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CREENCIA N°14

GUIAS MAYORES
CLUB IXTUS
LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO
LA UNIDAD
La iglesia es un cuerpo constituido por muchos miembros que proceden de toda nación, raza, le
ngua y pueblo. En Cristo somos una nueva creación; las diferencias de raza, cultura, educación
y nacionalidad, entre encumbrados y humildes, ricos y pobres, hombres y mujeres, no debemos
causar divisiones entre nosotros.

Todos somos iguales en Cristo, quien por un mismo Espíritu nos ha unido en comunión con él y l
os unos con los otros. Debemos servir y ser servidos sin parcialidad ni reservas. Por medio de l
a revelación de Jesucristo en las Escrituras participamos de la misma fe y la misma esperanza,
y salimos para dar a todos el mismo testimonio.
LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO
LA UNIDAD DEL ESPIRITU
El Espíritu Santo es la fuerza motriz que impulsa la iglesia a la unidad. Por su medio, los creyen
tes son llevados a la iglesia, por él son “todos bautizados en un cuerpo” (1 Cor. 12:13). Dicho
s miembros bautizados deben experimentar la clase de unidad que Pablo describió como “la un
idad del Espíritu” (Efe. 4:3). El apóstol enumera los componentes básicos de la unidad del Esp
íritu: Hay “un cuerpo, y un Espíritu, afirma, como fuisteis también llamados en una mism
a esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de t
odos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efe. 4:4-6). Las siete repeticiones d
e la palabra uno, enfatizan la unidad completa que Pablo tiene en mente.
LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO
LA UNIDAD DE LA FE
La unidad de la fe. La diversidad de dones no significa diversidad de creencias.
En los últimos días, la iglesia de Dios estará compuesta por un pueblo que comparte el fundame
nto del evangelio eterno, y cuyas vidas se caracterizan por la observancia de los mandamientos
de Dios y la fe de Jesús (Apoc. 14:12).
Unidos proclaman al mundo la invitación divina a la salvación.
LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO
PREOCURESE LA UNIDAD
Nunca lograremos obtener la unidad a menos que trabajemos concienzudamente por lograrla y
nunca podremos sentirnos complacidos y considerar que ya la hemos logrado. Debemos orar c
ada día por la unidad, y cultivarla cuidadosamente. Necesitamos minimizar las diferencias y evit
ar las discusiones acerca de puntos no esenciales. En vez de enfocar nuestra atención en lo qu
e nos divide, debiéramos hablar acerca de las numerosas y preciosas verdades en las cuales e
stamos de acuerdo. Hablemos de la unidad y oremos para que la oración de Cristo sea cumplid
a. Al hacer eso, podemos desarrollar la unidad y armonía que Dios desea que tengamos.
CREENCIA N°16
GUIAS MAYORES
CLUB IXTUS
LA CENA DEL SEÑOR
LA SANTA CENA
La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la sangre de Jesús como
expresión de fe en él, nuestro Señor y Salvador. Cristo está presente en esta experiencia de c
omunión para encontrarse con su pueblo y fortalecerlo. Al participar de la Cena, proclamamos g
ozosamente la muerte del Señor hasta que venga. La preparación para la Cena incluye un ex
amen de conciencia, el arrepentimiento y confesión. El Maestro ordenó el servicio del lavamient
o de los pies para denotar una renovada purificación, para expresar disposición a servirnos mut
uamente en humildad cristiana, y para unir nuestros corazones en amor. El servicio de com
unión está abierto a todos los creyentes cristianos.
LA CENA DEL SEÑOR
JESUS DANDO EL EJEMPLO
“Cuando cenaban” (Juan 13:2, 4)1, Jesús se levantó calladamente, tomó la toalla del siervo,
echó agua en la palangana, se arrodilló y comenzó a lavar los pies de los discípulos. ¡
El Maestro como siervo! Comprendiendo el reproche implícito, los discípulos se llenaron de v
ergüenza. Cuando hubo completado su trabajo y vuelto a su lugar, el Señor dijo: “Pues si yo,
el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pie
s los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vo
sotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: el siervo no es mayor que su señor,
ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados ser
éis si las hiciereis”. (Juan 13:14-17)
LA CENA DEL SEÑOR
LA ORDENANZA DEL LAVAMIENTO DE LOS PIES
La costumbre requería que al celebrar la Pascua, las familias de Israel quitaran toda la levadura
«símbolo del pecado» que hubiera en sus hogares antes del primer día de la Semana del Pan s
in Levadura o Fiesta de los Ázimos. Así también, los creyentes deben arrepentirse y confesar to
