La doxología “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” es la aclamación más frecuente en la liturgia cristiana. Con ello se muestra cómo todo el culto cristiano va dirigido siempre al Dios Único, Padre-Hijo- Espíritu. Numerosos textos de la Biblia revelan que ésta ha de ser la actitud fundamental del que se dirige al Dios revelado. Por eso, en la tradición cristiana, muy pronto comenzó a usarse esta doxología como conclusión de muchas plegarias, especialmente en el rezo de los Salmos y Cánticos sagrados. ¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
La gloria de Dios es que el hombre viva (San Ireneo) ¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
Dios nos eligió antes de la creación del mundo
para alabanza de su gloria (Efesios 1,6) ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!
La gloria de Dios es que el mundo sea renovado
por su Espíritu: “Envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra” (Liturgia romana) ¡Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo!
La gloria de Dios es que
los hombre se amen.“Amaos mutuamente como yo os he amado” (Juan 15,12) ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!
En esto es glorificado mi Padre,
en que deis mucho fruto (Juan 15,8) ¡Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo!
Yo les he dado la gloria que
Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno (Juan 17,22) ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!
Esta es la vida eterna:
que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo (Juan 17,3) ¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo! Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.