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ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
DE LA PERSONA HUMANA
DIGNIDAD DE LA PERSONA
Ética y moral BIEN COMÚN
Ética social
Valores constitucionales
Virtudes morales
Valores democráticos
Valores morales
Valores de seguridad
pública
LA PERSONA: UNIDAD BIOPSICOSOCIAL
Cuando preguntamos por aquello que define a las personas, entramos
al terreno de la Antropología filosófica, que se dedica al estudio de la
esencia del ser humano, independientemente de la cultura en la que se
desarrolle.
En Grecia, en el siglo IV antes de Cristo, Aristóteles definió al ser
humano como un “animal racional” para explicar así que el hombre es
el conjunto de dos realidades inseparables:
El aspecto biológico, en el que se incluyen los instintos, las necesidades
fisiológicas y todos los aspectos que tienen que ver con el cuerpo.
El aspecto racional, en el que se incluyen las facultades de la
inteligencia y voluntad, así como todas las características espirituales
que nos distinguen de los animales.
La inteligencia se orienta al conocimiento y la búsqueda de la verdad, y nos hace capaces
de comprender la realidad mediante operaciones mentales como: relacionar, comparar,
clasificar, analizar, sintetizar, juzgar, evaluar, razonar, etc.
La voluntad se orienta a la realización del bien y nos hace capaces de querer y decidir.
De acuerdo con lo anterior, gracias a nuestra racionalidad podemos hacer grandes cosas,
tales como obras de ingeniería, descubrimientos científicos, creaciones artísticas,
desarrollos tecnológicos, etc., pero también podemos ser capaces de grandes crueldades
como la tortura o el asesinato, estafas, engaños y muchas otras maldades si no tenemos
una formación ética y una conciencia moral desarrollada.
Lo anterior es especialmente importante en la profesión de policía, pues para cumplirla
cabalmente se requiere de una actuación racional que nos haga más humanos y contribuya
a la
formación de una sociedad segura y libre de violencia.
¿QUÉ ES SER PERSONA?
La persona es un ser complejo en la que se relacionan instintos, razonamientos,
emociones, pensamientos, poder de decisión, voluntad de acción, actitudes y
valores.
Sin embargo, una persona no es la suma de materia y espíritu, mente y cuerpo, o
de racionalidad, emotividad, afectividad, etc., sino una unidad en la que existe e
interactúa todo lo anterior. Ningún comportamiento humano será nunca
completamente racional o sólo afectivo, sólo social o sólo instintivo, porque la
persona es una unidad estructurada1
de factores biológicos,
psicológicos y sociales, en la que coexisten varias dimensiones relacionadas entre
sí:
Racional
Pisco afectiva ¿Esto es verdad?
¿Me valoro? ¿Qué es lo que
quiero?
Moral
Biológica ¿Esto es bueno para
PERSONA
Mi salud mí y para los
demás?
Social Espiritual
¿Cómo me relaciono ¿Cuál el sentido
con los demás? de mi vida?
• La dimensión biológica, que se refiere a todo lo
relacionado con nuestro cuerpo. Somos una especie
biológica, tenemos una anatomía y fisiología distinta
de otras especies, pero al igual que los demás seres
vivos, nacemos, crecemos, nos reproducimos y
morimos. De ahí que necesitemos cubrir
necesidades básicas de alimento, techo, protección
contra el clima, etc.
• La dimensión social, que concierne a la necesidad
que tenemos de los demás no sólo para nuestra
supervivencia biológica, sino para desarrollarnos
integralmente. En este sentido, el lenguaje es uno de
los productos sociales por excelencia, pues gracias a
él podemos expresar nuestros pensamientos y
sentimientos individuales y ser entendidos por
los demás.
• La dimensión pisco afectiva, que
corresponde a la sensibilidad, es decir, a
las emociones, pasiones y, en general, a
los afectos que surgen de la interacción
con nuestros semejantes. El universo de
la afectividad es lo que permite la
creación artística y la experiencia
estética, por ejemplo.
• La dimensión racional, que dispone de dos
facultades: la inteligencia y la voluntad, es decir,
la capacidad de conocer y la capacidad de querer,
que nos permiten tomar decisiones
y ejercer nuestra libertad. Gracias a la dimensión
racional somos capaces de hacer ciencia y tener
vida moral, pues nos permite reflexionar y decidir
el curso de nuestras vidas.
• La dimensión moral, que, en estrecha
relación con las dimensiones pisco
afectiva y racional, corresponde al
fenómeno humano en el que se dan las
cualidades necesarias para formular
juicios de valoración ética, es decir, los
relacionados con el bien y el mal.
• La dimensión espiritual, que nos lleva a preguntarnos
por el sentido último de nuestra existencia. Esta
característica puede encontrarse en valores
fundamentales como la justicia o en instituciones como la
Patria, en la misma naturaleza o en el Dios propio de las
religiones. Gracias a esta dimensión nos relacionamos con
la realidad trascendente y somos capaces de experimentar
fe, amor, reverencia, compasión o misericordia, por
ejemplo. Estos sentimientos implican muchas veces la
captación de lo sagrado como una realidad límite que
logramos vislumbrar, pero no somos capaces de explicar
cabalmente.
Todas estas dimensiones se encuentran
estrechamente relacionadas unas con otras en la vida
y en las acciones de todos nosotros, de tal manera
que podemos decir que la persona es una unidad
biopsicosocial capaz de auto realizarse a sí misma
gracias al ejercicio responsable de su libertad.
