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SERVICIO DE RADIOLOGÍA

QUISTES HIDATIDICOS HEPATICOS COMPLEJOS:


TRATAMIENTO CON
DRENAJE-ESCLEROSIS PERCUTANEOS,
RESULTADOS A LARGO PLAZO

José H García Vila, Jorge Gómez Valdés, Guillem Duato Vallés, Manuel Cifrián Pérez
OBJETIVOS
Hasta la fecha el tratamiento primario de los quistes hidatídicos (QH) ha sido
quirúrgico. El drenaje percutáneo se ha contraindicado debido a los riesgos de shock
anafiláctico, diseminación e imposibilidad de extraer todo el contenido.

Existen diversas clasificaciones de los quistes hidatídicos, según la apariencia


ecográfica, que reflejan los diferentes estadios evolutivos en que los podemos diagnosticar. La
clasificación más útil y aceptada es la de Gharbi et al, que distingue 5 tipos.
• El tipo I o lesión puramente quística, unilocular, sin ecos en su interior. El líquido del quiste es
transparente o amarillo claro y contiene cloruro sódico, glucosa, iones, lípidos, polisacáridos y
proteínas. Este líquido puede contener escólex y garfios y tiene poder antigénico
• El tipo II, corresponde a un quiste roto, con fuga de parte del contenido al exterior o bien con
membranas flotando en su interior, debido a la caída de presión intraquística.
• El tipo III, es el quiste multivesicular que puede adoptar el aspecto de un “panal de miel”, o
bien los quistes hijos estar separados por la matriz hidatídica, semejando una “rueda de
carro”. En ocasiones la cavidad puede estar completamente ocupada por un contenido
ondulante, serpiginoso correspondiente a membranas.
•El tipo IV, corresponde a un relleno total de la cavidad quística por la matriz hidatídica, con un
aspecto sólido variable. La arena o matriz hidatídica es un sedimento más o menos
blanquecino formado por escólex y sus componentes, además del resto de sustancias que
forman el sedimento del quiste.
• El tipo V, aquel en el que se calcifica la pared en mayor o menor grado, pudiéndose calcificar
también el contenido. La calcificación parietal parcial no indica la muerte del parásito, a
diferencia de los quistes densamente calcificados.

QUISTES HIDATIDICOS
QUISTES HEPATICOS
HIDATIDICOS COMPLEJOS
HEPATICOS COMPLEJOS
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El tratamiento quirúrgico, a pesar de ser considerado de elección, presenta una
elevada mortalidad que va del 0,5 al 8% en la primera intervención y se incrementa en las
reintervenciones. La morbilidad referida en el tratamiento quirúrgico oscila entre 12 y el 80% y
las tasas de recidiva llegan hasta el 24%.

Recientemente se ha empleado la cirugía laparoscópica para el tratamiento de los


quistes hidatídicos, con buenos resultados técnicos y pocas complicaciones. Una de las
desventajas de la técnica laparoscópica es la dificultad de prevenir la contaminación
peritoneal debida a las altas presiones provocadas por el neumoperitoneo. Por otro lado se
consideran contraindicaciones los casos con quistes muy profundos o posteriores (próximos a
la vena cava), aquellos con paredes muy calcificadas y los pacientes con más de tres quistes
complejos .

El desarrollo de las técnicas de radiología intervencionista, unido a la naturaleza


invasiva y las propias limitaciones del tratamiento quirúrgico han motivado que, en los últimos
años, se haya aplicado el drenaje percutáneo en algunos centros, fundamentalmente de Asia y
África, para tratar determinados tipos de quistes hidatídicos. La inmensa mayoría de autores
se limitan a tratar los quistes simples tipo I y II, y algunos del tipo III con mínimo contenido
sólido.

El objetivo de esta comunicación es exponer la técnica y los resultados obtenidos, a


largo plazo, en el tratamiento percutáneo de 6 pacientes con 8 quistes hidatídicos hepáticos
complejos tratados primariamente con drenaje percutáneo.

QUISTES HIDATIDICOS HEPATICOS COMPLEJOS


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MATERIAL Y METODOS
Hemos tratado un total de 8 Quistes Hidatídicos Hepáticos en 6 pacientes. 4 mujeres
y 2 hombres, de 67 a 81 años de edad (m 70 a). 4 habían sido intervenidos quirúrgicamente años
antes de quistes hidatídicos, 2 de ellos eran claras recidivas.

