Conociendo a qué segmento va dirigido nuestro producto o servicio podremos:
Encontrar y conocer a nuestro cliente , sus hábitos de consumo, lo que le gusta y lo
que no, donde compra, …. te permitirá desarrollar y diseñar tu propuesta de valor de la forma más personalizada, atendiendo a sus necesidades y exigencias específicas.
Aprovechar mejor nuestros recursos. Cuando elegimos sobre quién centrar
nuestros esfuerzos, estamos focalizando, nos estamos centrando y ganamos en eficiencia. Es más fácil enfocar esfuerzos a un grupo reducido y cuyas necesidades están bien identificadas, que intentar hacerlo con todo el universo poblacional.
Reducir riesgos, e incrementar las opciones de viabilidad