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El libro est escrito en el exilio, en unos aos en los que Alberti nunca deja de rendir culto a la belleza, sea su voz airada o no, sean sus versos polticos o no polticos. Hay un grupo de composiciones en el que me gustara centrarme un poco mas, estos son en los que habla del famoso Museo del Prado. Para estos poemas escoge diversas formas mtricas, que adapta hbilmente segn las caractersticas de cada pintor y Alberti las alterna con otras que toman como argumento objetos y conceptos que tienen que ver con los medios y recursos de la propia tcnica pictrica, como los que dedica a la retina, a la mano, a la paleta, al pincel, al lienzo, a la perspectiva, a la composicin... Para este grupo elige la frmula mtrica del soneto y siempre est precedido de una invocacin: A ti.... Tambin hay un tercer grupo que alterna con los otros dos: el que dedica a los colores, a los que el poeta deja hablar en primera persona, y en los que utiliza el verso libre.
Alberti sumerge en una explosin de luz y color, en una sinfona mtrica, poemas y de reproducciones de cuadros. En este caso la capacidad imaginativa del lector se somete a los lmites del cuadro escogido cuando el poema habla de Zurbarn, de Velzquez, de Goya, de Van Gogh, de Gutirrez Solana, de Picasso... y de todos los que aparecen en la serie de pintores, todo esto es una sinfona de cuadros famosos, de colores, de luces y lneas.
Cuando Alberti, desde el exilio, habla de Museo, ese no es otro sino el del Prado. En el poema Velzquez, el ms extenso de los dedicados a los pintores, Alberti recuerda desde la otra ribera del ocano, con la nostalgia del trasterrado, los cuadros de Velzquez con su fondo de paisajes madrileos: Te veo en mis maanas madrileas, / cuando deca: Voy al Prado, voy / a la Casa de Campo, al Manzanares... / Y entraba en el Museo.
verso.