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Figuras

del lenguaje
Figuras del lenguaje

Semánticas (tropos)
METÁFORA, METONIMIA, SINÉCDOQUE
(ALEGORÍA, SÍMBOLO, IMAGEN, SINESTESIA, COMPARACIÓN, SÍMIL)

Sintácticas
ELIPSIS, ZEUGMA, ASÍNDETON, POLISÍNDETON, POLIPTOTON, ANACOLUTO,
ANÁSTROFE, REDICIÓN, ENUMERACIÓN, HIPÉRBATON, PARALELISMO,
OXÍMORON.

De dicción
ANÁFORA, APÓCOPE

De pensamiento
ANTÍTESIS, AMPLIFICACIÓN, QUIASMO, DILOGIA, PARADOJA, IRONÍA, LITOTES,
PRETERICIÓN, APÓSTROFE, PROSOPOPEYA, ANIMALIZACIÓN.

Por relación fonética


ALITERACIÓN, PARANOMASIA, ONOMATOPEYA.
TROPOS
Según el DRAE, el tropo es el empleo
de las palabras en sentido
distinto del que propiamente les corresponde, pero
que tiene con este alguna conexión, correspondencia
o semejanza.

Proviene del griego τρόπος (trópos), que significa “dirección”. En este sentido, el tropo es
el cambio de dirección de una expresión que se desvía de su sentido original para
adoptar otro sentido.

Los tropos son tres

METÁFORA
METONIMIA
SINÉCDOQUE
Metáfora
El origen del término lo encontramos en el griego
μεταφορά, formado a partir de la preposición μετά (metá),
“más allá”, “después de”, y el verbo φορεϊν (phorein),
“pasar”, “llevar”.

Aristóteles (el primero en reflexionar sobre ella)


concede dos significados a la palabra “metáfora”:

a) la transferencia de una palabra a un


referente que no le es habitual, y
b) la propia palabra transferida.
Para la retórica tradicional, la metáfora es una clase especial de
tropo, mediante el cual una palabra toma el sentido de otra completamente
distinta […] Los estudios más recientes en este sentido proceden de la
escuela de Lieja. Dubois y otros (1987), revisan algunos de los
planteamientos anteriores y señalan que «la metáfora no es propiamente
hablando una sustitución de sentido, sino una modificación del contenido
semántico de un término […] Centran su estudio en descubrir los mecanismos
por los cuales un término puede sustituir a otro, y parten de que siempre entre
dos términos hay un determinado grado de identidad, una clase límite, en la
que coinciden en algún sema, aunque estén diferenciados en todos los
demás […]En base a esta semejanza pueden relacionarse, y lo pueden hacer de
dos maneras: «in absentia» o «in presentia». En el primer caso es necesario
que haya una amplia intersección semántica, o que el contexto sea lo
suficientemente rico y que facilite el verdadero significado metafórico. Por
el contrario, la metáfora «in presentia» permite relaciones mucho más
insólitas, apoyadas siempre en fórmulas gramaticales de comparación,
equivalencia, identidad, etcétera […] hablamos de metáfora cuando una
palabra se utiliza con un significado distinto del usual, o adquiere el sentido de
otra palabra en base a una relación de semejanza formal, de sentido o de
cualquier otra índole, a fin de provocar al receptor y sugerirle por medio de estos
desvíos significados nuevos más insólitos o cargados de una mayor emoción.
(Ayuso de Vicente et al. 1997: 237)
La metáfora […] es el resultado de un proceso de
interacción entre dos términos por el cual uno de ellos, siempre
textualizado, pierde su propia referencia, la sustituye por la del
otro, expreso o latente, y organiza su estructura semántica con
rasgos de significado de ambos.
[…]
Intervienen todos los aspectos del signo léxico: 1)
referencia, 2) sentido, 3) imagen asociada o tópico social (Bobes
2004: 117).

