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• Por ello, el Coach no tiene la misión específica de develar un juicio o verdad universal a la cual deba apegarse el
Coachee. Más bien, el Coach debe facilitar que el Coachee pueda resolver una problemática que le está
imposibilitando alcanzar metas, objetivos o anhelos por él queridos, y este proceso debe darse mediante preguntas
poderosas, reflexiones, pero sobre todo, posibilitar que el Coachee se mire a través del problema, y pueda ver a
través de él como es que está afrontando dicha dificultad en la práctica. Este proceso ayuda a que se vea las
creencias, valores y emocionalidad a través de las cuales el problema se ha constituido como tal hasta ese momento,
y a partir de este proceso dialógico, se puedan proyectar acciones concretas en favor de resolver o disolver el
problema que aqueja al Coachee.
• Es importante recalcar que en este proceso, si bien el Coach es un facilitador para que se lleve a cabo, el rol
protagónico lo tiene el Coachee, el cual debe ser capaz de resignificar el problema que enfrenta, para que desde esta
nueva perspectiva pueda avanzar en sus objetivos y metas. El Coach, en este caso, es el agente que posibilita que el
Coachee se acerque a un futuro por él anhelado.
• Dicho lo anterior, en tanto que el proceso de coaching es un proceso de acompañamiento centrado en la actualidad
o contingencia del Coachee (el aquí y ahora), no hay que confundirlo con la terapia psicológica, la que tiene como
principal motivo, a través de un diagnóstico preciso, atacar alguna afección mental, teniendo énfasis en el pasado del
paciente. Además, en tanto que el Coaching es una relación del tipo horizontal, la cual no busca develar una verdad
trascendental, se diferencia de la mayéutica socrática, en donde un sabio, contenedor de la sabiduría, busca
traspasarla a aquellos que no la tienen o no han tenido acceso a ella.
• B) El Coaching fenomenológico como tal se centra en el proceso integral que se desarrolla entre el
Coach y el Coachee, danza relacional que busca en mayor medida que este último pueda
comprender su interioridad y a través de esto pueda surgir el verdadero ser que el Coachee
quiera que emerja, y junto con ello trabajar aquellos ámbitos que sean precisos trabajar. A
diferencia de otros tipos de Coaching, como es el ontológico, no se busca erradicar algún
problema interno del Coachee en sesiones ambulatorias, más bien el coaching fenomenológico
realiza un acompañamiento periódico, el cual busca que el Coachee pueda encontrar la mejor
forma de expandir su ser.
• Según el libro “Coaching fenomenológico”, una primera fuente guarda relación con las
enseñanzas de Otto Scharmer, en donde se pone de relevancia la dimensión específica del
espacio interior de los sujetos, y de manera particular del Coach, lo que se explica que de acuerdo
al nivel emocional o energético de cada cual, va a depender cómo impactamos en la realidad o en
la vida de otros. El coaching fenomenológico pone de relieve un trabajo de conocimiento interior
y de reflexión que nos permita situarnos desde una postura amorosa y generosa que permita al
Coach habitar un espacio interior que impacte positivamente en el Coachee, rescatando con ello
también los aportes del biólogo Humberto Maturana. Por su parte, una segunda dimensión de la
que se nutre el coaching fenomenológico es el atingente a la espiritualidad desplegada en dicho
proceso, entendiendo la espiritualidad la capacidad de acceder a la verdad mediante nuestra
intuición, desplegando en este movimiento aquello que somos y queremos ser en el aquí y ahora,
atendiendo de manera interna a todas nuestras posibilidades. Por último, una tercera dimensión
que se debe tener en cuenta es aquellas referidas a la fenomenología de Husserl, el cual plantea
que no existe la posibilidad de acercarse a la realidad o fenómenos si no es a través de una danza
relacional, en donde el yo no se puede separar de su entorno. Para el coaching fenomenológico,
esto tiene la implicancia central de que cualquier problemática que se pueda observar guarda
relación con aquella o aquellas personas que lo experimentan, aspecto que se nutre por quienes
lo experimentan, pero además, en el proceso mismo del coaching como diálogo y aprendizaje
entre quien aprende y quien enseña.
• En dicho sentido, en el coaching fenomenológico se identifica con algunos
aspectos prácticos, los cuales se evidencias en cada sesión entre Coach y
Coachee: en cada sesión se da el encuentro entre ambos actores, aspecto
impredecible, que por contrapartida se puede atenuar con un trabajo interno,
conectado con el entorno, y posibilitando con ello una apertura amorosa y
generosa con el otro. Por tanto, el resultado de cada sesión dependerá del lugar y
las intenciones del Coach y del Coachee, en donde si hay una buena conexión del
Coach consigo mismo, una mayor probabilidad hay de que surja el futuro
anhelado por parte del Coachee.
• En síntesis, el acompañamiento en el coaching fenomenológico se define como
una conversación en donde el Coachee puede ir auto descubriéndose mediante
preguntas poderosas formuladas por el Coach, superando aquellos límites o
barreras que el deber ser le imposibilitan alcanzar los anhelos que se propone,
todo ello mediante una estrategia que evidencie prácticas concretas para llevarlo
a cabo. Dicho proceso se corona con un aprendizaje de tercer orden, en donde el
Coachee expande su ser y encuentra en su estado más profundo aquellos
aspectos que no están pudiendo surgir antes del proceso de coaching.