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1.DEFINICIÓN
Se llama Año Litúrgico o del Señor «del Señor», porque es de
Cristo al tiempo que media entre las primeras vísperas de
Adviento y la hora nona (3 a 4 de la tarde) de la última semana
del tiempo ordinario, es decir, desde su nacimiento hasta su
última y definitiva venida, llamada la Parusía. Así en el espacio
de un año se celebra el misterio de Cristo y de la obra de la
salvación.
2.IMPORTANCIA DEL DOMINGO, COMO
EL DÍA SOLEMNE DEL SEÑOR.
• El Domingo posee un valor para la fe y para la vida de la Iglesia. Por
eso actualmente existe un desafío en la cultura y sociedad de hoy.
El aspecto más urgente en la pastoral específica del domingo es,
una catequesis de lo que significa el DÍA DEL SEÑOR.
• El dies dominica, (kyriaké emera) es el domingo, el día del Señor.
Ese día fue el de la resurrección de Cristo. Así nos lo cuentan los
evangelistas (Mateo 28.1-7; Marcos 16. 1-8; Lucas 24.1-12; Juan
20. 1-10). También al domingo se la ha llamado el "octavo día" por
los Padres de la Iglesia, haciendo referencia al tiempo nuevo que
abre la resurrección y en otro sentido se le ha llamado el "tercer día"
si se mira desde la perspectiva de la Cruz.
Según nos dice la tradición apostólica: Cada día primero de la
semana, es decir, el domingo, para la comunidad este día debía
tener ya un significado especial. «Reúnanse cada día dominical
de! Señor, partan el pan y den gracias...»: Se trata de la
asamblea eucarística dominical y se registra la fracción del pan y
la acción de gracias (cf. Did. 9,1)
Un antiguo documento cristiano describe la asamblea dominical;
«El día que se llama del Sol se celebra una reunión de todos los
que habitan en las ciudades o en los campos... Y celebramos
esta reunión general el día del Sol, por ser el día primero, en que
Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, el
día también en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de
entre los muertos.... (Apol. 1,65-66).
En relación con Cristo
Primer día de la semana es la indicación de los cuatro
Evangelios, para señalar el día de la resurrección del Señor (Mt
28,1) y de algunas apariciones (cf. Me 16,9; etc.).
La expresión día primero procede de la semana hebrea, y
designa el día en que dio principio la creación de todas las cosas
(cf. Gen 1,3.5). En este sentido representaba la victoria de la luz
sobre las tinieblas (cf. Gen 1,2), y la primera manifestación del
poder salvador de Dios en favor de su pueblo (cf. Is 41,20;54,8).
En este contexto, la resurrección de Jesús ha inaugurado la
nueva creación (cf. 2 Cor 5,17; Gal 5,15; Ap 21, 5)
En relación con la Iglesia
El domingo es también el día de la asamblea, símbolo de la
Iglesia del Señor, que se hace visible sobre todo en la
celebración eucarística (cf. LG 25; SC 41). La referencia del
domingo al Señor y a la Iglesia recuerda que ésta no existe sino
en dependencia del que es su Cabeza y Esposo (cf. Ef 5,23; Col
1,18).
Un testimonio antiguo de la Iglesia dice: el domingo no es un día
festivo más, sino la fiesta primordial de los cristianos. Por este
motivo no se permitía ayunar ni orar de rodillas el domingo: « En
este día de fiesta no se debe ayunar, y en el culto no nos
debemos arrodillar ni siquiera una vez»; «El que se aflige el
domingo, es reo de pecado».
3.LA ESPIRITUALIDAD DE LA
CELEBRACIÓN DEL DOMINGO HOY
En el centro de la pastoral del domingo ha de estar la EUCARISTÍA.
Una celebración de la Eucaristía verdaderamente festiva, digna y
significativa concede al DÍA DEL SEÑOR su alma y su nota más
relevante. La pastoral del domingo, debe ayudarnos vivir con mas
espíritu cristiano, para evitar la dispersión (trabajo, ocio,
entretenimiento) de la comunidad de los fíeles y promover el sentido
eclesial, es decir somos una comunidad de hermanos unidos por el
amor de Cristo Eucaristía.
Pero, la celebración del domingo no se reduce a la Eucaristía. El día
del Señor es santificado también por la Liturgia de las Horas (cf. SC
100) y por otros actos litúrgicos, como la celebración de los
sacramentos y sacramentales.
4. TIEMPOS MARCADOS IMPORTANTES
DEL AÑO LITÚRGICO
Continuamos a considerar el año litúrgico, con ciertas fechas
marcadas o tiempos litúrgicos, que no son «aniversarios» ni
recuerdos de los hechos de la vida histórica de Jesús, sino
«presencia in mysterío». Es decir, los «días determinados» del año
son signos sagrados que están inundados de la presencia del Señor.
La estructura del año litúrgico tiene una división con respecto a las
lecturas leídas en la santa misa. Dominicalmente Son tres ciclos, A, B
y C. y semanalmente son dos divisiones; Año impar (2017) y par
(2018). De esta manera en tres años si asistimos cada domingo a la
iglesia habremos leído toda la biblia. Y si vamos todos los días, o
leemos las lecturas del día todos los días, habremos leído la biblia en
dos años.
El Año Litúrgico consta de dos ciclos marcados. Ciclo cristológico y
ciclo santoral.
4.1 CICLO CRISTOLÓGICO: en torno a
Cristo.
La primera parte de este ciclo es el tiempo de Navidad; que comienza con
el tiempo de Adviento, Navidad y culmina con la Epifanía.