La metáfora literaria es en su génesis un proceso


interactivo entre dos términos de una unidad sintáctica,
generalmente en el marco de un texto más amplio; es un modo
específico de creación de sentido por el que se funden dos
términos en una sola referencia que se adapta a ese fundido
semántico y pone en relación todos sus semas en los límites
permitidos por los procesos lingüísticos de expresión, de
significación y de interpretación (Bobes 2004: 120).
Hablamos, pues, de tres tipos de metáforas,

a) la metáfora lingüística, que se ha incorporado al sistema de


signos lingüísticos como una unidad del léxico;

b) la metáfora del habla cotidiana que se usa habitualmente


en el habla, no ha entrado en el sistema lingüístico y sigue
sintiéndose como metáfora, aunque sea una metáfora aprendida,
no creada directamente por el hablante; con ésta incluimos la
metáfora de los lenguajes especiales que tienen un estatus
semejante, aunque un uso específico en el lenguaje filosófico, el
religioso, etc., y

c) la metáfora literaria, que se presenta como una creación


directa del poeta, para expresar una analogía existente o para
proponer una nueva.
(Bobes 2004: 10-11).
Las metáforas lingüísticas […] pierden su carácter dinámico en
el habla y se convierten en unidades del sistema; se usan generalmente sin
advertir su valor metafórico, como expresiones codificadas.
[…]
Las llamadas metáforas del habla cotidiana, son frecuentes en
el discurso diario, pero conservan su valor metafórico, unas veces con fines
funcionales para cubrir una necesidad denotativa, otras veces porque el
hablante quiere dar mayor precisión o expresividad a su discurso. Aunque
tiene el mismo rigen, los mismos principios y se manifiestan con las mismas
formas que la metáfora creativa del discurso literario, de finalidad estética y
expresiva, se caracteriza, frente a la metáfora literaria, en que no reconoce
autor y tiene un uso social ampliamente aceptado por la comunidad de
hablantes, hasta el punto de que, si no se reflexiona, el término no se siente
como metáfora y se usa como si el metafórico fuese su sentido propio,
mantenido y proporcionado por la memoria, pues es aprendido por el hablante
y por el oyente (Bobes 2004: 14-15).

Podríamos señalar como más frecuentes en el habla cotidiana tres


clases de metáforas: ontológicas, espaciales y temporales, es decir, las que
se refieren al ser, y las que lo sitúan en sus coordenadas de espacio y tiempo,
que son necesarias para el conocimiento (Bobes 2004: 20-21).
La metáfora filosófica se relaciona con el tema
de la capacidad del lenguaje para expresar el mundo del
discurso y de la argumentación, es decir, el mundo
mental, con términos cuyo sentido propio está referido
siempre a un mundo sensible. […] La palabra “idea” (del
griego eido = ver) significa “imagen” respecto a los objetos
vistos por el espíritu (Bobes 2004: 22-23).
La metáfora literaria
La metáfora aparece también en los discursos literarios, y en ellos
se caracteriza por tres rasgos: es original (reconoce un autor), es ambigua y
polivalente (en el texto) y es casi siempre sorprendente (para el lector), es
decir, es un signo literario que da forma al estilo del autor, es un recurso
artístico que crea polivalencia, y es recibido como literario por el lector (Bobes
2004: 30).

