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EL MATRIMONIO SÍ ES EL MATRIMONIO NO ES
• Un don para la santificación • Una convención social
y la salvación de los esposos • Un rito vacío
• El recuerdo permanente • Un mero signo externo de
para la iglesia de lo que un compromiso
acaeció en la cruz; son el
uno para el otro y para los
hijos, testigos de la salvación
• Una vocación específica
En el matrimonio, los novios se prometen entrega
total, fidelidad y apertura a la vida. De esta
manera, «el matrimonio cristiano es un signo que
no sólo indica cuánto amó Cristo a su Iglesia en la
Alianza sellada en la cruz, sino que hace presente
ese amor en la comunión de los esposos» (AL, 73)
La unión sexual es camino de crecimiento en la
vida de la gracia para los esposos. Las palabras del
consentimiento otorgan un significado a la
sexualidad y la liberan de cualquier ambigüedad.
Así, el consentimiento y la unión de cuerpos
expresan el ser una sola carne de la acción de Dios.
El Concilio Vaticano II define el matrimonio como
comunidad de vida y amor, señalando que este amor es
el centro de la familia. Este amor entre marido y mujer
implica entrega mutua, incluye e integra la dimensión
sexual y afectiva (cf. GS, 48-49). Además, los esposos
tienen su raíz en Cristo, ya que Él sale al encuentro de
ellos y permanece con ellos.
Gracias a la fidelidad de las familias se hace creíble la
belleza del matrimonio indisoluble y fiel para siempre.
Por ello, ella es de modo verdadero una Iglesia
doméstica.
La Iglesia es familia de familias. Cada familia, por la
fuerza del matrimonio cristiano, se convierte en un
bien para la Iglesia. A su vez, la Iglesia es bien para la
familia.