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CONFLICTOS SOCIO-AMBIENTALES EN LA OROYA

¿Morir de hambre o morir contaminado?


¿QUE ES UN CONFLICTO SOCIOAMBIENTAL?

No es lo mismo hablar de problema ecológico y/o


daño ambiental que de conflicto socioambiental. El
problema ecológico o daño ambiental describe las
situaciones de deterioro y/o agotamiento del medio
natural, mientras que cuando se habla de conflicto
socioambiental se hace referencia a procesos sociales
suscitados dentro de una población por el desacuerdo
que genera la apropiación, distribución y utilización
de los recursos naturales y su denuncia contra los
causantes de los daños ecológicos.
ANTECEDENTES DEL CONFLICTO
En los años 90 se inicia el proceso de privatización de las empresas,
con el gobierno de Alberto Fujimori. Así con el Decreto Ley 674,
promulgado el 27 de septiembre de 1991, se inicia el proceso
de promoción de la inversión privada.

Por otro lado la situación ambiental de las empresas privatizadas no


era la mejor, por lo que tuvieron que adoptar Programas de
Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA), pues no cumplían con
las normas ambientales ya vigentes pasada la primera mitad de los
noventa, a pesar del carácter poco riguroso de muchas de ellas. El
proceso de privatización no estuvo acompañado de un adecuado
proceso de generación de capacidades de regulación ambiental. El
Complejo Metalúrgico de La Oroya es el mejor ejemplo de este
proceso.
La privatización de Centromin tuvo su punto culminante en 1997,
cuando la compañía norteamericana Doe Run Company
adquiere la propiedad del complejo metalúrgico.
Doe Run Perú (DRP) se instala en La Oroya e inicia un nuevo ciclo
de relaciones entre actividad metalúrgica, efectos contaminantes
y salud pública. Justo en un contexto donde los tópicos
ambientales y de la salud pública habían comenzado a
despertar interés en las políticas públicas, los medios de
comunicación.
¿Pero quién es el propietario de Doe
Run Company? ¿Qué antecedentes tenía
en la industria metalúrgica?
Tras haber comprado la fundición, Doe
Run Perú (DRP) se convirtió en subsidiaria
de Doe Run Company, la que a su vez
forma parte de Renco Group Inc, un
conglomerado de más de veinte
empresas, sindicada como un holding
cuyas actividades industriales han estado
asociadas a contaminación ambiental en
Estados Unidos.
Su principal accionista es Ira Leon
Rennert, quien poseía el 97,9 %
de las acciones.
Volviendo a la situación en el Perú, luego de
adjudicarse la propiedad del complejo metalúrgico de
La Oroya, DRP asumió el compromiso de implementar
un PAMA, mecanismo con el que la legislación
ambiental obliga a las empresas a realizar las
inversiones necesarias para reparar los impactos
ambientales dejados por las operaciones pasadas y
que continúan afectando.
Pero el PAMA antes que una medida preventiva, se trata de un correctivo
ambiental que pretende reparar aquello que ya ha sido dañado. Cuando la
empresa adquirió la fundición, accedió a modernizarla y a controlar las
emisiones contaminantes para llevarlas a niveles aceptables para 2007. Sin
embargo, después de asumir las operaciones, la compañía incrementó
la producción y postergó la mayoría de las medidas de limpieza incluida la
reducción de emisiones en las chimeneas— hasta el fin del periodo.

Un dato importante es que de 1997


a 2004, DRP invirtió 33,2 millones
de dólares de los 174 millones que
asignó para el PAMA, alegado en
diversas ocasiones que son razones
de solvencia económica, asociadas a
los bajos precios de
los minerales entre 1999 y 2002, lo
que explicó esa postergación.
Durante 2004, DRP estuvo proponiendo al Estado la posibilidad de
ampliar su PAMA hasta 2011, pedido que, al final, fue admitido por el
MEM, a pesar de que funcionarios del sector habían negado
inicialmente esa posibilidad. Sea como sea, lo concreto es que la
empresa amplió su PAMA, pese a los cuestionamientos de expertos,
gremios empresariales y medios de comunicación nacionales, lo que
incluyó a algunos funcionarios del MEM, aunque institucionalmente
este último se comportó de manera muy permisiva.
• La pugna de DRP para obtener la ampliación se acompañó del
apoyo de importantes sectores de La Oroya, encabezados por su
alcalde provincial, Clemente Quincho y los trabajadores de la
empresa DRP.
En el año 2006, el gobierno Alan García cuestionó la continuación de las
operaciones de la Empresa. Cabe resaltar que, para ese entonces, Doe Run había
solicitado un salvataje económico que superaba los $150 millones así como la
continuación de la licencia para seguir con las operaciones. Sin embargo, el
gobierno desestimó tales pedidos y sometió Doe Run a un proceso concursal.

El 7 de abril de 2011 Doe Run Perú junto a la firma Renco Group Inc. Iniciaron un
proceso de arbitraje contra El Estado Peruano. y solicitó como indemnización el
pago de US$800 millones por el cierre de las operaciones en la Oroya.

En septiembre de 2014, Profit es declarado como nuevo administrador de la


empresa y se compromete a garantizar los derechos laborales de todos los
trabajadores en planilla.
• Este conflicto resulta bastante particular dado a que los pobladores del pueblo en el
que opera la empresa minera, apoyan la vigencia de la misma y, más aún, protestan
contra el Estado para que no se liquide y pueda continuar con sus actividades.
• Así pues, los trabajadores de Doe Run han elaborado un pliego de reclamos
mediante el cual piden al Estado peruano una mayor flexibilización de la legislación
ambiental. Así también, exigen que el Profit deje de ser el administrador de la
empresa. Además, rechaza la multa impuesta por la OEFA (Organismo de
Evaluación y Fiscalización Ambiental) a la empresa por S/. 7 millones. Finalmente,
exigen que el Estado declare en Estado de emergencia a La Oroya y a su vez, se
interese en la reactivación del complejo metalúrgico. Cabe precisar que el pedido
de los trabajadores sigue la misma línea del pedido de los acreedores, por no decir
que son idénticos.

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