La relación metafórica sorprende al lector porque altera la


convencionalidad del sistema e introduce una relación nueva entre dos
términos, que puede ser verificable (metáfora objetiva), o puede partir de la
visión del sujeto que formula la nueva relación (imagen o metáfora
subjetiva). La metáfora objetiva puede explicarse con mayor o menor eficacia a
partir de una sustitución, de un símil y como proceso literario abierto; la imagen,
o metáfora subjetiva, sólo se explica mediante una teoría de la subjetividad
como ciencia del inconsciente y de sus asociaciones y creaciones. Todos los
signos pueden generar metáforas, objetivas o subjetivas. La metáfora objetiva,
tradicional, basada en el color, el tamaño, el valor, etc., de las cosas parecen
buscar la estabilidad de un mundo del que el sujeto es un mero observador, sin
participar en su configuración, ni mucho menos en su creación. La metáfora
objetiva es propia de un marco filosófico realista, y por el contrario, la imagen o
metáfora subjetiva es más utilizada en un marco filosófico idealista. De los dos
tipos de metáfora encontramos en los textos literarios a lo largo de los siglos
(Bobes 2004: 31).
La metáfora literaria […] no está lexicalizada
y no pertenece a la isotopía general del texto, sino que
se integra en la unidad de sentido a partir de la
interpretación que cada lector pueda dar al texto según su
propia competencia y la ambigüedad del discurso (Bobes
2004: 32-33).
[…]
Como los sueños, o las creaciones imaginativas,
la metáfora puede originar fenómenos de
condensación, de desplazamiento o de
representación, y en este sentido, sobre todo en el caso
de la metáfora onírica frecuente en la lírica moderna,
puede explicarse como un fenómeno de “compulsión
asociativa” que sufre el hombre y que no se detiene ni
ante las contradicciones verbales, ni ante el absurdo
figurativo (Bobes 2004: 126).
[…] la potencia de connotación
de la metáfora crece a medida que
disminuye la precisión de la denotación
(Le Guern 1990: 23)

Entendemos aquí por denotación al contenido de información


lógica del lenguaje […] Nos parece más satisfactorio considerar como
denotación al conjunto de los elementos del lenguaje que eventualmente serían
traducibles a otra lengua natural por medio de una máquina de traducir.
[…]
Se llaman connotaciones al conjunto de los sistemas significantes
que se pueden descubrir en un texto además de la denotación en sí. La
complejidad, mal catalogada todavía, de estos sistemas, hace particularmente
delicado el manejo de este concepto de connotación (Le Guern 1990: 24).
Ahí se encuentra el carácter específico de
la metáfora: al obligar a abstraer a nivel de la
comunicación lógica cierto número de elementos de
significación, ella permite poner de relieve los
elemento mantenidos; a un nivel distinto del de la
pura información, y por medio de la introducción
de un término extraño a la isotopía del contexto,
provoca la evocación de una imagen asociada que
percibe la imaginación y que ejerce su impacto
sobre la sensibilidad sin el control de la
inteligencia lógica, pues la naturaleza de la
imagen introducida por la metáfora le permite
escapar a él (Le Guern 1990: 25).
Metáfora epifórica y metáfora diafórica

La metáfora establece textualmente la interacción de dos


términos, y permite que la relación pueda referirse con cualquiera de las
notas comunes a ambos (epífora) y no comunes (diáfora), o incluso el
conjunto de todas las notas que los hablantes, en su competencia
lingüística, pueden conocer, y que sean compatibles para los dos términos
(Bobes 2004: 177).

La metáfora epifórica consiste en cambiar la referencia de un


nombre: “la vida es sueño”, para explicar lo que referencialmente es difícil de
explicar (la vida) mediante algo más concreto (sueño) (Bobes 2004: 178).

[En la metáfora diafórica] el movimiento semántico puede


producirse […] al reunir ciertos aspectos de la experiencia (real o imaginada)
de un modo nuevo, que suscita un nuevo significado por simple
yuxtaposición. Los diversos elementos que se unen en el verso no tienen
nada que ver entre sí y cada uno expresa una idea, pero al aparecer en una
unidad textual pasan a tener otro sentido […] Creo que la diáfora se
aproxima a la metáfora figurativa, en la que pueden ponerse en relación dos
objetos que en un principio no tienen nada en común (Bobes 2004: 179-
180).
Metáfora y comparación/símil

