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El origen de los Menonitas se ubica en Lyon Francia en el año

de 1117, cuando un grupo de


creyentes reformistas se unieron a Petrus Waldnus, quien les
enseñó el nuevo testamento
de la doctrina de Cristo, lo cual les valió ser considerados
como una secta disidente de la
religión católica, por lo cual 17 años después fueron
expulsados por el Papa, sin embargo
ellos siguieron practicando la religión cristiana. A mediados del
siglo XV la secta se dividió
en muchas agrupaciones que fueron conocidas como
"comunidades silenciosas" o
"comunidades de la cruz" que estaban distribuidas en distintos
países de Europa.
Aunque no se cuenta con datos precisos, se estima que
habitan en el Estado de
Chihuahua alrededor de 50 mil menonitas distribuidos en los
municipios de Cuauhtémoc,
Riva Palacio, Namiquipa, Cusihuiriachi, Guerrero, Bachíniva,
Nuevo Casas Grandes, Janos,
Ascensión, Aldama, Buenaventura, Villa Ahumada, Ojinaga
y en pequeñas comunidades de
otros municipios.
En el municipio de Cuauhtémoc viven 30,800 menonitas en
86 campos, de los cuales
17,900 son mujeres y 12,900 son hombres. A su vez conforme
a su estructura
organizacional, están aglutinados en 2 grandes Colonias,
que son la Manitoba con 65
campos y la Swift Current con otros 21.
La comunidad menonita se dedica
fundamentalmente a las labores del campo,
de hecho un
80% de sus productores se ocupan en la
agricultura, aunque desarrollan paralelamente
otras actividades, tales como la producción y
venta de cereales, leguminosas, frutales y
hortalizas, así como la de productos lácteos y
sus derivados constituyen su principal
actividad.
Los menonitas creen en la centralidad y la
inspiración de la Biblia y en Jesucristo
como él que fue enviado por Dios para
efectuar la reconciliación entre el creador
y el mundo quebrantado. Comparten las
creencias centrales con los cristianos de
las iglesias católicas, protestantes y
evangélicas. Enfatizan las conexiones
entre la fe, las palabras y los hechos.
Creen que el bautismo y la membresía en
la iglesia deben ser voluntarios. De hecho,
el bautismo lo celebran después de la
pubertad.
Cada grupo menonita utiliza el idioma del país en el que
habita. Sin embargo, a finales del siglo XVIII los menonitas que
se asentaron al sur de Rusia se apropiaron de una rama del
alemán que hasta el día de hoy lleva su nombre: el Bajo
alemán menonita o Plautdietsch.
Este tipo de alemán era un dialecto como cualquier otro hasta que lo
adaptaron los menonitas. De allí en adelante fue utilizado por los
emigrantes religiosos de esta creencia cuando llegaron a Estados
Unidos, y posteriormente a Latinoamérica.
El Plautdietsch es hablado por más de 400 000 menonitas en todo el
mundo. El dialecto ha evolucionado a lo largo de la historia desde hace
4 siglos, convirtiéndose en el estandarte verbal de los menonitas rusos y
estando presente en países latinos como México, Paraguay, Bolivia,
Uruguay, Brasil y Argentina.
El tipo de vestimenta que utilizan para destacar tiene un propósito
religioso: según sus creencias, se deben destacar como creyentes, pues
ellos son quienes representan a Dios y a su reino en la Tierra.

Las mujeres de la sociedad menonita moderna no requieren vestirse


de una manera específica, pero sí deben cumplir con un atributo en
particular: usar vestidos de un solo color y una sola pieza, un tanto
largos y semejantes a los de las monjas cristianas.
Los hombres tradicionalmente visten con ropa parecida a la de los
colonos norteamericanos representados en el Día de Acción de
Gracias: utilizan un sombrero y tirantes en sus pantalones negros.
Las creencias menonitas han variado a lo largo de la historia.
Algunos grupos se identifican como fieles sirvientes de la palabra
de Menno Simons y sirven solo al Nuevo Testamento; no tienen
Iglesia ni un cuerpo que los ampare, solo se basan en la biblia para
predicar la palabra de Dios. Este tipo de creyentes suele utilizar
vestimenta simple y tradicional.
Los menonitas más dedicados acostumbran a distinguirse y
separarse de todo tipo de grupo religioso, considerando la
creencia menonita como única y diferente al resto. Los niños no
son obligados a seguir sus creencias, pues parte de su fe recae en
la libre elección de seguir o no a Dios.

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