salmos, 50

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Jesús infamado…

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siempre flagelado…

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se refugia en tu corazón,
mendigo en desgracia.

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Solo, en esta vida de acechanzas y malicias.

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¿No somos nosotros presidiarios?

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creyéndonos reyes.

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¿Quién no se disfraza?

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Y a veces ocurre que el camino es hermoso…

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en el viejo suburbio de las Grandes Penas.

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Mañana será hermoso, decía el náufrago.

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El arduo oficio de vivir…

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sería tan dulce amar.

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Dice ser La hija de la alegría.

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En los labios que fueron lozanos,
sabor a hiel.

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La gran dama cree tener un lugar reservado en el Cielo.

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Mujer emancipada, al atardecer canta como si fuera mediodía.

La expresión original, muy difícil de traducir, alude a un comportamiento que


no corresponde a la situación.

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El condenado se ha ido…

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su abogado, con frases vacías,
argumenta su total inconsciencia…

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bajo un Cristo olvidado en su cruz.

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“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca”.

Isaías, 53.

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De muchas maneras, el hermoso oficio
de sembrar en una tierra hostil.

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Calle de los Solitarios.

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“invierno lepra de la tierra”.

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Jean-François jamás canta Aleluya…

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en el país de la sed y el miedo.

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“Hay lágrimas para nuestras desdichas…”

Eneida, I, 462.

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“El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá”.

Juan, 11:25.

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Cantad maitines, el día renace.

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“Nosotros… somos bautizados en su muerte”.

Romanos, 6:3.

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“Amaos los unos a los otros”.

Juan, 13:34.

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Señor, eres tú, te reconozco.

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y Verónica, con el suave lino,
aún pasa por el camino…

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“Hasta las ruinas fueron destruidas”.

Lucain, La Pharsale, IX, 966.

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“Jesús estará en agonía hasta el final del mundo…”.

Blaise Pascal, Pensieri.

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¡Es la última vez, Padre!

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El hombre es el lobo del hombre.

Plauto, Asinaria.

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Se dice que los chinos inventaron la pólvora;
nos dieron una dádiva con ello.

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Estamos locos.

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Cara a cara.

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Augurios.

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Las guerras son el espanto de las madres.

Horacio.

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“Debemos morir, nosotros y todo aquello que es nuestro”.

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Mi dulce país, ¿dónde estás?

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La muerte lo tomó, como si él se levantara
de un lecho de ortigas.

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El justo, como la madera de sándalo,
perfuma el hacha que lo hiere.

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Desde lo profundo.

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En el lagar, la uva fue pisoteada.

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“Entre más noble es el corazón, menos rígido es el cuello”.

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“Con uñas y pico”.

Rouault emplea como título la forma francesa de la locución latina Unguibus


et rostro.

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Lejos de la sonrisa de Reims.

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La ley es dura, pero es la ley.

Digesta Iustiniani.

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Virgen de las Siete Espadas.

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“¡Muertos: de pie!”.

Exhortación del adjudant Péricard a los soldados sobrevivientes del 95 regimiento


de infantería del ejército francés, Verdún, abril de 1915.

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A veces, el ciego ha consolado al vidente.

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En estos tiempos oscuros de jactancia y descreimiento,
Nuestra Señora del Fin de las Tierras vigila.

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“Haciéndose obediente hasta la muertes, y muerte de cruz”.

Filipenses, 2:8.

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“Y por su llaga fuimos nosotros curados”.

Isaías, 53:5.

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Misere y guerra, de Georges Rouault
se terminó de imprimir en la Ciudad de México en abril de 2007.

En su composición se usaron tipos de la familia Palatino.

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