La semejanza de la comparación con la metáfora está en que en


ambas se establece una relación entre dos términos (comparado y comparante
/ metafórico y metaforizado), pero se diferencian radicalmente por el hecho de
que el elemento común no se textualiza en la metáfora “(Juan es como un
ciprés/los barqueros indios son como antiguos bronces)” y sí en la
comparación “(Juan es alto como un ciprés/los barqueros son verdosos como
antiguos bronces)”; resulta indiferente que como esté expresado o no en la
metáfora: “Juan es como un ciprés/los barqueros son como bronces. Creemos
que el límite entre metáfora y símil [comparación] es la presencia del rasgo
común que, al textualizarse en la comparación, excluye otras relaciones
posibles y, al quedar latente en la metáfora, permite establecer relaciones con
cualquiera de los rasgos comunes que objetiva o subjetivamente pueden tener
Juan y ciprés: alto, triste, elevado, cónico, vivo, etc., o barqueros y bronces:
antiguos, verdosos, metálicos, duros, solemnes, etc. La comparación ha
elegido una nota común a los dos términos y la dice expresamente, excluyendo
todas las demás; la metáfora no elige ninguna nota común, sólo expresa la
relación entre los dos términos y con todo el conjunto de posibilidades, por lo
que deja el campo abierto para que el lector concrete cuáles son (Bobes 2004:
171-172).
La presencia de como no indica necesariamente
comparación, y si se dice “el amor es como una rosa”
estamos ante una metáfora comparativa, pero metáfora, ya
que el texto no limita la posibilidad de interacción. Sin
embargo, la expresión “el amor es rojo como una rosa” es
una comparación, no porque incluya como sino porque
incluye la nota común rojo, limitando las relaciones entre los
términos a las que expresa rojo (Bobes 2004: 174).

Los esquemas básicos quedarían establecidos así:

a) metáfora: tu cabello es oro


b) metáfora comparativa: tu cabello es como el oro
c) comparación: tu cabello es rubio como el oro
(Bobes 2004: 175)
Posibles clasificaciones de metáforas

1.Por criterios ontológicos.


2.Por el grado de aproximación de los términos.
3.Por criterios filosóficos.
4.Por criterios lingüísticos.
5.Metáforas complejas.
Clasificación por criterios ontológicos.

a) Metáforas del ser: dientes = perlas; vida = camino. En este tipo de metáforas
se dice que un ser, los dientes, son iguales a otro ser, perlas; que un concepto,
vida, es igual a otro, camino.

b) Metáforas diagramáticas: las metáforas diagramáticas no se refieren al ser o


al concepto, sino que reproducen el esquema de relaciones que puede tener el
término metaforizador en su referencia, con el referente del término
metaforizado. Por lo general, estas metáforas parten de una primera, de tipo
ontológico, que se prolonga en el texto siguiendo un paralelismo entre las
partes del referente de un término en el otro; por tanto, además de ser
metáforas diagramáticas, son metáforas continuadas. La identificación “vida =
camino”, que sería una metáfora ontológica, se hace diagramática cuando el
texto prosigue atribuyendo a vida las notas significativas que puede tener
camino: peligroso, largo, salvaje, con malas posadas, alcanzando un
desenlace que identifica el final del camino con el final de la vida, la muerte.

c) Metáforas cronotópicas: son metáforas consideradas por su relación con las


coordenadas de espacio y tiempo (Bobes 2004: 185-187).
Clasificación por el grado de aproximación de los términos.

Un segundo criterio de clasificación podría ser el grado de


aproximación de los términos; siguiéndolo se ha distinguido la metáfora pura, de
un solo término, y la metáfora que llamaremos normal, de dos términos. A la
primera, que algunos críticos llaman imagen, pertenecen las metáforas que dejan
latente el término real, de modo que sólo textualizan el término metafórico. La
metáfora normal, textualiza los dos términos, el metafórico y el metaforizado;
suele ser la más usada (Bobes 2004: 189).

Clasificación por criterios filosóficos.

La metáfora no es nunca una figura neutra. Cualquier relación


metafórica está basada en una analogía real o imaginada por el autor, y a la vez
está amparada en una teoría filosófica. La mayor parte de las metáforas están
basadas en una visión que coloca al hombre en el centro del universo (del ser, de
la belleza, de la unidad, de la bondad) desde donde generaliza sus sentimientos,
sus pensamientos, sus criterios y su valoración de las cosas, y tiende a identificar
la bondad, la belleza, la sabiduría con su propio ser (Bobes 2004: 190).
Clasificación por criterios lingüísticos.

