Límpiame, Señor, esta lepra que se me pega a la piel, a la entraña, a la memoria. Sana la herida del odio LE PRA que vuelve enemigo al hermano. Vacía las sacas de codicia que me encadenan a un cofre de espejismos. Cúrame del miedo a tu evangelio, cuando es profecía, conflicto o exigencia. Restaura los puentes caídos que me aíslan del hijo pródigo, del samaritano golpeado, del huérfano o de la viuda, del fariseo ciego. Libérame del ruido que llena mis días de promesas postizas. Toca estas llagas que solo tú ves, Señor. Abraza las noches oscuras del alma, y enciende con tu fuego, los parajes helados de dentro. Si quieres, puedes. (José Mª R. Olaizola, sj) ¿Quién no ha metido la pata hasta el fondo alguna vez? Con uno mismo, con sus seres queridos, hasta con Dios… y sin que haya mucha excusa ni explicación. ¿Y qué hacer ante ello? Hay mucha gente que “lo soluciona” por su cuenta con Dios. Hay otra mucha que, como insistimos tanto en que Dios nos perdona todo ha perdido la capacidad de percibir el mal causado… Hay quien lo identifica únicamente con incumplir normas, y quien cree que llamamos pecado a cosas que no lo son. A veces hay que detenerse y pensar en aquello que, en nuestras vidas, supone una barrera en la relación con Dios, con nuestro mundo, con sus gentes o incluso con nosotros mismos. Aquello con lo que destruimos el sueño de Dios para nosotros. PERDON ARREPENTIDO Cuántas veces me he refugiado en este viejo tema... buscando alivio a la rabia, a la impotencia. Sabiendo que siempre hay un cómplice. Suena fuerte... como el dolor de haber herido a quienes amas. Como el arrepentimiento. Como las ganas de borrar el pasado... fuerte como el perdón. Sôber (Paradysso) Crucificado por un Pecado que no sé si apenas cometí Arrepentido sin un Motivo que me haga Culpable de Vivir Le pido a Dios que sea mi Cómplice, mi Salvador en Prueba de su Amor No me Abandones No me dejes que yo vuelva a caer No me Traiciones Ahora me siento arrepentido Humíllame si quieres Provócame si es tu Deseo Arrastro mi Dolor Aún no es tarde para Llorar Y Arrodillarme pidiéndote Perdón No me Abandones No dejes que me aleje de ti No me Traiciones Ahora me siento Arrepentido No me Abandones No dejes que yo vuelva a Caer No me Traiciones Ahora me siento Arrepentido. Perdonar las ofensas Oscar Cala sj Es curioso cómo algunas acciones nos llaman poderosamente la atención. Poseen como "un no sé qué" que las convierte en hermosas, sobre todo, cuando resplandecen en medio de la dificultad. La película "La vida es bella", por ejemplo, nos lo muestra bien: vivir desde el corazón puede superar el horror que la acecha. Y también Jesús, cuando en la cruz abre la puerta a la grandeza de un perdón que parecía humanamente imposible, pero que Él hizo posible. Ése es el perdón al que Jesús nos llama, el que resplandece en medio de la dificultad. El perdón siempre cuesta, aunque unas veces más que otras. Cuando me hieren y el otro es consciente, la situación es clara y la reconciliación podrá depender del dolor que sienta.
Pero cuando la otra persona no lo es, o su
simple manera de actuar produce dolor en mí el perdón se complica. Sin embargo, como vemos, belleza y dificultad están llamadas a entenderse. Perdonar comparte frontera con verbos como aceptar, integrar y amar sin condiciones. Y esto cuesta puesto que las resistencias a perdonar vienen a veces de no aceptar a las otras personas como son, de juzgarlas y exigirles según nuestros propios esquemas.
Pero éste no es el estilo de Jesús. Él mira con cariño
cuando se encuentra con alguien, antes incluso de conocer su historia; se conmueve al descubrir la fragilidad del corazón y dice sin reservas vete y no peques más. ¿Es posible esta manera de mirar, sentir y actuar?
