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El secreto está en

PERMANECER EN JESÚS,
en escuchar su Palabra.

Jn, 15, 1-8


V Domingo de Pascua –B-
14 de mayo de 2006
1Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 El Padre corta todos los
sarmientos unidos a mí que no dan fruto y poda los que dan fruto, para que
den más fruto.

El Padre-Agricultor sabe hacer los cortes necesarios, con maestría y


ternura. Él trabaja por mí y en mí, Él es la fuerza de la vida.
Él hace mi vida fecunda sólo con dejarle actuar.
Sus cuidados siempre están dirigidos a conseguir los mejores frutos.
3 Vosotros ya estáis limpios, gracias a las palabras que os he
comunicado.
4 Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros.

Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo, sin estar unido a la
vid, y lo mismo os ocurrirá a vosotros, si no estáis unidos a mí.

Nos limpia, nos salva y libera la compenetración personal con Jesús.


Día tras día, la Palabra nos sugiere, nos invita.
El sarmiento no produce fruto cuando
no responde a la vida que recibe y no la comunica a otros.
5Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí, como yo
estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada. 6
El que no permanece unido a mí, es arrojado fuera, como los sarmientos que
se secan y son amontonados y arrojados al fuego para ser quemados

Advertencia de Jesús, que define la misión de la comunidad.


Él no quiere un círculo cerrado, sino un grupo en expansión:
todo miembro tiene un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir
La presencia del Espíritu de Jesús en nosotros se traduce en nuestra
actitud ante los demás.
7Si permanecéis unidos a mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo
que queráis y lo tendréis. 8 Mi Padre recibe gloria cuando producís fruto en
abundancia, y os manifestáis así como discípulos míos.

A veces nos quejamos del poco "éxito" pastoral que tienen nuestros
esfuerzos. Tal vez se debe a que no cuidamos suficientemente nuestra
unión "vertical" con Jesús y con su Espíritu.
¿En qué se tiene que notar que estamos verdaderamente unidos a Jesús?
El amor verdadero no se demuestra "de palabra y de boca", sino "de verdad
y con obras".
“Quien cree en Jesús y ama al hermano,
ese sí que "permanece en Dios y Dios en él".
Creo que son felices los que siembran la paz,
los que tratan a todos como a tus hijos e hijas,
los que siembran el respeto y la concordia.
Creo que son felices
los que trabajan por un
mundo más justo y más
santo.
Creo que son felices los de corazón limpio,
los que ven lo mejor de los demás,
los que viven en sinceridad
y en verdad.

Creo todo esto porque creo


en Jesús de Nazaret,
el hombre lleno del Espíritu,
Jesucristo, el Señor.

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