Vida, obra y enseñanzas de Jesús - Parte 2

INTRODUCCIÓN En el primer semestre de 2009, comenzamos a estudiar la vida, obras y enseñanzas de Jesús. Pero esos seis meses de estudio fueron solamente parte de las bendiciones que habríamos de recibir del estudio de este tema. Hay muchos más pensamientos preciosos que descubrir. Ahora tenemos la oportunidad de proseguir estudiando este tema. Hoy en día hay una enorme cantidad de información que se puede leer en libros, pe¬riódicos, revistas y en Internet; además hay noticias en la radio, la televisión, los teléfonos celulares y otros medios. Hay tantas voces, crónicas e ideas que es prácticamente imposi¬ble recordar todo. Pero, ¿qué bendiciones se reciben de tal información? Muy a menudo, la única conclusión a la que se llega al final de la transmisión es que no encerraba ninguna bendición, y aún peor, que su influencia fue negativa para la mente, el corazón y el espíritu. No sucede lo mismo con el evangelio, que significa “buenas nuevas” las buenas nuevas de salvación en Jesucristo. Un día Jesús preguntó a sus discípulos si se sepa¬rarían de Él, como lo hicieron otros. La respuesta de Simón Pedro demostró que no tenían ninguna duda con respecto a su vida y misión: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68); y continuaron siguiéndole y siendo sus testigos todos los días de su vida. Pero a través del buen o mal informe, a través de las tinieblas, a través de todo el antagonismo de los agentes de Satanás, el Sol de Justicia brilla con serenidad, revelando el mal, reprimiendo el pecado, y reviviendo el espíritu de los humildes y contritos. “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna’” (Testi¬monios para los Ministros, pág. 289). “Solamente el Evangelio de la gracia de Dios puede elevar el alma. La contempla¬ción del amor de Dios manifestado en su Hijo conmoverá el corazón y despertará las facultades del alma como ninguna otra cosa puede hacerlo. Cristo vino para crear de nuevo en el hombre la imagen de Dios…” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 444). “La gloria del Evangelio consiste en que se funda en la noción de que se ha de res¬taurar la imagen divina en una raza caída por medio de una constante manifestación de benevolencia. Esta obra comenzó en los atrios celestiales, cuando Dios dio a los hu¬manos una prueba deslumbradora del amor con que los amaba. ‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16). El don de Cristo revela el corazón del Padre. Nos asegura que, habiendo emprendido nuestra redención, Él no escatimará ninguna cosa necesaria para terminar su obra, por más que pueda costarle” (Consejos sobre Mayordomía Cristiana, pág. 16). Los oficiales del templo que fueron enviados a capturar a Jesús no eran sus amigos. Pero después de oir su mensaje excepcional, como no tenían prejuicios contra Él, no pu¬dieron dejar de dar testimonio de la santidad y poder de su mensaje y en lugar de cum¬plir con la orden de arresto, regresaron diciendo: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46). ¿Tenemos nosotros una convicción tal con respecto a Él? “El alma que conversa con Dios por medio de las Es¬crituras, que ora por luz y abre la puerta de su corazón al Salvador no tendrá imaginaciones malignas, maquina¬ciones mundanas o placeres ambiciosos por el honor o distinción en cualquier línea. Quien busca la verdad como por tesoros escondidos la encontrará en los medios de comunicación de Dios con el hombre: en Su palabra… A medida que el agente humano avanza en el camino allanado para los redimidos del Señor, mientras reciba a Jesucristo como su Salvador personal, se alimentará del pan de vida. La palabra es espíritu y vida, y si es traída a la práctica diaria ennoblecerá toda la naturaleza del hombre. Estará abierto a su alma un panorama del amor del Salvador tal y como está ilustrado por la pluma inspirada que su corazón se derretirá en ternura y contrición” (Medical Ministry, pág. 124). Personalmente, el Maestro afirmó: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”; “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Juan 6:63; Mateo 24:35). Y cuando las leemos en los libros del evangelio quedamos anonadados. Este es el maná espiritual que tendremos como alimento espiritual durante el próximo semestre. Este estudio es una maravillosa oportunidad para todos los que anhelan tener ali¬mento espiritual. Regocijémonos todos en Él y oremos para que lo considerado pase a ser parte de nuestra experiencia y de nuestra vida ahora y por toda la eternidad. Los hermanos y hermanas de la Asociación General