• No es un número determinado de sesiones sino el ambiente y los
resultados específicos que se producen en un grupo de sesiones
• El proceso terapéutico en su conjunto presenta un modulación y una
estructura fásica
• Quien percibe un proceso analítico como infinito es que se halla
perdido en él y carece de pautas para controlar mentalmente su marcha • Como en un proceso que tiende a producir algún efecto, hay que tener un especial sentido de apreciación de sus momentos, su sazón, su evolutividad, su estructuración y el grado de elaboración aproximado • Los efectos de este cambio percibidos gracias a la captación contratrasferencial • Relación paciente-terapeuta: comienza en el territorio en que trascurre la sesión: no es un “despacho” o una habitación cualquiera, sino el ámbito del “como si” • La relación es fundamentalmente simbólica, pero esto permite de una parte una apertura casi ilimitada y de otra parte ha de guardarse la distancia simbólica • Con el terapeuta se producen una franqueza y una proximidad como no se dan en ninguna otra relación ( el paciente le confía lo que a nadie se atreve a decir) pero se ignora y se ha de ignorar de el a ser posible todo. • Y el paciente no debe preguntar por sus circunstancias personales, particulares ni familiares • El único vínculo real entre ambos son los honorarios y el valor del servicio prestado que el dinero significa y constituyen la bisagra entre el plano simbólico y la realidad mas objetal del paciente
• No debe el terapeuta intentar en absoluto ser eficaz ni producir
ninguna modificación en el estado del paciente. • En esta primera etapa no es la meta del terapeuta producir cambio alguno en el paciente, ni siquiera ejercitar una especie de “instinto venatorio” y de sagacidad para captar datos y leer en el material. Lo único que ha de mantener es la mayor apertura de ánimo ( para captar empáticamente) y la mayor serenidad posibles, para no dejarse contaminar por las ansiedades del paciente, ni proyectar en él tensiones, recelos o sentimientos de insuficiencia.
• Ha de regir el principio de no contaminación también a propósito del
discurso del paciente: no pueden hacerse preguntas que predeterminen el sesgo y la temática del mismo. • Tipos de silencios: • 1- Silencios vacios: que no hay que dejar prolongarse • 2- Silencios llenos: elaborativos o emergenciales: permiten emergar contenidos profundos, inasequibles de otro modo que no sea presencia trasferencial y silencio • 3-Silencios suplicativos: el paciente parece suplicar que le dejemos en silencio o “en paz” • Ejemplos de comenzar la primera sesión: • Cuéntame tus problemas; Pareces deprimido; ¿ Cómo te va con tu pareja?; ¿Has venido a la consulta porque decías que eras impotente… ( o porque decías tener tal dificultad)?; No te llevas bien con tus padres; ¿ tienes obsesiones?; • O incluso empezar diciendo: Aquí puedes sentirte libre y decir todo lo que se te ocurra; Yo te protejo para que puedas hablar de lo que temes. • Nada en absoluto hay que decir en el comienzo, pues lo más significativo de estos momentos es la dirección y el sesgo que el paciente dé a su discurso y el tipo de afectos que espontáneamente brotén en él. • Hay un límite en el silencio: la ansiedad que pueda despertar en el paciente • No hay que ocasionarles sufrimientos innecesarios. Este principio de ahorro de sufrimiento implica dos comportamientos • 1- No permitir más ansiedad en el paciente que la inevitable • 2- No dedicarse, en los señalamientos, a poner de manifiesto sólo las “partes malas”, es decir lo siniestro de la vida inconsciente del paciente, sino también y preferentemente, las partes buenas y aliarse con lo positivo del paciente para evitarle depresiones y rebeldías innecesarias. • Si solo se queja, puede usarse con él discretamente la técnica rogeriana de reproducir su queja. • El paciente dice ¡Ay ! ¡ que mal estoy ! Y el terapeuta podría preguntar: ¿ por que dices eso ?. También puede proponer: “dices que estás mal” e ir sucesivamente reproduciendo todo cuanto el paciente vaya verbalizando. • Si el paciente sólo suspira y emite sonidos inarticulados, el terapeuta puede señalar comentativamente: “te vienes quejando ya un tiempo” • Esto dará al paciente pie para añadir algunas expresiones más concretas, a propósito de las cuales podrán hacerse ulteriores señalamientos
• Si el paciente permanece durante toda la sesión callado antes de que
termine el tiempo de la sesión se le señala que ha estado callado. Si sigue callado se le deja en su silencio y si dice algo ya se habrá provocado material analizable o una pista para el terapeuta en el sentido de ese silencio. • Lo mas frecuente es que los pacientes se sientan incómodos ante el silencio y hagan preguntas: • Bueno, ¿ y de que sirve esto? ¿ que tengo que decirle? ¿ lo hago bien? ¿ es esto lo que había que hacer? • O simplemente, ¡ No se me ocurre nada ! • Se puede responder al paciente, según sea su estado de ansiedad y de inseguridad en sí mismo, diciéndole que “de eso es de lo que se trata” que “no hay un comportamiento prescrito y que lo está haciendo bien” o que “ está aquí para desahogarse y dar suelta a todo lo que nunca se atrevió a expresar” o se le puede contestar con otra pregunta: ¿ A ti que te parece?. Pero hay que decirle algo, pues en su desorientación inicial necesita sentir otra presencia humana dispuesta a asistirle • Si en lugar de callar o de lamentarse, comienza diciendo ¿ Por dónde debo empezar ?. El es libre de empezar por donde quiera. • Nunca indicarle un tema determinado: ¿ Qué recuerdas de tu infancia?; ¿ Cómo has llegado al estado en que te encuentras ahora?
• Y si insiste puede sugerírsele que se trata de desahogarse. Cuanto
más irracional sea lo que diga tal vez sea más saludable. • Estas primeras sesiones cumplen las siguientes funciones: • Rodaje del paciente como tal • Mitigación de sus ansiedades y temores • Encauzamiento del discurso, desde la iniciativa del mismo paciente • Consolidación de la trasferencia • Apoyo al paciente, invadido por sus aspectos negativos y por sus defensas inadecuadas y perdido en su identidad distorsionada • Instaurar el tono de la terapia y el ambiente de las sesiones Cada tipo de casos exige una instauración determinada: • Depresivo: ambiente de confianza y libertad • Masoquista: lo contrario, lo que se le ofrece lo rechazará automáticamente y se caerá en el círculo vicioso de que todo lo que debería ayudarle le desayude; indicado un ambiente de indiferencia y de distancia en los comienzos; le haga padecer un tanto para estimularle a irse ganando al terapeuta con su colaboración • Maniaco: confrontarle prosaicamente con el principio de realidad de un modo constante y no aliarse con sus fantasías • Psicótico: adentrarse en su juego de símbolos irreales • Obsesivo: exonerarle de reglamentaciones y de ortodoxias • Histérico: interpretarle y hacerle señalamientos acerca de todos sus gestos y actitudes, e insistir en analizar sus fantasías y sueños sexuales