La clasificación de las metáforas aplicando criterios lingüísticos es la


que ofrece mayores posibilidades, y es, por tanto, la más extensa, y a la vez la
más frecuentemente admitida y utilizada (Bobes 2004: 192).

Estas pueden ser:

a) Metáforas nominales: a) de aposición, b) adjetivas, c) predicativas, d)


comparativas y e) circunstanciales.

b) Metáforas verbales y adverbiales.

c) Metáforas consideradas semánticamente..


Metáforas nominales (Bobes 2004: 194-196).

El término metaforizado es un nombre y el metaforizador es también un nombre o un


adjetivo y puede desempeñar la función de aposición, de adyacente, si es ya un adjetivo, o “de
genitivo” si es un nombre transpuesto a la función de adjetivo mediante el transpositor “de”, y también
de predicado nominal (Bobes 2004: 193).

Metáfora de aposición.
El término metaforizador puede ir delante o detrás del metaforizado, como ocurre también en las
metáforas predicativas, en las que el orden intensifica las relaciones ontológicas Ej.: “mi vida, una
noche negra de rayos y truenos” (Valle-Inclán, Romance de lobos); “huerto de luceros, la tarde” (Valle-
Inclán, Cara de Plata).

Metáforas adjetivas.
Son las más fáciles, se presentan directamente como un adjetivo de la lengua. Ej.: “Antonio Torres
Heredia, / Camborio de dura crin, / moreno de verde luna, / voz de clavel varonil” (García Lorca,
Muerte de Antoñito el Camborio).

Metáforas predicativas.
Son muy frecuentes y suelen ser sencillas y fácilmente identificables por la presencia del verbo
copulativo. Ej.: “álamos que seréis mañana liras del viento” (Antonio Machado, Campos de Soria).

Metáforas comparativas.
El uso de esta metáfora es frecuente. Ej.: “las manos, como garras negras” (Valle-Inclán, Cara de
Plata).

Metáforas circunstanciales
Coinciden con las adverbiales al situar el nombre metafórico en una relación de complemento
circunstancial. Ej.: “alumbra una tea con negro y rojo tumulto” (Valle-Inclán, Sacrilegio).
Metáforas verbales y adverbiales (Bobes 2004: 196-198).

Parece que no es posible comprender el carácter metafórico de “Aquiles


saltó como un león” de la misma manera que “Aquiles es un león”. En el primer caso, la
metáfora no se establece en el ser, entre Aquiles y león, sino en la acción, saltar, referida
a los dos sujetos, y lo que se metaforiza es el modo en que saltan. La serie de
posibilidades para matizar y calificar el salto es también abierta, y el lector interviene
cognitivamente para interpretar la frase. Con verbos de otros sentidos, que indican acción
o movimiento, la metáfora se centra más en el verbo. Ej.: “doña Jeromita cacarea (Valle-
Inclán, Cara de Plata); “y los martillos cantaban / sobre los yunques sonámbulos (García
Lorca, Romance del emplazado); “la tarde quema inciensos de oro” (Antonio Machado,
Jardín).

Las metáforas adverbiales, como las circunstanciales, que tienen una


expresión más extensa, modifican al verbo. Ej.: “un carnívoro cuchillo / de ala aleve y
homicida / sostiene un vuelo y un brillo / alrededor de mi vida” (Miguel Hernández, Un
carnívoro cuchillo”). Sostiene un vuelo y un brillo alrededor de la vida son tres metáforas
que se imbrican entre sí, por medio del adverbio alrededor: sostener un vuelo es
expresión normal, pero sostenerlo alrededor de la vida, es plenamente metafórico.
Metáforas consideradas semánticamente (Bobes 2004: 199-201).

El término metafórico pierde su propia referencia y denota la del término


metaforizado; la metáfora no tiene una localización en la capacidad denotativa del
término metaforizado.

Podemos considerar las metáforas desde la perspectiva del valor ético o


estético del término metafórico: se puede hablar así de metáforas degradantes y
metáforas meliorativas o ennoblecedoras.