De todas las dimensiones de la persona se derivan
algunas necesidades, como se puede apreciar en el
siguiente cuadro:
Dimensión Necesidad
Biológica Comer, dormir, descansar, hacer ejercicio, etc.
Comunicarse, ser aceptado, ser reconocido,
Social
pertenecer…
Tener una buena autoestima, dar y recibir amor,
Pisco afectiva apreciar la música, disfrutar el arte, gozar la vida,
confiar en los demás…
Captar, conocer, entender, razonar, investigar,
Racional
deliberar, ponderar la evidencia, tomar decisiones…
Dar cuenta de mis actos, hacer el bien, evitar el
Moral
mal…
Encontrar un sentido a la vida, trascender, auto
Espiritual
realizarse…
EL ABOGADO
¿QUÉ ES UN ABOGADO?
En principio, es quien aboga por su cliente o por el asunto
que se le ha encomendado.
La tradición nos llama letrados, o sea; cultivadores de las
disciplinas del espíritu.
¿Qué se requiere para serlo y hacerlo? Conocimientos y ética, por
partes iguales. ¿De qué sirve lo uno sin lo otro? Por eso hay que
afinar moralmente nuestro instrumento de trabajo, que es la
palabra en su más amplia acepción; hacer la palabra honesta,
enriquecida con la verdad".
I. Estudia.
El Derecho se transforma constantemente. Si no
sigues sus pasos serás cada día un poco menos
Abogado.
II. Piensa.
El Derecho se aprende estudiando pero
se ejerce pensando.
III.Trabaja
La Abogacía es una ardua fatiga puesta al
servicio de la Justicia.
IV. Lucha.
Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día en
que encuentres en conflicto el Derecho con la
Justicia, lucha por la Justicia.
V. Sé leal.
- Leal con tu cliente al que no debes
abandonar hasta que comprendes que
es indigno de ti.
- Leal para con el adversario aun cuando
él sea desleal contigo.
- Leal para con el Juez que ignora los
hechos y debe de confiar en lo que dices
y
- En cuanto al Derecho alguna que otra
vez debe de confiar en lo que le invocas.
VI. Tolera.
Tolera la verdad ajena en la misma medida en que
quieres que sea tolerada la tuya.
VII. Ten paciencia.
El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su
colaboración.
VIII. Ten fe.
Con fe en el derecho como el mejor instrumento para la
convivencia humana; en la Justicia como destino natural
del Derecho; en la Paz como sustitutivo bondadoso del
Derecho y, sobre todo, ten fe en la Libertad sin la cual no
hay Derecho, ni Justicia, ni Paz.
IX. Olvida.
- La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada
batalla fueras llenando tu alma de rencor llegaría un
momento en que la vida sería imposible para ti.
- Concluido el combate olvida tan pronto tus
victorias como tus derrotas.
X. Ama a tu profesión.
Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el
día que tu hijo te pida consejo sobre su destino
consideres un honor para ti proponerle que se haga
abogado.
LA AUTORREALIZACIÓN PERSONAL
PROCESO DE DELIBERACIÓN
Ser persona
Las personas no nacemos completamente formadas, sino que
tenemos que realizarnos a nosotras mismas mediante acciones
libres y responsables que contribuyan al desarrollo de nuestras
dimensiones: biológica, social, pisco afectiva, racional, moral y
espiritual. Lo hacemos por ejemplo, cuando lo que elegimos para
comer resulta saludable para nuestro cuerpo; cuando nuestra
interacción con los demás nos lleva a un mejor entendimiento
entre todos, a generar actitudes de solidaridad; cuando nos
preguntamos por el sentido último de la existencia y tomamos
decisiones sobre el curso de nuestras vidas.
Sin embargo, a pesar de que cada quién es responsable de sus actos, nadie puede
desarrollarse en soledad. Todos estamos condicionados por el tipo de entorno
familiar, social, cultural, económico, etc., en el que vivimos y por las relaciones que
generemos en cada uno de ellos.
Las personas sólo llegamos a la vida gracias a otros seres humanos. El hecho mismo
de la concepción muestra que nuestra naturaleza es relacional. Después del
nacimiento también necesitamos de otros para poder sobrevivir, así como para
crecer normalmente. Y todo tipo de convivencia con otras personas contribuye a
moldear nuestra forma de ser.
Para desarrollarnos como personas requerimos de una maduración física de nuestro
cuerpo, pero también necesitamos del aprendizaje, que es un fenómeno interpersonal.
Mediante el contacto con los demás aprendemos a emplear nuestras habilidades y
talentos de acuerdo con el ejemplo y la reacción que otros nos muestran.
Así como las otras personas nos resultan indispensables para sobrevivir y
desarrollarnos, también son insustituibles para nuestra madurez, pues todos nacemos,
crecemos y maduramos dentro de una comunidad en relación. Con las cosas nos
relacionamos por medio de los sentidos, pero entramos en relación con las personas
por medio del gesto y/o la palabra. Y cuando hemos adquirido una cierta madurez,
podemos entrar en relación con nosotros mismos
mediante la reflexión, que es cuando “hablamos con nosotros mismos”. Por eso los
demás son
indispensables para el autoconocimiento.
Finalmente, podemos relacionarnos con lo trascendente, con el totalmente “Otro”,
que para algunos puede ser Dios, algún valor como el amor, la Patria, etc.
Relación conmigo