5 quistes eran del tipo III (múltiples vesículas hijas) y tres tipo IV (“sólidos”), 4 de
ellos presentaban calcificación parcial de la pared (rasgos del tipo V).

2 de los quistes estaban infectados, uno de ellos fistulizado a colon. Un quiste


presentaba fístula biliar con membranas en el colédoco.

El volumen calculado de los quistes osciló entre 350-1000 cc (m 637 cc).

Empleamos profilaxis previa y posterior con albendazol. En 4 pacientes la profilaxis


previa fue de 4 semanas. En 2 casos, tratados de urgencia, la quimioprofilaxis se inició durante
el tratamiento percutáneo. Antes de la punción se administra profilaxis corticoidea
(hidrocortisona 250-500 mg) y antihistamínica (Dexclorfeniramina 5 mg).

Todas las intervenciones se han realizado con analgesia (fentanilo) y sedación


(midazolam, diazepam).

Drenamos los quistes con tubos de gran calibre 20-30F (m 28F) y llenamos la cavidad
con alcohol absoluto, posteriormente realizamos lavados enérgicos y vaciamos. Repetimos el
procedimiento múltiples veces, mientras extraemos el contenido del quiste, dejando el tubo de
drenaje para ser retirado en los días posteriores.

*En los últimos siete meses, hemos drenado otros 4 pacientes con 9 QH complejos
que lógicamente no han tenido un seguimiento a largo plazo.
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RESULTADOS

Éxito en los 6 pacientes.

Duración del drenaje entre 7 y 25 días (media 18 días).

Complicaciones menores en 2 (1 sobreinfección, 1 extravasación) sin


consecuencias.

Ninguno intervenido quirúrgicamente con posterioridad.

Seguimiento de 2’5 a 5 años (m = 3,8 años) sin recidiva ni diseminación.

1 caso fue drenado en una segunda ocasión por cavidad quística residual, pero sin
que el análisis del contenido evidenciara escólex.

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Capas del Quiste Hidatídico :
• Externa o Periquística : formada por el anfitrión para aislamiento y constituida
por tejido fibroso.
• Capa media, Cuticular, laminar o Ectoquiste: es acelular y permite el paso de
nutrientes.
• Interna o Endoquiste, germinativa o proligera; donde se producen los escólex
(estado larvario del parásito) y las membranas laminadas.
Periquiste

Ectoquiste

Endoquiste
Membranas y arena hidatídicas. Aspecto habitual del
contenido extraído de los quistes hidatídicos
Figura 1A
Varón de 72 años, diabético insulin- dependiente,
hipertenso, hipercolesterolemia, VIH + en tratamiento
antirretroviral.
2 Q Hidatídicos tipo III con alguna calcificación
parietal, de 13 y 9 cm de diámetro, en contacto con diafragma y
vesícula. Asintomáticos.
Figura 1B
Accedemos en primer lugar al quiste más anterior y,
a través de él, al más posterior. Se aprecia el contenido
con múltiples vesículas hijas y membranas.
Empleamos tubos de drenaje pleural de 20 F y en los
días posteriores los sustituimos por otros de 30F, para poder
extraer todo el contenido.
Figura 1C
8 días después de iniciado el drenaje-esclerosis, el débito
de ambos drenajes es elevado (bilis) y el control de TAC,
presenta esa buena evolución.
Figura 1D
4 años después del tratamiento percutáneo no hay recidiva
y apenas se aprecian alteraciones residuales .
Figura 2A
Hombre de 81 años intervenido 8 años antes de
quiste hidatídico hepático, que presenta recidiva con clínica
de deterioro del estado general.
El quiste presenta calcificación parietal parcial
y contacta ampliamente con diafragma y la vesícula biliar.
Figura 2B
El aspecto ecográfico es del tipo IV, con un
contenido “sólido”.
Figura 2C
Pasos sucesivos del drenaje:
1º Puncionamos, vaciamos parte del contenido e inyectamos contraste
2º Introducimos guía rígida y dilatamos el trayecto progresivamente
Figura 2D
3º Introducimos tubo de drenaje pleural (28F)
4º Inyectamos alcohol absoluto y contraste sucesivamente,
vaciando progresivamente el contenido del quiste.
En este caso tras vaciar gran parte del contenido se objetiva
una fístula con la vía biliar llena de membranas.
Figura 2E
A través del trayecto fistuloso accedemos a
la vía biliar, efectuando la esfinteroplastia y la eliminación
transpapilar de las membranas.
Figura 2F
Imagen con la vía biliar libre de membranas.
Por otro lado la esfinteroplastia disminuye la presión intrabiliar
y el débito de la fístula, acortando la duración del drenaje.
Figura 2G
Imagen de TAC donde apenas quedan lesiones
residuales, donde antes estaba el QH, se aprecian restos
calcificados y la vesícula biliar.
Figura 3A
Mujer de 67 años que presenta cuadro séptico grave.
Antecedentes años antes de intervenciones quirúrgicas por quistes
hidatídicos hepáticos y nefrectomía derecha por hidatidosis renal.
La TAC evidencia recidiva de quiste hidatídico, adyacente
a vesícula biliar, con gas en su interior y sospecha de fistulización a colon.
Figura 3B
Dos secuencias en días sucesivos en el momento del
drenaje, alcoholización y extracción de membranas.
Segunda imagen días antes de la retirada del drenaje
donde se aprecia el trayecto fistuloso con el colon derecho.
Figura 3C
En la TAC de control, 5 años después, al nivel de la
vesícula biliar apenas son perceptibles lesiones residuales donde
estuvo ubicado el QH.
ARGUMENTACIÓN