El joven rico se volvió entristecido y no accedió a lo
que Jesús le invitaba. ¿Por eso Jesús dejó de quererle? ¿O a lo mejor, por eso, aumentaría su amor hacia él? Pero, ¿se puede querer por compasión? ¿O la clave será querer con compasión? Quizás en lugar de girarnos tras las heridas e intentar olvidarnos, perdonar al modo de Jesús pida girarnos hacia ellas y cambiar la mirada justiciera por la gratuidad del que ama y acepta. CÁMBIAME • ¿De cuántas cosas, hechas por el hombre, nos fiamos..? Desde las señales de tráfico hasta las instrucciones en los grandes supermercados, los GPS, las publicaciones del facebook y tantas otras cosas... • Pero cuando estamos perdidos, aunque nos sintamos seguros de nosotros mismos ¿dónde buscamos ese contraste que nos asegura que, efectivamente hemos escogido bien la ruta? • ...Y si me equivoco, si me pierdo, cámbiame de dirección hacia Ti... LA VOZ INTERIOR DEL AMOR ¿Por qué leer "La voz interior del amor"? Henri J. M. Nouwen. En la crisis más aguda de su existencia se retiró a un monasterio para sanar sus heridas y recomponerse por dentro. Durante ese tiempo fue poniendo por escrito, a modo de diario, algunas de sus reflexiones. Un dolor interior vivido en carne viva, unas heridas que requieren tiempo para curarse, la necesidad de parar toda actividad para recomponerse por dentro y la presencia misteriosa de Dios en medio del sufrimiento humano son los temas principales de este diario espiritual. Las reflexiones de Nouwen nos pueden servir de guía para atravesar esos periodos de dolor, incluso de angustia, por los que toda vida humana auténtica acaba pasando. «He pasado de la angustia a la libertad, de la depresión a la paz, de la desesperación a la esperanza. Fue ciertamente un periodo de purificación para mí. Mi corazón, preguntándose todavía por mi bondad, mi valor, se ancló en un amor más profundo, y por eso mimo menos dependiente de la alabanza o la crítica de los que me rodean. También crecí en capacidad para entregar mi amor sin esperar siempre algo a cambio.» (pág. 127) Ignacio G. Sexma s.j. PALABRAS Cuántas palabras salen de mi boca a lo largo del día, de la semana, del mes, del año... Cuántos silencios hablan tanto como si fueran gritos. Dicen que los humanos somos especiales por lo que podemos expresar. No pretendo ser un premio Nóbel de literatura, ni tan siquiera un poeta. Sólo quiero pararme a veces para pensar en todo lo que he dicho y lo que he callado, para sentir el enorme tesoro de mi palabra y mi canto, y descubrir todo lo que puedo, quiero y tengo que decir. CONVERSIÓN Sigue curvado sobre mí, Señor, remodelándome, aunque yo me resista.
¡Qué atrevido pensar que tengo yo mi llave!
¡Si no sé de mí mismo! Si nadie, como Tú, puede decirme lo que llevo en mi dentro.
Ni nadie puede hacer que vuelva de mis caminos
que no son como los tuyos. Sigue curvado sobre mí, tallándome; aunque, a veces, de dolor te grite.
Soy pura debilidad, Tú bien lo sabes,
tanta, que, a ratos, hasta me duelen tus caricias. Lábrame los ojos y las manos, la mente y la memoria, y el corazón, que son mi sagrario, al que no te dejo entrar cuando me llamas. Entra, Señor, sin llamar, sin mi permiso. Tú tienes otra llave, además de la mía, que en mi día primero Tú me diste, y que empleo, pueril, para cerrarme. Que sienta sobre mí tu 'conversión' y se encienda la mía del fuego de la Tuya, que arde siempre, allá en mi dentro. Y empiece a ser hermano, a ser humano, a ser persona. (Ignacio Iglesias, SJ) HIJO PRODIGO http://www.frasesypensamientos.com.ar/frases /el-regreso-del-hijo-prodigo-1992.html#frases- de-el-regreso-del-hijo-prodigo