Ullman llama metáforas antropomórficas a las que humanizan la


naturaleza o el mundo de los objetos atribuyendo a sus fenómenos y sus relaciones,
también a los animales, un carácter y una conducta humanas: la montaña es majestuosa,
el tiempo es adusto, las máquinas se rebelan, “quiero dormir el sueño de las manzanas”
(García Lorca, Quiero dormir el sueño de las manzanas); y llama zoomórficas o
animalizantes las que siguen el camino opuesto, y atribuyen a los hombres acciones,
aspectos y actitudes de animales; no siempre son degradantes, y pueden tener formas
de expresión lingüística muy variada: “sois mi león soberbio y generoso” (Valle-Inclán,
Ligazón). En este apartado habría que añadir las metáforas cosificantes, en las que la
degradación ontológica parece descender un escalón, ya que un ser animado se
convierte en inanimado: (la Raposa) “suspende la gargantilla en el garfio de sus dedos”
(Vall-Inclán, Ligazón).
Metáforas complejas.

Por el modo en que una metáfora textualiza las relaciones entre sus
dos términos, podemos hablar de una metáfora lineal frente a una metáfora
recíproca, y de una metáfora puntual frente a la metáfora continuada; por la
relación con el emisor podríamos hablar de metáforas puntuales, que se dicen
una vez, y metáforas obsesivas, que el autor repite en sus obras, con variantes
más o menos diversas, y que suele remitir a un tema sobre el que el autor tiene
una fijación, por ejemplo, las metáforas de agua, tan frecuentes en los textos de
Santa Teresa, que pueden remitir a un sentido de maternidad (Bobes 2004: 201-
202).
Esquematizando:

Por el modo en que una metáfora textualiza las relaciones entre sus dos
términos:
metáfora lineal / metáfora recíproca
metáfora puntual / metáfora continuada

Por la relación con el emisor:


Metáforas puntuales / metáforas obsesivas
Metonimia
Es el tropo que se funda en las
relaciones de causalidad,
procedencia o sucesión entre las
dos palabras que se intercambian.
La metonimia tiene su origen en las
ideas evocadas por otras que son
su efecto o su causa. Existen varias
clases (Jehle 1974).
Tipos de Metonimia

Mención de la causa por el efecto


“Vive de su trabajo” por dinero
“Le hizo daño el sol” por el calor
“El huracán arrasó la costa” por el agua y el viento
“¡Vientre de la tinaja
donde los canalones recogieron el sol
que llovía en los techos!” por los rayos
Leopoldo Marechal
Tipos de Metonimia

Mención del efecto por la causa.


“Ella es mi felicidad” por la causa de mi felicidad
“Respeto las canas” por la vejez

“El campo débil y triste


se iba alumbrando…” por la luz
Juan Ramón Jiménez
Tipos de Metonimia

Mención del instrumento por el que lo


maneja.
“Es un pincel famoso” por pintor
“Tener pluma fácil” por escribir con soltura
“Se le estima como el mejor violín de la
orquesta” por violinista

“En la luna negra


de los bandoleros,
cantan las espuelas” por el jinete
Federico García Lorca
Tipos de Metonimia

Mención del lugar por el producto que de


él procede.
“Brindamos con una copa de Jerez y otra
de Málaga” por el vino

“Tus labios escarlata de púrpura maldita,


sorbían el champaña el fino baccarat”
por el vino y el cristal

Rubén Darío
Tipos de Metonimia

Mención del autor por la obra.


“Es dueño de un Goya” por el cuadro
“Leo a Pío Baroja” por sus libros
Tipos de Metonimia

Mención de lo físico por lo moral.


“Perdió el seso” por el juicio
“Es gente sin entrañas” por faltos de piedad
“…¿Contradicción? ¡Ya lo creo! ¡La de mi
Corazón que dice sí, y mi cabeza, que dice
no!” por el sentimiento y la razón
Miguel de Unamuno
“Cantará el ruiseñor
en la cima del ansia” por colmo
Jorge Guillén
Tipos de Metonimia

Mención del signo por la cosa


significada.

