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Objetivo: Análisis de la obra "La

República" de Platón: LIBROS IV,


V y VII
PROPÓSITO: Entender las virtudes, el Estado ideal y la justicia
LIBRO CUARTO
las virtudes, el Estado ideal y la justicia
Diálogo entre Sócrates, Glaucón y Adimanto (hermanos de Platón)respecto a la Justicia
(virtud del hombre)
-Sócrates es filósofo y no cree en los Dioses “(…) al fundar la ciudad no obedeceremos
a ningún otro, si es que tenemos seso, ni nos serviremos de otro guía que el propio de
nuestros padres”
- Dialogan respecto a la justicia de la polis, de la ciudad“…por si podemos ver en que
sitio está la justicia y en cual la injusticia y en que se diferencian la una de la otra y cual
de las dos debe alcanzar el que ha de ser feliz…”
- La JUSTICIA, una virtud necesaria para vivir bien
- “… nuestra ciudad, si está rectamente fundada, será completamente buena… Será
PRUDENTE, VALEROSA, MODERADA y JUSTA…” mencionan que la ciudad de la que
vienen hablando se caracteriza por el acierto- que es un modo de ciencia # a la
ignorancia. Mencionan que e la ciudad hay una gran variedad de ciencias
- la ciudad fundada conforme a la naturaleza podrá ser toda entera PRUDENTE por la clases de
gente más reducida que en ella hay que es aquella que la preside y gobierna; y este es según
parece, es el LINAJE que por fuerza natural resulta más corto y al cual corresponde participar
de ese saber que entre todos merece el nombre de prudencia.

-Clase gobernante- la virtud de la PRUDENTE

- … la ciudad es VALEROSA por causa de una clase de ella que posee esta virtud.
- “Dos, son las cosas que nos quedan por observar en la ciudad: la templanza y… la justicia”

Es forzoso aclarar que la templanza es propia de la clase productora, pero la poseen también los guardianes y
gobernantes, en cambio, el valor lo tienen sólo los guardianes y los gobernantes, y éste último posee templanza,
valor y prudencia. La justicia sería propia de todos, siempre y cuando se conserven en sus posiciones.
LIBRO QUINTO
observaciones sobre la educación de la mujer y los hijos y una analogía entre el
filósofo (amante de la episteme) y el filodoxo (amante de la doxa)
Comenzamos el libro V observando el presupuesto anterior. Sócrates ya cree haber
llegado al final del desarrollo de la creación de un estado bueno o ideal, pero Glaucón y
Adimanto lo interrumpen, ya que observan en él una conducta indiferente con respecto
al tema que venían tratando y le piden una explicación más detallada sobre el mismo,
especialmente sobre la educación de los niños y las mujeres en el Estado que acaban
de teorizar.
Sócrates, obviamente se preocupa por el tema que es propuesto por sus amigos y no
busca dar respuestas subjetivas por lo que ya hemos dicho anteriormente, empieza a
hacerlo de manera pausada e investigativa así como lo ha hecho en los libros
anteriores, con el fin de no ser refutado luego o visto como un hombre digno de burla
por parte de los que le rodean en la polis que habita [ii].
La educación debe ser entonces, en esta forma de estado, igual para todos lo que la
habitan, es decir, todas las mujeres deben compartir las mismas funciones y tener la
misma educación que los hombres sin discriminación alguna.

En este momento hace un análisis importante sobre la cuestión de los guerreros o


guardianes del Estado, ya que los que han sido elegidos y criados para tal fin deben
apropiarse de su papel, de lo contrario deben dedicarse a realizar la labor en la que han
sido instruidos (artesanos, filósofos o cualquier otra profesión), este además depende de
la posición en la que tengan el alma para conocer y efectuar los trabajos propios de su
profesión[iii].

Esta disposición, nos indica que todos estamos llamados al conocimiento, al conocer, pero
este también va directamente relacionado con el tipo de disposición que tengamos en el
alma para dejarnos marcar por la verdad y que quede impresa en ella. Además tenemos
en cuenta que las condiciones de nuestro cuerpo para llevar a cabo las diferentes
actividades; me refiero aquí a las artes guerreras especialmente. Esto se convierte en
problema porque lo que se busca en todo momento es la idea del bien, tanto para el
hombre como para los habitantes de la polis en general.
No se propone en el discurso, el modificar completamente el Estado en el que viven en ese momento,
pero si realizar unos cuantos cambios que sean significativos para que los gobernados lleguen de una
vez a ese estado ideal sin mayores consecuencias. En la misma medida anterior, los gobernantes deben
buscar la mejor forma de permanecer estable en cuanto a la cantidad de hombres que se beneficiaran
de tales preceptos, sin aumentar o disminuir radicalmente la población; para tal fin se debe vigilar la
cantidad de uniones sexuales y los partos [vi], no importando si usa la verdad o el engaño para
conservar el objetivo que quiere la polis y lo que se ha determinado como bueno para el mismo.

