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septiembre de 2016
LA ESPERA SEGÚN JESÚS «pero el que se
mantenga firme hasta
el fin será salvo»
(Mateo 24:13 NVI)
En Mateo 24, Jesús delineó las señales que
anunciarían su Venida:
Falsos Cristos.
Guerras y rumores de guerras.
Pestes, hambre y terremotos.
Nación contra nación.
Persecución religiosa.
Falsos profetas.
Enfriamiento del amor.
Predicación mundial del Evangelio.
Aparición de la abominación
desoladora.
Señales y prodigios engañosos.
Oscurecimiento del sol y la luna.
Caída de estrellas.
Conmoción en los cielos.
LA ESPERA SEGÚN JESÚS
«pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo» (Mateo 24:13 NVI)
«yo planté y Apolos regó, pero es Dios quien hizo crecer a la planta. De manera que
ni el que planta ni el que riega son nada, sino que Dios lo es todo, pues Dios es quien
hace que la planta crezca. Los que plantan y los que riegan son iguales, aunque Dios
pagará a cada cual de acuerdo con su trabajo» (1ª de Corintios 3:6-8 DHHe)
«Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará
con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras
cosas pasaron» (Apocalipsis 21:3-4)
Apocalipsis nos habla de dos ciudades: Babilonia, cuyos ciudadanos aman el
pecado; y Jerusalén, cuyos ciudadanos aman a Dios.
Hay un llamamiento para salir de
Babilonia, abandonar el pecado y ser
transformados en ciudadanos del Cielo.
Éste es un milagro obrado por la sangre
de Cristo y la obra del Espíritu Santo que
convierte a los pecadores en servidores.
Cuando el Gran Conflicto concluya, la
voz de júbilo resonará en Jerusalén.
Toda lágrima será enjugada. Habremos
sido restaurados a la imagen de Dios y
disfrutaremos eternamente del gozo de
su compañía.
Por la gracia de Dios, yo quiero estar allí. ¿Y tú?
«A veces, cuando veo una nube en el cielo, exclamo
involuntariamente: “Ven, Señor Jesús; ven pronto”.
Tiempos como éste revelarán el carácter de cada cual.
Anhelo ver quebrantado el poder engañoso del enemigo.
Pero no permitamos que nuestra fe falle. El único
verdadero consuelo que encuentro consiste en mirar más
allá del conflicto y contemplar el triunfo final, la gloria
de Dios que refleja su resplandor sobre los vencedores. La
profecía señala con certeza el resultado final del
conflicto, y por fe lo podemos ver...
El poder restrictivo del Espíritu de Dios se está retirando
de la tierra. Nuestra obra tiene que terminar pronto.
Deberíamos hacer todos los esfuerzos posibles para salvar
a las almas de la muerte. Dentro de poco el Señor Dios del
cielo establecerá su reino, que no será destruido. Ha
llegado el momento de desarrollar un carácter puro y
celestial. La obra aumentará en fervor e intensidad hasta
el mismo fin. Necesitamos que nuestra fe aumente.
Debemos velar en oración»
E.G.W. (Cada día con Dios, 8 de julio)