“La cruz triunfó de la media luna


en Lepanto” por el cristianismo y el islamismo
“El águila y la serpiente” por la bandera mexicana
“Le otorgaron la corona de laurel” por victoria
“El lobo y el cordero” por la ferocidad y la mansedumbre
“La hoz y el martillo” por la ex bandera rusa
Sinécdoque
La sinécdoque es el tropo por
relaciones de contigüidad, de
vecindad. Surge de entre las ideas
que conviven un mismo espacio en el
momento de adquirirse. Se funda en
lasrelaciones de coexistencia entre
el todo y sus partes: designa un
objeto o un todo con el nombre de una
de sus partes o la parte con el nombre
del todo (Jehle 1974).
Tipos de Sinécdoque

Mención de la parte por el todo


"Un pueblo de mil almas" por mil personas
"Un rebaño de cien cabezas" por animales o reses
"El pan nuestro de cada día" por los alimentos
"¡Oh, luna, cuánto abril por primavera

“Qué vasto y dulce el aire!"


(Jorge Guillén)
"Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo" por montaña y llanura
(Federico García Lorca)
Tipos de Sinécdoque

Mención del todo por la parte.


"El hombre fue hecho de barro" por el cuerpo del hombre
"Brillaban las lanzas" por el metal
"Francia fue vencida en Pavía" por el ejército francés
"Todo el mundo dice lo mismo" por opinión general
"La cascada se derramaba en el fondo"por el agua
Tipos de Sinécdoque

Mención del continente por el contenido.


"Se bebió seis botellas de sidra" por la sidra
"El salón se inquietaba" por las personas
"La Universidad rechazó la propuesta"
por los dirigentes
Tipos de Sinécdoque

Mención de la materia por la obra.


"Retumba el bronce" por el cañón
"Le cruzó con el acero" por la espada
"Talaron la madera de región" por los árboles
"Llegaron montones de papel" por correo
Tipos de Sinécdoque

Mención del singular por el plural.


"El español es valiente" por los españoles
"La mujer es imaginativa" por las mujeres
"El hombre es mortal" por los hombres
Tipos de Sinécdoque

Mención del plural por el singular.


"Ya lo hemos dicho" por he dicho
"Los Quevedos y los Góngoras" por Quevedo y Góngora
"Me encantan los fines de semana"
por el fin de semana
Tipos de Sinécdoque

Mención del número determinado por el


indeterminado.
“Vencedor en cien batallas” por muchas
“Un millón de gracias” por muchas
“Mil olas cual pensamientos rápidos
pasando” por muchas
Tipos de Sinécdoque

Mención del género por la especie.


“El bruto saltó la barrera de la plaza” por el toro
“Es un animal veloz” por caballo
“Los mortales no se consuelan” por el hombre
Tipos de Sinécdoque

Mención de la especie por el género.


“El hombre es mortal” por hombre y mujer
“No saber ganar el pan” por los alimentos
“Estoy sin un centavo” por dinero
Tipos de Sinécdoque

Mención de lo abstracto por lo concreto.


“El egoísmo del amor” por los enamorados
“La ignorancia es muy atrevida” por los ignorantes
“la experiencia es la madre de la ciencia”
por los experimentados

“La niñez y la vejez” por los niños y los viejos


Tipos de Sinécdoque

Mención de lo concreto por lo abstracto.


“Lo bello atrae” por la belleza
“Lo bueno se premia” por la bondad
“En lo fresco que baja del árbol” por el placer de la vida.
Pablo Neruda.
Bibliografía utilizada
Ayuso De Vicente, María Victoria, García Gallarín,
Consuelo y Solano Santos, Sagrario (1997).
Diccionario Akal de términos literarios. Madrid:
Akal.

Bobes, Carmen (2004). La metáfora. Madrid:


Arco/Libros.

Jehle, F (1974). Estilística: estilo, figuras


estilísticas, tropos. Madrid: José Porrúa Turanzas.

Le Guern, Michel (1990). La metáfora y


la metonimia. Madrid: Cátedra.

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