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DE LA ESCATOLOGIA
EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO
¿Por qué camino se abre paso en el pensamiento bíblico la
idea de un fin de la historia y cuales son las etapas que
han configurado la esperanza en el mismo?
1º etapa
Abraham es elegido y sacado de su tierra por la palabra de
Dios, que le pone en marcha hacia adelante (Gn 12,1-4). El
contenido de la promesa es doble: será padre de un
pueblo y se le dará una patria nueva. Esta doble promesa
es «muy antigua y se remonta hasta el tiempo de los
patriarcas mismos», como lo muestra Gn 15,7 ss., cuya
antigüedad parece probada.
En su origen la doble promesa apuntaría a un cumplimiento
a corto plazo: la ocupación de Canaán. Mas la versión
que de ella dan el yahvista y el elohista la refiere a un
acontecimiento mucho más lejano en el tiempo: no ya la
instalación en Canaán de la pequeña comunidad
patriarcal, sino la conquista y el establecimiento en el
país por parte del pueblo de las doce tribus.
3a etapa
Finalmente, la profecía de Natán (2Sam 7, 4-16) hace
alcanzar a la promesa un nuevo estadio. Como en las
fases anteriores, se habla aquí de la elección de un
hombre (v. 8) y de lo obrado por Yahvé en el pasado (vv.
6-7); se revalida asimismo la promesa de la tierra (v. 10) y
la descendencia (v. 12).
La novedad consiste en que las palabras de bendición y
promesa, dirigidas otrora al pueblo, se condensan ahora
en la casa real; el destino del reino terrestre de Dios
queda ligado al de la monarquía davídica. La apertura al
futuro viene impuesta por las garantías de estabilidad
perpetua otorgadas al trono y por el hecho de que David
(como Abraham y Moisés) no vera la promesa cumplida
(v. 12).
EN
EL ANTIGUO TESTAMENTO
En el capítulo precedente hemos mostrado que la fe de Israel
es, fundamentalmente, una religión de esperanza, que
interpreta la historia a la luz de la clave hermenéutica de
la promesa; esta garantiza a aquélla una consumación
final de alcance universal.
No fue Dios quien la hizo (1,13); son los pecadores los que
la llaman (1,16) y ha entrado en el mundo «por envidia
del diablo» (2, 24; alusión a Gn 3).