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La obra escultórica de Eduardo Ramírez Villamizar comenzó con relieves abstractos de madera pintada en 1959, continuando el estilo de sus pinturas geométricas anteriores. Entre 1959 y 1963 se enfocó en relieves blancos minimalistas. Más tarde creó esculturas homenajeando a compositores y poetas, usando variados materiales como madera, aluminio y acero. Su trabajo se caracteriza por la armonía entre la forma, concepto y material utilizado.
La obra escultórica de Eduardo Ramírez Villamizar comenzó con relieves abstractos de madera pintada en 1959, continuando el estilo de sus pinturas geométricas anteriores. Entre 1959 y 1963 se enfocó en relieves blancos minimalistas. Más tarde creó esculturas homenajeando a compositores y poetas, usando variados materiales como madera, aluminio y acero. Su trabajo se caracteriza por la armonía entre la forma, concepto y material utilizado.
La obra escultórica de Eduardo Ramírez Villamizar comenzó con relieves abstractos de madera pintada en 1959, continuando el estilo de sus pinturas geométricas anteriores. Entre 1959 y 1963 se enfocó en relieves blancos minimalistas. Más tarde creó esculturas homenajeando a compositores y poetas, usando variados materiales como madera, aluminio y acero. Su trabajo se caracteriza por la armonía entre la forma, concepto y material utilizado.
inicia con los relieves de 1959. Antes, como ya se ha visto, el artista realizó una excelente pintura abstracta geométrica, a la cual fue despojando de elementos innecesarios hasta dejarla reducida a formas esenciales, presentadas generalmente con pocos colores. Los relieves de 1959 fueron trabajados en madera pintada de blanco, las formas levemente realzadas eran una continuación de las trabajadas en sus cuadros anteriores. Planos de líneas rectas y curvas, se relacionaban íntimamente en torno a un eje horizontal o vertical, la pureza de diseño y lo abstracto de la composición, determinaban un objeto lógico no exento de gran sensibilidad. Villamizar ha realizado un arte en el que la razón y la sensibilidad se entreveran equilibradamente durante cuatro años, desde 1959 hasta 1963, Ramírez Villamizar hizo solo relieves, la mayoría blancos; muy pocos de otro color. Entrada a el dorado (en sus dos versiones blanco y rojo), relieve ritual y relieve con eje horizontal, son los trabajos más importantes de 1962. En 1963 realiza homenaje a Vivaldi, una composición de elementos verticales con una serie de pequeños planos curvos distribuida con gran sentido del movimiento. Homenaje al poeta Gaitán Durán – existen dos versiones: una en madera y otro en láminas de aluminio. La escultura es un doble relieve, tan solo tiene un anterior y un posterior. Sobre una enorme pared se establece a uno y otro lado un rico juego de ondas proyectadas. En 1964 trabaja dos importantes murales, uno para el Banco de la República, en Cúcuta y otro para la biblioteca Luis Ángel Arango. Otra escultura al poeta Cote, composición vertical en la que se contrastan grandes planos con otros ricamente balanceados. Dos pantallas enormes a manera de alas, se abren con una pequeña diferencia de situación en el centro, apoyada en base delgada de la cual surge también en uno de los lados, una pieza proyectada en sentido diagonal. El trabajo en blanco y negro, que establece una diferencia radical entre lo externo y lo interno puede recordar pinturas que antecedieron a los relieves blancos. Bienal do Sao Paulo de 1969, obtuvo el segundo gran premio internacional, los Recuerdos del Río, de comienzos de 1970. La diversidad de materiales que emplea el escultor, indica la necesidad interior de todos sus trabajos, si el concepto es claro. El acrílico, la madera, el cemento de aluminio o el acero se convierten en materiales indispensables y esenciales de las formas. La coherencia entre concepto y material es la razón principal del reposo, de la armonía, del silencio de la obra de Ramírez Villamizar.