do pecado, incluyendo el orgullo, las rivalidades, los celos, los resentimientos y el egoísmo, ant
es de poder estar con el espíritu adecuado para gozar de comunión con Cristo en este nivel más
profundo. Con este propósito, Cristo instituyó la ordenanza del lavamiento de los pies. No solo e
stableció un ejemplo, sino también declaró que los discípulos debían hacer lo mismo, y les pr
ometió una bendición: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis ”
(Juan 13:17). Esta ordenanza, que precede a la Cena del Señor, cumple el mandato según el
cual todos deben examinarse a sí mismos para no participar en el rito “indignamente”.
(1 Cor. 11:27-29).
LA CENA DEL SEÑOR
UN RECUERDO…
Un recuerdo de la condescendencia de Cristo. La ordenanza del lavamiento de los pies es un m
onumento a la condescendencia de Cristo revelada en su encarnación y su vida de servicio. Au
nque moraba con el Padre en la gloria celestial, Cristo “se despojó a sí mismo, tomando fo
rma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Fil. 2:7). Fue una humillación para el Hijo
de Dios el haberse entregado con tal abnegación y amor, solo para ser rechazado por la mayorí
a de las personas a quienes vino a salvar. A lo largo de toda la vida terrenal de Cristo, Satanás e
stuvo determinado a humillarlo hasta lo sumo a cada paso. ¡Qué mortificación debe haber signi
ficado para Jesús, el Inocente, ser crucificado como un criminal!
CREENCIA N°22
GUIAS MAYORES
CLUB IXTUS
LA CONDUCTA CRISTIANA
¿COMO DEBE COMPORTARSE UN CRISTIANO?
Se nos invita a ser gente piadosa que piense, sienta y actúe en armonía con los principios del ci
elo. Para que el Espíritu vuelva a crear en nosotros el carácter de nuestro Señor, participamos s
olamente de lo que produce pureza, salud y gozo cristiano en nuestra vida. Esto significa que nu
estras recreaciones y entretenimientos estarán en armonía con las más elevadas normas de gu
sto y belleza cristianos. Si bien reconocemos las diferencias culturales, nuestra vestimenta deb
iera ser sencilla, modesta y pulcra como corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no con
siste en el adorno exterior, sino en el inmarcesible ornamento de un espíritu apacible y tran
quilo. Significa también que puesto que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, debe
mos cuidarlos inteligentemente. Junto con la práctica adecuada del ejercicio y el descanso, deb
emos adoptar un régimen alimentario lo más saludable posible, y abstenernos de alimentos imp
uros identificados como tales en las Escrituras.
LA CONDUCTA CRISTIANA
¿QUE DICE PABLO?
La conducta cristiana, que significa el estilo de vida de un seguidor de Dios, surge como nuestra
respuesta agradecida a la magnífica salvación de Dios por medio de Cristo. Pablo apela a to
dos los cristianos, diciendo: ‘Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, q
ue presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vues
tro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la ren
ovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta”
LA CONDUCTA CRISTIANA
LA CONDUCTA Y LA SALVACION
Al determinar qué conducta es apropiada, debemos evitar los extremos. Un extremo sería acept
ar los reglamentos y la aplicación de los principios, transformándolos en un medio de salvación.
Pablo resume este extremo en las siguientes palabras: “De Cristo os desligasteis, los que
por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gál. 5:4). El extremo opuesto consiste
en creer que, por cuanto las obras no salvan, carecen por lo tanto de importancia, es decir, que l
o que un individuo hace carece de significado. Pablo también se refiere a este extremo: “
Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad
como ocasión para la carne” (Gál. 5:13).
LA CONDUCTA CRISTIANA
TEMPLOS DEL ESPIRITU SANTO
No solo la iglesia, sino también el individuo es un templo para la morada del Espíritu Santo: “
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros,
el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1 Cor. 6:19). Los cristianos, por tanto, pract
ican los hábitos de la buena salud con el fin de proteger el centro de comando del templo de su
cuerpo, la mente, el lugar donde mora el Espíritu de Cristo. Por esta razón los adventistas del s
éptimo día, a través de los últimos cien años, han recalcado la importancia que tienen los hábito
s correctos de salud y este énfasis ha dado resultados positivos: investigaciones recientes revel
an que los adventistas corren menos riesgos que la población general de contraer casi cualquier
a de las enfermedades más importantes de hoy.

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