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La promesa de la Segunda
Venida de Cristo ha sido la
gran esperanza para los
cristianos de todas las
edades. Recordemos la
palabra de los ángeles
cuando los discípulos se
quedaron mirando con
asombro cómo Jesús
ascendía al cielo:
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La promesa de la Segunda
Venida de Cristo ha sido la
gran esperanza para los
cristianos de todas las
edades. Recordemos la
palabra de los ángeles
cuando los discípulos se
quedaron mirando con
asombro cómo Jesús
ascendía al cielo:
« Y mientras miraban fijamente al cielo, viendo
cómo Jesús se alejaba, dos hombres vestidos de
blanco se aparecieron junto a ellos y les dijeron:
"Galileos, ¿por qué se han quedado mirando al
cielo? Este mismo Jesús que estuvo entre ustedes y
que ha sido llevado al cielo, vendrá otra vez de la
misma manera que lo han visto irse allá"»
(Hechos 1: 10-11)
al cielo:
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La Segunda Venida fue valientemente proclamada


por los apóstoles y a lo largo de los siglos se ha
convertido en el tema más estudiado de la Palabra
de Dios.
¿Cómo fue que Guillermo
Miller llegó a la conclusión
de que Jesús vendría en
1844?
Guillermo Miller responde:
Comencé a estudiar la Biblia
versículo por versículo, empezando
por el Génesis, y no avanzaba hasta
que el significado de cada pasajes me
resultaba claro. Un día leí Daniel 8:
14 y luego de mucho estudio razoné y
llegué a la conclusión de que el
santuario que allí se menciona es la
tierra, que sería purificada por la
Segunda Venida de Cristo al final de
los 2,300 días (alrededor de 1843).
Mi corazón se llenó de gozo.
Joshua V. Himes comenta:
Solo en 1842 repartimos más de
600,000 ejemplares del Midnight Cry
[Clamor de medianoche] avisándole
al mundo a cerca del advenimiento de
Cristo. También inicié una serie de
congresos al aire libre para motivar a
las personas a prepararse
espiritualmente. Por eso, cuando
llegó la fecha en I843 y Jesús no vino,
mi corazón desfalleció, me sentí muy
chasqueado.
¿Cómo cambiaron la fecha
del retomo de Jesús de
1843 a 1844?
Elena Harmon:
El ministro Samuel Snow ayudó
a Miller a reenfocar la fecha
para el 22 de octubre de 1844
luego de varios estudios
profundos acerca de las fiestas
judías y el día de la expiación
descrito en el libro ele Levítico.
Así nuestras esperanzas se
reanimaron y tuvimos la certeza
de que Jesús fuera a volver.
¿Hiram Edson, cómo
describiría usted ese día?
Llegó el momento y Jesús
no vino, ¿qué sintieron?
Hiram Edson:
Nuestras esperanzas y
expectativas más anheladas
saltaron por los aires, y nos
sobrevino un espíritu de
llanto como nunca antes
habíamos experimentado.
Lloramos sin parar, hasta el
amanecer.
“Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo
comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero
cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez


sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”
(Apocalipsis 10:10,11).
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Oremos
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Carlos tenía tres esposas en


Santo Tomé, la capital de la nación
insular de Santo Tomé y Príncipe,
frente a la costa de África occidental.
Luego leyó la Biblia y tuvo que tomar una
gran decisión.
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16 de febrero de 2019 INVERSIÓN

Dios es el dueño legítimo de cada


niño, pero hace a los padres mayordo-
mos de su herencia. Así pues, los
padres son responsables del cuidado y
desarrollo del potencial de la herencia
de Dios.

Samuel Telemaque,
director del Departamento
de Escuela Sabática
División Interamericana
Después del chasco, ¿qué
sucedió?
Elena Harmon:
El movimiento millerita se dividió en tres
grupos: En primer lugar estaban los que
pensaron que en esa fecha no pasó
nada; en segundo lugar estaban los
espiritualizadores, o sea, los que
sostenían que Jesús vino pero de forma
espiritual; por último estábamos los que
pensábamos que algo había sucedido el
22 de octubre de 1844, o sea, que la
fecha era la correcta pero que nos habí-
amos equivocado en cuanto al
acontecimiento. Este último grupo, en el
que me encontraba, nos dedicamos a
orar y a pedir la dirección divina.
¿Cuál fue el resultado de
esta actitud?
Hiram Edson:
Mientras cruzaba un campo, algo me
detuvo a mitad de camino. El cielo
parecía abierto ante mi vista. Vi en
forma clara y notoria que, en vez de
que nuestro Sumo sacerdote saliera
del Lugar Santísimo del santuario
celestial para venir a esta tierra, al
final de los 2,300 días, ese día entró
por vez primera en el segundo
departamento de ese Santuario; y que
tenía que desempeñar una tarea en el
Lugar Santísimo antes de venir a esta
tierra.
La mente de Edson fue «dirigida» también a
Apocalipsis 10, con su relato del librito que era dulce
en la boca pero amargo en el vientre. Identificando la
experiencia de los milleritas de la predicación de las
profecías de Daniel con la experiencia agridulce de
Apocalipsis 10, Edson notó que el capítulo se cerraba
con la orden de «profetizar otra vez».
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En ese instante, la voz de su


compañero, que se había
adelantado en el camino, hizo
que la conciencia de Edson
regresara a lo que lo rodeaba. En
respuesta a qué pasaba, Edson
dijo que «el Señor estaba
respondiendo nuestra oración
matutina; al damos luz con
respecto a nuestro chasco».
Habíamos
estado en lo
cierto en cuanto
al tiempo, pero
equivocados
respecto a lo
ocurrido el 22
de octubre de
1844. Todo esto
cambió el
panorama.
La experiencia agridulce, el gran chasco de 1844, estaba profetizado en
Apocalipsis 10. Dios quería que su pueblo profetizara otra vez. También
cabe destacar que ellos oraban y estudiaban la Palabra de Dios con
frecuencia. Y el amor que tenían los unos por los otros permitió que
estas enseñanzas siguieran vivas.
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“Sino que en los días de la voz del séptimo


ángel, cuando él comience a tocar la
trompeta, el misterio de Dios se consumará,
como él lo anunció a sus siervos los
profetas”
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Nuestros pioneros se sentían profundamente


convencidos de que Dios había llamado a
Miller para iluminar al mundo con el mensaje
de la inminencia de su Segunda Venida.
Aunque el evento fue equivocado, ellos
estaban en lo correcto en cuanto al cálculo
profético de Daniel 8: 14. Y como lo expresó el
apóstol Juan en Apocalipsis 10, aunque la
experiencia sería amarga era necesario que
profetizaran otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes.
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“Una esperanza”
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