La técnica estándar en el tratamiento percutáneo es el “PAIR” (puncture aspiration


injection reaspiration). Que consiste en la aspiración percutánea con aguja o minicatéter de
parte del contenido líquido, seguida de la inyección de la sustancia escolicida (alcohol, suero
salino hipertónico o albendazol) dejándola actuar un mínimo de 15 minutos y reaspiración.

El tratamiento percutáneo se ha indicado en los quistes simples llenos de líquido


claro, o con alguna membrana o alguna vesícula hija aislada. La efectividad referida de la PAIR
oscila entre el 74 y el 100% de los pacientes, con una tasa de recidiva entre el 0 y el 4%
constatada con unos seguimientos superiores a tres años.

La tasa de complicaciones mayores (tal como shock anafiláctico),es de un 2-14%, la


mortalidad de un 0`1%, mientras las complicaciones menores oscilan entre un 10 y un 30%
(reacciones urticariformes, picores, reacciones vagales, fiebre, sobreinfección, ruptura, fístula
biliar).

Hasta la fecha el tratamiento percutáneo es sinónimo, para la gran mayoría de


autores, de PAIR. Habiéndose contraindicado en pacientes con quistes “inaccesibles” o bien en
aquellos con quistes superficiales (por el riesgo de diseminación a la cavidad peritoneal), en los
que tienen contenido sólido “no drenable”, aquellos con focos ecogénicos que implican
calcificación, en los que han fistulizado a la vía biliar y los que se han abierto a la cavidad
peritoneal, etc.

… Pero, atendiendo a la clasificación de Gharbi, los quistes complejos constituyen


como mínimo el 50% de la casuística.

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Nuestra técnica difiere de la PAIR en que nuestro objetivo es extraer todo el
contenido del quiste al mismo tiempo que acabar con la viabilidad de cualquier pequeño resto
que pueda quedar, aproximándonos más al planteamiento quirúrgico y a la técnica percutánea
descrita por Saremi et al.

El empleo de tubos de gran calibre, permite un lavado enérgico de la cavidad con el


que se logra extraer todo el contenido del quiste. Nuestra técnica obvia otro inconveniente de la
PAIR que, al no extraer las membranas y gran parte del contenido del QH, este puede
sobreinfectarse favoreciendo, entre otras complicaciones, el paso de membranas a la vía biliar,
que puede tener graves consecuencias.

Por otro lado cuando es necesario, como ocurrió en dos de nuestros pacientes, a
través de la fístula también podemos acceder a la vía biliar y mediante la técnica de
esfinteroplastia eliminar los restos sólidos de esta, al mismo tiempo que, al disminuir
temporalmente la presión intrabiliar, disminuimos el débito de la fístula y acortamos la duración
del drenaje. Es decir en nuestros casos demostramos que la existencia de una fístula biliar
puede ser bien resuelta percutáneamente.

CONCLUSIÓN

El tratamiento percutáneo de los quistes hidatídicos hepáticos es efectivo y


seguro, debiendo considerarse como alternativa al clásico tratamiento quirúrgico.

La aplicación de nuestra técnica amplia significativamente el número de


pacientes en que estaría indicado el tratamiento percutáneo como primera opción.

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