• Adviento: El año litúrgico comienza en las vísperas del primer domingo
de Adviento, que es siempre el domingo más cercano al día 30 de
noviembre, festividad de San Andrés. Dura cuatro semanas con sus
respectivos domingos. La celebración del Adviento tiene carácter de
preparación de la Navidad y de la Epifanía, de modo semejante a lo que
ocurre con la Cuaresma respecto de la Pascua y su cincuentena. La
Iglesia, al celebrar el Adviento unido a la Navidad, es consciente de
cumplir a la vez la espera del antiguo Israel en la expectativa mesiánica, y
su propia espera de la consumación de la filiación divina comunicada por
Cristo en su venida histórica (cf. Rom 8,19; 1 Jn 3,2). Esta temática
descansa sobre los cuatro domingos, siguiendo las líneas del Leccionario
de la Misa, que da unidad a los tres ciclos A, B y C
• Navidad: La celebración del nacimiento del Señor se inicia con las I
vísperas de Navidad y termina el domingo después de la Epifanía.
Ese domingo celebramos el Bautismo del Señor. «Después de la
Vigilia pascual, la Iglesia no tiene día nada más santo que la
celebración del Nacimiento del Señor y de sus principales
manifestaciones» (NUALC 32). La solemnidad del 25 de diciembre
ocupa el centro de todo el ciclo y, a la vez, guarda una especial
relación con la Pascua. La misa de medianoche o del gallo tiene un
claro parecido con la vigilia pascual. La característica más visible de
este tiempo es la acumulación de fiestas, las principales son el 25
de diciembre y la Epifanía el 6 de enero, pero, el domingo siguiente
a Navidad la fiesta de la Sagrada Familia, el 1 de enero la
solemnidad a la Santa Madre de Dios, la octava de navidad y el
domingo después de Epifanía la fiesta del Bautismo del Señor. La
segunda parte de este ciclo cristológico comprende el tiempo
Pascual, que se inicia con el miércoles de ceniza, y culmina con el
domingo de Pentecostés.
• cuaresma: dura cuarenta días, desde el domingo I de este tiempo hasta
el jueves santo. Comenzando la cuenta de los cuarenta días el miércoles
de ceniza, la Cuaresma termina el domingo de Ramos, que, a su vez,
inaugura la Semana Santa. Pero en realidad el «tiempo de la Cuaresma
transcurre desde el miércoles de ceniza hasta la misa de la Cena del
Señor exclusive» (NUALC 29). La Cuaresma es un signo que actualiza la
gracia y la salvación logradas por Cristo, (cf Mt 2,15).
• El «miércoles de ceniza»
La actual celebración de este día ha reinterpretado el rito de la ceniza (cf.
Gen 3,19) como expresión de la voluntad de conversión ante la llamada de
Dios. Por eso se ha introducido una nueva bendición sobre quienes van a
recibir la ceniza y se ha situado el rito después de la homilía.
• Los domingos de Cuaresma
Constituyen el entramado de toda la Cuaresma, especialmente el año A, de
marcado carácter bautismal. El año B, en cambio, desarrolla una línea
cristológico-pascual, mientras el año C es más penitencial. He aquí la serie
de lecturas dominicales de la Misa:
• Tiempo pascual: Abarca los cincuenta días posteriores a Pascua de
Resurrección (cincuentena pascual), incluyendo el domingo pascual, y se
distinguen tres períodos:
Octava de Pascua: son los ocho días posteriores y deben considerarse como un
solo día festivo. Termina en las Vísperas del II Domingo de Pascua.
• Tiempo Pascual hasta la Ascensión.
• Tiempo Pascual después de la Ascensión.
• El Domingo de Pentecostés, que se celebra a los cincuenta días de Pascua, es
el final del ciclo pascual, no debe pues considerarse como una nueva Pascua.
El Triduo Pascual y la cincuentena
La iglesia cada semana conmemora la resurrección del Señor, y una vez al año
celebra también, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la
Pascua (SC 102).
En efecto, sólo existe una Pascua, aunque se hable de cuatro momentos del
acontecimiento pascual: la Pascua del Señor en el éxodo de Egipto: la Pascua
litúrgica de Israel mediante el rito anual del cordero y de los ázimos: la Pascua de
Jesús o su inmolación en la cruz (cf. 1 Cor 5,7), y la Pascua litúrgica de la Iglesia
que actualiza la muerte de Cristo en la eucaristía (cf. 1 Cor 11,26), y que se
celebra cada semana e incluso a diario, y en la máxima solemnidad anual. El
centro del ciclo pascual lo ocupa el Triduo, que se prolonga en la Cincuentena.
El Viernes Santo de ¡a Pasión del Señor está presidido por una liturgia
austera y serena. El centro del día es la celebración de la Pasión a la hora
de Nona (cf. Mt 27,45-46). Se trata de una sinaxis (reunión) no eucarística,
llamada en otro tiempo misa de pre santificados.
La acción litúrgica, en la que se usa el color rojo, tiene tres momentos:
La liturgia de la Palabra.
La adoración de la cruz, precedida de la presentación al pueblo. La antífona
«Tu cruz adoramos», de origen bizantino, y los improperios evocan el
misterio de la cruz.
La comunión, en la que se distribuye el Pan eucarístico consagrado en la
tarde precedente.
Después la Iglesia entra en el silencio que precede a la resurrección.
El segundo día del Triduo pascual (sábado) no hay otra convocatoria que el
Oficio divino ante el altar desnudo, presidido por la cruz. El Concillo
Vaticano II recomendó también que este día estuviera consagrado por el
ayuno pascual (cf. SC 110). La piedad cristiana debe tener también un
recuerdo para la Santísima Virgen este día.
La octava de pascua
El domingo de resurrección se prolonga en la Cincuentena
simbólica, el tiempo del Espíritu. No obstante, los ocho primeros
días tienen un sentido especial como tiempo de la mistagogia.