Es entonces obligación de los gobernantes buscar la mejor forma de permanecer, no la mejor forma de
decrecer o aumentar su potencial; el mantener un Estado equilibrado es lo que le corresponde a los
gobernantes que quieran ser y hacer parte de esta polis ideal, ya que esto hace parte de su virtud.
Sócrates aduce unas razones un tanto teológicas, para que los niños de la polis sean engendrados
dentro de los parámetros ya establecidos, ya que los que nos lo sean así serán como «nacidos en la
oscuridad y tras una terrible incontinencia»[vii]. Él considera a estos hijos como si fueran impuestos al
Estado y en contra de la ley llevados a la vida.

Por eso dice Sócrates que debe haber una edad para procrear en el hombre y para la mujer y se dice
entonces que los matrimonios celebrados o las uniones se deben llevar a cabo en las épocas
establecidas por la ley del Estado y de acuerdo con los ritos correspondientes. Se habla también del
mayor bien y del mayor mal para el Estado, y para llegar a tal definición hablan del Estado como si
fuera un cuerpo viviente que sufre cuando alguno de sus elementos está enfermo o recibe un mal [viii].
Por tanto un hombre es lo más parecido el estado que se está formando, ya que entre más organizado
sea, éste es más capaz de lograr mayores bienes [ix].
LIBRO SEPTIMO
el "mito de la caverna", ciencias para llegar al uso de la dialéctica y
poder servirse del mundo inteligible y cronología del plan de estudios

Para analizar de una manera más concreta esta parte del diálogo, lo
dividiremos en cuatro secciones, las cuales a nuestro parecer, son las que
más enfocan el tema central de la construcción del Estado ideal
• a. La Alegoría de la Caverna, imagen de «nuestra naturaleza en lo que
respecta a la educación y a la carencia de educación»
• b. Aplicación de la Alegoría a los filósofos gobernantes
• c. Los estudios que deben asegurar la «conversión» del alma hacia «la
más alta lección».
a. La Alegoría de la Caverna

A manera de introducción al tema de la Alegoría, es bueno saber que cuando Platón nos presenta
su creación sobre la Caverna, lo hace con el fin de pintarnos la situación humana, a la hora de
conocer. Somos prisioneros, encadenados, que ven desfilar unas imágenes sobre el muro que está
ante nosotros. Si queremos representárnoslas, no ya enfrentándonos a imágenes, sino a
realidades, es preciso que las imaginemos guiadas por algún hombre superior, para esquivar los
bordes de la Caverna.

Sin duda, serán deslumbrados al principio, pero estarán en la región de lo cognoscible, esta región
de la que bien podemos decir que está dominada por lo incognoscible, porque la naturaleza del
Bien apenas es visible y apenas cognoscible, y ese Bien es la causa universal de toda certeza y de
toda belleza, lo mismo que el sol es fuente de las generaciones sensibles, el Bien, sol inteligible, es
fuente de todo lo verdadero que existe en el mundo inteligible.

El sabio será torpe sin duda, en las cosas cotidianas; pero esto se debe precisamente, a que está
acomodado a las cosas inteligibles. Los verdaderos filósofos están liberados de lo sensible y ellos
son los que van a fundamentar la estabilidad del Estado. El problema consistirá entonces en saber
cómo formar al filósofo. Habrá que partir de las ambigüedades de lo sensible.
b. Aplicación de la Alegoría a los filósofos gobernantes

Es aquí donde nosotros podemos encontrar la finalidad de la alegoría, Platón en este momento pone
en boca de Sócrates, una serie de preguntas a manera de análisis de su relato, para que con la ayuda
de Glaucón, siguiera investigando la forma de acercarse más a la idea del Bien, no solo por parte del
filósofo, sino también llevando a la polis a ese estado de verdad.

La utilización de los relatos dentro del esquema de un diálogo o discusión platónica para llegar a un
fin es esencial. Ya Platón nos había demostrado como sus teorías sobre el conocimiento, o sobre las
ideas, a través de relatos cortos como es el caso del Símil de la línea dividida o del Símil del sol,
expuestos anteriormente. Creemos que estos relatos no pretender formar una opinión, al contrario
lo que buscan es acercarse de manera clara y distinta a través del discurso de la verdad, es decir, a
través de las enseñanzas impartidas por los "amantes de la sabiduría" o filósofos, en este caso por
intermedio de Sócrates y los que siguieron su doctrina, más no de lo que comparten la opinión de los
demás.

