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Cristóbal colon
En una de las naves, los soldados descontentos, enviaron a la esposa del gobernador de Panamá un ovillo grande de algodón en
cuyo seno iba una denuncia escrita, que terminaba con un texto que decía:
“A Señor Gobernador
miradlo bien por entero
allá va el recogedor
y aquí queda el carnicero”
Enterado del documento el gobernador de Panamá, Pedro de los Ríos, envió dos barcos a recoger a la fuerza a los
expedicionarios, los mismos que llegaron a la Isla del Gallo a fines de setiembre de 1527. Al mando de ellos venía el capitán
Juan Tafur, a recoger a todos los hombres. Entonces Pizarro, viendo a punto de fracasar su empresa, asumió un gesto heroico,
desenvainó su espada, trazó una raya en la arena de la playa y les dijo a sus hombres: “Por este lado se va a Panamá a ser
pobres, por éste al Perú a ser ricos, escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere”. Sólo trece hombres
atravesaron la raya siguiendo a Pizarro, los célebres “Trece del Gallo”. Los demás soldados se embarcaron con Tafur rumbo a
Panamá, y éste trasladó a Pizarro y a su pequeñísima hueste a la Isla Gorgona.
Luego de estar en ella, solos, seis meses, en marzo de 1528, volvió el piloto Ruiz a la isla para recoger a Pizarro. Pizarro
convenció a Ruiz para explorar el Sur y llegaron a la isla Santa Clara y a continuación a Tumbes, donde los españoles por
primera vez encontraron una ciudad importante y civilizada con fortalezas, templos y murallas. Varios españoles descendieron
a tierra y comprobaron la importancia de la ciudad y su elevada cultura y por lo que es más, confirmaron visualmente la
existencia del Imperio del Tawantinsuyo.
Pizarro llamó a Tumbes, Nueva Valencia y luego navegó hacia el Sur por las costas del reino vasallo de Chimor, hasta llegar a la
desembocadura del río Santa. El Tawantinsuyo había dejado de ser un sueño y un mito, había sido descubierto y Pizarro volvió
en triunfo a Panamá.
EL TERCER VIAJE DE FRANCIZCO PIZARRO
(1531-1533)
Partieron de Panamá en enero de 1531, tocando como primer punto la bahía de San Mateo,
de donde continuarán su viaje por tierras a través de la región de Coaque. En esta zona
fueron atacados por el mal de las verrugas y aún se encontraban en este camino cuando el
cacique Tumbalá los invitó a visitar su isla Puná, isla en la cual Pizarro terminará
cerciorándose de que el Imperio de los Incas se debatía en guerra civil.
Llegaron a Tumbes en enero de 1532. Al llegar a esta ciudad, Pizarro le ordenó a Hernando de
Soto que tomara preso al cacique Chilimasa en represalia porque los tumbesinos lo habían
atacado. De Tumbes se trasladaron a Poechos donde su cacique Maizavilca le obsequió a don
Francisco Pizarro a uno de sus sobrinos, al que le llamaron Martinillo.
Estando ya en el valle de Chira, en el lugar llamado por los indios Tangarara, Pizarro funda la
primera ciudad española en nuestro país, con el nombre de San Miguel (15 de mayo o julio de
1532). También en este lugar construyeron un fuerte donde se quedaron 60 hombres a las
órdenes de Sebastián de Benalcázar.
Marcha de Piura a Cajamarca
Partieron en setiembre de 1532. Acompañaban a Pizarro 110 hombres de infantería y 67 de
caballería. Después de avanzar por la costa hacia el sur y por Saña levantar a Cajamarca,
entrarán a esta ciudad el 15 de noviembre de 1532 e inmediatamente Pizarro le ordenó a
Hernando de Soto y luego a su hermano Hernando Pizarro que fuesen a los baños del Inca
(Pultamarca) a invitar a Atahualpa a cenar esa noche en Cajamarca, pues Pizarro tenía
pensado tomar preso al Inca en plena ceremonia.
Atahualpa no aceptó la invitación para esa noche, sino para el día siguiente, Atahualpa ya
estaba en la plaza de Cajamarca y los únicos que se le presentaron por parte de los españoles
fueron: Hernando de Aldana, el traductor Martinillo y el dominico Valverde.