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José H García Vila, Jorge Gómez Valdés, Guillem Duato Vallés, Manuel Cifrián Pérez
OBJETIVOS
Hasta la fecha el tratamiento primario de los quistes hidatídicos (QH) ha sido
quirúrgico. El drenaje percutáneo se ha contraindicado debido a los riesgos de shock
anafiláctico, diseminación e imposibilidad de extraer todo el contenido.
QUISTES HIDATIDICOS
QUISTES HEPATICOS
HIDATIDICOS COMPLEJOS
HEPATICOS COMPLEJOS
1
El tratamiento quirúrgico, a pesar de ser considerado de elección, presenta una
elevada mortalidad que va del 0,5 al 8% en la primera intervención y se incrementa en las
reintervenciones. La morbilidad referida en el tratamiento quirúrgico oscila entre 12 y el 80% y
las tasas de recidiva llegan hasta el 24%.
5 quistes eran del tipo III (múltiples vesículas hijas) y tres tipo IV (“sólidos”), 4 de
ellos presentaban calcificación parcial de la pared (rasgos del tipo V).
Drenamos los quistes con tubos de gran calibre 20-30F (m 28F) y llenamos la cavidad
con alcohol absoluto, posteriormente realizamos lavados enérgicos y vaciamos. Repetimos el
procedimiento múltiples veces, mientras extraemos el contenido del quiste, dejando el tubo de
drenaje para ser retirado en los días posteriores.
*En los últimos siete meses, hemos drenado otros 4 pacientes con 9 QH complejos
que lógicamente no han tenido un seguimiento a largo plazo.
QUISTES HIDATIDICOS HEPATICOS COMPLEJOS
3
RESULTADOS
1 caso fue drenado en una segunda ocasión por cavidad quística residual, pero sin
que el análisis del contenido evidenciara escólex.
Ectoquiste
Endoquiste
Membranas y arena hidatídicas. Aspecto habitual del
contenido extraído de los quistes hidatídicos
Figura 1A
Varón de 72 años, diabético insulin- dependiente,
hipertenso, hipercolesterolemia, VIH + en tratamiento
antirretroviral.
2 Q Hidatídicos tipo III con alguna calcificación
parietal, de 13 y 9 cm de diámetro, en contacto con diafragma y
vesícula. Asintomáticos.
Figura 1B
Accedemos en primer lugar al quiste más anterior y,
a través de él, al más posterior. Se aprecia el contenido
con múltiples vesículas hijas y membranas.
Empleamos tubos de drenaje pleural de 20 F y en los
días posteriores los sustituimos por otros de 30F, para poder
extraer todo el contenido.
Figura 1C
8 días después de iniciado el drenaje-esclerosis, el débito
de ambos drenajes es elevado (bilis) y el control de TAC,
presenta esa buena evolución.
Figura 1D
4 años después del tratamiento percutáneo no hay recidiva
y apenas se aprecian alteraciones residuales .
Figura 2A
Hombre de 81 años intervenido 8 años antes de
quiste hidatídico hepático, que presenta recidiva con clínica
de deterioro del estado general.
El quiste presenta calcificación parietal parcial
y contacta ampliamente con diafragma y la vesícula biliar.
Figura 2B
El aspecto ecográfico es del tipo IV, con un
contenido “sólido”.
Figura 2C
Pasos sucesivos del drenaje:
1º Puncionamos, vaciamos parte del contenido e inyectamos contraste
2º Introducimos guía rígida y dilatamos el trayecto progresivamente
Figura 2D
3º Introducimos tubo de drenaje pleural (28F)
4º Inyectamos alcohol absoluto y contraste sucesivamente,
vaciando progresivamente el contenido del quiste.
En este caso tras vaciar gran parte del contenido se objetiva
una fístula con la vía biliar llena de membranas.
Figura 2E
A través del trayecto fistuloso accedemos a
la vía biliar, efectuando la esfinteroplastia y la eliminación
transpapilar de las membranas.
Figura 2F
Imagen con la vía biliar libre de membranas.
Por otro lado la esfinteroplastia disminuye la presión intrabiliar
y el débito de la fístula, acortando la duración del drenaje.
Figura 2G
Imagen de TAC donde apenas quedan lesiones
residuales, donde antes estaba el QH, se aprecian restos
calcificados y la vesícula biliar.
Figura 3A
Mujer de 67 años que presenta cuadro séptico grave.
Antecedentes años antes de intervenciones quirúrgicas por quistes
hidatídicos hepáticos y nefrectomía derecha por hidatidosis renal.
La TAC evidencia recidiva de quiste hidatídico, adyacente
a vesícula biliar, con gas en su interior y sospecha de fistulización a colon.
Figura 3B
Dos secuencias en días sucesivos en el momento del
drenaje, alcoholización y extracción de membranas.
Segunda imagen días antes de la retirada del drenaje
donde se aprecia el trayecto fistuloso con el colon derecho.
Figura 3C
En la TAC de control, 5 años después, al nivel de la
vesícula biliar apenas son perceptibles lesiones residuales donde
estuvo ubicado el QH.
ARGUMENTACIÓN
Por otro lado cuando es necesario, como ocurrió en dos de nuestros pacientes, a
través de la fístula también podemos acceder a la vía biliar y mediante la técnica de
esfinteroplastia eliminar los restos sólidos de esta, al mismo tiempo que, al disminuir
temporalmente la presión intrabiliar, disminuimos el débito de la fístula y acortamos la duración
del drenaje. Es decir en nuestros casos demostramos que la existencia de una fístula biliar
puede ser bien resuelta percutáneamente.
CONCLUSIÓN