Ya no es la utilización de un "cuentico" o de un ejercicio para que Glaucón comprenda como es la


imagen del que debe guiar los destino de los ciudadanos de la polis (el filósofo-rey o filósofo-
gobernante), de lo que es bueno o malo para el Estado que están construyendo, proponiendo a los
filósofos, como los hombres más capacitados para desempeñarse en el cargo de adminsitradores de
los bienes del Estado.
Es a la vez una parte del diálogo en donde se explica que la Alegoría es una forma de caminar hacia la
idea del Bien, eliminando los problemas de la percepción de todas las ideas en sí, como es el caso de
no percibir completamente la idea de Justicia, que es la que debe de ser inherente en su
conocimiento al que quiera gobernar. Dice además Platón que, para poder conocer se debe tener
una disposición en el alma y contemplar las cosas, para llegar a los que son en sí[i].

En este sentido, el filósofo por haber sido iluminado primero por la idea del Bien, como un sol al que
debemos remitirnos todos, será el llamado a dirigir los designios del Estado, a encaminar a la polis
hacia los justo, lo bello y lo bueno[ii]. A la vez que puede que el filósofo sea tomado en broma o
burlado, ya que por ser designado para tal fin no se le ocupe en lo que sido formado, llevando a que
se hagan guerras internas por el poder (o como las llama Platón "guerras intestinas"), como si fueran
hermanos por un "mismo pan" y no por quien debería dividir mejor ese "pan"[iii]. Para evitar esto,
Platón propone que no a todos se les permita ascender al mundo de las ideas, a conocer el sol, solo
a quienes no busquen el bien propio sino el de la comunidad.
De esta manera, concluye toda la explicación de lo que es el quehacer de los filósofos-reyes, los
llamados a conducir mejor el Estado y de disponer mejor del conocimiento del sol: la Idea del Bien.
c. Los estudios que deben asegurar la "conversión del alma hacia la "más alta lección"
En esta sección del libro VII, Platón hace una distinción muy clara de las creencias en las que se debería formar al filósofo, la
cual será las más provechosa dentro de su esquema del estado ideal. Nos recuerda esta parte del discurso lo tratado en el
diálogo con Gorgias[iv], en donde el arte (techné) que se practique hace al alma del hombre expuesto ante tal, de esa manera,
por ejemplo, la arquitectura hace al hombre arquitectural, al músico lo hace más armonioso, etc. De esta manera es
comprensible la recomendación por las artes específicas en las que debe tener conocimiento total el filósofo.

Se expone primero la importancia de los números, especialmente del cálculo, ya que estos conducen de mejor manera al alma
hacia lo inteligible, por tanto quien haga uso de esta parte del conocimiento, acostumbrará su alma a ir más fácilmente al
mundo de las ideas, a la ciencia (episteme), alejándonos de la opinión (doxa), del fondo de la caverna a la luz de la Idea del
Bien. Para explicar esto de mejor forma, Sócrates hace uso de un ejercicio con Glaucón a través de los dedos[v], afirmando que
hay objetos que estimulan la inteligencia y otros no, es decir, la percepción de lo sensible, no nos ayuda en el acto de conocer,
por darnos una "idea" de algo, más no lo objetivo del conocimiento. Al aprender se debe distinguir lo que hace que el objeto
sea ese y no otro, pero todo esto es producto de la contemplación (theoria), es lo que estimula el alma al conocimiento. No es
el percibir el objeto lo que nos hace conocer, sino su contemplación y su ser lo que hace aprehenderlo en el alma y extrayendo
su universal
Otra materia que ayuda en la formación del filósofo es la geometría[vii], ya que es la que "fuerza al alma a girar hacia el lugar
en el cual se halla lo más dichoso de lo que es, que debe ver a toda costa", por dedicarse al estudio "de lo que siempre es", de
lo inmutable, acostumbrando al alma a quedarse con lo que siempre es y no ha de cambiar, al igual que las ideas. Pasamos
luego al estudio de la estereometría[viii], que por hacer parte de la geometría, también nos ayudará a formar un buen filósofo.
Pasamos luego a lo que es la astronomía[ix], la cual "obliga al alma a mirar hacia arriba y la conduce desde las cosas de aquí a
las de allí en lo alto", indicándonos con esto que por haber sobrepasado a lo sensible, el alma ahora ya acostumbrada a
conducirse hacia las ideas, y no puede alejarse de la idea suprema para luego unirlo a lo que es la idea[vi].

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